jueves, 14 de agosto de 2008

La noche del chancho...

En las soledades argentinas hay cronistas increíbles. Casi siempre es gente que observa y anota en absoluto silencio. En este caso es una maestra patagónica: Hurí Portela. Anotó los detalles de toda la injusticia que se expandió por una pequeña localidad, Gobernador Gregores, en Santa Cruz.


En el libro La noche del chancho –que acaba de salir– está lo que sufrió la gente durante la dictadura de Videla. Es increíble la petulancia, el proceder tiránico, el patear el tablero, el sentirse Dios, patrón y señor, de un gendarme a quien la dictadura le dio plenos poderes para gobernar esa población patagónica. Dios con botas ante el vecindario que no podía creer lo que estaba viendo. Un tema para Anton Chejov en el teatro; para Fassbinder, en cine.


El comandante de Gendarmería Nacional Horacio Primitivo Callejas –tal su real nombre– se sintió Dios. Y fue Dios. Cuando hablaba con la gente abría bien las piernas, a lo macho, o se tiraba para atrás en el sillón del escritorio y miraba con asco al civil que venía a solicitarle algo. Un aspecto que se repitió en el interior argentino y que no fue tocado ni por los políticos ni por la sociedad cuando cayó la dictadura: el comportamiento corrupto y dictatorial de militares, civiles sometidos, gendarmes y policías que entraron a dominar la burocracia.


En La noche del chancho se trabaja este aspecto con fidelidad histórica y jurídica. Aparece todo ese pasado fantoche y criminal. En general la sociedad se comportó como soldados conscriptos ante los cabos primeros y los generales de la Nación. Menos los estudiantes de la Escuela de Agronomía de Gregores, la maestra Hurí Portela y algunos pocos civiles dignos, esos que siempre se hacen presentes por puro coraje civil y vergüenza propia.


El comandante de Gendarmería Nacional Horacio Primitivo Callejas fue todo. Y se acabó. ¡Viva la Patria! El que no obedece es zurdo y al zurdaje no hay que darle ninguna oportunidad. Principalmente si son estudiantes. Ya que de por sí, un estudiante es sospechoso.


El 24 de marzo de 1976 –que deberá ser recordado todos los años como el día de la vergüenza argentina– toma el poder en la municipal de Gregores el comandante Horacio Primitivo Callejas. Dice la autora de La noche del chancho: “La mayoría de las personas entrevistadas: ex alumnos, profesores, maestros de internado, recuerdan que el comandante Callejas no trataba bien a nadie. Era déspota, proclive siempre a insultar, y era común escucharlo gritar ‘como un loco cuando alguien lo contradecía’. Una de sus primeras acciones fue invadir de sorpresa la Escuela de Agronomía con treinta gendarmes armados.


A las 7.30 de la mañana oscura, aún sin amanecer, entraron los gendarmes a los gritos, entre maestros y alumnos sorprendidos. Buscaban un ‘nido de subversivos’. Todo era mentira. Callejas lo hacía para asustar y demostrar su poder. Pateaban puertas, a las mujeres las palpaban de armas. Secuestraron las tijeras de injertos, de podas y los cuchillos usados en la enseñanza. El uniformado se proclamó rector. Por supuesto prendieron una fogata y quemaron libros y revistas sacados de los roperos de los estudiantes. Una acción valiente de la Argentina uniformada que nos invade de pena y vergüenza: que los uniformados pagados por el pueblo quemen libros, que es quemar el pensamiento, el derecho, la libertad.


Después, la delación. Los uniformados tomaron exámenes ideológicos a los alumnos. Fueron secundados por la supervisora general de Escuelas, Egidia Sanchi de Marum, férrea defensora de la dictadura. Pero los alumnos no respondieron positivamente a lo que querían los uniformados porque no habían leído a Marx. Ni siquiera entendieron muchas preguntas de los milicos. No importa. Callejas no logró su propósito, pero ordenó que todos los estudiantes se cortaran el pelo y usaran corbata. Así se era patriota.


Pero los estudiantes dijeron: no. Por eso Callejas puso un peluquero. Los alumnos calificaron al alcahuete que oficiaba de peluquero como “Hacha brava”. A los profesores sospechados de ideas liberales se los expulsó y no se les pagó los sueldos adeudados.


Los alumnos se despertaban hasta entonces con música folklórica. Ahora, con la Gendarmería, a puro pito. Además, en pleno invierno, se les quitó una frazada para que se hicieran machos. Lo mismo, en la comida, se prohibieron los quesos, dulces, embutidos, el paté, los jamones, fiambres y las mermeladas, a pesar de que todo se hacía en la escuela. Callejas recorría los almuerzos y cuando veía una mesa un poco desordenada, arrancaba el mantel y tiraba todo, a los gritos y patadas. Lo más injusto fueron las cesantías de maestros y empleados. Muchos chicos se fueron por no aguantar la brutalidad del régimen de Callejas.


En 1976 había 110 alumnos; a fines del ’77, sólo 40. No hubo paz, comenzaron los hechos rebeldes de los alumnos que mostraron toda su entereza al oponerse al pequeño tirano.


Hasta que llegará la noche del chancho.


Fue en marzo del ’77. Los alumnos del último año iban a festejar el egreso con el título de agrónomos. Como era costumbre, prepararon una gran fiesta. Era clásico el asado de cerdo. Para lo cual tomaron uno de esos animales que habían alimentado ellos durante la enseñanza. Fue una verdadera fiesta de estudiantes. Pero todo iba a terminar muy mal. El gendarme Callejas ordenará la detención de los cinco estudiantes que habían intervenido en la faena del chancho. Se los llevó a la comisaría porque, si bien los estudiantes lo habían criado, el chancho era de propiedad del Estado.


De inmediato se los expulsó de la escuela por disposición del rector Jorge Lisardo Alvarez, un hombre de Callejas y de la dictadura. Es decir que, para los expulsados, los seis años de estudios habían sido en vano. Los expulsados tenían buen promedio y uno de ellos era el abanderado y otros dos, escoltas. Es impresionante en el libro de Hurí Portela el detalle de todo lo que hicieron los padres y los compañeros para revocar la medida. La tristeza de los alumnos acusados, la angustia interminable. La crueldad. Porque se los mantuvo incomunicados en calabozos que se inundaban. Desde allí fue todo humillación. El tiempo hizo algo de justicia. Pero en el alma de los estudiantes permaneció siempre el dolor de las penas irracionales.


En cambio, el comandante Callejas cobra un muy buen retiro y se pasea en uniforme por el barrio. Lo llaman “el chancho argentino”. Con él nadie se atrevió a hacer verdadera justicia.


© Escrito por Osvaldo Bayer en el diario Página 12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Sábado 23 de Octubre de 2004.


La autora del libro “La Noche del Chancho” Hurí Portela, fue a Gobernador Gregores junto con uno de los protagonistas de la historia ocurrida durante la época militar 1976-1983; y el staff que está a cargo del filme. El documental “La noche del chancho” narra la historia de: un grupo de alumnos de la Escuela Agrotécnica de Gobernador Gregores durante la etapa de la dictadura. Asimismo, relata que los alumnos del último año iban a festejar el egreso con el título de agrónomos, y como era de costumbre, prepararon un asado de cerdos y fue una verdadera fiesta de estudiantes. Pero nadie se imaginaba que la fiesta iba a terminar mal a causa de la faena del cerdo. El gendarme Callejas ordena la detención de los cinco estudiantes que habían intervenido en la faena del chancho, por más que ellos lo criaron, el animal era propiedad del estado. Posteriormente, el colegio expulsó a éstos, que eran los mejores alumnos, y luego de todo, para ellos, los estudios de la escuela agrotécnica habían sido en vano.

En el libro, la autora describe todos los detalles de los sucesos de esos años, lo impresionante que era todo lo que hacían los padres y compañeros de los expulsados para revocar la medida, la tristeza de los alumnos acusados, la angustia interminable, la crueldad, el motivo del cautiverio. El tiempo hizo algo de justicia, pero en el alma de los alumnos permanece por siempre el dolor de las penas irracionales.

Portela recorrió las instalaciones de la Escuela Agropecuaria, donde sucedieron los hechos, junto con Hugo Torres, uno de los alumnos de aquella época y los actores del documental.

La realización del filme “La Noche del Chancho”, basado en el libro de Hurí Portela, relata una de las tantas historias ocurridas en el país a partir del 24 de marzo de 1976, ha sido declarado de interés comunitario y cultural por el ejecutivo municipal de Gobernador Gregores mediante decreto Nº 035/06. Gobernador Gregores

domingo, 10 de agosto de 2008

No hay motivo para engañar a los chicos....

Pequeño Lanata ilustrado. A los siete años...


Nunca sabemos, exactamente, qué hacer con ellos.

Tienen tanta luz que nos cuesta verlos. A veces los tratamos como adultos, otras como tontos, y ellos no paran de ponernos a prueba porque necesitan saber cómo es el mundo. A veces los inventamos, en lugar de descubrirlos, porque inventar es, siempre, más tranquilizador: sabemos dónde llegar y caminamos hasta ahí.
Descubrir es azaroso. Les enseñamos a caminar para pedirles luego que se queden quietos, les pedimos que sueñen, pero con horario de oficina (“Ahora ya eres grande, hijo mío. Deja de fantasear”, le dice el padre al protagonista de La historia sin fin). A veces son la excusa demagógica perfecta:

– Yo aprendo mucho de mis alumnos de cinco años… – dice la maestra que parece tener poco para enseñarles.

– Lo único que no hago es emborracharme con el pendejo – dice el padre que no pudo ser tal y, culposo, decidió ser amigo de su hijo.

Casi siempre los condenamos al amor condicional: voy a quererte si sos lo que quiero, si te parecés a mí. Nos desespera verlos como personas: pueden ser, como mucho, versiones mejoradas del software original, una especie de papá-mamá 2.0, pero sólo compatibles con nosotros.
Nos divierte que jueguen a ser grandes, pero que sólo jueguen:

– ¿Tenés novia? – le pregunta la vecina al nene de ocho años.

– ¿Tenés novio? – le preguntan a la beba de tres, que no conoce la palabra pero sabe que al decir que sí, todos estallarán de risa.

En el colegio es peor: todos les plantean preguntas ajenas y muy pocas veces intentan ayudarlos a responder las propias. Los niños intuyen que se trata de repetir letras ajenas y así lo hacen, desesperados por la aprobación; así premiamos al niño-monstruo, al mejor adaptado, al más extraño, al peor extranjero de su propia niñez, al que habla como un ingeniero civil a punto de jubilarse.


– ¡Seremos como el Che! – gritan con el puño en alto los niños cubanos, pañuelo rojo al cuello y gorra militar.

Los niños con respuestas de adultos siempre son niños tristes. La vida me empujó de la infancia a la juventud, y sé de qué se trata: ni el sueño ni la vida se recuperan, lo que no fue se convierte en melancolía del pasado, imaginaria tristeza por lo que no estuvo. Fui también padre separado y recorrí con Bárbara todas las plazas de la ciudad: allí pude ver, por primera vez, cómo los adultos insultan a los niños:

– ¡Mirá el boludo éste! – grita un padre.


– ¡Dale, tarado, saltá! – ordena otro.

He escuchado, también, a padres con educación terciaria, defender la teoría del “chirlo correctivo”: si el chirlo corrige un error menor, la trompada remediará uno más importante, y una descarga eléctrica uno grave, ¿no?

La delgada línea que sostiene el respeto es muy difícil de reconstruir: el insulto – ni hablar, claro, del resto – vuelve presente la sensación de abuso físico: soy más grande que vos, puedo callarte.

La relación con ellos está plagada de cortocircuitos: el padre que protesta por la corrupción pero falsifica los vales de nafta del trabajo, la madre que pontifica sobre el amor y le cuenta a la hija de sus coqueteos. A veces actuamos frente a ellos como si no estuvieran ahí, mirando. Como si no entendieran lo que ven.

Son chicos.
Decidimos, por comodidad, que los van a educar en el colegio.

Nos equivocamos. Nada logrará el colegio que la casa desautorice; en el mejor de los casos el colegio hará posible que caminen por la selva evitando el peligro, o que sepan descubrir un atajo. El resto, la vida, el amor, la muerte, la confianza, la soledad, los sueños, suceden en la casa.
Y todo lo demás: también queremos matarlos, disolverlos en ácido, son insoportables cuando gritan o se encaprichan, nos ponen a prueba todo el tiempo y es terrible descubrirse extorsionándolos (“O hacés tal cosa o…”) y es atroz, absolutamente atroz, que no haya manual alguno, ninguna regla, ninguna ley, ningún saber incuestionado que dé una solución.

Pero el otro día alguien me preguntó si creía en Dios, y solté sin pensarlo un segundo:


–Claro que creo. ¿Cómo no voy a creer?

Existen los chicos.
De modo que perdón a los niños por no estar a su altura y ojalá algún día nosotros, los grandes, seamos merecedores de ese nombre.

Luiggi Capomasi en 1953...

“No hay ningún motivo válido para engañar a los niños” (Bertrand Russell)

© Escrito por Jorge Lanata y publicado en el diario Crítica de la Argentina el domingo 10 de agosto día 2008.

sábado, 9 de agosto de 2008

Proyecto Desaparecidos...

Proyecto Desaparecidos

El Proyecto Desaparecidos es un proyecto de diversos organismos y activistas de derechos humanos para mantener la memoria y alcanzar la justicia. Es un lugar donde poder conocer y recordar a las víctimas del terrorismo de estado en América Latina y el mundo. Y es un lugar donde poder conocer también quienes fueron y quienes son los secuestradores, torturadores, asesinos y cómplices culpables por las desapariciones de miles de personas.

Finalmente, es un lugar donde reconstruir, entender y analizar el terrorismo de estado, el fenómeno de las desapariciones, y aprender como evitar que pase de nuevo.

El Proyecto Desaparecidos no le pertenece a nadie en particular, nos pertenece a todos. Todos están invitados a colaborar con información, fotos, diseño u otras cosas. El proyecto tiene actualmente 10 años de edad.

© Fuente: http://www.desaparecidos.org/main.html

La Doctrina del Shock... Naomi Klein

Tras una investigación de cuatro años, Klein explora el mito según el cual el mercado libre y global triunfó democráticamente, y que el capitalismo sin restricciones va de la mano de la democracia. Por el contrario, Klein sostiene que ese capitalismo utiliza constantemente la violencia, el choque, y pone al descubierto los hilos que mueven las marionetas tras los acontecimientos más críticos de las últimas cuatro décadas.

Klein demuestra que el capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañadas de otras forma de shock no tan metafóricas: el golpe de la porra de los policías, las torturas con electroshocks o la picana en las celdas de las cárceles.

En este relato apasionante, narrado con pulso firme, Klein repasa la historia mundial reciente (de la dictadura de Pinochet a la reconstrucción de Beirut; del Katrina al tsunami; del 11-S al 11-M, para dar la palabra a un único protagonista: las diezmadas poblaciones civiles sometidas a la voracidad despiadada de los nuevos dueños del mundo, el conglomerado industrial, comercial y gubernamental para quien los desastres, las guerras y la inseguridad del ciudadano son el siniestro combustible de la economía del shock.


© http://www.paidos.com/klein.asp


Más información:


Página oficial de Naomi Klein:



Página de Naomi Klein en Myspaces.com:


http://myspace.com/shockdoctrine


viernes, 8 de agosto de 2008

¿Un “sincericidio”?...

Ocurrió en Montevideo.

El legislador K, un hombre clave del kirchnerismo a quien Cristina Fernández de Kirchner se encargó de distinguir y mencionar en uno de los actos públicos que encabezó en la Casa Rosada con posterioridad a la votación del Senado, se sinceró. “Cobos le ha hecho un enorme favor al país. En las horas previas a la votación en el Senado, Néstor insistía con una visión triunfal de la votación, diciendo que él notaba que la sociedad había producido un cambio copernicano. La percepción distorsionada que los Kirchner tienen de la realidad es increíble”, afirmaba el atribulado legislador.

La decisión de ordenar la no asistencia a la Exposición Rural de los Granaderos y su fanfarria así como también la de la Escuadra Azul de la Policía Federal, sumado al levantamiento de los stands previamente acordados de varias provincias que responden al oficialismo, y los de la Secretaría de Agricultura y el INTA, son evidencias no sólo del nivel de enfrentamiento del Gobierno con el campo sino también de la decisión de continuar con la concepción confrontativa con el sector, al que el Gobierno considera como un enemigo. Pero, además, estos hechos son la muestra de una concepción profundamente feudal y, por ende, antirrepublicana del país. Todos estos organismos mencionados se mantienen con los impuestos que paga toda la ciudadanía. Por lo tanto, no son propiedad exclusiva de ningún sector en particular. La Presidenta no es la dueña de cada una de estas estructuras sino la administradora de estos bienes, los que deben estar a disposición de toda la sociedad, independientemente del color o simpatía política de sus integrantes. El desplazamiento de funcionarios clave de la DGI que venían investigando una serie de operaciones sospechosas de empresarios vinculados a los Kirchner, en Santa Cruz, está generando mucha inquietud, incertidumbre y temor al interior de ese organismo. ¡¡¡Atención con este asunto!!! La reunión de la semana Los rostros serios del jefe de Gabinete, Sergio Massa, y del ministro del Interior, Florencio Randazzo, dando el parte informativo de la reunión “sin adjetivaciones hacia personas o conductas” (sic), fue la muestra clara de la tensión reinante durante la reunión entre Cristina Fernández de Kirchner y Julio Cobos. Hubo allí cuatro personas. Se ordenó no tomar fotos. Tras el frío “buenas tardes”, ni Massa ni Randazzo abrieron la boca. La Presidenta estaba tensa. Su bronca afloraba por doquier. Hubo mucho, pero mucho enojo. “Fue como una reunión de un matrimonio después de una separación en la que o se habla del pasado o se habla del futuro. La Presidenta eligió hablar del pasado”, contó alguien que conoce al detalle lo allí sucedido en esa tarde noche de miércoles. Los reproches presidenciales no se limitaron al “por lo menos me hubieras avisado que ibas a votar en contra”. Hubo más. “¿Sabés las cosas que no vamos a poder hacer como consecuencia de tu voto en contra?”, le espetó Cristina Fernández de Kirchner a Julio Cobos, quien también recibió una reprimenda por haber organizado aquella reunión con los gobernadores que, hay que recordarlo, fue boicoteada por el matrimonio presidencial en los días previos a la sesión del Senado. Cobos, por su parte, no se quedó callado. No sólo contestó que “le había avisado de su voto negativo a Alberto Fernández”. También hizo constar sus quejas hacia la manera como la Presidenta encaró y manejó todo el conflicto. Cobos le manifestó que estaba de acuerdo con las retenciones pero que deberían haber sido cuidadosos con las alícuotas. Agregó que no había estado de acuerdo con los cortes de ruta y el desabastecimiento y que eso se lo había expresado a los representantes de las entidades rurales. Le hizo saber a la Presidenta que él también estaba pagando un costo alto por su decisión frente a los ataques que viene recibiendo por parte de sectores del kirchnerismo. Señaló el error del Gobierno al haber mantenido una actitud de intransigencia, apostando a una estrategia del todo o nada, y no dejar ninguna puerta abierta para una negociación que, sin derogar el proyecto, hubiera permitido la búsqueda de alternativas consensuadas. “Sin consenso no se logra nada”, sentenció Cobos. Dejó claro que el país se había pacificado después de su voto. Marcó la equivocación estratégica de dejarle el camino despejado a la oposición para machacar sobre el tema de la inflación, siempre negado por el Gobierno. Criticó los malos manejos del INDEK. Le pidió a la Presidenta que el Gobierno cambie sus formas. Sonrisas, no hubo. Afecto, tampoco. Hoy, la concertación vía Cobos está rota. Lo marcó muy bien la Presidenta en su contradictorio discurso en el acto que compartió con el intendente de San Martín, Ricardo Ivoskus, en el cual estuvieron también los jefes comunales de San Isidro, Gustavo Posse, y el de Vicente López, Enrique García. Ambos son radicales K no cobistas. “De aquí en más habrá que hablar de los radicales ultra K. En fin, los Kirchner son unos fenómenos para dividir”, rezongaba un radical de siempre que confesaba, a la vez, no saber ya “qué es ser radical”. Al interior del Gobierno las cosas siguen revueltas. La relación entre Sergio Massa con Florencio Randazzo no es la mejor. Un ejemplo ilustra bien esto. En los días pasados Massa habló de la necesidad de recuperar la credibilidad del INDEK. Esta fue una crítica clara a Guillermo Moreno a quien, al día siguiente, Randazzo salió a elogiar. Por esto es que el ministro del Interior todavía se sigue preguntando la razón por la que los Kirchner no lo eligieron a él para ocupar la Jefatura de Gabinete. “Randazzo es el que les pone el pecho a las balas y uno de los que ha quedado más dañado por el conflicto entre el Gobierno y el campo. A Chivilcoy, su lugar de origen, se le hace difícil volver. En cambio a Massa lo dejan para dar las buenas noticias”, expresaba una de las voces que conoce el significado político de cada movimiento dentro del Gobierno. Nota al pie: Sobre Moreno hay que detenerse en los dichos de dos ex funcionarios clave de esta administración: Uno, el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández; el otro, el ex ministro de Economía Martín Lousteau. El primero, frente a un grupo de sus seguidores, lo descalificó duramente; El segundo dijo que era de una ineficiencia implacable. La interna del PJ está que arde. La definición de peronistas “recuperables y no recuperables” que dio Néstor Kirchner cayó muy mal. Uno de sus destinatarios fue Felipe Solá. Su respuesta dio lugar a otro entredicho con el Gobierno. El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires está siendo el centro de mucha atención. Un dato poco sabido es que, en los días más calientes del conflicto, Luis D’Elía le acercó al ex presidente en funciones la idea de nombrarlo a Solá como secretario de Agricultura. Kirchner dijo no. Solá está hablando con todos. En ese todo está Eduardo Duhalde. “Felipe tiene 40 años de peronismo. No va a dejar el partido. No es su objetivo el de hacerle la contra al Gobierno. En el tema de la resolución 125 votó negativamente basado en sus convicciones. Su idea es la de seguir en el bloque marcándole al Gobierno las cosas que considere erróneas”, completan quienes saben de los desplazamientos del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires. Solá siempre tuvo una muy buena relación con Massa. Con Randazzo la cosa se complicó. “Durante los días calientes del conflicto con el campo, el ministro del Interior no le atendía el teléfono a Felipe. Ahora, ¡Oh sorpresa! el día que asumió Massa, que coincidió con el cumpleaños de Solá, Randazzo lo llamó para saludarlo”, cuentan esas mismas fuentes. Y agregan “…Para que se entienda lo que está pasando dentro del peronismo bonaerense, hay que recordar que a fin de año deberían haber internas. De lo que allí pase dependerán las candidaturas para las elecciones legislativas del año que viene. Y, después de la derrota del Gobierno en el Senado, todo el mundo está activo tratando de reubicarse.” En el medio de todo esto se produjo la primera conferencia de prensa que la Presidenta dio en sus primeros ocho meses de gestión. Sólo una situación de notable anormalidad puede transformar a un hecho habitual de la vida republicana, como es la conferencia de prensa, en un acto de trascendencia política extraordinaria. Para que ello ocurriera concurrieron las gestiones de Sergio Massa y el oportunismo político. Fue una buena manera de contrarrestar el efecto del acto de la Sociedad Rural y el discurso de su presidente, Luciano Miguens, que hubieran acaparado las tapas de todos lo diarios de hoy. Vamos a los conceptos de la Presidenta.

Hubo
un acto de sinceridad: Moreno. ¿Un “sincericidio”, tal vez? La Presidenta confirmó que Moreno es Kirchner. Y el respaldo a Moreno significó el aval a todo lo que Moreno representa. ¡Inquietante! Reiteró que, si todo comenzara otra vez, insistiría con la resolución 125. Es decir, de autocrítica, ni hablar. Negó cualquier tipo de objeción al funcionamiento actual del INDEK. Por lo tanto, seguiremos con índices inflacionarios dibujados. Dijo que “no hay que dramatizar” en relación al voto de Cobos en el Senado. ¿Y entonces, cómo se entiende la dura reunión llena de reproches que tuvo el miércoles con el vicepresidente? Negó el doble comando en alusión al rol de Néstor Kirchner. Es decir que el ex presidente seguirá en funciones. Como se ve, una vez más, Cristina Fernández de Kirchner confirmó que es “el cambio que no cambia” sin darse cuenta que, al fin y al cabo, ése es su principal problema.

© Escrito por Nelson Castro en el Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el domingo 3 de agosto de 2008.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Vergüenza de clase…

Jamás se me ocurriría mandar a la concha de su madre a la clase media que puteaba a los piqueteros porque la hacían llegar tarde.



Jamás, de ninguna manera, se me ocurriría mandar un poquito bien a la concha de su madre a la clase media de Buenos Aires. Inflo el pecho para decirlo: mi clase media. La que ahora se siente satisfecha de sí misma cuando boquea con suficiencia su nueva y tan saludable proclama: ¡Qué bien Cobos!


La clase media que puteaba a los piqueteros del hambre porque la hacían llegar tarde a la terapia y que ahora se compra la banderita y va al acto del campo para sentirse solidaria, para sentirse una hermana federal. La que lee La Nación en la barcito de GEBA y que siente que Grondona ya fue, pero qué bien este Joaquín Morales Solá, cómo piensa. O lee Crítica de la Argentina, y entonces lo que piensa es qué bien el gordo, cómo le pega a estos turros. La que de ninguna manera se espanta con los negros que llegan en los camiones del conurbano pero en el fondo preferiría que hubiera menos camiones, menos negros y de paso menos conurbano.


Así, de un plumazo, que no hubiera: por qué tiene que seguir habiendo. La que putea a los chicos del call center cuando el celular no le manda bien los mensajes de texto. La clase media que en el 95 votó a Menem porque se quería seguir yendo a Nueva York con los 1000 pesos de su salario dolarizado mientras rosarinos desclasados carneaban vacas sobre la avenida Circunvalación o neuquinos expulsados de sus empleos tras la privatización de YPF cortaban caminos en Cutral Có, pero que cuando le tocaron los plazos fijos sintió que lo que le estaban tocando era el culo, y salió a cacerolear porque con el hambre de gente que vive en esos taperíos no sé, pero con los plazos fijos no se jode.

Esa mezquina, desmemoriada, garca, egoísta, autoindulgente, vigilante y un poco bastante gallina clase media que se indigna con la marca de la cartera de nuestra señora presidenta, que ve allí, en esa exaltación del consumo por el que muere mil veces, los grandes males de la patria. Y entonces se sube con la virgencita a gritar Argentina, Argentina y le estampa un beso a Luciano Miguens y le agradece por defendernos del gobierno que le cae mal: cuestión de piel, ¿viste? Nos cae mal.

La clase media vecinalista que está pensando en los destinos del país y que cree fervientemente que nos vamos a ir para arriba el día que saquen a patadas en el culo a todos los cuidacoches de Palermo, porque te rayan el auto y el auto de la clase media es la proyección de un ser supremo nacional, incluso por encima de los plazos fijos, fíjense.

En el 82 llenó la plaza porque creía en sus generales y en que la guerra era una guerra ganada y en 2004 le firmó las papeletas al ingeniero Blumberg porque creía que de verdad era ingeniero y que iba a terminar con la inseguridad, esa cosa mala que inventaron los pobres y sobre la cual la clase media no siente que tenga ninguna responsabilidad social, por qué iba a tenerla.

Supongo, como ya ha supuesto el chico Salmón en uno de esos talksongs radiográficos que tiene, que será el destino divino, tan fino, tan occidental y cristiano. Cosmopolita y parisino. Tan típico Matute pero no el de Don Gato. Supongo que el vigilante argento además es barato: además es barato. Y que así deber ser el estilo tan fino, del vigilante medio argentino.

Nací y crecí en esa clase media. La que vive en barrios con poca voluntad de serlo. (San Juan y Boedo es la esquina de un barrio, y no hay Norte que alcance para convencerme de que Laprida y Mansilla es la esquina de otro, mal que le pese a la memoria de Xul Solar). La clase que se siente bien de sí misma porque no se mete en política, nunca se ha metido, siempre fue antiperonista. A esa clase le conozco sus clubes y sus colegios. Yo soy ella, así que no, jamás. Mandarla a la concha de su madre. Cómo se me va a ocurrir.


© Alejandro Seselovsky. Publicado en el diario Crítica de la Argentina el miércoles 6 de agosto de 2008

domingo, 3 de agosto de 2008

Desde Paraguay. Francisco Giménez... @dealgunamanera...

Francisco Giménez... del Paraguay...


Tuve el inmenso placer de haber sido invitado a la presentación de su nuevo trabajo discográfico, Latinoamérica en Arpa, que se realizó en el Teatro IFT de la ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 2 de agosto de este año…



Noche fría la del sábado en Buenos Aires, la cantidad de gente necesaria para entrar al espectáculo, el cuál fue promocionado por LRA Radio Nacional, en el programa diario Malambo de Omar Cerasulo en La Folclórica (98.7 Mhz.)…



Ubicadito en un palco arriba del escenario, el espectáculo comienza con riguroso programa, aunque no en riguroso horario anunciado de la hora 21:30…



Arranca Paraguay con una polca, Cascada, haciendo honor al país y con el sutil desplazamiento de Constanza Torres y Luis Marinoni… Mis noches sin tiRecuerdos de YpacaraíIndia y Tren lechero cierran a tono y a todo sonido, con excelente acústica en el IFT…

El turno de Argentina con Zamba de Vargas, bailadito en modo excepcional. Pa´l que se vaDesde el puente carretero y Caminito, hacen honor a la música de nuestro país…



Latinoamérica comienza a sonar con Yo vendo unos ojos negros, bajando desde la llanura mejicana, estupendamente danzados por Constanza y Luis… La paloma, esa habanera ya mítica, rememorando Cuba; Concierto en la llanura, venezolana si las hay; La partida, recordando a la música ecuatoriana y El cóndor pasa, donde los chilenos aportan el esplendor de Los Andes…

Para cerrar la presentación, nos damos otra vuelta por el Paraguay, donde comienza a sonar mágicamente interpretados por Francisco Giménez… Piririta, Panambí virá y Mi despedida



Todos nos preguntábamos falta algo… Pájaro campana enuncia con vibrantes acordes el fin de la presentación con una soberbia puesta en escena de Sandra Ferreira, Constanza Torres y Luis Marinoni danzando, cerrando el espectáculo con una generosa ovación del público…

Presentación en F.M. La Tribu


© Escrito por Luis A. Capomasi el domingo 03/08/2008 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


sábado, 2 de agosto de 2008

Malditos inmigrantes...


Manu Chao. Clandestino


Malditos inmigrantes

La triste discriminación de argentinos en España: malos tratos, cárcel y requisitos cada vez más insólitos para ingresar como turista. La inacción del gobierno argentino.

Ella nació en San Pelayo. Él en Villarquille. Fueron campesinos (él, también minero), hasta que un día Asturias les dijo que no esperaran mañana lo que no les había dado ayer. Y los expulsó para siempre. Antonio llegó a la Argentina en 1951. Arribó al puerto con una valija vieja, un documento de identidad y una carta que le escribió su hermana invitándolo a venir, la única formalidad que le pedía este país. Mercedes llegó cuatro años después, en las mismas condiciones. Consiguieron trabajo pronto, mal pago, pero suficiente para comer y dormir en una habitación pequeña con los dos hijos que tuvieron aquí. Uno era yo. La vida no fue fácil, pero tampoco estuvo mal. Con pasión inmigrante, consiguieron en esta tierra la oportunidad de crecimiento que la suya no les dio, dolorosamente lejos de sus familias y amigos.

Cuando escucho las historias de los argentinos que ahora sufren la discriminación de España, sufro por dos. Por el maltrato que reciben y por el recuerdo de lo que la Argentina significó para mis padres. El agradecimiento de Antonio y Mercedes hacia este país es similar al que todavía recibo de mis tíos españoles, que saben que en aquellos años de la posguerra civil, dos bocas menos para alimentar significaban más comida para repartir entre el resto de la familia. Aún hoy, la Argentina representa en sus memorias esa puerta que un día se abrió para unos y, también, el país desde el cual de tanto en tanto llegaba ropa y algún dinero. Además del mítico trigo que enviaba, a bajo precio, el entonces gobierno argentino.

Es entendible que, sin ser responsables de lo que hace su gobierno, los millones de españoles que conocen esta historia reciente sientan un poco de vergüenza. Saben que el maltrato hacia los "sudacas" es común en muchos países del primer mundo, pero comprenden que ellos no son "muchos países". Son la España que pobló de sus hijos una Argentina abierta.

Ahora, además, la discriminación no sólo se limita a los argentinos que hacen el camino de la inmigración en sentido inverso. Hasta los que van como simples turistas, para ver a sus familias o sólo a pasear, son detenidos en Barajas durante horas, sometidos a interrogatorios, sin derecho para realizar llamados y, al final, obligados a tomar un avión de regreso.

El caso de la rosarina Gabriela Calvin me llamó especialmente la atención. Iba a visitar a su hermana. Antes de viajar, tomó una precaución que a mi no se me hubiera ocurrido, pero que hoy es obligatoria: le pidió a su hermana una carta de invitación certificada por la policía. Curioso y triste: la misma carta que debieron traer mis padres para vivir y trabajar en este país para siempre, es la que hoy debería llevar yo para visitar a mi familia española durante 15 días. Y no sé si me alcanzaría. De hecho, para esta mujer no fue suficiente. Ocho horas de malos tratos (su hermana la esperó en vano en el aeropuerto sin saber qué le había pasado), y la embarcaron de nuevo rumbo a Ezeiza.

Comprendo que esta España no es la Argentina de hace 50 años. Aquella era una combinación histórica entre un país que expulsaba habitantes y otro que necesitaba poblarse. Hoy España no necesita más población, sólo una cantidad mínima de mano de obra barata y transitoria.

Quizás eso es lo único que importa y el resto sea simple sentimentalismo. Pero no creo que los españoles, los de aquí y los de allá, estén tan de acuerdo con eso. Tienen la memoria suficiente para saber que este presente no es el pago justo por aquel pasado.

Y me entristece que su gobierno haya perdido esa memoria. Y me entristece que nuestro gobierno no se lo recuerde.

© Escrito por Gustavo González, Jefe de Redacción de la Revista NOTICIAS. Publicado en el Semanario Perfil el día sábado 2 de agosto de 2008