sábado, 13 de diciembre de 2025

Montgomery, 1955: historia de un asiento vacío… @dealgunamanera...

Montgomery, 1955: historia de un asiento vacío… 

Rosa Parks. La activista en un autobús con el periodista de United Press, Nicholas Chriss, un año después del comienzo del boicot. Fotografía: Getty Images.

Derechos Civiles en los Estado Unidos. Hace 70 años, en Alabama, una mujer afroamericana se negó a cederle su lugar en el colectivo a un hombre blanco. En la nota de la semana de Revista Acción, la historia de Rosa Parks y de una lucha colectiva que ilumina las injusticias del presente.


© Escrito por Federico Lorenz el 05/12/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
 

El 5 de diciembre de 1955 comenzó una protesta en apariencia modesta: hombres y mujeres afroamericanos de la ciudad de Montgomery, en Alabama, Estados Unidos, decidieron no subir a los autobuses. No había pancartas en cada esquina ni cámaras registrando el inicio de una huelga que cambiaría el siglo. Solo un ausentarse silencioso, casi doméstico, de un espacio cotidiano. Pero ese vacío ‒los asientos sin pasajeros, las paradas sin las figuras habituales que esperaban el transporte‒ fue un golpe político de una contundencia inesperada.

La chispa había sido la detención de Rosa Parks unos días antes, después de negarse a ceder su asiento de colectivo, reservado a los pasajeros «de color», a un hombre blanco. La imagen suele simplificarse en la iconografía pública: la mujer, costurera, serena, aferrada a su dignidad. Sin embargo, alrededor de ese gesto gravitaban siglos de humillaciones, estrategias de organización y una comunidad entera que venía madurando la idea de convertirse en protagonista de su propia historia. La fortaleza de Parks no surgió del instante, sino de una trama compleja de resistencias cotidianas, esas que brotan en las sobremesas familiares, en las conversaciones entre vecinas, a la salida del trabajo. Esas reuniones silenciosas de grupos que comprenden que el cambio solo llega si se arriesga algo propio.

Cuando el joven pastor Martin Luther King Jr. tomó la palabra ante la multitud que se reunió para definir los pasos del boicot, no habló desde la soberbia de quien guía, sino desde la responsabilidad de quien sabe que está siendo elegido para encarnar una demanda que lo excede. Su discurso inicial fue una mezcla de prudencia y audacia, de llamado a la dignidad y advertencia contra la violencia. Lo notable ‒lo que aún hoy sorprende‒ es que aquella multitud, cansada de décadas de segregación, apostó por un camino disciplinado y paciente. El boicot duró 381 días, sostenido por redes de solidaridad, por autos compartidos, por caminatas interminables, por la convicción colectiva de que la vida podía ser distinta.

Es fácil, desde la distancia, romantizar esa lucha. Convertirla en una epopeya ordenada, poblada de líderes luminosos y victorias inevitables. Pero quienes participaron recuerdan otra cosa: el cansancio, el miedo, la posibilidad permanente del fracaso. Cada paso hacia el trabajo, los colectivos semivacíos, eran un recordatorio de que el Estado y buena parte de la sociedad blanca estaban dispuestos a hacerlos retroceder por cualquier medio. Aun así, la comunidad sostuvo la presión, y el sistema legal ‒ese mismo que tantas veces los había traicionado‒ terminó reconociendo la inconstitucionalidad de la segregación en el transporte público.

Lo que ganaron entonces no fue solo un asiento en un medio de transporte, sino el derecho a ocupar el espacio público sin renunciar a la dignidad. Fue, también, una lección sobre cómo los sujetos comunes pueden torcer el curso de una estructura injusta sin armas ni privilegios. En ese sentido, el boicot de Montgomery sostiene su poder como espejo incómodo: nos recuerda que el poder no es un bloque monolítico, sino un entramado vulnerable cuando se quiebra la obediencia cotidiana. 

Prontuario. Parks tras su segundo arresto, en febrero de 1956, durante una huelga que cambiaría el siglo. Fotografía: Getty Images.

Hoy, en un mundo donde resurgen proyectos autoritarios y políticas que buscan reducir derechos conquistados, la experiencia de Montgomery ilumina debates contemporáneos. Tanto en Estados Unidos como en muchos otros países, América Latina incluida, emergen Gobiernos que se presentan como salvadores mientras erosionan instituciones, desfinancian políticas sociales y criminalizan la protesta. Frente a ese avance, es tentador imaginar que la resistencia debe ser inmediata y ruidosa, o que requiere figuras heroicas capaces de concentrar todas las expectativas. Sin embargo, el ejemplo de 1955 muestra otra vía: la persistencia organizada, la solidaridad artesanal, la construcción lenta pero firme de un «nosotros».

En Argentina, por ejemplo, no faltan coyunturas en las que amplios sectores sociales sienten que se los empuja hacia la marginalidad mientras se glorifica un orden que los excluye. Las tensiones entre un Gobierno que concentra decisiones y una sociedad que intenta defender sus derechos no son nuevas. Lo singular del presente es la velocidad con la que se pretende desarmar consensos democráticos construidos a lo largo de décadas. En ese escenario, las luchas del movimiento por los derechos civiles ofrecen un recordatorio urgente: las transformaciones profundas se sostienen en la participación, y los retrocesos solo se frenan cuando las personas comunes se reconocen mutuamente como protagonistas.

Hay algo especialmente poderoso en la imagen de miles de habitantes de Montgomery caminando para ir a trabajar, día tras día, mientras los colectivos circulaban casi vacíos. Es una metáfora de la terquedad colectiva, de la dignidad que avanza a pie, sin atajos. En tiempos en que los discursos del odio buscan fragmentar comunidades y convertir al vecino en enemigo, recuperar esa persistencia puede resultar vital. No se trata de imitar literalmente aquello ‒cada lucha tiene sus particularidades‒, sino de entender que la resistencia se construye más en la obstinación cotidiana que en los grandes gestos.

Al final, lo que comenzó con una mujer que decidió no ceder su asiento terminó revelando una verdad que ninguna política represiva logra borrar: cuando una comunidad se organiza y confía en su propia fuerza, incluso las estructuras más rígidas pueden resquebrajarse. Y esa certeza, setenta años después, sigue siendo un faro para quienes enfrentan Gobiernos autoritarios, proyectos antipopulares o intentos de restringir libertades. La historia de Montgomery no pertenece al pasado, es un recordatorio persistente de que cada asiento vacío puede convertirse en un espacio para imaginar un mundo más justo. 


2025, Año Internacional de las Cooperativas.

En junio de 2024, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas declaró al 2025 como Año Internacional de las Cooperativas, una resolución que por segunda vez (ya lo había hecho en 2012) las reafirma como aliadas estratégicas en la construcción de un futuro sostenible e inclusivo.

Entre los fundamentos del documento difundido por el organismo, se destaca que «las cooperativas, en sus distintas formas, promueven la máxima participación posible en el desarrollo económico y social de las comunidades locales y de todas las personas, incluidas las mujeres, la juventud, las personas de edad, las personas con discapacidad y los pueblos indígenas».

Para difundir el rol de estas entidades, se realizarán actividades, reuniones y conmemoraciones en todo el mundo, con el fin de visibilizar y sensibilizar sobre los beneficios de no poner el centro en el lucro, sino en el bienestar de las comunidades.

El reconocimiento de la ONU llega en un momento crítico a nivel global, donde urge encontrar respuestas a los desafíos económicos, políticos y climáticos del presente, para construir un futuro mejor.



domingo, 7 de diciembre de 2025

La Vulgaridad Avanza para la Cámara de Diputados… @dealgunamanera...

La Vulgaridad Avanza para la Cámara de Diputados…

Corsódromo oficial. Dibujo: Pablo Temes.

En el contexto del caos, el Gobierno debería tomar nota de que el resultado electoral no fue un cheque en blanco.


© Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 07/12/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Imposible es empezar esta columna sin mencionar el bochorno que representó la ceremonia de jura de los nuevos integrantes de la Cámara de Diputados de la Nación. El mejor resumen de lo que allí ocurrió el miércoles pasado lo dio un testimonio de una ciudadana de a pie entrevistada al azar por un movilero de radio.

“Da pavura pensar que de esta gente saldrán las leyes que rijan nuestros destinos y los del país”, expresó la mujer con voz que transmitía una mezcla de congoja, impotencia e indignación. No fue solamente la vulgaridad lo que abochornó sino también el desprecio hacia la gente, en la cual nadie pensó. Tal vez estaban enfrascados en la pelea infantil por conseguir el mejor despacho. Así pues, en este Congreso se deberán debatir la Ley de presupuesto 2026, la Reforma Laboral y la Reforma Tributaria. Debatir no es la palabra que corresponde para describir lo que seguramente vendrá. La oración para describir lo que vendrá debería decir que, en este Congreso, sus miembros reñirán a propósito de estos proyectos de gran importancia sobre los que nadie debatirá nada. Atrás, muy atrás, quedaron los tiempos en los que servir al pueblo como legislador era una cuestión de honorabilidad.

La situación económica sigue siendo preocupante. El gobierno se solaza hablando de la macroeconomía y poco dice – y hace – en relación con la microeconomía. La caída del consumo no para. El cierre de empresas importantes, tampoco. Las inversiones se producen en el rubro minero y energético. Son bienvenidas, pero no suficientes para un país con los índices de pobreza e indigencia que presenta la Argentina. A propósito: los números de caída han entrado en discusión. Lo marcó el prestigioso Observatorio de la Pobreza de la Universidad Católica Argentina (UCA) con una afirmación de absoluto sentido común y apego a la realidad, al señalar que la pobreza por ingresos es sólo uno de los ítems a tener en cuenta. A ese ítem deben sumársele otros como, por ejemplo, las privaciones - como la falta de acceso a servicios básicos, es decir luz, agua y gas -, las coberturas de programas sociales e incluso las percepciones subjetivas de la población sobre sus propias condiciones.

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La “cuesta abajo en la rodada” imparable del peronismo encandila al oficialismo que sigue enfrascado en internas feroces. El diezmado tablero político de una oposición sin figuras de peso y sin cuadros que despierten interés parece descolocar el presente de un gobierno acostumbrado a buscar un enemigo con quien confrontar. La salida del cargo del secretario de Inteligencia de la Nación, Sergio Darío Neiffert, pareció sacado de la exitosísima e inolvidable serie “Súper Agente 86”. En pos de darle al episodio un poco más de volumen, algunos quisieron ver en ese derrotero una intriga propia del Agente 007, james Bond. Se equivocaron. Ni a la trama ni a sus protagonistas les da el pinet para esas historias de sofisticación y elegancia. El desplazado Neiffert salió a la puerta de su casa a echar a quienes venían a pedirle la renuncia – José Francisco Rodríguez Lago, subsecretario de Inteligencia y Nicolás Viñuesa, director del área jurídica del organismo – en calzoncillos.

En lo macro, no faltan tampoco las dificultades. El Fondo Monetario Internacional fue muy claro esta semana al señalar la falta de reservas del Banco Central. “Es esencial que (en el Gobierno) se organicen para recomponer reservas” expresó con toda contundencia Julie Kozack, la poderosa vocera del Organismo. Tan fuerte fue la advertencia que – o casualidad - el viernes por la mañana temprano, el ministro de Economía, Luis Caputo apareció en el programa de Antonio Laje por A24 para anunciar que la Argentina volverá a emitir deuda en dólares con el objetivo de refinanciar deuda que vence el año que viene. Siguen faltando los fideos y el tuco, Melconian dixit. Las “sugerencias” para darle volumen a la noticia llegaron a todos los rincones del periodismo. El gobierno debería recordar que, el triunfo en las urnas en las últimas elecciones legislativas, no significó un apoyo absoluto ni un cheque en blanco; hubo en el electorado una necesidad imperiosa de no volver a vivir bajo las penurias del kirchnerismo. En ese caso, la Argentina no hubiese tenido destino.

La realidad se empecina en recordarle a todos los ciudadanos los despropósitos y los excesos vividos en aquellos años. El mejor ejemplo es el papelón judicial que derivó en la sentencia de la causa fútbol para todos en la que paradójicamente todos los acusados que supieron tener un alto rango político terminaron absueltos. Defectos procesales y vicios inexplicables -o muy convenientes- llevaron a anular la acusación del fiscal Osorio. Por este motivo y no por la valoración de la prueba terminaron todos libres. Resta saber si habrá alguna apelación por el bien de la justicia y de los argentinos. Vale la pena traer a la memoria a algunos de los principales personajes. Los exjefes de Gabinete Jorge Capitanich, Aníbal Fernández, el ex titular del COMFER Gabriel Mariotto, y un grupo de dirigentes de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y de futbolistas argentinos agremiados fueron beneficiados por el fallo en el juicio por los fondos enviados por el gobierno kirchnerista al programa Fútbol para Todos, que sirvió para que el Estado se hiciera cargo de la televisación de los torneos que estaba en manos de operadores privados. “Nos secuestraron los goles, como antes hacían con las personas” fue la frase para teñir de épica una maniobra escandalosa. Kirchnerismo puro. El presidente debería andar con pie de plomo para no cometer errores que nos hagan retroceder y revivir lo padecido 20 años atrás.


sábado, 6 de diciembre de 2025

Qué es la "defensa revisionista", una propuesta para recuperar las Islas Malvinas…

Qué es la "defensa revisionista", una propuesta para recuperar las Islas Malvinas…

Imagen de las Islas Malvinas captadas por la NASA. Fotografía: Instragram @NASA.

La inversión en Defensa para "elevar el costo" al Reino Unido es una condición necesaria para recuperar la soberanía efectiva de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

© Escrito por Ezequiel Magnani (*) el martes 10-06-2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad de Buenos Aires, República Argentina.

El 10 de junio es el día de la ‘Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Islas del Atlántico Sur y Sector Antártico’, producto del aniversario de la creación de la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y adyacentes al Cabo de Hornos, que tuvo lugar el 10 de junio de 1829. Actualmente, la soberanía efectiva de la Argentina sobre las Islas MalvinasGeorgias del Sur y Sandwich del Sur se ve vulnerada por la ocupación militar y colonial británica, que abarca un 25% de nuestro territorio nacional.

El argumento central de este artículo es el diseño e implementación de una política de defensa revisionista, una condición fundamental y necesaria para recuperar la soberanía efectiva de nuestras Islas del Atlántico Sur. El corazón de esta propuesta radica en la necesidad de revisar el status quo en el Atlántico Sur vía el aumento de los costos que tienen los británicos para sostener su posición colonial y militar.

En tal sentido, para lograr este propósito, resulta clave la instrumentalización de la defensa nacional en la medida que es la única área gubernamental con la capacidad de generar preocupación y presión real en la potencia colonial que ocupa, nuevamente, el 25% de nuestro territorio.

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Malvinas y la desalinización: el futuro de la soberanía en un mundo donde el agua lo decidirá todo

Cómo recuperar las Malvinas: la defensa revisionista frente a la mirada "economicista"

Desde 1982 hasta la actualidad, la discusión sobre el rol de la política de defensa en la estrategia nacional para recuperar las Islas Malvinas ha estado esencialmente ausente en el debate político y público argentino. De hecho, cuando se intenta plantear la discusión sobre la recuperación de nuestras Islas del Atlántico Sur, se evade el debate con cuestiones asociadas a la necesidad de crecer económicamente, persuadir a los kelpers para que “voten con los pies” y otras diversas cuestiones económicas que permiten, con parcial elegancia y falsa racionalidad, patear la discusión hacia un futuro que le incumba a otros. Dicho de otra manera, estas aproximaciones permiten no hacerse cargo del desafío histórico e inmediato que tenemos por delante: el de recuperar las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

El crecimiento económico y la estabilidad son componentes centrales de cualquier estrategia que tenga como objetivo central recuperar nuestras islas. Esto es una obviedad. No obstante, no son suficientes en sí mismos, ya que no inciden directamente sobre los fundamentos de la ocupación militar británica de manera contundente.

Argentina ya tuvo ciclos económicos muy exitosos reclamando el fin de la ocupación británica y aun así la potencia se mostró diplomáticamente inflexible (1880-1930). Nuestro país tuvo estándares de vida nada despreciables cuando los kelpers aún vivían en pésimas condiciones (hecho que comenzó a cambiar con los Acuerdos de Comunicaciones de 1971) y aun así la población implantada en Malvinas siguió funcionando como actor político de veto en las negociaciones entre Argentina y la potencia colonial (1966-1982).

La ocupación británica del 25% de nuestro territorio es esencialmente militar y esto, obviamente, repercute económicamente en Argentina. Pero una perspectiva economicista poco tiene para decir sobre posibles estrategias de recuperación. Para pensar una estrategia seria que tenga como objetivo volver a ejercer la soberanía efectiva sobre nuestras Islas Malvinas, es necesario examinar y analizar los fundamentos de esta ocupación militar y colonial.

Los fundamentos militares de la ocupación

En la Constitución Nacional de 1994 los argentinos nos propusimos como objetivo permanente e irrenunciable la recuperación de nuestros territorios vía el derecho internacional, lo que presupone el acuerdo con la potencia agresiva, ambiciosa y belicista que ocupa el 25% de nuestro territorio. A pesar de todos los desafíos que supone llegar a un punto de acuerdo con una potencia colonial de estas características, el principal obstáculo radica en que dicho actor no quiere sentarse en la mesa de negociación con la Argentina para ponerle fin a la situación colonial en el Atlántico Sur conforme a las disposiciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En otras palabras, esta potencia colonial quiere sostener un statu quo contrario al derecho internacional que, a su vez, se fundamenta en una estrategia político-militar asociada a lo que la Dra. Mariana Altieri conceptualiza como “aislamiento artificial”. Es decir, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RUGBIN) puede separar materialmente el territorio usurpado de cualquier tipo de vínculo fáctico con la Argentina. Esto implica que la potencia es capaz de sostener su posición militar en el Atlántico Sur sin requerir que la Argentina contribuya al desarrollo económico de las islas.

Ante este escenario, cualquier estrategia nacional que busque contribuir al cumplimiento del derecho internacional, de las disposiciones de la ONU y a ponerle fin al colonialismo en el siglo XXI, debe poder responder las siguientes preguntas: ¿Cómo hacemos para que el RUGBIN se siente a negociar con nosotros? ¿Cómo rompemos con el aislamiento artificial de nuestras Islas del Atlántico Sur?

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El debate político argentino

De forma implícita, esta pregunta ha tenido diversas respuestas que fueron reflejadas en variopintas políticas gubernamentales. A modo de síntesis, podemos distinguir dos líneas de pensamiento dentro de las cuales, por supuesto, podemos encontrar matices y diferencias.

En primer lugar, aquella que sugiere que la Argentina debe ser deferente y cooperar militar y económicamente, bajo un esquema de paraguas de soberanía, con la potencia colonial que ocupa 25% de nuestro territorio. La premisa es que el RUGBIN recién va a acceder a negociar con la Argentina cuando ambos países sean socios estrechos y la Argentina sea un país desarrollado. Es decir, va a llegar un momento en el que ambos países vamos a ser tan ‘amigos’ que los usurpadores van a tener la buena voluntad de ponerle fin a la situación colonial y devolvernos la soberanía efectiva de las Islas del Atlántico Sur. Las administraciones de Menem, Macri y –sobre todo– Milei son las asociadas a esta línea de pensamiento, ligadas a una forma constructivista, benigna e idealista de ver las Relaciones Internacionales.

En segundo lugar, la posición que sostiene que cualquier cooperación militar y económica con la potencia ambiciosa, belicista y agresiva que ocupa 25% del propio territorio refuerza el statu quo favorable ha dicho actor. La premisa de esta postura es que el RUGBIN va a sentarse en la mesa de negociación cuando los costos que tienen en sostener militarmente el statu quo sean superiores a los beneficios. Dicho de otra forma, la potencia colonial va a tener voluntad para ponerle fin a la situación colonial cuando los costos de no negociar superen los beneficios de mantener el statu quo territorial asociado a una postura diplomática no negociadora. En definitiva, esta línea de pensamiento es una forma realista de ver las Relaciones Internacionales, por lo que busca trabajar sobre el poder y los incentivos materiales que tienen los actores de la política internacional.

Defensa revisionista: Siguiendo la línea de los costos

Dado que primero hay que aumentarle los costos a la potencia colonial, esta última línea de pensamiento necesariamente ve a la recuperación de las islas conforme al derecho internacional como la frutilla del postre. Es decir, esta se va a dar como parte final de un proceso político de mediano-largo plazo en donde la Argentina le eleve incremental y sostenidamente los costos a la potencia colonial. Ahora bien, ¿cómo le elevamos los costos al RUGBIN de forma tal que estos superen los beneficios que obtienen en mantener el statu quo militar y colonial? La única política capaz de liderar los esfuerzos nacionales hacia el logro de este objetivo es la defensa revisionista.

Dicho de otro modo, llevar adelante esta política es una condición necesaria para recuperar la soberanía efectiva de las Islas del Atlántico Sur dado que es la única que puede generar costos altos y dignos de atención de la potencia colonial. Esto es así en la medida que afecta directamente su capacidad de disuasión militar y le incrementa el riesgo que tiene a la hora de llevar adelante las actividades económicas ilegales que sostienen el aislamiento artificial de las islas.

La defensa revisionista busca organizar y diseñar el instrumento militar con el objetivo de modificar el statu quo territorial que se caracteriza por la ocupación militar británica de territorio argentino. Busca colocar a la defensa nacional como eje estructurante de su gran estrategia frente a la usurpación colonial del RUGBIN. Esto implica orientar los medios materiales, la infraestructura, los recursos humanos, la inteligencia, la logística, el adiestramiento, la doctrina y la organización del sistema de defensa hacia el Atlántico Sur.      


La defensa revisionista: algunos interrogantes

¿La preponderancia de la defensa revisionista sugiere que la Argentina debe tener como objetivo recuperar militarmente las Islas del Atlántico Sur? No. De nuevo, el objetivo nacional es la revisión del statu quo en el Atlántico Sur vía el aumento de los costos que tienen los británicos para sostener su posición colonial y militar. Para lograr este propósito, resulta clave la instrumentalización de la defensa nacional en la medida que es la única área gubernamental con la capacidad de generar preocupación y presión real en la potencia colonial.

Este fundamento revisionista debe ser complementado con otras áreas importantes de gobierno –como la diplomática, la energética, la vinculada a la explotación de recursos naturales, la comercial/financiera, etc. –, pero es la defensa nacional la que debe estructurar la estrategia frente a la ocupación militar del RUGBIN. Como menciona el Profesor Juan Gabriel Tokatlián, la estrategia de la Argentina para recuperar las Islas del Atlántico Sur debe ser amplia e incluir lo que en 2014 denominó como “las cuatro D para Malvinas”.

¿Esto implica colocar al RUGBIN como rival y tener un vínculo confrontativo con dicho actor? Sí. Es una potencia colonial que ocupa ilegal e ilegítimamente nuestro territorio y que sostiene su posición militarmente. La Argentina es un Estado cuya soberanía es lesionada por una potencia colonial y eso es algo que nuestro país no eligió. La Argentina es un país defensivo-posicionalista, por lo que sus intereses en materia de seguridad internacional son su integridad territorial, su autodeterminación, su soberanía e independencia. Cualquiera que vulnere estos intereses va a ser considerado un como un rival. Los intereses de la Argentina son permanentes y claros, mientras que el surgimiento de rivales y aliados no constituyen una elección del país, surgen a partir de cómo cada actor del sistema internacional se vincula con estos intereses defensivos-posicionalistas. 

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Ahora bien, el fundamento revisionista supone un fuerte aumento de recursos públicos destinados a la defensa y un claro direccionamiento de la mayoría de estos recursos hacia la Patagonia Argentina. En este punto, el presupuesto destinado al Ministerio de Defensa debe elevarse y colocarse como mínimo entre el 1,5% y el 2% del Producto Bruto Interno (PBI). Esto es fundamental, ya que no es posible utilizar la defensa nacional para aumentar los costos de mantenimiento de la posición militar que tiene la potencia colonial en el Atlántico Sur si se destina menos de este porcentaje del PBI a la política de defensa.

En este punto, si se toma como base –poco ambiciosa para un país como la Argentina– un PBI de U$D600.000.000.000 millones, la inversión en defensa nacional se encontraría entre los U$D9.000.000.000 y los U$D12.000.000.000. Dos cosas deben mencionarse. Por un lado, asignar magnitudes en estos recursos implica aumentar radicalmente el nivel de inversión que la Argentina le otorga a la defensa. Por el otro, esto implica no solo una mayor atención política de la dirigencia a los temas de defensa, sino que también sugiere una ponderación de la defensa como una herramienta esencial para recuperar la soberanía efectiva en las Islas del Atlántico Sur y un claro acompañamiento de la ciudadanía.

En paralelo al fuerte aumento de recursos públicos destinados a la defensa, se debe fortalecer la presencia del instrumento militar en la Patagonia Argentina vía la creación y modernización de instalaciones militares y la adquisición de sistemas de armas núcleo. El objetivo ligado a este esfuerzo debe ser el de aumentar el peso geopolítico de la Argentina en el Atlántico Sur y cambiar la gravitación política de dicho escenario estratégico hacia una posición favorable al país austral. 

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Dadas las características geopolíticas, estratégicas y operacionales del mencionado escenario, resulta clave darle prioridad a la conjuntes y al equipamiento de la Armada de la República Argentina (ARA). Esto es así en la medida que la ARA es la piedra angular del instrumento militar en el Atlántico Sur y su objetivo debe incluir capacidades asociadas a la defensa de las costas patagónicas, la denegación del mar, el control del mar y la proyección de poder para presionar al RUGBIN por su ocupación colonial de territorio argentino.

En esta línea, se debe continuar con el financiamiento de las acciones que ya se vienen llevando adelante para fortalecer la presencia del país en el Atlántico Sur. Por ejemplo, la creación de la X Brigada Aérea en Río Gallegos, la creación de la Guarnición Militar Conjunta en Tolhuin Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, la colocación del radar RPA-240 en Santo Domingo y del radar MTPS-43 en Trelew, el financiamiento y la construcción de la Base Naval Integrada en Ushuaia y la reconstrucción de la Base Petrel para posicionarla como una base permanente de la Argentina en la Antártida. 

En esta dirección se debe profundizar la política de defensa. En tal sentido, las adquisiciones de sistemas de armas núcleo utilizados para guerras convencionales también deben priorizar su orientación al Atlántico Sur. Entre otras cosas, deben colocarse en Río Gallegos aviones de combate polivalentes, debe recuperarse con urgencia la capacidad submarina y los medios aeronavales junto con el fortalecimiento de la flota de mar en todos sus aspectos. Los blindados del ejército deben adquirirse y se debe reforzar la presencia del Ejército Argentino en la Patagonia. 

En definitiva, llevar adelante una política de defensa revisionista es una condición necesaria para recuperar nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Los objetivos revisionistas de la Argentina están fundamentados en el hecho de que nuestros intereses defensivos-posicionalistas se ven vulnerados por la ocupación militar de una potencia que nada tienen que hacer en nuestro territorio y perímetro de seguridad. La defensa revisionista es una política necesaria frente a un statu quo impuesto por la fuerza militar de una potencia colonial que, en la violación del derecho internacional, encuentra el fundamento para dominar a otros países y maximizar su poder.  

(*) Ezequiel Magnani es internacionalista por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín, la UTDT y la Universidad Austral. Senior Fellow de la Fundación Meridiano de Estudios Internacionales y Política Exterior.  

Nota del autor: "Esta línea de investigación es financiada por el CONICET, organismo fundamental para incentivar, con recursos públicos, investigaciones y perspectivas que promuevan los intereses de la Argentina" 

CD.



domingo, 30 de noviembre de 2025

Diálogo con el Profesor Joseph Stiglitz… “Argentina está metida en una gran apuesta de casino”... @dealgunamanera...

“Argentina está metida en una gran apuesta de casino”

"La desigualdad es una elección, no es inevitable, no es resultado de las leyes de la naturaleza", dice Stiglitz. Fotografía: Gianluigi Guercia/AFP)

“Argentina está involucrada en una gran apuesta y no hay evidencia de que vaya a dar resultado. Si uno se guiara por la experiencia histórica, diría que esto va a terminar mal”, indicó el premio Nobel Joseph Stiglitz a Cash. Además, se refirió al rol del periodismo de investigación, las fallidas recetas del FMI y la  necesidad de modificar las reglas de juego en favor de la equidad.

© Escrito por Javier Lewkowicz, Periodista y Licenciado en Economía (UBA), el domingo 30/11/2025 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Desde Kuala Lumpur

“Argentina está involucrada en una gran apuesta de casino. Y no hay evidencia de que esa apuesta vaya a dar resultado. No hay ningún episodio histórico que indique que una apuesta de este tipo tiene probabilidades de salir bien, y mucho menos en la magnitud que se está manejando. Así que si uno se guía por la experiencia histórica, diría que esto va a terminar mal”.

De esta forma se refirió Joseph Stiglitz a la economía del gobierno libertario de Javier Milei en alianza con el tándem Scott Bessent y Donald Trump. Stiglitz es Premio Nobel de Economía, profesor de la Universidad de Columbia y uno de los máximos referentes globales en la profesión. Luego de una charla que ofreció en el marco de la Conferencia Global de Periodismo de Investigación, a la que asistió este cronista, que tuvo lugar la semana pasada en Kuala Lumpur, Malasia, Stiglitz conversó con Cash sobre la marcha de la economía argentina post-elecciones.

Milei está fallando. Y fue apuntalado primero por un préstamo de 20 mil millones de dólares del FMI, que no se hubiera otorgado de haberse seguido las reglas normales del organismo, porque el país ya tiene problemas para devolver los 44 mil millones de dólares solicitados al Fondo en 2018. Ahora otros 20 mil millones. Y luego otros 20 mil millones de Estados Unidos, el swap con el Tesoro, con lo cual se evadió el mecanismo que había sido diseñado para impedir que Argentina se endeudara sin autorización parlamentaria. Lamentablemente, Argentina se ha convertido en rehén de Estados Unidos. Es un acuerdo indigno”, consideró.

Montado sobre una economía que no estaba en condiciones de generar los dólares suficientes para pagar el mega-crédito que el gobierno de Mauricio Macri tomó del FMI por 44 mil millones de dólares, sumados a la montaña de deuda con tenedores privados que emitió Luis Caputo en su primer gestión, ahora Milei, junto a la versión 2.0 de “Toto”, volvió a acelerar el endeudamiento, con el FMI, con privados y con el Tesoro de los Estados Unidos, para sostener la política de tipo de cambio bajo que tanto le ha rendido políticamente, gracias al control de la inflación.

Sin embargo, Milei ya se ha gastado varias balas de plata y la fragilidad sigue ahí, esperando: primero fue el blanqueo récord, luego el nuevo crédito con el FMI y en última instancia el salvavidas de Bessent.

La apuesta oficial es volver a los mercados internacionales para refinanciar los pasivos, pero hasta ahora eso no ha funcionado: la debilidad de la economía argentina es tal que los rescates duran cada vez menos y la montaña de deuda a pagar, en un contexto de fuerte ajuste fiscal, se va agrandando.

En este marco y pensando en un futuro programa económico de la oposición, el profesor Stiglitz consideró que “Argentina no puede crecer lo suficiente para poder pagar su deuda. Creo que será necesario sentarse frente a los acreedores y poner los números sobre la mesa. Cuál es el crecimiento que se necesitaría y cuál es el real. Hay que pensar en un sendero sostenible”.

“La inequidad es una elección”

La conferencia de Stiglitz abordó el tema de la inequidad, un tema recurrente en sus trabajos académicos y en su activismo político. “A la hora de pensar las causas que están por detrás de los niveles de desigualdad entre países y dentro de ellos, creo que un ingrediente muy importante son las reglas del juego, las leyes, las regulaciones, tanto a nivel nacional como internacional. Por ello, uno de los principales mensajes que dimos en la reunión del G20 en Johannesburgo, Sudáfrica, fue que la desigualdad es una elección, en el sentido de que no es inevitable, no es resultado de las leyes de la naturaleza, sino de las leyes humanas, como la propiedad intelectual y los paraísos fiscales”.

Stiglitz es presidente del Comité Extraordinario de Expertos Independientes sobre la Desigualdad de la Riqueza Global, designado por la Presidencia sudafricana del G20, que en la última cumbre emitió un informe con recomendaciones sobre estos temas.

Dicho Comité advirtió, entre otras cosas, que entre 2000 y 2024, el 1% más rico del mundo acaparó el 41% de toda la nueva riqueza, mientras que solo el 1% fue para el 50% más pobre. Pidió por la creación de un nuevo “Panel Internacional sobre la Desigualdad” destinado a informar la formulación de políticas a nivel nacional e internacional, inspirado en el modelo del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC).

Otro de los temas sobre los que Stiglitz muestra una histórica preocupación son los paraísos fiscales, aquellas guaridas en donde la opacidad en la información permite diseñar estructuras de evasión y elusión tributaria de parte de empresas y ricos y así drenar recursos que deberían utilizarse por los Estados para favorecer a la ciudadanía.

Si Estados Unidos y Europa dijeran que nuestros bancos no pueden tener nada que ver con estos paraísos fiscales, desaparecerían. Así que los permitimos. Fingimos que es muy difícil lidiar con ellos, pero no lo es. Tenemos una arquitectura financiera global que permite sacar dinero de los países pobres y en desarrollo, llevarlo a los paraísos fiscales y a Londres, Nueva York o Florida. Me gustaría ver más atención periodística en el papel de Goldman Sachs y el Credit Suisse”, indicó.

“Un ejemplo dramático de desigualdad entre países lo vimos durante la pandemia, cuando Canadá pidió ocho veces más vacunas que personas, porque querían asegurarse de tener suficientes cuando las entregaran. Pero quienes vivían en África simplemente no podían conseguirlas. Es más, India, Sudáfrica y Brasil tenían la capacidad de producir más vacunas, pero las farmacéuticas no querían que las fabricaran, ya que eso bajaría el precio y perjudicaría sus ganancias. Por desgracia, varios países europeos se pusieron del lado de las farmacéuticas y prefirieron ver morir a la gente antes que renunciar a la propiedad intelectual”, recordó Stiglitz.

Entonces cuando se crean estos extremos de desigualdad, hay un campo fértil para los políticos demagogos y autoritarios. Y ellos no mejoran las cosas, sino que las empeoran. Dicen poder reconocer el problema, pero luego se rodean de oligarcas y hacen que el sistema sea más desigual, aprobando leyes que recortan impuestos a los multimillonarios y a las corporaciones, financiadas, en parte, mediante recortes a la atención médica para los más pobres y las personas de clase media”, agregó.

Periodismo como bien público.

Stiglitz participó de una charla en el marco de la Conferencia Global de Periodismo de Investigación (GIJC) en donde el financiamiento del periodismo de calidad fue uno de los grandes tópicos en discusión, en un contexto de creciente deterioro de las instituciones democráticas en Occidente y la ruptura del negocio de los medios en manos de las plataformas tecnológicas.

“Llevo mucho tiempo argumentando que lo que los medios hacen es lo que los economistas llaman técnicamente bien público, algo de lo que todos se benefician. No se puede depender de la financiación privada para un bien público. Si analizamos lo sucedido en los últimos 100 años, tuvimos una peculiar unión entre la publicidad y la provisión de noticias y periodismo de investigación. Pero ese modelo de negocio se ha derrumbado, sobre todo debido a las plataformas tecnológicas, y probablemente se derrumbará aún más debido a la IA. La razón del colapso es que las plataformas tecnológicas y la IA robaron propiedad intelectual. Así que, en cierto sentido, para el consumidor es una mejora, pero la propiedad intelectual y su monetización están siendo apropiadas por las plataformas tecnológicas y la IA, privando a los productores de la rentabilidad económica de sus inversiones”, consideró Stiglitz.

“En mi opinión, esto es muy preocupante, porque si no se obtienen rendimientos económicos de las inversiones en noticias, no se invertirá tanto en ellas ni en el periodismo de investigación. El efecto neto de todo esto es que tendremos un ecosistema informativo peor y en las plataformas tecnológicas de IA ocurrirá lo que llamamos ‘basura entra y basura sale’. Así que creo que, en última instancia, debe haber apoyo público. Apoyo público para el periodismo de investigación, como ocurre con la investigación científica y la salud, bajo el control de buenas instituciones independientes que asignen fondos de manera justa y eficiente”.

Puso el ejemplo del colapso del Silicon Valley Bank en marzo de 2023, institución que financiaba a buena parte de las startups de los Estados Unidos. “El banco se dedicaba a captar depósitos que las empresas depositaban en su banco y a especular con ellos. Al final, una gran parte de estos intentos de ganar dinero especulando fracasaron estrepitosamente. Y luego el banco quebró. Bueno, el periodismo de investigación demostró que Silicon Valley Bank participaba en la especulación y luego que el presidente de Silicon Valley Bank era miembro de la Reserva Federal de San Francisco, que regulaba Silicon Valley Bank. Así que claramente existía un conflicto de intereses cuando el presidente del banco se regula a sí mismo”, agregó.

Además, el profesor de Columbia abogó por medios públicos más fortalecidos: “Creo que es indignante que los funcionarios públicos usen X para difundir sus anuncios públicos. Debería haber medios públicos. Si insistiéramos en que todos los anuncios públicos se hicieran a través de una plataforma pública y que todos los impuestos se pagaran a través de ese medio, crearíamos plataformas fiables y confiables que, de hecho, socavarían las existentes, que sabemos que son muy corruptas, como Facebook y las aplicaciones”.

Recuerdos del sudeste asiático.

Stiglitz fue testigo de la primera fila en el desarrollo de la crisis económica en el sudeste asiático a finales de los ’90, que arrastró a buena parte del mundo, incluso a la Argentina de la convertibilidad.

“El Tesoro de EE. UU. insistía en que todos estos países eliminaran sus controles de capital. Mi opinión era que una mala política económica y que además no era responsabilidad del gobierno estadounidense hacer del mundo un lugar seguro para Goldman Sachs. Esto fue a mediados de los ‘90. El capital fluyó hacia el este de Asia en una cantidad enorme. Y entonces, de repente, todo cambió, como sucede en los mercados de capitales, y se acabó el dinero”.

“Y entonces la pregunta era, ¿qué hacer? Yo era economista jefe del Banco Mundial. Y el FMI en ese momento dijo que había que subir las tasas de interés a niveles muy altos, en el caso de Indonesia, al 80%, y recortar el gasto. Y yo dije que eso iba a matar a la inversión y la demanda agregada. El único país que se enfrentó al FMI fue Malasia, e impuso controles de capital muy bien diseñados. De modo que en Malasia el costo de la crisis fue del 5% del PIB, mientras que en los demás fue del 40% o más”.