Exitismo débil…
Taciturna,
María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes
Macri y Peña no
se resignan y sueñan con poder darlo vuelta, como en 2015. Vidal, no.
© Escrito por Nelson Castro el domingo
25/08/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
La última semana, la gobernadora María
Eugenia Vidal estuvo reunida con intendentes y legisladores oficialistas. Pese a rumores de
chicanas y críticas, todos mostraron reconocimiento y acompañamiento hacia la
gestión. No hay optimismo de triunfo en la provincia, la estrategia de aquí a
octubre es darle vía libre a cada intendente con posibilidad de ganar para que
sostenga representatividad territorial y representatividad regional a través de
los legisladores.
“Si en algún momento
tenemos posibilidad de volver, nos volveremos a encontrar. Este país es muy
dinámico, dentro de dos años la historia puede ser otra”, sostuvo un legislador
presente.
Sin embargo, la actitud complaciente hacia la figura de
la gobernadora no tuvo eco en la figura del Presidente. “Se vio una actitud
crítica –principalmente desde el radicalismo– por la fuerte tensión que se
visualiza en el retorno del kirchnerismo”, señala un armador oficialista.
También se escucharon quejas por el no adelantamiento de las elecciones en la
Provincia. Hoy esto que para muchos fue un error estratégico es contrafáctico,
ya que este adelanto no necesariamente garantizaba que se ganaran las
elecciones, y mucho menos con los números que arrojaron las PASO.
“Si la diferencia hubiera
sido de 4 o 5 puntos, se podría pensar que adelantándolas se ganaba, pero la
diferencia final fue de 22 puntos. Capaz que se adelantaban y se tenía un
cataclismo cinco meses antes”, apunta un intendente.
Percepciones. Lo que la mayoría de los legisladores provinciales percibe
es que la pertenencia de Vidal a su espacio político hizo que primara por sobre
su conducción de gobernadora bonaerense. Lo de Hernán Lacunza fue el último aporte a la causa.
El “trasladado” ministro de Hacienda, Hernán Lacunza,
está trabajando en dos cuestiones: la primera y urgente es cerrar las cuentas
públicas, para poder demostrarle al staff del FMI que arriba al país –ayudado
con los que ya están en Argentina en la comisión permanente– que se han
cumplido satisfactoriamente las metas del primer y segundo trimestre y que se
van a cumplir en la proyección las metas del tercer trimestre que termina en
septiembre.
Esto último permitiría que, cuando esté aprobado el board
el 15 de septiembre de este año, puedan autorizar el desembolso de los
fundamentales 5.400 millones de dólares del Fondo que están acordados y después
los 900 millones de dólares más que faltan a fin de año, cruciales para no
entrar en default dentro del período presidencial de Mauricio Macri.
La segunda cuestión es diseñar algún tipo de estrategia
tendiente a mejorar el ingreso de bolsillo de los sectores medios, por eso se
insistió en el control de los combustibles y se sancionó el decreto de
necesidad y urgencia de los combustibles. Esta situación les dio una muy buena
excusa a los gobernadores para enojarse con el macrismo y devolver el enojo que
hay en Olivos con los gobernadores a los que se les había pedido –de no poder
jugar a favor del macrismo– que fueran con boleta corta.
Los números
demuestran que los gobernadores que fueron con boleta corta terminaron apoyando
implícitamente la fórmula del kirchnerismo (no se llega al 47% de los votos a
nivel nacional sin el apoyo de los gobernadores).
Esto lo saben y lo leen desde Olivos. Allí la última
semana hubo muchas rispideces con Miguel Pichetto. El involucramiento del ex
senador peronista en la campaña le hizo sentir que tenía un espacio de poder
como para sugerir cambios en el gabinete, que lo incluían a él como posible
jefe de Gabinete. La sorpresa llegó el lunes, cuando los cambios solo quedaron
a nivel de Dujovne. “No hubo manera de torcerle el brazo a Mauricio Macri y
Lilita Carrió, sobre todo a esta última, que dijo: ‘Si lo sacan a Peña rompo la
coalición’. Esta situación dejó con mucha indignación al ala peronista de
Cambiemos”, sostiene una voz cercana a la mesa chica presidencial.
Los últimos días se ha escuchado a Marcos Peña
reflexionar que en 2015 sacaron 15 puntos en las PASO y lo revirtieron, pero
hay dos datos a tener en cuenta: en 2015 no fueron 15 puntos, sino que fueron
8-9 puntos. En 2015 Scioli no pasó el piso de los 40 y en 2015 era el candidato
del oficialismo, tras doce años de gobierno, con todo lo que implicaron los
últimos cuatro años del mandato de CFK.
En ese momento Mauricio Macri era lo nuevo, la oposición.
Hoy tienen 15 puntos abajo, cuatro años de ser oficialismo y una crisis
económica feroz.
Estoicos. Al igual que Marcos Peña, el único que se muestra optimista de cara a
octubre es el presidente Mauricio Macri. “Macri y Peña no tienen el gen de los
tipos que “gozan” el poder, sino que lo padecen. No tienen escuela en política,
son éxito o nada”, sostiene un analista
La política incluye el fracaso en la agenda, incluye la
derrota, veamos: el ex presidente de Brasil Lula da Silva perdió cuatro veces
antes de ser presidente, De la Sota, el ex gobernador de Córdoba, había perdido
tres veces antes de ser gobernador.
Para Macri no incluye la derrota ni el fracaso (solo
perdió una vez como candidato a jefe porteño en 2003), la política para él es
el logro, el éxito, el avance.
No está inscripta en su registro mental la posibilidad de
un futuro que no esté atravesado por el éxito, porque en su vida fue todo más o
menos exitoso como empresario, dirigente deportivo y político.
El exitismo lleva a muchas personas a confiar ciegamente
en sus acciones y en las de las personas a las que también creen exitosas, y
esto conlleva –la mayoría de las veces– a no escuchar otras voces. De esto
mucho sabe el Presidente y su álter ego, Peña.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.