Mujica simboliza mejor que nadie esa evolución de la antigua izquierda: ex combatiente con las armas en la mano, encerrado por los militares en un pozo durante meses, vive aun hoy, a los 74 años, en una granja a las afueras de Montevideo y mantiene una manera de hablar que muchos uruguayos humildes identifican como propia, aunque haya traído de cabeza a los expertos de su partido durante toda la campaña.
El candidato es muy diferente al presidente saliente, Tabaré Vázquez, un médico oncólogo, que ha seguido yendo una día a la semana al hospital durante todo su periodo presidencial y que acaba de anunciar la publicación de un libro sobre nuevos tratamientos del cáncer. Pero Vázquez y Mujica, que no se tienen especial simpatía personal, comparten algo muy importante, una organización muy poderosa y técnicamente capaz, que representa la línea politica y que controla que no se produzcan grandes desvíos. "Quien gobierna en Uruguay, más que una persona u otra, es el Frente Amplio", analiza el rector de la Universidad, Rodrigo Arocena.
Por eso, Mujica lleva como segundo, y candidato a vicepresidente, a Danilo Astori, ministro de Economía con Tabaré Vázquez, que intentó sustituirle en la cabecera del cartel, pero fracasó en las elecciones primarias. "Si hay algo que admiro del Presidente de Brasil, Lula", dijo ayer Mujica, "es su manera de gobernar, la metodología que puso en pie de negociación y diálogo". Astori coincidió plenamente: "Lula encaró el principal desafío de América Latina, que era compatibilizar desarrollo social con orden y crecimiento económico, y todos los gobiernos de signo progresista de América intentamos ese mismo camino".
Casi nadie en Uruguay pone en duda la victoria de Mujica, bien sea mañana, en primera vuelta, con más del 50% de los votos, o si no alcanza ese listón, a finales de noviembre, en segunda vuelta. La atención se centra más en el resultado de las legislativas (se vota también para elegir 99 diputados y 30 senadores) y en el referéndum que anulará la ley que arrebató a los tribunales la posibilidad de procesar a los torturadores y asesinos de la dictadura. "Al tratarse de una anulación y no de una derogación", explicó Astori, "puede tener efectos retroactivos".
Uruguay es, probablemente, uno de los países con mayor participación política ciudadana y eso se aprecia con un simple paseo por la tranquila Montevideo: muchos ciudadanos han colocado en sus ventanas el distintivo del partido al que votan. "Aquí, como en la mayor parte de América Latina, el voto es obligatorio, pero aunque no lo fuera, la participación electoral alcanzaría el 90%", asegura Esteban Valenti, conocido periodista uruguayo, que fue responsable de la campaña electoral de Tabaré Vazquez.
Según Valenti, fueron los militantes del Frente Amplio los que lograron revertir la situación de parálisis en la que quedó el partido como consecuencia de unas desafortunadas y sorprendentes declaraciones de Mujica sobre la justicia de Uruguay la política argentina. "Las encuestas reflejaban esa paralización, y de repente, los militantes reaccionaron, salieron a la calle y lograron revitalizar la campaña". Claro que los asesores técnicos del Frente Amplio, claramente irritados por lo ocurrido, anularon todas las entrevistas de Mújica con la prensa extranjera y pusieron todo su empeño en controlar más estrechamente al candidato.
© Escrito por Soledad Gallego Díaz en el Diario El País de la Ciudad de Madrid el domingo 25 de Octubre de 2009