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domingo, 19 de diciembre de 2021

Nuevos / Viejos tiempos. Máximo conducción… @dealgunamaneraok…

 Nuevos / Viejos tiempos. Máximo conducción… 


Bancando. Máximo Kirchner. Dibujo: Pablo Temes. 

El voto del Presupuesto mostró que el kirchnerismo es una permanente vuelta al pasado y al fracaso.


Escrito por Nelson Castro el sábado 18/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Lo que ocurrió en la maratónica sesión por el debate del Presupuesto 2022 en la Cámara de Diputados no es otra cosa que el reflejo del cambio de los tiempos. Cambio que el oficialismo todo –desde el Presidente y su vice en funciones hasta los legisladores y militantes– se niega a aceptar. El falso festejo de la elección perdida sirvió para mantener unida a la tropa, pero también los embriagó y hundió en lo más profundo del relato. La realidad los sorprendió con un balde de agua fría para apagar tanta soberbia y desconexión con el presente. La supremacía del Frente de Todos contra Todos en ambas cámaras del Congreso es ahora parte de la historia. Quien no lo acepte de ese modo y aprenda y practique el arte de la negociación y la búsqueda de consensos quedará irremediablemente expuesto al ridículo. El primero en pisar el palito fue un caprichoso Máximo Kirchner quien, con su provocativa arremetida discursiva de la mañana del viernes, chocó de frente contra un muro. Vale la pena analizar los entretelones de semejante porrazo. 

Luego de una noche larga en exposiciones infructuosas, llegó el desenlace tan temido pero inevitable. Pasadas las 7 de la mañana el diputado Mario Negri propuso que la sesión pasase a un cuarto intermedio para tratar de buscar acuerdos que trajesen algo de coherencia a la discusión. Envuelto en su terquedad, el oficialismo no solo se negó una vez más a aceptar esa propuesta sino que, fiel a su estilo, redobló la apuesta. Es lo que siempre ha hecho a lo largo de tantos años de ejercicio del poder con una concepción propia de las monarquías autoritarias. El kirchnerismo creía que, con el transcurso de las horas, lograría doblegar la voluntad de algún diputado para que terminara acompañando el proyecto del Presupuesto que, desde un punto de vista técnico, era invotable incluso para muchos funcionarios del oficialismo. “Vamos con discursos largos, sin apuro, y a participar de todas las discusiones para darles tiempo a los negociadores a que puedan explorar todas las alternativas”, se escuchó decir a un allegado al bloque oficialista pasada la madrugada. Eso fue lo que ocurrió durante toda la noche y, en rigor de verdad, no había tales opciones. 

Las sesiones trasnochadas de la Cámara de Diputados han sido muchas veces sinónimo de maniobras turbias, de aprietes y de prácticas repudiables manipuladas directamente desde la Casa Rosada. Las alternativas eran el apriete o la dádiva para algún diputado del interior que se contentara con llevar alivio económico a su provincia. Ningún gobernador desconocía lo que estaba ocurriendo. Ya se había descartado la posibilidad de cambiar votos negativos por positivos y solo se especulaba con la ausencia repentina de algún legislador capaz de justificar que se había quedado dormido o que se había perdido al cruzar la avenida Rivadavia, que separa su despacho del recinto. Puerilidad absoluta.  

La experimentada Graciela Camaño fue clara en su última intervención: “Vinieron a cojudear un Presupuesto con un número que no tienen, esta es la verdad”. Minutos antes de las 8 el oficialismo había reunido apenas 121 voluntades. En ese momento Sergio Massa le trasladó el pedido de Alberto Fernández a Mario Negri de volver a llevar el Presupuesto a comisión y postergar la discusión hasta el próximo martes para revisar los puntos conflictivos en busca de nuevos acuerdos. Luego de varias discusiones dentro de cada bloque, la salida parecía razonable incluso para sectores de JXC, la Coalición Cívica y los radicales de Evolución. Pero aún había lugar para dos gestos mezquinos del oficialismo que dinamitaron cualquier acuerdo posible. El primero, la utilización del diputado de Juntos Somos Río Negro, Luis Di Giácomo, para proponer la moción y postergar el tratamiento para que la iniciativa vuelva a comisión, en lugar de que un miembro del FdT asumiera el compromiso luego de verse derrotados. 

El segundo gesto fue el encendido –e inexplicable– discurso de Máximo Kirchner que, a un paso del acuerdo, volvió a cargar contra la oposición responzabilizándola de todos los males de la Argentina. Se refirió a los miembros de JXC con ironía como “gente distinguida” y los enumeró de a uno: “Tenemos un ex vicepresidente; un ex vicejefe de Gobierno; una ex gobernadora de la Provincia; un ex ministro del interior”, y agregó la chicana final alegando que “le llamaba la atención la actitud que estaban teniendo luego de endeudar el país”, para cerrar su discurso tratándolos de cobardes. La Cámara, entonces, estalló de inmediato. El diputado Luciano Laspina y sus pares corrían por las bancas incrédulos diciendo que por el último ataque del hijo de la vice ahora no cederían a prestarle ayuda. Cristian Ritondo tomó la palabra y, al hacerlo, puso al oficialismo frente a la dura realidad de una derrota. 

“Todavía no entendemos qué pasó. Lo teníamos adentro. La negociación estaba lograda y comprábamos tiempo para seguir negociando. Es inexplicable”, se lamentaba un legislador del oficialismo mientras se retiraba del Salón de los Pasos Perdidos. La cara de Leandro Santoro era elocuente. No le hizo falta decir nada mientras Máximo K aún se retorcía en su banca. 

“Máximo conducción” bramaban los diputados opositores camino a sus oficinas y se lamentaban por la oportunidad perdida. “La verdad es que fue un acto de irresponsabilidad. Con su soberbia, Máximo se llevó puesto al Gobierno”, sentenció un diputado antes de ingresar a su despacho. 

En la madrugada del 17 de julio de 2008, el entonces vicepresidente Julio Cobos le ofreció al kirchnerismo pasar a un cuarto intermedio para evitar su “voto no positivo” que acabó con la Resolución 125. En aquel momento, siguiendo órdenes de Néstor Kirchner, el jefe del bloque de senadores oficialista, Miguel Ángel Pichetto, rechazó esa alternativa que hubiese evitado la derrota.

Como se ve una vez más, el kirchnerismo es una permanente vuelta al pasado y al fracaso.



domingo, 7 de marzo de 2021

Tiempo de revanchas… @dealgunamaneraok...

 Tiempo de revanchas… 


Afinando, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes

El Presidente, profesor de Derecho, y la vice, una exitosa abogada, cargaron contra el Poder Judicial. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 06/03/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Más nafta para avivar el fuego. El alegato de Cristina Kirchner en la causa dólar futuro transitó el camino por donde ella se siente más cómoda: una escenificación televisiva adecuadamente producida, el uso del despacho de la presidencia del Senado, una gestualidad ampulosa y un discurso de barricada de fuerte contenido político que le sirvió para invertir los roles y pasar de acusada a acusadora. 

Hizo acordar a los Aló Presidente con que fatigó la cadena de radio y televisión durante sus mandatos. Arremetió contra el Poder Judicial, lo vinculó a operaciones políticas para favorecer la elección de Mauricio Macri, volvió a hablar de lawfare y dejó en claro que usará todo su poder para ir tras ellos. 

Todo apenas 72 horas después de que el presidente Alberto Fernández pronunciara su discurso ante la Asamblea Legislativa con un tono muy similar. “Ella aprovechó la situación y profundizó a su manera algunos de los puntos enunciados por el Presidente. Después salieron los duros a exacerbar los ánimos y no se habló de otra cosa que de supuestos embates a la Justicia”, dicen en Balcarce 50. 

A esta altura de los hechos, ya no es creíble la idea de que el Presidente es una víctima de su vice. Es más, el discurso de Alberto Fernández también estuvo teñido de revanchas personales. “Tenía la necesidad de devolver alguno de los golpes que viene recibiendo de la oposición desde que se desató el escándalo del vacunatorio vip. Fue un mensaje hacia adentro y hacia afuera del Frente de Todos”, señalan en su entorno. 

El Presidente sintió la necesidad de hacer saber que la reforma judicial, que incluye la reforma del Ministerio Público Fiscal, es una idea suya. Pero cuando aparecieron CFK y sus secuaces –Oscar Parrilli siempre está a la cabeza– con sus exabruptos y disparates, esa pretensión se esfumó. Tanto que obligó a la ministra de Justicia, Marcela Losardo –a la que el kirchnerismo quiere echar desde siempre– a aclarar que una comisión bicameral para analizar el comportamiento de los jueces es absolutamente inconstitucional.   

El reto a Parrilli y el silencio de Massa. Mientras ardía la discusión por la constitución y la viabilidad o no de la bicameral para “supervisar” –controlar– la tarea de los jueces, el silencio de Sergio Massa fue una constante. El presidente de la Cámara de Diputados sabe perfectamente que, cuando termine la pirotecnia verbal, deberán recurrir a él para cualquier iniciativa dentro de su ámbito. Dejó que Oscar Parrilli se fuera de boca y esperó su momento. Ese momento llegará este lunes cuando se reúna con el Presidente. Parrilli no solo se metió en terreno de Massa al resaltar que “el Presidente pidió una comisión bicameral que investigue a la Justicia” sino que expresó sin eufemismos los deseos de su jefa. 

En Casa Rosada se sostenía que CFK estaba furiosa con Parrilli a quien retó y mandó callar. Habrá sido un enojo por haberle quitado protagonismo en su proyectado día de furia. Según se explica desde el oficialismo, la razón de ser de la bicameral es llamar a audiencias públicas para transparentar y generar mecanismos de celeridad en la Justicia. 

La idea es colocar allí para que ejerza la presidencia a alguna figura que tenga el consenso de la mayoría. El nombre en el que se piensa por estas horas es el de Graciela Camaño. 

Nada de esto está contemplado en la Constitución Nacional. El profesor de Derecho –¿Es aún profesor o ya no lo es?– Alberto Fernández debería saberlo; la “exitosa abogada” Cristina Fernández de Kirchner, también.   

Mientras tanto los problemas de la gente. En su discurso del lunes el primer mandatario intentó –una vez más– encapsular el escándalo del vacunagate haciendo alusión a su decisión de pedirle la renuncia a Ginés González García. Los hechos, sin embargo, lo desmienten. La realidad vuelve a chocar contra la frialdad del relato. La vacunación en la provincia de Buenos Aires sigue con rumbo incierto y de manera poco profesional. “A mi madre la vacunaron en la escuela situada en las calles 7 y 609 en las afueras de la ciudad de La Plata. 

El operativo era llevado adelante por chicos muy jovencitos de La Cámpora. Todos los vacunados deben permanecer en el lugar unos 30 minutos por precaución luego de ser inoculados. Pero si algo ocurría, no había personal capacitado ni una ambulancia para actuar en caso de emergencia” –se quejó una reconocida médica de la capital provincial–. 

La radiografía en el resto del país no es muy distinta. El último escándalo de vacunados vip sacudió a la política de Tucumán. Está claro que todos saben que no será el último. El subregistro en los asientos de las dosis aplicadas es un problema nacional que facilita el clientelismo y el uso político de un instrumento vital. Esto venía sucediendo desde mucho antes de la pandemia del Coronavirus. Si en los principales hospitales nacionales y provinciales –algunos de renombre internacional– los registros son deficientes se puede deducir fácilmente lo que sucede en los rincones más alejados del país. 

Formosa. Lo que está sucediendo allí es un hito. Llega un día en que el abuso de poder en todas sus formas, tal como lo viene implementando Gildo Insfrán a lo largo de sus más de 25 años al frente de la gobernación, agota la paciencia de la ciudadanía. 

Una anécdota ilustra a la perfección lo que representa en los hechos la barbarie de ese régimen. Quien esto escribe estuvo en Formosa por última vez en 2002. Al llegar al hotel y registrarme, el gerente se apersonó y lo que dijo fue impactante: “Discúlpeme, no puedo alojarlo porque, por orden del gobernador, cuando se aloja un periodista tenemos la obligación de comunicárselo a la jefatura de la policía de la provincia”. Esto –que le sucedió y aún sucede– a varios colegas es la norma. Es decir, la existencia de un Estado policial y persecutorio. Una persecución brutal y violatoria de los Derechos Humanos. 

El lamentable comunicado firmado por el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla –en el que intenta desviar la responsabilidad de los hechos a los medios de comunicación y a la oposición junto a su desinterés por poner límite a tanta barbarie–, debería ser causa suficiente para que el Presidente le pidiera la renuncia.   

Formosa es la Venezuela de la Argentina. ¿Será la única? 

Producción periodística: Santiago Serra 








 

domingo, 23 de junio de 2019

Festival de la rosca... @dealgunamanera...

Festival de la rosca…

Las últimas que me quedan... Juan Domingo Perón. Dibujo: Pablo Temes.

Las candidaturas dejan su trasfondo de claudicaciones y ascensos. De Alberto Fernández a Massa y Monzó.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 23/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Finalmente, las listas de candidatos se cerraron. Ya están los nombres de los hombres y las mujeres que competirán en octubre próximo por cada uno de los cargos electivos a cubrir, desde presidente de la Nación hasta consejeros escolares. Este proceso –el de cierre de listas– representa uno de los momentos en los que las miserias de la política quedan expuestas con absoluta nitidez. La lucha por acceder a un cargo es, en la mayoría de los casos, feroz. Y no importa cuán relevante sea el puesto en disputa. La intensidad de la pelea es mayúscula.

Sergio Massa, como se auguraba, encabezará la lista de candidatos a diputados nacionales por el kirchnerismo. El armador ha sido Máximo Kirchner. Así, el ex intendente de Tigre, que hizo de la idea de la gran avenida del medio su leitmotiv político hasta hace dos semanas, será el que les asegure el acceso a las bancas a tres dirigentes de La Cámpora, que son genuinos exponentes de la grieta que divide a la sociedad argentina. Ni que hablar de Axel Kicillof, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Massa o menos. A medida que pasan los días se entienden menos los objetivos de este regreso de Massa al redil del kirchnerismo, una verdadera claudicación. Si el Frente de Todos llegara a ganar las elecciones –algo que es probable según lo reflejan las encuestas hoy–, difícilmente le regale la cuota de protagonismo que supo tener, en medio de triunfos y derrotas, desde que decidió romper con Cristina Fernández de Kirchner hace seis  años. Y si perdiera, la factura que le pasará el peronismo no K será altísima.

Un dato curioso: a nivel nacional, el único triunfo que obtuvo Massa fue cuando se alió con Mauricio Macri, en 2013. Cuando compitió por el kirchnerismo, en 2009 con las listas testimoniales, perdió.

El ex intendente ha consumado un verdadero suicidio político. Alguien podría decir lo mismo de Alberto Fernández. Son dos casos distintos. El hoy candidato a presidente se encontró con una postulación hecha por CFK que nunca buscó. Su rol siempre fue el de un armador. Por lo tanto, si no ganara, nada cambiaría en su carrera política. En cambio para Massa, quien supo ser compañero de fórmula de Margarita Stolbizer en 2017, el costo político es y será alto. Y no por haber dicho cosas críticas del kirchnerismo y luego desdecirse, sino por las acciones que impulsó y que le valieron en su momento  la consideración de parte de la sociedad harta de la corrupción. Massa acompañó el proyecto de extinción de dominio que presentó el Gobierno y que fue rechazado por el Congreso. Hay que recordar lo que dijo entonces: “Argentina necesita la ley de extinción de dominio para recuperar los bienes de los que afanaron y se hicieron ricos robándoles la plata del Estado a los argentinos”. La alusión al kirchnerismo, al que se volvió a asociar, no necesita aclaraciones.

Anida en el universo del realismo mágico que representa el conurbano bonaerense una preocupación de los intendentes K. Sienten que en muchos casos se quedaron fuera del círculo del poder. Durante los doce años del kirchnerato no había necesidad de llamar a nadie de afuera. Hoy, en cambio, la dupla Fernández- Fernández necesita de todos. Y eso significa ceder lugares a los que vienen de afuera, llámense Massa, Felipe Solá, Hugo Moyano u otros.

Y por casa. No es muy distinta la situación en el oficialismo, ahora con el lema partidario Juntos por el Cambio. La incorporación de Miguel Ángel Pichetto y Martín Lousteau ha significado también ceder cargos. La idea de los así llamados “puros” ha debido retroceder ante el imperio de una circunstancia innegable: el oficialismo está en serio riesgo de perder las elecciones. Donde más se nota eso es en la provincia de Buenos Aires. Campea en los ámbitos cercanos a María Eugenia Vidal un ánimo de derrota y de enojo. El enojo es porque están convencidos de que si se hubiese desdoblado la elección provincial, la gobernadora habría sido reelecta sin mayores problemas.

Esta situación –la de una posible derrota– hizo que el cierre de Juntos por el Cambio fuera más difícil. Se entiende: más allá de la exhibición de un optimismo a toda prueba que se pretende infundir desde la Casa Rosada, para quienes figuran a partir del sexto lugar en la lista las chances de ser elegidos se complican. Por eso, Vidal llamó personalmente a cada uno de los legisladores para anunciarles a unos que quedaban afuera y a otros que debían ocupar lugares de menor preponderancia.

Para quien tampoco hubo contemplación alguna fue para Emilio Monzó. El viernes último, durante una reunión que mantuvo con Vidal, se anotició de que no habría lugares para sus acólitos en la lista de candidatos a diputados provinciales. Cuando todo esto sea historia –historia de tono muy menor, sin duda–, alguien explicará las razones por las que el oficialismo despreció tanto a un hombre que supo hacer un gran aporte a la gobernabilidad.   

Una de las premisas electorales que venía esgrimiendo el Gobierno es que aquel candidato que se hubiera presentado a una elección provincial para competir por la gobernación y hubiese perdido no podría aspirar a ser candidato a ningún otro cargo electivo. Pero como la necesidad tiene cara de hereje, las cosas cambiaron y esta prohibición ha sido dejada de lado. Así, Mario Negri podrá competir por una banca en la Cámara de Diputados por Córdoba. Como se ve, el decir un día una cosa y al día después otra no es patrimonio exclusivo del kirchnerismo.

El senador Pichetto ha trabajado a full en estos días. No todo el fruto de ese trabajo ha salido a la superficie como sí lo fue el caso de Alberto Asseff, quien, en su transfuguismo partidario hacia el oficialismo, dejó al economista y candidato presidencial José Luis Espert colgado de un piolín.

Consenso Federal tampoco fue la excepción. Las disputas por la integración de las listas generaron tensiones. La curiosidad es que en la provincia de Buenos Aires el tinte peronista se impuso por sobre los otros aliados: el candidato a gobernador va a ser Eduardo “Bali” Bucca –estuvo con el kirchnerismo, con Florencio Randazzo y con Alternativa Federal en tiempos de Massa y Pichetto, es decir hasta hace dos semanas– y la primera candidata a diputada, Graciela Camaño. Afuera quedó Margarita Stolbizer, nada menos.

Mientras la rosca de la política vive estas horas de frenesí, la realidad golpea de manera impía a la ciudadanía con el  10,1% de desempleo.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


domingo, 16 de junio de 2019

Últimos recursos… @dealgunamanera...

Últimos recursos…

Devotos. Dibujo: Pablo Temes

Los pases de Pichetto y Massa, o la pirueta K de Alberto F, responden solo a la necesidad.

Cierta vez, al presentar a Patricia Bullrich en uno de sus clásicos almuerzos, Mirtha Legrand le preguntó: “Y hoy, querida, ¿por qué partido venís?”. Aquel transfuguismo político de la hoy ministra de Seguridad era novedad. Hoy, ya no.

Cuando en 2005 Eduardo Lorenzo Borocotó saltó de las filas del PRO a las del kirchnerismo debió pagar un alto precio político y social durante algún tiempo. Ese episodio dio pie a un término hoy casi olvidado: “borocoteada”. El presente se ha encargado de hacer que aquel hecho cargado de excepcionalidad sea hoy moneda corriente en la política.

Mauricio Macri supo decir que venía a cambiar la vieja política de la cual Miguel Ángel Pichetto era su representación más viva.

Pichetto expresó hace no muchos días que no había ninguna posibilidad de unirse a Cambiemos porque su espacio era Alternativa Federal.

Sergio Massa, respondiendo una pregunta que le hizo Jorge Rial, afirmó que nunca más volvería al kirchnerismo. Pero no se quedó en eso: sus dardos contra la ex presidenta por la corrupción existente en sus gobiernos fueron parte de su estrategia política.

Durante diez años, Alberto Fernández no solo no tuvo diálogo con Cristina Fernández de Kirchner sino que la criticó duramente.

Cristina, que en 2017 abjuró del peronismo, es la candidata a vicepresidenta del Partido Justicialista.

Sería llamativo que Massa fuera a una interna que sabe que pierde. Es una interna que no le conviene a él ni tampoco a CFK

Interrogantes. ¿Por qué Macri eligió a Picchetto como vicepresidente? La respuesta es simple: porque perdía. ¿Por qué CFK se bajó de la candidatura a la presidencia en favor de Alberto Fernández? La respuesta también es simple: porque perdía. ¿Por qué tanto María Eugenia Vidal como Alberto Fernández negociaron con Sergio Massa? Otra respuesta simple: porque necesitan sus votos. No son muchos, pero son los suficientes para inclinar una elección. Son los que les faltan tanto a Macri como a la fórmula Fernández-Fernández.

Massa los suma en la provincia de Buenos Aires. Pichetto aspira sumarlos en otras provincias. El único que, hasta el momento, le podría aportar votos es el gobernador de la provincia de Córdoba. El candidato a vicepresidente intentará ir por más, es decir, por aquellos gobernadores del PJ que todavía pueden tener alguna duda de volver a las filas del kirchnerismo. El aporte principal del candidato a vicepresidente –si Macri logra la reelección– será el de darle institucionalidad y gobernabilidad a una gestión que va a estar otra vez en minoría en ambas cámaras legislativas y que, por ende, va a necesitar mucho de una figura con muñeca política y buena llegada a la oposición.

Sería llamativo que Massa fuera a una interna que sabe que pierde. Es una interna que no le conviene a él ni tampoco a CFK. En el caso de la ex presidenta porque si, como dicen las encuestas, ella saca 36% y Massa 10%, el ex intendente de Tigre se transforma en el tenedor de la llave de la elección de la fórmula Fernández-Fernández. Una cosa es suponerlo y otra muy distinta concretarla en hechos. El valor político de Massa sería, en ese caso, altísimo.


En el caso de Cambiemos, el rol del radicalismo fue clave. Cuando hablamos del radicalismo estamos hablando de Ernesto Sanz y de Gerardo Morales. El reelecto gobernador de Jujuy, el único gobernador del oficialismo, fue tajante: en las notas que dio a unos pocos medios dijo tres cosas: que perdió casi 15 puntos en relación a la elección de 2015 debido a la crisis de la economía; que había necesidad de más peronismo en el oficialismo; y que si no lo hacía, Macri corría riesgo, el riesgo de perder en primera vuelta. A esa altura, ya estaba al habla –junto con Sanz– con el senador Pichetto.

Lavagnismo. “Al final Roberto tenía razón. No podía ir a una interna con quienes no tenían voluntad de construir una verdadera opción a la grieta. En Alternativa Federal unos se iban con Macri y otros con Cristina”, afirma una voz de estrecha cercanía a Lavagna. En ese espacio llamado ahora Consenso Federal se trabaja con intensidad para armar las listas con la idea de darles protagonismo a Graciela Camaño y a Margarita Stolbizer. Además se contará con el trabajo fuerte de César Martucci, un dirigente radical importante, con la idea de arrimar radicales en ese distrito clave.

Dicen los que la han visto que Camaño está furiosa con Massa. Si Camaño está furiosa, Stolbizer está desencantada. Se equivocó al creerle a Massa cuando pretendió encarnarse en álma mater de la gran avenida del medio que hoy ha quedado transformada en una escuálida ciclovía. Recuerdo el día en que la dupla Massa-Stolbizer hizo su presentación televisiva en el programa de Mirtha Legrand. Fue un sábado de febrero de 2017 por la noche en Mar del Plata. Quien esto escribe participó de esa mesa. Nada queda de todo eso.

Preocupación. La que la tiene más difícil es María Eugenia Vidal. Es curioso: las encuestas –todas–la ubican como la dirigente de mejor imagen del país. Y lo es por un margen apreciable. Sin embargo, hoy está perdiendo la elección a manos de Axel Kicillof. Y, para peor, el pase de Massa al kirchnersimo la deja sin chance de ser reelecta. Por eso el malhumor que muchos han visto reflejado en su rostro en los últimos días. Es que en la provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta. Se gana por un voto cualquiera sea el porcentaje de sufragios. Se podría así llegar a dar el caso de que Macri ganara a nivel nacional en segunda vuelta y Vidal perdiera. En fin, si Tato Bores viviera se haría un festín.

Producción periodística: Lucía Di Carlo




domingo, 2 de junio de 2019

Carta abierta a la tercera vía… @dealgunamanera...

Carta abierta a la tercera vía…

El temor a la Kriptonita. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.

Lavagna y Massa se acusan mutuamente de ser los sicarios de la tercera vía. Lavagna argumenta que siempre desconfió de que Massa se terminaría yendo con el kirchnerismo, y Massa, que Lavagna, con su protocandidatura, impediría que creciera la suya y la de los demás candidatos de Alternativa Federal para luego no estar en Alternativa Federal.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 02/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Paradójicamente, los dos mayores candidatos de Alternativa Federal, Lavagna y Massa, no competirían en Alternativa Federal, uno  en Consenso 19 y otro en Nueva Mayoría (?), extraña elección de nombres donde no hay consenso ni mayoría. El peor escenario para Macri: Lavagna le sacaría votos por su lado y Massa por el suyo se los sumaría al kirchnerismo. Peor aún para el país, otra vez esclavo del duopolio electoral.

Es cierto que los votantes de Lavagna son más cercanos a los de Cambiemos, con su componente radical, y los de Massa, al peronismo más popular. Pero Lavagna no es Macri ni Massa es Cristina Kirchner, y la apuesta de la tercera vía era producir un amalgamamiento de la parte progresista de Cambiemos y la republicana del peronismo que compartieran dos insatisfacciones fundantes: la corrupción kirchnerista y la ineficacia económica del macrismo.

Massa dice que dijo el martes en Córdoba que el jueves lanzaría un ultimátum en su convención nacional

Un tercer acusado de ser sicario de la tercera vía es el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, con quien tanto Massa como Lavagna son igualmente críticos porque ambos habían delegado en él la tarea de contención y aglutinamiento de los gobernadores peronistas no kirchneristas y, tras ser reelecto gobernador, se corrió de la escena a lo Poncio Pilatos, haciendo coincidir sus vacaciones con los cruciales pocos días que faltan hasta la inscripción de alianzas electorales, y luego, de los candidatos para las PASO.

 Lavagna interpreta la actitud de Schiaretti por su cercanía con Macri, con quien se fotografió la misma semana de su triunfo electoral en Córdoba, y porque sumó su apoyo a los diez puntos del acuerdo que promueve el Gobierno sin proponer agregados sobre el empleo, el consumo o el crecimiento, que diferencian a la tercera vía del oficialismo y justificarían su identidad superadora. También lo atribuye a que Alternativa Federal fue un espejismo, algo que nunca existió, porque inmediatamente después de que Cristina Kirchner anunció su fórmula con Alberto Fernández, diez gobernadores peronistas salieron a apoyarla.

Massa dice que todavía conserva una esperanza y que su pronunciamiento el jueves pasado en la convención del Frente Renovador no fue una confirmación de que estaba dispuesto a incorporarse al kirchnerismo sino “un ultimátum”, buscando hacer reaccionar a Schiaretti y otros gobernadores peronistas que hasta hace pocas semanas se mostraban convencidos de la conveniencia de apoyar a Alternativa Federal.

El escenario más probable es que Lavagna deje de ser protocandidato para competir en las PASO como candidato único de Consenso 19, integrado por el socialismo, pocos radicales, algunos referentes provinciales y la mínima parte del Frente Renovador que no aceptaría ir con Massa al kirchnerismo, cuyo ejemplo más emblemático es Graciela Camaño, mujer de Luis Barrionuevo, el líder sindical que con más fervor continúa apoyando a Lavagna.

Dicen que nada hará cambiar de idea a Lavagna, a pesar de los múltiples ofrecimientos que recibe tanto desde el Gobierno como desde sectores empresarios (en dinero) para que baje su candidatura, ya que sin una alianza con Massa directamente le restará votos a Macri. Se rumorean ofertas de 8 millones de dólares de un grupo de empresarios para que Lavagna no sea candidato.

Y por el lado de Massa, es probable que finalmente encuentre la forma de negociar con el kirchnerismo, lo que no le viene resultando fácil porque así como a Schiaretti se le fueron los gobernadores tras el anuncio de Cristina Kirchner de su fórmula con Alberto Fernández, a Massa se le fueron intendentes y legisladores asustados de quedar a la intemperie.

Massa está emocionalmente muy afectado. Critica el “macrismo” de Schiaretti y de Urtubey, de quien dice que no tendría que haber permitido esa foto familiar con Macri en el living de su casa y solo debería acompañarlo institucionalmente como gobernador a los actos que el Presidente realizara en Salta.

Los crujidos de la tercera vía son resultado de los lógicos tironeos que realizan sobre ella Macri y Cristina Kirchner. Pero ni Schiaretti, ni Massa ni Lavagna podrían haber esperado algo diferente. Asumiendo que tanto el peronismo como el radicalismo, al ser grandes partidos, tuvieron alas de derecha e izquierda, la tercera vía sería, por su terceridad, constitutiva de un twist que, en su torcedura le permita, en una espiral ascendente, reconfigurar los dos componentes anteriores, siguiendo el modelo dialéctico donde la terceridad es una síntesis de tesis y antítesis, pero no para llegar al fin de la historia sino para avanzar un peldaño donde nuevamente la bifurcación de las contradicciones produzca una nueva controversia enriquecedora y no la estancada que hay que dejar atrás.

Los dos principales referentes de una tercera vía hoy se encuentran prisioneros de su propia razón. Lavagna dice: “Al final yo tenía razón, Massa se iba con el kirchnerismo y Alternativa Federal no existió nunca”. Y Massa dice: “Al final yo tenía razón, Lavagna no participaría de la interna de Alternativa Federal y la destruye”. Ambos razonamientos son tautológicos, como el ejemplo repetido del paranoico que cree que quien se le acerca le va a pegar y le pega antes para defenderse, obligando a la persona a responder la agresión y permitiéndole decir: “Tenía razón, me quería pegar”. Así, en lugar de parteros de la tercera vía, terminan regalándoles a los polos su centralidad tupacamaruzada: a un Cambiemos que trata de abrirse y a un kirchnerismo que muestra su cara más republicana, lo que dejará de ser verdad cuando se hayan asegurado que la tercera vía está lo suficientemente sepultada y uno de los dos le gane al otro. En ese contexto, la Argentina corre el riesgo de vivir los próximos cuatro años bajo la misma agenda de los cuatro años anteriores, detenida en el terreno de las ideas.

En un reciente reportaje en el programa Corea del Centro, el ex secretario de Comercio kirchnerista Guillermo Moreno explicó su rechazo a la candidatura de Alberto Fernández por no ser un verdadero peronista sino ortodoxo en economía y socialdemócrata en política. Si fuera correcta esa descripción de Moreno, la tercera vía ya habría florecido en el propio jardín kirchnerista, pero cuesta mucho creer que su más distinguido jardinero sea quien fue jefe de Gabinete y principal colaborador de Néstor Kirchner mientras se organizó el mayor sistema de corrupción del Estado en democracia.

Grupos empresarios le habrían ofrecido a Lavagna 8 millones de dólares para que baje su candidatura.

También cuesta creer que la cúpula del gobierno nacional haya aprendido la lección y corregido su cerrazón solipsista porque el miedo que hoy la humaniza precisará de otro combustible para mantener la soberbia a raya tras una eventual reelección. Lo mismo pasa en Brasil con Bolsonaro, parece muy difícil superar gobiernos populistas solo a través de la polarización contando con que la fuerza del opuesto sea el opuesto.

Hace falta un twist superador que nos saque del primitivo binarismo conceptual.




domingo, 7 de abril de 2019

El voto anti-Macri… @dealgunamanera...

El voto anti-Macri… 

Massa o Menos. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

El Gobierno no registra el disgusto, pero para la oposición CFK es un obstáculo.

El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional aprobó el viernes el desembolso de 10.800 millones de dólares. Días atrás el Gobierno había pedido un waiver (perdón) por no contar con la información sobre las metas fiscales. Pese a la aprobación el FMI no autorizará a utilizar reservas líquidas para apaciguar corridas. Piden que mantengan déficit cero o cerca. Están muy preocupados por la caída de la recaudación, la baja actividad y una inflación que no cede. Obvio correlato en aumento de pobreza en el primer trimestre.

Mientras que el ministro Nicolás Dujovne afirma a inversores externos que tienen 70% de probabilidad de ser reelectos, hay convulsión interna en Cambiemos. Vuelven a circular rumores de desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires –hoy las encuestas la dan por perdida–, mientras que en Capital dudan en hacer lo mismo.

Dujovne sigue hablando como si fuera un comentarista de la realidad. Hace acordar a sus tiempos de columnista en el programa de Carlos Pagni. “Estamos cómodos con este valor del dólar” será otra de las infelices frases por las que habrá de ser recordada su mala gestión. La frase en sí encierra una concepción centrípeta del poder. Lo que expresó es su comodidad con el dólar, pero ni siquiera preguntó si esa “comodidad” es compartida por la gente de a pie castigada por una inflación imparable a la que contribuye cada aumento del valor de la divisa estadounidense.

Luces amarillas. Hay un elemento en la cúpula del poder que no están evaluando adecuadamente: el creciente antimacrismo. Cuando estos sentimientos aparecen son muy difíciles de revertir. Y la calle, que siempre habla, está mostrando signos de no retorno. Y no es la calle de los piqueteros o de los que marcharon el jueves pasado al Congreso. En ese universo nunca hubo amor a Macri. Estamos hablando de muchos de sus votantes. El “me arrepiento de haberlo votado se escucha día a día con más frecuencia

A nadie puede sorprenderle: es mucha la gente a la que le está yendo mal. Y lo más preocupante es que ha perdido la esperanza de un futuro cercano mejor. No la tiene en Macri, ni tampoco en Cristina Fernández de Kirchner. Y lo notable –e inquietante– es que el informe del Banco Mundial que se conoció esta semana hace una proyección coincidente: si no produce cambios de importancia, es poco probable que en un eventual segundo gobierno Macri pueda generar las condiciones para el despegue de la economía.

Está claro que Mauricio Macri está decidido a ser candidato, pero no es visto con buenos ojos que tenga que estar confirmándolo todas las semanas y que todas las semanas se vuelva a rumorear un plan B. La conferencia realizada durante la visita a Gualeguaychú es un ejemplo de ello: “Vidal es tan buena que la queremos poner en todos lados… pero ella va a ser candidata a gobernadora”.

El llamado “plan B” hablaría de una generosidad política que Mauricio Macri no tiene, dar un paso al costado y dejar al que mejor mida no está en sus planes. Quienes lo conocen desde sus inicios de gestión en CABA afirman que su modo es “pongamos todos la trucha y si perdemos, perdemos todos y nos vamos todos”; este modus ahora se traduciría en “o gano yo o perdemos todos”.

CFK divide. La semana que pasó mostró a un Sergio Massa más cercano al peronismo; el miércoles se reunió en Escobar con un grupo de intendentes de Unidad Ciudadana. “El principal límite que puede tener el crecimiento de una tercera opción es la proximidad con el kirchnerismo”, afirma un ex armador del Frente Renovador.


El electorado de la potencial tercera vía no es compatible con el de Cristina Kirchner. El voto a ella es un voto durísimo, hay que recordar que ingresando al Congreso del PJ a principios de marzo Eduardo “Wado” de Pedro lanzó un tuit: “Llamamos a conformar un gran frente opositor sin exclusiones, e invitamos a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas a dirimir roles y candidaturas en las PASO”, que recibió comentarios en contra. El votante kirchnerista no quiere saber nada con Massa.

Ese mismo límite es el que llevó a Roberto Lavagna a correrse del esquema de Alternativa Federal. “Yo no soy Alternativa Federal, yo soy Consenso 2019no voy a ir a una interna peronista”, declaró el jueves en una entrevista radial.

Los gobernadores van a terminar sus elecciones y recién después van a mirar qué hacer. En ese sentido, Schiaretti le dijo a Lavagna: “Yo lo único que le pido, Roberto, es que hasta que nosotros no resolvamos nuestras elecciones no nos pidan definiciones, nosotros no tenemos problema en recibir a todos, pero para ganar en las provincias necesitamos el voto de todos y para eso nos tenemos que ‘descontaminar de lo nacional'".

Internismo. Los únicos gobernadores que se sientan a negociar son los de la UCR.

De Alfonsín a Duran Barbapor Jorge Fontevecchia

La noche del jueves reunió en un restaurante de Recoleta a María Eugenia VidalMarcos PeñaRogelio Frigerio y Horacio Rodríguez Larreta con los gobernadores Alfredo Cornejo y Gerardo Morales. En esa jornada se trató de recomponer la relación UCR- Cambiemos. Además, se definió que la Convención Radical se realizará a fines de mayo; en principio no hay riesgo de ruptura con Cambiemos, ya que el sector opositor –liderado por Ricardo Alfonsín– no tiene ni el 15% de los votos de la Convención y no logra con ese porcentaje que el partido otorgue libertad de acción. Del ofrecimiento de una vicepresidencia solo corren rumores.

Mientras tanto, el silencio de Cristina Fernández de Kirchner la hace crecer en las encuestas, aunque algunos sostienen que “el día que hable se cae”. Está utilizando la misma estrategia de 2017, la elección silenciosa.

El silencio también abundó en el Congreso Nacional frente a las declaraciones de la diputada Graciela Camaño: “Pónganse a trabajar, el pueblo está con problemas, por si no se dieron cuenta”.

Cuando se va perdiendo en la guerra, es necesario negociar la paz, muy por el contrario a lo que sucede en la Argentina: el país del mañana mejor que nunca llega.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.