Lo que no puede CFK...
CFK
como ícono del pueblo, Cristina Fernández. Foto: Dibujo: Pablo Temes
La Presidenta dilapida capital
político y desorienta con cambios de rumbo. Mientras, cae el empleo y crecen
las suspensiones.
Desde
1983 nadie concentró tanto poder como Cristina. Sin embargo, a estas horas
evidencia graves dificultades para ordenar razonablemente el país y la
economía. Mucho se escribió sobre la forma en que dilapidó aquel 54% de los
votos producto de asumirlo como un cheque en blanco que le permitía ir por
todo. Pero además de huir hacia delante, mirando el peor espejo de Venezuela,
cada decisión que toma exhibe una ineptitud que supo ocultar muy bien por
varios años. La Presidenta está convencida de que es una estadista y de que su
gobierno es el mejor de toda la historia argentina. Ignora o multiplica todos
los problemas que aparecen en la superficie y cuando no tiene más remedio que
reconocerlos, culpabiliza a todo el mundo, menos a su gobierno. Carece de táctica
y de estrategia. Malversó la verdad peronista: cree que mejor que hacer es
decir y mejor que realizar es prometer. Es el choque simbólico entre una
mentalidad formada en el conservadurismo feudal y un lenguaje clasista y
combativo.
Eso
la hace más parecida a Nicolás Maduro que a Chávez. Griesa es el diablo y
expulsan al Banco de Nueva York, pero son ellos mismos los que los eligieron.
Lo
inquietante es que esa actitud negadora se fue profundizando con el tiempo.
Casi no queda un solo logro en pie del gobierno de Néstor Kirchner. Nadie se
atreve a ponerle un límite. Nadie es capaz de advertirle a la reina que está
desnuda. Haber entronizado a Axel Kicillof en el lugar de superministro es una
de sus peores decisiones. Porque desde que asumió, todos los indicadores
sociales fueron empeorando y no solucionó ningún inconveniente. Hay más
concentración económica que en los satanizados 90. El 80% de las 200 empresas
más grandes son extranjeras.
Su
mayor producción fue la intranquilidad y la falta de credibilidad. Se trata de
dos conceptos letales para cualquier economía más allá de su matiz ideológico.
Un día bajan las tasas y al otro día las suben, como si manejaran la hornalla
donde nos quemamos a fuego lento. Y argumentan a favor de una u otra
posibilidad con la misma contundencia. La población padece las consecuencias de
semejante irresponsabilidad y falta de rumbo claro. Son actitudes espasmódicas
que chocan un día con cada pared aunque estén ubicadas en diferentes veredas.
Es tragicómico, pero hasta el fútbol argentino se contagió y resolvió con
velocidad que la fecha no se juegue y también que se juegue. No saben ni dónde
queda el arco del equipo rival. No pueden dar un pase correctamente. Es que
juegan contra enemigos imaginarios, como los repulsivos y condenables fondos
buitre que no hacen otra cosa que depredar la economía, que es lo que hicieron
toda la vida.
Argentina
corcovea como un potro que se resiste a la irracionalidad y el infantilismo.
Pero Cristina insiste con más de lo mismo. Reclama aplausos para el fracaso.
Violentan algunas leyes del sentido común de la política como esa que dice:
“Quien no puede lo menos no puede lo más”. Embalada en su relato, propone
trasladar la Capital a Santiago del Estero y no puede bajar la inflación o
frenar la caída de las reservas. Les cuesta implementar hasta las cortinas de
humo. Hasta pierde la culpa y la vergüenza de hacer barbaridades que hubiera
condenado severamente en otra época, incluso la de Néstor Kirchner. Gastar 30
millones de dólares para comprarles uniformes a los chinos para las Fuerzas
Armadas es un despropósito por donde se lo mire. Y si Estados Unidos lo hace,
también es una irracionalidad, pero es un problema de Obama. Este gobierno, que
se llena la boca con la sustitución de importaciones y con potenciar la
producción y el valor agregado de la burguesía nacional, encarga a China lo que
hubiera podido reactivar nuestra industria textil. Abren y cierran el mismo día
la exportación de carne y lácteos. Y el ministro del área se enteró de esa chiquilinada
en Rusia, donde estaba para fomentar justamente la exportación de esos
productos. “Se habrá disfrazado de Piñón Fijo en Moscú”, dijo Rubén Ferrero,
titular de CRA. Están sedientos de dólares y no paran de meterle palos en la
rueda a todo tipo de exportación.
Brasil,
nuestro hermano mayor del Mercosur, le compró mil millones de dólares en trigo
a Estados Unidos pese a que nosotros éramos sus principales proveedores.
Pasamos del tercero al decimotercer lugar en exportaciones de carne. Brasil
está primero. Cuando el gobernador José Manuel de la Sota le preguntó al
ministro Henrique Meirelles cuál había sido el secreto para lograrlo, le
contestó: “Hicimos lo que ustedes dejaron de hacer”.
Las
inmobiliarias y la construcción se han quedado afónicos pidiendo auxilio. No
quieren subsidios ni prebendas. Reclaman reglas del juego claras, racionalidad,
sentido común. Ya han dicho que los Cedin no les despiertan confianza ni a los
narcos. Hay una burocracia improductiva por su amateurismo stalinista que
combate todo lo que sea producción. Aunque digan lo contrario.
Crecen
las suspensiones, los despidos, el trabajo en negro, cae el salario real y el
54% del impuesto a las ganancias lo aporta la cuarta categoría. ¿Cómo pretenden
que no haya paros? ¿Cómo quieren rotular eso de progresismo? Y Capitanich,
convertido a esta altura en un espantapájaros, dice que los buitres financian a
medios, opositores y gremialistas para desestabilizar a Cristina y fogonear el
dólar cocaína. ¿El mentiroso y el ladrón creen que todos son de su condición?
Pero
lo más grave es esa vocación de bronce que anima todos los actos de Cristina.
Quiere convertirse en mito. No le alcanza con la mayor de las distinciones que
le dio el pueblo argentino al votarla dos veces como presidenta. Se compara con
San Martín cuando dice que no habría cruzado los Andes si se hubiese dejado
guiar por las encuestas. Y frente a las Fuerzas Armadas habla de ataques
externos, de intentos de hacernos arrodillar y de que la patria no se defiende
sólo con un fusil como si estuviéramos en guerra. En su imaginación, proyecta
una película de terror donde terribles gorilas con alas se convierten en
buitres y son derrotados por los pingüinos emperadores.
© Escrito por Alfredo Leuco y publicado
el Sábado 30/08/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.