martes, 24 de marzo de 2009

24 de marzo: Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia...

Hasta 1976, el 24 de marzo remitía en las efemérides a dos hechos auspiciosos y democráticos: el 24 de marzo de 1816, se inauguraban las sesiones del Congreso de Tucumán que proclamaría nuestra independencia y tres años antes, un 24 de marzo, la Asamblea del año XIII terminaba para siempre con la nefasta Inquisición en todo el territorio del ex virreinato del Río de la Plata.

Seguramente ni los congresales del XIII ni los del XVI estaban en condiciones de sospechar que la Inquisición volvería corregida, actualizada y aumentada un 24 de marzo de 1976.

Los uniformados y sus socios civiles venían a imponer un nuevo modelo de sociedad, a terminar con todo conato de desarrollo nacional independiente y a disciplinar a una sociedad con una larga tradición de lucha y conciencia gremial. Así lo expresó claramente el general Videla en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, el 8 de julio de 1976: "La lucha se dará en todos los campos, además del estrictamente militar. No se permitirá la acción disolvente y antinacional en la cultura, en los medios de comunicación, en la economía, en la política o en el gremialismo".

El apoyo al golpe por parte de los factores de poder fue decisivo. Dentro de este esquema de acuerdo represivo entre poder económico y poder militar se consideraría subversivo a todo aquel que postulase ideas contrarias al "ser nacional", que comprendía valores como la aceptación acrítica de toda jerarquía sin lugar a la discusión. La sociedad argentina venía de un proceso de cambio que se había acelerado a partir de hechos clave como el Cordobazo y la recepción de la renovada producción ideológica e intelectual posterior al Mayo francés del 68. Una clase media ilustrada e inquieta seguía con atención los procesos mundiales y comenzaba a adoptar el psicoanálisis y sus categorías de análisis.

Como señala el historiador David Rock, "los grupos de poder, la Iglesia y los militares comenzaron a preocuparse cuando notaron, entre otras cosas, que el cura confesor estaba siendo reemplazado por el psicoanalista"(1).

El responsable de la represión en Córdoba, general Luciano Benjamín Menéndez, decía por aquellos años en un discurso dirigido a directivos de establecimientos escolares: "Para los educadores, inculcar el respeto de las normas establecidas; inculcar una fe profunda en la grandeza del destino del país; consagrarse por entero a la causa de la Patria, actuando espontáneamente en coordinación con las Fuerzas Armadas, aceptando sus sugerencias y cooperando con ellas para desenmascarar y señalar a las personas culpables de subversión, o que desarrollan su propaganda bajo el disfraz de profesor o de alumno. Para los alumnos, comprender que deben estudiar y obedecer, para madurar moral e intelectualmente; creer y tener absoluta confianza en las Fuerzas Armadas, triunfadoras invencibles de todos los enemigos pasados y presentes de la patria" (2) .

La imposición de una cultura vigilante de "los valores occidentales y cristianos" se planteó como una especie de cruzada en la que la jerarquía de la Iglesia católica cumplió un rol fundamental, tal como se advierte en estas declaraciones del representante del Vaticano en Argentina, monseñor Pío Laghi: "El país tiene una ideología tradicional, y cuando alguien pretende imponer otro ideario diferente y extraño, la Nación reacciona como un organismo con anticuerpos frente a los gérmenes, generándose así la violencia. Pero nunca la violencia es justa y tampoco la justicia tiene que ser violenta; sin embargo, en ciertas situaciones la autodefensa exige tomar determinadas actitudes; en este caso habrá que respetar el derecho hasta donde se puede" (3).

Desde el otro lado de la historia, un sacerdote que fue secuestrado por un grupo de tareas contó su terrible experiencia a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas: "Volvió el otro hombre, que me había tratado respetuosamente en el interrogatorio, y me dijo: 'usted es un cura idealista, un místico, diría yo, un cura piola; solamente tiene un error, que es haber interpretado demasiado materialmente la doctrina de Cristo. Cristo habla de los pobres de espíritu, y usted hizo una interpretación materialista de eso, y se ha ido a vivir con los materialmente pobres. En la Argentina los pobres de espíritu son los ricos, y usted, en adelante, deberá dedicarse a ayudar más a los ricos, que son los que realmente están necesitados espiritualmente'. Luego la persona que me interrogaba perdió la paciencia y se enojó diciéndome: 'vos no sos un guerrillero, no estás en la violencia, pero vos no te das cuenta de que al irte a vivir allí, con tu cultura unís a los pobres, y unir a los pobres es subversión'". El ministro de Educación Llerena Amadeo llegó a proponer que: "Para una mayor convivencia social es conveniente que quienes no son cristianos sepan cuál es la concepción cristiana que tiene la mayoría de la población sobre estos temas. El nuestro es un país occidental y cristiano y no se puede dejar de mostrar a los futuros ciudadanos qué significa tal concepción".

Pero ¿cuáles eran esos valores "occidentales y cristianos" que los genocidas militares y civiles decían defender? Históricamente, se ha vinculado a la tradición occidental con la democracia y la plena vigencia de los derechos elementales del hombre. Se oponía el modelo democrático occidental a las tiranías, teocracias y regímenes autoritarios ubicados por los propios occidentales en la tradición oriental.

En cuanto a lo cristiano: la solidaridad, la misericordia, el amor al prójimo hasta el sacrificio, la dignidad de la persona humana, a lo que habría que sumarle los diez mandamientos, de los cuales los terroristas de Estado no dejaron uno solo sin violar.

Se decía en no pocos documentos oficiales que la "subversión" utilizaba la droga como medio de captación de los jóvenes y se hablaba de sus efectos devastadores para el individuo y la familia. La historia nos recuerda que en 1980, la dictadura de Videla colaboró activamente con hombres, armas, dinero y logística con el llamado "golpe de la cocaína" perpetrado en Bolivia por generales vinculados al narcotráfico encabezados por García Meza. Uno de los responsables del apoyo argentino, el general Suárez Mason, presidente y aniquilador de la petrolera estatal YPF y responsable de la represión en el Cuerpo de Ejército 1, será condenado años más tarde por una corte de los EE.UU. por tráfico de drogas y vinculación con el narcotráfico internacional.

La contradicción entre los dichos y los hechos no es nueva en nuestra historia, ya que los conservadores argentinos, autodenominados liberales, que han detentado el poder durante la mayor parte de nuestra historia y lo hicieron durante la dictadura, han hecho del doble discurso su forma de hacer política. Uno de ellos, José Alfredo Martínez de Hoz, le aclaraba al país en 1977: "No somos unos ogros que han sacado del fondo de una caverna para hacer sufrir a la gente, sino que somos seres humanos, igual que todos ustedes que me están escuchando; que hemos sido sacados de nuestras casas convocados por las Fuerzas Armadas, que han salido a superar una crisis tremendamente grave en la historia política, económica y social argentina; que hemos abandonado una vida más cómoda, más provechosa y también nuestra vida familiar". Decía el genial Atahualpa Yupanqui, "no aclare que oscurece".

(1) Testimonio al autor, en Historia Argentina 1976-83. Documental. Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, 1996.

(2) En Argentina, cómo matar la cultura, Madrid, Editorial Revolución, 1981.

(3) Clarín, 28 de junio de 1976.

© Escrito por Felipe Pigna y publicado en el diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 23 de marzo de 2009

“Ser León Gieco cansa un poco”...

“Ser León Gieco cansa un poco”


Es tal vez uno de los músicos más queridos en su ambiente y reconocido por su tarea solidaria. Él dice que ayudar le alivia la vida, le quita el lastre de concentrar las miradas sobre un escenario. Está por estrenar su primera película, Mundo Alas, filmada con los artistas discapacitados que muchas veces comparten con él escenario.


Jura que infinidad de veces se sentó a pensar por qué lo hace y nunca encontró una respuesta. Repasa su historia personal y no encuentra allí ni un mandato familiar ni una herencia ligada al compromiso social.

Afirma que no hace ningún esfuerzo cada vez que ayuda a alguien, que no busca reconocimiento, que no lucra y que ya no necesita que lo quieran tanto. A días de estrenar Mundo Alas, su primera película –que codirigió junto a Sebastián Schindel y Fernando Molnar–, y que es una realidad ficcionada, cuyos protagonistas son artistas con capacidades diferentes que logran cumplir sus sueños, León Gieco intenta meterse en los laberintos de su pasado para entender al hombre en el que se convirtió.


Después de la pregunta de manual para empezar la charla acerca de por qué esos chicos y chicas lo eligieron a él, León esbozará, como se podría intuir, razones políticas: "Todos adhieren ideológicamente a mis canciones, sino, le hubiesen pedido subir al escenario a otro tipo de cantante como Valeria Lynch o Diego Torres. Son pibes que tienen contacto con lo solidario, tocan para otros, se movilizan para ayudar y me vieron a mí como un puente para subir al escenario en diferentes momentos de la vida y distintos lugares, casi como una jugarreta del destino."


–Pero León, mucha gente que piensa igual jamás se junta para llevar a cabo un proyecto. Debe haber otras razones de por qué todos estos artistas te eligieron a vos.

–La verdad es que no lo sé. Pero puedo contarte qué me pasó a mí. Yo me di cuenta de que cuando actué con todos los artistas de Mundo Alas, por primera vez en la Casa de Gobierno, era mucho más fácil para mí tocar con ellos que con mi banda, que está super ensayada. Con Pancho, que no tiene piernas ni brazos y toca la armónica; con Ale Davio, que compone y canta; con Maxi Lemos y Carina Spina, ambos cantantes; con Demián Frontera que baila en su silla de ruedas o con los pintores sin manos que nos acompañan, Antonella Semaán y Carlos Sosa, y el resto, no ensayamos nunca. Cada vez que vamos a tocar juntos los llamo y les digo qué vamos a hacer y punto; y si bailan tango los chicos de Amar, que son pibes con síndrome down, hacemos un tango. Todo se ensambla naturalmente, sin hacer esfuerzo y yo soy uno más. Hace mucho tiempo que no me sentía uno más, siempre tuve el compromiso de ser León Gieco con su banda. Todo el mundo siempre me mira a mí y esta es la primera vez que siento que el público ya no me mira y eso me relaja.


–¿Estás cansado de que todos te miren?

–Un poco sí, porque no soy tan atractivo como para que me miren y además no entiendo qué tiene de atractivo mirar a una persona que canta. Por eso siempre pongo una pantalla atrás para pasar videos ¡Vamos, no soy Elvis Presley! Porque si al menos bailase como él o como Sandro cuando era joven, vaya y pase.


“Sufrí de pánico por siete meses, en el 96. Como no sé por qué vino, ni cómo se fue, tampoco sé si va a volver”.


–¿Pensaste qué te pasa con la mirada de los otros?

–Me da un poco de pánico.

–Bueno, vos sufriste pánico en una época.

–Durante un período de siete meses en el año 96. Pero como no sé por qué vino ni cómo se fue, tampoco sé si va a volver y siempre estoy esperando que el pánico vuelva.


–Además de ese período de siete meses, ¿habías tenido algún episodio anterior?

–Con el tiempo, haciendo un inventario, recordé un recital en San Genaro, en donde estaban mi papá, mi mamá y mi hermana en la platea y sentí algo muy fuerte porque me vieran tocar. Es que, en realidad, mi mamá y mi papá me prepararon para ser un artista. Sin tener ellos ninguna preparación en la música, desde que yo era chiquito mi mamá atendió a un artista, me conseguía las botitas, las bombachas, la charretera para bailar folclore y se ponía feliz cuando le decían lo bien que bailaba su hijo. Mamá me miraba todo el tiempo y me decía: "Vos sos un artista". Entonces, el primer suceso fue ese día que estaba mi familia en la platea. No sabía lo que era, pensé que la batería me había aturdido, tuve un lapsus, miré al tecladista para que me dijera la letra y en qué canción estaba y volví a enganchar. Pasaron varias semanas, voy al programa de Juan Alberto Badía donde intuí que me iba a perder en las letras así que le pedí a mi manager que me anotara “La colina de la vida”, “El fantasma de Canterville” y “Sólo le pido a Dios” y me sentí muy seguro. Esos fueron los primeros indicios, hasta que un día, antes de viajar a los Estados Unidos para grabar "Los Orozco", me volvió a pasar el ataque con taquicardia, al día siguiente viajé y cuando llegué me interné en una clínica. Me diagnosticaron el panic attack. Fue en el 96 y nunca más volvió, pero cada tanto, si viene un avance, me calmo con un cuarto de Rivotril.


–¿Esto te pasó alguna vez tocando con los músicos de Mundo Alas?

–Vos sabés que eso es lo loco: jamás. Es eso de que no siento la presión de la mirada del público.

–Parece que funciona como un antídoto para el pánico.

–Lo podés analizar desde ese punto de vista o desde cualquier otro. Pero lo cierto es que con ellos hago un espectáculo que no me lleva ningún compromiso ni el más mínimo tiempo. Cuando me llamaron para invitarme al último festival de Cosquín les dije que no podía porque no tenía tiempo de preparar algo especial. Pero los organizadores me insistieron tanto y ahí dije "chau, Mundo Alas". Los llamé a todos y los convoqué para que nos juntásemos a las dos de la tarde para probar sonido y tocar a la noche. Nos cagamos de la risa y todo el público se emocionó y lloraron, algo que sucede siempre y que seguro también pasará con la película.


–¿Por qué creés que se emocionaron?

–Creo que la gente llora porque le da impotencia pensar en cuánto esfuerzo tonto hizo quejándose por pelotudeces, se preguntan cómo este chico puede ser tan feliz en una silla de ruedas o por qué este otro pibe que pintaba para ser un gran deportista ahora baila hermosamente en su silla y le encontró la vuelta para que lo aplaudan 60 mil personas. Y además, Panchito, sin brazos y sin piernas, grabó tres discos propios y grabó y actuó tocando la armónica con La Bersuit, La Renga, Los Piojos, Iorio y conmigo.


–¿Y por qué te enganchaste en esta historia?

–No lo sé y no es que no lo haya pensado. Funciono así. Cada vez que doy un concierto me llevo discos y remeras para vender y lo que recaudo se lo doy al Padre Farinello. Invité a un montón de actores, que son re cholulos y les encanta cantar y nunca tienen cómo y les propuse grabar dos discos para juntar guita para los actores grandes que viven en la Casa del Teatro; ¡y no sabés lo que vendo! Fabrico por un peso el libro que escribió Mónica Carranza con la historia de su vida, que adentro tiene dos datos importantes, su mail y el teléfono; y la gente cuando termina de leerlo se conmociona tanto que la llaman para donarle comida y ropa a su comedor. Ayudar no me cuesta nada, nada, y me relaja.


–¿Funciona como una liberación, saldás culpas por algo?

–No lo sé, y hago esto desde chiquitito. Me da placer ver que alguien se ponga contento con el solo hecho de darle algo que tengo, que me sobra o que puedo hacer. ¡Qué se yo! Te cuento un caso y sacá tus propias conclusiones, porque no le encuentro la vuelta; en mi familia nadie era así. Yo era un pibe de familia muy pobre, a los siete años conseguí un laburo de repartidor de carne desde las siete de la mañana hasta las 10. Como no me alcanzaba, desde las 10 hasta las 12 también trabajaba para una señora imposibilitada que no quería salir de la casa y yo le hacía todos los mandados. Después comía, iba al colegio hasta las seis de la tarde y volvía a casa para hacer la tarea; terminaba muerto. Eso lo hice durante cuatro años. Pero el punto es que, cuando cruzaba las vías del tren para llevar la carne al otro barrio, me llamaban la atención dos linyeras que se tiraban por ahí todos los martes y los viernes. Eran dos tipos que habían renunciado a la vida. Ahora los crotos no existen, están los cagados de hambre.


“Me da placer que alguien se ponga contento con el solo hecho de darle algo que tengo, o que puedo hacer”.


Un día detecté que tenían un refugio y atrás de todo había unas latas acumuladas con unas brasitas y ahí se me ocurrió que se pondrían muy contentos si yo todos los martes y los viernes les llevaba un pedazo de carne. Le encanuté al carnicero un cacho de carne con hueso, que no le iba a hacer nada, ni se iba a dar cuenta; fui y les pregunté si tenían ganas de comer carne, no sabés cómo se pusieron. Me dijeron que Dios me bendiga y yo sentí que de alguna forma ellos me estaban protegiendo. Sentí como que hice una gran cosa que no significó nada. Lo hice muchísimo tiempo y era muy placentero, me daba seguridad, me dejaba contento por el resto del día, me ponía en un estado creativo como cuando compongo una canción, es una sensación en el estómago que te llena de adrenalina. Bueno, ahora sacá tus propias conclusiones.

–Parece un pensamiento lineal, del tipo " doy algo bueno porque seguro recibiré algo bueno a cambio".

–Y... puede ser, la condición humana es rara. Hay gente que me dice que yo ayudo para que me quieran. Otros pelotudos piensan que yo concentro la solidaridad del país, como un periodista de un diario porteño que le dijo en una nota a Patricia Sosa, cuando fue a tocar gratis a El Chaco, que tenía que hablar conmigo porque la ayuda es mi tema.

¡Y qué querés que opine!, ese comentario me parece de muy mal gusto, porque yo no lo hago por eso, lo hago porque lo siento y porque no me cuesta nada.

–Estás casado hace 35 años con la misma mujer, tenés dos hijas y dos nietas. ¿Cómo sos como padre, esposo, abuelo?

–(Se ríe a carcajadas). Eso deberías preguntárselo a ellas, estoy casi seguro de que hablarían bien de mí, el amor que nos tenemos es inmenso y siempre fui un padre cariñoso, me preocupé. Siempre hay problemas, que no siempre vienen de uno, sino de situaciones externas.


–¿A qué te referís?

–Cuando tuvimos a Liza, mi hija mayor, nos exiliamos y ella era chiquita y tenía a sus dos padres en exclusividad y la pasó genial. Pero a la segunda le tocó crecer con el advenimiento de la democracia, cuando mi popularidad creció y a ella no le gustaba caminar conmigo por la calle porque la gente me pedía autógrafos o quería sacar fotos. No había un problema entre ella y yo, era el entorno que la agobiaba. Y sigue siendo así.

Desde hace tiempo salgo a andar en bicicleta con un barbijo, es que me las tengo que ingeniar para que no me reconozcan. El fin de semana pasado me fui a una feria de Palermo impresionante, en la que vendían jamones y chorizos y con el barbijo nadie se me acercó.

–¿Y como marido, cómo sos?

–El 11 de marzo, en el aniversario de la asunción de Cámpora, cumplimos 35 años. Ese día nos reencontramos después de un tiempo porque ella era la esposa de mi íntimo amigo, Horacio Fumero, un bajista increíble que vive en Barcelona y que es mi amigo del alma.

–¿Te quedaste con la mujer de tu mejor amigo?

–Pará que te explico: nosotros éramos tan amigos que siempre estábamos en contacto con las mismas chicas, por ahí él tenía una novia que dejaba de andar con él y empezaba a andar conmigo o al revés. Y así pasó, nos casamos con la misma mujer, bah, él se casó, duró tres o cuatro meses con Alicia y después de un año nos reencontramos gritando por el triunfo de Cámpora y nunca más nos separamos. No nos casamos porque siempre sostuvimos que los papeles no eran necesarios y desde ese momento sabemos convivir con el entorno, ya que mi vida artística más intensa empezó con ella, que sabe que a la noche salgo a tocar, sabe que estoy siempre ocupado, que mis horarios son raros, que ahora no uso celular y no sabe dónde estoy. Pero se acomodó perfectamente a ese tipo de cosas porque su personalidad es bastante claustrofóbica y los problemas entre nosotros empiezan cuando estamos juntos dos semanas seguidas. Ahí empiezan los líos: guardá esa ropa, por qué dejaste la valija tirada... entonces más vale que me vaya con la valija por ahí. Tengo mi estudio, adonde puedo venir y vivo en hoteles, que me encantan.

–Después de tanto tiempo viajando ¿te sigue gustando dormir en hoteles?

–No sólo me gusta, cuando entro a un hotel, me emociono. Me acostumbré y no se por qué me gustan tanto, pero me fascinan. Y me emociona uno cualunque, no tiene que ser de gran categoría porque cuando entro ya está, estoy protegido, nada malo me puede pasar. Me hace acordar a los aeropuertos, que también me fascinan, son lugares neutros, nadie va a venir a matarte o a robarte. En los hoteles y en los aeropuertos es como estar en mundos protegidos y esa sensación sólo la tengo en el escenario, una jaula segura donde soy una especie de mono que hace piruetas y todos disfrutan pero no suben al escenario.


–El antropólogo francés Marc Augé llamó a los aeropuertos, los hoteles y las autopistas los "no lugares", espacios donde se conquista el anonimato.

–Me cierra perfecto, amo los no lugares, amo los hoteles, la ruta y los aeropuertos, porque en los no lugares nadie me conoce y la paso bomba.

–¿Qué influencia tuvo tu mujer en tu música?

–Mucha, porque ella es una piba (bah, una piba de 60 años, pero sigue siendo una piba), muy lectora, sabe mucho, es culta y memoriosa y es mi agenda, no de teléfonos sino mi agenda de palabras y situaciones. Cuando tengo que enfrentar reportajes me instruye en cómo encarar los temas. Con la pelea entre el Gobierno y el campo, me dijo que en cualquier cosa que dijera iba a estar equivocado, por eso opté por no opinar. Además, es una gran compositora. Cuando hago el primer demo de cada disco, lo escucho con todas mis mujeres, incluso mis nietas; ellas son mis peores jueces y por ahí salta una y me dice: "Esto es muy Valeria Lynch, dejate de hinchar las pelotas". Viste cómo somos los seres humanos, demasiado exigentes; y somos todos cóndores, ninguno quiere ser gorrión, todos con la altivez al palo. Y se ve que a los hombres les cuesta ingresar en esta familia, durante mucho tiempo el único hombre que entró fue un perro, pero cada tanto alguno entra. Y bueno, estamos como queremos (risas).


–Filmaste tu primera película. ¿Cómo te sentiste en el rol de director y qué aprendiste?

–Aprendí que el cine es muy mentiroso, que podés mentir a lo loco y eso me encantó, porque en una canción no podés mentir. Además, filmando esta película me vinieron dos historias más que ya tengo cerradas, sólo me falta escribir un guión con un escritor fantasma y las voy a filmar. Una de las películas se va a llamar Canalla, es sobre la realidad social y la otra, Grandes premios.


“Anda a saber si mi película no gana premios importantes, si a mí siempre me fue bien sin buscarlo”.


–¿El cineasta va a ir desplazando al músico?

–No creo, de hecho ya estoy preparando un nuevo disco que tratará temas de la condición humana, porque últimamente me han sucedido algunos hechos desagradables con personas allegadas que me hicieron reflexionar. Y por otro lado, quiero seguir filmando, para empatar a Fito Páez (risas). No, fuera de joda, vale la pena insistir un poquito más con el cine porque andá a saber si esta película no gana grandes premios, si a mí

siempre me fue bien sin buscarlo. Mirá si en los diarios le ponen "excelente", me encantaría.

–¿Te importa la opinión de la crítica?


–Por supuesto, todos vivimos de eso. Lo mismo pasa cuando tenés un kiosco y la gente no entra, ahí hay que cambiar algo. No me voy a hacer el hippie de decir que no me importa, quiero que tenga éxito como todo lo que hago, si yo quería tener éxito desde chiquito. Cuando canté por primera vez en el colegio tuve éxito; vino mi mamá me dio un beso y me dijo: "La gente dice que cantás muy bien", y ya está, eso es el éxito.

–¿Tus padres cuándo murieron?

–Mi mamá murió el año pasado; siempre fue una fanática que tenía empapeladas las paredes con mis fotos. Mi papá falleció en el 92. Él no vio la mejor parte de mi carrera, que empezó cuando dejé de tomar vino y algunas pastillas, porque yo pintaba para ser como mi viejo y su muerte, por alcoholismo, me hizo cambiar. Dejé de tomar, estuve mucho tiempo probando diferentes spa, pero recién cuando murió mi viejo pude salir adelante. Él me regaló con su muerte una nueva vida y fue la parte más grossa de mi carrera, desde Mensajes del alma hasta

ahora. Su muerte al menos sirvió para algo, para que yo empezara otra vida.


Todos los artistas


Mundo Alas comienza como un reclutamiento de artistas para hacer una gira por el interior del país que se convertirá en un viaje iniciático para cumplir sueños compartidos. En el medio de la ruta, los recitales y las cenas hasta cualquier hora, surgen los miedos, las charlas sobre música y canciones que hablan de amores perdidos. Mientras todos persiguen un fin —actuar en el Luna Park—, habrá episodios desopilantes, declaraciones que calan profundo, relaciones amorosas e historias de vidas singulares que el espectador irá conociendo de a poco. La primera película filmada por León Gieco junto a Fernando Molnar y Sebastián Schindel —cuyo estreno está previsto para este jueves— es el resultado de las relaciones que el músico fue tejiendo durante 15 años con los protagonistas: artistas con capacidades diferentes.

El detonante de esta historia fue Panchito Chévez, un armonicista rosarino que nació sin brazos ni piernas y que ya lleva editados tres discos y actuó y grabó con grupos como la Bersuit y Los Piojos.


Resulta que ex presidente Néstor Kirchner recibió al músico en la Casa Rosada y hasta le dio su celular para que lo llamase cuando quisiera y parece que Panchito se lo tomó en serio. Un día el secretario privado de Kirchner lo llama a León para decirle que controlara a Pancho, que estaba volviendo loco al presidente porque quería tocar en la Casa de Gobierno. Fue ahí que Gieco organizó el primer recital de Mundo Alas y en el que participaron los protagonistas del film: Maxi Lemos, un cantante de San Luis que nació con secuelas de parálisis cerebral, tiene un disco editado y se presenta en escenarios puntanos; Antonella Semaán, una pintora de 18 años que dibuja con su pie y que realizó un retrato de Carlos Tévez utilizado en una campaña de Nike; Carlos Soda, otro artista plástico con tetraplegia espástica, que pinta con su boca; Demián Frontera, el bailarín y deportista que sufrió a los 14 años un accidente que lo dejó en una silla de ruedas que hoy es la base que le permite bailar danza clásica y tango, no sólo en la Argentina sino en el mundo; Alejandro Davio, el joven músico que nació con hidrocefalia congénita y a quien Gieco conoció en el hospital Garrahan y se convirtió en una de las voces más bellas de Mundo Alas; Carina Spina, una cantante ciega con una voz privilegiada y que está por editar su primer disco y un libro de cuentos infantiles; la Compañía de Tango Danza Amar, integrada por Karina Amado, Nidia Scalzo, Lucrecia Pereyra Mazzara, Javier Trunso y Eduardo Spasaro, chicos con síndrome de down que ya han compartido escenario con Copes, Lavié y Mederos y también Rosita Boquete, la agente de prensa de Pancho Chévez y Beto Zacarías, su asistente personal.


© Escrito por María Fernanda Mainelli y publicado en la Revista C del Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábadoo 21 de marzo de 2009

domingo, 1 de marzo de 2009

Gobierno argentino... Máxima intelorencia...

Máxima intolerancia

La lógica de construcción pólitica de los Kirchner esta en un atolladero...

“No escuchan” es lo que el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le decía a un dirigente político, a quien respeta, hace algunos días. Se refería a la necedad del matrimonio presidencial de atender las opiniones de quienes, desde el oficialismo, le transmiten una visión crítica de la gestión de gobierno.

Esta falta de aptitud para, siquiera, analizar apreciaciones discrepantes nacidas del seno de su propia administración, es uno de los componentes esenciales sobre el cual gira la situación de conflictividad que persiguen los Kirchner y que padece la sociedad. Y el concepto es literal –la sociedad– porque el padecimiento lo comparten tanto los que son críticos del matrimonio presidencial como quienes lo apoyan.

“Todo es tan retorcido, que cuesta mucho entenderlo”, reconocía alguien que forma parte del Gobierno y que ve cómo día tras día la gestión se complica.

Un ejemplo –uno más–, es lo que ha pasado esta semana con el campo. El martes pasado, tras la reunión entre la ministra de la Producción Débora Giorgi y la Mesa de Enlace se abrió una etapa de diálogo que generó expectativas positivas. “Se rompió el hielo”, dijo un dirigente rural con cara más distendida luego de ese encuentro.

Sin embargo, bastó que el campo se reuniera con la oposición para que el enojo de los Kirchner reapareciera. Es cierto que esta reunión tuvo aire de mojada de oreja, pero muchos en el Gobierno le pedían a los Kirchner la respuesta de la indiferencia. No obstante, no hubo caso y el matrimonio presidencial respondió a su manera brutalmente con el proyecto de estatización de la comercialización de los productos del campo, sobre el que informó con todo detalle en su edición de ayer, Página 12, el que amenaza con dinamitar cualquier posibilidad de continuidad de diálogo entre el Gobierno y el campo.

“Puedo entender el por qué de esta medida –necesitamos plata– pero no entiendo el cómo de esta iniciativa”, confesaba amargamente un funcionario del Gobierno.

Otro, se mostraba igualmente sorprendido: “Esto estaba ya hace un tiempo a la consideración de la Presidenta, pero no sé ni por qué ni quien lo destapó de esta manera y ahora”.

Un secretario de Estado que nunca habla –en general, salvo el ministro del Interior, Florencio Randazzo y el de Justicia Aníbal Fernández, nadie del gobierno puede hablar– desgranaba con algún fastidio que “esta generalización que hace la Presidenta en sus discursos, según la cual todos los del campo nadan en la abundancia, es equivocada y dificulta cualquier negociación”.

Alguien que está sufriendo, y mucho, todo esto es el jefe de Gabinete, Sergio Massa. “Hay muchas cosas con las que él no está de acuerdo y eso se paga”, dice alguien que sabe lo que pasa en los pasillos del poder.

“Yo hice campaña por Cristina. En mi pueblo ganó el Frente para la Victoria con comodidad. Ahora, esa misma gente, que es vecina mía, me reclama y me reprocha por todo lo que está pasando; y la verdad es que tiene razón. ¿Cómo es que la Presidenta por quien tanto luché, no entiende esto?”, se quejaba tristemente el intendente de la localidad santafesina de Las Rosas, azorado por el curso de los acontecimientos de este año y tres meses de la administración de Cristina Fernández de Kirchner.

“Sublime” obsesión.

El viernes pasado, durante un acto con intelectuales en la Biblioteca Nacional, la Dra. Fernández de Kirchner volvió a hablar sobre una de sus obsesiones: los medios. En verdad sobre lo que habló fue de aquellos medios que reflejan aspectos de la realidad que disgustan al matrimonio Kirchner. La Presidenta dijo allí que “es una deuda de la intelectualidad argentina ayudar a la sociedad a desentrañar los mensajes que le envían (los medios de comunicación) bajo aparente objetividad y prescindencia pero que todos sabemos son directamente atentatorios de las posibilidades de movilidad social, de redistribución del ingreso y de participación democrática”.

Al respecto, valgan estas consideraciones:

Los medios que informan sobre los índices irreales del INDEK ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que reflejan cifras de encuestadores que son afines al gobierno y que alertan sobre el aumento de la pobreza, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que alertan sobre la caída de la actividad económica, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que informan sobre los efectos nocivos que está teniendo para mucha gente el “parate” originado por el conflicto entre el Gobierno y el campo, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que informan sobre la dificilísima situación por la que atraviesa la ministra de Salud, Graciela Ocaña, quien viene luchando contra la corrupción en el sistema de obras sociales, para que el dinero de los afiliados sea destinado realmente a proveerles un mejor servicio de salud, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que informan sobre la corrupción en el Gobierno, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que informan sobre el impresionante incremento patrimonial de los Kirchner, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que informan sobre las quejas de mucha gente que habita en zonas pobres del Conurbano bonaerense –no en Recoleta– por los aumentos de las tarifas de los servicios públicos, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que informan sobre los manejos discrecionales que hace Néstor Kirchner de los dineros públicos, premiando a intendentes sumisos y castigando a aquellos díscolos, todo esto hecho con claros fines electorales, ¿atentan contra la redistribución del ingreso?

Los medios que se manifiestan críticos de los superpoderes, ¿atentan contra la participación democrática?

Los medios que informan sobre los aprietes que están sufriendo distintos clubes del Gran Buenos Aires a fin de que no le alquilen sus instalaciones para actos partidarios al trío Macri, De Narváez, Solá, ¿atentan contra la participación democrática?

Los medios que reproducen las quejas del Defensor del Pueblo de la Nación, licenciado Eduardo Mondino, por la falta de cumplimiento del trámite de las audiencias públicas en relación con el aumento de las tarifas de los servicios públicos, ¿atentan contra la participación democrática?

Los medios que informan sobre la problemática docente en todos los distritos, de lo insuficiente de sus salarios y de las malas condiciones edilicias de muchas escuelas públicas, ¿atentan contra la movilidad social?

Por otra parte, la actitud de los Kirchner de dialogar sólo con los que piensan como ellos, ¿favorece la participación democrática?

La actitud de los Kirchner de catalogar a todo aquel que piense distinto de ellos como enemigo, ¿favorece la participación democrática?

En su exposición frente a los intelectuales del espacio Carta Abierta que le son afines, la Presidenta cometió errores groseros al referirse a Raúl Scalabrini Ortiz, a Arturo Jauretche, a Homero Manzi y a Enrique Santos Discépolo. Dijo La Dra. Fernández de Kirchner “Si uno lee los diarios de aquel entonces nunca va a encontrar a un Arturo Jauretche, o lo que decía Raúl Escalabrini Ortiz (sic, así está escrito en la página web de la Presidencia) o lo que decía un Homero Mansi (sic otra vez, pues así figura en la citada página) o un Enrique Santos Discepolo; al contrario, estaban casi silenciados”.

Surge aquí el desconocimiento mayúsculo de la Presidenta y de quienes la asesoran. Cuando habla de los diarios de aquel entonces, ¿a que época se refiere? ¿Sabe la Presidenta que tanto Scalabrini Ortiz como Jauretche fueron censurados por el gobierno del general Perón? ¿Sabe la Presidenta que Santos Discépolo gozó, a través de su obra y de su personaje “Mordisquito”, de una enorme popularidad hasta el momento mismo de su fallecimiento en 1951? ¿Sabe la Presidenta también de la popularidad de Homero Manzi “en aquel entonces” en que tangos como Sur, Malena o Barrio de Tango, por citar algunos, hacían furor?

Además de estas equivocaciones Cristina Fernández de Kirchner expresó: “Ha sido una característica de la intelectualidad poner en duda lo que te afirman como verdad revelada”. En este contexto, ¿la Presidenta acepta que se cuestione su “verdad revelada” o la propuesta de crítica de la intelectualidad se aplica para los otros pero no para ella o su marido?

En la historia política de la Argentina, el Diario de Yrigoyen hace alusión a lo ocurrido en la segunda presidencia del caudillo radical cuando aquel hombre, sobre cuya mente se insinuaba la fatiga de los años, se rodeó de una corte de adulones y delatores que tenían a su cargo dibujarle al entonces primer mandatario una realidad de fantasía. A eso contribuía, además, el diario oficialista “La Epoca” que, como señala Félix Luna en su libro Yrigoyen, el templario de la libertad “publicaba día tras día, en la primera página, juicios laudatorios archiconocidos y telegramas de felicitaciones innúmeros con cualquier motivo”.

Han pasado casi 80 años de aquel episodio y, como se ve, nada ha cambiado. “A Cristina no hay que llevarle preocupaciones”, le han escuchado decir a Néstor Kirchner los ministros del gabinete de su esposa. Para los Kirchner la realidad es como piensan ellos que es. No hay otra posible. Todo aquello que sea diferente a esa realidad es falaz. Todo aquel que se atreve a reflejar una realidad distinta a esa en la que el matrimonio presidencial cree ciegamente, es maligno. De ahí entonces la decisión de censurar y castigar a periodistas y medios independientes. En este marco de intolerancia se inscribe, además, la estrategia impulsada por el gobierno de la compra de medios por parte de empresarios que le son afines a los que se los subvenciona a través de abundante publicidad oficial.

En su magnífico libro Un Mundo Sin Periodistas, Horacio Verbitsky habla de “las duras batallas que el periodismo independiente libró para purificar la democracia, denunciar la corrupción y limitar los excesos del poder”. Hoy, esa batalla, que junto con muchos colegas compartimos con Horacio, tiene plena vigencia.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 1º de marzo de 2009

sábado, 28 de febrero de 2009

Jesuítas, La Compañía...

Una amiga me contó que uno de sus hermanos era jesuita, que tuvo amores no divinos y un embarazo no deseado. Su superior le ofreció que si aceptaba olvidar a su hijo, la Compañía se haría cargo del chico de por vida.

Hace unos días, mientras la relación entre la Iglesia y la Argentina aparece en los diarios con frecuencia, una amiga me contó una historia.

Me contó que uno de sus hermanos era jesuita, profesor en un colegio de jesuitas, y que tuvo, ya casi cincuentón –quién sabe si por primera vez–, amores no divinos.

Que la carne infernal pertenecía a una ex monja, una mujer tranquila, y que sus relaciones, serenas, espaciadas, ya llevaban unos años sin incidentes cuando ella se quedó, sin ninguna intención, embarazada.

Que él, leal a su orden –que era, de algún modo, el único hogar que conocía–, le contó a su superior su encrucijada: que por supuesto no pensaba en un aborto, pero tampoco encontraba otra salida.

Que su superior no tardó en ofrecerle una tan claramente estructurada que el réprobo entendió que no era nueva: que si él resignaba cualquier reclamo de paternidad, si aceptaba no conocer a su hijo y olvidarlo, la Compañía se haría cargo del chico y de sus gastos de por vida y olvidaría el asunto; pero que, si no lo hacía, tendría que abandonarla para siempre. E

En síntesis: que tenía que elegir entre la Orden y su hijo. Que lo entendiera: que ellos aceptaban que un hombre podía tener esos deslices, pero que lo que no podían tolerar era que cosas como ésa se supieran.

Mi amiga me contó que su hermano pasó semanas debatiéndose en la duda y que, al final, cierta manera de la culpa pudo más: aunque no estaba convencido de querer ese hijo –o incluso a esa mujer–, le parecía poco cristiano abandonarlos, aun en manos de una organización tan poderosa.

Así que decidió dejar su hábito y su empleo y buscarse la vida por fuera de la ley de San Ignacio.

Ahora, me contó mi amiga, el hombre está en problemas: debe mantener una familia, y no es fácil conseguir un empleo cuando uno tiene más de cincuenta años y un doctorado en teología. L

La historia me impresionó mucho. No estoy seguro –nunca se puede estar seguro– de que sea cierta, pero no tengo ninguna razón para pensar que no lo sea; me impresionó, en cualquier caso, lo arcaico de la escena y, sobre todo, la idea de una respuesta preparada para esos casos y la imagen de todos esos hijos de jesuitas repartidos por el mundo, ignorantes del nombre de sus padres pero bien atendidos por el dinero de la Compañía –que conoce y acepta lo que pasa pero que no soporta que se vea.

Somos, es obvio, hijos dilectos de esa idea: callar y obedecer, decía sSn Ignacio, para Su mayor gloria. Hasta que, por las crisis, Dios deja de ser Dios, y entonces todo se derrumba.

© Escrito por Martín Caparrós y publicado en el Diario Crítica de la Argentina el martes 9 de diciembre de 2008

Descubren una fórmula para reutilizar la basura orgánica...

Es un compuesto que degrada la materia en tiempo récord, a bajo costo y sin olores.

DESARROLLO DE UN EQUIPO DE QUÍMICOS ARGENTINOS

Un equipo de investigadores argentinos liderados por el químico Rodolfo Segovia, egresado de la Universidad de La Plata, desarrolló un compuesto de microorganismos que descomponen la materia orgánica en un máximo de 20 días, una fórmula que acelera los procesos naturales de degradación y que es aplicada en forma piloto en una planta recicladora de basura en la ciudad entrerriana de Gualeguay.

La fórmula, cuyo nombre comercial es Starter Z001, lleva 20 años de experimentación y desde septiembre pasado, se aplica en ese municipio que hasta entonces arrojaba todos sus desperdicios en un basural a cielo abierto ubicado a pocos metros de la costanera entrerriana.

El proceso tiene como antecedentes algunas pruebas experimentales en los municipios de Las Heras, Mendoza; Villa Giardino, Córdoba; y Luján, Provincia de Buenos Aires.

Un proyecto de innovación biotecnológica que permite el reciclado de la basura sin contaminar y su transformación en abono orgánico ,en un plazo récord a bajo costo, está siendo probado en lla ciudad entrerriana de Gualeguay. (Télam)

UNA ALTERNATIVA A LOS BASURALES ABIERTOS.
Para agilizar el proceso natural de degradación a baja temperatura, el equipo de Segovia aisló los microorganismos más eficientes para la descomposición de la basura orgánica, bacterias y hongos que habitan en el suelo y se activan a menos de 40 grados,

El objetivo de la fórmula es reciclar la basura orgánica -restos de comida, restos forestales, materiales que entran en descomposición-, que constituye más de la mitad de los desperdicios que se generan en las localidades urbanas, y transformarla en un abono orgánico biológico de alta calidad sin generar gases tóxicos ni líquidos contaminantes.

El nuevo sistema se perfila como una alternativa ecológica a los basurales abiertos, los incineradores y los rellenos sanitarios. Al activarse a menos de 40 grados, el pool de microorganismos actúa sin levantar temperaturas altas ni desprender gases como metano y anhídrido carbónico.

“Como el proceso no dura más de 20 días, los metales, por ejemplo el de las pilas, no se corrompen y por lo tanto, no se generan líquidos lixiviados contaminantes de los suelos”, explicó a Crítica digital Santiago Ascheri, químico egresado de la Universidad Nacional de Cuyo que integra el grupo de investigadores que trabaja con Segovia en unos laboratorios en San Luis.

La velocidad del proceso de biotransformación evita la generación de malos olores, la proliferación de insectos y de roedores.

La planta piloto de Gualeguay incluye un predio donde se siembra soja: la mitad de los plantines está enriquecido con el abono que se desprende de la basura tratada y la otra mitad, la siembra testigo, no.

El Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad Nacional de Cuyo, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, la Universidad de Luján y la Universidad de Buenos Aires son los organismos que auditaron el compuesto.

“En todas las evaluaciones realizadas, los resultados han sido altamente satisfactorios”, afirmó Ascheri.

En Gualeguay fueron más efusivos y aseguraron que los plantines enriquecidos crecieron hasta un 30% más que los otros.

RECICLAR SIN OLOR. “Los beneficios son evidentes”, señaló el investigador y explicó que los residuos sólidos urbanos se reducen en un 50% y como el otro 50%, aproximadamente, es reciclable –papel, plástico, vidrio-, no debería quedar nada por enterrar.

En Gualeguay, todo empezó cuando el municipio llamó a licitación para erradicar el basural a cielo abierto y dar una solución ecológica al problema de los residuos domiciliarios. El equipo de Segovia se presentó a través de la empresa BioLuján S.A., que comercializa la fórmula.

El municipio se entusiasmó con el sistema e instaló una planta experimental. BioLuján aportó lo demás, sin costo, como una prueba piloto para llevar a la práctica 20 años de investigación.

“Gualeguay genera unas 16 toneladas diarias de basura y el 70% es orgánico -señaló el intendente Luis Erro-. Los resultados, hasta el momento, son muy positivos”. La empresa trata el 50% de la basura orgánica de la ciudad: en los próximos meses tratará el 100%; la idea es enterrar menos del 5%.

El auditor que el municipio designó para controlar semanalmente la planta piloto es el ingeniero forestal Raúl Lesca. “Se aplican 2 kilos de fórmula cada 200 kilos de basura y se los va hidratando con agua en unos piletones”, explicó.

¿No hay olores? “Nada de nada -aseguró Lesca-, es la ventaja que tiene la degradación a baja temperatura. Si hay olor en la planta, proviene de la basura recolectada, que ya está en proceso de descomposición, pero no de los piletones”.

Los camiones municipales recolectan la basura a diario y la depositan en una cinta seleccionadora donde un grupo de operarios, separa la materia inorgánica de la orgánica que va a una máquina moledora y de ahí, al contenedor donde se le aplica el inoculo de microorganismos y se la hidrata con agua.

La materia se degrada en tiempo récord –un máximo de 20 días frente a los meses que demora un proceso normal de descomposición- en 24 playones de hormigón de donde se retira al abono que alimenta los plantines de soja.

Erro está entusiasmado. “La soja que se sembró en la tierra enriquecida creció hasta un 30% más”, destacó y dijo que ya tiene agendadas varias visitas de otros intendentes bonaerenses y de localidades de Chile y México, que miran con interés el desarrollo de la planta piloto.


© Publicado en el Diario Crítica Digital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Escrito por Natalia L. Calisti el sábado 7 de febrero de 2009