El
dictador pedófilo...
Gabriel Conte, director del Memo diario publicó el
domingo 9 de julio una entrevista a Andrés Colman Gutierrez acerca de la trata
y violación sistemática de niñas cometidas por el Dictador Stroessner y
sus principales colaboradores. Reproducimos aquí la entrevista completa al
periodista paraguayo.
La investigación periodística sobre la crianza en «harenes»
de niñas arrebatadas a sus familias de origen humilde, entre otros crímenes de
la dictadura de Alfredo Stroessner, fueron volcadas por Andrés Colmán Gutiérrez
en el libro «Las orgías del General» . Aquí cuenta cómo y por qué hizo ese
titánico y fundamental trabajo.
© Escrito por Gabriel Conte, periodista y escritor, autor de una
docena de libros de ensayo y literatura, el viernes 14/07/2023 y publicado por
el Periódico La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República
Argentina.
El escritor y periodista paraguayo
Andrés Colmán Gutiérrez acredita una extensa y prestigiosa carrera en los
medios de su país, pero adquirió relevancia internacional a raíz de sus investigaciones
volcadas en libros sobre la presencia del criminal de guerra nazi Josef
Mengele, o la actividad del EPP, el poco conocido en Argentina Ejército del
Pueblo Paraguayo, todavía en actividad.
Es, además, creador del portal El Otro País, y autor de novelas
como las novelas El último vuelo del Pájaro Campana y El país en una plaza.
Participó del libro de crónicas Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso, publicado en
2016 por Siglo Veintiuno, editado por Roberto López Belloso, con Joan Manuel
Serrat, Elena Poniatowska, Sebastião Salgado, José Luis Novoa, Sabrina Duque,
Federico Bianchini y otros autores.
Ganó varios premios, como el Vladimir
Herzog de Periodismo y Derechos Humanos (Brasil, 1985), el Premio Nacional de
Periodismo Santiago Leguizamón (Paraguay, 2000) y el Peter Benenson a la Labor
Periodística comprometida con los Derechos Humanos (2014) de Amnistía
Internacional. Fue presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).
Ahora impacta una vez más con una
investigación periodística, que conmociona dentro y fuera de Paraguay y trae al
presente, en forma documentada, unos hechos acallados a lo largo de los años:
«Las orgías del General. Una crónica sobre las niñas víctimas sexuales de la
dictadura stronista».
Colmán Gutiérrez «vive en una cabaña de
madera entre los verdes cerros de Atyrá, con su esposa Desirée y sus gatos
Batman y Robin, sin cansarse de soñar y de luchar por un Paraguay con mejor
educación, más oportunidades de vida digna, más libertad y menos corrupción»,
dice su biografía. Y con mucha vocación divulgadora y la generosidad de su don
de gente, respondió algunas incógnitas, a la espera de la llegada del libro a
las editoriales, librerías y/o editoras argentinas.
Andrés
Colman Gutiérrez, autor de «Las orgías del general»
¿Cuál es el motivo por el que retomó la
historia de los abusos aberrantes del dictador Stroessner a niñas en Paraguay?
Durante mucho tiempo creímos que las
historias de las niñas secuestradas o arrebatadas a sus familias durante la
dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), criadas por algunos
militares en casas tipo harén, disponibles para ser violadas por el dictador y
sus cómplices, era más bien una leyenda, inventada por los opositores al
régimen, ya que costaba creer que tal perversidad pudiera ser posible, pero
fueron surgiendo testimonios de víctimas y testigos que permitieron confirmar
que el hecho existió realmente, en una dimensión espeluznante.
Hace algunos años realicé con otros
colegas una primera serie de reportajes investigativos sobre el tema en el
diario Última Hora de Asunción. En esa oportunidad encontramos testimonios y
documentos sobre cinco lugares en donde se había mantenido cautivas a las
niñas, los que también eran los sitios donde se llevaban a cabo las fiestas de
orgía sexual de Stroessner y sus colaboradores. Las publicaciones causaron
mucha conmoción y permitieron que muchas personas aporten nuevos datos, lo cual
llevó a pensar en un libro que pudiera ofrecer un relato más completo y
abarcador. En esta nueva fase investigativa pudimos confirmar la existencia de
12 casas tipo harén y obtuvimos nuevos documentos y testimonios muy importantes,
que finalmente hicieron posible publicar esta obra, que presentamos en la Feria
Internacional del Libro Asunción 2023. Es parte de una trilogía de periodismo
investigativo en libros, que incluye a ?Mengele en Paraguay’ (2018) y ?EPP:
Historia no autorizada’ (2020).
«Tres conocidos coroneles (Leopoldo ‘Popol’
Perrier, Pedro Julián Miers y Francisco ‘Manito’ Duarte), secuaces de
Stroessner se dedicaban a cazar niñas preadolescentes, principalmente de
familias campesinas humildes, para criarlas en sus casas o fincas rurales tipo
harén, para ofrecerlas vírgenes al dictador, principalmente en las décadas de
los 80 y los 90.»
¿Encontró en su investigación el indicio de
que se haya tratado de una situación sistemática y programada?
Totalmente. El secuestro y la violación
de niñas y mujeres fue una operación sistemática de la dictadura, que se manejó
en dos niveles.
Por un lado, la perversa acción de tres
conocidos coroneles (Leopoldo «Popol» Perrier, Pedro Julián Miers y Francisco
«Manito» Duarte), secuaces de Stroessner que se dedicaban a cazar niñas
preadolescentes, principalmente de familias campesinas humildes, para criarlas
en sus casas o fincas rurales tipo harén, para ofrecerlas vírgenes al dictador,
principalmente en las décadas de los 80 y los 90.
Durante mucho tiempo creímos que las
historias de las niñas secuestradas o arrebatadas a sus familias durante la
dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), criadas por algunos
militares en casas tipo harén, disponibles para ser violadas por el dictador y
sus cómplices, era más bien una leyenda, inventada por los opositores al
régimen, ya que costaba creer que tal perversidad pudiera ser posible, pero
fueron surgiendo testimonios de víctimas y testigos que permitieron confirmar
que el hecho existió realmente, en una dimensión espeluznante.
Hace algunos años realicé con otros
colegas una primera serie de reportajes investigativos sobre el tema en el
diario Última Hora de Asunción. En esa oportunidad encontramos testimonios y documentos
sobre cinco lugares en donde se había mantenido cautivas a las niñas, los que
también eran los sitios donde se llevaban a cabo las fiestas de orgía sexual de
Stroessner y sus colaboradores. Las publicaciones causaron mucha conmoción y
permitieron que muchas personas aporten nuevos datos, lo cual llevó a pensar en
un libro que pudiera ofrecer un relato más completo y abarcador. En esta nueva
fase investigativa pudimos confirmar la existencia de 12 casas tipo harén y
obtuvimos nuevos documentos y testimonios muy importantes, que finalmente
hicieron posible publicar esta obra, que presentamos en la Feria Internacional
del Libro Asunción 2023. Es parte de una trilogía de periodismo investigativo
en libros, que incluye a "Mengele en Paraguay" (2018) y "EPP: Historia no
autorizada" (2020).
¿Encontró en su investigación el indicio de
que se haya tratado de una situación sistemática y programada?
Totalmente. El secuestro y la violación
de niñas y mujeres fue una operación sistemática de la dictadura, que se manejó
en dos niveles.
Por un lado, la perversa acción de tres
conocidos coroneles (Leopoldo "Popol" Perrier, Pedro Julián Miers y Francisco "Manito" Duarte), secuaces de Stroessner que se dedicaban a cazar niñas
preadolescentes, principalmente de familias campesinas humildes, para criarlas
en sus casas o fincas rurales tipo harén, para ofrecerlas vírgenes al dictador,
principalmente en las décadas de los 80 y los 90.
¿De dónde captaba a sus víctimas?
En el caso de las niñas criadas en las
casas tipo harén, eran arrebatadas a sus familias, generalmente de condición
humilde, a través de varios procedimientos.
En algunos episodios, como el que narra
una de las víctimas, Julia Ozorio Gamecho (actualmente residiendo en Buenos
Aires), los «cazadores de niñas» iban directamente a la vivienda de los
campesinos humildes con un pelotón armado, elegían a la niña más pequeña (en el
caso de ella, tenía entonces 13 años de edad) y se la llevaban, atemorizando a
los padres. Julia fue secuestrada en la compañía rural Guavirá, de la ciudad de
Villeta, a 34 kilómetros de Asunción, por el coronel Pedro Julián Miers,
comandante del Batallón Escolta Presidencial, a cargo de la seguridad del
dictador, llevada hasta una quinta en Laurelty, San Lorenzo, en donde había
otra decena de niñas cautivas y fue violada impunemente siendo virgen, retenida
allí por más de dos años, con un grupo de niñas que con frecuencia eran
cambiadas, en donde tenían lugar las orgías con participación el dictador.
En otros casos, las niñas eran captadas
con engaños. Era frecuente que el general Stroessner asista a las colaciones de
fin curso, a entregar diplomas en escuelas y colegios de pueblos de interior.
Cuando veía a una niña que le gustaba entre las que estaban en el acto oficial,
hacia una seña a sus colaboradores, quienes luego negociaban con sus padres,
prometiendo que traerían a la niña para ser «apadrinadas» por el presidente,
proseguir sus estudios en casas de familia y gozar de mejores condiciones de
vida, a cambio de dinero o puestos de trabajo para los familiares en
instituciones estatales, cuando en realidad eran traídas para ser abusadas por
el dictador.
¿Cuál fue la reacción en aquellos días de los
familiares de las niñas?
En esa época, la mayoría de los padres o
familiares no se atrevía a oponerse o a protestar, por miedo a sufrir
represalias en un Estado represivo y de mucha impunidad, ya que podían ir
presos y ser torturados, hasta engrosar la lista de exiliados o
muertos-desaparecidos. Otros ignoraban totalmente lo que iba a ocurrir con sus
hijas y creían sinceramente que serían criadas por familias encumbradas del
régimen, en donde tendrían mejores oportunidades.
En otros casos de degradación moral, los
familiares sí sabían para que llevaban a sus niñas, pero accedían a «venderlas»
a cambio de dinero o de obtener un puesto en alguna institución oficial y poder
escalar en espacios políticos.
Hubo casos en que si se produjeron
acciones para rescatar a las víctimas. En el libro incluimos el testimonio de
Ana María Carrón, viuda del escritor y poeta paraguayo Carlos Villagra Marsal,
quien acompañó a una mujer campesina de la ciudad de Piribebuy a rescatar a una
chica adolescente, que era ahijada suya, de la casa harén del coronel Popol
Perrier, en el barrio Itá Enramada de Asunción, recurriendo a su influencia en
la sociedad paraguaya.
También el médico Joel Filártiga contó
que, con un sistema de espionaje de la oposición, pudieron rescatar a otra de
las chicas de otra casa harén del coronel Perrier en el barrio Sajonia de la
capital.
¿Se puede decir que fue un delito exclusivo de
Stroessner o un modus operandi de la cúpula militar, de sus camaradas y amigos?
Fue un esquema montado por tres de los
principales coroneles del entorno de Stroessner (Perrier, Miers y Duarte),
quienes conocían la condición de pedófilo del dictador y se valieron de esa
situación para satisfacer sus bajos instintos a cambio de favores políticos y
económicos.
En el caso de Perrier, obtuvo licencias
para instalar casinos y casas de juegos de azar, entre otros negociados. El
coronel Manito Duarte, quien era administrador de la empresa de
Telecomunicaciones y quien dirigía un sistema de espionaje de las
conversaciones telefónicas de políticos opositores y periodistas críticos, hizo
una gran fortuna con negociados avalados por el dictador, al igual que el
coronel Miers.
«Malena Ashwell era esposa de un oficial de la
Marina paraguaya, miembro de la estructura del gobierno stronista, quien en
1975 vio a tres niñas de 8 y 9 años de edad, desnudas y sangrantes, que pedían
socorro en el patio de la casa del coronel ‘Popol’ Perrier, en Asunción. Tras
conocer por el testimonio de vecinos intentó denunciar el caso, pero fue
detenida y torturada salvajemente, hasta que su padre pudo llegar a rescatarla.»
¿Pudo dialogar con algunas de sus víctimas?
Pudimos hablar también con varias
mujeres que fueron violadas siendo niñas en la compañía Costa Rosado, de
Caaguazú, y al relato de testigos calificados, como el de Malena Ashwell, hija
de un gran historiador y exfuncionario del Banco Mundial, el doctor Washington
Ashwell.
Malena era esposa de un oficial de la
Marina paraguaya, miembro de la estructura del gobierno stronista, quien en
1975 vio a tres niñas de 8 y 9 años de edad, desnudas y sangrantes, que pedían
socorro en el patio de la casa del coronel ‘Popol’ Perrier, en Asunción. Tras
conocer por el testimonio de vecinos intentó denunciar el caso, pero fue
detenida y torturada salvajemente, hasta que su padre pudo llegar a rescatarla.
Malena cuenta en Estados Unidos, en un
relato publicado en 1977 por el gran periodista Jack Anderson en su columna del
Washington Post, aunque allí Malena aparecía con el seudónimo Ada Rodríguez
para proteger su identidad. Pude reconstruir todo ese episodio que costó
también la prisión y desaparición de Miguel Ángel Soler, legendario dirigente
del Partido Comunista Paraguayo, que iba a publicar la denuncia en el periódico
clandestino de su organización.
¿Por qué nunca fue juzgado semejante delito?
La Justicia paraguaya tardó mucho en
reaccionar. Recién en 2008, con la denuncia de Julia Ozorio Gamecho se abrió
una primera investigación en la Fiscalía de Derechos Humanos y otras se
abrieron en 2016, luego de la serie de reportajes que publicamos en Última Hora,
pero en todas ellas no se avanzó mucho, principalmente porque Stroessner y los
tres principales coroneles involucrados ya murieron.
¿Cree que hay posibilidades de un
resarcimiento a las víctimas o bien de que se encare lo que en Argentina se
llama «juicio por la verdad»?
Es difícil que eso suceda en Paraguay,
porque la mayoría de las víctimas no quieren asumir querellas públicas, ya que
la situación les genera mucha vergüenza ante sus familiares y el resto de la
sociedad, pero no perdemos la esperanza de la que la acción de las
organizaciones de derechos humanos logre algunos avances de reparación.
También pasa que aún existen numerosos
nostálgicos de la dictadura. Por dar una idea, el coronel Leopoldo ?Popol’
Perrier, uno de los principales involucrados en la violación de niñas para las
orgias del General era el tío abuelo del actual presidente de la República,
Marito Abdo Benítez, hijo además de Mario Abdo Benítez, quien fuera secretario
privado del dictador.
También en el entorno del expresidente
electo Horacio Cartes, padrino político de quien será el próximo presidente
paraguayo desde el 15 de agosto, Santiago Peña, existen muchos personajes
políticos que admiran y reivindican a Stroessner y que ahora empiezan a copar
nuevamente los espacios en los tres poderes del Estado.
Es decir, no hay mucha voluntad política
por parte del eternamente gobernante Partido Colorado (que sigue teniendo al
general Alfredo Stroessner como presidente honorario) para remover a estos
molestos fantasmas del pasado inmediato.
«En lo personal, admito que esperaba un fuerte
rechazo y un ataque más consistente por parte de los admiradores y seguidores
de Stroessner, pero curiosamente, en su mayoría se han mantenido callados,
probablemente porque la contundencia de los testimonios y documentos que
contiene el libro deja poco margen a poder desmentir los hechos.»
¿Cuál ha sido la repercusión tanto en la
sociedad como en los que continúan defendiendo a Stroessner?
El libro ha sido muy bien recibido en la
última Feria Internacional del Libro y tiene actualmente mucha demanda por
parte de los lectores, como también mucha buena repercusión en la prensa
paraguaya e internacional.
Las organizaciones de derechos humanos
lo han saludado como un valioso aporte a la recuperación de la memoria y a
hacer justicia a las víctimas, que durante mucho tiempo han sido
invisibilizadas.
En lo personal, admito que esperaba un
fuerte rechazo y un ataque más consistente por parte de los admiradores y
seguidores de Stroessner, pero curiosamente, en su mayoría se han mantenido
callados, probablemente porque la contundencia de los testimonios y documentos
que contiene el libro deja poco margen a poder desmentir los hechos.
Sinceramente, me gustaría creer que este
respeto a un riguroso trabajo de investigación periodística es un signo de
mayor madurez y tolerancia en la sociedad paraguaya.