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domingo, 14 de septiembre de 2025

Oficialismo en baja - Milei ratifica a su mesa chica a pesar de la crisis política… @dealgunamanera...

 Oficialismo en baja - Milei ratifica a su mesa chica a pesar de la crisis política…

‘E pur si muove’, los Milei. Dibujo: Pablo Temes.

Defendió a Karina, a “Lule” Menem y a Pareja. Negó despidos, pero crece la tensión con Santiago Caputo.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 13/09/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Dice Javier Milei: “No voy a echar a nadie por unos audios llenos de mentiras”. Y sigue: “No voy a cambiar a ninguno de los armadores de la campaña en medio de la campaña”. Los que hablaron con él lo escucharon, lo encontraron sereno. Una pena que no traslade esa serenidad al ámbito de sus apariciones públicas. Yendo a lo expresado por el Presidente, a buen entendedor, pocas palabras: queda claro que tanto Karina Milei como Eduardo “Lule” Menem” y Sebastián Pareja seguirán en sus cargos y en sus roles. Si alguien esperaba que alguna de esas personas fuese eyectada de sus cargos, se equivocó. Los que conocen la interna del Gobierno señalan que, uno de los que se había ilusionado con esos cambios, era Santiago Caputo, cuya mala relación con “El Jefe” parece ser irreversible. En ese sentido, el jueves fue particularmente intenso. Ese día, en las redes sociales circularon con marcada insistencia –y durante varias horas– las versiones que se explayaban sobre “Caputito” –como despectivamente lo llaman los no pocos que dentro del oficialismo no lo quieren–, afirmando que estaba con un pie afuera del Gobierno. Las averiguaciones y los testimonios de los conocedores de esa interna voluptuosa en tribulaciones dentro de un oficialismo en estado de shock, no dudaron en adjudicar esa oleada de mensajes y especulaciones a las usinas de troles cercanos al mismísimo Santiago Caputo.

Analizando la elección del domingo pasado, queda claro que, más que haberla ganado Fuerza Patria, la perdió el Gobierno. El peronismo, unido –y rejuntado–, alcanzó los porcentajes que, más o menos, son los de siempre. La Alianza La Libertad Avanza hizo todo –absolutamente todo– mal. Listas con candidatos ignotos, falta de fiscales, fiscalización defectuosa, desprecio y maltrato de sus aliados naturales y una campaña equivocada, con escaso contacto con la gente y su realidad, conformaron un universo de errores que no podía tener otro destino que la derrota. Muchos dirigentes del PRO, que habían tenido un rol activo en la elección de 2023 y que tuvieron voluntad de colaborar con la campaña, fueron víctimas del maltrato y el ninguneo por parte de la conducción de LLA. Ante esto, decidieron bajar la persiana e irse a sus casas. No fueron a votar ni hicieron campaña. Por otra parte, en vez de provincializar la elección, La Libertad Avanza la nacionalizó, dejando pasar la oportunidad de señalar los brutales déficits de la gestión de Axel Kicillof y de muchos intendentes del Conurbano Bonaerense. A esos errores se sumó el de creer que, poniendo en frente a Cristina Fernández de Kirchner sumados a una batería de eslóganess anti-K, la victoria estaba al alcance de la mano. Craso error que demuestra, además, que nadie aprendió la lección de la historia reciente. En el 2019, el entonces presidente Mauricio Macri y su cohorte creyeron que utilizando como único argumento de campaña el miedo a la vuelta de CFK y sus secuaces, la elección estaba ganada. Fue un error que Juntos por el Cambio pagó carísimo y que le permitió al kirchnerismo alzarse con una victoria aplastante.

Solo una disociación muy profunda con la realidad hizo que el Gobierno llegara al domingo confiado en una victoria que los hechos venían desmintiendo desde hace tiempo. El Presidente prometió que el costo del ajuste lo iba a pagar la casta política. Fue un mensaje muy potente que caló hondo en la mayoría de la gente. A casi dos años de comenzada la gestión del actual gobierno, la realidad es otra. La casta está intacta. El ajuste lo ha pagado y lo sigue pagando el ciudadano y la ciudadana de a pie.

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Entre los varios errores cometidos por Javier Milei en lo que va de su mandato, hay uno clave: haber dejado la conducción política del Gobierno en las manos de su hermana. He ahí un problema que fue advertido por todos –ajenos y propios– desde el mismo día de la asunción del mando, el 10 de diciembre de 2023. A Karina no la eligió nadie. Sin embargo, es ella la jefa política de este gobierno. Sus errores garrafales le han costado caro a su hermano, el Presidente, pero atención: nadie crea que Santiago Caputo es la exégesis de la ciencia y el arte de la política. Por eso es que, el hoy inexistente “triángulo de hierro”, no hizo más que generar intriga al interior mismo del Poder Ejecutivo.

El Gobierno juega una carrera contrarreloj. La elección del 26 de octubre próximo es crucial. Se juega allí la gobernabilidad. El kirchnerismo sueña y agita el club del helicóptero. El Presidente debe actuar con rapidez. Lo hecho en esta primera semana ha sido absolutamente inefectivo: la Mesa Federal no agrega nada y la convocatoria a los gobernadores tiene aire a fiasco. Son cosas que ya se hicieron en otros gobiernos luego de una derrota electoral que nunca sirvieron para nada. La reunión de los gobernadores de Provincias UnidasMartín Llaryora de Córdoba, Maximiliano Pullaro de Santa Fe, Carlos Sadir de Jujuy y Gustavo Valdés de Corrientes–, no sólo le terminaron de marcar un límite al oficialismo, sino que lo pusieron frente a la realidad de otro veto presidencial que será revocado. Hay enojo en ellos y en otros. “Nos prometió cosas que no cumplió”, se los escuchó decir en referencia a promesas hechas por Milei. Estos gobernadores eran aliados naturales del Gobierno. Hoy están en la vereda de enfrente. Lo mismo pasa con Mauricio Macri y lo que queda del PRO. “Hemos sido estafados” se escuchó decir en la sede del PRO en la calle Balcarce, pleno corazón de San Telmo. La relación del expresidente Macri con LLA está, al día de hoy, terminada.

Decía Aristóteles: “Todos los gobiernos decaen por la exageración de sus principios”. ¿Es consciente Javier Milei de esto?




domingo, 23 de marzo de 2025

El ruido y la furia...

Sanguijuela protocolis bullrichense. Dibujo: Pablo Temes

La moda de generar estrépito “garpa” a una clase política que no se cansa de escandalizar, naturalizando la peor cara del Parlamento.

© Escrito por el Doctor Nelson Castro el sábado 22/03/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Semana de victorias políticas para el Gobierno. Las dos ocurrieron el miércoles en una geografía reducida de no más de diez cuadras en el barrio del Congreso. Una de ellas sucedió en el edificio legislativo, donde la Cámara de Diputados aprobó el DNU que autoriza el acuerdo que el oficialismo busca con obsesión con el Fondo Monetario Internacional. Sin ese acuerdo será imposible alcanzar la cantidad suficiente de dólares que se requieren para levantar el cepo. La otra, ocurrió con la manifestación que se movilizó en la zona de la Plaza y de la Avenida de Mayo. No hubo nada de la violencia que se había visto una semana atrás. La marcha de apoyo a los jubilados –de escuálida concurrencia y escasa en adultos mayores– transcurrió en orden y sin violencia.

La sesión de la Cámara baja fue –lisa y llanamente– un bochorno. No es la primera vez que lo que protagonizan los diputados es escandaloso. Tampoco será la última. La moda ahora parece ser generar hechos que produzcan estrépito, aunque carentes de sustancia política. En ese ranking de penosa notoriedad, el miércoles pasado “sobresalieron” los cruces entre el presidente de la Cámara, Martín Menem, con el jefe del bloque de Unión por la Patria, Germán Martínez, el megáfono verde de la diputada Marcela Pagano, la “finura” de la diputada Cecilia Moreau, exigiéndole al presidente de la Cámara que “no la pelotudee” (sic), la súbita muestra de “amor” del diputado Lisandro Almirón hacia el diputado Oscar Zago, con el que se había tomado a golpes de puño hace una semana, y un largo etcétera de actitudes propias de un reñidero. Es evidente que, los que vinieron a terminar con la casta, han terminado por adoptar varias de sus formas.

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Más allá de lo que pasó en el Congreso, la indefinición acerca de cuándo se firmará el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, de qué monto será el préstamo, de qué manera se desembolsará y qué dirá la letra chica generaron en la semana una turbulencia que afectó sensiblemente el mercado cambiario, hecho que obligó al Banco Central a desprenderse de reservas. Desde el viernes 14 debió vender más de mil millones de dólares. He ahí un problema, porque la falta de reservas es lo que está impidiendo el levantamiento del cepo, algo que el Gobierno necesita implementar lo antes posible. “El acuerdo se cerrará a mediados de abril”, dijo MiIei el jueves pasado a la agencia Bloomberg. Sin embargo, los conocedores de los procedimientos y los tiempos del FMI albergan muy serias dudas sobre la factibilidad de concretar ese anuncio en fechas tan tempranas.

La inestabilidad cambiaria llevó al ministro de Economía, Luis Caputo, a aparecer en el programa de Antonio Laje por A24. Fue una mala decisión. ¿Habrá sido suya o de algunos de los “cráneos” que rodean al Presidente? Lo cierto es que las imprecisiones de sus respuestas generaron más incertidumbre que certezas. Eso fue lo que evidenciaron el aumento del dólar blue y del riesgo-país. Cuando no hay nada para comunicar, es mejor no exponerse. Sentido común, más allá de la necesidad imperiosa de ganar tiempo.

Los liderazgos pasados de moda de ambos extremos del abismo están en crisis.

Un párrafo aparte merece la actitud mezquina de gran parte de la oposición dura –con el kirchnerismo a la cabeza– que buscó truncar el apoyo legislativo para el desembolso del Fondo. Permitirle a un gobierno, que lleva poco más de un año hacerse de los fondos necesarios para terminar de estabilizar la política económica, es lo menos que pueden hacer si verdaderamente quieren colaborar con el futuro del pais. Más aún cuando se trata de un gobierno que, en poco tiempo, está logrando revertir los descalabros inflacionarios, financieros y fiscales que Sergio Massa, Cristina Fernández y Alberto Fernández –en ese orden– le dejaron de herencia a todos los argentinos en forma de tormenta perfecta. Se trata de una realidad objetiva que nadie puede negar y aquí entramos en un nuevo problema que afecta a la dirigencia política y a la sociedad toda: a casi nadie le importa la verdad y la promoción de su prójimo. Cuando en el recinto del Congreso diputados y senadores elegidos para desempeñar funciones legislativas se trenzan en peleas estériles de tinte partidario para sacar rédito con acciones desmedidas de alto impacto mediático, la verdad y el bienestar de la población pasan a un segundo plano. En un año electoral esto parece ser moneda corriente aunque no debería. El problema de este tipo de politiquería propia de una verdadera casta es que, ante la incapacidad del ejercicio del respeto y el diálogo hacia un otro, la reflexión y la verdadera construcción política en pos del progreso ciudadano se esfuman. Hacia fines del año 2016 se había vuelto a poner de moda el término “posverdad”. Tanto es así que un año después la Real Academia Española incluyó el término en su diccionario: Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Más claro, agua. La argentina ha vuelto a atrasar diez años –en el mejor de los casos–. Para los que siguen jugando a la grieta es también un llamado de atención.

Los liderazgos pasados de moda de ambos extremos del abismo están en crisis. Teléfono para Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner, ambos exponentes de un enfrentamiento estéril que no ha sabido dejar descendencia política duradera. Javier Milei es perfectamente consciente de este escenario y se entretiene jugando con el pasado, presa de la tentación de acabar con CFK de un lado y jubilar a Mauricio Macri del otro. El PRO se sostiene como puede en la Ciudad de Buenos Aires con un Jorge Macri carente de liderazgo. Juntos por el Cambio no existe más y difícilmente pueda reeditarse. Pero el Presidente Milei y su entorno deberían saber que nunca, jamás, por ningún motivo, se puede decir lo mismo del peronismo.




domingo, 14 de abril de 2024

Vanidad e impericia… @dealgunamanera...

Vanidad e impericia…


El Messi de la economía, Toto y Retoto.
 Dibujo: Pablo Temes.

Impresiona, aunque no sorprende, la falta de capacidad política del Gobierno en vísperas de debates claves.

© Escrito por Nelson Castro el Sábado 13/04/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires., República Argentina.

El número no fue el esperado. El índice de inflación de marzo no estuvo por debajo del 10%. El Gobierno soñaba con un IPC (el Índice de Precios al Consumidor) de un dígito. No pudo ser. Fue de un 11%. Los aumentos de marzo en los servicios públicos, la salud y la estacionalidad dada por el comienzo del año lectivo se hicieron sentir y se llevaron puestos los bolsillos de la gente y las ilusiones del oficialismo. No obstante, en un largo mensaje por la red X (ex-Twitter), Luis Caputo salió a celebrar, pronosticando que el índice de la inflación núcleo –que estuvo en 9,8%– prenuncia que la inflación seguirá desacelerándose. El uso de esta palabra es importante, porque reconoce que los índices actuales son altísimos.

Hay coincidencia en que la caída de precios que se experimenta en algunos pocos rubros es producto de la baja del poder de compra. No es algo que desconozcan ni el Presidente ni el ministro de Economía. En el transcurrir tan particular de este tiempo por el que atraviesa la Argentina se observan fenómenos de consumo, que muestran la dimensión de la crisis: desde lo que pasa con la carne, cuyo precio, a pesar de la caída de las ventas, no para de subir, o panaderías que tienen estantes en los que se exhiben pan y facturas del día anterior a mitad de precio que se agotan.

En busca de enemigos

Tanto preocupa el tema en el Gobierno, que Luis Caputo se entusiasmó con la alusión a los datos de la cuenta Jumbo Bot sobre bajas de precios que resultaron ser falsos. Un verdadero papelón para el jefe de Estado –que le dio like al comentario– y para su ministro. Debería ser una enseñanza: creer que la realidad sólo se limita a lo que pasa en las redes, es un grueso y peligroso error para cualquier gobierno. Ya le pasó al gobierno de Mauricio Macri que, basado en los datos falsos de las redes, creyó que ganaba las PASO de agosto de 2019.  

“La mitad de los argentinos creen que de acá a seis meses estaremos mejor”, señaló el Presidente en la larga entrevista que le concedió en Neura Media a Alejandro Fantino. Es cierto lo que dice: el nivel de apoyo reflejado por las encuestas –sobre todo, las que no se publican– señalan que el nivel de expectativa positiva sigue siendo alto. Esto se conjuga con el fuerte apuntalamiento de su imagen internacional y la curiosidad que despierta en aliados y detractores. Nadie puede negar que puertas afuera de nuestro país Milei es una especie de rockstar que deslumbra, no tanto por sus ideas, sino por la excentricidad de sus formas. Un claro ejemplo de esto es el encuentro que mantuvo con el empresario sudafricano Elon Musk en la planta de Tesla en Austin, Texas. Su buena sintonía es tanto personal como ideológica y recuerda los tiempos en que el expresidente Carlos Menem causaba sensaciones similares entre no pocos líderes internacionales. A no confundirse, el riojano tenía muy claros los resortes del Estado y sabía a la perfección con quién debía acordar y de quién debía mantener distancia.

Lo que debe tener presente el Presidente es que todo esto no dura para siempre. Alberto Fernández supo tener un nivel de imagen positiva del 80% en los primeros meses de su gobierno. Y lo mismo le sucedió a Macri. Está claro que la gobernabilidad va a depender de lo que pase con la economía.  

El ataque a las empresas de medicina prepaga es producto también de esa preocupación. El ajuste afecta principalmente a la clase media. Esta intervención de Caputo en el tema de la medicina prepaga, como así también su decisión de no homologar el acuerdo paritario del Sindicato de Camioneros, expone una contradicción del Gobierno que, por una parte habla del Estado como un demonio y, por el otro, utiliza sus herramientas intervencionistas, según le convenga o las necesite. Debería ser otra enseñanza: el todo o nada no existe, ni para los que sostienen que el Estado lo es todo, como para los que los que piensan exactamente lo opuesto. No deja de ser penoso que todavía se discuta este anacronismo que la historia ha dilucidado y los hechos confirman todos los días.

Caputo y Milei, enfrentan también, las dudas que existen en el Fondo Monetario Internacional sobre la viabilidad social del programa puesto en marcha. En verdad, para el FMI lo que no hay precisamente es un programa económico. El reproche que le hacen a Caputo es que lo que viene implementando no son más que un puñado de medidas de índole monetario, al que ven como endeble e incompleto. Por eso le reclaman un verdadero plan económico, sin el cual creen que no habrá éxito posible. Allí se insiste en que el valor del dólar oficial está ya atrasado.

Desprolijidad libertaria

Por otra parte, la nueva baja dispuesta en la tasa de interés, también complica las colocaciones a plazo fijo y los rendimientos en las cuentas remuneradas de las billeteras virtuales, de los pocos refugios que le quedaban a la clase media para hacer rendir los pesos frente al aumento de los precios. Si bien, los instrumentos financieros para mantener el poder adquisitivo son hoy mucho más accesibles gracias a la tecnología, es un error creer que la mayoría de las personas conoce cómo operarlos.

Las conductas díscolas forman parte del paisaje interno que exhibe La Libertad Avanza. Lo sucedido en la Cámara de Diputados representa un nuevo capítulo en una puja en la que se mezclan aspiraciones a ocupar espacios de poder y la vanidad. Óscar Zago, que se fue del bloque, no para de hablar pestes del presidente de la Cámara, Martín Menem. Lo mismo sucede con Marcela Pagano, tras ser eyectada estrepitosamente de la presidencia de la Comisión de Juicio Político. Todos invocan haber tenido el apoyo del Presidente.

Es impresionante, aun cuando no sorprendente, el nivel de impericia que en ésta y otras cuestiones demuestra el oficialismo, en víspera de los debates cruciales que deberá atravesar en pos de lograr la aprobación de la ley minibús. Claro que ahora no puede haber margen de error.



domingo, 10 de marzo de 2024

Un fiscal implacable… @dealgunamaneraok...

 Un fiscal implacable


Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes.

Así actúa la sociedad, atenta a que se cumpla todo lo prometido. La paciencia no da para mucho más.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 09/03/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 


Nicolás Posse le estrechó la mano a cada uno de los gobernadores y vicegobernadores que asistieron a la reunión del último viernes convocada por el Gobierno. Para todos ellos fue la primera vez en que tuvieron la oportunidad de conocer y escuchar la voz del jefe de Gabinete, que se sentó en la cabecera de la larga mesa por la que se distribuyeron los asistentes. 
El ministro del Interior, Guillermo Francos, se sentó a la derecha de Posse. Y a la derecha de Francos se sentó Axel Kicillof. Uno y otro habían cruzado chicanas mutuas a lo largo de la semana. Durante las cuatro horas que duró la reunión en cuestión, todo eso pareció quedar olvidado. De todas formas, no viene mal señalar la incontinencia verbal del preferido de la ex vicepresidenta Cristina Kirchner.

Hace algunos días había acusado al Gobierno de montar encuentros marketineros y soltó una frase socarrona: “Si no llegamos, arranquen nomás”. Algo similar ocurrió a lo largo de su corta historia política como ministro y gobernador. Profirió largas peroratas en contra del capitalismo, el Fondo Monetario Internacional, la deuda externa y la privatización de las empresas del Estado, y terminó siendo un gran pagador, contrariamente a lo que suponía toda su puesta en escena. El caso emblemático fue la estatización de YPF: un error suyo y de su jefa política que le costó una suma multimillonaria a la Argentina.

La número dos del FMI quedó sorprendida y preocupada con lo que vio y escuchó

A la reunión con los gobernadores la precedieron dos encuentros igualmente importantes que tuvo a Francos en la Casa Rosada. El primero fue el jueves con Cristian Ritondo y Rodrigo De Loredo. Ritondo es el jefe del bloque del PRO y De Loredo, el de la UCR. El viernes por la mañana, el invitado fue Miguel Ángel Pichetto, jefe del bloque de Hacemos Coalición Federal. Con todos ellos, Francos testeó las reales posibilidades de aprobación del proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. De los tres obtuvo respuestas similares: una delegación de poderes podría ser aceptada y aprobada con los votos de los sectores dialoguistas. En cambio, la restitución del impuesto a las ganancias y la nueva fórmula del cálculo de las jubilaciones, no.

El comienzo fue bueno. En la reunión con los gobernadores el clima fue cordial, aun cuando no faltaron momentos de intensidad en la discusión entre las partes. Uno de los mandatarios provinciales dijo una frase que resonó fuerte en ese ámbito austero en el que lo único que se sirvió fue agua: “Hay que salir de las redes sociales y buscar dialogar”. Hasta aquí, es una recomendación que el Presidente no ha aceptado. ¿Cambiará?

El Gobierno necesita que se apruebe la ley ómnibus cuanto antes. Si no lo logra, las cosas se le van a hacer muy cuesta arriba. Y para obtener los apoyos suficientes en el Congreso necesita negociar. Es algo que surge de la realidad y sobre lo que se le insiste al ministro de Economía, Luis Caputo, cuando participa de foros económicos internacionales o cuando se encuentra con Gita Gopinath, la subdirectora gerenta del Fondo Monetario Internacional, de estrecha cercanía y máxima confianza del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Una ley basada en el consenso es mucho más fuerte que una normativa arrancada entre gallos y medianoches.

Se abrió una puerta

Hubo alguna expectativa acerca de la posible presencia de Milei en la reunión de los gobernadores. Era la foto que los grupos empresariales hubieran deseado. Cuando hablan con potenciales inversores extranjeros que muestran interés por desarrollar negocios en nuestro país, el tema de la ausencia del diálogo surge de inmediato. Es un asunto que los inquieta. Nadie quiere invertir dinero en un país que siempre has estado lejos de ser normal. Otra preocupación, tanto de los hombres de negocios como del oficialismo, es obtener el visto bueno del GAFI.

El Grupo de Acción Financiera Internacional ya se encuentra en nuestro país capacitando al Estado para la evaluación de los estándares de calidad en la lucha contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo. Un resultado negativo dejaría nuevamente al país en la lista gris del organismo, lo que impactaría de manera negativa a la hora de hacer negocios con el resto del mundo y, si fuera necesario, obtener financiamiento externo.

Sin embargo, los problemas domésticos vuelven a colocarse por encima de los intereses soberanos. Argentina necesita imperiosamente modificar la Ley de Prevención de Lavado de Activos. Es una exigencia del propio GAFI. Aunque parezca mentira, el proyecto de ley, que ya tiene media sanción de la Cámara baja y un dictamen de comisión favorable en el Senado, aún no ha podido ser tratado en la Cámara alta. ¿Los motivos? Peleas internas en la distribución y reparto de comisiones y la mano de algunos gobernadores para que sus senadores no voten el proyecto como forma de presionar al Ejecutivo en la pelea por la coparticipación, entre otras cuestiones insólitas. El plazo máximo para renovar la ley de Plaft es el 26 de marzo, sin esa ley el Gobierno deberá recurrir a un DNU para satisfacer las exigencias del organismo internacional. El problema es que gran parte del contenido de la ley –como por ejemplo la modificación de los tipos penales– no puede salir por decreto. El país vuelve a quedar preso de los dirigentes que no saben ordenar sus prioridades o, peor aún, lo saben y optan por no soltar sus privilegios.

Hablando de privilegios y de falta de visión de la realidad, ha resultado inentendible el aumento que fue otorgado a diputados y senadores a partir del acuerdo paritario firmado con los gremios de los empleados legislativos y que significó un aumento del 30% en sus dietas. Más “casta” no se consigue. Martín Menem en la Cámara baja y Victoria Villarruel en la alta no tuvieron el sentido común necesario para frenarlo y obligaron al Presidente a pedírselo públicamente. Javier Milei estaba furioso.

No se pueden cometer errores de tamaño semejante mientras el ajuste devora los bolsillos de trabajadores que no llegan a fin de mes. Por la naturaleza del ajuste que se ha autoimpuesto para ordenar el desastre fiscal –en buena hora– el Gobierno está obligado a no volver a cometer este tipo de errores no forzados. Hay demasiada sensibilidad en la sociedad toda, que actúa como un fiscal implacable, verificando que se cumpla con lo que le han prometido. La paciencia no da para mucho más.



   

lunes, 12 de febrero de 2024

Ni casta, ni autoritarismo… @dealgunamaneraok...

 Ni casta, ni autoritarismo…

Thumbs up, Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes

Ya hemos sufrido mucho bajo líderes casi mesiánicos que abrieron una grieta profunda con su lógica amigo/enemigo.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 10/02/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.



No hubo sorpresas. Era lo esperado. La ruidosa caída del proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. El levantamiento de la sesión tras la media sanción en general de la así llamada “ley ómnibus” –devenida en ley minibús– había sido una señal de alerta. Era evidente que el Gobierno no tenía los votos para avanzar con la aprobación en particular de su extenso articulado. Había necesidad de una negociación que no prosperó cuando el Presidente bajó la orden de mantener una posición intransigente con la coparticipación del impuesto PAIS. 

Hubo furia en la noche del miércoles en la suite que ocupaba Javier Milei en el histórico hotel King David de Jerusalén. Salía fuego de la boca del mandatario argentino. “Traidores”, “delincuentes”, “ladrones”, “hijos de puta”. Estos fueron los términos que se escucharon repetidamente en esas horas de desenfrenado enojo. 

El momento dispuesto por el Presidente para realizar su viaje a Israel estuvo mal elegido. Fue un error ausentarse del país en medio de una instancia tan crucial. Eso le dio a la situación política local una centralidad tal que lo obligó a referirse permanentemente a ello. Es una regla del sentido común de la lógica política que ningún presidente se expone a hacer una gira internacional al mismo tiempo en que se debaten cuestiones centrales de su gestión, y mucho menos cuando está expuesto a perder una votación en el Congreso de la dimensión de la que sufrió esta semana. Muestra del enojo presidencial fue la publicación en su cuenta de Instagram de una imagen con los fragmentos bíblicos que corresponden a los versículos 19, 20, 21 y 26 del Capítulo 32 del Éxodo, el segundo libro del Antiguo Testamento. Este pasaje describe el momento en que Moisés, tras bajar del Monte Sinaí luego de haber escrito los Diez Mandamientos dictados por Dios, se encuentra con el pueblo israelí danzando en adoración a un becerro de oro construido por su hermano Aarón. Furioso, Moisés rompe las tablas y decide castigar al pueblo.


Es importante en este punto hacer una distinción fundamental entre lo que narra el capítulo bíblico mencionado por Milei y lo que pasó en la noche del miércoles en la Cámara de Diputados. Quienes allí protagonizaron esto que el Presidente  calificó de “traición” fueron los diputados, no el ciudadano de a pie. 

Como se ha dicho ya en esta columna, la ira es uno de los siete pecados capitales. La ira es el origen de muchos males en la historia de la humanidad. Ante estas manifestaciones de Milei, imposible no asociar la decisión de retirar los subsidios al transportes de manera brusca a una reacción de venganza, una “vendetta” que tiene como perjudicados a los ciudadanos. No es la casta política la que diariamente toma más de un colectivo para ir y venir hacia y desde sus trabajos, sino la del común y, fundamentalmente, los que menos tienen. 

Vale la pena volver sobre los días de furia que dejó la semana más complicada de los primeros meses de su mandato. En materia política, la oposición dialoguista, encarnada principalmente en el PRO, puso el grito en el cielo. “Nos arriesgamos tanto o más que los diputados oficialistas. Nosotros no somos gobierno y aun así nos comprometimos a votar –como lo hicimos– varios artículos complicados de la ley ómnibus. Pagamos el costo político y el Presidente la terminó retirando. Nos tragamos un lindo sapo”, se quejó un diputado aliado del Gobierno. A decir verdad, nadie es santo ni mucho menos inocente en este entramado de poder. Más allá de las quejas y los lamentos para la tribuna, en el PRO son perfectamente conscientes de que el Presidente terminará acordando con ellos para desarrollar músculo parlamentario. No le quedan muchas más opciones. 

El otro gran perdedor de la semana es el ministro del Interior, 
Guillermo Francos. En él recayó la responsabilidad del diálogo con diputados y gobernadores –junto con Martín Menem– para negociar apoyos y votos que resultarían claves. Nada de eso ocurrió, en gran medida por la intransigencia del propio Milei. Por otra parte, no son pocos los legisladores que señalaron que Francos no conoce cómo debería las cuestiones reglamentarias del recinto. Un senador dijo con ironía: “Francos ya estaba pasado de moda en los años 90, imaginate cómo lo vemos ahora”. 


Otras dos víctimas de la ira presidencial han quedado en el camino. El viernes por la tarde, el primer mandatario les solicitó la renuncia a los titulares de Anses y Minería, Osvaldo Giordano y Flavia Royón, respectivamente. Desde el miércoles, en el Gobierno daban por hecha la salida de los funcionarios que responden a los gobernadores: Giordano al peronismo cordobés y Royón al salteño Gustavo Sáenz. En la cuerda floja quedaron Franco Mogetta (Transporte), Daniel Tillard (Banco Nación) y Luis Giovine (Obras Públicas). Ante este comportamiento irascible, al menos dos preguntas se caen de maduras. ¿Acaso no importa la solvencia en sus puestos y las puertas que podrían haberle abierto al oficialismo? Y, en cualquier caso, ¿todos esos nombramientos fueron fruto de un toma y daca de una negociación a todas luces intrincada y de patas cortas?. 

En el caso de Osvaldo Giordano, no son pocos los empresarios que defendieron su probidad técnica y visión de futuro en un puesto clave. Giordano había comenzado un ambicioso plan para alcanzar la tan mentada desintermediación de la ayuda social. Un mecanismo para sacar del medio a los punteros políticos en el reparto de asignaciones. Con su salida, se abre un paréntesis que deja muchas buenas iniciativas en stand by. 

Más allá de los nombres propios, una luz amarilla se enciende en el corto plazo de la política doméstica. El Presidente debe comprender que la campaña terminó. Lo que pudo haber sido marketinero y hasta simpático ya no lo es. Gobernar exige acuerdos, flexibilidad y templanza. Los argentinos ya hemos sufrido bastante bajo la dirección de líderes casi mesiánicos que abrieron una grieta interminable sirviéndose de la lógica amigo/enemigo. 

Casta no, autoritarismo tampoco.



   

lunes, 29 de enero de 2024

El humor presidencial. Enojarse es de necios... @dealgunamaneraok...

Enojarse es de necios...

Simpatía por el demonio, Luis Caputo. Dibujo: Pablo Temes

El malestar de Milei en la reunión de Gabinete, quedó en evidencia, fue resultado del límite que tienen las reformas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 27/01/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Tal como se preveía, el paro y movilización organizado por la cúpula de la Confederación General del Trabajo el miércoles pasado, terminó haciéndole un enorme favor al Gobierno. La breve duración de la manifestación fue un indicio de la dificultad que hoy encuentra la cúpula sindical para movilizar a la gente. No fue casual que la medida de fuerza comenzara al mediodía. 


Así se aseguraron que la gente estuviera en sus lugares de trabajo y no hiciera falta transportarla en micros, lo cual no significa que no hubo aprietes. Por eso el paro del transporte –que fue dispar–, comenzó recién a las 19. El escaso involucramiento de los intendentes peronistas del Gran Buenos Aires debilitó la capacidad del vetusto aparato de un verdadero rejunte en el que confluyeron estructuras enfrentadas: la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) siempre fue crítica de la CGT y lo mismo ocurrió con las organizaciones piqueteras. 


“Hemos escuchado a los que gritan”, dijo Caputo. ¿Recién el viernes?

Las alrededor de 100 mil personas que llegaron hasta el Congreso fueron parte de un acto desangelado y desprestigiado. Si algo más hacía falta para agregarle más desprestigio a esa dirigencia, fue el discurso de Pablo Moyano –malísimo– amenazando al ministro de Economía, Luis Caputo, con tirarlo al Riachuelo. Nada que sorprenda: es lo único que sabe hacer.  Creen que con el apriete y la prepotencia todo lo pueden. No comprenden que hay cosas que están cambiando. Subestiman a quienes votaron por Milei, sin advertir que mucha gente pobre lo hizo, harta de sentirse condenada a la pobreza perenne por estos dirigentes ricos. La metodología de la amenaza y del apriete tiene que ver con las ambiciones y necesidades de poder de los caudillos sindicales. Es una metodología que usan cuando no gobierna el peronismo. Las pocas explicaciones que dan acerca de por qué no le hicieron ningún paro al kirchnerismo que se fue dejando un 150% de inflación, tiene la endeblez de una hoja al viento. “Teníamos paritarias y había empleo” –dijo Hugo Yasky para justificarse. Es la cantilena que usan ahora estos dirigentes para intentar explicar lo injustificable. La verdad es que las paritarias estuvieron fuertemente condicionadas –recuérdese que Sergio Massa hablaba de un acuerdo paritario que no superara el 60%– y que el empleo que se creó fue mayoritariamente estatal. La cantidad de nombramientos en el Estado que se produjeron en el último tramo del gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa fue bochornosa. 

Envalentonado por lo favorecido que salió el Gobierno de esta primera contienda contra el peronismo, Milei decidió apretar aún más el acelerador con el proyecto de ley ómnibus pomposamente llamado “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”. Estaba claro que esta actitud no era la más conducente a los fines de evaluar el poderío real con el que cuenta el oficialismo en el Congreso. Pasado el mediodía del viernes, en medio del anticipo que el mismo Milei había hecho respecto de reformas que podían quedar para más adelante en el reportaje con Patricia Janiot, se tomó nota de que el proyecto de ley no tenía ninguna chance de ser aprobado. 

El tema fiscal era un asunto sobre cuyo rechazo la oposición dialoguista se había puesto firme. Los gobernadores representados por esos bloques  –el PRO, la UCR y Hacemos Cambio Federal que encabeza Miguel Ángel Pichetto– se habían puesto absolutamente intransigentes en su rechazo. El capítulo fiscal incluía un blanqueo de capitales, una moratoria impositiva, el adelanto de Bienes Personales, el impuesto a las Ganancias, el cambio de la fórmula de movilidad jubilatoria y las retenciones. 

Estado y señores feudales 


En las febriles horas del viernes, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem –quien venía monitoreando el posible resultado de la votación en la sesión plenaria anunciada para el martes, tuvo la certeza de que al oficialismo le aguardaba una derrota apabullante. Tal circunstancia hubiese significado para el Gobierno un duro golpe de consecuencias políticas y económicas imprevisibles. “Le hubiéramos regalado al kirchnerismo la victoria que no obtuvo en la urnas”, señaló con alivio una voz de La Libertad Avanza luego de la conferencia de prensa de Caputo.     

No queda clara cuál ha sido la estrategia que se planteó para llegar a este punto. Hay quienes piensan que, desde el principio, el oficialismo desplegó esta intransigencia extrema para negociar el apoyo opositor afín. No parece una decisión inteligente. Como tampoco fue una decisión inteligente enviar semejante mamotreto para ser aprobado en su totalidad. El Presidente insistía en hacer saber que ese capítulo de la ley era innegociable. Se podría haber acordado en las conversaciones durante el tratamiento en las comisiones, lo cual le habría evitado al Gobierno el estrépito. “Hemos escuchado a los que gritan”, dijo Caputo. ¿Recién los escuchó el viernes a la tarde?  

El enojo del Presidente en la reunión de Gabinete del jueves, en la que dijo que si no se aprobaba la ley, “a los gobernadores no le voy a mandar un peso”, fue producto de la dificultad que encuentra en el Congreso. Javier Milei debería saber que enojarse es de necios. La necedad obnubila y quita serenidad para el análisis. Es, además, una muestra de debilidad: quien se siente fuerte no necesita enojarse.   

El enojo del Presidente se dirige no sólo a los opositores y a los periodistas que lo critican sino también a los propios. Malquistado con el ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, por haber filtrado la frase antes mencionada, lo echó. El episodio fue la gota que rebalsó el vaso. Las cosas no venían bien con Ferraro a quien consideraban un inoperante, porque no había podido poner en marcha su ministerio: faltaban cubrir cargos y había desavenencias con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y con Caputo.

La salida de Ferraro y la disolución de Infraestructura como ministerio para distribuir sus secretarías en el ámbito de Economía, son la confirmación de la consolidación del poder de Caputo. El Ministerio de Infraestructura derivaba del original Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios que entre 2003 y 2015 comandó Julio De Vido, mano derecha de los Kirchner. Ese ministerio fue la base de la maquinaria de corrupción puesta en marcha durante los años del kirchnerato. 

Al superintendente de Salud y Servicios Sociales, Enrique Rodríguez Chiantore, lo echaron sin darle ningún motivo con un mensaje enviado por WhatsApp, una muestra de maltrato innecesario. El maltrato y el enojo son parte de la ira, que es uno de los siete pecados capitales. Resulta contradictorio que Milei, tan imbuido de conceptos religiosos, reincida en un comportamiento que, hasta aquí, le ha traído más problemas que soluciones. “La ira es una locura de corta duración.” (Horacio).