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viernes, 18 de octubre de 2024

Reescribir la historia… @dealgunamanera...

Reescribir la historia…

Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

Los libertarios vivieron una semana de euforia, pero no deben minimizar el riesgo de fomentar tanto la división.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 12/10/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Fue una victoria pírrica. El Gobierno tuvo que transpirar la camiseta para evitar que la Cámara de Diputados rechazara y revirtiera el veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario. Lo mismo pasó con la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, y con el veto a la Ley de

Reforma de la Fórmula de Cálculo de los Haberes Jubilatorios. En todos los casos, el Gobierno debió echar mano a algo que en la retórica y en el pensamiento del Presidente y su círculo áulico, se desprecia y se aborrece: la negociación política. De no haber pasado, ninguno de esos tres éxitos legislativos hubiesen ocurrido.

Surge de esos tres episodios la confirmación de un rol clave por parte de Mauricio Macri, cosa que los libertarios también hubieran preferido evitar. Sin la participación decisiva del ingeniero, los dos vetos hubieran caído y tampoco habría habido Ley “Bases”. Consciente de esto, el expresidente ya avisó a su propia tropa y a los ajenos, que es la última vez que le da un cheque en blanco al oficialismo. En adelante, todo se deberá negociar, es decir que, cada uno de los proyectos que se discutan con el Gobierno deberán tener en cuenta los puntos de vista –y exigencias–  que el PRO proponga. Se acabó la pasividad. Es un decir: “hasta acá llegamos” que expresa el nivel de fastidio de Macri quien, hasta aquí, se ha sentido usado. Ya se sabe que, por ahora, no hay ninguna posibilidad de fusión entre el PRO y LLA. Hay una diferencia muy fuerte entre el expresidente y Milei. Macri aboga por el diálogo con los sectores afines de la política. Milei y su entorno, en cambio, no. Desprecian esa herramienta. Ese es un problema grande. Si bien, tras lo ocurrido en la Cámara de Diputados con los dos vetos, las acciones de Cristian Ritondo y Diego Santilli van en ascenso, a fin de posicionarse como interlocutores directos del PRO con el Gobierno, nadie sabe hasta dónde llegan.

Argentina necesita verdaderos estadistas capaces de gobernar para todo un país sin sembrar la discordia.

En lo concreto, el próximo hecho que requerirá de negociación será el proyecto de ley del presupuesto. Ahí se va a necesitar también muñeca política. Sin el apoyo de los sectores dialoguistas de la oposición –con el PRO a la cabeza–, la aprobación del presupuesto será una quimera. “No es momento de festejar nada, pero sí es hora de hacer valer nuestro apoyo. El Presidente debe entender que gobernar en soledad, no es posible e implica un desgaste de su figura que se sentirá más pronto que tarde” –aseguró uno de los protagonistas del equipo amarillo. Otro detalle no menor al respecto: el kirchnerismo viene fogoneando un rechazo al proyecto. Tal vez haya olvidado que en el 2010, año en que la oposición lo dejó sin presupuesto, gobernó con amplia comodidad disponiendo de la caja a su antojo y sin control. Por lo tanto, la oposición debería repensar cuán funcional o conveniente resulta su idea de dejar al Gobierno sin esa herramienta. En parte del peronismo, la UCR, todo el kirchnerismo y la izquierda, todavía se frotan las manos por los resultados de la marcha universitaria. Deberían dejar de lado la idea siempre presente de ganar la calle frente a un gobierno que, aún con sus dificultades, sigue marcando la agenda. Milei ha demostrado ser un hombre de acción, y sin una oposición seria seguirá avanzando a paso firme.

En el Gobierno se vive un momento de manifiesta euforia. El 3,5% que arrojó el de Precios al Consumidor (IPC) se recibió con una alegría que, en algunos casos, fue desbordante. Perforar el 4% se había transformado en una especie de obsesión dentro del equipo económico. Dólar y riesgo-país a la baja, y un blanqueo que supera con creces el guarismo alcanzado por el que se vivió durante la presidencia de Macri. El oficialismo no debería confundirse ni engolosinarse con esto. Cuando la gente va al supermercado o al almacén de barrio, lo que vive nada tiene que ver con la euforia. Lo que abunda allí es la penuria. Eso es lo que padecen quienes hacen malabares para comprar leche, pan, fideos, arroz, huevos, algo de carne, verduras y frutas. Todo parece un lujo. Los bolsillos siguen flacos, porque los salarios no llegan a cubrir las necesidades básicas de la mayoría de la gente. Sin reactivación de la actividad económica esto seguirá siendo así.

Ante un nuevo escenario

Mientras tanto, la confrontación no para. El acto en el CCK demuestra que el Gobierno está lanzado a la campaña electoral, dentro de una estrategia que tiene como objetivo marcar la agenda para así mantener la centralidad política.

A eso ha comenzado a dedicarse con todo ímpetu Karina Milei, quien está dando pasos concretos en el armado de su plan que tiene, como uno de sus objetivos, dar la batalla cultural. Por eso lo de ayer en el CCK sumado a la sorpresiva y súbita revalorización de Tecnópolis que, hasta hace un tiempo tenía destinos de motosierra. Los libertarios han demostrado ser pragmáticos en la reconstrucción de su propio relato. Al igual que en tiempos del kirchnerismo, pero con ideología opuesta, la obsesión por reescribir la historia está siempre presente. Los riesgos de esta conducta –al igual que aquella del pasado reciente–, tienen que ver con los vaivenes abruptos que terminarán por agrandar la grieta. Para dar esa batalla cultural enfocada en el cambio, en el Gobierno –hasta el momento– apuestan a seguir profundizando la división. En esto demuestran no haber aprendido una de las pocas virtudes que dejó el menemismo: la unidad por sobre todas las cosas.

Argentina necesita de una vez por todas verdaderos estadistas capaces de gobernar para todo un país sin sembrar la discordia entre los argentinos. El tiempo dirá si Javier Milei tiene la capacidad de serenarse para pacificar un país, que ya camina cansado entre tantas disputas ideológicas.





 



lunes, 22 de mayo de 2023

Ingratitudes y traiciones… @dealgunamaneraok...

 Ingratitudes y traiciones…

Hasta que rompa el hervor. Ilustración: Pablo Temes

La campaña genera demasiadas preguntas ante una realidad dura que no ofrece respuestas al ciudadanía.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/05/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Tenemos que entrar en el ballottage”, fue la frase con la que Cristina Fernández de Kirchner reconoció la posición de debilidad en la que se encuentra el Frente de Todos contra Todos. Y, al hacerlo, confirmó implícitamente la razón por la que decidió no presentarse como candidata a la Presidencia en las elecciones de octubre próximo: el objetivo del oficialismo ya no es ganar. 

“Se bajó, porque no le dan los números y encima está molesta porque siente que todos en el peronismo están tratando de exprimir hasta la última gota del limón” –dijo un dirigente que la conoce bien y agregó: no puede seguir cobijando al movimiento detrás de su pollera, más aún cuando siente que nadie, pero nadie, se jugó por ella en estos cuatro años para el olvido”. Ella sabe que el FdT se encamina a perder. Sabe también que no hay magia posible que pueda revertir la debacle económica que castiga a los sectores más pobres de la sociedad, a los que la vicepresidenta dice cuidar. 

La aparición televisiva de CFK en C5N, en lo que quiso disfrazarse de una entrevista a la que ella manejó en todo momento y con total comodidad, generó mucha atención mediática, a la vez que careció de peso político. La expresidenta en funciones ha perdido poder. Es el resultado obvio de una gestión gubernamental catastrófica de la que, por más relato que haya, no se puede despegar. Alberto Fernández es a quien ella designó como candidato hace cuatro años. Sergio Massa es ministro de Economía porque ella lo decidió y dio su visto bueno. 


Lo más notable de las apariciones y manifestaciones públicas de CFK es que generan un zafarrancho interno que hacen más compleja la complicada situación interna del FdT. Viene el tiempo de los hijos de la generación diezmada, dijo, y mencionó a su hijo Máximo –cuya relevancia deviene del hecho de ser su hijo y ninguna otra cosa más– a Eduardo “Wado” de Pedro y a Andrés Larroque. 

La pobreza de ese elenco habla a las claras de la falta de visión política de CFK, y a la ausencia de figuras con llegada real al electorado. Es lo que le ocurre cada vez que se siente arrinconada. Nada que sorprenda. Esa falta de visión política y esa angurria de poder y plata del matrimonio político que constituyó con Néstor Kirchner, está en la base del fracaso del proyecto que intentó imponer el kirchnerismo.

No fue precisamente un tono de alegría el que utilizó el ministro Massa en su perorata del viernes pasado, para fustigar a quienes pretenden competirle en la interna. El exintendente de Tigre estaba exultante con el elogio que le prodigó CFK cuando dijo que “había agarrado una papa caliente”. Sin embargo, no lo incluyó dentro de la lista de posibles presidenciables. No es un dato menor. El efecto “humo” de toda la gestión de Massa se va diluyendo día tras día. Se hace un despliegue sobreactuado de reuniones, declaraciones y medidas que tiene efectos escasos o directamente nulos. Claro ejemplo fue lo que pasó a comienzos de la semana con las inspecciones a los que importan frutas y verduras en el Mercado Central, cuando una veintena de camionetas con agentes de la AFIP y de la Aduana ingresaron en medio de un gran aspaviento para controlar tan sólo diez puestos de venta de verduras y frutas. 


Tamaño despliegue no hizo más que espantar a los compradores, lo que generó un enorme perjuicio a la mayoría de los puesteros que viven al día. Si esa es la metodología con la que el Gobierno pretende controlar o hacer bajar la inflación, el fracaso está asegurado. Pero hay otro motivo determinante para que la vice en funciones no termine de bendecir al superministro. Cristina Fernández no confía en Sergio Massa. Sabe que si colabora para sentarlo en el sillón de Rivadavia, finalmente la traicionará. La soledad del poder abraza a la líder del Frente de Todos como nunca antes. Son horas aciagas que deberá transitar. Ni siquiera la promocionada marcha del 25 de Mayo podrá llenar ese vacío. 


La misma sensación de ingratitud cubre a varios de los soldados del PRO. La brutalidad de la interna no cesa y sigue minando las posibilidades de No tan Juntos por el Cambio de volver al poder. Todos en la coalición opositora siguen con atención las desventuras de los miembros del equipo amarillo un poco por preocupación y mucho de oportunismo y sarcasmo. La Unión Cívica Radical espera su momento como si semejante revuelo no afectara las chances del conjunto. 


Ya no se trata de la pelea en la Ciudad donde Jorge Macri dio a entender que no aceptaría un resultado negativo de las encuestas que propusieron para dirimir entre su candidatura y la del ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. ¿Para qué tanto revuelo entonces? ¿El primo Jorge tiene tanto miedo a perder?


También en la provincia de Buenos Aires el desenlace será áspero y abierto. Patricia Bullrich eligió al intendente de Lanús, Néstor Grindetti como su delfín. Por estas horas en el entorno de Diego Santilli se preguntan si no hubiera sido mejor ir por la vía del acuerdo. Demasiadas preguntas, para una realidad dura que no ofrece respuestas al ciudadano de a pie. 




   

domingo, 19 de febrero de 2023

Cristina siempre insiste… dealgunamaneraok...

 Cristina siempre insiste…

Ella está. Cristina Fernández de Kirchner. Dibujo: Pablo Temes.

El Frente de Todos no sale del laberinto de las candidaturas por culpas propias. En Juntos por el Cambio no baja la tensión.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 18/02/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Lo más notable de la reunión de la así llamada mesa política del Partido Justicialista fue su intrascendencia. En ese encuentro –que llevó horas– el kirchnerismo apostó a marcarle la cancha a Alberto Fernández, “un presidente que no existe”, como lo expresaron dos de los asistentes a los que les angustia el presente de un gobierno sin rumbo que deja sin futuro de victoria al oficialismo. “Esto no es peronismo. Y lo peor es que, a pesar de que Cristina ya fue, es la única figura de peso nacional que tenemos para las elecciones”, agregaban sin ruborizarse esos dos hombres de larga trayectoria en el justicialismo.

Desde el punto de vista electoral, hoy el único bastión importante con el que cuenta el kirchnerismo es la provincia de Buenos Aires. La mayoría de las encuestas que se conocen muestran que Axel Kicillof sería reelecto. Lo ayuda, y mucho, en ese objetivo la dispersión en la que se encuentra No tan Juntos por el Cambio.

Este panorama gris oscuro para el Frente de Todos contra Todos hace que la construcción del relato alrededor de la pseudo proscripción de Cristina Fernández de Kirchner sea una pieza fundamental para su estrategia política en pos de dos objetivos: el primero, su victimización; el segundo, el uso de ese argumento como excusa perfecta para no ser candidata. La expresidenta en funciones sabe que, si hoy compitiera en una elección presidencial, perdería. Por lo tanto, la excusa de la pseudo proscripción le viene como anillo al dedo para zafar de ese compromiso.

Por si no quedara claro: no hay ninguna proscripción para que CFK se presente como candidata a la Presidencia de la Nación. Eso sólo ocurriría si la condena que pesa sobre ella por el delito de administración fraudulenta en la causa Vialidad fuera confirmada por la Corte Suprema. Y, para que ello suceda –si es que sucede– faltan varios años. 

Por eso, ante este panorama, varios de los gobernadores peronistas han decidido desdoblar las elecciones provinciales de la presidencial. En ese universo se manifiesta también la falta de una figura que alcance relieve nacional. Esos dirigentes con aires de señores feudales son desconocidos fuera de sus comarcas y los pocos que son conocidos a nivel nacional no gozan del favor de la opinión pública que tiene de ellos una imagen indiscutiblemente mala.

Por citar un ejemplo, veamos el caso del gobernador chaqueño Jorge Capitanich, hoy devenido en armador político y que participó del encuentro del PJ. A fin de enero había dicho que “Alberto Fernández tiene derecho a ir por la reelección. El problema central es que, dentro del mismo espacio de Gobierno, no pueden ser candidatos el Presidente, su jefe de Gabinete y el ministro de Economía”.

Es el mismo que en febrero de 2015 cuando era jefe de Gabinete de la entonces presidenta Cristina Kirchner, rompió un ejemplar del diario Clarín durante una conferencia de prensa, enojado por una información exclusiva publicada sobre el caso Nisman. El mismo que en octubre de 2021, ya siendo gobernador, inauguró el primer tramo de una obra de agua potable en la localidad de Charata –que no contaba con agua de red– y decidió acercarse con su equipo a girar la única canilla disponible desbordado por una emoción impostada. 

Entre los intendentes que asistieron a la reunión tampoco hubo figuras que puedan destacarse por su solvencia, apego a la institucionalidad o capacidad de gestión: Mayra Mendoza (Quilmes), Mario Secco (Ensenada), Fernando Espinoza (La Matanza), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Mariel Fernández (Moreno) y Lucas Ghi (Morón). Más de lo mismo para un espacio que se agota en sí mismo. 

La realidad económica tampoco acompañó en una semana para el olvido. El 6% de inflación de enero obligó al superministro de Economía Sergio Massa a recalcular. Ya no le queda tiempo para bajar la inflación. En su entorno volvieron a darse por satisfechos recordando la paupérrima situación de inestabilidad en la que le tocó asumir. Bastante poco, por cierto, para un hombre que se ha convertido en una de las únicas esperanzas del oficialismo de cara a la contienda electoral. “No lo empujen a Sergio, él sabrá qué hacer llegado el momento de las definiciones. Bastante tiene piloteando el barco en economía como para seguir soportando presiones”, dijo un dirigente que lo conoce bien, intentando poner paños fríos a lo que se viene.

Desde el otro lado de la grieta, Diego Santilli oficializó su candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires con una trillada campaña en las redes sociales. Sin embargo, lo que más llamó la atención en el mundillo político no fueron las placas rojas con consignas que aludían a las principales penurias que atraviesan los bonaerenses, sino la falta de apoyo que cosechó por parte de los intendentes de su espacio. No es culpa de Santilli, que según muestran las encuestas es el candidato mejor posicionado para competir de igual a igual con Kicillof: indica el desorden y la dispersión que atraviesa la oposición nucleada en JxC. 

Primero intentaron complicarle el camino con la postulación de Cristian Ritondo que, a todas luces, no dio el resultado esperado; en esa tarea todas las voces apuntan a Mauricio Macri. En segundo lugar, la propia dinámica interna de la pulseada de poder entre el expresidente, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, mina la estabilidad de cualquier candidato. 

La aparente “multiplicidad de figuras” que JxC presenta como su mayor fortaleza no debería empañar la carrera de quienes aparecen mejor posicionados. En el fondo anida una lucha de poder disfuncional que amenaza con complicarlo todo. Si realmente se proponen como una opción para terminar con el kirchnerismo, no deberían olvidar que la competencia bien entendida implica consensos, renunciamientos personales y reglas claras. Los argentinos no están para soportar un nuevo desencanto.





   

domingo, 18 de diciembre de 2022

Cinismo e inflación… @dealgunamaneraok...

 Cinismo e inflación… 

Volador. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

La debacle inflacionaria se sostiene sobre una irracionalidad que construye su subrelato.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, república Argentina. 

La inflación sigue siendo el principal problema del Gobierno. Económico y político. El 4,9% registrado en el mes de noviembre generó suspicacias entre los analistas, festejos dentro del Frente de Todos contra Todos y hasta algunas reacciones desmedidas, como la de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, que dijo muy suelta de cuerpo que “entramos en un proceso de descenso de la inflación, lo notamos todos los que vamos al supermercado”. El nivel de cinismo y de pérdida de contacto con la realidad es una marca registrada del oficialismo. Sin embargo, desde el ala dura de la coalición no se lo dejaron pasar: “La gente está sufriendo y resignando cantidad y calidad cada vez que va a hacer las compras. Es inadmisible que ante la primera señal de una leve mejora alguien salga a hacer este tipo de declaraciones. El horno no está para bollos. Nos mancha a todos”.

Pero ¿qué le hace una mancha más a un tigre que ya se parece a una pantera?

Está claro que la suba de los precios sigue generando un daño irreparable en los consumidores argentinos.

El país sigue entre las naciones más afectadas por este flagelo y acumula un 92,4% anual. La semana pasada, el Banco Central de la República Argentina publicó el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).

Las consultoras y las entidades bancarias que participan de esa encuesta habían pronosticado un IPC de 6,1% para noviembre –el contraste generó algunas suspicacias respecto al número final–, también calcularon que subiría a 6,3% en diciembre y que sería del 6% en enero, Descendería en febrero al 5,9% y volvería a retomar la senda alcista en marzo al 6,2% impulsado por motivos estacionales.

El Gobierno sigue aferrado a lo simbólico. De eso se nutre para construir su subrelato. Por eso es tan importante cerrar el año con una inflación por debajo del 100%. Sin embargo, los consultores esperan que el año que viene termine con una inflación anual nuevamente muy cercana a esa cifra innombrable.

Desde lo político ya hemos narrado en esta columna la irracionalidad que sostiene y explica la debacle inflacionaria. El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, es quien endulza los oídos de la vice en funciones con los cuentos de empresarios buenos y malos, teorías conspirativas y recetas de látigo y banquito. Son tal para cual. Los dos sostienen que el elevado gasto público y la descontrolada expansión monetaria no alteran los precios. Dale a la maquinita hasta que reviente.

Déjà vù. Por si todo esto fuera poco, gran parte de la economía argentina se encuentra paralizada por el abrupto cierre de importaciones como medida para cuidar las alicaídas reservas del BCRA. Cualquier similitud con la época del “supersecretario” de Comercio Interior Guillermo Moreno es pura coincidencia. Pasaron diez años de aquel gran fracaso y la historia se repite. Empresas que no pueden operar, suspensión de personal y adelantos de vacaciones. No entran productos terminados pero tampoco insumos, incluidos medicamentos de primera necesidad para patologías crónicas que afectan la calidad de vida de los pacientes. En estos casos se registran demoras de 45 días para aprobar el ingreso de algunos medicamentos. Pero hay más ejemplos: metales para la fabricación de herramientas, plásticos y chips para tarjetas de crédito, alimento para animales y hasta insumos para contenedores domésticos de alimentos. Nada funciona con normalidad en el país donde lo anormal es la regla.

Rápido de reflejos, el presidente Alberto Fernández dijo –entre otras cosas– hace exactamente una semana en el reportaje que le concedió a Jorge Fontevecchia, publicado en la edición impresa de este diario, que “este gobierno también es el gobierno de Cristina”. No piensa hundirse solo. El problema es que, efectivamente, está cada vez más solo y distanciado de los intendentes y los gobernadores de peso. Pasa sus horas haciendo equilibrio para ganar tiempo. Sus chances se esfuman mientras repite que las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) son una buena herramienta para dirimir el frente interno de cara a las elecciones, con la esperanza de tener alguna chance real de competir de manera digna. Las cosas tampoco están fáciles para la arquitecta egipcia, ahora condenada en primera instancia. Detesta su situación y la amenaza de no presentarse a ningún cargo electivo en las próximas elecciones tiene más que ver con la realidad que con un intento de operativo clamor: como están las cosas al día de hoy, nadie le asegura un triunfo. Por eso el debate en el seno del FdT tiene que ver con la ausencia de su figura en las boletas. Esa orfandad hace más difíciles las chances para quien quiera que se pruebe el traje de candidato ya sea un gobernador peronista, el ministro del Interior Wado de Pedro o el propio ministro de Economía Sergio Massa.

En la oposición el descalabro sigue. Diego Santilli lanzaría su candidatura a gobernador provincial en los primeros días de febrero. Acto seguido, lo haría Horacio Rodríguez Larreta. La relación con Mauricio Macri sigue fría. El témpano de hielo se instaló cuando el expresidente rompió los planes más o menos acordados y propuso a Cristian Ritondo en lugar de Santilli. La Unión Cívica Radical sigue siendo un misterio. Lo único seguro es que mantiene su encono por el destrato que recibió dentro de Cambiemos en la última gestión. Hay dirigentes que no olvidan pero suman al desconcierto general que pone en riesgo las chances de empezar a construir una Argentina coherente.

Si Argentina gana esta tarde el duelo ante Francia, el Gobierno debería ser muy cuidadoso en el uso político de un posible triunfo. La gente no es tonta, y el propio plantel albiceleste se ha venido cuidando mucho de no quedar como rehén de quienes quieren servirse de él.

El pan y circo es hoy una fórmula agotada.



  

domingo, 12 de septiembre de 2021

Balance Pre Paso. Campaña de la nada... @dealgunamaneraok...

 Balance Pre Paso. Campaña de la nada...


Votante indeciso. Dibujo: Pablo Temes

Fue un desierto. Era una ilusión vana esperar algo novedoso de los veteranos de la política.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 11/09/2012 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Ha sido la campaña de la nada. Para que se entienda bien: la nada es la falta de proyectos que tengan carácter de verosimilitud. Decir que hay que mejorar la educación, defender la salud pública, combatir la inseguridad, acabar con los planes sociales y generar trabajo son obviedades de las que ni el mismo Perogrullo podría ufanarse. Lo que resulta trascendental y hace falta es decir qué se piensa hacer para lograr esos objetivos. Y ahí entramos en el desierto. Difícil encontrar un oasis. Era propio de una ilusión vana esperar algo novedoso de los veteranos de la política. La esperanza la representaban los recién arribados. Defraudaron. Usaron las mismas chicanas que les criticaban a sus adversarios internos y externos. Es verdad que hubo algunos –y algunas– que quisieron debatir, invitación que sus rivales no aceptaron. Fue lo único.   

En medio de tanto vacío, el cierre de una campaña con escasez de ideas dejó algunas pinceladas de color que ayudan a entender el entramado de relaciones, acuerdos –y desacuerdos– que pululan en el corazón de cada uno de los dos principales frentes electorales que se disputan el poder en el proceso proselitista que culminará en noviembre próximo. 

Los discursos del oficialismo –con el de Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza– sonaron deslucidos y lejos de todo triunfalismo. Cabe destacar que el kirchnerismo nunca ha podido ocultar su ego cuando las cosas le van bien. Nada de eso ocurrió en los actos y las palabras que pasaron de largo como si se tratara de un trámite. “La coalición está en su peor momento ya no solo por los desaires entre albertistas y kirchneristas duros, sino por la pérdida de liderazgo del Presidente entre los propios. Más allá de la pandemia nadie imaginó que llegaríamos a las PASO con la grieta dentro de la propia Casa Rosada” –reconoció un funcionario desencantado. 

En el Patria no ocultan el descontento con la gestión, pero saben que les toca mover a ellos. “No hay que apurarse. Sabemos que es el momento de hacer cambios, pero también sabemos que no podemos salir a inmolarnos para tapar los errores del Presidente. Nuestro proyecto está más allá” –resumen. 

El pálido acto de cierre de campaña en Tecnópolis fue una radiografía de lo que pasa en el Frente de Todos contra Todos. No solo se refrendó ahí la centralidad absoluta de CFK, sino que se hizo visible su desaire hacia Alberto Fernández a quien no le prestó ninguna atención durante su desangelado discurso. Lo que compartieron fue el universo de la mentira. En eso no hay diferencias. Por un lado hablan de la necesidad de crear puestos de trabajo y por el otro no hacen más que desalentar y atacar la actividad empresarial sin las cuales no será posible generar empleo. Hablan de vacunas y se olvidan de la decisión que tomaron contra el laboratorio Pfizer, que pudo haber sido la primera vacuna con la que contara el país y evitar así los miles de casos y muertes que su falta produjo. 

En No Tan Juntos por el Cambio el ánimo varió en los últimos días. “Resolvimos nuestras diferencias de la mejor manera posible. Las PASO van a ser de gran ayuda para terminar de ordenar el juego” –reflexionan. En la provincia de Buenos Aires el cierre de Juntos de la lista que encabeza Diego Santilli fue explosivo y tribunero. Discursos moderados, pero cargados de mensajes hacia adentro y hacia afuera con, al menos, dos presidenciables: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. A Mauricio Macri lo mostraron poco. En verdad, varios de los protagonistas de la campaña hubiesen querido que apareciera aún menos. Cada uno midió sus palabras y movió sus fichas como en un ajedrez. Hubo reproches por los cambios de último momento en la lista de oradores que finalmente incluyó a Juan Manuel López, candidato puesto por la Coalición Cívica, con un discurso que no cayó del todo bien por su “triunfalismo desmedido”. 

Sus competidores en las PASO –la lista encabezada por Facundo Manes– calificaron la campaña como “bastante ordenada y previsible”, por eso cuestionaron con dureza los desplantes del neurólogo. “Manes es un tipo muy raro. Es individualista y muy egoísta. Jugó para él, armó sus propios eventos sin abrirle el juego al resto de la lista. Incluso se cortó solo varias veces dejando plantados a sus compañeros. Fue una gran decepción” –aseguró una fuente que participó de la campaña, que concluye: “Todos presentaron quejas contra Manes. Todos. Emilio Monzó está furioso, no lo puede ni ver. No quiere ni hablarle.” 

Una de los hechos notables fue la búsqueda desesperada del voto joven. Es necesario detenerse aquí un momento. El estereotipo de los jóvenes que se exhibió fue penoso y preocupante. Es una caracterización que, salvo excepciones, habla de personas con poca aptitud para el desarrollo del pensamiento y centrada exclusivamente en una visión hedonista de la vida. A los jóvenes se les habla del futuro como algo etéreo que surge como por arte de magia. Es una manera fantástica de no hablar de la realidad. 

El futuro se construye en base al presente. Y este presente, deja a los jóvenes con muy pocas esperanzas de un porvenir mejor. La creciente cantidad de argentinos entre 20 y 30 años que se están yendo del país, lo atestigua.

Los adolescentes que hoy no terminan la escuela secundaria  no tienen ninguna chance de aspirar a trabajos de calidad que les aseguren la posibilidad de salir de la pobreza y la miseria. 

Si la Argentina se transformara por milagro en un imán para la instalación de empresas que dieran pie a la creación de miles y miles de puestos de trabajo, muchos de los jóvenes no podrían ser incorporados por falta de instrucción y formación. 

La campaña ha mostrado que el poder es lo único que interesa para una gran cantidad de dirigentes políticos vernáculos. Por lo tanto, cualquier método es válido para ganar un voto. 

Todo esto no ha hecho más que generar el desencanto, el escepticismo y el enojo de miles de ciudadanos y ciudadanas que han decidido no votar en los comicios de hoy. 

Triste realidad de un país en el que muchos dieron la vida por asegurar el derecho al sufragio, herramienta fundamental de la democracia.