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domingo, 29 de julio de 2018

Con las botas puestas… @dealgunamanera...

Con las botas puestas… 

Paso redoblado. Dibujo: Pablo Temes.

El Presidente quiere otro rol para las FF.AA. y el piquetero K repite su rol habitual. Timbreo y más.

Escrito por Nelson Castro el domingo 29/07/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Gobierno ha decidido salir a retomar la iniciativa política, atributo que perdió hace tres meses. La llamada “tormenta” lo ha dejado arrebatado por el viento.

Por si alguien se deja llevar o se enamora del eufemismo meteorológico: la “tormenta” significa devaluación, inflación, caída de la actividad económica, caída de las expectativas positivas y aumento de la pobreza. Tanto el Presidente como su ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quedaron satisfechos con las muestras de apoyo que lograron de parte de los ministros de Economía de los países del G20 que se reunieron en Buenos Aires el fin de semana pasado. Sin embargo, de la lectura fina de lo que allí pasó y se dijo en relación a la Argentina –que lejos estuvo de ser el centro de las preocupaciones de los asistentes al cónclave– se desprende la demanda de rigurosidad por parte del Gobierno en el cumplimiento de las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional.

Palabra de fondo. Lo dijo Christine Lagarde en la conferencia de prensa que compartió con Dujovne: “La Argentina debe cumplir las metas acordadas con el Fondo”, expresó la directora gerente,  quien sobrelleva una condena por negligencia en el “affaire Tapis”, un caso de corrupción que aún hoy causa impacto en Francia.

Bien leídas, las expresiones de Lagarde pusieron en blanco sobre negro las asignaturas pendientes de la actual gestión: “esperamos que el año que viene mejore la economía”; “esperamos que baje la inflación”; “esperamos que baje el déficit fiscal”.

Es decir, el Gobierno está sometido a un examen cuya aprobación no será fácil. Por lo demás, Macri ha tenido durante la reunión una sobreactuación poco conducente. Es norma que los presidentes no hablen en ninguna de las sesiones porque para ello están las correspondientes a los jefes de Estado. Para los asistentes, escucharlo al Presidente fue un agregado más de una agenda que a muchos los perturbó porque les impidió asistir a la representación de Tristán e Isolda, la ópera de Wagner que con dirección del maestro Daniel Baremboin se representaba esa tarde en el Teatro Colón.

El lunes, Macri sorprendió con el anuncio sobre las nuevas atribuciones que se planean para las Fuerzas Armadas. No resulta claro por qué el Presidente decidió meterse en este berenjenal. No porque el espinoso tema concerniente al quehacer y al qué hacer de las Fuerzas Armadas no lo amerite sino porque, siendo una deuda de la dirigencia política argentina desde 1983 hasta aquí, no parece que lo expuesto en la alocución presidencial sea, si no lo mejor, al menos viable.

En el discurso se aludió a un accionar de los efectivos para cuyo despliegue hace falta un nivel de equipamiento que no solo hoy no se tiene sino –y esto es lo malo– que no sabe cuándo se tendrá. Por otra parte, la idea de involucrar a las FF.AA. en la lucha contra el narcotráfico debe analizarse con mucho cuidado. En ese sentido, la experiencia de México ha sido nefasta. Paralelamente, la opinión y el sentimiento de los integrantes de cada una de las fuerzas son prácticamente unánime en su rechazo a estas tareas. “Nos preparamos para defender a la Patria contra un agresor externo que ponga en riesgo nuestra soberanía, no para ser auxiliares de fuerzas policiales”, se escucha habitualmente en los ámbitos castrenses.

El mensaje de Macri, además, permitió abrir la puerta de la duda respecto de si las Fuerzas Armadas actuarán o no en tareas que conciernen a la seguridad interior. Y eso bastó para movilizar a la oposición. En ese universo están los que desde siempre han protestado cada vez que algún hecho trajo reminiscencias de la brutal represión desplegada por la última y sangrienta dictadura militar. Conviven ahí los diferentes partidos y las agrupaciones de izquierda, organizaciones sindicales, sociales y de Derechos Humanos. A ellos les asiste la legitimidad de la coherencia.

No es el caso, en cambio, del kirchnerismo siempre dispuesto a subirse a cualquier colectivo que les sea útil para exhibir su oposición al actual Gobierno. Allí aflora en forma diáfana la contradicción K: nadie puede olvidar que Cristina Fernández de Kirchner nombró como jefe del Estado Mayor del Ejército al teniente general César Milani, hoy preso por cargos de secuestro, tortura y desaparición de personas. Eso no es todo. Junto con las sospechas de enriquecimiento ilícito, pesan sobre él las de haber montado un aparato financiado con cientos de millones de pesos destinado a tareas de inteligencia interior. Que el kirchnerismo proteste ahora habiendo hecho lo que hizo con Milani, es una muestra de lo que es su esencia: la contradicción permanente.

Aporte intolerante. Consciente de su caída en las encuestas, María Eugenia Vidal salió este fin de semana a timbrear. “Tenemos que dar la cara”, dijo la gobernadora cada vez más afectada por el impacto negativo que sobre su figura viene produciendo el ajuste económico y las denuncias de aportantes truchos en el financiamiento de su última campaña electoral. El enojo mayor es contra “el fuego amigo”. De la oposición se ha verificado una clara ofensiva de Unidad Ciudadana que es comandada directamente por  CFK. Pero el problema principal lo tiene Vidal adentro. Ella quiere saber quiénes son los que, desde adentro del partido, urdieron esta metodología que representa una clara maniobra de lavado de dinero. Las sospechas de muchos de su entorno llevan a personajes de cercanía con el Presidente. A algunos de ellos ya los denunció, por otras causas, la diputada Elisa Carrió.

Los dichos brutales de Luis D’Elía –“A Macri habría que fusilarlo en la Plaza de Mayo”– no pueden pasarse por alto. Quien dice algo así se autodescalifica. Por lo demás, nadie puede sorprenderse por los dichos de alguien que ha hecho de la violencia un modus operandi de su accionar supuestamente político.

Lo que inquieta, en cambio, es el silencio del kirchnerismo, excepción hecha al momento de escribir esta columna, de Diana Conti. A Macri le corresponderá, en todo caso, el juicio de la Justicia. Y cuando deje la Presidencia, causas hoy dormidas lo tendrán seguramente como concurrente a los Tribunales de Comodoro Py. Esa es la norma en una sociedad democrática. Los fusilamientos son su antítesis de consecuencias nefastas. Y, para corroborarlo, están  los muchos fusilamientos ocurridos a lo largo de la historia política argentina. Todos fueron germen del odio y del revanchismo: fuente de Justicia, en cambio, ninguno.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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sábado, 19 de noviembre de 2016

Lo que se esconde tras las carreras de galgos… @dealgunamanera...

Lo que se esconde tras las carreras de galgos…


¿Cómo no agradecer la sinceridad de Diana Conti?

© Escrito por Carlos Pagni el sábado 19/11/2016 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Así como propuso que Cristina Kirchner se eternizara, así como alegó que con la política hay que enriquecerse, el miércoles defendió las carreras de galgos.

Las reivindicó como una fuente de trabajo para los veterinarios. Denunció que quienes las prohíben son "porteñitos" sugestionados por TN.

A Conti le faltó un argumento: esas carreras son un negocio de los operadores del juego clandestino. Sin ir más lejos, hace dos semanas se clausuró un canódromo en Luján.

¿Estuvo la mano de estos levantadores de apuestas detrás de los diputados que votaron en contra, se abstuvieron o faltaron?

La colérica Conti no logró la unidad de su bancada. Máximo Kirchner se abstuvo. Y Kicillof votó a favor.

Tal vez si hubieran advertido un dato de esa actividad todos se habrían inclinado por el no. Entre kirchnerismo y juegos de azar hay siempre una alianza incondicional.

Se advertiría si un día prohíben las carreras de caballos: habría una protesta nacional y popular, con Cristóbal López a la cabeza.




domingo, 2 de agosto de 2015

El odio… @dealgunamaenra...

El odio…


Nike es la cultura”, cantaba el Indio Solari en los 90 (“Vas corriendo con tus nikes / Y las balas van detrás / Lo que duele no es la goma sino su velocidad...”). Tiempos de pizza, champán y “zafar”, palabra clave del menemismo. ¿Cuál será la del kirchnerismo? “Justicia”, como reclamo y reparación, fue la más escuchada en alta voz. Frente a tribunales, en los actos de la AMIA, en las marchas por Nisman. Ni olvido, ni perdón, “justicia” dicen los familiares de las víctimas en la tele. “Pido justicia”, “quiero justicia”. “espero justicia”. 

“El odio es la cultura”, sería la canción de estos años (“Vas persiguiendo la justicia/ y los delincuentes van detrás/ lo que mata no es la verdad sino la impunidad”). Se ve en el fútbol. De tanto odiar al visitante se lo hizo “desaparecer” y los barras empezaron a odiarse entre ellos. Se lee en las crónicas policiales. El robo de un auto o un celular acaba en asesinato aun cuando la víctima no se resiste. O cuando linchan a un ladrón, o le dan una paliza brutal a un pibe en la puerta de un boliche. Se escucha en la calle. Dos autos que se rozan, un piquete que corta, y del odio salta una chispa que incendia todo.

En los foros de las redes sociales, en el maltrato personal, en la violencia de género. El odio que se transpira hierve en un río de lava espesa que corre por debajo de nuestra historia. Ciega, quema, desangra, destruye. ¿Desde cuándo? ¿Eramos así? ¿Fuimos siempre así?

Sé de un hombre grande que recuerda cuando, siendo un niño, los que regalaban juguetes de la fundación Evita se lo negaron porque, le dijeron, “tu papá no es peronista”. Y sé también que el dirigente sindical Julio Piumato estuvo casi siete años en la cárcel durante la dictadura, al mismo tiempo que otros delegados gremiales peronistas, como Gerardo Martínez, de la Uocra, eran informantes de los servicios de inteligencia de los militares y denunciaban a sus compañeros. Y sé de un hombre perseguido por el “vigilante político” de su barrio porque no quería llevar luto cuando murió Evita. Y sé que después de 1955, se prohibió hasta nombrar a Perón.

En el fondo de esa memoria hay un cruce de odios ancestrales. Perón, militar golpista, admirador del fascismo, derrocado por un golpe de Estado militar, se transforma en un símbolo civil de las fuerzas democráticas para enfrentar a la dictadura. El odio reencarnó con el matrimonio Kirchner, colaboradores, aprovechadores o cómplices según se mire de la dictadura militar, reconvertidos luego en “heroicos” millonarios liberadores de pobres. La peronista, como toda telenovela, se funda en la necesidad de recrear el odio para dividir y reinar con amor.

Miren el aviso de campaña. El peronista Felipe Solá acusa al peronista Aníbal Fernández de promover a los narcos. La vieja consigna “Liberación o dependencia” actualiza su sentido en el “Drogas sí o no” que propone Solá. Pero en octubre los verás a todos –Boudou, De Vido, los señores feudales de las provincias, Forster, González, Verbitsky, Menem, los que antes privatizaron y luego estatizaron YPF, Aerolíneas, y en el trámite se quedaron con la diferencia–, a todos los que decían odiarse, votando a Scioli y Karina, en fotos que evocan a Perón y Evita, a Néstor y Cristina, en nombre del amor.

El cóctel del odio se toma para olvidar. Lleva dos cucharadas soperas de traición y de promesas incumplidas que se revuelven como fracaso en más de un 25% de amargo obrero desocupado. Otro poco de ilusión perdida que deja en la boca ese criollo sabor a frustración, y una medida del deseo de lo que hasta ahora nunca jamás sucedió.

Cada día, en algún momento, la realidad te saca el increíble Hulk que todos llevamos dentro. Porque mueren pibes desnutridos, o se los condena a la miseria infinita, al paco, a la violencia, al crimen organizado, a morir por un celular, por viajar en tren, por querer vivir. Y encima, cada mañana, personajes miserables como Aníbal Fernández, Kunkel o Diana Conti hablan y echan odio a la inflamable hoguera del dolor.

© Escrito por Carlos Ares, Periodista, el sábado 25/07/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 12 de abril de 2015

Nuestra Señora de la Argenta… @dealgunamanera

Nuestra Señora de la Argenta…

¡ACADE...! Máximo Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

A través de la cadena nacional, Cristina Kirchner vuelve a apelar más a los consumidores que a los ciudadanos. Máximo déjà-vu.

El afiche “Máximo al gobierno / Cristina al poder” y la cadena nacional de la Presidenta fueron las novedades de esta semana.No es posible disminuir la importancia del afiche, como habría sido equivocado tomar en solfa el deseo que Diana Conti expresó con la lúcida frase “Cristina eterna”.

La cadena nacional del martes pasado debería haberse titulado: “Palabras de Nuestra Señora de la Argenta”. La Presidenta es una tenaz practicante del consumo de objetos y por eso sabe de qué está hablando. Un populista más tradicional habría subrayado “bienestar” y “derechos para todos”. Cristina, en cambio, dice “pararse frente a una vidriera”. Perfectamente a tono con la época, su discurso no se dirige a ciudadanos cuyos derechos se amplían sino a potenciales compradores de mercancías, cuyo voto ella necesita fidelizar (los términos de mercadotecnia corren por cuenta de la ideología del discurso presidencial). Por eso, durante un largo segmento de la última cadena nacional habló como la promotora de una tarjeta de compras.

Cristina, maniática coleccionista de joyas según últimas denuncias, se comportó de acuerdo con su sensibilidad.

Es una puesta al día del discurso populista. La “gente”, que mencionan otros políticos, valora la identidad de consumidora y tiene motivos de sobra para no aceptar la exclusión, cuando comprueba que muchos otros están incluidos en el mercado, para empezar los amigos de la Presidenta (y no sólo los dueños de diarios a los que ella insulta).

En el pasado, el discurso populista interpelaba al pueblo bajo diversos nombres: los clásicos vocativos argentinos fueron “descamisados” o “trabajadores”.

Cristina demuestra la obsolescencia de ese lenguaje. Interpela sin eufemismos a consumidores reales, potenciales o imaginarios. A la república de la “gente” le contrapone el régimen de los consumidores y ella se constituye en Nuestra Señora de la Argenta. Los excluidos de ese reino del consumo no figuran en los discursos, por motivos que ya explicó Kicillof.

Providencia. Es incuestionable el derecho a una jubilación por parte de quienes no pudieron probar treinta años de aportes en un país habituado a la irregularidad laboral. Sólo los muy reaccionarios pueden oponerse. Pero la cuestión no es ésta, sino el carácter providencial que la Presidenta atribuye a su acción de gobierno junto con la amenaza de que todo va a caer si ganan “los otros”. En un plano imaginario, Nuestra Señora transfiere al modelo consumidor a esos cientos de miles de jubilados que siguen siendo, en el mejor de los casos, humildes consumidores, si se juzgan los haberes que reciben con los que deberán pagar sus cuotas de los bienes adquiridos con la Argenta.

O sea que el Proyecto Kámpora es una especie de desarrollismo
pasado de fecha.

Esta puede ser una solución si no se encuentra otra mejor. Pero más vale no celebrarla como una política social progresista. Es simplemente una política mercado-internista, un rasgo que posiblemente sea el más estable de los que caracterizan al gobierno de Cristina Kirchner: mercado interno más un discurso industrialista que no coincide con los fríos y renuentes números de las inversiones.

Vencido. O sea que el Proyecto Kámpora es una especie de desarrollismo pasado de fecha, en lugar de la refulgente innovación que expone la Presidenta. Puede irse tranquila en este aspecto: ni la derecha más mercadocrática le quitará la jubilación no contributiva a nadie. Su monto no alcanza a cubrir lo que el defensor de la tercera edad Eugenio Semino estima como el costo de una canasta de bienes y servicios para un jubilado: en noviembre pasado, 6.720 pesos, es decir casi el doble de una jubilación mínima de 3.821 pesos en bruto (no queda mucho resto para mirar vidrieras y comprar alguna menudencia).

Para mantener ese capítulo del Proyecto no es necesario el autoritarismo presidencial, ni las cadenas nacionales, ni el discurso prepotente ni el hiperpersonalismo envilecido. Pero sería bueno, en cambio, que la Presidenta explicara el aumento de su patrimonio, que le permite mirar vidrieras sin angustia, y la oscura sociedad de su hijo con Lázaro Báez. Su audiencia, además de agradecerle la extensión de derechos, estaría en condiciones de reclamar sobre las cuentas poco claras de quien se los concede.

En una típica denegación, Cristina Kirchner también afirmó que ojalá no le tocara volver a la Rosada en 2019. Cualquiera podría leer la frase suprimiendo el adverbio negativo. El afiche mencionado al comienzo proclama: “Máximo al gobierno / Cristina al poder”. Lo que olvida es el carácter fúnebre que tuvo esa consigna, cuando fue “Cámpora al gobierno / Perón al poder”. A los 49 días de asumir, Cámpora se vio obligado a renunciar; lo sucedió Raúl Lastiri, yerno de López Rega, como presidente provisional; se llamó a nuevas elecciones, que ganó Perón acompañado por Isabel en la vicepresidencia. Meses después Perón murió y la Argentina empezó a recorrer un camino que terminó en el golpe de 1976.

Edgardo Depetri, uno de los que imaginaron el afiche, debería tomar un tónico para la memoria, ya que es lo bastante grandecito como para saber estas cosas y no evocarlas como himno triunfal, porque son combustible para una aventura destructiva. Además, y por si alguien lo olvidó, la Constitución prohíbe que se ocupe por tercera vez la Presidencia si no ha transcurrido “un período”. Un “período” son cuatro años. Es deseable que a ningún luchador del Proyecto y paladín de la obsecuencia se le ocurra confundirse, imaginar una renuncia como la de Cámpora y entronizar nuevamente a Nuestra Señora.

© Escrito por Beatriz Sarlos el sábado 11/04/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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lunes, 26 de enero de 2015

Matar al rusito descerebrado…De Alguna Manera...

Matar al rusito descerebrado…


Ahora puedo revelar la fuente porque Alberto Nisman ya murió. Hace exactamente dos años y cuatro días yo hablé largamente con él y me hizo revelaciones que hoy adquieren otro valor. El fiscal muerto estaba con mucha energía pero también, muy preocupado. Había recibido una amenaza más grave que la decenas de aprietes semanales con las que querían intimidarlo. Esta vez a Nisman le corrió un frío por la espalda porque el correo de origen desconocido que le habían mandado decía textualmente:”Rusito descerebrado, te vamos a matar a vos y a tus hijas. Judío hijo de mil putas. ¿No te das cuenta que cambió la mano?”. Semejante aberración era solo el comienzo.

El frío que le corrió por la espalda a Nisman fue porque le exigían que renunciara a la investigación o de lo contrario iban a matar a sus hijas, Iara y Kala. Ahi le enviaban algunas fotos de la casa y hasta del club que ellas frecuentaban y tenían un dato muy reservado que solo lo podrían haber conseguido con espías profesionales.

Hablaban de una inminente mudanza de sus hijas y era algo real que muy pocos sabían. Por cuestiones de estudio, estaban por cambiar de domicilio a los pocos días.

Había algunas precisiones que ni Alberto Nisman sabía.

Pero ese no fue todo el calvario que el fiscal denunció como corresponde en el juzgado Numero 9 a cargo del doctor Luis Rodríguez. Había fotos de atrocidades cometidas por los carteles de los narcotraficantes y le decían ”que tus amigos gringos te ayuden a conseguir un trabajo en el exterior”. Aquí aparece la primera curiosidad porque “gringo”, es la manera despectiva para dirigirse a los ciudadanos norteamericanos que utilizan mas en Venezuela y en Cuba que en Argentina. Aquí, en general se los llama yankys.

El texto repugnante de antisemitismo tiene consignas a favor de Irán y Hezbollah y hacen votos por la “muerte del sionismo usurpador”.

Yo le dije que Nisman estaba preocupado por el nivel de precisión informativa que tenía esta amenaza. Y estamos hablando de hace dos años. Estoy reciclando una columna que escribí en el diario Perfil el 17 de febrero de 2013. Pero también le comenté que estaba con las pilas cargadas de entusiasmo por el trabajo que estaba preparando. Me anticipó que era una denuncia de “600 fojas” que iba a revelar los contactos de kirchneristas con el iraní, prófugo de la justicia, Moshen Rabbani y otras cuestiones de similar gravedad. Insisto con el tema, Hace dos años Nisman me contó esto y yo lo publiqué en Perfil.

Solo hace falta ir al archivo para desnudar la mentira de Cristina que sugiere que otra persona le escribió de apuro el dictamen y que se lo dieron llave en mano para que Nisman lo presentara. Hoy nuevamente Cristina volvió a sugerir que Antonio Stiusso redacto el dictamen como venganza porque lo echaron de los servicios.

En aquel momento, Nisman me contó que tenía escuchas y un trabajo minucioso, casi obsesivo diría yo, sobre el rol de Luis D’Elía que se comportaba como un soldado de Irán. De hecho me detalló algo que tenía entre sus anotaciones pero que era público y por eso me lo podía revelar. Fue un intercambio de tuits entre el piquetero que aplaude a Cristina desde la primera fila y el empresario de medios mas beneficiado con la pauta oficial: Sergio Szpolski. D’Elía acusaba al editor de ser ”un coronel del MOSSAD que recibe millones del gobierno para hacer la comunicación kirchnerista” y el propietario de Tiempo Argentino, entre otros medios K, le contestaba que D’Elía ”era un ladrón que recibía cheques de Irán”. Otros tiempos. ¿Otros tiempos? Creativo Szpolski caracterizaba al régimen de Ammadinejad como el “triple esdrújulo, misógino, homofóbico y xenofóbico”.

El fin de semana anterior a mi publicación en Perfil, Horacio Verbitsky había castigado duro a Nisman acusándolo de haber viajado varias veces a Israel y Estados Unidos y colocando a la misma altura de demonios a Irán e Israel. Todo para argumentar y defender el pacto tenebroso de Etiopía que había firmado su amigo y subordinado, el entonces y actual canciller, Héctor Timerman. En su lenguaje donde mezcla el pensamiento de Cristina con el estilo de los informes de inteligencia que escribía en Montoneros, plantea que los atentados contra la AMIA y la embajada de Israel fueron “parte de una guerra que no libramos”.

Casualmente pero tal vez no tanto, el domingo pasado , en su habitual columna de Página 12, el mismo comandante cristinista escribió en forma muy crítica de lo que llamó “bodoque acusatorio” de Nisman y llamó a ocupar las calles “para marcarle los límites” a quienes “intenten castigar a la presidenta por la búsqueda de la verdad”. Convoco a la movilización popular si es que “un poder contramayoritario intenta confinar la política a un expediente judicial”. Allí denunció que Nisman se había encontrado con Ken Roy, el consejero político de la embajada de los Estados Unidos “antes de presentar su incandescente dictamen”.

El coro estable del gobierno le había tirado con munición gruesa al fiscal. Anibal y Coqui lo habían tratado de ridículo, estúpido, irracional, empleado de Stiusso y golpista. Diana Conti había dicho que iban a salir con los tapones de punta y le aconsejaba socarronamente a la hija de Nisman que se quedara tranquila, que no le iban a maltratar a su padre. “Ni lo intenten”, pintaron en las paredes los muchachos camporistas de Larroque y se prepararon para movilizar y hacer tronar el escarmiento tal como les recomendó en la mañana del domingo Verbitsky. Por esas horas, Alberto Nisman, murió con un tiro en la cabeza. Hoy la presidenta Cristina planteó que fue un asesinato y que le tiraron el cadáver a ella.

Quien quiera oír que oiga.

© Escrito por Alfredo Leuco el jueves 22/11/2015 y publicado en Alfredo Leuco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



domingo, 2 de noviembre de 2014

Tolerancia Cero… De Alguna Manera...


Tolerancia Cero…

William Bratton, jefe de policía de Nueva York en 1994.

El Senado suprimiría la conmoción social como condición de la prisión preventiva y modificaría la expulsión de extranjeros. Ningún código mejora la seguridad porque se aplica después del delito. La estigmatización de los extranjeros es un mensaje que nadie entiende mejor que la policía, gozosa de haber recuperado el autogobierno. Solidaridad oficialista con el agredido diputado Del Caño. La tasa de muertes violentas es la más baja en 30 años. Detalles estremecedores en el caso Arruga.

El ministro de Justicia y Derechos Humanos Julio Alak acordó con los senadores de las comisiones de Justicia y Asuntos Penales y de Presupuesto y Hacienda, suprimir la conmoción social de un delito y las condiciones del imputado como criterio para evaluar el riesgo de fuga y entorpecimiento de la investigación (artículo 185 del proyecto). Y el secretario de Justicia Julián Alvarez y el subsecretario de Política Criminal Juan Martín Mena intentarán reformular el artículo 35, inciso c, sobre expulsión de extranjeros en situación irregular en el país sorprendidos en el momento de cometer un delito. Por lo menos media docena de legisladores del Frente para la Victoria anunciaron que no aprobarían esas cláusulas contradictorias con la política aplicada por el gobierno nacional desde 2003. 

Un síntoma más de ello se produjo en la otra Cámara del Congreso, cuando el diputado del PTS Nicolás del Caño presentó una cuestión de privilegio por la agresión con balas de goma que padeció cuando acompañaba a los trabajadores de la multinacional Lear en conflicto. La diputada Diana Conti adhirió en nombre del Frente para la Victoria y el diputado Héctor Recalde abrazó al colega mendocino y le dijo que se oponía a cualquier forma de represión del conflicto social. El jefe del bloque de Senadores, Miguel Pichetto, se comunicó con la presidente CFK, quien admitió la posibilidad de esas modificaciones al Código Procesal Penal. La verdadera conmoción se produjo cuando el Poder Ejecutivo y los legisladores supieron que la repercusión social de algunos delitos y la personalidad del imputado como motivo para abandonar el principio de la libertad durante el proceso fueron introducidos en el Código por el dictador Jorge Videla. 

El Boletín Oficial del 6 de mayo de 1976, con su decreto mal llamado Ley 21.306, fue reproducido aquí el domingo pasado. Quien asesoró a Videla fue el penalista Eduardo Aguirre Obarrio, ministro de Defensa del ex dictador Agustín Lanusse en 1972, y defensor del almirante Isaac Anaya en el juicio de 1985. Quien derogó esa provisión autoritaria fue el presidente Raúl Alfonsín a los dos meses de asumir la presidencia. Otra figura central de la bancada oficialista, para quien se hacía difícil consentir semejante retroceso, es el ex ministro Aníbal Fernández, quien intervino en la sanción y promulgación de la Ley de Migraciones 25.871, vigente desde 2004, y en su decreto reglamentario, de 2010. Al contemplar la expulsión por delitos con pena mínima inferior a tres años, el artículo 35 del proyecto modifica sin decirlo esa ley. 

La posibilidad de expulsión ya estaba legislada, pero sólo para delitos graves y con condena en firme. Ahora se aplicaría a los presuntos autores de delitos de menor gravedad y sin realizar un juicio que establezca su autoría, por la sola definición policial y el consentimiento del imputado para que se suspenda el proceso. El verdadero problema de seguridad es que la principal forma que tiene la policía de desbaratar una banda, integrada por argentinos o por extranjeros, es cruzárselos en la calle, como habría ocurrido con la custodia del fiscal Carlos Stornelli y los colombianos sospechosos.

Inversión de criterios

Según el artículo 17 de la ley vigente la situación irregular sólo puede ser definida por la autoridad política migratoria. Por el artículo 61, si la irregularidad se constata, esa autoridad debe intimar al migrante a que regularice su situación y facilitarle el modo de hacerlo. La Dirección de Migraciones sólo puede declarar la ilegalidad de la permanencia si el migrante no regulariza la situación al ser intimado. En ese caso Migraciones debe pedirle a un juez contencioso administrativo la confirmación del acto de expulsión, cuya validez y razonabilidad se discutirá ante el tribunal. 

El artículo 29.c considera como límite a la concesión de residencia en el país “haber sido condenado o estar cumpliendo condena (...) o tener antecedentes por tráficos de armas, de personas, de estupefacientes o por lavado de dinero o inversiones en actividades ilícitas o delito que merezca para la legislación argentina pena privativa de la libertad de tres años o más”. El decreto reglamentario especificó que condenado es quien tenga una condena firme, y antecedente es “la condena no firme o el procesamiento firme”. La Corte Suprema de Justicia confirmó ese criterio en el Caso Granados Poma, de 2012. ¿Cuál puede ser el sentido de esa inversión, de expulsar a condenados y procesados por delitos graves a correr del país bajo la amenaza de prisión a personas detenidas por la policía por delitos menores? 

Es ilustrativo repasar qué delitos castiga el Código Penal con penas mínimas inferiores a tres años: participar en una riña en la que intervengan varias personas y no conste quien causó las lesiones o la muerte de la víctima (artículo 95); apoderarse de una cosa mueble ajena (162); usar la violencia para ello (164); despojar a otro de la posesión o tenencia de un inmueble (181); tener o portar armas de fuego sin autorización (189); detener o entorpecer la circulación de un tren (191); tirarle piedras cuando está en marcha (193); impedir o estorbar el normal funcionamiento de cualquier medio de transporte o los servicios públicos de comunicaciones, provisión de agua, electricidad o energía (194); suscitar tumultos o desórdenes (211); emplear la intimidación o la fuerza contra un funcionario público (237); desobedecerle o resistírsele (239); estorbarle el cumplimiento de sus funciones (241); violar los sellos colocados por la autoridad para asegurar la conservación o identidad de una cosa (254); quebrantar una inhabilitación impuesta por un juez (281 bis). 

Aparte de los robos y hurtos con o sin armas, surge transparente la criminalización del conflicto social y los métodos de lucha usuales: ocupación de tierras y viviendas, en las que participan con asiduidad inmigrantes de países vecinos; corte de rutas y de vías, manifestaciones en la calle, todo tipo de roces con policías, gendarmes y sus jefes, como el coronel Roberto Angel Galeano que exigió a un automovilista que bajara de su auto en la Panamericana y a los uniformados que lo sacaran a palazos.

¿Y por casa?

En todo el mundo los entusiastas de la Tolerancia Cero se inspiran en la tarea del ex alcalde de Nueva York Rudolf Giuliani, pero fuera de Estados Unidos pocos saben que el impulsor del concepto fue William Bratton, su jefe de policía. Bratton asumió el cargo en 1994 y su éxito en la reducción del crimen fue tan notable que Giuliani lo despidió en 1996: la popularidad del cana opacaba al político republicano. Luego de su también exitoso desempeño como jefe de policía de Los Angeles, adonde llegó después de los terribles tumultos raciales de 2002, Bratton recibió el ofrecimiento de hacerse cargo de la policía británica, pero el Parlamento lo vetó por su nacionalidad. No obstante, lo contrataron como asesor.

Hace diez meses, el nuevo alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, lo devolvió a su antigua responsabilidad en la Gran Manzana. De Blasio tiene dos hijos adolescentes, Dante y Chiara, que pese a sus nombres clásicos tienen la tez morena como su madre y fueron protagonistas de la espectacular victoria del padre, con casi el 75 por ciento de los votos. El aviso que decidió la elección fue grabado por Dante. Con su peinado afro a lo Angela Davis decía que Bill era el único demócrata con pelotas como para oponerse a las medidas discriminatorias del intendente Michael Bloomberg, por las que la policía puede cachear en busca de armas o drogas a cualquiera que le parezca sospechoso. Y ya se sabe quiénes siempre le parecen sospechosos. Por más que el presidente sea un afroamericano, los prejuicios siguen prevaleciendo y Obama postergó hasta después de las elecciones de pasado mañana el prometido decreto que aliviaría la situación de once millones de inmigrantes ilegales amenazados con la deportación. 

Las cadenas CBC y CNN informaron la semana pasada sobre el hostigamiento en una escuela del Bronx a dos chicos de 11 y 13 años, cuyos compañeros les gritaron “Ebola” mientras los golpeaban hasta dejarlos de hospital. Venían de Senegal, donde sólo se diagnosticó un caso de la enfermedad. Este es el riesgo de los estereotipos. Es probable que la expulsión de extranjeros no se incorpore al Código Procesal en los términos que anunció Cristina. Pero el mero discurso asociando extranjeros con delincuencia constituye un mensaje que la policía decodifica con entusiasmo y amplía la permisividad para los comportamientos tradicionales que tanto costó desterrar con la Ley de Migraciones. 

Por otro lado, cada ablandamiento de garantías procesales que se introduce con cualquier pretexto, tiende a generalizarse para cualquier otro uso. Si bien fue sobreseído, ya hubo un periodista de Santiago del Estero acusado por la ley antiterrorista y al mismo tiempo, en Estados Unidos, se descubrió que la ley de seguridad interior (la Patriot Act sancionada para librar la denominada Guerra contra el Terrorismo) se está aplicando con frenesí para otros fines. Esa ley permite a la policía ingresar a una vivienda y revisar todo lo que encuentren, sin notificar de ello a sus habitantes para que no sepan que los están investigando. 

La Fundación Nueva Frontera Electrónica informó ahora que entre septiembre de 2001 y abril de 2003 hubo 47 de esas incursiones sigilosas; el año pasado fueron 11.129, de las cuales apenas el 0,5 por ciento por sospechas de terrorismo. Radley Balko, autor del libro Rise of the Warrior Cop: The Militarization of America’s Police Forces escribió que cuando una ley concede nuevos poderes al gobierno “hay que dar por sentado que será interpretada en la forma más vaga, más expansiva y más favorable al gobierno posible. Si no ocurre así, bien. Pero ¿por qué correr el riesgo, por qué dejar esa posibilidad abierta. Lo mejor es escribir las leyes en forma muy cuidadosa, restrictiva y con explícitas garantías contra su abuso”.

¿Fue una contradicción que una vez electo, De Blasio convocara al artífice de la Tolerancia Cero? Para nada. Lo que sus epígonos sudamericanos nunca mencionan es que para Bratton esa inflexibilidad debe comenzar por la propia fuerza policial. Lo hizo durante su primera gestión, lo repitió en Los Angeles y lo está haciendo otra vez ahora. En un discurso ante más de 800 comisarios y oficiales, prometió que apartaría a las manzanas podridas que dan una mala imagen a la policía y los describió como “brutales, corruptos, racistas e incompetentes”, que “no entienden el juramento que prestaron ni están comprometidos a obedecer la ley”, por lo cual “no deberían estar aquí”. 

En su conferencia, Bratton mostró videos de oficiales que patean a un vendedor callejero y tiran al suelo a una mujer embarazada. Hace dos meses una gran manifestación protestó en Nueva York por la muerte del también afroamericano Eric Garner, quien vendía cigarrillos sin estampilla fiscal. Un policía le hizo una toma de estrangulación y lo asfixió. El presidente de la mutual hispana de policías, el detective Dennis González, aprobó la decisión de Bratton y le sugirió que comenzara por revisar con Asuntos Internos los legajos de los oficiales contra quienes hay quejas, para detectar patrones de abuso. ¿Suena familiar?

Autogobierno y complicidad

Esa depuración de las filas policiales es la misma línea que comenzaron los ex ministros Carlos Arslanian en la provincia de Buenos Aires y Nilda Garré en el Ministerio de Seguridad de la Nación y que abandonaron sus sucesores. Con Arturo Puricelli y Cecilia Rodríguez, asistidos por el médico que quisiera ser militar Sergio Berni, la Policía Federal recuperó la autonomía perdida y se orienta según la pauta del autogobierno que practica la Bonaerense. Lo sucedido con Luciano Arruga dista de ser un caso aislado. En 2009 el juez Luis Arias dijo que la policía bonaerense usaba las detenciones de menores por averiguación de antecedentes como método de reclutamiento para delinquir. 

Cuando los ministros de Seguridad, Carlos Stornelli, y de Justicia, Ricardo Casal, lo intimaron a precisar la denuncia, Arias enumeró 23 investigaciones penales de 2008 y 2009 por torturas a chicos, en las que se advierte “la idea de reclutamiento”. Poco después, el propio Stornelli se presentó para denunciar ante la justicia esa práctica perversa. Pero ya estaba de salida y Casal asumió las dos carteras, fusionadas en una hasta el año pasado. No habrá código que valga, mientras los presuntos encargados de brindar seguridad comanden la rapiña y formen parte de grandes redes de ilegalidad, por más fotos con Giuliani o con Alvaro Uribe que se saquen los políticos en campaña.

Esta semana, el Senado bonaerense convirtió en ley la expropiación del destacamento policial de Lomas del Mirador, donde Arruga estuvo detenido y fue torturado, y la instalación allí de un Espacio para la Memoria que llevará su nombre. Ese destacamento se creó a solicitud de los vecinos que reclamaban mayor seguridad. No es seguro que se hayan sentido defraudados por este nuevo episodio de higiene social, como los que producía en Don Torcuato el policía Beto Hugo Cáceres, porque el objetivo de eliminar a los negritos cuenta con inserción en sectores más acomodados de la sociedad, como se puede verificar en el foro de lectores de La Nación que se congratularon por la muerte de Arruga. En la misma sesión el vicegobernador Gabriel Mariotto planteó la unificación y el aceleramiento del caso contra los funcionarios judiciales que dilataron la investigación y encubrieron a los policías acusados. 

Así, el juez Gustavo Banco, que rechazó el hábeas corpus presentado por la familia de Arruga en cuanto se produjo la desaparición, deberá responder en el mismo jury de enjuiciamiento que las fiscales Roxana Castelli (quien delegó el sumario a la propia policía que lo extorsionaba) y Celia Cejas (cuya principal disposición investigativa fue espiar a la familia de la víctima). El juez federal de Morón Juan Manuel Salas mantiene el secreto del sumario mientras avanza en la obtención de pruebas, que le permitirían dejar de lado la cómoda hipótesis de un accidente de tránsito y confirmarían lo que la mamá Mónica Alonso y la hermana Vanesa Orieta sostuvieron desde el primer momento, sobre la responsabilidad policial en la muerte de Luciano. El estudiante que conducía el auto que lo atropelló declaró que Luciano “corría desesperado” y “parecía que estaba escapando”. El mismo juez Salas sobreseyó al dirigente sindical Rubén Sobrero por el corte de una autopista con un piquete durante el paro de una central en abril, aduciendo quienes ocupan el espacio público para que las autoridades los escuchen no deben ser sometidos a la acción penal que en ese caso criminalizaría “manifestaciones sociales pacíficas”.

© Escrito por Horacio Verbitsky el Domingo 02/11/2014 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.