Entrevista a Hebe de Bonafini...
“Todas pedimos por todos, por eso los pañuelos no tienen nombres”, dijo Hebe...
La titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, agradece los homenajes y el afecto que reciben de todo el mundo y confiesa, con tristeza, que muchas veces se pregunta "por qué nosotras sí, y nuestros hijos no...?", al recordarse el 30 de abril los 30 años de la creación de la agrupación.
Hebe de Bonafini, de 79 años, tiene dos hijos y una nuera desaparecidos. Del mayor, Jorge, no sabe nada desde el 8 de febrero de 1977, Raúl desapareció el 6 de diciembre de ese año y en mayo del ’78 desapareció su nuera.
En una entrevista con Télam, Bonafini hizo un repaso de los últimos 30 años y del significado que para ella tiene esta lucha por conocer el destino de sus seres queridos.
-¿Qué significado tiene este aniversario?
-Tiene que ver con la consigna que elegimos: "Hasta la victoria siempre, queridos hijos" y esto es así, es siempre -subraya- y sintetiza muchas cosas, además de significar 30 años de vida venciendo a la muerte.
-¿Qué sentimientos encierra para usted la fecha?
-Aunque el recuerdo sea doloroso y no hay nada que lo haga pasar, lo vivimos como un momento victorioso, porque los hemos reivindicado como revolucionarios y los hemos sacado de la calificación de "terroristas", además de lograr la socialización de maternidad, donde ninguna madre pide por su propio hijo: todas pedimos por todos, por eso los pañuelos no tienen nombres.
-¿Cómo reaccionó frente a la desaparición de su hijo Jorge?
-Nunca me quedé, desde febrero todo lo anotaba y lo guardaba, me costaba mucho escribir, porque fui poco a la escuela, pero igual lo hacía, escribía cartas con apellidos extranjeros, y las escribía como los oía. Cuando mi hijo Raúl me llama para encontrarnos en el Hospital de Niños y me dice que Jorge había desaparecido, estaba, afeitado, sin barba, sin pelo, pálido y me dijo que tenía que hacer un hábeas corpus... yo nunca había escuchado eso.
-¿Qué hicieron entonces?
-Fuimos a la casa de un pariente que era abogado y sin dejarnos entrar a su casa, no nos quiso decir cómo se hacía. Entonces, en un pedazo de papel que teníamos para envolver churros, hice el primer hábeas corpus, todavía lo guardo porque hice dos iguales, y allí conté todo lo que había hecho desde la desaparición de Jorge el 8 de febrero de 1977.
-¿Cómo fueron los pasos siguientes?
-Empezamos a pensar a quién íbamos a ver, y sin saber por qué, mi marido y yo terminamos en Luján, un viaje sin sentido, llevados por la desesperación. Alquilamos una habitación, y los tres nos pescamos sarnilla en un hotel mugriento, porque no teníamos dinero, y nos volvimos a La Plata. A partir de ahí, recorríamos comisarías, cuarteles, cárceles, todos los días desde la mañana a la noche.
-¿Conocían la actividad política de sus hijos?
-Sabía porque traían compañeros a la casa y se quedaban unos días; después aprendí a darles una mano y los sacaba y llevaba al trabajo y después mi marido los iba a buscar, porque sabía que corrían peligro. Había códigos, por ejemplo, sabíamos que no teníamos que dar los nombres, pero mi marido siempre saludaba al que venía con un "Bonafini a sus órdenes", él no aprendía a negar datos, en cambio María Alejandra, que tenía 10 años, era muy reservada, ella veía a su hermano con frecuencia, pero yo nunca supe el lugar donde se encontraban.
-¿Cómo vivió la desaparición de su segundo hijo?
-Raúl ya había pasado a la clandestinidad, teníamos desesperación por la desaparición de Jorge y por el destino que podía seguir él. Sólo lo veía María Alejandra, que nunca dijo dónde lo veía. La última vez que lo vi, en setiembre, me dijo que ya no nos íbamos a ver más, y así fue.
-¿Cómo se maneja el miedo en esas instancias límites?
-Cuando a uno le pasa lo peor, ya no tiene miedo y nada peor puede pasar que perder un hijo. El miedo es una consecuencia de los que piensan en su cuerpo, pero con una familia unida como era la nuestra, eso no ocurre.
-¿Supo de sus hijos mientras estaban secuestrados?
-Alguna información recibí, por ejemplo, cuando estaban en campos de concentración separados, un abogado que los vio me contó que los dos le decían ’mi mamá va a revolver cielo y tierra hasta encontrarnos’.
-¿Cómo fue su primer contacto con Azucena Villaflor?
-Un día me encontré en un tren con una madre de un preso político que me dijo que el sábado (30 de abril) un grupo de madres había ido a la Plaza de Mayo y que se volverían a juntar el viernes siguiente. Y allí estuve y nunca más falté.
-¿Y qué pasó ese viernes?
-Fui con temor, sin conocer a nadie, pero hubo dos figuras en la Plaza que me impactaron: María Adela (Antokoletz) y Azucena (Villaflor), ellas se arrimaron de otra manera, tenían mucho carisma y me preguntaron si había hecho algo, un hábeas corpus, por ejemplo. Así fue como me integré y empezó este compromiso por nuestros hijos.
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Nota del redactor:
Podemos o no estar de acuerdo con Hebe de Bonafini, lo que sí debemos todos tratar de entender es a Hebe de Bonafini madre... Sobre el resto, la historia y los hechos harán lo suyo...
LAC & Co.