viernes, 4 de junio de 2010

La Derecha y El Bicentenario... De Alguna Manera...

La Agrupación “Leopoldo Marechal”

del Ministerio de Educación de la Nación

se suma a las reflexiones sobre el Bicentenario


Ante la tristeza que nos quieren imponer, ante las palabras que intentan que olvidemos, ante el descreimiento del que esperan que seamos parte; una vez más, el pueblo contesta insolente con la alegría del montón, con las sencillas palabras de los cantos populares, con la fe obstinada de que el futuro está allí, donde las banderas se alzan y las voces vibran ante la palabra patria.


“La derecha se equivocó de cancha cuando aventuró el fracaso de los festejos. No sólo porque apostó a la “crispación” y ganó la alegría, sino porque creyó que el punto de disputa eran los escenarios acotados de la dirigencia partidaria. Y se les escapó la tortuga escandalosamente, porque lo que se dirimió en verdad fue una mirada cultural sobre la patria que quieren construir los argentinos. La masividad en los festejos fue tan contundente que terminó por arbitrar a favor de una interpretación de la historia, nada neutral. Cuando se aplaudió entre lágrimas la representación de nuestro latinoamericanismo, de las Madres, del Peronismo, de los Héroes de la Vuelta de Obligado y de Malvinas, del monstruoso aparato neoliberal que se tragaba personas, de los movimientos sociales, se estaba laudando a favor de una Historia nacional y popular que rescata del olvido a los verdaderos héroes que construyeron esta nación. Empezando por los pueblos originarios. Esas seis millones de personas no fueron a dirimir una lucha sectorial o partidaria, como pretendía la emboscada mediática. Fueron a restaurar y reconstruir el tejido de una Patria que pertenece al pueblo por derecho propio. Eso se llama batalla cultural. Y sólo la dan los pueblos”


Jorge Giles



“Fue una fiesta. Vasta y callejera. Interrumpió las lógicas cotidianas de uso del espacio público y también las derivas urbanas habituales. Porque si esta ciudad, como tantas otras, en las últimas décadas fue rehecha por lógicas de segregación social que espacializaron la polarización económica, construyendo ghettos para pobres y urbanizaciones privadas para ricos; durante estos breves días de mayo la heterogeneidad se hizo visible y en las calles se cruzaron aquellos que provenían de los barrios más dispares”


María Pía López

miércoles, 2 de junio de 2010

El círculo vicioso de la pobreza... De Alguna Manera...

Tu compromiso salva vidas...

Más de 1.000 millones de personas se acuestan cada noche con hambre; 1.000 millones viven en asentamientos precarios; 1.300 millones de personas no tienen acceso a una asistencia médica básica; 20.000 niños y niñas mueren cada día por no tener acceso a la salud y cada minuto muere una mujer por complicaciones derivadas del embarazo.

Todas esas personas son víctimas de la pobreza. Y la pobreza, a su vez, les condena a la exclusión, la violencia, la inseguridad y la falta de participación en los asuntos que les afectan.

Los derechos humanos son la respuesta al círculo vicioso de la pobreza, al reconocer el derecho de todas las personas a obtener alimentos y agua, a la asistencia médica básica, a la educación y a la vivienda, a la igualdad de oportunidades, a la seguridad, a vivir sin miedo...

A pesar de ser una buena iniciativa mundial contra la pobreza, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, no reconocen la relación entre pobreza y derechos humanos. Y aún más: no reconocen la obligación de los Estados de proteger y garantizar los derechos humanos, por lo que no cumplirlos no acarrea consecuencias para los Gobiernos.

La pobreza no es inevitable, ni ocurre por casualidad. La pobreza tiene responsables. Los Gobiernos, organismos internacionales y empresas deben rendir cuentas por los abusos que generan o agudizan la pobreza.


Los líderes mundiales se reunirán en septiembre para revisar el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. Firma nuestra petición para que reconozcan la necesidad de proteger y promover los derechos humanos para terminar con la pobreza.

Gracias por actuar.

Esteban Beltrán
Director Amnistía Internacional - Sección Española

Subtes de Buenos Aires... De Alguna Manera...

Vuelve a los rieles el coche Nº 10 de los subtes porteños más antiguos...


El coche N° 10 ya fue recuperado en su parte exterior y luce

el color original de 1930 . Foto LA NACION Hernán Zenteno


Ese es el número de coche de pasajeros que llegó en 1913 y ahora está siendo restaurado.

En septiembre próximo, el coche N° 10 cumplirá 97 años y los recibirá con la misma imagen con la que llegó a Buenos Aires, procedente de la pintoresca ciudad belga de Brujas, cuando nuestro país inauguraba la primera línea de trenes subterráneos de América latina.

Con los planos originales, se realizarán todas las cirugías para que recobre su esplendor: grandes ventanas de madera lustrada, manijas de bronce, espejos biselados y las dos cabinas para los conductores.

El abandono quedó atrás, cuando en agosto pasado Metrovías decidió restaurar el N° 10 y devolverlo al estado que tenía cuando llegó al país desde la fábrica belga de Bruegeoise, en la segunda década del siglo pasado. Este coche había rodado por más de 80 años en la línea A de subterráneos, pero en 1994 fue retirado del servicio, sin saberse los motivos.

El coche N° 10 volverá a ser el mismo

El destino final del N° 10 fue uno de los galpones del taller Lynch, del ferrocarril Urquiza, hasta que hace diez meses regresó al taller Polvorín, en el barrio de Caballito. Justamente allí, hace muchos años, se lo había modificado para que prestara mejor servicio.

LA NACION recorrió el centenario taller Polvorín, en Emilio Mitre y Pedro Goyena, donde varios operarios trabajan con esmero para que el coche N° 10 vuelva a ser el mismo de antes y regrese a los rieles para recorrer, en ocasiones especiales, la traza de la línea A.

"Es muy costoso llevar adelante un proyecto así. Uno sabe cuándo arranca, pero no sabe cuándo termina. Hasta que no ponés el último tornillo en su lugar no sabés con qué desafío nuevo te vas a encontrar", aseguró Pablo Piserchia, el encargado del equipo que debe restaurar el N° 10. "Todas las modificaciones que se hicieron a los coches -agregó- fueron en este taller, y ahora en este mismo taller vamos a restaurar el coche."

Los 130 trabajadores del Polvorín muestran orgullosos y sonrientes el fruto del trabajo que llevan adelante unos pocos privilegiados. "Tuvimos que hacer todo un acopio de material, reciclarlo y restaurar. Todo eso es una larga labor que realizamos entre diez operarios de diferentes sectores que trabajamos acá desde hace muchos años", explicó Piserchia.

"La idea es restaurarlo sobre la base de los planos originales. Lo que vamos a hacer es llevarlo al estado que tenía en 1930, cuando se le agregaron dos cabinas de conducción."

El operario explicó que se eligió ese coche porque estaba parado y porque era el más completo de los que estaban fuera de servicio.

"El mayor problema es que hoy casi no hay artesanos que trabajen el bronce y otros metales como antes. Nos costó buscar modelos de tulipas que estuvieran en buen estado y que nos sirvieran como guía para hacer las nuevas que necesita este coche", se lamentó Piserchia.

Igual situación se presentó con los herrajes de las puertas que originariamente eran de chapón de bronce cromado. Las réplicas, que ya fueron colocadas, lucen el mismo brillo que aquellas que llegaron desde Brujas hace 97 años.

El interior del coche está en plena restauración.
Foto LA NACION Hernán Zenteno

"Con el trabajo diario -añadió Piserchia- descubrimos el porqué de la forma, el diseño estructural y los detalles. Por ejemplo entendimos la razón de ese tipo de manijas, que las tulipas fueran de bronce y no de otro material, etcétera. La respuesta era que por entonces tomaban decisiones prácticas, pero siempre con un toque artístico."

"Por ejemplo, sobre las tulipas de vidrio esmerilado había flores talladas; también, en los laterales del coche había detalles sobre el metal que no están pintados, sino que están en relieve, lo que implica una gran tarea artesanal."

"Nos hemos encontrando con tropiezos durante la restauración. Por ejemplo, las puertas eran de diferentes tamaños, por lo que tuvimos que buscar las que fueran iguales y restaurarlas", dijo Piserchia.

La fecha en que volverá a circular el coche N° 10 será antes de fin de año; ése es el anhelo de los trabajadores que, antes de finalizar la entrevista, aseguraron: "Queremos dejar para las futuras generaciones un coche igual como en el que viajaron nuestros abuelos".

© Escrito por José María Costa y publicado en el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina el miércoles 2 de Junio de 2010.


lunes, 31 de mayo de 2010

Actos fundacionales... De Alguna Manera...

Se ve que andamos necesitando
actos fundacionales...



Escribo estas líneas el viernes, mientras la 9 de Julio continúa taponada, el tránsito de la ciudad enloquecido y los interpretadores trabajando a jornada completa.

“Hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.
(…) Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.”

Joan Manuel Serrat

Escribo estas líneas el viernes, mientras la 9 de Julio continúa taponada, el tránsito de la ciudad enloquecido y los interpretadores trabajando a jornada completa.

—Fue el estallido de la buena onda –dijo Néstor Kirchner en Tucumán, citando a Piero.

—Ciertos sectores de la prensa no dejaban ver lo que estaba sucediendo; ahora sabemos que nuestra realidad es muy distinta –dijo Hugo Moyano.


—Fue una paralización lúdica de carácter autorreflexivo –balbuceó Horacio González, en Boletín Oficial/12.

Clarín tuvo, por primera vez, miedo de sus propios lectores: ante la avalancha de público, equilibró su cobertura anti Gobierno y hasta se permitió el elogio.


El Bicentenario fue, también, la danza de los millones: seis millones, tres millones, diez millones, una especie de lotería humana que los medios se empeñaron en clasificar: “El acto más importante de la historia argentina”. “Superó la llegada del general Perón a Ezeiza.”


Calculadora y mapa en mano, me dediqué a hacer la cuenta: no cerraba. Tres millones sólo entran si están a cococho unos de otros.

Esta vez, el cálculo policial de millón y medio parecía el más ajustado a lo real.
El entusiasmo de los números expresaba un deseo: se ve que andamos necesitando actos fundacionales.

— ¿Te parece que los políticos van a escuchar el mensaje de la gente? –me preguntaron en una radio.
—Yo todavía espero que escuchen el de 2001.

¿Escucharán el mensaje?

¿Hubo alguno?


Quien convocó al acto fue la Argentina: ni el Estado nacional, ni el provincial, ni el municipal.


Convocó la Nación: ¿cuáles son los intereses comunes entre los que asistieron al desfile militar, los que comieron chipá en el stand de Paraguay y los chicos que fueron a ver a Fito?

¿Y todos ellos con los que miraron con la boca abierta por el asombro a Fuerza Bruta?


¿A quién votaron o votarán los que lloraron al paso de los ex combatientes de Malvinas?

¿Y los que saltaron hasta el desmayo con la Sole?


¿Quién los reunió?


¿Cómo llegaron hasta acá?


¿Qué quieren?


Eran argentinos festejando. Por una vez en la vida, los tristes, los melancos, los cínicos, los aburridos, los acomplejados argentinos estaban ahí festejando con la ambigüedad de los festejos, que nunca son sólo lo que enuncian.


Los que estaban encerrados salieron a la calle, tal vez fue esa la alegría, la de –por una noche, por un día no mirar al costado esperando el arrebato o el revólver, la de volver a ganar la calle propia que se volvió ajena.

La palabra Argentina todavía logra ese milagro: se equivocan los miserables que buscan su porción en este viento. Es imposible tomarlo con la mano.


© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 29 de Mayo de 2010.

Día de la Escarapela... De Alguna Manera...

El día de la escarapela...


¿Cómo se le llama a que un razonamiento pase primero por las eventuales consecuencias de un hecho y no por sus causas? En efecto: disparate.


Pues ocurrió que, no inocentemente, la mayoría de los análisis publicados y escuchados en los medios masivos, respecto de la impresionante participación popular en los festejos del Bicentenario, se centró en cuál podría ser su aprovechamiento político. ¿Sacará ganancia el Gobierno? ¿No hay una tajada que le corresponde a Macri, siendo que la reapertura del Colón también estuvo buena? ¿Acaso el resultado es neutro, porque falta más de un año para las elecciones? ¿No será que esta positiva emoción popular retornará al incordio si a Argentina le va mal en el Mundial? A esta serie y tipo de estupideces hay que agregar otras varias, que en principio pueden parecer de diferente tenor para, finalmente, responder al mismo origen. Por ejemplo, los cálculos en torno de la cantidad de asistentes. Que cientos de miles, que un millón, que dos millones, que seis millones si se suman los cuatro días, que si en la Plaza de Mayo entran 75 mil personas a cuatro apretadas por metro cuadrado tendrían que haberse amuchado en 75 manzanas para llegar recién a un millón 200 mil. Increíble. Una de las manifestaciones populares más impactantes de la historia argentina; y un coro de tontos, o algunos tontos en particular, sacando cuentas de exactitudes numéricas como si eso modificara el centro de la cuestión. Más luego, la conclusión de que esto fue, centralmente, una lección de la ciudadanía hacia “los políticos”. La gente demostró que quiere concordia, patriotismo, amabilidad, se leyó y escuchó hasta el hartazgo. Que “los políticos” aprendan de “la gente”, es el mensaje de una manga de cínicos que llegan como mucho hasta ahí en el (falso) escudriñamiento de las causas. ¿Quiénes organizaron lo que pasó, o lo que convocó? ¿Fuerza Bruta? ¿Un régisseur del Colón? ¿Fito Páez? ¿Ricardo Fort? ¿O fueron “los políticos” que se llaman Cristina Fernández, Mauricio Macri, secretarías de Cultura comandadas por “políticos”, presupuestos públicos que administran “políticos”?




Es notable que se persista en ese discurso berreta, pero de ninguna manera es asombroso. En primer lugar, porque denostar a la política es un elemento clave para el objeto de que en el imaginario colectivo se construya su reemplazo por “gerentes”. Nada novedoso: es la bajada de línea que estuvo a sus anchas durante el menemato y que, por cierto, alcanzó un éxito estimable. El retiro del Estado como articulador de las necesidades públicas, la entronización de lo privado como única eficiencia alcanzable. Cuanto más se consiga que la sociedad denigre a la política, más conquistará la derecha que sea menor el espacio dedicado a cuestionar a sus grandes patronales, a los formadores de precios, a la corrupción privada. La masividad que acompañó al Bicentenario fue una gran derrota de ese discurso, porque quedó claro que la vocación patriótica, tan resaltada por los comunicadores del establishment para despolitizar su contenido, expresó lo imperioso de un Estado fuerte que la viabilice. Y atado con eso, y como bien lo resaltaron algunas opiniones que no circularon por los grandes medios, se manifestó el divorcio entre la propagandizada “crispación” social y la alegría popular.




El semiólogo Raúl Barreiros (en Página/12, el jueves pasado) lo caracterizó con una precisión envidiable: la gente le puso freno al voyeurismo, y dijo vamos allá afuera a ver qué pasa. Y lo que pasó, con objetividad, es que la prédica mediática por minimizar o regañar al acontecimiento se fue al carajo. La vergüenza de que Cristina no fuera al Colón, el pésimo ejemplo frente al mundo, la demostración de que la clase dirigente argentina no aprende más. La verdad es que a uno le sale una formulación maradoniana y habrá de evitarla para mantener la compostura, pero cómo no decir que el pueblo se hizo encima de ese amedrentamiento mediático. En lugar de que se lo relaten salió a la calle a ver qué pasaba, efectivamente, y se encontró a sí mismo en todas sus variantes. Podrá no tener mucho sentido, entre otras cosas porque es in-medible, determinar los grados de apoyo y oposición al Gobierno que se escondían entre semejante multitud. Sin embargo, salvo si se cree que esa cantidad de gente hubo de concentrarse sólo para ver recitales gratis y picar comidas regionales, de mínima aparece como verosímil que había ahí muchos, muchísimos, de quienes desde el conflicto con “el campo” –por vía del discurso hegemónico transmitido por los medios– se sentían en minoría. Y aun cuando no fuere así, es definitivamente veraz que toda esa gente venció a la mala onda, al todo negativo, a la esparcida edificación de que el país está atado con alambre. Quien haya prestado atención al modo narrativo de las coberturas periodísticas de los festejos, en cualesquiera de sus instancias, tiene que haberse dado cuenta de la falta de entusiasmo que los embargaba. Les costaba horrores admitir su sorpresa y al cabo, como resignada o hidalgamente lo hicieron casi todas las figuras opositoras, no les quedó más que la aceptación de un éxito que jamás quisieron ni previeron. Pasado ese momento, esos medios se refugiaron en calcular consecuencias porque las causas les resultan insoportables.




Noches pasadas charlábamos al aire con dos colegas acerca de cómo habrá de titularse, dentro de varios años, lo que pasó en estos días. De modo un tanto estentóreo, lo cotejábamos con el 17 de octubre del ’45 sólo por aquello de que toda la prensa respondía al interés oligárquico y, sin embargo, el pueblo cruzó la frontera, se lavó las patas en la fuente y dio vuelta la historia. Se nos ocurrió, entonces, que un título posible bien podría ser “Otros días en que la gente les ganó a los medios”. No es una visión romántica de los comportamientos populares porque, si es por eso, los argentinos tenemos en el ropero algunos muertos muy considerables, como el Mundial del ’78 o la guerra de Malvinas. Pero otras veces las masas aciertan, porque la realidad es dialéctica. En todo caso, para que el título imaginado mute de posible a probable es necesario tomar conciencia de que hay que construirlo sin descanso.




Posdata muy personalizada: cualquiera que haya recorrido y asimilado como se debe el centro festejante del Bicentenario, no puede menos que haberse conmovido por la extraordinaria participación adolescente. Participación, no acumulación fiestera. Pibes de 15, 16, 17 años, prendidos en discusiones políticas, en cánticos políticos, en referencias ideológicas. Se aflojaron las piernas cuando a minutos de las 12 del 25 estaban Los Olimareños, en el escenario del Obelisco, cantando la “Milonga del Fusilado” y “Gallo Negro Gallo Rojo”, y la multitud de gente joven, muy joven, los coreaba. Será de setentista melanco, pero se me aflojaron las piernas. Algo volvió. O algo nunca se fue del todo. Ojo. Andaremos lejos de poder decir que estamos ganando. Pero también andamos lejos de estar hechos mierda.




© Escrito por Eduardo Aliverti y publicado por el Diario Página/12 el lunes 31 de Mayo de 2010 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-146694.html

domingo, 30 de mayo de 2010

Stiglitz: "La austeridad lleva al desastre"... De Alguna Manera...

Stiglitz: "La austeridad lleva al desastre"...


Los ajustes podrían empujar a los países a querer irse del euro, dice el premio Nobel. "Después de todo, la Argentina rompió con el tipo de cambio fijo y crece al 8,5%".

- Usted dijo hace poco que el euro no tenía futuro sin una gran reforma. ¿A qué se refiere?

-­ Europa va en una mala dirección. Al adoptar la moneda única, los países renunciaron a dos instrumentos de política económica: el tipo de cambio y la tasa de interés. Entonces, había que encontrar otra cosa que les permitiera adaptarse a la coyuntura si hacía falta. Pero Bruselas no ha ido muy lejos en materia de regulación de los mercados, los ha considerado omnipotentes; y no ha previsto nada en ese sentido. Y hoy quiere un plan de austeridad. Si sigue así, va al desastre. Sabemos, desde la Gran Depresión de los años 30, que no es eso lo que hay que hacer.

-
­ ¿Qué debería hacer Europa?

­- Hay varias posibilidades. Por ejemplo, podría crear un fondo de solidaridad para la estabilidad, así como creó un fondo para los nuevos ingresantes. Ese fondo, que se alimentaría en tiempos económicos más clementes, permitiría ayudar a los países en problemas cuando los problemas surgen. Europa necesita solidaridad, empatía. No una austeridad que va a hacer estallar el desempleo y traer depresión. En los Estados Unidos, cuando un estado está en dificultades, todos los otros se sienten implicados. Estamos todos en el mismo barco. Es la falta de solidaridad, especialmente, lo que amenaza el proyecto europeo.

-
­ ¿Una especie de federalismo?

- ­ Sí. De cohesión. El problema es que los países miembros de la Unión Europea no tienen todos las mismas creencias en materia de teoría económica. Nicolás Sarkozy tuvo razón al presionar sobre (la canciller alemana) Angela Merkel para obligarla a poner dinero para Grecia. En Alemania son muchos los que se remiten totalmente a los mercados. En su lógica, los países que andan mal son responsables y se las tienen que arreglar.

-
­ ¿Y no es así?

­- No. El déficit estructural griego es inferior al 4%. Por cierto, el gobierno anterior, ayudado por Goldman Sachs, tiene su parte de responsabilidad. Pero es ante todo la crisis mundial la que ha provocado esta situación. En cuanto a España, antes de la crisis era excedentaria y no se la puede acusar de falta de disciplina. Seguro que España hubiera debido ser más prudente e impedir la formación de la burbuja inmobiliaria. Pero, de alguna manera, es el euro el que la ha permitdo, al procurarle tasas de interés más bajas que aquellas a las que Madrid habría accedido de no haber sido por la moneda única. Hoy, esos países sólo saldrán si la crisis europea se revierte. Y para eso hace falta sostener la economía con inversiones, y no frenarla con planes de ajuste.

-
­ ¿La baja del euro sería entonces algo bueno?

­- Es lo mejor que le ha podido pasar a Europa. Es Francia, y más todavía Alemania, la que aprovechará más. Pero Grecia y España, dado que el turismo es una fuente importante de ingresos, serán igualmente beneficiarias.

-
­Angela Merkel, sin embargo, dice que la solidaridad puede ser importante. Sin ella, no habría habido reunificación de Alemania.

- ­ Sí. Pero, justamente, a Alemania le hicieron falta más de diez años para absorber la reunificación. Y en cierta forma, pienso que los alemanes del oeste estiman que ya han pagado un precio alto por la solidaridad europea.

-
­ ¿Usted piensa que la viabilidad del euro está amenazada?

­- Yo espero que no. Es muy posible evitar que la moneda única perezca. Pero si se sigue así, no hay que dar por descartado nada. Aun cuando yo piense que el escenario más probable es el default. El desempleo de los jóvenes en Grecia se acerca al 30%. En España, supera el 44%. Imagínese la magnitud de los problemas si sube al 50% ó 60%. Hay un momento en el que en Atenas, Madrid o Lisboa se planteará seriamente la cuestión de saber si hay interés en seguir el plan que el Fondo Monetario le ha impuesto a Bruselas. Y si no hay interés de volver a ser los dueños de la propia política monetaria.

Acuérdese de lo que sucedió en la Argentina. El peso estaba atado al dólar por un tipo de cambio fijo. Se pensaba que Buenos Aires no iba a romper la convertibilidad, que el costo sería demasiado. Los argentinos lo hicieron: devaluaron; como se preveía, fue un caos. Pero, al final de cuentas, fue más provechoso. Desde hace seis años, la Argentina crece a un ritmo del 8,5% por año. Y hoy son muchos los que piensan que tenía razón.

© LE MONDE, Publicado en el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 30 de Mayo de 2009.

El CCDTyE “Olimpo”...

EL EX CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIÓN, TORTURA Y EXTERMINIO “OLIMPO”...

Fue uno de los Centros Clandestinos de Detención que funcionaron en la Ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura militar. Estaba emplazado en un predio ubicado entre las calles Ramón Falcón, Olivera, Lacarra, Fernández y Rafaela del barrio de Floresta, y funcionó entre agosto de 1978 y enero de 1979. El lugar había sido originalmente terminal de tranvías, luego estación de colectivos, y en el año 1976 pasó a manos de la Policía Federal Argentina.

Las personas que fueron detenidas y desaparecidas en este Centro Clandestino de Detención, así como en los más de 500 que funcionaron en todo el país, eran militantes de organizaciones políticas, sociales y sindicales que fueron perseguidos por sus prácticas militantes y su persistencia en la intención de lograr una sociedad incluyente y justa.

Las personas recluidas ilegalmente en el CCDTyE “Olimpo” provenían principalmente de otros dos Centros Clandestinos: “Club Atlético”, ubicado en el bajo de la Ciudad de Buenos Aires, y “El Banco”, ubicado en Autopista Richieri y Camino de Cintura. Parte de las instalaciones del “Olimpo”, como las puertas de las celdas, eran de la infraestructura de “Club Atlético”, que había sido desmantelado por ese entonces para la construcción de la Autopista 25 de mayo.

Los testimonios de los sobrevivientes relatan que el primer grupo de detenidos-desaparecidos de este CCDTyE, fue traído desde el ex-CCDTyE “El Banco” el 16 de agosto de 1978. Fueron trasladados en vehículos particulares o camiones del Ejército con los ojos vendados. A aquellos que provenían de otro Centro, las fuerzas represivas les mantenían la letra y número adjudicado previamente. A los “nuevos secuestrados” les adjudicaban una nueva letra y número. Al igual que en otros Centros Clandestinos, los interrogatorios tendientes a obtener información sobre otros compañeros de militancia, se realizaban bajo tortura física.


El Centro Clandestino tenía dos secciones de celdas enfrentadas entre las que mediaba un playón. Una de estas secciones, denominada “Población”, contaba con cuatro hileras de aproximadamente diez celdas cada una, separadas entre sí por pasillos. Cada hilera contaba con dos letrinas. En uno de los corredores se situaban las duchas y el lavadero. La otra sección, denominada “Sector de Incomunicados”, contaba con 6 celdas y una sala de tortura o “quirófano”. En otro sector del Centro se ubicaban la cocina, sala de internación, enfermería, comedor, laboratorio de fotografía e impresiones, taller de electrónica, capilla, sala de situación e inteligencia, oficinas del personal represivo y grupo de tareas (GT), y otro “quirófano” o sala de tortura. De acuerdo a esta disposición edilicia, el lugar tenía capacidad para aproximadamente 150 personas y, según refieren los liberados, durante su funcionamiento habrían pasado por allí alrededor de 500 personas.


Los grupos de tareas, es decir los grupos de represores que secuestraban, torturaban y eran responsables del funcionamiento del dispositivo concentracionario, que tenían base en este CCDTyE estaban integrados por personal de la Policía Federal y de la provincia de Buenos Aires, Ejército, Servicio Penitenciario y Gendarmería, y dependían del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército. Estos grupos, actuaron también en los CCDTyE “Club Atlético” y “El Banco” y operaron en combinación con otros CCDTyE (como la “ESMA”).


La información que posibilitó sistematizar la forma de funcionamiento del Centro Clandestino, conocer los nombres y apodos de los detenidos-desaparecidos, y denunciar los nombres y apodos de los represores responsables de los delitos de lesa humanidad cometidos allí, fue dada por los sobrevivientes de este lugar, quienes sufrieron las condiciones de “libertad vigilada” hasta incluso avanzado el período constitucional.



© http://exccdolimpo.org/ex-ccdtye-olimpo/la-historia/


Bicentenario de la República Argentina... De Alguna Manera...