Día 660: Milei, miente,
miente, y nada de lo tuyo quedará…
Tras la derrota militar
de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Núremberg
y la política activa de derechos humanos de la comunidad internacional, se
puede decir que, durante la segunda mitad del siglo XX y el principio del siglo
XXI, no quedó nada de Goebbels y sus mentiras. Inclusive ahora, durante el auge
de la extrema derecha, este tipo de organizaciones tiene que esconder sus
vínculos con las ideas nazis, como sucede con Alternativa por Alemania.
En el caso de Javier Milei, salvando las enormes distancias, sí es
cierto que podemos hacer un paralelismo en la utilización permanente de la
mentira como herramienta de construcción de sentido. Al igual que Goebbels,
Milei, si sigue mintiendo y mintiendo como lo hace, no quedará nada de la
hegemonía que supo construir y que se empieza a desmoronar por todos lados.
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A diferencia del
siniestro Goebbels es probable que el presidente padezca mitomanía y precise
mentirse a sí mismo creyendo lo que dice. Desarrollaremos en profundidad ese
desorden mental en esta columna que permite explicar, por ejemplo, por qué dice “sacamos
a 12 millones de personas de la pobreza”, entre otras. Pero primero vayamos
a algunas evidencias.
Tras naturalizar como
sociedad las terribles inconsistencias y mentiras de Milei, la caída de José
Luis Espert, quién nos mintió abiertamente en reiteradas ocasiones, hizo
notar más las mentiras del propio Milei y después de sintetizarlas,
explicaremos cómo se encuadra en lo que se denomina efecto Baader
Meinhof. Espert dijo primero que no tenía relación con Fred Machado,
que solo le había aceptado una vez un vuelo para presentar el libro. Luego,
dijo que en realidad voló 35 veces a diferentes lugares. Luego, dijo que lo del
pago de los 200 mil dólares era una “operación de
Grabois” y que no había pruebas, era solo un papel de una contabilidad
paralela.
Luego, cuando apareció
el documento del Bank of America con la transferencia que
había cobrado de una empresa minera que no era de Machado, luego que si era de
Machado. Siguiendo a eso, dijo que sí había estado en la pileta de Machado.
Desde el 2021 venía diciendo que no tenía ninguna relación con este narcotraficante
y llegamos en 2025 a que estuvo en su pileta, viajó con él en 35 vuelos,
recibió dinero de su empresa y todo lo que nos falta por descubrir.
De hecho, hace minutos
un par de horas habló Machado en Radio Rivadavia y reconoció
haberle “hecho un aporte de campaña a Espert por 200 mil dólares”. El acusado
de narcotráfico recordó de la siguiente manera el pedido de Espert y cito
textualmente: “¿Che, no me podés hacer un aporte monetario porque
estamos en bolas?”.
El efecto Espert, el
efecto del descubrimiento de una cadena de mentiras, nos hace ver las mentiras
de todo el Gobierno en genera y del presidente en particular. De hecho, este
fenómeno tiene un nombre. El efecto Baader-Meinhof, también conocido como ilusión
de frecuencia o sesgo de recurrencia, es un fenómeno cognitivo fascinante:
ocurre cuando se aprende algo nuevo —una palabra, una idea, una persona, un
símbolo— y, de pronto, esto se empieza a ver por todos lados.
No es que antes no
existiera, sino que la atención ahora está entrenada para detectarlo. El
cerebro, que no puede procesar todo lo que percibe, filtra la realidad
constantemente; al aparecer algo nuevo que considera relevante, lo marca como
importante y comienza a priorizarlo.
El nombre
“Baader-Meinhof” viene de un caso curioso. En 1994, un lector del diario St.
Paul Pioneer Press escribió al periódico contando que había escuchado mencionar
por primera vez a la organización terrorista alemana Baader-Meinhof. Y luego,
en cuestión de días, el nombre volvió a aparecer en todos lados. A partir de
ahí, los psicólogos adoptaron el término popular para describir ese tipo de
experiencia.
Las mentiras e
inconsistencias de este Gobierno estuvieron ahí, pero ahora hay mucha más
pregnancia para procesarlas y desarticularlas. Vamos a hacer un racconto de
algunas de las veces en las que Milei nos dijo una cosa y luego lo contrario.
Realmente es impactante.
Algo que no es tan
conocido es su cambio de opinión del kirchnerismo. En 2019, en una entrevista
en Canal 26, Milei dijo: "Esto te va a sorprender, pero
en términos históricos, Cristina Fernández de Kirchner es la mujer más
importante en la historia de la política argentina. Fue dos veces
presidente". En esa ocasión habló del entonces mandatario Alberto
Fernández y sostuvo: "Tengo una excelente opinión acerca del Presidente.
Es muy inteligente y extremadamente pragmático, digno de todo peronista".
Con los
propios también tuvo esa actitud. Recordemos los cambios de opinión sobre Patricia
Bullrich ya no en años, si no en semanas. "Sigue siendo una
montonera tirabombas que tiene las manos manchadas de sangre", dijo antes
de las elecciones generales de octubre del 2023. Luego, antes del balotaje,
declaró: "Bullrich ha sido exitosa combatiendo la seguridad. La tenemos
que llamar".
¿Entienden
que entre que Milei dijo que era una terrorista con las manos manchadas de
sangre y que había que incorporarla al Gobierno porque había sido una buena
ministra de Seguridad pasaron tres meses?
El
ministro Luis Caputo también fue objeto de polémica entre
Milei del pasado y el Milei del presente. "Caputó se fumó 15 mil millones
de dólares irresponsablemente", dijo el Presidente en 2018. EN la
actualidad, lo define como “el mejor ministro de economía de la historia”.
Increíble como no se ruboriza. Puede decir una cosa y lo contrario.
Recientemente
las redes se llenaron de comparaciones entre lo que Milei decía de su nuevo
candidato bonaerense Diego Santilli y lo que dice ahora.
"El chanta de Santilli es un pésimo candidato", dijo en 2023. Ahora,
lo describe como "alguien que sabe de seguridad" y que "ya ganó
en la provincia de Buenos Aires".
El
Presidente también mintió sobre los planes de dolarización antes de la campaña. "Hoy
es factible dolarizar. Podríamos hacer transacciones en dólares", dijo
en una entrevista con Alejandro Fantino en 2023. Se podía
dolarizar con el dólar a 320 pesos. Tenía un acuerdo para hacerlo en el que le
iban a dar 10 mil millones de dólares, ya estaba todo arreglado. Luego, Milei
asume y no hace nada de todo esto, de hecho, hizo una enorme devaluación de 118%.
¿Qué pasó con que se podía dolarizar con el dólar a 320 pesos?
Realmente
es increíble que todo este material haya estado publicado y hasta hace poco
tiempo a una importante cantidad de la población no le haya bastado para tratar
de comprender la cantidad de mentiras. Para tratar de entender esto hay que
tomarlo desde las ciencias políticas, la psicología y otras teorías
trasversales a varias disciplinas.
En La
mentira en política (1971), Hannah Arendt analiza
cómo la falsificación deliberada de la realidad se volvió una herramienta
estructural del poder moderno. A partir del caso de los Papeles del
Pentágono, muestra cómo los gobiernos fabrican “mundos ficticios” para
sostener su narrativa, y advierte que el mayor peligro no es la mentira misma,
sino la erosión de la verdad como base del juicio público y de la vida política
democrática.
Es decir,
las constantes mentiras de los políticos no solo destruyen su credibilidad, si
no que en algún punto destruyen el propio concepto de verdad. En ese sentido,
se puede analizar como el auge del posmodernismo, el cuestionamiento a los
grandes relatos y la post verdad son la causa de personajes como Milei.
Evidentemente fue avanzando un cinismo base en la sociedad en la que la mentira
es tolerada.
Ahora, Milei
en particular no es como cualquier político mentiroso. Realmente puede
decir cualquier cosa y lo contrario en cuestión de meses con la misma
vehemencia y emoción. De defender el kirchnerismo a los insultos a atacarlo a
los gritos. La misma emoción con un contenido antagónico. Nosotros no podemos
diagnosticar porque no tenemos matricula de psicólogo o psiquiatra, pero reúne
las condiciones de un mitómano.
La
mitomanía es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia patológica
a mentir de forma compulsiva o sistemática. El término fue introducido
por Ernest Dupré en 1905 para describir a individuos que
mienten no por beneficio inmediato, sino por una necesidad interna de fabular o
deformar la realidad. Según Dupré, el mitómano no busca engañar para obtener
ventajas, sino para sostener una identidad idealizada o escapar de una realidad
que le resulta insoportable.
Sigmund
Freud interpretó
el fenómeno como una expresión del deseo inconsciente: la mentira sería una
forma de “cumplimiento del deseo” donde el sujeto transforma
su frustración en relato. En esta línea, la mitomanía se vincula con mecanismos
de defensa como la negación y la proyección.
Por su
parte, Jean Bergeret y Jacques Lacan abordaron
la mitomanía como un síntoma del narcisismo patológico: el mentiroso crea una
versión mejorada de sí mismo para sostener una frágil estructura del yo. Lacan
señaló que el mitómano “miente para existir en la mirada del Otro”, es decir,
su mentira no busca solo convencer, sino ser reconocida como verdad por los
demás.
Autores
contemporáneos como Paul Ekman y Robert Feldman diferencian
la mentira común, instrumental y consciente, de la mitomanía, donde el sujeto
llega a creer en sus propias invenciones. En este sentido, la mitomanía no es
solo una conducta, sino una distorsión persistente del vínculo con la verdad,
que puede aparecer en contextos neuróticos, narcisistas o incluso psicopáticos.
Entre el
mentiroso instrumental y el mitómano hay un territorio ambiguo, donde la
mentira deja de ser solo una herramienta y empieza a convertirse en una forma
de habitar el mundo. Este “mentiroso intermedio” no miente por
compulsión total ni por cálculo frío, sino para mantener en pie una identidad
frágil. Paul Ekman lo describe como alguien que empieza
creyendo sus propias mentiras para reducir la disonancia cognitiva entre lo que
dice y lo que hace. De a poco, su mentira se vuelve una especie de refugio
narrativo: una historia que lo protege del fracaso, de la vergüenza o de la
falta de amor.
Robert
Feldman lo
llama self-deceiver (o autoengañador en su traducción al
español): no busca manipular, sino sostener su autoestima en contextos donde la
verdad lo dejaría desnudo. En este nivel, la mentira funciona como una prótesis
emocional: repara lo que el yo no puede tolerar.
Lacan
diría que el sujeto no miente “a” los otros, sino “a través” de los otros,
intentando que su ficción sea reconocida como verdad. Y Bergeret advierte que
en estas personalidades narcisistas compensatorias el límite entre la verdad y
la invención se vuelve maleable, según la necesidad de conservar una imagen
consistente ante los demás.
En
términos clínicos, este tipo de mentiroso representa la frontera viva entre el
narcisismo funcional y la mitomanía estructural: no ha perdido el
contacto con la realidad, pero necesita deformarla para sobrevivir en ella. Probablemente
nuestro Presidente esté más cerca de este caso, aunque esto lo decimos para
tratar de analizar la situación política, sin tener los elementos para un
diagnóstico, pero es necesario dotarnos de algunas herramientas de la
psicología porque el peso de personalidades como las de Milei en las
situaciones políticas es determinante.
Milei ayer que cantaba en el Movistar Arena estaba en plena deformación de la realidad. Mientras su gobierno se desmorona y está asediado por varios frentes, se dedica a festejar nadie sabe que de una manera patética.
Pinocho, de Carlo
Collodi, cuenta la historia de una marioneta de madera tallada por Gepetto,
un carpintero pobre que sueña con tener un hijo. Un hada azul da vida a Pinocho
y le promete que podrá convertirse en un niño de verdad si demuestra ser bueno,
valiente y sincero. Sin embargo, su curiosidad y desobediencia lo llevan por
caminos peligrosos: se une a malos compañeros, cae en trampas y cada vez que
miente, su nariz crece.
A lo
largo de sus aventuras, donde es engañado por el Gato y el Zorro, convertido en
burro y tragado por una ballena, Pinocho aprende a distinguir entre el placer
inmediato y la responsabilidad. Cuando finalmente arriesga su vida para salvar
a Gepetto, el hada lo recompensa transformándolo en un niño real.
Para
vivir en la misma realidad que todos nosotros, Milei debe enfrentar lo mismo
que Pinocho, su tendencia a la satisfacción inmediata creando una realidad
paralela en la que el país es un éxito económico y su Gobierno “el mejor de la
historia”. Milei debe enfrentar la realidad y trabajar codo a codo con el resto
de los sectores políticos y productivos del país para estabilizar la terrible
situación en la que estamos.
Es
probable que la suerte de su Gobierno esté echada y no haya más libertarios en
el próximo periodo presidencial, pero un presidente alejado de la realidad nos
puede hacer mucho daño. Hay que poder construir una transición ordenada hacia
la siguiente etapa política de la Argentina.
Producción
de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi
TV / LT