Exceso de euforia…
© Escrito por Nelson Castro del sábado 26/10/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Exceso de euforia…
Todos contra todos. Tiempo de internas…
Venezuela. El ejercicio de la memoria…
Gire a la derecha. Dibujo: Pablo Temes
El
fraude venezolano muestra que Argentina necesita una visión amplia,
desapasionada y objetiva de la realidad para avanzar en la coherencia.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 04/08/2024 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República
Argentina.
Hay
hechos que ocurren allende las fronteras que impactan e interpelan a las dirigencias
políticas de una región o del mundo entero. La invasión rusa a Ucrania que
desencadenó una guerra de duración y final incierto o el ataque terrorista de
Hamas contra Israel, son dolorosos ejemplos del presente. A ellos se acaba de
agregar el fraude electoral en Venezuela. No es la primera vez que ello ocurre.
Lo que sucede es que, nunca como ahora, todo ha sido y es tan evidente y burdo
que se le hace imposible a Nicolás Maduro Moros ocultar la verdad.
El
advenimiento del chavismo liquidó a la democracia venezolana. Lo que en verdad
rige en ese bello y rico país es un régimen cívico-militar que detenta el poder
absoluto. Ese poder absoluto es el que da amparo a un sistema de corrupción que
fue instalado por Hugo Chávez y ahondado ahora por Maduro con tal nivel de
absolutismo que terminó por expulsar a figuras que fueron importantes durante
los gobiernos de Chávez que, paradojalmente, hoy en día son opositores al
gobierno. El miedo y la muerte en las calles son una realidad inocultable. Como
también lo es el peregrinaje de miles de familias recorriendo hospitales y
regimientos militares para tratar de dar con sus seres queridos, opositores y
fiscales de mesa detenidos y secuestrados luego de los comicios.
Es
bueno recordar que el kirchnerismo –quien hizo de la condena a la dictadura
vivida en nuestro país una bandera política– tuvo en el chavismo una fuente de
inspiración muy potente. La contradicción K y el doble discurso son parte de su
esencia. La “inspiración” incluye no sólo el objetivo de permanecer en el poder
por siempre, sino también en edificar un sistema de corrupción ilimitado. Dijo
alguna vez Néstor Kirchner que, para lograr sus objetivos, necesitaban
mantenerse en el poder durante veinte años. La maquinaria estaba preparada y
era de una simple implementación: consistía en la alternancia indefinida entre
él y su esposa. A ese proyecto le puso fin la súbita muerte del expresidente.
No obstante, el kirchnersimo no se dio por vencido. Hubo un último
intento de mantener en pie ese plan por medio de lo que representó el eslogan
“Cristina Eterna”. Para eso hacía falta reformar el artículo de la Constitución
Nacional que impide un tercer mandato consecutivo del Presidente. A esta
iniciativa le puso fin la victoria de Sergio Massa en las elecciones
legislativas de octubre de 2013. Y una similitud más ocurrió con la llegada del
general César Segundo del Corazón de Jesús Milani a la comandancia en jefe del
Ejército con su idea de integrar a las Fuerzas Armadas al proyecto político del
kirchnerismo. El plan estuvo muy cerca de concretarse.
Quien
esto escribe estuvo en Venezuela dos veces en los últimos años. La falta de
libertades y el miedo imperante entre los que no adhieren al régimen se palpa
desde la misma entrada en el aeropuerto internacional de Maiquetía. La
situación de opresión se respira a cada paso.
El
objetivo es instalar el miedo. El régimen es omnipresente. El deterioro de la
calidad de vida de los venezolanos es brutal. Expresarse e informar con
libertad puede costar la cárcel y/o la vida. No hay matices.
Todo es tan burdo
y evidente, que a Nicolás Maduro se le hace imposible ocultar
la verdad.
El
exilio venezolano es la evidencia clara de esta situación. Más que un exilio
parece un éxodo, que seguramente continuará ante la consagración de este
fraude. Casi 250 mil venezolanos han llegado a la Argentina. El 70 por ciento
está en edad de votar pero, por distintas razones burocráticas, un porcentaje
muy pequeño pudo efectivamente hacerlo. La historia se repite en los países
vecinos.
Si
todo esto hubiera ocurrido con un gobierno de derecha o centroderecha, el
kirchnerismo hubiera salido con los tapones de punta a criticarlo y a
despotricar en los organismos internacionales contra ese atropello. Pero lo
hizo uno de sus socios y, entonces, lo que reina es un estruendoso silencio. Lo
que se condena para unos, se calla y se ignora para otros. Lo de ser socios con
el chavismo abarca, además, los negocios. Dos hechos relevantes para mencionar:
uno de ellos fue la embajada paralela. La otra, la valija de Antonini Wilson.
La embajada paralela le costó la carrera a un ilustre diplomático argentino:
Eduardo Sadous. Un hombre honesto que pagó un alto precio por haber denunciado
esa maniobra siendo embajador en Caracas: no sólo lo echaron sino que no le
pagaron su jubilación y el poderoso y luego condenado ministro Julio De Vido le
inició un juicio por “falso testimonio”.
Es
importante este ejercicio de memoria, a estas horas en las que el fraude en la
elecciones de Venezuela impacta a toda América y, especialmente, a la
Argentina. Unas pocas figuras del riñón del kirchnerismo salieron a bancar al
régimen, entre ellos, el cuervo Andrés Larroque. Distinto es el caso del
gobernador bonaerense Axel Kicillof quien se lavó olímpicamente las manos y
decidió mirar para otro lado. Hay para todos los gustos. No se puede dejar de
mencionar la actitud del Frente Renovador de Sergio Tomás Massa que, mediante
un comunicado, buscó despegarse del asunto. Massa fue un kirchnerista de
oportunidad, luego aseguró que iba a “barrer con los ñoquis de La Cámpora” y
finalmente volvió al calor del kirchnerismo siendo parte fundamental de uno de
los peores gobiernos de la historia. El tridente que formó junto a CFK y
Alberto Fernández, quedará en su sinuosa carrera política para siempre.
El Gobierno de Javier Milei aprovechó el fraude llevado a cabo por Maduro para volver a posicionarse en la región, sobre todo ante el ambiguo comportamiento del presidente de Brasil Luiz Inácio Lula Da Silva. Pero también en el gobierno libertario hay personajes de la casta kirchnerista que han sido acogidos por el oficialismo. Daniel Scioli es un ejemplo de ello. La memoria debe ser siempre un ejercicio completo. Argentina necesita una visión amplia, desapasionada y objetiva de la realidad para poder avanzar en el camino de la coherencia.
Paradojas. La Biblia y el calefón…
Por gracia
recibida, Federico Sturzenegger. Dibujo: Pablo
Temes
Finalmente hubo Pacto de Mayo. El acto fue una demostración de lo extravagante
del momento que se vive en el ámbito de la política. En plena noche, con algún
gobernador dormido y otros luchando para no caer en las garras de Morfeo, todos
pasmados de frío y sometidos a una solemnidad que les quedaba lejana y los
incomodaba visiblemente. Ni que hablar del disgusto de Mauricio Macri, cuyo protagonismo ausente se hizo notorio.
El expresidente no pudo disimular su enojo por considerar que debió
haber recibido algún tipo de trato diferencial. Yendo a la substancia de lo que
se firmó esa medianoche ávida de historia, a nadie escapa que el decálogo de
buenas intenciones que se plasmó en el documento adolece de originalidad. Cada
uno de sus puntos ya está enunciado en la Constitución Nacional. Dicho esto, es
menester señalar que los gobernadores que no asistieron –Axel Kicillof, Ricardo
Quintela, Gildo Insfrán, Sergio Ziliotto y Gustavo Melella– exhibieron la
nociva miopía política que los aqueja desde siempre. La firma del Pacto de Mayo
en nada afectaba sus convicciones ideológicas, a las que antepusieron a sus
responsabilidades institucionales. La errónea concepción que tienen del
ejercicio del poder les impide darse cuenta de que cada uno de ellos no está al
frente de una facción partidaria sino de una provincia –en la que viven
ciudadanos de diferentes pensamientos políticos– a la que deben representar y
cuyos intereses deben defender. Parece mentira tener que recordarles a estos
gobernadores esta verdad de Perogrullo.
El ministro Caputo
tuvo que repetir esta semana que no está pensando en una devaluación.
Ya con el Pacto de Mayo firmado y la Ley Bases y Puntos de Partida para
la Libertad de los Argentinos sancionada, el Presidente y su gabinete deben a
partir de ahora enfocarse decididamente en la tarea de gobernar. Por si Milei no lo advirtió aún, la ausencia de gestión es uno
de los principales problemas de su administración junto con la catarata de
renuncias –y, sobre todo, despidos–en un contexto en el que nombres propios es
lo que falta. El Gobierno festejó el índice de inflación del mes de junio que,
a pesar de haber sido levemente superior al de mayo, permaneció bajo el
guarismo de 5%. El 4,6% es producto fundamentalmente de la recesión económica
reinante más allá de algún leve repunte que se evidencia en unos pocos rubros.
El bolsillo está lejos de percibir algún alivio significativo y el aumento de
las tarifas de los servicios públicos fue un azote. Es cierto que se ven caídas
de precios, pero aún esos nuevos valores son altos para el menguado poder
adquisitivo de la mayoría de los ciudadanos. La canasta básica está en 873.169
pesos. Por si alguien no cayó aún en la cuenta: una inflación del 4,6% mensual
es alta. La pregunta que queda sin responder es si será posible perforar ese
piso de entre el 4 y el 5%. La Argentina sigue siendo un país muy fuera de
norma.
Es claro que el Gobierno enfrenta ahora un problema crucial: la falta de
dólares. Esto lo aleja de levantar el cepo, medida esencial para la concreción
de sus objetivos. Hasta que ello no ocurra, las ansiadas inversiones no
vendrán. Sin levantamiento del cepo también se restringirán las liquidaciones
de los productores agropecuarios, única manera que tiene el país de acumular
dólares. Lo dijo con todas las letras Fernando Villela, el ahora exsecretario
de Bioeconomía, cesanteado de un plumazo a comienzo de semana. Esta es la
realidad. Por eso el Presidente produjo una sorpresa negativa cuando salió a
acusar al banco Macro de estar boicoteando el plan económico. El fantasma de
Sergio Massa allegado a Brito volvió a sobrevolar la escena. Esa acusación no
solo sorprendió, sino que hizo ruido y generó incertidumbre. Le respondió el
mercado con otra suba del blue. El intento de Luis Caputo de minimizar los dichos de Milei fue vano.
Como hombre de la economía, el primer mandatario debería saber que los mercados
reaccionan –ante todo– basados en la confianza o, mejor dicho, ante la falta de
ella.
Por otro lado, cuando durante los veinte minutos de chats abiertos al
público que Milei tuvo el martes 9 a la mañana, Lucas Morando le preguntó sobre
una posible fecha para la eliminación del cepo, la respuesta del Presidente fue
interpretada de forma negativa por los mercados y los inversores. “El cepo no
se levanta más”, fue la lectura que muchos hicieron. Como dijo Carlos
Melconian: “No hay fideos ni hay tuco”. Al menos por ahora. La realidad
demuestra que, por primera vez de manera insoslayable, a Caputo le hacen sombra
los nubarrones. Esta semana tuvo que repetir que no está pensando en una
devaluación. El Gobierno deberá pensar de manera urgente cómo reactivar la
economía aun en un entorno desfavorable y con un Banco Central flaco en sus
bolsillos. Las reservas de libre disponibilidad se acercan a cero.
Federico Sturzenegger acelera el comienzo de su gestión con fotos
impostadas con el ministro de Economía. Habrá que ver hasta dónde llegan los
tentáculos del nuevo hombre fuerte del Gobierno.
Mientras tanto, la Argentina sigue siendo un país pendular que se mueve
a velocidad crucero entre los extremos: es el país que no logra despegar en
materia económica, pero que tiene un presidente del que habla todo el mundo; es
el país que no puede encontrar a un niño que desapareció de su hogar hace casi
un mes; es el país del fútbol que, por los buenos resultados, le perdona todo a
un presidente de la AFA muy flojo de papeles, es el país donde seis de cada
diez niños son pobres, es el país que vive aferrado al pasado y con un futuro
incierto... Argentina es el país de la Biblia y el calefón.
Ajuste que no cesa. Nadie es irreemplazable…
Frente
a todos los inconvenientes de gestión por los que atraviesa el Gobierno, el Presidente despliega una estrategia
comunicacional intensamente proactiva. El objetivo es claro: concentrar la
atención sobre sus excentricidades y exabruptos para generar una agenda
paralela que desplace la que atañe a la situación que vive la gente de a pie,
en la que se enseñorean los aumentos de precios, la caída de la actividad
económica, los despidos y la penuria causada por las crecientes necesidades de
los que caen súbitamente en la pobreza y la indigencia. Esta semana los ejes de
la agenda comunicacional que marcó el líder libertario pasaron por la disputa
personal –innecesaria– con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez;
el acto y show en el Luna Park, en donde el jefe de Estado presentó su libro y
cantó, la tapa de la revista Time, la visita a La Rural y el acto sin
pacto de ayer en Córdoba en la conmemoración de la Revolución de Mayo.
Hay
que reconocer que, hasta el momento, todo esto le está dando resultado. El
apoyo popular sigue intacto y por momentos renovado e incrementado. Lo que
nadie sabe es hasta cuándo. Lo que sí está claro es que la oposición, con sus
desaciertos, lejos está de poder perforar este núcleo duro de apoyos que
concentra el Presidente. No solo eso. Con sus comportamientos, en los que lo
que abunda es el oportunismo y la chicana de poca monta, la oposición parece
empecinada en hacer todo lo posible para ayudar al oficialismo a fortalecerse.
En el PRO, la imparable crisis que se viene desatando desde las elecciones del
año pasado lejos está de encontrar su techo, alimentada por la fuerte interna
entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich por la conducción del
partido amarillo. A la actual ministra de Seguridad le llueven reproches –según
la lectura de sus detractores– por querer intentar (léase forzar) la fusión de
un sector del PRO con los libertarios. Los macristas de paladar negro están que
trinan: “No podés olvidarte de dónde venís solo por el hecho de tener un cargo
en el Gobierno”. Y agregan con malicia: “Bueno, en realidad no está claro de
dónde viene”, haciendo referencia directa a la sinuosa carrera de colores
políticos de la ministra.
En
Unión por la Patria las cosas no están mejor. El procesamiento de Fernando
Espinoza por abuso sexual puso de manifiesto la doble vara moral del
kirchnerismo. Para la tribuna quedaron el Ministerio de la Mujer y los derechos
de las víctimas a la hora de encubrir al intendente de La Matanza. El
propio Axel Kicillof y la pomposidad de Mayra Mendoza quedaron
en offside al no poder hacer pie en sus declaraciones sobre el caso. El gobernador
de la provincia de Buenos Aires necesita pisar sobre seguro para poder seguir
construyendo poder en su territorio. No es momento de pelearse con nadie, más
aún cuando aparecen encuestas que señalan que sectores medios y bajos de la
población le dan su apoyo al presidente Milei. La base electoral que siempre le
ha servido de sustento al peronismo –sobre todo en las profundidades del
Conurbano– ya no es un lugar seguro.
A estas horas nadie sabe bien cómo y cuándo la ley Bases será aprobada. A medida que pasan las sesiones de las comisiones parlamentarias del Senado, el mamotreto pergeñado por Federico Sturzenegger se va deshilachando mientras su nombre suena cada vez más fuerte para ingresar a un posible nuevo gabinete. Un día le modifican un artículo y al siguiente, otros más. Cada cambio envalentona a los senadores de la oposición y a sectores con capacidad de lobby para encarar el intento de alcanzar más enmiendas. Se ha transformado así en algo que parece ser de nunca acabar. El kirchnerismo duro sigue festejando de manera infantil la caída del “pacto de mayo” mientras el Presidente intenta mostrarse imperturbable rockeando en un acto partidario. La presentación de su nuevo libro, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, fue una excusa perfecta para volver a marcar la cancha y concentrar la atención pública, pero no bastó para apaciguar el malestar que se vive puertas adentro de La Libertad Avanza. La palabra correcta es incertidumbre. Eso sienten muchos de los funcionarios oficialistas respecto de su propia continuidad en el poder. Parece claro que la estrategia de Milei es que nadie se crea que tiene el lugar asegurado. Nadie es irreemplazable y todos están bajo análisis permanente. El Presidente debería entender que una cosa es la eficiencia como base sólida de continuidad y otra muy distinta es el caos interno que genera su modo de ejercer el poder, el de su hermana y el del consultor estrella, Santiago Caputo. No hay respiro para nadie, mucho menos para cada uno de los argentinos que están haciendo esfuerzos inconmensurables para seguir creyendo que habrá luz al final del túnel. Que así sea.
El Gobierno. Vieja casta, viejos vicios…
Los primeros meses de gestión
tuvieron elementos en común: falta de operatividad y destrato a los
profesionales que se incorporaron.
©
Escrito por Nelson Castro el sábado 04/05/2024 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Hubo aplausos en la reunión de gabinete del jueves pasado que
formalmente encabezó el jefe de Gabinete, Nicolás Posse –más conocido como “el Mudo”, según el
apelativo de amplia circulación por los pasillos del poder– pero que, en los
hechos, fue manejada por “el Jefe”, es decir Karina Milei. Las internas en el
seno del Gobierno se incrementan día a día.
Las críticas al jefe de Gabinete son continuas. Habrá que prestarle
atención a la exposición que hará en los próximos días en la presentación del
informe que debe hacer ante los senadores. Su figura se ve opacada por la
intensidad de Santiago Caputo, que ha conformado un tándem con el ministro
del Interior, Guillermo Francos. Ambos tuvieron un rol destacado en las
conversaciones con los sectores dialoguistas de la Cámara baja. Las internas no
solo se viven en el seno del Poder Ejecutivo. En el Congreso, el oficialismo
muestra pujas por doquier. Por eso el bloque está tan deshilachado como
producto de relaciones humanas muy complejas. “Todo se hace más difícil cuando
la cúpula del poder parece estar blindada por dos o tres personas y las órdenes
se bajan verticalmente, como si fuésemos soldados. Está claro que alguien debe
tener la última palabra pero el ejercicio de la cohesión y la camaradería sigue
estando ausente”, graficaron en el despacho de un legislador. Esto no será un
problema mayor mientras los resultados sigan siendo positivos pero puede
resultar un boomerang en época de vacas flacas.
El motivo de la euforia actual fue la media sanción que la Cámara de
Diputados le dio al proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad
de los Argentinos. La así llamada “ley ómnibus”, devenida en “ley minibús”,
constituye el instrumento esencial que necesita el Gobierno para avanzar con su
gestión. “Lo que se aprobó es lo posible”, reconoció un conspicuo miembro del
Poder Ejecutivo. Ese es un dato de la realidad política que refleja los límites
que tiene Javier Milei. La expresión más brutal de ese hecho la reflejó
Federico Sturzenegger –el padre del mamotreto hecho proyecto de ley–, que puso
blanco sobre negro lo que representa lo aprobado en la maratónica sesión
legislativa del martes: sindicatos 1-Milei 0.
Efectivamente, el corazón de la reforma laboral se fue a la basura. Los
sindicatos festejaron en silencio la continuidad de los aportes solidarios que
cada trabajador debe hacer a su gremio aunque no esté afiliado. Lo mismo
ocurrió con la ausencia de sanciones a los bloqueos empresariales. Entre otras
cosas, la llamada caja sindical ha quedado intacta. “Ese era el límite para
garantizar la paz en la calle. Más allá del paro agitado por Pablo Moyano, los
muchachos se quedaron más tranquilos”, atinó a decir una fuente cercana a la
CGT sin ponerse colorada. Para que se vea con mayor claridad. El último borrador
incluía un capítulo laboral muy parecido al DNU 70, por eso los sindicalistas
exigieron encontrarse con Santiago Caputo y con el diputado Miguel Ángel
Pichetto, y acordaron la marcha atrás del oficialismo. Los artículos de
modernización laboral eran 58 y quedaron solo 16, sin la presencia de los
puntos objetados por la CGT. No significa que lo que quedó no sea importante. Lo
que sobrevivió fue el intento de quitarles a esos dirigentes sindicales el
privilegio y el poder que les da el manejo de las multimillonarias cajas de las
cuales viven y con la cuales mantienen su poder. Ese era un objetivo importante
de la reforma que, una vez más, quedó archivado. Es lo mismo que les pasó a los
expresidentes Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa.
La media sanción del proyecto de ley fue producto de la negociación. Es
otra de las moralejas que dejó el trámite parlamentario. El agradecimiento del
presidente a Miguel Ángel Pichetto, a Cristian Ritondo y a Rodrigo De Loredo es
una muestra inequívoca de ello. Pichetto está llamado a tener un creciente
protagonismo a lo largo del mandato de Milei. Por las dudas, ya se ocupó de
quitarle dramatismo a la posible vuelta a Diputados del proyecto de ley si es
que en el Senado se aprueba con modificaciones.
La negociación en la Cámara alta será ardua. El kirchnerismo se juega
una carta clave: si alguno de sus integrantes no cumple con la orden de cerrar
filas que ha bajado Cristina Fernández de Kirchner, la mengua de su poder se
acentuará. Su reaparición en Quilmes mostró esa decadencia y una necesidad,
cuya consecuencia es la interna que crece con Axel Kicillof, a quien se
encargaron de ningunear, impidiéndole estar en el escenario para que no pueda
ganar protagonismo. El kirchnerismo duro está malherido y sus movimientos
internos apuntan a la cristalización de una nueva figura que, por ahora, se
parece bastante al gobernador de la provincia de Buenos Aires. No está dicha la
última palabra pero la puja con Máximo Kirchner sigue abierta y las
desprolijidades en el seno de núcleo K continúan a la orden del día.
Tampoco en el oficialismo son demasiado puntillosos. Los primeros meses
de mandato han dejado un denominador común en distintos ministerios: falta de
operatividad y destrato por los profesionales que se han incorporado. En
algunos casos las mañas de la política sucia propia de la casta que se dice
combatir recayeron en gente calificada a quien se utilizó deliberadamente para
ajustar personal, ordenar secretarías y direcciones, y luego fue dejada en la
calle para que sus puestos sean ocupados por los amigos del poder. Más casta no
se consigue.
Cuando la política se humanice, los viejos vicios podrán empezar a
cambiar de verdad.