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martes, 29 de abril de 2025

La Iglesia de hoy es mejor... @dealgunamanera...

Un Papa cercano a la gente. La Iglesia de hoy es mejor…

Dibujo: Pablo Temes

En Roma hay mucho lío... lío del bueno. Los libros recordarán a Francisco como un Papa excepcional.

© Escrito por el Doctor Nelson Castro el sábado 26/04/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

El pontificado del papa Francisco comenzó pocos días después de su elección el 13 de marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI. Jorge Mario Bergoglio fue elegido durante un cónclave cargado de intrigas y emociones.

Todo, desde el primer momento, fue extraordinario. La primera votación en la tarde del 12 de marzo en la Capilla Sixtina tuvo un resultado llamativo: el arzobispo de Milán, Angelo Scola –señalado como favorito– había sido el más votado con treinta sufragios. Sin embargo, ese número fue menor al que efectivamente se esperaba. El segundo lugar, con 26 votos, resultó para Jorge Bergoglio. El resto de la historia ya es conocida. La fumata blanca sorprendió a los miles de asistentes que aguardaban con paciencia en la Plaza de San Pedro hasta que el cardenal Jean Louis Tauran anunció desde el balcón de la basílica homónima la decisión final con la clásica fórmula en latín: “Annuntio vobis Gaudium Magnum: Habemus Papam”. Como todos sabemos ya, el papado de Francisco duró hasta su fallecimiento el pasado 21 de abril, fecha que quedará grabada para siempre en mi carrera periodística y en mi vida.

Los libros recordarán a Francisco como un papa excepcional, muy lejos de la frialdad de los datos clásicos del párrafo precedente y las efemérides. Bergoglio –el hombre– se ha ganado a pulso y con acciones concretas el corazón de sus fieles, el de personas agnósticas y el respeto de los líderes religiosos de distintos credos alrededor del mundo. Será por mucho tiempo, el argentino más importante de la historia.

Hoy más que nunca Suscribite

El ejercicio de la profesión periodística señala la necesidad de tomar distancia de los hechos para alcanzar la tan declamada objetividad; ejercicio que –en la columna de este domingo– me pone un una verdadera encrucijada como periodista, como católico y como amigo de Francisco. Apelaré entonces a mi honestidad intelectual para narrarles lo que estoy viviendo aquí, desde Roma, en un entorno convulsionado. El pontificado de Francisco es y será mucho más grande de lo que podemos imaginar. Toda la ciudad está de cabeza. Hay lío, mucho lío… y del bueno. Es que Jorge Bergoglio ejerció su rol como conductor de la Iglesia de forma muy cercana a la gente. Se mezcló entre todos para predicar con el ejemplo. Supo guiar a su rebaño y enfrentar las presiones terribles del ala conservadora de la Iglesia. Dios sabe bien que no fueron pocas. Nadie debe olvidar que el Vaticano es un Estado y Francisco se condujo como un verdadero estadista. He visto a varios presidentes desfilando estos días para despedirlo, incluyendo diplomáticos y grandes comitivas. A Francisco no le sorprendería pero tampoco le quitaría el sueño ninguna ausencia de renombre.

Confieso que me llamó la atención la gran cantidad de jóvenes que han venido a darle su último adiós. Tuve la oportunidad de hablar con ellos y de muy variadas nacionalidades. La opinión y los motivos fueron unánimes; todos señalaron prácticamente lo mismo: su humildad, su honestidad, su preocupación y acción por los pobres, su interés y desvelo por los inmigrantes y su prédica a favor del cuidado del medio ambiente. Francisco también se interesó por los niños y adolescentes, les encomendó que salgan a la calle a revolucionar las diócesis y hoy ellos están aquí devolviéndole el mismo cariño.Todos aquí tienen una anécdota con su santidad. Enfermeros, ópticos, zapateros, mozos, dueños de pequeños y grandes comercios, habitantes de la ciudad y turistas que lo conocieron de paso y por casualidad en alguna de sus recorridas. El Papa no quería vivir ni predicar entre cuatro paredes. Su alma seguirá en estas calles para siempre.

Francisco llevó la Iglesia al mundo y, aunque todavía muchos le reprochan su visita trunca a la Argentina, su tarea está cumplida. Bergoglio –el hombre– ha cometido errores como cualquiera de nosotros. No quiso ser utilizado políticamente pero, al mismo tiempo, no lo evitó por completo. Lo dije públicamente en mis editoriales, y él –a pesar de escuchar mis críticas algunas veces muy duras– jamás me hizo un comentario al respecto en las más de veinte cartas que intercambiamos a lo largo de estos años.

El libro La salud de los papas ha catapultado mi nombre en estos días de duelo a lo largo del mundo. Muchos colegas han querido hablar conmigo por la singular entrevista que versa sobre su propia salud y que ha estado en boca de todos. El propio Francisco fue quien me pidió que todos los detalles se conserven en esas páginas y que no haga pública la grabación por radio o televisión hasta después de su muerte. Conocedor del medio, no quería que fuese editada. Así lo he hecho. Parte de lo que hoy soy como profesional y como persona se lo debo a él.

Estoy seguro de que el tiempo se encargará de darle su justo lugar en la historia. Es difícil saber si el futuro pontífice será un continuador de la labor de Francisco pero una cosa es indiscutible: la Iglesia de hoy es mejor que la de hace 12 años. Nuestra tarea será continuar su legado en cada metro cuadrado que pisemos. En casa, en la oficina, en nuestras familias. Su amor y su entrega nos guiarán a la eternidad.



domingo, 29 de diciembre de 2024

Divide y Reinarás - Animal indescifrable… @dealgunamanera...

 Divide y Reinarás - Animal indescifrable…


Duchampesco, Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes

Así llama al peronismo José Pepe Mujica. Por eso, el Presidente debería dejar de jugar con fuego frente a Cristina Kirchner.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 28/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

En la acepción cuarta de la definición de soberbia que aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua se lee: “Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas¨. La soberbia es el primero de los siete pecados capitales. Para muchos, la soberbia es el verdadero vicio más importante, porque las personas tienden a él. Es algo así como un deseo excesivo por ser preferido a otros, el amor desmedido por uno mismo y por creerse por encima de los demás.

En la concepción religiosa de esta conducta, se concibe a la soberbia como una conducta con la cual una persona está menospreciando no solo a Dios en su magisterio, sino también a los demás, es decir, al prójimo.

La euforia que, a causa de los números positivos de la macroeconomía, reina en el Gobierno, lo ha envuelto en el halo de la soberbia. La virtud capital que se opone a la soberbia es la humildad. La persona sabia es humilde. “Donde hay soberbia, habrá ignorancia; mas, donde hay humildad, habrá sabiduría”, es una frase atribuida al rey Salomón. La humildad es necesaria para saberse finito, seguir aprendiendo y evolucionando.

Impera en el gobierno un sentimiento de euforia excesiva. La principal causa para ello radica en los números de la macro y el guarismo de inflación que barrunta entre el 2 y el 3% mensual. Son cifras que parecen increíbles si se mira lo que sucedía hace algo más de un año en el bochornoso cierre del gobierno de los Fernández y Sergio Massa. Un gobierno que, en nombre de la defensa de los más necesitados, le dio rienda suelta a la maquinita de imprimir moneda, repartió plata a más no poder y hundió al país en una de las mayores crisis poniéndolo de rodillas a las puertas de una hiperinflación.

Populismo berreta. Es por eso que Donald Trump y su entorno se deshacen en elogios hacia el presidente de la Argentina. Le pese a quien le pese, Milei logró revertir esa historia y trajo algo de orden a las cuentas del país. Los medios especializados en economía más importantes del mundo se desviven por entrevistarlo. Economistas importantes y prestigiosos que eran escépticos acerca del plan económico propuesto por el líder libertario hoy reconocen su error y señalan los logros del actual gobierno.

Si el Presidente sucumbe a la tentación de la soberbia, se estará autoinflingiendo un severo daño cuyas consecuencias serán nocivas para la sociedad, que viene acompañando con un nivel de estoicismo y paciencia sorprendentes. La soberbia es un mal del poder.

Milei y su entorno creen que son lo más. “Se la creen”, como se dice en el lenguaje de la calle. Envalentonados, además, por las encuestas –que muestran niveles de aprobación que superan el 50%–, piensan que son los únicos y que no hay otra posibilidad que Mauricio Macri abdique ante las aspiraciones de supremacía que se exhiben desde la cúpula del poder.

Sin embargo, el expresidente resiste, aunque sabe que no puede perder este tren para que el país deje atrás al kirchnerismo de una vez por todas. La decisión de su primo de desdoblar las elecciones porteñas es una muestra de esa rebeldía hacia el poder. Pero también es una foto de la debilidad política del PRO en el territorio que lo vio nacer. Se ha encendido una luz anaranjada ante el avance de Karina Milei. Desacoplar las elecciones de las de nivel nacional es un intento desesperado por evitar el efecto arrastre de las primeras figuras de La Libertad Avanza que, seguramente, encabezarán las listas.

Lo que está ocurriendo en el radicalismo es también una muestra de la fascinación hipnótica que genera el Gobierno. Los llamados radicales con peluca se reunieron con Milei el pasado jueves en Balcarce 50. Un dato no menor y una enorme paradoja tiñeron la foto que provocó el estallido del partido radical. Esta vez los diputados Mariano Campero, Luis Picat y Martín Arjol –que habían sido expulsados por el Tribunal de Ética de la UCR luego de haber apoyado los vetos contra los jubilados y las universidades– no fueron los únicos ni los díscolos. Muy por el contrario, fueron acompañados por una parte creciente de sus compañeros de bloque, incluido el presidente de la bancada, Rodrigo de Loredo, que sonrió algo tenso para la cámara. La paradoja es que los propios radicales que se quejaban del destrato dispensado por el gobierno de Cambiemos, con Mauricio Macri a la cabeza, parecen dispuestos a volver a ser el “furgón de cola”, pero esta vez de La Libertad Avanza. Tabula rasa parecen haber pensado 13 de los 20 hombres del bloque que asistieron al encuentro.

Los más eufóricos se despacharon contra el presidente del partido, Martín Lousteau. “No importa lo que piense. Es un ególatra que está llevando a la UCR al precipicio. Desde hace bastante tiempo solo aparece en los últimos puestos de las encuestas de imagen, incluso por debajo de CFK y Kicillof”.  

Mientras tanto, en el Gobierno parecen hacer culto del divide y reinarás. A decir verdad, la oposición dialoguista se la está haciendo bastante fácil. En los últimos días –como se ha visto– sorprendió la foto con parte del radicalismo, pero, semanas atrás, ya se habían puesto la peluca conspicuos miembros del PRO mientras el propio Mauricio Macri trataba de aplicar un torniquete para detener la sangría.

En el Gobierno le abren las puertas de las fuerzas del cielo a quien quiera sumarse y colaborar, convencidos de que la polarización será con el kirchnerismo. Es tal la obsesión por vencer a CFK en las urnas que, aunque lo nieguen a viva voz, dejaron caer el proyecto de Ficha Limpia que le hubiera impedido a la exjefa ser candidata.

El Presidente debería dejar de jugar con fuego y recordar las palabras del exmandatario uruguayo José Pepe Mujica: “El peronismo es un animal que existe, es una mitología indescifrable que tiene el pueblo argentino. Siempre nos sorprende”.



 

domingo, 15 de diciembre de 2024

Clima de Conspiración - Ya nadie es intocable… @dealgunamanera...

 Clima de Conspiración - Ya nadie es intocable…

¡Viva la libertad, carajo! Edgardo Kueider. Dibujo: Pablo Temes

El caso del senador Kueider provocó papelones entre las fuerzas del cielo y la casta, tanto kirchnerista como del PRO.

Se lee en la primera línea de “Everness” –poema de Jorge Luis Borges– lo siguiente: “Sólo una cosa no hay: es el olvido”. Parafraseando el comienzo de ese conmovedor poema, bien se podría decir: “Sólo una cosa no hay en la política argentina: el aburrimiento”.  

Eso da marco con exactitud a lo acaecido en el Senado en la sesión especial del jueves pasado, en la que se aprobó la expulsión del senador Edgardo Kueider. La sucesión de irregularidades y contradicciones –la vicepresidenta presidiendo la sesión con el Presidente ausente, por lo cual en los hechos estaba a cargo del Poder Ejecutivo; la grave inobservancia del derecho de defensa del senador eyectado de su banca; las acusaciones cruzadas entre Javier Milei y Victoria Villarruel; la posterior actitud contradictoria de los senadores de La Libertad Avanza pidiendo la nulidad de la sesión y, por ende, la expulsión del legislador entrerriano que ellos habían votado favorablemente; los senadores de Unión por la Patria impulsando la destitución de Kueider y rechazando la suspensión de Oscar Parrilli, procesado por la firma del Memorándum del acuerdo con Irán, delinea con exactitud el nivel de degradación irrefrenable que sigue exhibiendo –con pocas excepciones– la dirigencia política vernácula... Que quede claro: la suerte de Kueider está echada: más tarde o más temprano, será expulsado inexorablemente del Senado. Pero eso no quita gravedad a lo ocurrido.

Por otra parte, los hechos del jueves demuestran que en el Gobierno no hay una noción real de las consecuencias nocivas que la pelea entre Milei y Villarruel le generan. Está claro que los puentes entre ellos dos están absolutamente dinamitados. La ausencia de la vice en el discurso que por el primer año de gobierno dio el Presidente el martes 10 por la Cadena Nacional de Radio y Televisión fue muestra de ello. El ruido que produjo esa ausencia era absolutamente evitable. Era cuestión de aplicar un poco –sólo un poco– de sentido común y lógica.

Milei no quería la sesión especial del Senado. Por eso, se la culpó a Villarruel por su impericia para evitarla. En verdad, la vicepresidenta no tenía cómo hacerlo. Por eso, en estas horas de tribulaciones, hay quienes especulan con la posibilidad de que el desaguisado institucional del jueves que pone en duda la validez de la sesión del Senado, haya sido generado ex profeso por la poderosísima secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, para anular o demorar la expulsión de Kueider. Como dice el proverbio, “Se non è vero, è ben trovato”.

Verdadero o no, lo cierto es que en este clima de conspiración permanente, todo puede ser verosímil. Lo que sí es absolutamente tangible es que el Gobierno carece de una estrategia para manejar asuntos tan delicados como éste.

Como se señala más arriba, la ecuación Kueider afuera y Parrilli adentro, también representa un bochorno. El senador Oscar Parrilli, procesado por el Memorándum de acuerdo entre la Argentina e Irán, por el atentado terrorista que voló la sede de la AMIA es la constatación de la doble moral –al fin y al cabo una inmoralidad– que está en la esencia del kirchnerismo.

Cristina Fernández de Kirchner aparece como la ganadora de este grotesco. Es una victoria pírrica de poco vuelo. Puede que haya ganado un voto más en el Senado, ya que quien va a reemplazar a Kueider es Stefanía Cora, una integrante de La Cámpora. Lo que CFK no dimensiona es el deterioro que la inmoralidad de mantener a alguien tan poco presentable y desprestigiado como Parrilli le acarrea. Sigue pensando que la sociedad no cambió en nada. Por eso la foto grotesca de una supuesta unión –inexistente en los hechos– entre ella, su hijo Máximo, Sergio Massa y Axel Kicillof es la de un tren fantasma. Es el pasado que vuelve. Ni CFK ni su cohorte se hacen cargo del desastre que fue su último gobierno. Fingen amnesia y, por las dudas, en esa imagen impostada había cierta distancia entre ellos y un acartonamiento supino. La real desconfianza que se tienen entre sí, no pudo ser disimulada por la lente de la cámara.

El otro evento cargado de significado contradictorio fue la asunción de CFK como presidente del PJ. El acto en la sede de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), en el que la exmandataria intentó reagrupar al peronismo rumbo a las elecciones legislativas de 2025 tuvo al gobernador Axel Kicillof como uno de los grandes ausentes. Tampoco hubo Marcha Peronista. La señora la desprecia, como despreció al partido durante toda su carrera política. Para matizar el encuentro, sonó la canción Fanático que Lali Espósito compuso en alusión a Javier Milei. En este caso, le sirvió de trampolín a CFK para impulsar las críticas al Gobierno.

Dijo que “la sociedad está aceptando un ajuste violento” y trató al jefe de Estado de “infantil y cholulo”. Está claro que no puede tolerar que un outsider de la política haya logrado bajar la inflación, ordenar las cuentas y, a pesar del ajuste brutal, conservar un buen caudal de imagen positiva. Los peronistas de pura cepa deberían haber tenido un poco de amor propio y evitar que la condenada los utilice políticamente una vez más. La explicación es corta y elocuente: no hay dentro del partido figuras de recambio.

En el otro extremo ideológico de la política, el PRO sigue haciendo agua. Un síntoma inequívoco de la pérdida de poder es la denuncia que recayó sobre Cristian Ritondo por departamentos y sociedades en el exterior sin declarar. Ya nadie es intocable. En el partido amarillo ven con buenos ojos la distancia de Villarruel con el primer mandatario, hay quienes ya piensan en darle asilo político si el vínculo institucional se rompiera.

Como broche de oro entre tantos papelones de la casta y de las fuerzas del cielo por igual, la Legislatura rechazó la posibilidad de sancionar ficha limpia en el ámbito de la Ciudad. Otra oportunidad perdida para elevar la calidad de la política doméstica.



lunes, 9 de diciembre de 2024

Siempre oficialistas... @dealgunamanera...

Siempre oficialistas...

Altri tempi. Álbum fotográfico. Kueider en ‘la mesa de los senadores héroes’ del 11 de septiembre. Fotografía: Cedoc.


El presidente debería recordar que un juez que adhiere al oficialismo siempre lo hará, no importa el color político.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 07/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El caso del senador Edgardo Kueider tiene aire de cosa repetida. La conclusión es simple: la corrupción política en nuestro país sigue vivita y coleando. El Congreso se ha convertido en una guarida para los corruptos. Casi un aguantadero. Eso no es nuevo.

No obstante, es menester no generalizar. Hay honestos. Sin embargo, lo que pervive no son sólo los deshonestos sino también los circuitos de la corrupción. Cuando Javier Milei llamó al Congreso “un nido de ratas” cometió el error de usar la descalificación. Debió, en cambio, haber usado la descripción y hablar concretamente de los nichos de corrupción que allí subsisten.

El impactante caso descubierto en la frontera, ha dado pie a una disputa entre Milei y Cristina Fernández de Kirchner por ver a quién se le debe cargar la responsabilidad de que Kueider sea senador. La respuesta es indubitable: esa responsabilidad es de la expresidenta. La boleta electoral con la foto suya y del senador es lapidaria. Dicho esto, lo que tampoco se puede negar, es que el senador había entrado en el grupo de los predilectos del Gobierno como consecuencia de haber votado positivamente la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos junto a su par Carlos “Camau” Espínola. Hay que recordar que el Presidente había tratado de “héroes” a los diputados que votaron a favor de la ley. Por carácter transitivo, Kueider estaba en esa categoría y estaba nominado a ser el presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, nada menos. Afortunadamente no ocurrió. 

El senador viajó a Paraguay los días 3 y 6 de marzo, 16 y 21 de junio y 13 de octubre. Su secretaria, Lara Guinsel Costa lo acompañó en cuatro de esos viajes. Hizo uno más –sola– el día 18 de junio. En total, los dos hicieron seis viajes.

En la investigación en curso se sabrá seguramente cuáles fueron los motivos de esos desplazamientos hacia el Paraguay compartidos con su subordinada. Algún día se sabrá qué pasó esta vez para que el senador fuera sometido a la revisión que evidentemente, nunca había ocurrido. ¿Alguien lo vendió? ¿Se trata, acaso, de un pase de facturas?

“Esa plata no es mía”, dijo el legislador. Fue lo mismo que dijo Guido Antonini Wilson cuando, el 4 de agosto de 2007, fue sorprendido con 790.550 dólares que llevaba en una de sus valijas por la entonces funcionaria de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) María del Luján Telpuk. Aquella plata se supo luego que era para la campaña presidencial de CFK. La otra reminiscencia nos lleva a José López y los bolsos con 5 millones de dólares en el monasterio de Nuestra Señora de Fátima en General Rodríguez. “Ese dinero no es mío” expresó el exsecretario de Obras Públicas de los tres primeros gobiernos kirchneristas hoy preso. Más tarde, luego de prestar declaración, atinó a decir que era plata de la política.

El caso Kueider pone otra vez en superficie el tema de la ficha limpia, algo de lo cual hay una enorme necesidad. Sin embargo, lo que se ve hasta hoy en los hechos es la escasa –o nula– voluntad del Presidente de enviar el nuevo proyecto prometido para el cual, como se recordará, se convocó al destacado abogado Alejandro Fargosi. No hay indicios de que este proyecto sea enviado para su tratamiento en el período de sesiones extraordinarias del Congreso. Tampoco se ve una acción decidida para acelerar el proceso de destitución del senador entrerriano. Quien tiene sí una sorprendente voluntad para forzar el desafuero del legislador, es CFK, quien no tuvo la misma actitud antes, considerando que él ya venía siendo cuestionado por sospechas de corrupción al momento de candidatearse.

Cabría preguntarse por qué la exvicepresidenta ignoró esos antecedentes a la hora de postularse. Por lo pronto, hay un dato clave para entender esta súbita preocupación por la decencia de “la condenada” por activar los mecanismos de destitución del senador. Es que, en caso de prosperar, su reemplazante sería Stefanía Cora, referente de La Cámpora. Créase o no, a CFK volvió a preocuparle la política. En realidad, lo que necesita es volver a contar con una masa crítica de votos –dentro y fuera del Congreso– que le permitan postularse como cabeza de lista y blindarse tras los fueros para gozar de impunidad.

Existe una cuestión de fondo que es la piedra fundamental para alargar la vida de este tipo de maniobras: los interminables tiempos de la Justicia. Sobran ejemplos a lo largo de la historia política reciente y, por si esto fuera poco, vale la pena recordar las palabras del juez de la Corte Suprema de Justicia, Juan Carlos Maqueda, quien ya se había expresado sobre la ratificación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner en la Causa Vialidad y la posibilidad de que sea el Máximo Tribunal el que defina la suerte de la expresidenta. “La Corte estudiará el caso en los tiempos correctos. Seguramente habrá un pronunciamiento en un tiempo prudencial”. ¿Cuál sería un tiempo prudencial? La respuesta es obvia. Veamos otro caso paradigmático: el expresidente Carlos Menem murió con una condena confirmada por la Cámara de Casación, pero sin que la Corte resolviera su caso y, por ende, sin que la pena empezara a hacerse efectiva. Más claro agua.

Se entiende, pues, el porqué de la necesidad de muchos expresidentes de nombrar jueces compulsivamente. Por este camino la calidad institucional no tiene oportunidad de mejorar y el caso de Javier Milei no es la excepción. La intención de nombrar al juez Ariel Lijo para ocupar un sillón en el Máximo Tribunal, es una muestra cabal de ello. El primer mandatario debería tener presente una de las mayores lecciones de la historia: un juez oficialista es oficialista siempre, más allá del color político. Lo que hoy se defiende con naturalidad, mañana sin dudas, cambiará.



domingo, 1 de diciembre de 2024

Ficha Limpia. Se impuso la casta… @dealgunamanera...

 Ficha Limpia. Se impuso la casta…

Ponga 10 centavos en la ranura. Dibujo: Pablo Temes

Una pregunta: ¿desde cuándo exigirles decencia a los candidatos puede ser usado con fines oscuros?

La corrupción avanza. Ese es el título que mejor define lo que sucedió en las primeras horas de la tarde del último jueves, en la Cámara de Diputados. En medio de un clima de crispación el proyecto de Ficha Limpia cayó por falta de quórum. Falta de quórum que se debió en gran parte, a la ausencia de ocho diputados libertarios. Hubo otras ausencias que también sorprendieron: José Núñez y José Chumpitaz del PRO –un tercero, José Tortoriello está enfermo– y Ricardo López Murphy. Emilio Monzó, por su parte, se movió durante el registro de asistencia.

El Gobierno intentó desentenderse de esto. Las argumentaciones que se dieron desde el Poder Ejecutivo fueron absolutamente no creíbles. Tan carentes de credibilidad fueron que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, tuvo que intentar disfrazar esa decisión diciendo que, en realidad, el Presidente estaba trabajando en una ley más amplia para evitar cualquier sospecha de que el proyecto que no se llegó a tratar, no se circunscribiera a Cristina Fernández de Kirchner (sic). De esta afirmación surge inmediatamente una pregunta pertinente: por qué, entonces, el Gobierno no lo comunicó antes y formuló una propuesta alternativa para ser discutida en el seno del oficialismo, y sus aliados y evitar tanto ida y vuelta. Por otra parte, todo el mundo sabe que Ficha Limpia fue y es una iniciativa de la sociedad civil que nació mucho antes de la condena a CFK.

Las explicaciones del vocero presidencial Manuel Adorni tampoco convencieron. “Vamos a impulsar el proyecto de Ficha Limpia cuando se use para el bien” –dijo Manuel Adorni (sic). ¿Qué significa eso? ¿Desde cuándo exigir decencia a los candidatos puede ser usado con fines oscuros? Según se informó, en diálogo con la diputada Silvia Lospennato, autora del proyecto –que tenía un solo artículo–, Javier Milei se comprometió a enviar el año que viene un nuevo proyecto de ley de Ficha Limpia para que sea tratado por el Congreso. ¿Por qué no lo hizo directamente este año?   

Además, la semana pasada, el proyecto se había caído porque había faltado sólo un diputado para alcanzar el quórum. Es decir que tanto el Gobierno como sus diputados estaban al tanto del tema. De hecho, el dictamen de mayoría de la propuesta presentada por la diputada Lospe-nnato contaba con el apoyo de diputados del PRO, La Libertad Avanza, la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica. ¿Qué hizo, entonces, que ocurriera semejante cambio de parecer por parte de los legisladores libertarios? Ni uno, ni dos ni tres, las ausencias fueron ocho. Categórico.

Claramente, se impuso la casta.

El peronismo se siente cómo en coquetear con el término proscripción. Le encanta victimizarse.

El peronismo azuzó la amenaza del desorden social y las protestas en caso de que la ley fuera sancionada. Cristina Fernández de Kirchner –la condenada, como ella misma, con toda propiedad se autodefine–, es la principal beneficiaria de esta circunstancia. ¿Significa eso que la ley estaba hecha a medida de la necesidad de evitar su candidatura? Ésta es una cantilena que se escucha desde el momento mismo que, en una sentencia irrefutable, se confirmó su culpabilidad en la causa Vialidad. La condenada sabe, además, que seguramente en el futuro habrá más sentencias que le serán adversas.

La novedad que traía el proyecto de Ficha Limpia es que establecía que una persona con una condena confirmada por una Cámara de Apelación no podría presentarse a ninguna elección. Cristina está en esa condición. ¿Equivale eso a decir que la ley está hecha específicamente a su medida para sacarla de la cancha? Definitivamente, no. Sólo una manipuladora puede hacer creer eso. El peronismo se siente siempre cómodo en coquetear con el término proscripción. Le encanta victimizarse y generar los ya desgastados operativos clamor para teñir con un dejo de épica todas sus supuestas hazañas. Lo mismo arguyó el expresidente Carlos Menem cuando fue condenado por la Justicia. Sólo la actitud propia de casta por parte del Senado y la lenidad de la Corte Suprema impidieron que esa sentencia se cumpliera.

La semana dejó otro frente de batalla abierto en el seno de la actividad económica. “No es contra nosotros, es con nosotros”. Esa fue la respuesta de la UIA al plantón del Gobierno en su 30° Conferencia industrial. La presencia de Toto Caputo estaba comprometida y sobre la marcha se había sumado Federico Sturzenegger. Todo fue en vano. El Presidente bajó línea inmediatamente; la orden fue muy clara: “Nadie pisará esa ceremonia”. En el Gobierno creen que los industriales no apoyan su plan macroeconómico y que presionan para revertir el atraso cambiario con más devaluación.  Un hombre de negocios intentó poner paños fríos: “Es una pelea de sordos. El enfrentamiento no le sirve a nadie. Necesitamos más diálogo y dejar de lado el látigo y el banquito”. En el Gobierno no abundan los grises. Como ya es sabido, el tridente del poder se siente cómodo en el conflicto. El problema se da cuando las formas toman cierto tinte autoritario. Es cierto que gran parte del empresariado argentino no deja de mirarse el ombligo pero, en el contexto actual, todos deberían estar empujando el carro y alejándose de la discordia. Milei tiene plena confianza en el rumbo de la economía y eso, en ocasiones, lo envalentona y termina cayendo preso de la soberbia. En los próximos días habrá un encuentro reducido entre ambas partes. No hay mucha expectativa, pero todos apuestan a una reconstrucción de la relación. Un industrial avisó: “Acercamiento sí, pero no estamos para que venga nadie a jugar a someternos”.

En el Gobierno exhiben como un triunfo la salida de Pablo Moyano de la CGT. A principios de la semana el hijo mayor de Hugo, redobló la apuesta y criticó a sus excompañeros. El resto de la Central sabe que no es momento de tensar la cuerda con un gobierno que logró bajar la inflación, terminar con el déficit fiscal y sostener la estabilidad cambiaría. Se acerca fin de año y las principales variables son favorables al Gobierno. El 2025 no será fácil. La gente, que viene haciendo un esfuerzo descomunal, tendrá la última palabra.




domingo, 17 de noviembre de 2024

 Algarabía oficialista…

"Let’s dance", Donald Trump y Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes.

Los libertarios festejan la caída de la inflación y la condena a CFK. Pero el salario sigue en el fondo del pozo.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 17/11/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Lo ocurrido en Mar-a-Lago, en la noche del jueves pasado, quedará en los anales. Nunca antes un presidente electo de los Estados Unidos había recibido a un presidente argentino. No solo eso: Javier Milei fue el primer mandatario extranjero con el que Donald Trump se encontró desde que fue electo por una mayoría abrumadora en las elecciones del 5 de noviembre.

La relación de afecto nacida entre ambos se extendió por carácter transitivo a todo su entorno y a sus más fanáticos seguidores. No es habitual que en esos círculos haya un conocimiento tan detallado y extendido de lo que hace un presidente argentino. Ni siquiera ocurrió algo así con Carlos Menem ni con Arturo Frondizi ni con Mauricio Macri, que fueron los presidentes argentinos que más estrechas relaciones tuvieron con las administraciones estadounidenses. West Palm Beach, el lugar en donde se encuentra la residencia de Mar-a-Lago, trae reminiscencias de otra cumbre presidencial histórica. Ocurrió cuando, en la Navidad de 1961, John Fitzgerald Kennedy recibió en su residencia a Arturo Frondizi, por quien sentía un profundo respeto. En aquella ocasión, el encuentro tuvo como tema excluyente el análisis de la situación en Cuba.

El nivel de popularidad que tiene Milei en la militancia trumpista es notable. La motosierra se ha convertido en un símbolo que encuentra emulación en la decisión del presidente electo en la designación de Elon Musk y de Vivek Ramaswamy para hacerse cargo del Departamento de Eficiencia Gubernamental. Serán los Federico Sturzenegger del nuevo gobierno.

No obstante esta corriente fervorosamente elogiosa hacia él, sería bueno que Milei hiciese una lectura adecuada de lo que, en términos prácticos, pudiera traducirse en acciones concretas por parte de Trump. Hay que recordar que, durante su primera presidencia, no hubo para Jair Bolsonaro, con quien la afinidad también fue muchísima, beneficios extraordinarios de parte de Trump. Como ya se expresó en esta columna, Mauricio Macri sí tuvo una ayuda muy concreta y crucial: el apoyo de los Estados Unidos que llevó al directorio del Fondo Monetario Internacional a aprobar los préstamos de magnitud nunca vistos antes que recibió la Argentina. Al respecto, hay que decir que la aspiración primigenia del ministro Luis Caputo es que ese apoyo se repita para poder acceder a un acuerdo que le permita llegar a obtener los dólares necesarios para poder levantar el cepo cmbiario. Esos dólares hoy faltan y eso crea un problema porque, más allá de las declaraciones tanto de Caputo como de Milei en las que tratan de minimizar su impacto, el cepo representa un obstáculo a las inversiones extranjeras que nuestro país tanto necesita.

El 2,7% de inflación de octubre fue la mejor carta de presentación que, al partir, Milei llevó a su reunión con Trump. En las recorridas periodísticas que se hicieron, la mayoría de los comerciantes de distintos rubros reconoció que las remarcaciones habían disminuido sensiblemente. Sin embargo, esta estabilidad –que no es uniforme– no redunda en un aumento del consumo. La razón es muy simple: la caída del salario. Muchas familias con un trabajo formal no logran esquivar la línea de la pobreza.

Por eso, el Presidente debería ser más prudente cuando habla de la recuperación de los ingresos. Ningún salario se ha acercado ni remotamente al nivel de inflación de este año, que ronda el 107%. Pudo haberse frenado la recesión pero aún queda un largo camino por recorrer para que la actividad económica despegue a niveles que generen un derrame que pueda ser percibido por la mayoría de la gente. “El Presidente es consciente del esfuerzo que está haciendo el pueblo argentino para poder acompañar las medidas que nos llevarán a estabilizar el país pero también sabe que a poco menos de un año de gestión los resultados obtenidos han sido superlativos. Nos decían que íbamos a durar tres meses y hoy estamos siendo reconocidos a nivel mundial”, se jactó un libertario de la primera hora.

Existe otro motivo para la algarabía oficialista. Es el pasado que vuelve y les recuerda a los argentinos lo peor de los veinte años de kirchnerismo. La Cámara de Casación Penal confirmó la condena contra Cristina Kirchner por el caso Vialidad a seis años de prisión y la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Aún le queda la opción de ir hasta la Corte Suprema, que no tiene un plazo temporal para resolver el caso. Por eso CFK no irá a prisión y, de no aprobarse el proyecto de ley de Ficha Limpia en el Congreso Nacional, podrá competir en las elecciones del año entrante.

Vale la pena hacer un paréntesis para desarticular la insostenible perorata de la expresidenta. Como buena oradora, Cristina intenta justificar todo lo que le sucede por un supuesto intento de proscripción y misoginia. “Como no me pueden pegar una piña, hacen lo que están haciendo desde Comodoro Py”, se la escuchó decir en su impostada aparición en territorio amigo luego de ratificada la condena. Sabe perfectamente que es el segundo tribunal que falla en el mismo sentido y que la maniobra de corrupción para desviar fondos del Estado en triangulación con Lázaro Baez a sus propias cuentas fue tan pero tan burda que no quedó la más mínima duda de aquel procedimiento.

No existe proscripción y, por si quedaran dudas, es bueno recordar que Ficha Limpia surgió hace varios años por iniciativa ciudadana. No podrán ser candidatos a cargos públicos quienes tengan una condena por corrupción contra el Estado ratificada por un tribunal de alzada. Es lógica pura y un intento por mejorar la calidad institucional y evitar que el Estado se convierta en un aguantadero para quienes se refugian en los fueros de manera indefinida para eludir la Justicia. Argentina se merece, de una vez por todas, un salto de calidad en su sistema democrático. Boleta única es ley. Ficha limpia es una deuda pendiente que ya debería quedar saldada.