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miércoles, 8 de octubre de 2025

Día 660: Milei, miente, miente, y nada de lo tuyo quedará… @dealgunamanera...

Día 660: Milei, miente, miente, y nada de lo tuyo quedará…

Día 660: Milei, miente, miente y nada de lo tuyo quedará. Fotografìa: CEDOC

Para habitar la misma realidad que el resto de los argentinos, Javier Milei debería confrontar su tendencia a presentar al país como un éxito económico y a su gestión como “el mejor gobierno de la historia”. Quizás necesita mentirse para sostener la ilusión de su propio relato.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el martes 07/10/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Es mundialmente conocida la frase del propagandista nazi Joseph Goebbels“Miente, miente, que algo quedará”. Goebbels fue el arquitecto de un aparato de propaganda tan monstruoso como eficiente, que sirvió para convencer a millones de personas de las teorías conspirativas más absurdas y de las mentiras más flagrantes.

Tras la derrota militar de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Núremberg y la política activa de derechos humanos de la comunidad internacional, se puede decir que, durante la segunda mitad del siglo XX y el principio del siglo XXI, no quedó nada de Goebbels y sus mentiras. Inclusive ahora, durante el auge de la extrema derecha, este tipo de organizaciones tiene que esconder sus vínculos con las ideas nazis, como sucede con Alternativa por Alemania.

En el caso de Javier Milei, salvando las enormes distancias, sí es cierto que podemos hacer un paralelismo en la utilización permanente de la mentira como herramienta de construcción de sentido. Al igual que Goebbels, Milei, si sigue mintiendo y mintiendo como lo hace, no quedará nada de la hegemonía que supo construir y que se empieza a desmoronar por todos lados.

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A diferencia del siniestro Goebbels es probable que el presidente padezca mitomanía y precise mentirse a sí mismo creyendo lo que dice. Desarrollaremos en profundidad ese desorden mental en esta columna que permite explicar, por ejemplo, por qué dice “sacamos a 12 millones de personas de la pobreza”, entre otras. Pero primero vayamos a algunas evidencias.


Este lunes vimos a un Presidente en otra realidad. Cantando a los gritos mientras la economía se sostiene en base al endeudamiento externo y asediado por múltiples casos de corrupción, con la renuncia de su principal candidato en el distrito más grande del país renunciando por vínculos con el narcotráfico. Probablemente esta capacidad de Milei para asilarse y construir una realidad paralela sea en parte lo que lo ha ayudado a llegar hasta acá. Pero se puede mentir mucho tiempo a pocas personas, a muchas personas poco tiempo, pero no a muchas personas mucho tiempo.

Tras naturalizar como sociedad las terribles inconsistencias y mentiras de Milei, la caída de José Luis Espert, quién nos mintió abiertamente en reiteradas ocasiones, hizo notar más las mentiras del propio Milei y después de sintetizarlas, explicaremos cómo se encuadra en lo que se denomina efecto Baader Meinhof. Espert dijo primero que no tenía relación con Fred Machado, que solo le había aceptado una vez un vuelo para presentar el libro. Luego, dijo que en realidad voló 35 veces a diferentes lugares. Luego, dijo que lo del pago de los 200 mil dólares era una “operación de Grabois” y que no había pruebas, era solo un papel de una contabilidad paralela.

Luego, cuando apareció el documento del Bank of America con la transferencia que había cobrado de una empresa minera que no era de Machado, luego que si era de Machado. Siguiendo a eso, dijo que sí había estado en la pileta de Machado. Desde el 2021 venía diciendo que no tenía ninguna relación con este narcotraficante y llegamos en 2025 a que estuvo en su pileta, viajó con él en 35 vuelos, recibió dinero de su empresa y todo lo que nos falta por descubrir.

De hecho, hace minutos un par de horas habló Machado en Radio Rivadavia y reconoció haberle “hecho un aporte de campaña a Espert por 200 mil dólares”. El acusado de narcotráfico recordó de la siguiente manera el pedido de Espert y cito textualmente: “¿Che, no me podés hacer un aporte monetario porque estamos en bolas?”.

Fred Machado habló tras la renuncia de José Luis Espert a su candidatura a diputado nacional: "Lo ayudé con unos mangos, me dio lástima"

El efecto Espert, el efecto del descubrimiento de una cadena de mentiras, nos hace ver las mentiras de todo el Gobierno en genera y del presidente en particular. De hecho, este fenómeno tiene un nombre. El efecto Baader-Meinhof, también conocido como ilusión de frecuencia o sesgo de recurrencia, es un fenómeno cognitivo fascinante: ocurre cuando se aprende algo nuevo —una palabra, una idea, una persona, un símbolo— y, de pronto, esto se empieza a ver por todos lados.

No es que antes no existiera, sino que la atención ahora está entrenada para detectarlo. El cerebro, que no puede procesar todo lo que percibe, filtra la realidad constantemente; al aparecer algo nuevo que considera relevante, lo marca como importante y comienza a priorizarlo.

El nombre “Baader-Meinhof” viene de un caso curioso. En 1994, un lector del diario St. Paul Pioneer Press escribió al periódico contando que había escuchado mencionar por primera vez a la organización terrorista alemana Baader-Meinhof. Y luego, en cuestión de días, el nombre volvió a aparecer en todos lados. A partir de ahí, los psicólogos adoptaron el término popular para describir ese tipo de experiencia.

Las mentiras e inconsistencias de este Gobierno estuvieron ahí, pero ahora hay mucha más pregnancia para procesarlas y desarticularlas. Vamos a hacer un racconto de algunas de las veces en las que Milei nos dijo una cosa y luego lo contrario. Realmente es impactante.

Algo que no es tan conocido es su cambio de opinión del kirchnerismo. En 2019, en una entrevista en Canal 26, Milei dijo: "Esto te va a sorprender, pero en términos históricos, Cristina Fernández de Kirchner es la mujer más importante en la historia de la política argentina. Fue dos veces presidente". En esa ocasión habló del entonces mandatario Alberto Fernández y sostuvo: "Tengo una excelente opinión acerca del Presidente. Es muy inteligente y extremadamente pragmático, digno de todo peronista".


Javier Milei y Cristina Kirchner en la asunción presidencial de 2023.

En otro reportaje, incluso defendió al kirchnerismo. Muy enojado, dijo: "Podés decir lo que quieras del kirchnerismo, pero la deuda la pagó y pagó los intereses". En contraste, en la apertura de sesiones del Congreso el 1 de marzo del 2024, expresó: "Cristina ha sido responsable de uno de los peores gobiernos de la historia".

Con los propios también tuvo esa actitud. Recordemos los cambios de opinión sobre Patricia Bullrich ya no en años, si no en semanas. "Sigue siendo una montonera tirabombas que tiene las manos manchadas de sangre", dijo antes de las elecciones generales de octubre del 2023. Luego, antes del balotaje, declaró: "Bullrich ha sido exitosa combatiendo la seguridad. La tenemos que llamar".

¿Entienden que entre que Milei dijo que era una terrorista con las manos manchadas de sangre y que había que incorporarla al Gobierno porque había sido una buena ministra de Seguridad pasaron tres meses?

El ministro Luis Caputo también fue objeto de polémica entre Milei del pasado y el Milei del presente. "Caputó se fumó 15 mil millones de dólares irresponsablemente", dijo el Presidente en 2018. EN la actualidad, lo define como “el mejor ministro de economía de la historia”. Increíble como no se ruboriza. Puede decir una cosa y lo contrario.

Recientemente las redes se llenaron de comparaciones entre lo que Milei decía de su nuevo candidato bonaerense Diego Santilli y lo que dice ahora. "El chanta de Santilli es un pésimo candidato", dijo en 2023. Ahora, lo describe como "alguien que sabe de seguridad" y que "ya ganó en la provincia de Buenos Aires".

El Presidente también mintió sobre los planes de dolarización antes de la campaña. "Hoy es factible dolarizar. Podríamos hacer transacciones en dólares", dijo en una entrevista con Alejandro Fantino en 2023. Se podía dolarizar con el dólar a 320 pesos. Tenía un acuerdo para hacerlo en el que le iban a dar 10 mil millones de dólares, ya estaba todo arreglado. Luego, Milei asume y no hace nada de todo esto, de hecho, hizo una enorme devaluación de 118%. ¿Qué pasó con que se podía dolarizar con el dólar a 320 pesos?

Realmente es increíble que todo este material haya estado publicado y hasta hace poco tiempo a una importante cantidad de la población no le haya bastado para tratar de comprender la cantidad de mentiras. Para tratar de entender esto hay que tomarlo desde las ciencias políticas, la psicología y otras teorías trasversales a varias disciplinas.

Euforia, incidentes y omisión total de Karina: lo que no se vio de la presentación del libro de Milei

En La mentira en política (1971), Hannah Arendt analiza cómo la falsificación deliberada de la realidad se volvió una herramienta estructural del poder moderno. A partir del caso de los Papeles del Pentágono, muestra cómo los gobiernos fabrican “mundos ficticios” para sostener su narrativa, y advierte que el mayor peligro no es la mentira misma, sino la erosión de la verdad como base del juicio público y de la vida política democrática.

Es decir, las constantes mentiras de los políticos no solo destruyen su credibilidad, si no que en algún punto destruyen el propio concepto de verdad. En ese sentido, se puede analizar como el auge del posmodernismo, el cuestionamiento a los grandes relatos y la post verdad son la causa de personajes como Milei. Evidentemente fue avanzando un cinismo base en la sociedad en la que la mentira es tolerada.

Ahora, Milei en particular no es como cualquier político mentiroso. Realmente puede decir cualquier cosa y lo contrario en cuestión de meses con la misma vehemencia y emoción. De defender el kirchnerismo a los insultos a atacarlo a los gritos. La misma emoción con un contenido antagónico. Nosotros no podemos diagnosticar porque no tenemos matricula de psicólogo o psiquiatra, pero reúne las condiciones de un mitómano.

La mitomanía es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia patológica a mentir de forma compulsiva o sistemática. El término fue introducido por Ernest Dupré en 1905 para describir a individuos que mienten no por beneficio inmediato, sino por una necesidad interna de fabular o deformar la realidad. Según Dupré, el mitómano no busca engañar para obtener ventajas, sino para sostener una identidad idealizada o escapar de una realidad que le resulta insoportable.

Sigmund Freud interpretó el fenómeno como una expresión del deseo inconsciente: la mentira sería una forma de “cumplimiento del deseo” donde el sujeto transforma su frustración en relato. En esta línea, la mitomanía se vincula con mecanismos de defensa como la negación y la proyección.

Por su parte, Jean Bergeret Jacques Lacan abordaron la mitomanía como un síntoma del narcisismo patológico: el mentiroso crea una versión mejorada de sí mismo para sostener una frágil estructura del yo. Lacan señaló que el mitómano “miente para existir en la mirada del Otro”, es decir, su mentira no busca solo convencer, sino ser reconocida como verdad por los demás.

Itai Hagman, sobre el show de Javier Milei en Movistar Arena: "Puede hacer esto porque, en algún punto, ya no gobierna"

Autores contemporáneos como Paul Ekman y Robert Feldman diferencian la mentira común, instrumental y consciente, de la mitomanía, donde el sujeto llega a creer en sus propias invenciones. En este sentido, la mitomanía no es solo una conducta, sino una distorsión persistente del vínculo con la verdad, que puede aparecer en contextos neuróticos, narcisistas o incluso psicopáticos.

Entre el mentiroso instrumental y el mitómano hay un territorio ambiguo, donde la mentira deja de ser solo una herramienta y empieza a convertirse en una forma de habitar el mundo. Este “mentiroso intermedio” no miente por compulsión total ni por cálculo frío, sino para mantener en pie una identidad frágil. Paul Ekman lo describe como alguien que empieza creyendo sus propias mentiras para reducir la disonancia cognitiva entre lo que dice y lo que hace. De a poco, su mentira se vuelve una especie de refugio narrativo: una historia que lo protege del fracaso, de la vergüenza o de la falta de amor.

Robert Feldman lo llama self-deceiver (o autoengañador en su traducción al español): no busca manipular, sino sostener su autoestima en contextos donde la verdad lo dejaría desnudo. En este nivel, la mentira funciona como una prótesis emocional: repara lo que el yo no puede tolerar.

Lacan diría que el sujeto no miente “a” los otros, sino “a través” de los otros, intentando que su ficción sea reconocida como verdad. Y Bergeret advierte que en estas personalidades narcisistas compensatorias el límite entre la verdad y la invención se vuelve maleable, según la necesidad de conservar una imagen consistente ante los demás.

En términos clínicos, este tipo de mentiroso representa la frontera viva entre el narcisismo funcional y la mitomanía estructural: no ha perdido el contacto con la realidad, pero necesita deformarla para sobrevivir en ella. Probablemente nuestro Presidente esté más cerca de este caso, aunque esto lo decimos para tratar de analizar la situación política, sin tener los elementos para un diagnóstico, pero es necesario dotarnos de algunas herramientas de la psicología porque el peso de personalidades como las de Milei en las situaciones políticas es determinante.
 

Javier Milei presentó su nuevo libro con un show musical en el Movistar Arena este lunes 6 de octubre.

Milei ayer que cantaba en el Movistar Arena estaba en plena deformación de la realidad. Mientras su gobierno se desmorona y está asediado por varios frentes, se dedica a festejar nadie sabe que de una manera patética.

Pinocho, de Carlo Collodi, cuenta la historia de una marioneta de madera tallada por Gepetto, un carpintero pobre que sueña con tener un hijo. Un hada azul da vida a Pinocho y le promete que podrá convertirse en un niño de verdad si demuestra ser bueno, valiente y sincero. Sin embargo, su curiosidad y desobediencia lo llevan por caminos peligrosos: se une a malos compañeros, cae en trampas y cada vez que miente, su nariz crece.

A lo largo de sus aventuras, donde es engañado por el Gato y el Zorro, convertido en burro y tragado por una ballena, Pinocho aprende a distinguir entre el placer inmediato y la responsabilidad. Cuando finalmente arriesga su vida para salvar a Gepetto, el hada lo recompensa transformándolo en un niño real.

Para vivir en la misma realidad que todos nosotros, Milei debe enfrentar lo mismo que Pinocho, su tendencia a la satisfacción inmediata creando una realidad paralela en la que el país es un éxito económico y su Gobierno “el mejor de la historia”. Milei debe enfrentar la realidad y trabajar codo a codo con el resto de los sectores políticos y productivos del país para estabilizar la terrible situación en la que estamos.

Es probable que la suerte de su Gobierno esté echada y no haya más libertarios en el próximo periodo presidencial, pero un presidente alejado de la realidad nos puede hacer mucho daño. Hay que poder construir una transición ordenada hacia la siguiente etapa política de la Argentina.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV / LT




 

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Opinión. Opinión. Fin de ciclo K… @dealgunamaneraok...

Fin de ciclo K… 

Domesticadora domesticada: el otoño de Cristina. Dibujo: Joaquín Temes. 

La construcción de una Cristina Kirchner omnisciente es útil para asustar a opositores. Los cohesiona y presenta un relato atractivo para el entretenimiento del público masivo. En otras subjetividades puede cumplir el papel del goce masoquista frente a una dominadora sádica.  

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Pero nunca tuvo el poder que se le asigna y por eso precisó disculpar a Sergio Massa, cuyos agravios no fueron menores que los de Macri, y entronizar a Alberto Fernández, también crítico punzante de su presidencia. Y peor aún, de aquel “con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede” de 2019, cuando se le asignaba tener el 30% del total de los votos nacionales, se pasó en 2021 a “ella suma y resta” con posibilidad de llegar a un 2023 en que la frase a aplicar sea “con ella no se puede” y el kirchnerismo deba ir escondido y diluido detrás de intendentes en la provincia de Buenos Aires y de gobernadores más poderes fácticos pejotistas a nivel nacional. 

La derrota del  Frente de Todos es atribuida a la cristinización de la coalición.

Sus cartas, que son siempre leídas como clave de fortaleza de una diosa que envía a su representante tablas con mandamientos a seguirse esculpidos en piedra, no pocas veces son una demostración de debilidad. La última, una forma de armisticio con potencialidad de rendición, no puede no ser relacionada con la de septiembre, tras la mayor derrota en las PASO. En aquella oportunidad demostró debilidad haciendo público que tuvo que insistir para reunirse con el Presidente, que al no ser escuchada tuvo que hacer renunciar a los ministros más cercanos y, cuando temió que aceptaran sus renuncias, tuvo que escribir esa carta echando el resto para, como Pirro de Epiro, vencer en una contienda al costo de mandar a la muerte a todos sus soldados. 

Al revés del cuento que mereció ensayos de Lacan y Derrida: La carta robada, de Poe, donde un ministro roba a la reina una carta comprometedora para manipularla, en el caso de Cristina es la propia reina quien asume los costos reputacionales haciendo públicas sus cartas. 

La metamorfosis de Cristina se podría resumir en el tránsito de disciplinadora a disciplinada. Cada año pierde una parte de su fuerza sin poder traspasarla a sus discípulos. Probablemente, su prospectiva más imaginable sea hacer su último servicio electoral acompañando como senadora de la provincia de Buenos Aires la boleta de su hijo Máximo como candidato a gobernador, quien hoy tiene dificultades hasta para asumir en el Partido Justicialista bonaerense. 

Los intendentes del Conurbano se arrogan la remontada de votos entre las PASO y las elecciones de noviembre y, lejos de interpretar que el mejor caudal electoral obedeció a que se les hizo caso a los cambios que demandó Cristina, en el oficialismo se cree que hubieran remontado más y hasta ganado en la provincia de Buenos Aires si ella no hubiera creado la crisis de la semana posterior a las PASO. 

Hoy todo el Frente de Todos y el propio kirchnerismo tienen solo un plan: encolumnarse detrás de Alberto Fernández y Martín Guzmán rezando para que el Gobierno pueda generar mejoras económicas en estos dos años que restan de mandato y el candidato que los represente sea el Presidente en su intento de reelección. Quedó en el olvido la posibilidad de que un candidato de La Cámpora pueda encabezar la fórmula en 2023, y no sería extraño que tampoco pudiera encabezarla para gobernador bonaerense. 

Como en todo juego de suma cero, una reducción del peso específico de Cristina Kirchner y La Cámpora implica un crecimiento de los otros componentes del Frente de Todos. Se puede imaginar un peronismo que gobierna dos terceras partes de las provincias aspirando a convertirse definitivamente en un partido institucionalizado. El otoño de Cristina Kirchner abre la posibilidad de una primavera para el desvalorizado Alberto Fernández, esta vez con la lapicera en sus exclusivas manos. 

Durante estos dos años la imagen más repetida del Presidente ante la opinión pública fue la de ser esclavo de la vicepresidenta. Y más allá de lo desproporcionado de la representación, tomarla literalmente sirve para apelar a la Dialéctica del amo y el esclavo, de Hegel, donde solo el amo podía desear y el esclavo estaba al servicio del deseo del primero. El deseo de Cristina Kirchner era que Alberto Fernández fuera el puente hacia la presidencia de Máximo Kirchner, que sería como serlo ella misma y su propia reivindicación. “El deseo es presencia de una ausencia”, decía Hegel. Es lo que falta;  falta que la vicepresidenta ya deberá percibir o no será subsanada. Al revés, el deseo del esclavo Alberto, si bien difícil, tiene más posibilidades de concretarse y en ese punto se produce la inversión de roles. El sujeto (amo) pasa él mismo a ser objeto (esclavo) y viceversa, haciendo que uno sea medio para el fin del otro. 

Alberto Fernández no aceptó la renuncia de esos ministros pero se fueron desdibujando al punto de parecer no integrar el Gobierno. 

El centro es el espacio donde el Frente de Todos tendría votos de 2019 para recuperar.

Hegel lo explicaba en su dialéctica como el encuentro de dos mentes autoconscientes con sus perspectivas diferentes del mundo en un contexto de poder asimétrico. Cambia el contexto y cambian los roles. 

Trascendiendo a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández, el verdadero conflicto reside en la visión del mundo del kirchnerismo en tensión con la visión del mundo del peronismo. A un fin de ciclo K, asumiéndolo como ala izquierda, tendría que operarle la emergencia de un ciclo PJ, el ala de centro. Es el centro el único espacio donde el Frente de Todos podría aspirar a recuperar en 2023 los votos perdidos entre 2019 y 2021.





lunes, 15 de agosto de 2016

El Macri de la palabra plena… @dealgunamanera...

El Macri de la palabra plena…

Dos reportajes controvertidos. El que le hizo la revista Noticias hace 25 años, sobre su secuestro, y el de la periodista mexicana esta semana. Foto:Cedoc

Análisis comparativo entre los reportajes realizados a Mauricio Macri por Buzzfeed esta semana y por Noticias hace 25 años.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 14/08/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El reportaje de la periodista mexicana Karla Zabludovsky (nieta del Neustadt de México) para BuzzFeed, un sitio web norteamericano de mucha audiencia conseguida con informaciones livianas de hechos insólitos y títulos con números como “17 duras verdades para todo aquel con un poco de barriga” y “19 momentos de dolor que sólo las chicas que tienen uñas postizas entenderán”, ambos de la primera página el mismo día que entrevistaron a Macri, no casualmente comenzó preguntándole al Presidente: ¿Messi o Maradona? ¿Malbec o fernet? ¿Uber o taxi? ¿Rugby o fútbol? ¿Nadal o Federer? ¿Rolling Stones o Beatles? ¿Choripán o lomito? ¿Medialunas o churros? ¿Libro real o Kindle?

Pero quizá gracias a esas preguntas Macri se relajó y bajó las defensas, permitiendo luego respuestas más controvertidas que las que nunca obtuvimos de él los periodistas argentinos que lo entrevistamos como presidente.

Y al repreguntarle sobre la cantidad de desaparecidos, logró que Macri terminara confundiendo al secretario de Derechos Humanos por el de “recursos humanos”, hablara de la represión como “guerra sucia” y dijera que Hebe de Bonafini “está desquiciada, dice barbaridades” (ver video completo en: e.perfil.com/BuzzFeed-reportaje).

Otro ejemplo. Esta semana se cumplen 25 años del secuestro de Mauricio Macri y, tras su liberación, concedió un solo reportaje, que me tocó hacerlo para la revista Noticias, cuando ambos teníamos poco más de treinta años. Hoy Perfil lo vuelve a publicar completo sin tocar una coma ni cambiar una foto, tal como fue editado hace un cuarto de siglo, porque también allí aparece un Macri sin las autocensuras que tiene hoy como presidente, y en la sinceridad de aquel joven se puede percibir más genuinamente su ser.

Yo no conocía a Macri en 1991, había recibido un llamado de quien por entonces era director de Relaciones Institucionales del Grupo Socma, Fernando Marín, para combinar el reportaje, pidiendo que fuera yo quien lo hiciera (dirigí la revista Noticias en sus primeros cinco años). Deduzco que debieron haber pensado que podría entender mejor la experiencia de la privación ilegal de la libertad porque yo había estado secuestrado en el centro de detención clandestino El Olimpo.

Aquel reportaje generó tantas controversias que el psicólogo de Macri, el mismo con el que sigue haciendo terapia hoy, Jorge Ahumada, y a quien justo había llegado para tratarse el estrés post traumático del secuestro, le habría prescripto que no volviera a hablar del tema públicamente.

Pero aquel Macri habló con lo que Jacques Lacan llamaba “palabra plena”, o sea, decía lo que pensaba realmente con ingenua transparencia. No volví a escuchar a un Mauricio Macri así. Parte de aquel Macri de hace un cuarto de siglo se transformó en el de hoy, atravesado por las experiencias de la vida, en su caso más fuertes que en la mayoría de las personas. De hecho, el título que ahora se le colocó a la reedición de aquel reportaje es “Cuando el Presidente era un CEO”.

Y aunque nunca tan abiertamente, también en el reportaje de la periodista mexicana percibí cierto grado de “palabra plena” al hablar sobre temas relacionados con la dictadura.

La paradoja es que quienes secuestraron a Macri (algo que se supo después) fueron la “banda de los comisarios”, integrantes del grupo de tareas dependiente de Coordinación Federal y destinados –justamente– al centro de detención clandestino El Olimpo. La vida tiene esas extrañas coincidencias.

En el reportaje de hace 25 años muy explícitamente, y en el de BuzzFeed como síntoma ante la incomodidad de hablar de la dictadura, se percibió en Macri cierta secuela del síndrome de Estocolmo, aunque leve e incomparable con el síndrome verdadero.

Todo aquel que haya atravesado esa experiencia de muerte sabe que, al sobrevivirla, queda un agradecimiento con la vida y una deuda extraña e impagable con el devenir. Otra paradoja para quienes le gritan “Macri, basura. Vos sos la dictadura”.





jueves, 23 de abril de 2015

El origen del mundo... @dealgunamanera...

El origen del mundo…

Cruces. El autorretrato de Coubert y El origen del mundo (o la entrepierna más mirada en el Museo d’Orsay). Foto: Cedoc Perfil

La historia de la cultura se encuentra atravesada por distintos grados de anonimato que revelan, en el secreto de su ausencia, una clave para su comprensión más íntima. Con este artículo –que derrapa en el famosísimo cuadro de Courbet– comienza la serie “Retratos sin rostro” en la que el escritor y ensayista español Andrés Barba buscará dar cuenta de la falta de rasgos particulares en el arte y la literatura.

El más célebre de los retratos sin rostro de la historia –y la entrepierna más mirada del Museo d’Orsay de París– en realidad no tenía título cuando salió del estudio de  Courbet en 1866 hacia la casa del comandatario del cuadro, el diplomático egipcio Khalil Bey.

Parece ser –aunque no todos los que han comentado la obra terminan de ponerse de acuerdo– que Bey encargó a Courbet una obra que estigmatizase las causas de una sífilis contraída por él durante su estancia en la legación rusa, y qué mejor ejemplo –literalmente en este caso– que el origen, tal vez no del mundo pero sí del problema.


Sea como sea, el mismo cuadro que en 2014 pasó frente a la mirada de tres millones y medio de visitantes en el Museo d’Orsay, apenas fue visto por tres docenas de personas en sus primeros ciento cincuenta años de existencia. Tras una espesa cortina que sólo se corría ante ciertas visitas lo bastante liberales, Bey se lo enseñó, entre otros a Maxime du Camp (el compañero de Flaubert en su viaje a Oriente).

Lo describe en Les convulsions de Paris con particular malicia: “Al descorrer el velo uno se quedaba estupefacto al contemplar una mujer de tamaño natural, vista de frente, extraordinariamente emocionada y convulsa, reproducida con amore, como dicen los italianos, y diciendo la última palabra en materia de realismo, aunque por un olvido inconcebible el pintor parecía haber evitado por completo la representación de los pies, las piernas, las manos, los brazos, los hombros, el cuello y la cabeza”. Podría decirse que la imagen resultante, tan bizarra para Du Camp, no lo habría sido tanto para el más elemental consumidor de pornografía del siglo XXI. Un retrato al que parecían haber arrebatado todo menos el sexo. Un retrato que era, sin más, un sexo en primer plano.

También los sucesivos propietarios de El origen del mundo se vieron obligados a idear diversos dispositivos de ocultación: en 1868 el marchante Antoine de La Narde lo cubrió con otro cuadro del mismo tamaño, un paisaje nevado también de Courbet. El barón Havatny lo compró en la galería Bernheim-Jeune en 1910 para llevarlo a Budapest, donde lo mantuvo en el secreto de su colección privada hasta la Segunda Guerra Mundial.


El último propietario particular del cuadro fue el psicoanalista Jacques Lacan. Lo adquirió en 1955 con la ayuda de su esposa, la actriz Sylvia Bataille –primera mujer de Georges Bataille–, para instalarlo en su casa de campo en Guitrancourt. Lacan pidió a su cuñado André Masson que construyese un marco con doble fondo y pintase un lienzo surrealista para cubrir la obra, una especie de versión softcore del original. Dos años después de la muerte de Lacan (el cuadro fue el canje para zanjar los impuestos familiares con el Estado francés) El origen del mundo ya colgaba donde se encuentra hoy, en el Museo d’Orsay como la postal más vendida de todo el recinto.

Denostado, deseado, incomprendido o demasiado obviamente comprendido, el retrato sin rostro más célebre del mundo parecía seguir buscando rostro hasta que un coleccionista aficionado compró en 2010 por mil cuatrocientos euros un cuadro sin firma en una galería de anticuario de París. Se trataba del retrato de una mujer tendida y con la mirada perdida en el vacío. La convicción del coleccionista de encontrarse ante una obra maestra lo llevó a una búsqueda tan obsesiva de su autor que acabó desmontando el bastidor del cuadro y aparecieron, como si ya hubiese comenzado a tratarse de un caso para Maigret, dos pistas en él: el lienzo había sido manifiestamente cortado y además podía verse el sello de un conocido marchante de colores del siglo XIX.

Cabe imaginarse la búsqueda como si se tratara de un inquietante relato de Felisberto Hernández o de Hoffman: ¿Quién buscaba a quién: el torso a la cabeza o era tal vez la cabeza la que, animada por una repentina necesidad de recuperar su cuerpo inyectó en el ánimo del comprador accidental la desesperada necesidad de resolver el misterio?


En medio de una delirante noche de búsqueda en internet, ese turbio mar de noctámbulos, el comprador acabó cruzándose accidentalmente con El origen del mundo  y se produjo la revelación. Todo parecía cuadrar: la disposición de la figura, los colores, el brillo de la piel...  y pocos meses más tarde con una reproducción de otra obra de Courbet, La femme au perroquet (Mujer con loro), expuesta en el Metropolitan de Nueva York. Se trataba de un retrato de la irlandesa Joanna Hiffernan, pareja del pintor James Whistler, que posó varias veces para Courbet, de quien fue amante.

Basta poner los dos cuadros uno sobre el otro; el cuerpo cercenado, la cabeza flotante, para que se produzca la fantasmagoría de un crimen perfecto, pero la respuesta al misterio casi nunca es la respuesta a todo el misterio; puede que sepamos que la mujer con el sexo más conocido del Museo d’Orsay se llama Joanna Hiffernan, pero sólo Courbet supo por qué se la sirvió troceada a su cliente.

© Escrito por Andrés Barba el sábado 18/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 23 de marzo de 2015

Creérsela… Macri, qué es Mauricio... De Alguna Manera...

Creérsela…

Macri como Napoleón. Los peligrosos riesgos del éxito. Facundo Iglesias

Macri, quien logró desplazar a Massa del ballottage, puede correr el riesgo de creérsela. 

En 1806, Hegel se asoma al balcón de su casa en Alemania y ve pasar triunfante a Napoleón en su caballo al frente de su ejército. El filósofo luego escribe: “He visto pasar el espíritu del mundo sentado en un caballo”. Desde una perspectiva metafísica, Napoleón no era una persona, sino un instrumento de la historia. La historia hacía a Napoleón y no Napoleón la historia.

Con una perspectiva más humanística, Lacan utilizaba el viejo chiste del loco que se cree Napoleón para decir que también Napoleón habría estado loco si se hubiera creído que era Napoleón: “El hacía de Napoleón”. Nuevamente, Napoleón para el mundo (no para su mujer, Josefina, o su madre, María Letizia) no era una persona, era un personaje, un significante, alguien que encarnaba las necesidades de su tiempo, un producto de su época.

Y esta enseñanza tiene un especial valor para Macri, quien después de haber logrado desplazar a Massa del ballottage y encolumnar tras su candidatura a la UCR, el más tradicional y respetado partido del país, puede correr el riesgo de creérsela. Creer que es él quien produjo esta corriente que amalgama diferentes intereses tras una esperanza y no percibir que es simplemente (lo que tampoco es poca cosa) el opositor más plausible para todos aquellos que desean escapar del kirchnerismo, como en 2013 fue Massa y en 2009 fue De Narváez.

Es cierto que en los casos anteriores, De Narváez y Massa fueron llevados por la sociedad al pináculo del triunfo frente al kirchnerismo pero siempre en un puesto legislativo, para luego ir homeopáticamente haciéndoles perder centralidad. En el caso de Macri, se tratará de la presidencia del país, lo que garantiza una estelaridad más perenne, ventaja que en menor medida ya se comprueba en Scioli como gobernador de la Provincia y el propio Macri como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Los K acusan al PRO de menemismo siglo XXI pero la izquierda, de kirchnerismo de derecha.

Pero casualmente, por la mayor longevidad de su puesto, puede ser aún más peligroso para Macri creérsela de lo que fue para De Narváez y después para Massa.

En su origen mitológico, Hubris era eso, la maldición de los dioses a los humanos tan exitosos que pretendían competirles, a quienes enfermaban haciéndoles creer que era dioses y morían de éxito por ambicionar siempre más hasta llegar al imposible.
Probablemente el desafío que le realiza Gabriela Michetti, no aceptando el papel que Macri tenía para ella y saliendo a disputar el puesto que Macri tenía destinado a otra de sus espadas, le resulte terapéutico en esta etapa donde todavía le entran las balas a su ego.
De lo que Macri debe cuidarse es de convertirse en un kirchnerismo de derecha, en un facticismo donde desde Cristóbal López y Moyano, pasando por todos los poderes fácticos, terminen siendo instrumentos de sus estrategias, y creyendo que él mismo es un gran titiritero, termine enredado en la telaraña del cinismo.
Un ejemplo en ese sentido son las cifras de la inversión en publicidad oficial del gobierno de la Ciudad durante el último semestre, que difundió esta semana el diario La Nación, en las que se perciben arbitrariedades, desproporciones y manejos discrecionales de los fondos públicos que, aunque de distinto grado, son comparables con lo que hace el kirchnerismo con su publicidad oficial.
Esa forma militar o deportiva de ver la competencia política: se gana o se pierde, tan típicamente kirchnerista, puede terminar haciendo que el macrismo confunda a Gabriela Michetti con una adversaria, cuando podría resultarle una gran aliada, o creyendo que Massa es su principal competidor cuando comienza a verse que intenciones de votos que va perdiendo el Frente Renovador, en lugar de ir para el PRO-UCR, van para el Frente para la Victoria, si Scioli continúa siendo el candidato.

Maniqueísmo PRO: no todos los votos que pierde Massa van a Macri, parte va a Scioli.

Muchas paranoias tienen un origen narcisista: las cosas “se las hacen” a la persona paranoica cuando en realidad fueron hechas por el propio interés de los actores y no para perjudicar a quien percibe que fueron en su contra. Quien cree que todo es por él inevitablemente tiende a desarrollar algún sesgo paranoico.
Desde el kirchnerismo se pretende estigmatizar a Macri diciendo que se trata de un “menemismo del siglo XXI”, pero el PRO debería preocuparse también, y hasta más, por la crítica que le hace la izquierda de ser un “kirchnerismo de derecha”. La combinación menemismo y kirchnerismo es de terror.
Los servicios

El secretario de Inteligencia, Oscar Parrilli, enojado porque la revista Noticias denunció la lista de militantes kirchneristas en la SI, acusó a Perfil de estar vinculada con Stiuso: “Ellos quieren volver a ser el brazo mediático de la SIDE de Jaime Stiuso, que mentía, extorsionaba, el espía más temido”.

Coincidimos con Parrilli en que la SIDE, y Stiuso en particular, “mentía y extorsionaba” pero las víctimas de sus operaciones fuimos nosotros, que desde el comienzo del kirchnerismo, y antes con la misma SIDE y el mismo Stiuso pero con Menem, fuimos difamados y hostigados de todas las formas posibles. Fueron las publicaciones de Perfil las que más sostenidamente criticaron a Stiuso y a la SIDE. La inversión de los hechos (de ser víctima de la dictadura a pasar a ser acusado de colaboracionista) es un hábito kirchnerista. Para que Parrilli se entere de cuál es la relación de Perfil con Stiuso y la SIDE, le recomendamos leer la contratapa del 15/2 de este diario titulada “Socios”.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 22/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.