Ruido por lúmpenes…
Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.
El Gobierno insiste en ver una conspiración detrás del atentado a Cristina para no hablar de economía.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Para ser claros: el principal problema –pero no el único– que afecta a la sociedad argentina en su totalidad es el incontrolable nivel de inflación. Y para este problema –así como para los otros– el Gobierno viene demostrando no tener ninguna solución.
Traducido: las cosas estaban tan mal que ante el primer atisbo de razonabilidad, en cuanto a correcciones de los desajustes fiscales, desde el norte aplaudieron de pie.
A pesar de esto, Massa no se llevó un cheque en blanco. Aun cuando dio un paso fundamental para permitirle al FMI anunciar que la Argentina viene cumpliendo con las metas, los deberes que debe completar son muchos y de alto costo político en relación con el frente interno del Frente de Todos contra Todos.
“Subsiste un estado de duda permanente. Eso lo genera la figura de Cristina. Todos acá saben que la que manda es ella, por lo que todos se preguntan hasta cuándo aguantará sin quejarse por las consecuencias de este inevitable gran ajuste que debe hacer”, señalaba otra voz del Fondo desde una de sus oficinas en el caluroso mediodía del último viernes en Washington.
El 7% de inflación fue un mazazo. Lo fue para el Gobierno en lo político y para la gente; en especial, para los más pobres. Los promedios de aumentos de los precios de alimentos en distintas zonas del Gran Buenos Aires, en donde la pobreza y la marginalidad se vienen enseñoreando desde años, fueron todavía mayores que la general.
En el ámbito legislativo le escucharon decir con sorna al propio Massa: “¿De qué se preocupan? Estamos haciendo lo que hay que hacer. El cambio de discurso es clave. ¿Qué esperaban que haga? ¿Qué querían que dijera?”(Sic).
Para un referente de la oposición acostumbrado a los vaivenes discursivos del kirchnerismo, el volantazo es tan grande que tendrá consecuencias. “Lo que ayer era un elefante hoy es una tortuga y te lo dicen con total convicción. Ese cambio de discurso tendrá costos. Una parte de La Cámpora y del Instituto Patria no lo va a digerir”.
Los pronósticos para este mes en curso no son mejores. Los guarismos de las dos primeras semanas de septiembre no son buenos. El aumento de los precios trae augurios sombríos. Los productores venden soja y liquidan dólares, pero el dólar “blue” no baja de 270. “Muchos reciben pesos y, al instante, los cambian en dólares”.
En virtud de la necesidad de desplazar a la grave crisis socioeconómica del centro de la agenda, el Gobierno viene desplegando un arsenal de acciones ruidosas vinculadas con el atentado que puso a Cristina Fernández de Kirchner a centímetros de la muerte. El oficialismo pretende hacer de un hecho grave llevado adelante por personas propias del lumpen una conspiración terrorista de alto vuelo en la que, de paso, intenta asociar al macrismo.
Nada que sorprenda: la mentira y el relato son la esencia del kirchnerismo. Es
algo que está en su génesis. Todo es puesta en escena: la fallida misa en la
Basílica de Luján que generó una oleada de críticas y pases de facturas entre
curas y obispos que aún no cesa. La reunión con trazos de teatralidad de la
expresidenta en funciones con un grupo ultraminoritario de curas y laicas que
han hecho de su devoción por ella un credo.
La supuesta intención de gestar un diálogo con la oposición que incluya una reunión entre CFK y Mauricio Macri. La promesa de otras convocatorias hechas por el ministro de Desarrollo de la provincia de Buenos Aires, Andrés Larroque, una voz de CFK.
En medio de este humo, avanza a paso firme la idea de supresión de las primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). La excusa que se utiliza prende en muchos sectores de la población: son muy costosas. Con ese criterio, en el futuro podrían peligrar las elecciones. Lo curioso –pero no sorprendente– es que las PASO fueron una creación de CFK luego de la traumática derrota electoral de 2009, en la que, en la provincia de Buenos Aires, el trío Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa fue vencido por Felipe Solá, Francisco de Narváez y Mauricio Macri. El objetivo es claro y burdo: complicar a la oposición y aprovechar para reinstalar en muchos distritos la ley de lemas, una distorsión grave y aberrante del voto.
La oposición tuvo ocasión de festejar una victoria de alto valor simbólico en la elección municipal de la pujante ciudad de Marcos Juárez, ubicada en el sur de la provincia de Córdoba. Sin embargo, todo lo que transmite hasta aquí es estar envuelta en una maraña de rencillas internas interminables. Mauricio Macri quiere ser candidato. Su voluntad es esa. A ello se opone Juliana Awada, su esposa. Habrá que ver cuánto pesa eso a la hora de las decisiones del expresidente.