Jorge Remes Lenicov: “Para
algunos sectores, la generación de riqueza es una mala palabra”…
Jorge Remes Lenicov: "Es muy difícil hacer política económica cuando
la conducción está dividida". Fotografía: Matías Adhemar.
Estudió
economía en la Universidad Nacional de La Plata. Fue director del Observatorio
de la Economía Mundial de la Universidad de San Martín (UNSAM), director de la
filial Provincia de Buenos Aires de la ASAP, ministro de Economía de la
provincia de Buenos Aires y de la Nación, diputado y embajador ante la Unión
Europea
© Escrito el domingo 23/05/2021 por Sonia Diamante y publicado por el
Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los
Argentinos.
Un documento del economista Jorge Remes Lenicov,
exministro de Economía de la provincia de Buenos Aires y de la Nación, titulado
“El desencuentro entre política y economía”, hizo reflexionar a todo el
espectro político y económico, ya que allí se mostraba cómo había empeorado la
economía desde el retorno a la democracia.
–El documento es bastante pesimista sobre lo que pasó en los
últimos años. ¿Se puede mirar con optimismo el futuro?
–No es que uno sea pesimista, solo mostré los datos en términos
de crecimiento, inflación, pobreza, competitividad, productividad y
funcionamiento del Estado y de los servicios. Lamentablemente nos ha ido mal.
Ningún país se suicida o se inmola, en algún momento siempre hay posibilidades
de cambio. En 1989 y en 2001 tuvimos crisis muy severas y salimos adelante. Eso
depende en gran medida de la dirigencia política. Uno tiene que ser optimista
pensando que, en algún momento, la dirigencia tomará conciencia de que hay que
sentarse a conversar y charlar entre todos.
¿No cree que, con la pandemia, con 42%
de la población en la pobreza y con una caída de 10% del producto estamos en
una situación crítica?
La situación crítica en nuestro país
se da cuando hay algún tipo de estallido. En 1989 fue la hiperinflación y en
2001, la híper recesión y la conflictividad social a fin de año. Es un shock
que golpea. El problema es que, cuando uno va cayendo de a poco en una
tendencia decadente, se va acostumbrando a esto. Es terrible que la pobreza sea
de 42%; pensemos que en 1974, en una medición anterior, era 4% y los militares
la dejaron en 16%. De todas maneras, mi experiencia con el documento me
alienta, porque me han llamado para hablar desde sindicatos a empresarios, pero
también muchos políticos de todo el arco partidario. En algún momento la
dirigencia tiene que tomar conciencia de que hay que ir por una avenida del
centro, no hay que inventar muchas cosas en esto, nadie va por los extremos.
"Ningún
país se suicida o se inmola, en algún momento siempre hay posibilidades de
cambio"
Estando la economía en una situación
frágil, ¿cree que el oficialismo está jugando con fuego con sus internas y los
puntos de vistas distintos en la política económica?
Es muy difícil hacer política
económica cuando la conducción política está dividida. Veo en el Gobierno que
hay dos orientaciones, y así no funciona. Por el lado de la oposición pareciera
lo mismo. En estos 37 años han pasado todos los partidos políticos, PJ, UCR,
Macrismo y Alianza, y es difícil decir que encontramos la salida. Hay una
obligación de intentar generar debate y de tomar conciencia de los problemas.
¿Por qué no están dadas las condiciones
para que los partidos políticos se junten y traten de fijar algún proyecto que
se mantenga en el tiempo?
Las dos veces que crecimos fue a
través de alianzas. Entre 1991 y 1998 estuvo primero la alianza de Carlos Menem
con Antonio Cafiero, dentro del PJ y a partir de ahí Menem hizo una alianza con
la Ucedé y con otros partidos chicos. Luego hubo otra etapa de 2002 a 2009, que
empezó con la alianza entre Eduardo Duhalde y Raúl Alfonsín. Pero para poder
hablar, no se tienen que agredir. Estuve en su momento en las negociaciones de
Cafiero con Menem y en las de Duhalde con Alfonsín, y recuerdo que cuando
hablaba cada uno en público durante su campaña no decían las horrendas cosas
que se dicen hoy. No se perdía la capacidad de diálogo, era gente civilizada.
En 2001, yo estaba como diputado del PJ con Oscar Lamberto, y por la UCR
estaban Raúl Baglini y Jesús Rodríguez. Nos hicimos amigos, conversábamos
siempre, y los últimos detalles de las leyes que mandábamos al Congreso, sobre
todo la de emergencia, las terminábamos por teléfono, porque había confianza
mutua.
¿Por qué se perdió eso?
Creo que se ha ido ideologizando la
política, de ambos lados. La política es la antinomia de la ideología. La
política, por definición, es el consenso, el acuerdo. La ideología es tratar de
que la realidad se acomode a lo que uno a priori está pensando, y sentir que se
tiene el monopolio de la verdad. Entre unos y otros hemos generado la grieta,
porque de un lado y del otro no se quieren ni saludar.
Lenicov: "Hacer una proyección
para después de las elecciones es muy difícil, pero creo que habrá que hacer
algunos cambios para que haya un poco de sustentabilidad en temas de déficit
fiscal. Fotografía: Matías
Adhemar
¿Cómo
se puede sacar a la ideología de la política? ¿O la única forma es que haya un
nuevo shock?
Es muy difícil de resolver.
Probablemente, los golpes que se han dado unos y otros los lleven a reflexionar
y pensar. Las dos veces que hubo grandes crisis en la Argentina desde la vuelta
de la democracia no se previeron. El 6 de febrero 1989, cuando el presidente
del Banco Central libera el tipo de cambio y empieza el proceso de
hiperinflación, no tanto por la emisión monetaria sino por el aumento de la velocidad
de dinero, nadie se imaginaba un mes antes que iba a pasar lo que ocurrió. Y a
principios de diciembre de 2001 estábamos en el Congreso y nadie decía que
habría un estallido. Es lamentable, porque el estallido tiene costos muy
grandes. Pero no se puede salir de tantos años en los que venimos creciendo muy
poco, si no hay un tipo de acuerdo sobre algunas cuestiones. Lo primero que hay
que hacer es acordar cuáles son los problemas argentinos, porque acá no estamos
tan de acuerdo.
¿Cuáles son para usted?
La inflación y el empleo. No se puede
discutir una estrategia de crecimiento, con todo lo que ello implica en
factores de producción, capital, trabajo, tecnología, recursos naturales, si no
se tiene más o menos una macro ordenada, porque quién sabe qué pasará el año
que viene, con una inflación de 40 o 50%. Para hacer inversiones y aumentar la
producción, hay que tener alguna idea de cómo viene la situación. Obviamente
que la pobreza es un problema, pero existe porque no hay empleo, y no hay
empleo porque no hay inversión, y no hay inversión porque no hay ahorro.
Discutamos no la foto, sino la película, la causalidad del problema. En las
campañas electorales, todos hablan de los grandes objetivos: hay que bajar la
pobreza, hay que crecer, hay que exportar valor agregado. Yo creo que hay que
discutir los instrumentos, que son tan importantes como los objetivos. Si uno
no tiene los instrumentos, no se puede poner objetivos que no puede cumplir.
¿A medida que pasa el tiempo y se
desperdician oportunidades, no cree que se van perdiendo los instrumentos?
Sí, absolutamente, y hay que pensar
cómo crearlos. Si uno llega a un acuerdo, puede crear instrumentos, porque a
partir de ahí hay más credibilidad que si sigue haciendo las cosas que viene
haciendo. El tema del contexto para mí es clave, porque uno puede diseñar el
mejor programa del mundo, pero su éxito dependerá de la credibilidad que tenga
el gobierno que lo quiera implementar. Esto no es neutral y no es inocuo. Si
uno pudiera hacer un acuerdo de dos o tres temas, gana instrumentos, porque
gana credibilidad, que es un instrumento de política.
"En
algún momento la dirigencia tiene que tomar conciencia de que hay que ir por
una avenida del centro, no hay que inventar muchas cosas en esto, nadie va por
los extremos."
¿Qué partido político cree que estaría
mejor posicionado para implementar este programa: un peronismo, que tiene el
apoyo popular, o el macrismo, que se supone que tendría más apoyo de los
mercados?
No estoy muy de acuerdo con el punto
de partida, porque Macri no tuvo el apoyo de los mercados cuando fue
presidente. Él decía que iban a llover las inversiones y no lo hicieron. El
Gobierno tampoco tiene el apoyo de todos y necesita dialogar para tener mayoría
en el Parlamento. Estamos en un punto donde ambos se necesitan, pero no para
aprobar una ley; se necesita un planteo más general, donde haya un programa de
cuatro o cinco años.
Pero si en una pandemia, con este nivel
de pobreza y de inflación, no logró unirlos y generar un acuerdo, entonces ¿Qué
tiene que pasar en la Argentina?
Deseo que en algún momento se pongan
a charlar, porque la pobreza y el desempleo, por más voluntad que tenga este
gobierno o el anterior, no se resuelve por voluntad o por magia, es todo un
proceso. Es muy común escuchar a dirigentes nuestros que dicen que quieren ser
Portugal o como el resto de los europeos, pero ellos hicieron un esfuerzo largo
e intenso para lograr la sociedad que tienen, porque nadie regala nada. Hay que
organizar la economía de una manera tal que genere riqueza. Hay sectores en
nuestra vida política para los cuales la generación de riqueza es una mala
palabra, pero no se puede distribuir si no hay riqueza. Para crecer se necesita
capital o financiamiento, y no lo tengo porque el riesgo país es muy alto y los
capitales locales se van. La Argentina es el país en el mundo que más plata en
el exterior o en los colchones tiene, es casi el equivalente a un producto. El
asunto no es decir ‘vamos a hacer más controles’, porque igual encuentran la
manera de escaparse. El asunto es preguntarse por qué se van, y es porque acá
no tienen un ámbito de inversión. Discutamos eso, porque sin capital no se crea
empleo. Me parece que en los dos grandes aglomerados políticos hay una negación
a este tipo de discusiones, y eso que hay economistas con los cuales uno
individualmente puede charlar, pero se sienten tapados por la presión de la
política. Así, la cosa no funciona.
¿Cree que puede haber un nuevo
estallido?
No puedo avizorar nada. Creo que con
el precio de la soja en estos niveles y, partiendo de que el FMI y el Club de
París harán un waiver, da la sensación de que es manejable la economía hasta
las elecciones.
Y después de las elecciones, ¿se viene
una devaluación?
No sé, depende del resultado
electoral. Hacer una proyección para después de las elecciones es muy difícil,
aunque sí creo que habrá que hacer algunos cambios, para que haya un poco de
sustentabilidad en temas de déficit fiscal. Para mí es un misterio cómo lo
harán, como también lo es cómo quedará el poder interno del Gobierno.
¿Martín Guzmán puede volver a recuperar
la credibilidad, después de quedar golpeado con el tema de las tarifas?
Para recuperar credibilidad es
necesario que haya unicidad del mando político en el Gobierno, porque siempre
la política económica depende de la decisión política. Sino, no hay ningún
programa que funcione. Si entre quienes gobiernan hay tironeos o posiciones
disímiles, la cosa es complicada.
Volvemos a lo que decía al principio:
si se quiere que haya acuerdos entre los dos principales partidos políticos,
primero tiene que haber acuerdo dentro de esos espacios. Tendría que haber un
paso previo, que por ahora no se ve...
Absolutamente, en ambos grupos,
porque son los mayoritarios. Después están los menores, pero todavía no tienen
el peso como para darse una estrategia de poder. El poder se construye.
Históricamente ha habido partidos testimoniales, que están muy bien en una
democracia, porque son otras voces y se aprende, pero hoy día, sacando la foto,
hay dos partidos que tienen aspiraciones de poder y en los dos no hay, a mi
modo de ver, un liderazgo y una unicidad de pensamiento.
¿Cuáles son sus tres libros preferidos?
La guerra y la paz, de León Tolstoi.
Una tierra prometida, de Barack
Obama.
El ciclo de la ilusión y el
desencanto, de Pablo Gerchunoff y Lucas Llach.