"¿Vas a desenfundar?"
Del otro lado del cañón... Sabina Frederic. Dibujo: Pablo Temes.
Internas feroces en el oficialismo y en la oposición.
Pero no habrá novedades durante la cuarentena.
©
Escrito por Nelson Castro el Sábado 25 /07/2020 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Fue una
de las frases de la semana. La información acerca del tenso momento que se
vivió el miércoles durante la reunión encabezada por Axel Kicillof que tuvo
lugar en La Plata y de la que participaron la ministra de Seguridad de la
Nación, Sabina Frederic, su par de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni,
y un numeroso grupo de asesores produjo fuerte impacto. La frase, con la que la
ministra reaccionó ante la actitud intempestiva de Berni, quien, irritado por
causa de sus desacuerdos con Frederic, se puso de pie y en actitud desafiante
se quitó el barbijo para expresarle su reproche, reflejó la realidad de una
relación totalmente rota entre los dos.
“Pará
loco, calmate”, fue casi lo único que Kicillof en su lenguaje de dirigente
estudiantil atinó a decir en medio del azoro reinante en esa sala.
Después
de esto, ¿alguien cree que la cohabitación entre Frederic y Berni se puede
encauzar?
Lo
“notable” fue que, en vez de inquietarse por las consecuencias adversas que
sobre las políticas de seguridad –que, en verdad, no las hay– genera ese nivel
de enfrentamiento entre los dos ministerios, la preocupación de los
funcionarios provinciales y del kirchnersimo pasó por averiguar quién fue el
responsable de la filtración (sic). Desde la cercanía del gobernador dan por
sentado que el albertismo fue quien dejó trascender a la prensa el entredicho,
que luego fue ratificado por Berni ante los medios. Como se ve, el “desamor”
reina.
El
caso del ministro de Seguridad es bien curioso. Su perfil no encaja para nada
en los preceptos ideológicos del kirchnerismo puro. Es más, sus definiciones y
conceptos sobre la inseguridad y su circunstancia lo emparentan mucho más
con la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que con los militantes
devenidos funcionarios que abrevan en las fuentes K. Ese amén poco entendible
tiene una razón: Cristina Fernández de Kirchner lo sostiene.
El
reclamo por un refuerzo en la seguridad es compartido por los intendentes tanto
de la oposición como del oficialismo. Mario Secco, de Ensenada –un kirchnerista
de paladar negro–, mantuvo un fuerte cruce con Berni, en el marco de un
encuentro con intendentes de la tercera sección electoral. A pesar de la
desmentida de ambos, por los pasillos de la gobernación se habló de una
discusión que llegó hasta el límite de un cruce físico. El reclamo consistía en
una ayuda de la Provincia para contrarrestar el incremento de la inseguridad.
“Quiero
que el gobierno provincial y el nacional me den un mimo ahora que tenemos un
gobierno nacional y popular”, admitió Secco en declaraciones periodísticas. El
trasfondo de la pelea sería la quita de treinta efectivos de la Bonaerense que
prestaban servicio en el distrito, y que de un día para el otro fueron
retirados.
Desde
el entorno de Secco admiten que el encuentro con Berni fue “muy tenso”, aunque
mostraron mayor preocupación por el “filtrado” de la información. Las sospechas
apuntan a Gastón Granados, intendente interino de Ezeiza, quien se encuentra en
el cargo en reemplazo de su padre, Alejandro Granados, ex ministro de Seguridad
durante la penosa gestión de Daniel Scioli, quien se encuentra recluido en la
Patagonia ante la amenaza del Covid-19. Es bien sabido que Granados no comulga
con el kirchnerismo.
Una
vez más, las internas de la coalición gobernante al rojo vivo. Mientras tanto,
el conurbano bonaerense es un Kosovo infinito. Nada le falta, como lo demuestra
el episodio protagonizado por el intendente de José C. Paz, Mario Ishii,
aludiendo a los que venden drogas.
¿Alguien cree que la cohabitación entre Berni y Frederic
se puede encauzar?
Desde
Provincia respaldan a Berni y no hablan de reemplazantes –en verdad no lo
tienen–, aunque admiten que es un díscolo.
Cuando
el río suena… Los meses pasan, la cuarentena sigue y la gestión no aparece. “No
creo en los planes”, dijo el Dr. Fernández en el reportaje que le concedió al
Financial Times. Fue un sincericidio absolutamente innecesario. Consciente de
su error, el Presidente trató de enmendarlo el jueves cuando criticó a los que
“andan renegando” y dicen que el Gobierno no tiene un plan económico, señalando
que el programa ATP fue “planificado desde el primer día, para que la pandemia
no arrastre a empresas y sus trabajadores”.
Mal
que le pese al jefe de Estado, el manejo de la larga cuarentena muestra una
significativa falta de planificación para encarar sus consecuencias
psicológicas, sociológicas y económicas. A pesar del Programa de Asistencia al
Trabajo y a la Producción (ATP), en la ciudad de Buenos Aires ya cerraron
definitivamente 25 mil pymes y en la Provincia, 45 mil.
Una
norma no escrita de la política dice que, cuando un funcionario debe ser
respaldado por el Presidente –o, en este caso, por la vicepresidenta– es porque
su situación es tambaleante. Es lo que le sucede al ministro de Economía,
Martín Guzmán. La posibilidad de que sea desplazado de su cargo una vez que se
cierren la renegociación de la deuda sigue rondando por los pasillos del
ministerio, de la Casa Rosada y de la quinta de Olivos.
Nada
ocurrirá durante la cuarentena. Los cambios del Gabinete serán para después.
Para el Presidente, esta circunstancia representa un problema doble porque,
como es sabido, su poder para imponer nombramientos está menguado. Eso ya se lo
vio con el reemplazo de Alejandro Vanoli en la Anses.
Claro
que las internas no son exclusivas del oficialismo. También las hay en la
oposición y son crecientes. Y un rasgo que comparte Mauricio Macri con
integrantes de este gobierno es su falta de autocrítica.
Hablando
de Macri, algo que Alberto Fernández no aprendió de los errores cometidos por
el ex presidente durante su administración es que la atomización del Ministerio
de Economía complica seriamente la gestión y la puesta en marcha de cualquier
plan en caso de que lo hubiere. La ausencia de planes es otra de las carencias
que asemejan a los dos gobiernos.
Uno de
los ministerios apetecidos por el kirchnerismo es el de Desarrollo Social.
Daniel
Arroyo enfrenta una interna de intensidad variable con la titular del Consejo
Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, que se
suma a las dificultades de tener una cartera loteada.
Todo
lo que sea “caja”, es decir plata, es prioridad K. Nada que sorprenda.