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Huracán y Colón empataron sin goles por culpa de los arqueros...
Fue 0-0 en Parque de los Patricios. El primer tiempo fue para la visita, pero Monzón le ahogó el grito dos veces a Moreno y Fabianesi. En el complemento el local fue más pero chocó con Pozo. Los de Mohamed suman siete sin ganar.
El cero a cero fue la síntesis del pobre presente futbolístico de Huracán y de Colón. Apenas son dos siluetas desdibujadas de lo que fueron hasta no hace mucho. Huracán está lejos, cada vez más lejos, del Tiki Tiki que lo llevó al subcampeonato en 2009. Colón ya no tiene el toque y la dinámica con los que salió tercero en el Apertura, posición que le permitió llegar a la primera fase de
Con demasiados hombres en la mitad de cancha, el tránsito se hizo lento y pesado. Rivoira, con más tranquilidad y confianza después de los triunfos cosechados ante Chacarita y Central, confirmó su dibujo táctico preferido: 3-3-2-2. La idea de ubicar a Toranzo y a Peralta como enlaces no es mala pero no resulta si no se asocian, si no son precisos en los pases, si no buscan con criterio el claro para la habilidad de Franzoia y Clara. El Turco Mohamed apuesta al 3-5-2, con Caire y Ricardo Gómez bien abiertos, bien pegados al lateral, buscando llegar bien al fondo para asistir al eterno goleador Fuertes. Pero no funciona si el traslado se hace lento, previsible. No funciona si Rivarola o Iván Moreno no intentan al menos romper en diagonal a espaldas de los volantes rivales. O si es más la preocupación por marcar de cerca a Toranzo, obligación que alternaron Capurro y Rivarola (los dos fueron amonestados por faltas cuando el talentoso volante de Huracán logró escaparse).
Después de una primera media hora con pocas emociones, Colón se animó a entrar por el medio y en un minuto casi gana el partido. Lo tuvo dos veces Iván Moreno y en ambas falló en la definición, permitiendo que se luciera, además, el arquero Monzón. A los 40 minutos, tras una buena combinación con Rivarola, Fuertes quedó mano a mano con Monzón y el arquero volvió a responder bien.
El inicio del segundo tiempo pareció despertar a Huracán. Al minuto, un centro de Peralta tenía destino de gol en la cabeza de Clara, pero la peinó Franzoia, le quedó a Machín, que desvió el remate final.
Después, lo tuvo Franzoia y salvó Pozo, quien jugó la última media hora con un tirón en el recto anterior, una ventaja que sólo Toranzo con dos tiros desde afuera del área intentó aprovechar. Con Bertoglio en la cancha y de enganche, Colón insinuó un cambio, pero concretó poco. Lo tuvo a los 35 minutos: remató Rivarola desde afuera del área y salvó Monzón al córner. Otra vez Monzón. Apenas una luz entre tantas sombras.
© Escrito por Oscar Barnade y publicado en el diario Clarín de
Los Goles...
¿Que goles?...
De los cuatro que llegaron para reforzar la tropa de Parque Patricios, él era el único con un pasado en el club. Andrés Franzoia volvió con la chapa de haber tenido un interesante pasado en Huracán. Sin embargo aún no ha convertido goles en este torneo y, salvo algún partido, rindió en cuentagotas. Esta noche, ante Colón, el ex Boca regresará al 11 titular para acompañar a Gino Clara.
"Yo creo que el equipo ha ganado en tranquilidad. Veníamos bajoneados, pero demostramos que le podemos dar pelea a cualquiera. Se habló mucho de la actitud, pero eso lo tuvimos siempre. Lo que agregamos, por suerte, fue la inteligencia para golpear en el momento justo y ratos de buen fútbol", disparó Franzoia. Para alcanzar los famosos 25 puntos de los que tanto habla el Chulo Rivoira para no sufrir con el promedio, a Huracán le restan diez aunque el delantero sueña y apunta un poquito más lejos: "Yo vine a este club para pelear en el lote de arriba, acá hay un gran plantel y se puede. Creo que lo más importante que nos falta conseguir es la regularidad, cuando tengamos eso, vamos a crecer mucho. Colón es un rival duro, y sacar un resultado positivo confirmaría el buen momento en el que estamos".
El argentino que se adelantó a todos...
EL FILTRADOR. Su apodo hablaba de su notable capacidad para vulnerar defensas. En Argentina, sólo jugó para Huracán: entre 1924 y 1930 hizo 100 goles en 128 encuentros.
Guillermo Stábile fue el primer argentino en formar parte del Cuadro de Honor de los Mundiales de
Ya no queda casi nadie que lo haya visto jugar. Pero los diarios de la época, el tiempo y su leyenda lo cuentan: Guillermo Stábile fue uno de los más grandes delanteros argentinos de la historia. Les ganó, sobre todo, a los que creían conocer el destino: "Muy flaquito para triunfar en el fútbol...", decían. Tuvo una virtud de las importantes: su constancia le permitió disfrutar el abrazo de la gloria.
Vecino de Parque de los Patricios y caminante de los barrios del Sur, llegó a un destino inevitable: se hizo de Huracán. Y tras jugar en Sportivo Metán, en breve se sumó al club del que se convertiría en su primer gran referente. Fue parte de los días felices de los años 20, en los que El Globo de Newbery resultó el más campeón, junto a Boca.
En 1930 marcó su definitivo lanzamiento a la gloria. En el Primer Mundial de la historia, en Uruguay, resultó el goleador con ocho tantos en cuatro encuentros. No sólo eso: lo consiguió a contracara de las presunciones. Más allá de su condición de hombre de área que había exhibido en Huracán, Stábile no era titular en
En su presentación frente a México hizo tres de los goles en la victoria por 6-3. Luego le convirtió dos a Chile (3-1). Ya en semifinales, Stábile aportó otros dos gritos felices contra Estados Unidos. Y el 30 de julio, en la final frente a Uruguay, convirtió el segundo tanto argentino. No le alcanzó para el título, pero sí para garantizarse su lugar indeleble en la historia. Desde entonces, ocupa un puesto en el Cuadro de Honor de
"Stábile fue el único que guapeó en la final del 30", dijo Francisco Varallo, entrevistado en el libro Por el siglo de los siglos, de Gustavo Catalano. Pancho lo conocía bien por compartir
Entonces, tras su participación en Uruguay, el mundo se fijó en Stábile: Genoa, un gigante de ese tiempo en el fútbol italiano, pagó una cifra extraordinaria para la época y se lo llevó a su plantel. Tras quince días arriba del barco Conte Rosso, llegó al puerto genovés y se sorprendió: lo esperaba una multitud y algunas tapas de revistas ya lo exhibían. A las 48 horas, debutó con la camiseta azulgrana frente a Bologna, el líder de
Osvaldo Bayer describió alguna vez su apodo: "Lo llamaban 'El Filtrador' porque venía desde atrás, en el ataque, y estaba adelante siempre para definir cuando la pelota llegaba al área". Luis Carlos Ruiz, co-autor del libro del Centenario de Huracán, lo retrató a Stábile: "Delgado, de apariencia frágil, pero con una velocidad llamativa, mas propia de un atleta que de un futbolista de la época".
Stábile fue también un mediático antes de que los medios mostraran cada detalle de cada partido de cada liga de cada lugar del mundo. Ahora una consultora europea determinó que Lionel Messi -rosarino y crack- es el futbolista más mediático de su tiempo. En simultáneo, el portugués Cristiano Ronaldo, el alemán Michael Ballack, el brasileño Kaká y el inglés Wayne Rooney sonríen para tantas marcas que les pagan millones y les piden que se muestren ante el planeta entero por todas las vías posibles. Marketing deportivo, se llama. Mucho antes que ellos, y sin pretenderlo, Stábile había sido un pionero de ese rubro. Don Antonio Nesman y su hijo Victorio, inspirados por el jugador de Huracán, le pusieron como nombre "El Filtrador" a los vinos que elaboraba su bodega mendocina, Familia Nesman. Estaban fascinados por su juego y por sus goles.
En 1948, ya consagrado como futbolista en Italia y como entrenador en
© Escrito por Waldemar Iglesias y Publicado en el Diario Clarín de
Festejos de científicos en Ginebra, Suiza, donde se llevó adelante la experiencia.
El experimiento marca un nuevo hito en la historia de la ciencia pero ya tiene detractores en Estados Unidos y Alemania.
Científicos a cargo del mayor colisionador atómico del mundo consiguieron hoy desencadenar choques de partículas generadores de una energía récord, para recrear condiciones similares a las que siguieron al estallido del Big Bang, del que surgió el universo.
"Esto es física en acción, el inicio de una nueva era, con colisiones de 7 teraelectronvoltios" , dijo Paola Catapano, científica y portavoz del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra, al dar parte del experimento. "Es un momento fantástico para la ciencia", señaló por su lado el director general del CERN, Rolf Heuer, en una videoconferencia desde Japón, apenas conteniendo su emoción.
Los vítores irrumpieron en las salas de control cuando los detectores del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) marcaron el choque de unas billones de partículas subatómicas a una velocidad inédita, en un tercer intento que resultó exitoso.
"Estamos una milmillonésima de segundo después del Big Bang", dijo el portavoz del CERN, James Gillies. "Es realmente un momento muy emotivo", afirmó Steve Myers, director de aceleradores y tecnología de la entidad. "Con certeza estaremos repitiendo la hazaña varias veces en la semana que viene y durante el año", añadió el científico, quien había comparado el experimento con el lanzamiento de dos agujas desde lados diferentes del Atlántico, esperando que chocaran. La nueva etapa, llamada "Primera Física", supone el comienzo de una serie de millones de choques similares durante un periodo de 18 a 24 meses.
La aventura también ha encontrado muchos escépticos, sobre todo en Estados Unidos y Alemania, que señalan que el CERN está interfiriendo con fuerzas que podrían llevar al mundo a ser absorbido por un agujero negro o generar partículas teóricamente destructivas conocidas como "strangelets".
© Fuente AFP y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 30 de Marzo de 2010
Hay sobradas razones para criticar el relato del golpe del 24 de marzo de 1976 y su secuela de terrorismo y decadencia nacional como la usurpación cometida por un puñado de militares contra una sociedad civil inocente, vulnerada en su honor. Los que vivimos el clima político de los días anteriores al golpe no podemos olvidar que aquéllos eran tiempos de asfixia política y que la demanda de “que vengan los militares” había cobrado una fuerza enorme en la Argentina de entonces. Como decía Marx de la irrupción de Luis Napoleón en el poder de la Francia de mediados del siglo XIX, la dictadura no fue “un rayo en cielo sereno”.
Sin embargo, el esfuerzo por situar históricamente el acontecimiento devino, en algunos casos, en una suerte de dispersión de las responsabilidades. “Todos fuimos culpables” es el santo y seña de una interpretación según la cual los partidos políticos (todos ellos), los militantes populares, el movimiento sindical, estudiantil y social, los pequeños empresarios y millones de hombres y mujeres participaron en pie de igualdad en una suerte de “responsabilidad nacional” en los horrorosos sucesos que se desencadenaron después del asalto militar al poder. La imagen que transmite esta narrativa es la de una sociedad plana, sin actores políticos de asimétrico peso y relevancia, sin sectores económicamente poderosos, sin intereses sociales en pugna. No es, claro está, un mero error historiográfico, una equivocada metodología de reconstrucción de los hechos; detrás de ese relato hay una operación ideológica de construcción de la realidad. De la de hace 34 años y de la de hoy.
Efectivamente, el golpe y la dictadura no fueron hechos meramente militares. Funcionó en su gestación una poderosa coalición político-social y una coordinación ideológica que aun una recorrida ligera por los diarios de los meses previos pone rápidamente en evidencia. Estela de Carlotto acaba de decir los nombres y apellidos de los grupos empresarios que no solamente apoyaron a la dictadura sino que elaboraron en la sombra de la conspiración su plataforma económica y colaboraron de modo siniestro con la represión contra los trabajadores de sus propias empresas: nada que no se supiera, pero sí la valentía de decirlo sin eufemismos. Sí, la dictadura nacida en 1976 fue cívico-militar. Su proyecto era la expresión de la coalición de los sectores económicos más concentrados de la época. Estos sectores proveyeron ministros, respaldos internos y externos y medios de comunicación a la dictadura. Les dieron también la verborragia revanchista y anticristiana en las homilías de muchos “pastores” de la cúpula eclesiástica. La dictadura tuvo su Justicia y sus políticos. Sus patrones y hasta sindicalistas delatores de militantes. Eso no hace a todos los argentinos igualmente responsables por esa época de horror.
La Plaza de Mayo de este 24 de marzo fue multitudinaria y extraordinariamente plural en su composición. Fue también una de las más apasionadas de los últimos tiempos. Esa pasión está indudablemente asociada a las tensiones actuales. Como para darle más calor a esa pasión, el ex presidente Duhalde no encontró mejor momento que unas horas antes de la conmemoración para dar a conocer su propuesta de someter el juicio a los terroristas de Estado a una consulta popular. La impresión superficial –es decir multimediática– es que en Argentina se enfrentan un bando de la pasión con otro de la “razón”.
En el bando de la pasión militan los que miran al pasado. Los que están dispuestos a desaprovechar “la gran oportunidad” que tiene nuestro país, agitando las divisiones del pasado. Son resentidos útiles o, peor aún, demagogos que perversamente manipulan el dolor popular. En cambio, en el bando de la razón están los serenos, los pacíficos y civilizados, los partidarios del diálogo y el consenso.
Cuando se mira más de cerca la cuestión, aparece el carácter fraudulento de ese mapa de la política argentina. Encontramos, por ejemplo, que entre los “pasionales” están las Madres y las Abuelas con la autoridad política y moral de haber mantenido viva la llama de la justicia y la verdad sin haber condescendido nunca con la violencia y la venganza. Y entre los “racionales” y “pacíficos” –incluso como portavoz del elenco– hay un político que tiene en su curriculum una sangrienta represión a la movilización social que costó la muerte de dos militantes.
Los racionales suelen declamar a favor de un país donde rija el Estado de derecho. Pero no les parece mal que haya jueces que dilatan ilimitadamente los juicios a represores y a apropiadores de bebés. Tampoco que la ley de regulación de los medios audiovisuales aprobada por las dos cámaras y promulgada por la Presidenta sea suspendida y reemplazada de hecho –a través de la suspensión dictada por un grupo de jueces– por la “ley” que aprobara la “CAL” (aunque parezca orwelliano, también Videla tenía su “Congreso”), es decir que quienes ponen el grito en el cielo por los decretos de necesidad y urgencia se sienten tranquilos cuando se imponen los diktats de los terroristas de Estado. Si una propuesta análoga a la de Duhalde de frenar la acción de la Justicia por medio de un referéndum hubiera provenido del Gobierno, ya podríamos imaginarnos el grito escandalizado de los racionales-legalistas: el populismo chavista de los Kirchner estaría, en ese caso, construyendo una tiranía plebiscitaria en lugar de nuestra democracia liberal.
Lo que estaría bien sería que todos aceptáramos que la pasión está entre nosotros y que la política no es posible ni deseable sin pasiones. Que asumiéramos que esa versión liberal, tan de moda en los noventa, que concibe un mundo de mujeres y hombres huérfanos de amores, odios y rencores y calculadores hiperracionales de costos y beneficios pertenece al mundo de las utopías, en este caso más bien a una antiutopía de pesadilla. Con frecuencia, los que predican esa antropología en nombre del enfriamiento de las pasiones han aprobado guerras de exterminio, como las que sacudieron al mundo en las últimas décadas del siglo pasado, necesarias, según ellos, para imponer el mundo del libre mercado en territorios hostiles.
No hay un intento de salir de la pasión para entrar en la racionalidad. Hay, en cambio, un proyecto de construcción de un “partido del orden” alternativo al actual rumbo. Ese parece ser el programa del famoso “Moncloa criollo” de Duhalde. La propuesta de consulta popular sobre el terrorismo de Estado se suma a la propuesta de que las Fuerzas Armadas participen en la represión del delito y a la de renovación sindical con Hugo Barrionuevo como portaestandarte. No parece un pacto para la construcción de un nuevo orden democrático (como fue el antecedente español) sino un acuerdo amplio para restaurar el orden de siempre. Ese orden que no concibe enfrentamientos con la cúpula católica ni con los jueces ni con monopolios mediáticos. Es una operación de normalización de la sociedad argentina después del desvarío populista. Hay un antecedente de la operación, muy recordado estos días, que no respetó ni las instituciones ni la vida.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-142826-2010-03-28.html