lunes, 24 de marzo de 2008

Mi Árbol de la Memoria...

Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia

Hoy es 24 de marzo de 2008, no es un día igual a todos, hoy es un día de tristes recuerdos, porque el 24 de marzo de 1976 pasó en mi país, La Argentina, el más terrible Golpe de Estado que jamás haya ocurrido en esta tierra del Cono Sur de la América Latina...

Las consecuencias del golpe tiene vertientes propiciadas desde el mismo gobierno democrático de la época, siendo también fuente de inspiración los diferentes movimientos insurgentes de aquella época, como el E.R.P. y el Movimiento Montoneros entre los más importantes, cuyos líderes fueron tan responsable y asesinos como los integrantes de la Junta Militar y miembros del "gobierno", que copó el poder en 1976, instaurando un régimen de terror y un modelo económico destructivo, dirigido por José Alfredo Martínez de Hoz...

Hay una sutil pero clara diferencia, que es el Terrorismo de Estado...

Eso hemos padecido y hoy todavía sufrimos las consecuencias, no solo en lo político y económico, sino también en lo profundo de los sentimientos la sociedad misma, la cual seguirá fracturada entre los unos y los otros...

Mezclar esto como las paupérrimas actitudes de nuestros posteriores gobernantes es absurdo, porque al fin de cuenta y aunque nos pese, estos otros han sido elegidos por nosotros... Aquellos usurparon el poder.

Hoy es 24 de marzo de 2008, en homenaje a mi país, a los que por su ideas hoy no están, he decidido plantar "Mi Árbol de la Memoria", el cuál crecerá en pos a recordar la historia para no repetirla y hacia el futuro para cuando no esté más por aquí, mis hijos y los hijos de mis hijos recuerden que el 24 de marzo... El 24 de marzo no es un día igual a los otros en La Argentina...

© Luis A. Capomasi. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 24 de marzo de 2008

¿Qué es un golpe de Estado?

Concepto. «El golpe de Estado es un acto de autoridad consistente en un atentado -o ataque- meditado, ilegal y brusco a las normas de organización, de funcionamiento o de competencia de las autoridades constituidas; atentado -o ataque- dirigido, según un plan preconcebido y por motivos diversos, por un hombre o grupo de hombres asociados con el fin de: o apoderarse del poder, o de defender o reforzar su posición en el mismo (o sea, en el gobierno), o de producir una modificación en la orientación política del país» (O. Brichet, o. c. en bibl. 7).
Naturaleza. El cambio de Gobierno, en los países democráticos, se realiza normalmente mediante elecciones competitivas, que no son sino un modo de renovación periódica del equipo gobernante. El g. de E. es también un procedimiento para cambiar de Gobierno, pero, a diferencia de aquéllas, es ilegal y suele ir acompañado de violencia. «El golpe de Estado es típico de los sistemas monocráticos inestables» (C. J. Friedrich, El hombre y el gobierno, Madrid 1968, 683).
Figuras afines. Con el fin de comprender mejor el significado de la expresión «golpe de Estado» y de perfilar el concepto indicaremos sus notas características. Frente a otros fenómenos revolucionarios -en sentido amplio- que son movimientos de masas, espontáneos, en mayor o menor grado, en los que predomina el sentimiento sobre la razón, el g. de E. es llevado a cabo por una persona o minoría de ellas perfectamente organizada que actúa de acuerdo a un plan trazado previamente con minuciosidad, con rapidez y eficacia para lograr el fin perseguido. (...) En los Estados iberoamericanos se ha utilizado el g. de E. como medio frecuente de cambio del personal del gobierno durante parte del siglo XX. Y otro tanto puede decirse de algunos de los Estados africanos descolonizados en la segunda mitad del s. XX, y también de Asia. Los regímenes que se instauran como consecuencia del uso del g. de E. son normalmente autocráticos y fuertes, y se ven condicionados por la lógica interna del procedimiento utilizado para acceder al poder, por lo que, para mantenerse en el mismo -y en esto estriba su debilidad-, han de evitar toda medida liberalizadora que ponga en peligro su existencia.

(Canal Social. Enciclopedia. Política. - http://www.canalsocial.net/enciclopedia/enciclopedia.asp - S. Sánchez González. Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991)

¿Qué es el terrorismo de Estado?

Uso sistemático, por parte del gobierno de un Estado, de amenazas y represalias, considerado a menudo ilegal dentro incluso de su propia legislación, con el fin de imponer obediencia y una colaboración activa a la población. Por su naturaleza es difícil de identificar, y los conceptos varían en función del carácter de las épocas históricas, zonas geográficas y características culturales. Los regímenes despóticos del pasado utilizaban con frecuencia prácticas de este tipo, que las democracias modernas condenarían sin necesidad de realizar una crítica contemporánea rigurosa. Las formas más desarrolladas de terrorismo de Estado, para las que el término fue inventado, han sido los sistemas empleados en el siglo XX bajo el fascismo y el comunismo. Asimismo, la práctica de terror desde el poder se extendió en el siglo XX bajo regímenes militares o militarizados en el seno de democracias formales. Estos regímenes totalitarios se caracterizaban por un monopolio de los medios de comunicación, la imposición de una ideología monolítica, la exigencia no sólo de obediencia sino de participación activa en las medidas policiales del Estado, y un aparato de policía secreta y de campos de concentración para disciplinar e incluso exterminar a los adversarios y disidentes. Los líderes potenciales de la oposición eran aislados, encarcelados, exiliados o asesinados. A menudo, los tentáculos del aparato del Estado se extendían hasta el extranjero y atacaban a enemigos que pertenecían a la población en el exilio, como fue el caso del asesinato de Liev Trotski en México a manos de agentes estalinistas. Los componentes de muchas organizaciones nacionales de seguridad e información han utilizado métodos ilegales para hacer frente a los adversarios, tanto dentro como fuera del país. Lo que diferencia estos episodios de un sistema donde se aplica el terrorismo de Estado es la importancia de la operación y el total respaldo de la clase dirigente. En efecto, el aparato de terror, el Estado y el partido en el gobierno suelen estar relacionados de un modo indisociable. El sistema acaba destrozando a menudo a los elementos de su propia cúpula, como sucedió con el líder nazi Ernst Röhm, jefe de la Sección de Asalto (SA), y el jefe de la policía secreta soviética Lavrenti Beria, ambos ejecutados por las mismas organizaciones que ellos crearon o dirigieron. En otro plano, algunos regímenes han recurrido a medios extralegales para eliminar a elementos específicos de la población, en especial en lo que a proscritos y presuntos delincuentes se refiere.

("Terrorismo de Estado" Enciclopedia Microsoft® Encarta® en línea 2002 http://encarta.msn.es © 1997-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.)

© http://www.me.gov.ar/efeme/24demarzo/index.html

FERIADOS NACIONALES

Ley 26.085

Incorpórase el día 24 de marzo —DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA—, entre los feriados nacionales previstos por la Ley Nº 21.329 y sus modificatorias.

Sancionada: Marzo 15 de 2006.

Promulgada: Marzo 20 de 2006.

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc., sancionan con fuerza de Ley:

ARTICULO 1º — Incorpórase el día 24 de marzo —DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA—, instituido por la Ley Nº 25.633, entre los feriados nacionales previstos por la Ley Nº 21.329 y sus modificatorias y dentro de las excepciones que establece el artículo 3º de la Ley Nº 23.555 y sus modificatorias.

ARTICULO 2º — La presente ley entrará en vigencia a partir del día siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial.

ARTICULO 3º — Comuníquese al Poder Ejecutivo Nacional.

DADA EN LA SALA DE SESIONES DE LA CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION, EN BUENOS AIRES, A LOS QUINCE DIAS DEL MES DE MARZO DE DOS MIL SEIS.

REGISTRADA BAJO EL Nº 26.085

— ALBERTO E. BALESTRINI. — DANIEL O. SCIOLI. — Enrique Hidalgo. — Juan H. Estrada.

24 de Marzo de 1976... ¡¡¡Nunca Más!!!


24 de Marzo de 1976...


¡¡¡Nunca Más!!!

No elegí nacer en 1960. No elegí tener, aquel 24 de marzo, 15 años y medio. No elegí que, en mi vida, esta fecha nunca pueda ser un día neutral. No elegí que a los cuatro o cinco años tuviera que enterarme de que estaba prohibido decir “Perón”. Es uno de los pocos recuerdos que me quedan de mi madre antes de su enfermedad (de su voz, en verdad, de su mano, pero no de ella completa). Íbamos con mamá y alguien mas por la Avenida Mitre hacia el Parque Domínico y pasamos frente a una comisaria:

–Está prohibido decir Perón– le dijo mi mamá a la otra persona.

Yo estaba escuchando (los chicos siempre escuchamos todo) y esperé a que las botas del policía estuvieran a menos de un metro para decir, en un susurro:

–¡Perón!

Y salí corriendo.

Yo elegía cambiarme para ir al Centro (¡Cómo vas a ir así, con esa facha!) y elegí escribir en la revista del colegio y elegí entrar a Radio Nacional a pedir trabajo. Iba para la radio esa mañana, en el 17, cuando el bondi se detuvo en un retén de Avenida de Mayo y Piedras. Dos colimbas subieron con el fusil en la mano (eran seguramente chicos, pero no recuerdo sus rostros, sólo el casco y el arma y el color verde) y dijeron, paternales:

–A casa, vamos, todo el mundo a casa que hoy no se labura.
En el colectivo hubo un murmullo y todos bajamos, obedientes.

Caminé hasta Ayacucho y Las Heras y la radio estaba repleta de militares en los pasillos. Dormí aquella noche en el Informativo y creo que también la noche siguiente, hasta que el transporte volvió a funcionar. En la radio ya venía funcionando una oficina de censura que, creo, se llamaba Control Literario. Todos los guiones terminaban ahí para su aprobación. Las palabras “erp” o “montoneros” debían escribirse con minúscula en los boletines. ¿Cuál era el sentido de respetar mayúsculas o minúsculas en la radio? Nunca lo supe. Conocí entonces una de las caras de la dictadura: amable pero sórdida con un arma que apuntaba al alma y no al cuerpo.

–Perdón, pibito, pero este tema no se puede pautar– me dijo el gerente de programación.

Yo sonreí, sin entenderle. Era un tema de Mercedes Sosa.

¿Cuál es el problema?

Imaginate, me dijo con un aire falsamente apesadumbrado– dice la palabra “pobre”.

Pobre imbécil, pensé yo. Esa semana, un redactor tucumano que hacía el turno tarde en el Informativo dejó sorpresivamente de venir. El tucumano siempre andaba de traje azul. No lo vi más. Pregunté y alguien me dijo que dejara de hacerlo. Renuncié a la radio y no volví al periodismo hasta 1982.

Comencé a estudiar Derecho y estaba en el aula magna cuando Walter Beveraggi Allende, titular de Economía Política, preguntó si había allí presente algún alumno judío. Dos chicos levantaron tímidamente su brazo derecho en los asientos del fondo.

–Les voy a pedir que se retiren, les dijo Beveraggi apoyado en su bastón– y se cambien de cátedra porque aquí no van a aprobar.

Al año siguiente viví con tristeza, con profunda tristeza de marciano asumido, los festejos del Mundial '78. En el '82 entré a la OEA y estuve a cargo de un Tren Cultural que recorrió el país. Vi la guerra por la televisión, en los bares de Patquía o Tucumán, la guerra eran un montón de parroquianos sentados en círculo frente a Gómez Fuentes y al fantasma del Principito. La actividad del Tren nos obligaba a tomar contacto con las segundas o terceras líneas de la dictadura en las provincias, para mostrarles la exposición y luego invitar a los colegios.

–Pensar que esto lo estamos haciendo por nuestros hijos– me dijo el secretario de Cultura Militar de La Pampa, poniéndome una mano en el hombro. Me hablaba de la guerra. Aquella noche, sin avisar, abandoné el Tren con todo su personal y me fui a Brasil.

El resto de la historia es conocida. Me preguntaba, en aquellos años, con qué cara iban a mirarme aquellos editores que llevaban todas las tardes, con puntualidad, las tapas de sus diarios a la Presidencia para conseguir la aprobación. ¿Qué iban a hacer los grandes grupos que durante la dictadura habían crecido como nunca? ¿Y los canales? ¿Iban a hablar alguna vez todos los que habían callado? Ahora todos utilizan, sin ambages, la palabra “represor”.

Suena graciosa dicha sin ambages por las chicas de los noticieros. Se les nota. A fuerza de mencionarla tanto ya casi la vaciaron de contenido. Para Shakespeare ”la vida es una historia contada por un idiota, una historia llena de estruendo y furia, que nada significa”.

En la Argentina la historia está contada por un bromista: nadie fue más cobarde frente al Partido Militar que Alfonsín, que juzgó a las Juntas, y nadie hizo más por la ética de la justicia y los derechos humanos que Néstor Kirchner, que en otros casos olvidó la ética. A Dios debe divertirle que vivamos entre paradojas.

La grieta sigue abierta y esta nueva versión oficial de la historia no alcanzará para cerrarla. Alguna vez deberemos preguntarnos qué tuvimos que ver con la dictadura que prohijamos; nadie mata treinta mil personas sin el consentimiento tácito o explícito del resto de la población. Deberíamos saber por qué creamos monstruos: no alcanza con golpearnos el pecho y echarles la culpa de todo. Nadie va a devolvernos esos años; lo mejor que podemos hacer con ellos es echarles un poco de luz para ver qué hay detrás.


© Jorge Lanata. Publicado en el Diario Crítica Digital el Lunes 24 de marzo de 1976