sábado, 6 de julio de 2013

Laboratorio argentino lanza nuevo producto contra el HIV… De Alguna Manera...


Laboratorio argentino lanza nuevo producto contra el HIV…

Richmond anunció un nuevo producto contra el HIV. Fuente: Laboratorios Richmond.

Richmond presentó Virontar, que permitirá reducir la cantidad de tomas de comprimidos a la mitad.

Laboratorios Richmond anunció el lanzamiento de Virontar, la primera combinación en Argentina y en el mundo a dosis fija en un solo comprimido de las drogas darunavir + ritonavir.

“Este es un nuevo producto tanto en la Argentina como en el resto del mundo para el tratamiento del VIH-SIDA”, aseguró Marcelo Figuieras, presidente de Laboratorios Richmond.

“Está desarrollado internamente por nuestro laboratorio; significa una gran alegría para nosotros que se fabrique en la Argentina un medicamento que mejora la calidad de vida de pacientes que padecen el virus del VIH/SIDA”, afirmó Figueiras.

Dicha unión permite reducir la cantidad de tomas de comprimidos a la mitad, lo cual facilita la vital adherencia al tratamiento y acota el riesgo de resistencia del virus. La limitada toxicidad y el escaso potencial de interacciones de darunavir + ritonavir, convierten a la combinación en el tratamiento de elección en las terapias denominadas de rescate. 

Además, el material de envase exclusivo de Virontar®, un blister troquelado de PVC+PVDC/aluminio, garantiza la estabilidad del producto y una mayor comodidad y control en la administración del medicamento.

“Virontar es un medicamento que pretende mejorarle la calidad de vida a los enfermos del VIH/SIDA; tiene mayor acceso al tratamiento; mejor adherencia; menor riesgo de resistencia virósica; mayor probabilidad de éxito terapéutico y menor riesgo de efectos adversos”, explicó la Lic. Elvira Zini, directora de Asuntos Técnicos y Científicos de Richmond. “Es un comprimido en dosis única oral que contiene 2 antiretrovirales IP DRV/r (darunavir 600 mg concentración terapéutica, y ritonavir 100 mg concentración sub-terapéutica, booster )”, concluyó Zini.

Laboratorios Richmond es una empresa farmacéutica Argentina y de capitales nacionales. Inició sus actividades en el año 1935, desarrollando durante más de medio siglo su experiencia en el mercado de productos hospitalarios, especialmente con antibióticos y anestésicos. En 1995 lanzó la línea Oncológica y un año más tarde la línea VIH-Sida. En 1996 inició los primeros registros en el exterior. En 2002 inauguró las nuevas instalaciones de Desarrollo y Control de Calidad, logrando en 2004 obtener la certificación de toda la operación por ISO 9001-2000.

En 2006 realizó la primera solicitud de patente propia y el lanzamiento de la línea SNC (Sistema Nervioso Central). En 2011, tras una inversión de US$ 14 millones inauguró su nueva planta de producción en el Parque Industrial de Pilar. En 2012 adquirió la totalidad del paquete accionario de Penn Pharmaceuticals por un monto de 11 millones de dólares, incorporando así a su portafolio una importante línea de productos cardiovasculares.

© Publicado el viernes 05/07/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.





Moreno ya aplica la ley de Abastecimiento… De Alguna Manera...


Moreno ya aplica la ley de Abastecimiento…


Una receta bien peronista contra la inflación y sus consecuencias.

“Activamente prosigue la campaña del Superior Gobierno de la Nación contra el agio y la especulación. Numerosos comerciantes inescrupulosos que lucran con el dinero del pueblo reciben la condigna sanción: clausura, prisión y, en ciertos casos, hasta expulsión del país. Un comerciante deshonesto es un enemigo que atenta contra quienes ganan honradamente su jornal. Denunciarlos a la autoridad no es ejercer una venganza. Es evitar que nos roben.” (1)

Con las palabras que preceden, el aparato propagandístico del primer régimen peronista, intentaba controlar el proceso inflacionario producto de su propia incapacidad. De este modo, al igual que el régimen K, aquel peronismo originario escondía sus desatinos económicos culpando a los comerciantes.

En lo que fuera uno de sus discursos más violentos, el General amenazó a los comerciantes tildándolos de  “especuladores” con la siguiente frase: “el gobierno está decidido a hacer cumplir los precios, aunque tenga que colgarlos a todos”. (1)

La historia pasada y reciente lo demuestra. Cuando se quiere combatir la inflación por decreto o bajo amenaza, sobreviene el desabastecimiento. Entonces, el gobernante utiliza medidas más gravosas que la mera fijación de precios máximos, medidas que nunca han alcanzado para que vuelva a ser negocio lo que ya ha dejado de serlo. El abastecimiento, entonces, nunca retorna. Al menos no, con los precios oficiales.

Desde ya que la acentuación de los métodos autoritarios y la violencia verbal del General no dieron resultados económicos. Y, parafraseando al propio Perón, la violencia de los de arriba, terminó generando la violencia de los de abajo. Así, el país se le incendió, no obstante sus dotes de estratega.

Luego de su derrocamiento y exilio, Perón volvió a hacerse cargo de su tercera presidencia con un discurso más tolerante. Sin embargo, pocos días antes de su muerte, se sancionó y promulgó la ley de abastecimiento (2), hoy en vigencia. Si bien dicha norma no prevé el destierro ni la horca, sí prevé la clausura, el decomiso de mercaderías y el arresto sin orden judicial previa por un período de 90 días y, excepcionalmente, para casos de especial gravedad, la prisión de 6 meses a  4 años.

En definitiva, no debe sorprendernos que personajes como Guillermo Moreno y la propia Presidente de la Nación, avalen este tipo de conductas, alejadas de toda racionalidad y ajenas a las características propias de un sistema republicano y democrático. No están haciendo más que aplicar una norma, de dudosa constitucionalidad, creada bajo la presidencia de quien fundara su movimiento.

Cabe preguntarse por qué motivo esta forma de gobernar el país como si fuera un cuartel, pese a sus reiterados fracasos, retorna atravesando décadas y generaciones. Y sólo se me ocurre una respuesta: el peronismo ha endiosado a su líder y lo presenta carente de defecto alguno. Quienes adhieren a otro tipo de pensamiento, critican a los representantes de turno de esta cultura política, pero omiten pronunciarse sobre el origen del Movimiento, sobre las bases ideológicas en que el mismo fue sustentado desde sus inicios. Y así, sólo basta con cambiar los herederos, para que la herencia autoritaria siga viva.

Muchas voces democráticas y republicanas son responsables de esta omisión. Callan para no recibir el calificativo de “gorila”, “oligarca”, entre otros. No es el caso de esta voz. Califíquenla como quieran. El calificativo no cambiará la verdad de los hechos aquí relatados, ni la certeza de que Moreno y Cristina, representan fielmente los aspectos más autoritarios del peronismo original.

© Escrito por José Lucas Magioncalda el sábado 06/072013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 
(1) Propaganda oficial y discurso de Perón – extracto del documental “Permiso para Pensar”: http://www.youtube.com/watch?v=86qS9o43GRE

(2) http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/55000-59999/58603/texact.htm



Nota: No comparto los términos régimen peronista, ni régimen k.

 

viernes, 5 de julio de 2013

La ilusión que me condena… De Alguna Manera...


La ilusión que me condena…


Por aquel momento, estaba cursando periodismo en TEA. Hace pocos meses había terminado el colegio y estaba viviendo un momento en el que sólo me importaba una cosa y, por ese motivo, dejé la facultad. Aún no me arrepiento de la decisión que tomé, porque estaba feliz.

Pocas cosas compartía con mi papá y comparto. Al estar mis viejos separados, siempre fue difícil dividir los tiempos, más cuando uno va creciendo y empieza a tener responsabilidades. Eso sí: toda la vida nos unieron muchas cosas. Pero, más que nada, siempre nos unió el sentimiento por el Globo. Y ese año, más todavía.

Nunca me importó en esos 6 meses si iba a padecer una convulsión, por mi epilepsia, tampoco la Gripe A, que estaba liquidando a mucha gente. Sólo me importaba que llegue el fin de semana para ir a lo que era una cancha pero, al mismo tiempo, un teatro, algo único que llenaba los ojos de lágrimas a corazones esperanzados.

Recuerdo esos 6 meses como si hubieran sido ayer. Ir en el Ford Fiesta (como de costumbre, hecho bolsa), a la cancha para ver a lo que nos unía cada vez más a él y a mí. Jamás me voy a olvidar los partidos de visitante que fuimos juntos en los que la policía nos trató siempre mal. Tampoco me importó el maltrato en Rosario, donde nos llovían escupitajos, meadas y papel quemado desde la tribuna de los rosarinos.

Y, menos que menos, me voy a olvidar de los días previos a ese partido. Yo me dije a mi mismo: "después de esto, puedo morir tranquilo". Las entradas se sacaban el viernes, si no me equivoco, a las 9 de la mañana. Estuve haciendo 15hs de cola, rodeado de enfermos que compartían el mismo sentimiento que yo, que tampoco les importaba la Gripe A. Mi papá, con ambas rodillas destruídas, también estaba. Podía estar viniendo el apocalipsis, que todos íbamos a estar ahí, esperando el momento en que nuestras manos tocaran ese tan anhelado boleto a la ilusión. Ese momento llegó: salimos con mi papá y casi nos atropella un auto. Miré al cielo y dije: "si es mi momento, que lo sea, pero esperá hasta el domingo, por favor".

Ese día en donde casi todos hacemos fiaca, yo estaba en Liniers. Cada minuto era eterno, pero lo valía. Creía que iba a llegar uno de los momentos más esperados de mi vida.

Comenzó el pitazo. A los 8 minutos, marcamos el primer tanto, que fue anulado y ya nos la veíamos venir: no había buenas intenciones. Ese día había sol y llovió muchísimo... ¡Hasta cayó granizo!

Llegó la primera "ayudita", para el rival: un penal, el cual nuestro arquero Monzón, atajó de manera memorable. Todos los que estábamos ahí, inmediatamente pensamos que no se nos podía escapar. Era el año. Habíamos pasado muchos malos momentos y era nuestro turno de gritar de felicidad. Siendo sincero, miraba más el reloj que el partido. No nos cobraron un penal, y posteriormente llegó lo sucio: el grito eufórico de los hinchas de Vélez por un gol no válido, ya que nuestro arquero estaba tirado en el verde césped, luego de que recibiera un planchazo en la pierna. Mi inocente e ilusionada mente nunca dejó de pensar que íbamos a empatar. Pero eso nunca pasó.

Jamás vi tantas lágrimas concentradas en un sólo lugar, tantas familias sin consuelo, tanta impotencia. Ni en un velorio lo ví. Jamás voy a olvidar ese día. Mi papá, generalmente una piedra para llorar, tenía los ojos completamente vidriosos y, a pesar de eso, con sus pocas fuerzas, no me negó un abrazo contenedor. Cuatro años pasaron desde que tuve que pasar uno de los peores días de mi vida. 

Cuatro años del robo a una ilusión. Cuatro años del despojo a LA HONESTIDAD. Igual, todavía sigo pensando en el día en que voy a festejar un campeonato con mi papá al lado y toda la familia huracánense unida. No olvidemos ese día, jamás. No por ser nuestro, sino porque el fútbol argentino mostró la hilacha.

© Escrito el viernes 05/07/2013 por Juan Ignacio Pérez, Socio e Hincha de Huracán y publicado por Patria Quemera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



El derrotero corrupto de los ´90... De Alguna Manera...


“La política se piensa a partir de la corrupción”...


El sociólogo Sebastián Pereyra explica el derrotero corrupto del país en la década del 90. Aquí, alerta sobre las generalizaciones que se hacen en este terreno y habla del papel de los periodistas.

Como un rumor que lo sobrevuela todo y se instala con fuerza de realidad. Poderoso, capaz de degradar la moral de los políticos a fuerza de escándalos y denuncias, asentadas y divulgadas tanto por el periodismo como por funcionarios (opositores y oficialistas) y miembros de ONG. Con esta lógica comenzó a instalarse el problema de la corrupción en nuestro país durante los años noventa, y son estás dinámicas las que preocupan al especialista en ciencia política y doctor en sociología, Sebastián Pereyra. En su reciente libro Política y transparencia, la corrupción como problema público (Siglo Veintiuno Editores) el autor indaga en las continuidades y rupturas de procesos paralelos y convergentes que explican la centralidad y el abordaje de la temática, desde su génesis y hasta 2001. 


A la vez que abre un interrogante que interpela: “¿por qué dar por sentado que nuestro país es altamente corrupto si al mirar los datos concretos, los que se desprenden de las prácticas poco honestas, la cantidad es mucho más baja que la percepción que se tiene de las mismas?”. En opinión del especialista, que además es profesor de la Universidad Nacional de San Martín, “la corrupción se volvió un modo central a partir del cual se piensa la política”. Una idea de corrupción que tiende a sintetizar una suma de problemas que fueron surgiendo en los últimos veinte años en términos de representación política y a vincularlo casi exclusivamente con el estatus moral de quienes ejercen funciones o cargos en el gobierno. “Cuando en realidad evocan a un conjunto de malestares de la democracia frente a otros que han perdido centralidad. Muchos grupos o actores sociales y ciudadanos que sienten ajenidad con la política utilizan la palabra ‘corrupción’ para nombrar esa distancia”. 

Pensada la política como problema moral, ¿hay ciertos tipos de conducta que generan mayor controversia social?
No. Más bien lo que se puede pensar, es el modo en el que algunos aspectos particulares de las denuncias de corrupción tienden a operar en momentos de dificultad económica, específicamente si afectan a ciertos sectores en particular. Por ejemplo, en ciertos momentos de crisis, el de enriquecimiento ilícito tiende a prevalecer sobre otros. Como si se esperara que la clase política sea solidaria con los problemas que afectan a ciertos sectores. También hay un tipo de público más afín a los escándalos de corrupción. Es interesante ver porqué ciertos sectores tienden a priorizar la corrupción como un problema y a elegir el vocabulario de la corrupción para pensar la política. 

Por eso usted no se siente cómodo con la inclusión del tema como “problema global”…
Sí, porque a veces lo que llamamos problemas globales, aparecen aislados de su correlato ideológico. Yo no estoy tan de acuerdo con esa idea: la corrupción (que después de la caída del Muro, los países occidentales centrales han tomado como uno de los más importantes a nivel internacional) aparece como un problema global cuando en realidad es un punto de vista y una mirada que tiende a pensar el funcionamiento democrático basado en una serie de reglas. Estableciendo así, una cierta mirada sobre cómo debe ser el funcionamiento democrático y tendiendo un correlato con el libre mercado y el no intervencionismo estatal. 

A pesar de que una de las conclusiones a las que usted arriba es que no puede hablarse de una relación directa entre centralidad del Estado y corrupción, ni entre neoliberalismo y corrupción.
Exactamente. Hay una idea heredada de los 90 que está muy presente en la sociedad: sospechamos de la intervención estatal como una forma directa o indirecta de corrupción, y el tema aparece recurrentemente cuando discutimos el rol del Estado. De hecho una de las claves por las que el menemismo decía que era fundamental avanzar en grandes e importantes reformas estatales era por ese preconcepto. Había que retirar al Estado para dejar operar al mercado. En Argentina se pasó de una situación de alta regulación e intervención del Estado, que se dio hasta mediados de los 70 a lo que ocurrió a fines de los 90, cuando la intervención disminuyó notablemente. Sin embargo, la percepción sobre la corrupción en general no disminuyó, ni en uno ni en otro modelo. 

Pese a que su trabajo no analiza la coyuntura actual, ¿es posible rastrear elementos recurrentes entre los escándalos del noventa, y los aparecidos en los medios en los últimos meses?
Escándalos y denuncias hubo siempre. Pero incluso ahora, cuando los escándalos recuperan cierta productividad política, hay varias diferencias con los de los 90. Una es el rol de la prensa o de los periodistas en relación a ellos. Para que un escándalo sea productivo el denunciante tiene que lograr ese lugar de neutralidad, en términos de representación de la opinión pública, que ahora, o después de 2001, aparece seriamente cuestionado o transformado. El otro elemento, es que a partir del 2001 y diría hasta el caso Ciccone los escándalos fueron de resolución más rápida en los 90.

¿Y qué particularidades encuentra en comparación con la lógica de los escándalos de corrupción en otros países?
En Francia e Italia se observa que éstos surgen como consecuencia de una investigación judicial previa, mientras que aquí es al revés: jueces y fiscales actúan en función de lo que aparece en la prensa. Lo cual es un problema porque no es lo mismo lo que cuenta como prueba en un escándalo (que se centra en la evaluación moral de determinado personaje) que en un caso judicial, en el que se debe probar un delito.

Tal como usted relata en su libro, para que el periodismo opere como custodio de la transparencia y referente de la opinión pública necesita credibilidad, ¿cuál es entonces el rol que les toca a estos profesionales?
Entiendo que entre la aspiración a la neutralidad y la representación de la opinión pública, el escenario más típico de los 90 y el modo del ejercicio de la profesión partidizada o segmentada políticamente, hay matices. Yo tengo la sensación de que la profesión periodística tiene mucho para ganar en el medio de los dos escenarios (el de los 90 y el actual), si es que no pretende ser la portavoz de la opinión pública en un sentido global, y en cambio busca clarificar y sincerar sus puntos de vista. Es decir entre la sobreactuación de la neutralidad política y la toma de posición política me parece que se desdibuja el modo en el que la profesión periodística genera legitimidad. Se producen picos de representación o legitimidad sobre públicos muy segmentados: consumidores o no de escándalos. 

A pesar de que el periodismo de investigación estuvo ligado desde sus inicios a la crítica y a la denuncia de la corrupción…
Sí, pero ese rasgo no define el modo en el que los periodistas intervienen en cada caso de corrupción. No es lo mismo que solamente apuesten su credibilidad para sostener una denuncia a que lo hagan con una investigación previa detrás, con pruebas. Lo que ocurre es que en los escándalos se juega un proceso paralelo: la degradación del denunciado redunda en la exaltación del denunciante. Así, si el denunciante no logra la degradación del denunciado pone en juego su propio reconocimiento social.

© Escrito por Martina Menzio el viernes 05/07/2013 y publicado en la Revista Ñ de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.