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viernes, 18 de octubre de 2024

Reescribir la historia… @dealgunamanera...

Reescribir la historia…

Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

Los libertarios vivieron una semana de euforia, pero no deben minimizar el riesgo de fomentar tanto la división.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 12/10/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Fue una victoria pírrica. El Gobierno tuvo que transpirar la camiseta para evitar que la Cámara de Diputados rechazara y revirtiera el veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario. Lo mismo pasó con la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, y con el veto a la Ley de

Reforma de la Fórmula de Cálculo de los Haberes Jubilatorios. En todos los casos, el Gobierno debió echar mano a algo que en la retórica y en el pensamiento del Presidente y su círculo áulico, se desprecia y se aborrece: la negociación política. De no haber pasado, ninguno de esos tres éxitos legislativos hubiesen ocurrido.

Surge de esos tres episodios la confirmación de un rol clave por parte de Mauricio Macri, cosa que los libertarios también hubieran preferido evitar. Sin la participación decisiva del ingeniero, los dos vetos hubieran caído y tampoco habría habido Ley “Bases”. Consciente de esto, el expresidente ya avisó a su propia tropa y a los ajenos, que es la última vez que le da un cheque en blanco al oficialismo. En adelante, todo se deberá negociar, es decir que, cada uno de los proyectos que se discutan con el Gobierno deberán tener en cuenta los puntos de vista –y exigencias–  que el PRO proponga. Se acabó la pasividad. Es un decir: “hasta acá llegamos” que expresa el nivel de fastidio de Macri quien, hasta aquí, se ha sentido usado. Ya se sabe que, por ahora, no hay ninguna posibilidad de fusión entre el PRO y LLA. Hay una diferencia muy fuerte entre el expresidente y Milei. Macri aboga por el diálogo con los sectores afines de la política. Milei y su entorno, en cambio, no. Desprecian esa herramienta. Ese es un problema grande. Si bien, tras lo ocurrido en la Cámara de Diputados con los dos vetos, las acciones de Cristian Ritondo y Diego Santilli van en ascenso, a fin de posicionarse como interlocutores directos del PRO con el Gobierno, nadie sabe hasta dónde llegan.

Argentina necesita verdaderos estadistas capaces de gobernar para todo un país sin sembrar la discordia.

En lo concreto, el próximo hecho que requerirá de negociación será el proyecto de ley del presupuesto. Ahí se va a necesitar también muñeca política. Sin el apoyo de los sectores dialoguistas de la oposición –con el PRO a la cabeza–, la aprobación del presupuesto será una quimera. “No es momento de festejar nada, pero sí es hora de hacer valer nuestro apoyo. El Presidente debe entender que gobernar en soledad, no es posible e implica un desgaste de su figura que se sentirá más pronto que tarde” –aseguró uno de los protagonistas del equipo amarillo. Otro detalle no menor al respecto: el kirchnerismo viene fogoneando un rechazo al proyecto. Tal vez haya olvidado que en el 2010, año en que la oposición lo dejó sin presupuesto, gobernó con amplia comodidad disponiendo de la caja a su antojo y sin control. Por lo tanto, la oposición debería repensar cuán funcional o conveniente resulta su idea de dejar al Gobierno sin esa herramienta. En parte del peronismo, la UCR, todo el kirchnerismo y la izquierda, todavía se frotan las manos por los resultados de la marcha universitaria. Deberían dejar de lado la idea siempre presente de ganar la calle frente a un gobierno que, aún con sus dificultades, sigue marcando la agenda. Milei ha demostrado ser un hombre de acción, y sin una oposición seria seguirá avanzando a paso firme.

En el Gobierno se vive un momento de manifiesta euforia. El 3,5% que arrojó el de Precios al Consumidor (IPC) se recibió con una alegría que, en algunos casos, fue desbordante. Perforar el 4% se había transformado en una especie de obsesión dentro del equipo económico. Dólar y riesgo-país a la baja, y un blanqueo que supera con creces el guarismo alcanzado por el que se vivió durante la presidencia de Macri. El oficialismo no debería confundirse ni engolosinarse con esto. Cuando la gente va al supermercado o al almacén de barrio, lo que vive nada tiene que ver con la euforia. Lo que abunda allí es la penuria. Eso es lo que padecen quienes hacen malabares para comprar leche, pan, fideos, arroz, huevos, algo de carne, verduras y frutas. Todo parece un lujo. Los bolsillos siguen flacos, porque los salarios no llegan a cubrir las necesidades básicas de la mayoría de la gente. Sin reactivación de la actividad económica esto seguirá siendo así.

Ante un nuevo escenario

Mientras tanto, la confrontación no para. El acto en el CCK demuestra que el Gobierno está lanzado a la campaña electoral, dentro de una estrategia que tiene como objetivo marcar la agenda para así mantener la centralidad política.

A eso ha comenzado a dedicarse con todo ímpetu Karina Milei, quien está dando pasos concretos en el armado de su plan que tiene, como uno de sus objetivos, dar la batalla cultural. Por eso lo de ayer en el CCK sumado a la sorpresiva y súbita revalorización de Tecnópolis que, hasta hace un tiempo tenía destinos de motosierra. Los libertarios han demostrado ser pragmáticos en la reconstrucción de su propio relato. Al igual que en tiempos del kirchnerismo, pero con ideología opuesta, la obsesión por reescribir la historia está siempre presente. Los riesgos de esta conducta –al igual que aquella del pasado reciente–, tienen que ver con los vaivenes abruptos que terminarán por agrandar la grieta. Para dar esa batalla cultural enfocada en el cambio, en el Gobierno –hasta el momento– apuestan a seguir profundizando la división. En esto demuestran no haber aprendido una de las pocas virtudes que dejó el menemismo: la unidad por sobre todas las cosas.

Argentina necesita de una vez por todas verdaderos estadistas capaces de gobernar para todo un país sin sembrar la discordia entre los argentinos. El tiempo dirá si Javier Milei tiene la capacidad de serenarse para pacificar un país, que ya camina cansado entre tantas disputas ideológicas.





 



domingo, 1 de septiembre de 2024

Sin rivales de peso… @dealgunamanera...

Sin rivales de peso…

Javier Milei vs. Victoria Villarruel. Dibujo: Pablo Temes

El oficialismo casi no tiene oposición y debería dejar ya las internas y ponerse manos a la obra.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 31/08/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Hay algo que el presidente Javier Milei debería aprender de manera urgente: pelearse con todo el mundo no conduce a nada. La realidad se lo viene demostrando permanentemente. Las derrotas legislativas que sufrió el Gobierno en las últimas semanas fueron la consecuencia de una actitud en la que Milei persiste con una obstinación carente de sentido. Si cree que con su comportamiento ostenta una demostración de fuerza, se equivoca. Tampoco parece muy conducente como estrategia para mantener la cohesión entre los propios. Puede funcionar en un puñado de oportunidades, pero pronto se agota como recurso.

La reunión que mantuvo el viernes con los legisladores de La Libertad Avanza y el PRO parece haber sido una muestra de aprendizaje. La iniciativa la sugirió Mauricio Macri en la larga cena que mantuvo con Milei en la quinta de Olivos. El expresidente aprovechó para quejarse de varias cosas que le vienen molestando: Santiago Caputo, la mala conducción de la Cámara de Diputados, los muchos kirchneristas que aún ocupan cargos en el Gobierno, la operación montada contra él por algunos funcionarios de la SIDE y la nominación de Ariel Lijo a la Corte Suprema de Justicia. El menú fue completo.

En el encuentro entre el Presidente y los legisladores en el Salón Balcarce de la Casa Rosada, el tema prioritario fue la necesidad que tiene el oficialismo de evitar que la oposición pueda alcanzar los dos tercios de los votos que se necesitan para revertir el veto presidencial. Si el kirchnerismo lograra neutralizarlo, le infligiría al Gobierno una nueva y dura derrota de consecuencias políticas muy adversas.

Una política patológica

Sin embargo, falta aún un largo devenir para pavimentar un camino en el que la voluntad de acuerdo entre oficialismo y la oposición que le es afín reine por sobre la discordia. Recuérdese que el 9 de julio pasado se firmó en San Miguel de Tucumán el así llamado Acuerdo de Mayo sin que hasta aquí haya habido algún signo claro de traducir ese acuerdo en hechos.

Sobre este asunto se habló en la semana que pasó durante una reunión empresarial, en cuyo transcurso los asistentes –que apoyan los objetivos y el rumbo del Gobierno– expresaron su preocupación por la falta de voluntad por parte del oficialismo para dejar de lado la metodología de la confrontación permanente. En tanto y en cuanto no haya acuerdos políticos de peso entre La Libertad Avanza y los sectores de la oposición que le son afines, las inversiones gigantes que necesita la Argentina para salir de su estancamiento e involución no vendrán. “Si no hay acuerdos, no habrá previsibilidad y, entonces, por más que se levante el cepo, nadie por fuera del sector energético pondrá un dólar acá”, dijo con todas las letras uno de los empresarios importantes que participaron del encuentro. El conflicto como política sostenida recuerda los tiempos del kirchnerismo.

 Los problemas del Gobierno no son solo con los opositores: los hay también internamente. Ello es producto de una falta de conducción de parte del Presidente a la que se le agregan los egos personales y que se exhiben de manera casi obscena. La inentendible y criticable visita a los exmilitares condenados por delitos de lesa humanidad dejó expuesto la existencia de una alarmante incomunicación y ánimo de enfrentamiento entre los legisladores de LLA que es tan asombrosa como inquietante. En realidad lo que se observa hoy día es el resultado de algo cuya génesis estuvo en los inicios de la campaña electoral: el oficialismo no tenía la gente suficiente para ocupar cargos en el poder. Vale la pena hacer un poco de memoria. Una vez ganadas las elecciones, los diputados electos por La Libertad Avanza se quejaban de dos cosas que resultaban sintomáticas. La primera es que no se conocían entre ellos. La segunda es que la mayoría jamás había tenido un contacto más o menos cercano con el líder del espacio ni tampoco con las figuras fuertes del Gobierno. Un rejunte que sirvió para presentar número, pero que hoy está mostrando sus consecuencias. Victoria Villarruel lo había señalado off the record por aquellos tiempos no menos turbulentos: “Somos cuatro gatos locos”, le decía con honestidad brutal a quien se animaba a consultarla.

Karina Milei y Santiago Caputo no digieren que Victoria Villarruel tenga peso político propio.

Hablando de la vicepresidenta –para sumarle más temperatura a esto–, está la ruidosa disputa de poder que protagoniza con el líder libertario. La relación entre ellos es evidentemente tóxica. La ausencia de diálogo y la improvisación son asombrosos. En el entorno de Milei –léase su hermana Karina y Santiago Caputo– no digieren que Villarruel tenga peso político propio. Les guste o no, la vice tiene un número de simpatizantes que no es menor. Con más razón, deberían afinar la estrategia y no dejar cabos sueltos. El castigo no les está dando buenos resultados. “Deberíamos estar con un balde de pochoclo mirando las barbaridades de la causa contra Alberto Fernández, pero, en lugar de eso, nos estamos peleando entre nosotros”, dijo con preocupación un diputado libertario.

Mientras tanto, en el oficialismo siguen disfrutando de una realidad que no les presenta competencia. Juntos por el Cambio ya no existe, el radicalismo no encuentra su propio rumbo, en el PRO intentan ponerse de acuerdo para brindar un apoyo constructivo y el peronismo ha dejado –por el momento– de ser una variable desequilibrante. Tanto es así que en el entorno de uno de los barones del Conurbano señalaron con preocupación la dificultad que la realidad les presenta a la hora de movilizar gente. “Entre los planes, las asignaciones y toda la ayuda social que ahora llega a la gente casi sin intermediarios no tenemos herramientas para la movilización. La gente –por ahora– no se mueve de su casa. Veremos qué ocurre si la economía no se reactiva y siguen desapareciendo las changas”.

En lugar de descansar en esta falta de rivales políticos de peso, el Gobierno debería poner manos a la obra en alcanzar la concordia interna, levantar el cepo y reactivar la economía para evitar males mayores de cara a 2025.



domingo, 17 de noviembre de 2019

"Seguimos ganando"… @dealgunamanera...

"Seguimos ganando"…

Macri expone el 40% de los votos como un triunfo. Fotografía: Cedoc

Las derrotas sirven para mejorar aprendiendo de los errores. Ojalá Juntos por el Cambio cambie. Y comprenda que perdió porque parte del discurso de Macri, como el informe de Marcos Peña titulado “Ocho puntos sobre la economía”, en el que detalla la herencia que le dejarán a Alberto Fernández, hacen recordar a aquellos viejos títulos durante la Guerra de Malvinas: “Seguimos ganando”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El problema no es nuevo, se podría decir que fue el defecto estructural del gobierno de Macri: su relación con la realidad, la negación o directamente para algunos, la mentira. Las repetidas frases, “la inflación es muy fácil de resolver”, “segundo semestre”, “brotes verdes”, lo peor ya pasó” o “sí se puede” están en perfecta sincronía con “dejamos el país listo para crecer” (sic) del informe “Ocho puntos sobre la economía”, confirmando que su sesgo autista sigue vigente como si nada hubiera pasado.

No hay que confundir tolerancia a la frustración con tolerancia al fracaso. Falta lo primero y sobra lo segundo en el PRO.

Probablemente la simbiótica relación de Macri con Marcos Peña encuentre explicación en la especial necesidad del Presidente de tener un escudo protector de la realidad en forma de narraciones siempre optimistas que el jefe de Gabinete realiza como un posible calmante frente a la falta de tolerancia a la adversidad que Macri pudiera arrastrar desde su infancia y a lo largo de su privilegiada vida.

Pero que Macri lo haya podido sostener hasta aquí tiene explicaciones multicausales; por ejemplo, muchos argentinos tendrán que reconocer que creyeron que el éxito era garantía de saber sin ponderar cuánto la fortuna de contar con recursos facilita la consecución de esos logros.

Por ejemplo, con recursos también se puede disponer de intelectuales que construyan interpretaciones de la realidad siempre favorables, siendo ese uno de los  imprescindibles aportes de Marcos Peña al psiquismo de Macri. Pero resulta muy injusto tomársela con el jefe de Gabinete y exculpar a Macri como hacen muchos integrantes del PRO y sus aliados. Continúa siendo una perspectiva de súbditos frente a un monarca de una dinastía, quien al ser inamovible por su condición de elegido por los dioses o la fortuna, pero en cualquier caso por un más allá de los humanos, haya que disimularle los defectos y agregarle virtudes  de las cuales carece. No le alcanzará a Juntos por el Cambio haber hecho la reunión de mesa chica de esta semana incluyendo a los gobernadores radicales, a Pichetto ahora como integrante permanente, a Rodríguez Larreta más Vidal, y por primera vez sin Marcos Peña. Su problema no era Marcos Peña, era Macri.

No hay que confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia a la derrota. La tolerancia a la frustración es un componente indispensable para el triunfo porque enseña la existencia de límites casualmente para poder superarlos. Festejar que el 40% de la sociedad votó por Macri en lugar de preocuparse porque el 48% votó a la fórmula que incluye a Cristina Kirchner, presentada durante estos cuatro años por el Gobierno como lo que venía a dejar atrás, es parte de esa negación recurrente que los disocia de la realidad. Aprendió más de la derrota Cristina Kirchner que, esperemos que solo por ahora, Macri.

En lugar de reconocer que fue un error no haber desdoblado las elecciones en la provincia de Buenos Aires argumentan que quedó demostrado que María Eugenia Vidal no era tan buena candidata y hubiera perdido aun en elecciones desdobladas anticipando prematuramente el fin de Macri, sin siquiera registrar que fue Macri al impedirle el desdoblamiento quien le anuló sus condiciones de buena candidata al reducirla al lugar de asistente del Presidente: la campaña del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires fue “Vidal cuida a Macri más que a los bonaerenses”.

Nuevamente siempre con buenos asesores, como con buenos abogados, se puede argumentar casi cualquier cosa y si hay disposición, luego creérsela. Vidal logró la misma cantidad de votos que obtuvo en 2015 a pesar de haber gobernado con tres años y medio de recesión la provincia que cuenta con el conurbano más gigante y empobrecido del país. La economía y que desde la política no haya contribuido a crear condiciones para que el peronismo continuara dividido fueron responsabilidades del Presidente, no de la gobernadora.

Para que Juntos por el Cambio se convierta en una verdadera coalición precisa que el PRO se convierta en un verdadero partido y los partidos no tienen dueño, tienen alas internas que le suman riqueza en su diversidad, disenso y posterior consenso.

Invalidar una parte de la información desagradable saca a la luz el área del inconsciente que revela la inseguridad del negador.

Macri en su discurso en el CCK pidió “cuidar el legado” porque “tiene que haber lugar para el orgullo” y la “convicción de que finalmente lo que estamos haciendo es a favor de los argentinos”, porque “cuando uno entra en la senda del cambio y del círculo virtuoso lo único que tiene que hacer es, cuando las cosas funcionan, continuar haciéndolas de la misma manera”. Lo mismo que cuando antes de las PASO, en un indiscutible sincericidio, dijo que de ser reelecto “haría lo mismo, pero más rápido”.

El 40% no es de Macri, ni siquiera Juntos por el Cambio, que está más cerca del 30%, y el otro 10% es anti K.

El informe “Ocho puntos sobre la economía” comienza diciendo: “El país está listo para crecer. Sin magia, sin mentira, sin ficción.” La relación de Macri con la mentira es la fuente del opuesto: su tan declamada relación con la verdad. Quizás él genuinamente valore la verdad y critique la mentira en sus predecesores. Y al no poder conseguir que la realidad le devuelva la imagen que su espejo precisa de sí mismo, construye ficciones para tomarlas como verdades. Problema suyo y de su psicólogo, ahora Juntos por el Cambio precisa institucionalizar su acción política para en 2021 tener más y no menos diputados.




lunes, 12 de agosto de 2019

Era la economía, estúpido… @dealgunamanera...

Era la economía, estúpido…

Marcos Peña y Mauricio Macri

Las lecciones que el núcleo duro PRO no supo ni quiso aprender durante el mandato.

© Escrito por Silvio Santamarina el lunes 12/08/2019 y publicado por la Revista Noticia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Aquella frase -“the economy, stupid”-, que acuñó el estratega de campaña de Bill Clinton para ganarle a Bush padre aprovechando los golpes que la recesión le daba a la imagen del presidente republicano, se incorporó a la sabiduría política argentina como pocas. Sin embargo, una lección tan obvia como aquella fue soslayada sistemáticamente por los gurúes electorales del macrismo, desde que empezó a picar la alergia de la inflación recesiva, por motivos que vale la pena repasar.

Uno de ellos es estrictamente de doctrina económica: aunque el Gobierno cambió de funcionarios ante cada crisis financiera que le tocó enfrentar, nunca tuvo la vocación o la ductilidad como para al menos considerar un Plan B. Su teoría y su acción se limitaron a prometer y a esperar la llegada de los “brotes verdes”. Incluso en la conferencia de prensa del Presidente tras la paliza de las PASO, su postura se mantuvo inamovible, acrítica, con la mirada puesta en la demorada “lluvia de inversiones”.


Otro motivo por el que el macrismo olvidó la famosa máxima que el gurú James Carville le bajó a los militantes clintonianos en 1992 es la soberbia tecnocrática del núcleo duro PRO. Las planillas Excel, el proselitismo microsegmentado, la militancia de trolls y bots en redes sociales, la alquimia del Big Data… todo ese humo se desvaneció en el aire de la noche del 11 de agosto, empañando la mirada de un Macri tan sorprendido por el contraste entre las encuestas previas y el escrutinio como cualquier ciudadano superficialmente informado por el noticiero de la hora de cenar. Esa soberbia, a la que hizo referencia la siempre apocalíptica Elisa Carrió sobre el escenario de la derrota, tiene nombre y apellido: Peña y Durán Barba.

Pero de nada sirve –salvo para la mesa chica de la derrota- identificar a los más y los menos responsables de esta catástrofe estratégica. Casi desde el comienzo del mandato, en la opinión pública –incluso la más amigable con el macrismo- se advirtió el riesgo que implicaba la estrategia de polarizar obsesivamente con la figura de Cristina Kirchner, como escudo permanente contra todos los tropiezos económicos en los que incurría el Gobierno.

La grieta funcionaba, es cierto, pero con el mismo potencial explosivo de las Lebacs, las Leliqs y demás artilugios de contención financiera. Tarde o temprano, el monstruo recreado diariamente por el relato PRO resurgiría de sus cenizas para cobrarse venganza. El momento parece haber llegado, con la patética sorpresa de las muertes anunciadas.


Para decirlo en un lenguaje que volverá rápidamente a ponerse de moda en la intelectualidad del futuro oficialismo K: la mirada clasista le impidió ver al macrismo lo evidente. Sin economía, la política no es nada, especialmente en la Argentina de hoy. Y la economía no es solo la voz de los mercados, sino también su otra cara: el barro profundo, la heladera vacía y la persiana baja. Eso que el peronismo todavía sigue percibiendo –y manipulando- con picardía. Aquella lección es la que no terminó de aprender el ala tecno del PRO, desoyendo incluso las advertencias desesperadas de su ala política. Era la economía, estúpido.




domingo, 3 de marzo de 2019

Oportunidad perdida… @dealgunamanera...

Oportunidad perdida…

Duranbarbísmo Explícito. Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

El oficialismo y la oposición dejaron una mala imagen en el Congreso. Dudas internas e índices que preocupan.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El viernes pasado hubo un acto de campaña electoral. Y no fue en un estadio de fútbol. Fue en el Congreso. Ocurrió durante la lectura del discurso de apertura del período ordinario de sesiones por parte del presidente Mauricio Macri, largo momento durante el cual la Asamblea Legislativa se pareció más a una cancha que a lo que se supone debe representar el Poder Legislativo. Faltaron solo los barrabravas. Triste espectáculo institucional de un país que causa pena por doquier. Lo que se vio y se vivió en ese recinto poco tiene que ver con la democracia. El kirchnerismo y algún otro sector de la oposición a los insultos y a los gritos. El oficialismo, a los gritos también. Hasta hubo quien se hizo pasar por diputada –imposible no acordarse del diputado trucho– que interrumpió e increpó al Presidente. Lo que se vio allí fue la vigencia de la antinomia, que es estar  en las antípodas del pluralismo. Y sin pluralismo, no hay verdadera democracia.

En la antinomia, nadie respeta al otro. En la democracia, al otro se lo respeta. En la antinomia, al otro se lo silencia. En la democracia, al otro se lo escucha. En la antinomia, con el otro no se habla. En la democracia, con el otro se dialoga. En la antinomia, al otro se lo intenta destruir. En la democracia, del otro se aprende y con el otro se construye.

Chance. El Presidente perdió la oportunidad de dar un mensaje de unidad. El kirchnerismo, por su parte, demostró que nada aprendió de sus errores pasados. El viernes no sumó ni un voto.   

En la calle, en tanto, la vida continuaba. Un detalle no menor: mucha gente que marchaba a su trabajo no sabía por qué el tránsito estaba cortado en la Avenida de Mayo. Hubo quienes pensaron que el caos vehicular existente en la zona se debía a un piquete. Tamaña muestra de indiferencia, debería alertar a toda la dirigencia política sobre la disociación entre su realidad y la realidad del ciudadano de a pie.

No dejemos que los predicadores de la resignación y el miedo le ganen a la esperanza”, dijo Macri en el medio del barullo. Qué difícil hacerle entender eso al trabajador de la embotelladora de Coca-Cola que perdió su trabajo, o al de Metalpar cuya planta cerró o a alguno de los más de mil obreros de Peugeot que han sido suspendidos a causa de la acumulación de stock producido por la caída de las ventas.

El psicólogo de Macri y la mentirapor Jorge Fontevecchia

El episodio que vivió el Presidente en el barrio de Parque Patricios con Dante, el obrero que le reclamó en tono respetuoso y suplicante que “hagan algo” para detener esta brutal caída de la actividad económica, le puso rostro y voz a los números lapidarios que viene dando el Indec.

La inflación de enero fue alta. Pero, por si ello no bastara, el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, acaba de decir que la de febrero será aún más alta. Todo se dice con un tono de “no queda otra que aguantar” que no deja de asombrar y espantar a propios y ajenos.

Todo esto preocupa a muchos funcionarios del Gobierno. “Así, es dificilísimo que podamos ganar”, confiesan. La excepción es Marcos Peña. El jefe de Gabinete de Ministros, revivido políticamente por la campaña, derrocha un optimismo electoral sin límites. Desde su despacho se emiten señales esquizoideas cuando se dice que, salvo que produzca un “cisne negro”, la elección la ganan con cierta comodidad y que Macri tendrá un segundo mandato. De todas maneras, dentro del propio gobierno hay una pequeña grieta de descreimiento porque todos los que están más cerca del campo de batalla sienten que eso no es así. La opinión contraria al Gobierno es creciente y por eso María Eugenia VidalEmilio Monzó, Cristian Ritondo, y hasta el mismo Horacio Rodríguez Larreta, que están más con el ciudadano de a pie, no están muy de acuerdo con esta postura de que, así como están las cosas, la elección se gana sin mayores sobresaltos.

Hay una crisis interna fuerte en Cambiemos. La tranquilidad que desde el PRO se intenta mostrar es ficticia.

Eramos pocos. La aparición de Roberto Lavagna ha producido desconcierto en el oficialismo. En la provincia de Buenos Aires, Cambiemos está en una situación de alerta. Allí se tomó como un dato muy significativo la visita que hizo Axel Kicillof a la ciudad de Chivilcoy acompañado por los dos últimos intendentes –Darío Speranza y Ariel Franetovich– que responden a Florencio Randazzo. No es para menos. Si el peronismo se une, gana.  

En lo económico estamos asistiendo al plan "no hagan olas" ni interna ni externamente. Por lo tanto, no se van a producir grandes novedades. Las expectativas son modestas. Diríase, de supervivencia. Lo que espera el Gobierno es que la recesión no siga tan fuerte como hasta ahora. Hoy la inflación todavía sigue lejos de dar muestras de un descenso sostenido. Por lo tanto, este año habrá que convivir con un índice de inflación mensual más cercano al 3% que al 2%, que era el número que quería el Gobierno. Esto está obligando a recalcular algunas cuestiones. Entre ellas, está la pauta devaluatoria de 2% que está puesta como base de la banda de flotación. Este trimestre va a llevar 9-10 puntos de inflación. Por eso la estrategia del presidente del Banco Central de bajar la tasa de interés en forma paulatina encontró un freno brusco que generó discusiones dentro del equipo económico que llegaron hasta el Presidente. 

Fue cuando el mercado les hizo saber que debajo de una tasa del 50% no hay mundo ni paraíso. “Con una tasa de interés del 50% y con una inflación del orden del 30%, lo que se está diciendo es que, para quedarse en pesos, los inversores quieren 20 puntos por lo menos de tasa real de interés en relación a la devaluación esperada”, explica un economista que conoce al detalle lo que pasa al interior del Gobierno. Con ese esquema no hay negocio que aguante.

Las tribulaciones de la economía son de tal magnitud que han alterado hasta a los integrantes de la misión del Fondo Monetario Internacional a cargo de la Argentina. La complejidad del presente ha generado controversias entre ellos. Es que no hay recetas mágicas. Hasta hace diez días, Guido Sandleris era un genio. Hoy es el Erasmo de Rotterdam de varios de los funcionarios económicos de un gobierno abundante en tecnócratas con pretensiones de dioses.

Producción periodística: Lucía Di Carlo


  
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