Se alinearon los planetas…
Empleado del mes, Donald Trump. Dibujo: Pablo Temes.
El Gobierno se
siente cómodo en la pelea con los líderes sindicales, que no
entienden el cambio de época.
Se alinearon los planetas…
Empleado del mes, Donald Trump. Dibujo: Pablo Temes.
El Gobierno se
siente cómodo en la pelea con los líderes sindicales, que no
entienden el cambio de época.
Exceso de euforia…
Reescribir
la historia…
Reforma de la Fórmula de Cálculo de los Haberes Jubilatorios. En todos
los casos, el Gobierno debió echar mano a algo que en la retórica y
en el pensamiento del Presidente y su círculo áulico, se desprecia y se
aborrece: la negociación política. De no haber pasado, ninguno de esos tres
éxitos legislativos hubiesen ocurrido.
Surge de esos tres episodios la confirmación de un rol clave por parte
de Mauricio Macri, cosa que los libertarios también hubieran
preferido evitar. Sin la participación decisiva del ingeniero, los dos vetos
hubieran caído y tampoco habría habido Ley “Bases”. Consciente de esto, el
expresidente ya avisó a su propia tropa y a los ajenos, que es la última vez
que le da un cheque en blanco al oficialismo. En adelante, todo se deberá
negociar, es decir que, cada uno de los proyectos que se discutan con el Gobierno
deberán tener en cuenta los puntos de vista –y exigencias– que el PRO
proponga. Se acabó la pasividad. Es un decir: “hasta acá llegamos” que expresa
el nivel de fastidio de Macri quien, hasta aquí, se ha sentido usado. Ya se
sabe que, por ahora, no hay ninguna posibilidad de fusión entre el PRO y LLA.
Hay una diferencia muy fuerte entre el expresidente y Milei. Macri aboga por el
diálogo con los sectores afines de la política. Milei y su entorno, en cambio, no. Desprecian esa
herramienta. Ese es un problema grande. Si bien, tras lo ocurrido en la Cámara
de Diputados con los dos vetos, las acciones de Cristian Ritondo y Diego
Santilli van en ascenso, a fin de posicionarse como interlocutores directos del
PRO con el Gobierno, nadie sabe hasta dónde llegan.
Argentina necesita verdaderos
estadistas capaces de gobernar para todo un país sin sembrar la
discordia.
En lo concreto, el próximo hecho que requerirá de negociación será el
proyecto de ley del presupuesto. Ahí se va a necesitar también muñeca política.
Sin el apoyo de los sectores dialoguistas de la oposición –con el PRO a la
cabeza–, la aprobación del presupuesto será una quimera. “No es momento de
festejar nada, pero sí es hora de hacer valer nuestro apoyo. El Presidente debe
entender que gobernar en soledad, no es posible e implica un desgaste de su
figura que se sentirá más pronto que tarde” –aseguró uno de los protagonistas
del equipo amarillo. Otro detalle no menor al respecto: el kirchnerismo viene
fogoneando un rechazo al proyecto. Tal vez haya olvidado que en el 2010, año en
que la oposición lo dejó sin presupuesto, gobernó con amplia comodidad
disponiendo de la caja a su antojo y sin control. Por lo tanto, la oposición
debería repensar cuán funcional o conveniente resulta su idea de dejar al
Gobierno sin esa herramienta. En parte del peronismo, la UCR, todo el kirchnerismo y la izquierda, todavía se
frotan las manos por los resultados de la marcha universitaria. Deberían dejar
de lado la idea siempre presente de ganar la calle frente a un gobierno que,
aún con sus dificultades, sigue marcando la agenda. Milei ha demostrado ser un
hombre de acción, y sin una oposición seria seguirá avanzando a paso firme.
En el Gobierno se vive un momento de manifiesta euforia. El 3,5% que
arrojó el de Precios al Consumidor (IPC) se recibió con una alegría que, en
algunos casos, fue desbordante. Perforar el 4% se había transformado en una
especie de obsesión dentro del equipo económico. Dólar y riesgo-país a la baja,
y un blanqueo que supera con creces el guarismo alcanzado por el que se vivió
durante la presidencia de Macri. El oficialismo no debería confundirse ni
engolosinarse con esto. Cuando la gente va al supermercado o al almacén de
barrio, lo que vive nada tiene que ver con la euforia. Lo que abunda allí es la
penuria. Eso es lo que padecen quienes hacen malabares para comprar leche, pan,
fideos, arroz, huevos, algo de carne, verduras y frutas. Todo parece un lujo. Los
bolsillos siguen flacos, porque los salarios no llegan a cubrir las necesidades
básicas de la mayoría de la gente. Sin reactivación de la actividad económica
esto seguirá siendo así.
Mientras tanto, la confrontación no para. El acto en el CCK demuestra
que el Gobierno está lanzado a la campaña electoral, dentro de una estrategia
que tiene como objetivo marcar la agenda para así mantener la centralidad
política.
A eso ha comenzado a dedicarse con todo ímpetu Karina Milei, quien está dando pasos concretos en el
armado de su plan que tiene, como uno de sus objetivos, dar la batalla
cultural. Por eso lo de ayer en el CCK sumado a la sorpresiva y súbita
revalorización de Tecnópolis que, hasta hace un tiempo tenía destinos de
motosierra. Los libertarios han demostrado ser pragmáticos en la reconstrucción
de su propio relato. Al igual que en tiempos del kirchnerismo, pero con
ideología opuesta, la obsesión por reescribir la historia está siempre
presente. Los riesgos de esta conducta –al igual que aquella del pasado
reciente–, tienen que ver con los vaivenes abruptos que terminarán por agrandar
la grieta. Para dar esa batalla cultural enfocada en el cambio, en el Gobierno
–hasta el momento– apuestan a seguir profundizando la división. En esto
demuestran no haber aprendido una de las pocas virtudes que dejó el menemismo:
la unidad por sobre todas las cosas.
Argentina necesita de una vez por todas verdaderos estadistas capaces de
gobernar para todo un país sin sembrar la discordia entre los argentinos. El
tiempo dirá si Javier Milei tiene la capacidad de serenarse para pacificar un
país, que ya camina cansado entre tantas disputas ideológicas.
Lo que dejó la marcha. Ante un nuevo escenario...
El Gobierno le sirvió a la oposición una plataforma
ideal para la defensa de la universidad pública. Un rejunte que podría derivar
en algo orgánico.
©
Escrito por Nelson Castro el sábado 05/10/2024 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
El Gobierno le regaló a la oposición un escenario
perfecto al cual subirse. La masiva defensa de la universidad pública no
necesita demasiadas explicaciones. La educación superior es un aspiracional que
atraviesa todos los estratos sociales e ideologías. Esto representa un valor
profundamente arraigado en la gente. Es un valor que viene de la historia.
El tema universitario es de una enorme complejidad, de la cual la mayor
parte de la clase política vernácula no tiene la más mínima idea. La
universidad no se limita solo a transmitir conocimientos, sino también a
generarlos a través de sus institutos de investigación. A ellos hay que agregar
que, en muchos casos, brinda también servicios como ocurre con los hospitales
que de ellas dependen.
En 2001, antes del estallido de la crisis que acabó con el gobierno de
Fernando de la Rúa, una de las medidas que propuso el entonces ministro de
Economía Ricardo López Murphy consistía en recortar el presupuesto
universitario en 2 mil millones de pesos-dólares con el objetivo de equilibrar
las cuentas públicas. La reacción adversa que provocó esta medida que no se
llegó a implementar fue de tal envergadura que hizo insostenible la permanencia
en el cargo del hoy diputado nacional. Aún en la actualidad hay gente que se lo recuerda.
El tema es de una enorme complejidad, de
la cual la mayor parte de la clase política no tiene idea
El principal error que comete Javier Milei es no tener una cabal comprensión de lo que
sucede en la base, es decir, con los estudiantes, los docentes y los
investigadores. Ellos son ajenos a los tejes y manejes políticos que ocurren en
los ámbitos de poder de las altas casas de estudios en las que también existen
nichos de corrupción que deben ser combatidos. También una situación inédita
que se da con la creciente cantidad de estudiantes extranjeros que cursan sin
ningún arancelamiento. Son estudiantes que vienen aquí, se forman y gradúan
para luego regresar mayoritariamente a sus países. Pero cualquier esquema
superador debe alcanzarse con las aulas universitarias abiertas y sin poner en
riesgo cada una de las actividades antes descritas.
El Presidente y sus funcionarios creen que las universidades son
bastiones de la oposición. Es verdad que en esta marcha de alcance nacional
hubo más aparato político partidario. Pero si piensan que los dirigentes
políticos y sindicales –varios de ellos verdaderamente impresentables– que se
subieron a la marcha son su esencia es un grosero error. Entre los que
estuvieron cantando “vamos a volver” estuvo Sergio Massa adecuadamente rodeado
– y protegido – por un grupo de militantes del Frente Renovador. Es increíble
la amnesia que a veces nubla las mentes de una parte de la sociedad. Solo así
se explican los gritos de apoyo que recibió el exministro inflacionario de
algunos de los concurrentes. Parece que nadie recordó que, no bien asumió Massa
dispuso un recorte de 50 mil millones de pesos al sistema educativo. Qué
importante es hacer memoria, aunque –a veces– la realidad regala postales que
ayudan a recordar. Un ejemplo fue el efusivo abrazo del tigrense con el
exsecretario de comercio Guillermo Moreno, que también participó de la marcha.
“No hay plata”, esgrimen desde el oficialismo para fundamentar su
cerrazón a cualquier acuerdo con los rectores que signifique una concesión a
sus reclamos. Sin embargo, sí había plata para dar vuelo al armado de los
servicios de inteligencia, asignándoseles la friolera de cien mil millones de pesos
en calidad de gastos reservados. ¿Cómo se explica eso?
Al día de hoy, el oficialismo no
tiene los votos para evitar que el Congreso revierta el veto
presidencial
Al día de hoy, el Gobierno no tiene los votos para evitar que el
Congreso revierta el veto presidencial. Más allá de esto, hay una concepción
del ejercicio del poder inquietante. La creencia de que se puede gobernar a
base de los DNU y de los vetos es producto de la falta de diálogo y de la
búsqueda de acuerdos. En esto, el oficialismo también es errático y
contradictorio. ¿Cómo se entiende, si no, el acuerdo con el kirchnerismo para
dejar de lado el proyecto para limitar las reelecciones indefinidas de los
caciques sindicales?
La necesidad tiene cara de hereje. La falta de peso legislativo terminó
por disparar la reunión secreta entre Santiago Caputo y el expresidente Mauricio Macri.
La tensión entre el PRO y la Libertad Avanza volvió a elevarse luego de que el
propio Macri durante una reunión que había mantenido el jueves con el bloque de
senadores de su partido dejó claro sus diferencias con el veto que había
firmado Milei contra la Ley de Financiamiento Universitario. El encuentro en
las oficinas de Caputo fue tenso. “Se sinceraron y limaron algunas asperezas,
pero no hubo grandes avances en construir un bloque más homogéneo”, dijo una
fuente libertaria al tanto del resultado de la reunión. “No se detestan, pero
pega en el palo. Ambos saben que deben convivir”, aseguró sin anestesia un
hombre del partido amarillo. El expresidente sigue convencido de que sus
interlocutores en el Gobierno no tienen palabra. “Son educados, te dicen lo que
querés escuchar, pero después hacen lo que se les canta”, recordaron. El
problema de fondo no es de fácil resolución: Caputo cree que el PRO ya agotó su
momento político y no tiene mucho para aportar. Mauricio Macri lo sabe
perfectamente y cree que el asesor estrella actúa como una especie de filtro
que no puede doblegar.
Mientras unos y otros se sacan chispas, en el Gobierno no parecen haber
advertido algunas de las postales que la marcha universitaria les dejó. Más
allá de la presencia esperable de Massa, Lousteau, Rodríguez Larreta y
distintos miembros de La Cámpora, la sorpresa la dio Cristina Fernández de
Kirchner. Todo ese rejunte opositor podría transformarse en algo orgánico más
pronto que tarde si los números de la economía y el mal momento que atraviesa
la mayoría de la gente no se revierten en el corto plazo. El Presidente debería
tomar nota de este nuevo escenario.
Cifras
Dramáticas. Internas, celos y venganzas…
Es una realidad de tal dimensión que adquiere la categoría de verdadera
tragedia, porque este nivel de pobreza acaba con las ilusiones y aspiraciones
de millones de personas, cuyas vidas quedan limitadas a una mera subsistencia.
Repitiendo lo que han hecho los que lo han precedido, el Gobierno salió
presuroso a echar la culpa de este presente a la gestión anterior. No es que no
le asista la razón: el brutal ajuste que Javier Milei viene implementando desde el 10 de diciembre
pasado es consecuencia de la herencia recibida.
Este nivel dramático de pobreza
limita las vidas de millones de personas a un nivel de
mera subsistencia.
Es verdad que, de no haberse puesto en práctica, hubiese sobrevenido una
ola hiperinflacionaria devastadora que hubiera arrojado números peores.
Felizmente, eso no ocurrió. Pero como no sucedió, la población no lo
experimentó. En cambio, lo que sí está sufriendo son las consecuencias de este
ajuste. Y lo que cuenta en la vivencia de cada uno es lo que le acontece y no
lo que le podría haber pasado. Javier Milei, primero, y todos sus funcionarios
después, deberían tener esto muy presente.
Lo que sí está claro es que para la próxima medición no habrá excusa:
ese guarismo reflejará el éxito o el fracaso del programa económico llevado
adelante por el Gobierno.
En su breve paso por Nueva York, tanto el Presidente como el ministro de
Economía, se llevaron una idea clara de las dudas que se generan entre quienes
apoyan decididamente sus objetivos. En las distintas reuniones que tuvo con
personas del mundo de las finanzas, Luis “Toto” Caputo escuchó palabras de apoyo, de aliento
y también de incertidumbre. Ahí le plantearon con crudeza los interrogantes que
generan el atraso cambiario, las dificultades para levantar el cepo y la
sustentabilidad política y social del programa económico que llevan adelante.
La conflictividad social y política representan problemas a los que los
eventuales inversores les prestan mucha atención.
Cuando, invitada por Mauricio Macri, Angela Merkel visitó el país en
2016, vino acompañada por un grupo de empresarios alemanes que, teniendo algún
interés en explorar la posibilidad de encarar emprendimientos en diversas
áreas, quisieron ver in situ cuál era el nivel de perdurabilidad de las medidas
promercado instrumentadas por aquel gobierno de Cambiemos. A esos empresarios
les bastaron dos días para darse cuenta de la incapacidad de la clase
dirigencial para sentar las bases de políticas estables y previsibles.
Conclusión: ninguno de ellos invirtió un peso en la Argentina. “Con Macri
coincidimos, pero no sabemos si será reelecto ni qué es lo viene después de
él”, comentó en esos días uno de aquellos hombres con contundencia y pena.
Lo mismo sucede ahora. De esto se habla mucho en los ámbitos
empresariales. Milei ha construido un personaje que produce fascinación. La tapa de The Wall Street Journal con su foto tomando el
martillo para tocar la campana de apertura de la rueda del lunes en la Bolsa de
Nueva York, lo demuestra. Pero con eso no alcanza para gobernar un país con las
dificultades que presenta la Argentina. Los vaivenes de la casta política y
sindical se encargan –con esmero– de mantener al país siempre a un paso del
abismo. Sostener un rumbo determinado con acuerdos extrapartidarios es una
misión imposible. Sin embargo, esas dificultades se potencian cuando el
internismo y los enfrentamientos se producen dentro del propio gobierno. Vale
la pena pues detenerse en la renuncia del ahora exministro de Salud Mario
Russo.
Milei ha construido un personaje
que fascina. Pero eso no alcanza para gobernar un país como la
Argentina.
El jueves por la noche el ministro presentó la renuncia. Una parte del Gobierno salió a decir que había sido por “motivos estrictamente personales” mientras que, otra facción, intentó instalar la versión de un supuesto hecho de corrupción que la propia Sandra Pettovello le habría confesado al papa Francisco en su visita a Roma. Al poco tiempo se dijo que, en realidad, esa versión la había soltado un empresario. El rumor, sin embargo, se extendió como un reguero de pólvora. Entrada la tarde del viernes ese relato se empezó a deshilachar. Lo primero que habría que preguntarse es: ¿qué habría ganado la ministra de Capital Humano llevando una historia semejante a la Santa Sede? Nada. Además, al menos tres fuentes gubernamentales confirmaron la buena sintonía entre Russo y Pettovello. En el entorno del exministro aseguran que la cartera de Salud ya venía loteada por hombres de Mario Lugones, el nuevo ministro cercano a Santiago Caputo, que había sido contratado al inicio de la gestión como asesor. El margen de acción real del ministro saliente era cada vez más acotado y su permanencia se hacía insostenible. El joven estrella del gobierno libertario ya le tenía el boleto picado y preparaba su desembarco en la cartera. Un detalle no menor: en el off the récord aseguran que, en realidad, Caputo intentó una doble carambola –voltear al ministro y desgastar a Pettovello–. La ministra de Capital Humano es la única –por fuera de Karina Milei y Santiago Caputo– que tiene una relación de amistad y predilección con el Presidente. Eso resulta intolerable para los guardianes del poder. Una frase surgida del entorno de Russo describe la situación a la perfección: “Cuando el organigrama oficial es tan diferente del informal resulta imposible mantenerse en pie”. Más claro, agua. De un lado resisten Guillermo Francos y Sandra Pettovello y del otro, la hermana presidencial y el joven Maravilla. La cintura política del ministro del Interior para mantenerse a salvo es extraordinaria.
Javier Milei debería ordenar esta situación antes que las
internas, los celos y las venganzas, terminen por llevarse puesto mucho más que
un ministro.
Contra la
resignación...
El «ajuste más grande de la historia»,
mencionado recurrentemente por el presidente Javier Milei, va horadando con
rapidez el nivel de vida de las grandes mayorías sociales. De allí que se
preanuncian diversas reacciones de los núcleos más perjudicados, quienes
avizoran con preocupación que su actual situación lejos está de mejorar, en
realidad, se prevé lo contrario.
© Escrito por Juan Carlos Junio, Dirigente Cooperativista, el lunes 24/09/2024 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
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