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domingo, 14 de julio de 2024

Paradojas. La Biblia y el calefón… @dealgunamanera...

Paradojas. La Biblia y el calefón…

Por gracia recibida, Federico Sturzenegger. Dibujo: Pablo Temes

La Argentina se mueve a velocidad crucero entre extremos: la economía no despega, pero todo el mundo habla del país.    

© Escrito por Nelson Castro el sábado 13/07/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Finalmente hubo Pacto de Mayo. El acto fue una demostración de lo extravagante del momento que se vive en el ámbito de la política. En plena noche, con algún gobernador dormido y otros luchando para no caer en las garras de Morfeo, todos pasmados de frío y sometidos a una solemnidad que les quedaba lejana y los incomodaba visiblemente. Ni que hablar del disgusto de Mauricio Macri, cuyo protagonismo ausente se hizo notorio.

El expresidente no pudo disimular su enojo por considerar que debió haber recibido algún tipo de trato diferencial. Yendo a la substancia de lo que se firmó esa medianoche ávida de historia, a nadie escapa que el decálogo de buenas intenciones que se plasmó en el documento adolece de originalidad. Cada uno de sus puntos ya está enunciado en la Constitución Nacional. Dicho esto, es menester señalar que los gobernadores que no asistieron –Axel Kicillof, Ricardo Quintela, Gildo Insfrán, Sergio Ziliotto y Gustavo Melella– exhibieron la nociva miopía política que los aqueja desde siempre. La firma del Pacto de Mayo en nada afectaba sus convicciones ideológicas, a las que antepusieron a sus responsabilidades institucionales. La errónea concepción que tienen del ejercicio del poder les impide darse cuenta de que cada uno de ellos no está al frente de una facción partidaria sino de una provincia –en la que viven ciudadanos de diferentes pensamientos políticos– a la que deben representar y cuyos intereses deben defender. Parece mentira tener que recordarles a estos gobernadores esta verdad de Perogrullo.

El ministro Caputo tuvo que repetir esta semana que no está pensando en una devaluación.

Ya con el Pacto de Mayo firmado y la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos sancionada, el Presidente y su gabinete deben a partir de ahora enfocarse decididamente en la tarea de gobernar. Por si Milei no lo advirtió aún, la ausencia de gestión es uno de los principales problemas de su administración junto con la catarata de renuncias –y, sobre todo, despidos–en un contexto en el que nombres propios es lo que falta. El Gobierno festejó el índice de inflación del mes de junio que, a pesar de haber sido levemente superior al de mayo, permaneció bajo el guarismo de 5%. El 4,6% es producto fundamentalmente de la recesión económica reinante más allá de algún leve repunte que se evidencia en unos pocos rubros. El bolsillo está lejos de percibir algún alivio significativo y el aumento de las tarifas de los servicios públicos fue un azote. Es cierto que se ven caídas de precios, pero aún esos nuevos valores son altos para el menguado poder adquisitivo de la mayoría de los ciudadanos. La canasta básica está en 873.169 pesos. Por si alguien no cayó aún en la cuenta: una inflación del 4,6% mensual es alta. La pregunta que queda sin responder es si será posible perforar ese piso de entre el 4 y el 5%. La Argentina sigue siendo un país muy fuera de norma.

Es claro que el Gobierno enfrenta ahora un problema crucial: la falta de dólares. Esto lo aleja de levantar el cepo, medida esencial para la concreción de sus objetivos. Hasta que ello no ocurra, las ansiadas inversiones no vendrán. Sin levantamiento del cepo también se restringirán las liquidaciones de los productores agropecuarios, única manera que tiene el país de acumular dólares. Lo dijo con todas las letras Fernando Villela, el ahora exsecretario de Bioeconomía, cesanteado de un plumazo a comienzo de semana. Esta es la realidad. Por eso el Presidente produjo una sorpresa negativa cuando salió a acusar al banco Macro de estar boicoteando el plan económico. El fantasma de Sergio Massa allegado a Brito volvió a sobrevolar la escena. Esa acusación no solo sorprendió, sino que hizo ruido y generó incertidumbre. Le respondió el mercado con otra suba del blue. El intento de Luis Caputo de minimizar los dichos de Milei fue vano. Como hombre de la economía, el primer mandatario debería saber que los mercados reaccionan –ante todo– basados en la confianza o, mejor dicho, ante la falta de ella.

Una semana de furia.

Por otro lado, cuando durante los veinte minutos de chats abiertos al público que Milei tuvo el martes 9 a la mañana, Lucas Morando le preguntó sobre una posible fecha para la eliminación del cepo, la respuesta del Presidente fue interpretada de forma negativa por los mercados y los inversores. “El cepo no se levanta más”, fue la lectura que muchos hicieron. Como dijo Carlos Melconian: “No hay fideos ni hay tuco”. Al menos por ahora. La realidad demuestra que, por primera vez de manera insoslayable, a Caputo le hacen sombra los nubarrones. Esta semana tuvo que repetir que no está pensando en una devaluación. El Gobierno deberá pensar de manera urgente cómo reactivar la economía aun en un entorno desfavorable y con un Banco Central flaco en sus bolsillos. Las reservas de libre disponibilidad se acercan a cero.

Federico Sturzenegger acelera el comienzo de su gestión con fotos impostadas con el ministro de Economía. Habrá que ver hasta dónde llegan los tentáculos del nuevo hombre fuerte del Gobierno.

Mientras tanto, la Argentina sigue siendo un país pendular que se mueve a velocidad crucero entre los extremos: es el país que no logra despegar en materia económica, pero que tiene un presidente del que habla todo el mundo; es el país que no puede encontrar a un niño que desapareció de su hogar hace casi un mes; es el país del fútbol que, por los buenos resultados, le perdona todo a un presidente de la AFA muy flojo de papeles, es el país donde seis de cada diez niños son pobres, es el país que vive aferrado al pasado y con un futuro incierto... Argentina es el país de la Biblia y el calefón.



   

domingo, 30 de junio de 2024

Desinteligencias. Palabras devaluadas... @dealgunamanera...

 Desinteligencias. Palabras devaluadas...

El Messi de la economía... ¿Va al banco? Dibujo: Pablo Temes.

El Gobierno debe evitar hacer un dogma del doble discurso y la falta a la verdad como en el kirchnerismo.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 30/06/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Javier Milei obtuvo, finalmente, su primera ley. La sanción definitiva que le dio la Cámara de Diputados en su sesión del jueves terminó con el largo trámite de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos iniciado allá por enero. Luego de seis meses, el tortuoso camino que siguió el proyecto hasta su aprobación desnudó no solo la falta de poder que el oficialismo tiene en el Congreso, sino también la ineptitud de muchos de sus funcionarios para conducir la negociación política. Esto último dio pie a un profuso pase de facturas en el gabinete en el que aún persisten los recuerdos amargos de la gestión de Nicolás Posse. Como ya se dijo aquí, fue la mano del flamante jefe de Gabinete, Guillermo Francos, la que permitió llevar a buen puerto las complejas tratativas que fueron necesarias para sacar la ley adelante.   

Le corresponde ahora al Presidente poner manos a la obra y concentrarse en la gestión, el déficit más significativo que exhibe su administración. Eso mismo le señaló Mauricio Macri en el mensaje que le hizo llegar por medio de un tweet. 

Le corresponde ahora al Presidente poner manos a la obra y concentrarse en la gestión, el déficit más significativo que exhibe su administración. Eso mismo le señaló Mauricio Macri en el mensaje que le hizo llegar por medio de un tweet.

En la entrevista que le concedió a Antonio Laje en LN+ el viernes por la mañana, el Presidente adelantó algunas de las decisiones y medidas que dispondrá. Una de ellas es la confirmación de la designación de 
Federico Sturzenegger para llevar adelante la compleja trama de regulaciones que complican a nuestro país. El pensamiento del oficialismo para con la tarea del economista se resume en una frase: “No hacen falta muchas más leyes –todo lo contrario–; necesitamos derogar unas cuantas para avanzar sector por sector en diferentes desregulaciones”.

Entre los “devaluadores seriales” contra los que cargó el ministro Luis Caputo está el Fondo Monetario.

El expresidente del Banco Central en la gestión macrista tendrá un rol fundamental que lo llevará de manera ineludible a una alta exposición. Eso generará ineluctablemente tensiones con el ministro estrella Luis Caputo. Hablando del titular de la cartera económica, en su exposición del martes en el encuentro organizado por la Cámara de la Construcción, embistió duramente contra los que hablan de la existencia de un atraso cambiario. “Devaluadores seriales”, los llamó. Entre esos “devaluadores” se encuentra el Fondo Monetario Internacional, con alguno de cuyos funcionarios la relación es decididamente mala. Concretamente con Rodrigo Valdés, director del Hemisferio Occidental.  

No hubo una euforia extraordinaria en los mercados, ni aun con el elogio que a Milei le prodigó el FMI. Ocurren dos cosas: la primera es que el cepo todavía está lejos de levantarse. La caída de reservas que viene experimentando el Banco Central muestra la falta de dólares que complica el presente de la economía. Y sin el levantamiento del cepo, las inversiones con las que se ilusiona el Gobierno no llegarán, más allá de las que se experimentan en el ámbito de la minería y el petróleo. El dólar blue reflejó esta semana algunas de aquellas tensiones. Caputo presentó un nuevo borrador de acuerdo para el FMI, pero fue bruscamente rechazado por Valdés y la cúpula del organismo. “Nos hacen una caricia en el lomo, pero piden más ajuste sin valorar todo lo que hemos venido haciendo”, braman cerca de Luis Caputo y Javier Milei. Esa incomprensión los disgusta. Sobre todo, porque hace más difícil la llegada de nuevos desembolsos. Junto al fallido borrador, los funcionarios argentinos habían pedido unos 10 mil millones de dólares. Habrá que esperar a que cambie el viento. En el FMI prefieren que el país comience a devolver lo adeudado. 

Por otra parte, la falta de acuerdos políticos, sus expresiones confrontativas y sus conductas insólitas son factores negativos a los que el Presidente debería atender prioritariamente. En ese sentido, sus conductas no ayudan. Alguien tendría que asesorarlo bien para evitar situaciones como la que se produjo con el canciller Olaf Scholz. Según declaró el vocero del gobierno alemán, Steffen Hebestreit, Milei pidió poco antes del encuentro suspender la conferencia de prensa conjunta con Scholz y que la reunión durara una hora (sic). El Presidente negó que durante la conversación, el canciller le haya expresado su preocupación sobre la situación social y económica de la Argentina. Sin embargo, el señor Hebestreit señaló que en la reunión, Scholz habló, entre otros temas, de las consecuencias sobre el pueblo producidas por la reformas implementadas por Milei, a quien le insistió en la necesidad de mantener la cohesión social, subrayando que, en su opinión, la compatibilidad social y la protección de la cohesión social deberían ser estándares importantes.

El Presidente no puede darse el lujo de que lo desmientan a viva voz. Con ese tipo de “desinteligencias” corre el riesgo de ver devaluada su palabra, algo que era una marca registrada del kirchnerismo, que supo hacer de la falta a la verdad y el doble discurso un dogma que lo acompañó durante toda su gestión. No se puede cruzar esa marcada línea roja.




   

domingo, 23 de junio de 2024

Lo imprevisible. Confusión e incertidumbre… @dealgunamanera...

 Lo imprevisible. Confusión e incertidumbre…

Matador con traje de luces (Apagadas) Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes

Esta es la combinación que provoca la falta de lógica que prevalece en muchas de las conductas y decisiones del presidente Javier Milei.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Cuando en cualquier actividad de la vida prevalece la lógica de la ilógica se genera confusión e incertidumbre. Esta combinación lleva a la creación de un estado de cosas en el que reina la imprevisibilidad. Y esto termina afectando el curso de muchas decisiones, planes, procedimientos y pensamientos.

Mucho de esto es lo que prevalece en las conductas y en las decisiones de Javier Milei. Y lo que no advierte, es que las consecuencias de este comportamiento terminan complicando a su gobierno, que queda afectado por las consecuencias adversas que se vuelven imposibles de evitar. Veamos.

Es ilógico que el Presidente azuce permanentemente la conflictividad. En estas horas lo hemos visto en Madrid durante el discurso de agradecimiento a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien le otorgó la medalla internacional. Allí habló de las “manos porosas de los políticos”, para agregar: “Quizá la de un hermano, la de una pareja. Quien quiera entender, que entienda”. La alusión al presidente del gobierno de España no pudo haber sido más directa: tanto la esposa de Pedro Sánchez, Begonia Gómez, como su hermano, David Sánchez, conocido con el nombre artístico de David Azagra, están siendo investigados por casos sospechados de corrupción. ¿Era necesario meterse en un barro que hace a la vida política interna de España? ¿Más allá de sus acólitos y/o fanáticos, esto favorece la proyección de la figura de un hombre de Estado que antepone los intereses del país que representa a los gustos personales?

Ese afán por la conflictividad no es exclusivo del trato que Milei les dispensa a sus opositores o, a quienes no siéndolo, osan criticarlo o discrepan de algunas de sus medidas u opiniones. Al interior del Gobierno también reina este ámbito de desasosiego. El último episodio –aún en desarrollo– tiene que ver con la eventual designación de Federico Sturzenegger para ocupar un cargo aún no precisado dentro del gabinete nacional. No hubo que ser ningún zahorí ni analista político demasiado avezado para entrever el clima enrarecido que este posible nombramiento genera con el ministro de Economía, Luis Caputo. La relación entre ambos viene dañada desde diciembre de 2017. Tal daño se agravó tras la decisión adoptada por el entonces presidente Mauricio Macri, quien, el 14 de junio de 2018 designó al frente del Banco Central a Caputo en reemplazo de Sturzenegger, quien, en su renuncia expresó que  “en los últimos meses diversos factores fueron deteriorando mi credibilidad como presidente del Banco Central, atributo clave para llevar adelante la coordinación de expectativas tan importantes en la tarea que se me había encomendado”.  Uno de los “factores” de aquel deterioro tenía nombre y apellido: Luis Caputo.

Del infierno al paraíso.

La situación creada por el posible desembarco del asesor estrella de Milei –autor del mamotreto original de la así llamada ley Ómnibus– ha encendido luces amarillas y anaranjadas en el ministro de Economía y su entorno. Eso viene generando movimientos por parte de Caputo y su gente para de alguna manera blindarse ante las apetencias de poder –que las tiene y muchas– de Sturzenegger. De movida, pretende que su designación tenga rango de ministro. Pero fundamentalmente se frota las manos pensando en medidas más drásticas que su archirrival no se animó a tomar: liberar el cepo y meterse de lleno en la baja de impuestos al sector productivo. Cerca del ministro advierten lo siguiente: “este apuro tendría no sólo consecuencias peligrosas para la economía.

Es un golpe de efecto político que apunta a llevarse el crédito mientras que Toto hizo todo el trabajo sucio”.

Como telón de fondo, en el Gobierno preocupa –y mucho– las nuevas (viejas) exigencias del FMI. Una fuente que camina los pasillos de la Rosada asegura que “hay bronca ante la falta de comprensión del board del Fondo de los logros alcanzados”. El organismo de crédito internacional primero elogia y luego exige: devaluación y mayor aumento de tarifas. Traducido más ajuste. El choque está claro si recordamos que Javier Milei –cada vez que puede– señala lo hecho hasta el momento como “el mayor ajuste en la historia de la humanidad”. El FMI no come vidrio y va por más; sabe que la Argentina sigue siendo un paciente en terapia intensiva.

En política doméstica el Gobierno sigue andando el camino para la aprobación de la ley Bases. En ese trajín la figura de Victoria Villarruel volvió a ganar terreno no sólo por su discurso previo al desempate en el Senado, sino por su impronta propia como una de las mujeres fuertes dentro de La Libertad Avanza. Teléfono para el Jefe. La vice gana adeptos y tiene su propio club de fans en las redes sociales.

Villarruel cruzó de forma contundente a Irene Montero –exministra de Igualdad y referente de Podemos–, quien había criticado las políticas del gobierno libertario y le pidió a la Comisión Europea que actúe para “garantizar los derechos del pueblo argentino, sobre todo de las mujeres y personas Lgtbi”. La vice se movió como pez en el agua y mandó a la eurodiputada a que “se preocupe por su país” recordándole que Argentina es soberana y “no se deja presionar por ningún país extranjero”. Tampoco pasó desapercibida vestida de gaucho y montando a caballo en el acto conmemorativo de la muerte del General Martín Miguel de Güemes en Salta. Hay quienes ven en ella la intención de perfilarse como la sucesora en el sillón libertario. Un poco rápido para meterse en esa discusión, aunque es justo decir que lo que despierta las alarmas de algunos fanáticos de Milei es su discurso filoso, con una alta dosis de sentido común que no suele abundar en la política local.

Como reza el dicho popular: En todos lados se cuecen habas.



   

domingo, 26 de mayo de 2024

Ajuste que no cesa. Nadie es irreemplazable… @dealgunamanera...

Ajuste que no cesa. Nadie es irreemplazable…


En tránsito, Nicolás Posse. Dibujo: Pablo Temes.

Javier Milei ha dejado en claro que todos sus ministros y funcionarios de alto nivel están bajo análisis permanente. No hay respiro para nadie.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 25/05/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Hay un estado de revulsión dentro del Gobierno. El anuncio hecho por parte de Javier Milei en el reportaje con Luis Majul acerca de los cambios que habrá en el gabinete después de la aprobación de la ley Bases y Punto de Partida para la Libertad de los Argentinos es la confirmación de las tribulaciones que se viven en el corazón del poder. El hombre señalado es Nicolás Posse. El actual jefe de Gabinete, cuya voz conocimos recién hace diez días, cuando presentó su informe ante el Senado, no es cualquier funcionario. Por el contrario, es alguien que conoce al jefe de Estado desde hace años, de quien fue jefe en Aeropuertos Argentina 2000. Desde hace semanas las cosas no venían bien con el funcionario. Su relación con Karina Milei era tensa y crecientemente complicada. A él se le atribuyó el error de los aumentos de sueldos a los miembros del Poder Ejecutivo. A eso se le suman críticas por sus dificultades para encarar la gestión. Y no están ausentes también las sospechas que apuntan a cosas poco claras en el ámbito de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).

Frente a todos los inconvenientes de gestión por los que atraviesa el Gobierno, el Presidente despliega una estrategia comunicacional intensamente proactiva. El objetivo es claro: concentrar la atención sobre sus excentricidades y exabruptos para generar una agenda paralela que desplace la que atañe a la situación que vive la gente de a pie, en la que se enseñorean los aumentos de precios, la caída de la actividad económica, los despidos y la penuria causada por las crecientes necesidades de los que caen súbitamente en la pobreza y la indigencia. Esta semana los ejes de la agenda comunicacional que marcó el líder libertario pasaron por la disputa personal –innecesaria– con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez; el acto y show en el Luna Park, en donde el jefe de Estado presentó su libro y cantó, la tapa de la revista Time, la visita a La Rural y el acto sin pacto de ayer en Córdoba en la conmemoración de la Revolución de Mayo.

Hay que reconocer que, hasta el momento, todo esto le está dando resultado. El apoyo popular sigue intacto y por momentos renovado e incrementado. Lo que nadie sabe es hasta cuándo. Lo que sí está claro es que la oposición, con sus desaciertos, lejos está de poder perforar este núcleo duro de apoyos que concentra el Presidente. No solo eso. Con sus comportamientos, en los que lo que abunda es el oportunismo y la chicana de poca monta, la oposición parece empecinada en hacer todo lo posible para ayudar al oficialismo a fortalecerse. En el PRO, la imparable crisis que se viene desatando desde las elecciones del año pasado lejos está de encontrar su techo, alimentada por la fuerte interna entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich por la conducción del partido amarillo. A la actual ministra de Seguridad le llueven reproches –según la lectura de sus detractores– por querer intentar (léase forzar) la fusión de un sector del PRO con los libertarios. Los macristas de paladar negro están que trinan: “No podés olvidarte de dónde venís solo por el hecho de tener un cargo en el Gobierno”. Y agregan con malicia: “Bueno, en realidad no está claro de dónde viene”, haciendo referencia directa a la sinuosa carrera de colores políticos de la ministra.

Halcones versus palomas

En Unión por la Patria las cosas no están mejor. El procesamiento de Fernando Espinoza por abuso sexual puso de manifiesto la doble vara moral del kirchnerismo. Para la tribuna quedaron el Ministerio de la Mujer y los derechos de las víctimas a la hora de encubrir al intendente de La Matanza. El propio Axel Kicillof y la pomposidad de Mayra Mendoza quedaron en offside al no poder hacer pie en sus declaraciones sobre el caso. El gobernador de la provincia de Buenos Aires necesita pisar sobre seguro para poder seguir construyendo poder en su territorio. No es momento de pelearse con nadie, más aún cuando aparecen encuestas que señalan que sectores medios y bajos de la población le dan su apoyo al presidente Milei. La base electoral que siempre le ha servido de sustento al peronismo –sobre todo en las profundidades del Conurbano– ya no es un lugar seguro.

A estas horas nadie sabe bien cómo y cuándo la ley Bases será aprobada. A medida que pasan las sesiones de las comisiones parlamentarias del Senado, el mamotreto pergeñado por Federico Sturzenegger se va deshilachando mientras su nombre suena cada vez más fuerte para ingresar a un posible nuevo gabinete. Un día le modifican un artículo y al siguiente, otros más. Cada cambio envalentona a los senadores de la oposición y a sectores con capacidad de lobby para encarar el intento de alcanzar más enmiendas. Se ha transformado así en algo que parece ser de nunca acabar. El kirchnerismo duro sigue festejando de manera infantil la caída del “pacto de mayo” mientras el Presidente intenta mostrarse imperturbable rockeando en un acto partidario. La presentación de su nuevo libro, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica, fue una excusa perfecta para volver a marcar la cancha y concentrar la atención pública, pero no bastó para apaciguar el malestar que se vive puertas adentro de La Libertad Avanza. La palabra correcta es incertidumbre. Eso sienten muchos de los funcionarios oficialistas respecto de su propia continuidad en el poder. Parece claro que la estrategia de Milei es que nadie se crea que tiene el lugar asegurado. Nadie es irreemplazable y todos están bajo análisis permanente. El Presidente debería entender que una cosa es la eficiencia como base sólida de continuidad y otra muy distinta es el caos interno que genera su modo de ejercer el poder, el de su hermana y el del consultor estrella, Santiago Caputo. No hay respiro para nadie, mucho menos para cada uno de los argentinos que están haciendo esfuerzos inconmensurables para seguir creyendo que habrá luz al final del túnel. Que así sea.



   

domingo, 18 de febrero de 2024

El club de la pelea… @dealgunamaneraok...

 El club de la pelea…


Nuevas caras viejas, Federico Sturzenegger. Dibujo: Pablo Temes..

El pensamiento único, típico del kirchnerismo, es ejercido hoy por el presidente Javier Milei.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/02/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.



La dirigencia política de la Argentina atraviesa un particular momento en donde todo es pelea.

El gran impulsor de este presente en el que reina la agresividad entre quienes expresan pensamientos distintos es Javier Milei, para quien todo aquel que piensa distinto es lisa y llanamente un enemigo. Esto representa un verdadero problema porque socava el mismísimo concepto de democracia. La idea del pensamiento único representa la antítesis. Este concepto, que fue instalado por el kirchnerismo cuando llegó al poder, ha echado raíces en el Presidente. Y es notable ver cómo los enemigos se realimentan entre sí. Esto es tan viejo como tan vieja es la historia de la humanidad.

En el Instituto Patria, Cristina Fernández de Kirchner cree que el actual gobierno la revive. Y en el Gobierno celebran las apariciones de la expresidenta y ex vicepresidenta, porque perciben que eso los favorece fuertemente. Veamos.

La carta de 33 hojas de CFK demuestra varias cosas. La primera es que le sobra el tiempo libre. La segunda es que su necesidad de centralidad es afanosa. La tercera, que su voluntad de hacer daño permanece intacta. La cuarta, que su falta de autocrítica también permanece intacta. La quinta, la presencia –que no pasa desapercibida– de sus habituales confusiones y errores conceptuales. La sexta, sus contradicciones permanentes. A todas estas hay que agregar una séptima que sorprendió: su falta de timing. Haber publicado la epístola el mismo día en que se difundió el índice de inflación fue un error. “¡Qué favor nos hizo!”, señalaba una voz del oficialismo con euforia.

La carta de CFK demuestra que le sobra el tiempo libre y que necesita centralidad

Claro que los problemas que enfrenta el Gobierno son muchísimo más complejos que la carta de CFK. La persistencia del Presidente en querer romper cualquier puente de negociación, con casi todo el espectro político demuestra que no ha terminado de comprender que ya no está en el medio del fragor de la campaña electoral. Hoy el Gobierno no tiene la posibilidad de hacer aprobar por parte del Congreso ningún proyecto de ley. Ni aunque se aliara finalmente con Macri tendría los números para alcanzar las mayorías que se necesitan para sancionar leyes. Sobrevuela en el círculo áulico de La Libertad Avanza el siguiente razonamiento: “enviaremos al Parlamento proyectos de ley más cortos y cuando la oposición los rechace, nos encargaremos de dejarlos expuestos ante la sociedad”. Creen que haciendo esto –tal como hicieron con los diputados que no votaron el proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” será suficiente para quedar exonerados de cualquier responsabilidad por los eventuales fracasos de la presidencia de Milei. Se equivoca el Presidente si cree que con esto solo se puede gobernar. También se equivoca si cree que los integrantes de “la casta” se van a rasgar las vestiduras ante supuestas revelaciones que ya son conocidas por todos. ¿Qué le hace una mancha más al tigre?

El papa Francisco le dejó a Milei dos enseñanzas muy claras: la importancia del perdón y el valor de escuchar al otro. El afecto que el Sumo Pontífice le dispensó a Milei fue un mensaje muy potente que representó un mensaje no sólo para el Presidente sino para la sociedad argentina. No hubo reproches, no hubo malas caras, no hubo tensiones sino sonrisas, bromas y abrazos que Francisco promovió y aceptó. “Gracias por venir”, le dijo a quién lo había tratado de representante del “Maligno” en la tierra.

En la reunión del lunes –de duración inusual–, el Papa, que tiene una visión económica distinta a la del Presidente, lo escuchó con máxima atención. Por lo que se vio después, Milei no parece haber aprendido la enseñanza que dejaron los gestos de Francisco. Encerrarse en el pensamiento propio es como refugiarse en una caja de cristal. No sólo por su fragilidad, sino por la posibilidad de quedar a la intemperie a la vista de todo el mundo. Al expresidente Mauricio Macri le ocurrió algo similar en distintos tramos de su mandato. Se dejó acaparar –en su atención y hasta en su voluntad– por Marcos Peña y se alejó de quienes querían ayudarlo a ejercer el cargo con una visión más acertada de la realidad. El expresidente debería advertirle a Javier Milei que esa actitud no conduce a buen puerto.

Con una oposición tan fragmentada es difícil para el Gobierno encontrar aliados

Sin embargo, la actualidad política rica en discusiones estériles de una oposición dialoguista y no dialoguista totalmente fragmentadas hacen difícil la tarea de encontrar verdaderos aliados. Juntos por el Cambio ya no existe más. En el PRO las cosas ya no son como solían ser y la búsqueda de nuevos líderes agita las peleas internas. En el radicalismo no hay nada que sorprenda. Un partido con dirigentes que añoran poder enquistados en una estructura que no se renueva y que arrastra todos los vicios de la vieja política. Su límite es la institucionalidad. En eso se diferencian claramente de una gran parte del peronismo que hace y hará cualquier cosa para recuperar el poder. Dentro de Unión por la Patria las cosas no están mucho mejor. La expresidenta se sigue mirando el ombligo y se cuida las espaldas, temerosa de las causas judiciales que la acechan. Su hijo Máximo ha vuelto a ser una caricatura huérfana de poder, sin horizonte ni capacidad de conducción. Axel Kicillof, soporta a duras penas la realidad de la provincia de Buenos Aires.

No le está resultando fácil gobernar el distrito más complejo del país. Quienes veían en él una posibilidad de reagrupamiento serio, lo están pensando dos veces. En este caldo de cultivo para disputas y conspiraciones Sergio Massa espera su momento como un espectador de lujo. Por eso es tan importante que al Gobierno le vaya bien. La Argentina no puede permitirse retornar a lo viejo conocido. Un pasado que atormenta y del cual sería muy difícil volver a salir.





   

miércoles, 31 de agosto de 2022

El endeudamiento durante la presidencia de Mauricio Macri… dealgunamaneraok...

El endeudamiento durante la presidencia de Mauricio Macri…

 


Caracteriza el proceso de endeudamiento por parte de Cambiemos no solo en términos macroeconómicos y financieros sino también legales, desnudando el desapego institucional que el gobierno tuvo desde sus inicios.

© Escrito por Sebastián Soler (*) el lunes 10/01/2019 y publicado por Voces del Fénix de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.  

Enumerar las cifras que exponen la magnitud y el costo de la deuda pública incurrida durante la presidencia de Mauricio Macri es un ejercicio masoquista pero ineludible para comprender el formidable lastre financiero que su gobierno legará a quien lo suceda en diciembre. Describir algunas de las estratagemas legales de las que se valió el oficialismo para contraerla puede servir para revelar el desapego institucional que caracterizó a su gestión desde el inicio. Ambas cuestiones se abordan a continuación.

La magnitud de la deuda

La información más reciente sobre la deuda del gobierno nacional publicada en la página oficial del Ministerio de Hacienda incluye los datos al cierre del segundo trimestre de 2019 y, por lo tanto, no refleja aún los efectos de la recaída devaluatoria padecida en agosto, especialmente el deterioro inevitable de los índices que miden distintos aspectos de la deuda en relación al producto interno bruto (PIB).1

Al 30 de junio de este año, la deuda pública total del gobierno nacional sumaba U$S337.267 millones, 115.000 millones de dólares más que los U$S222.703 millones de deuda que Macri heredó del gobierno anterior (sin incluir en el punto de partida los reclamos de los fondos buitre por U$S17.962 millones cuyo pago Macri decidió saldar tan pronto asumió).

Esa deuda equivalía al 80,7% del PIB al final del primer semestre y es probable que cuando termine 2019 el gobierno nacional les deba a sus acreedores más dinero que el que los argentinos producimos en un año. Recordemos que cuando Macri inició su mandato, en diciembre de 2015, la deuda pública de la administración central representaba solo 52,6% del PIB (y menos del 50% si se excluye el reclamo de los fondos buitre).

El costo financiero de la deuda

Pagar los intereses de la deuda pública nos costará este año casi el doble de lo que nos costó durante el último año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En 2015 los servicios de interés equivalieron al 2% del PIB y al 7,9% de los recursos tributarios; este año se estima que insumirán no menos del 3,7% del PIB y el 16,1% de la recaudación impositiva.

Tampoco es una ganga el costo que debe pagar el país por los U$S44.100 millones que el Fondo Monetario Internacional ya le prestó al gobierno de Macri. Cuando Nicolás Dujovne anunció la firma del acuerdo stand-by, en junio de 2018, el entonces ministro de Hacienda argumentó que “el FMI es el financiamiento más barato que tenemos disponible”. Dujovne tenía razón, pero la palabra clave de su frase es “disponible”, no “barato”. Sumando cargos y comisiones, el FMI cobra aproximadamente 4% anual por cada dólar que nos presta.

Es una tasa más económica que el 9% o 10% que el mercado le hubiera exigido al gobierno en aquel momento, cuando el riesgo país, que mide la diferencia entre el rendimiento de un bono soberano argentino y uno del gobierno de los Estados Unidos de duración similar, oscilaba entre los 500 y 600 puntos básicos (y ni hablar ahora que esa brecha supera los 2.200 puntos). Pero ese cálculo es mera especulación teórica porque en la práctica el mercado internacional de deuda ya estaba clausurado para la Argentina desde febrero de 2018. La comparación relevante debería ser con el interés que pagan para financiarse los demás países.

Por ejemplo, en nuestra región, Chile, Perú y Uruguay pueden conseguir financiamiento en dólares del sector privado a un costo igual o menor al que nos cobra el FMI y a plazos más largos. En una época de tasas de interés tan bajas, cuando no insignificantes, o incluso negativas, el costo de financiarse con el Fondo no es precisamente barato.

La composición de la deuda

El volumen y el costo de la deuda son solo una parte del problema. También debe preocuparnos en qué moneda nos hemos obligado a repagarla y a quiénes se la debemos, porque esos datos influyen sobre la dificultad para refinanciarla.

Al 30 de junio de este año, el 76,8% de la deuda pública estaba denominado en moneda extranjera (comparado con el 69,3% en 2015), y el peso de esa deuda, medida en relación con las exportaciones, no ha cesado de engordar año tras año desde que nos gobierna Macri: 212% en 2015, 252% en 2016, 296% en 2017 y 328% en 2018.

En diciembre de 2015, la deuda del gobierno nacional considerada “externa” porque sus acreedores residen en el extranjero representaba el 28,5% del total (y equivalía apenas al 13,9% del PIB); al 30 de junio de este año, la deuda externa ya ronda el 50% del total (y equivale al 40,1% del PIB).

Según cálculos del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana de la Educación y el Trabajo (UMET), al final de la presidencia de Fernández de Kirchner los acreedores de casi dos tercios de la deuda del gobierno nacional eran entidades del sector público (64,0% sector público, 23,8% sector privado y 12,2% organismos multilaterales y bilaterales). Esa relación se invirtió durante la presidencia de Macri: al 30 de junio de 2019, la deuda del gobierno nacional estaba en manos de acreedores privados en un 42,8%, de organismos multilaterales y bilaterales en un 20,2% y del sector público en un 37 por ciento.

Es decir, tras tres años y medio de gobierno de Macri, no solo debemos más dinero que antes, sino que se lo debemos sobre todo a acreedores privados extranjeros y en moneda extranjera.

La carga adicional de la deuda de las provincias

Entre marzo de 2016 y diciembre de 2017, trece provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires emularon al gobierno nacional y emitieron títulos de deuda denominados en moneda extranjera por un total de U$S11.581 millones, principalmente para financiar gasto corriente en pesos. Incluso la provincia de Buenos Aires primereó a la Nación vendiendo U$S1.250 millones de bonos en dólares a una tasa de 9,13% en marzo de 2016. Debe haber contribuido al éxito de la operación que las autoridades bonaerenses no reprodujeron en el prospecto que les entregaron a los inversores la queja de su gobernadora por haber recibido “una provincia quebrada”.

Las provincias deberán devolver los dólares obtenidos mediante esas emisiones con los pesos cada vez más devaluados provenientes de su recaudación tributaria o de las regalías hidrocarburíferas, en los casos de aquellas provincias productoras de hidrocarburos que las cedieron en garantía, lo cual generará una presión adicional sobre el mercado de cambios cada vez que tengan que pagar los servicios de interés y capital.

Vencimientos de deuda durante el próximo mandato presidencial

Según los cálculos del Ministerio de Hacienda basados en las cifras y el tipo de cambio al 30 de junio de 2019, el próximo presidente deberá afrontar durante sus cuatro años de mandato vencimientos de capital e intereses de la deuda pública del gobierno nacional por un total de U$S202.077 millones: U$S44.232 millones de capital y U$S16.606 millones de intereses en 2020, U$S34.848 millones de capital y U$S12.119 millones de intereses en 2021, U$S39.997 millones de capital y U$S10.363 millones de intereses en 2022, y U$S35.686 millones de capital y U$S8.223 millones de intereses en 2023. El 75% de esa deuda está denominada y debe pagarse en moneda extranjera.

Debido a la fecha de corte del 30 de junio, esas cifras no incluyen los U$S5.400 millones del último tramo del préstamo stand-by que el FMI le transfirió al gobierno en julio pasado ni, claro está, los U$S5.400 millones del tramo siguiente cuyo desembolso fue suspendido por el organismo. Tampoco reflejan los pagos de capital por un monto equivalente a U$S7.000 millones de las letras del tesoro de corto plazo en dólares y pesos, cuyos vencimientos fueron diferidos para el año próximo por decisión unilateral del gobierno.

Cien años y cincuenta y siete mil millones de deuda a sola firma

El gobierno desafió la legalidad para concretar las dos operaciones de deuda más emblemáticas de su gestión: el bono centenario y el préstamo del FMI que nos endeudaron, respectivamente, por el período más prolongado y por el monto más grande de nuestra historia como nación independiente.

En junio de 2017, la República Argentina resolvió endeudarse en dólares por U$S2.750 millones, comprometiéndose a pagar un interés anual de 7,125% durante los cien años siguientes. Por “República Argentina” debe entenderse “Luis Andrés Caputo”, el nombre del único funcionario público que firmó la Resolución 97-E/2017 del Ministerio de Finanzas mediante la cual nuestro país emitió los bonos con vencimiento en el año 2117 que instrumentaron esa obligación secular.

La emisión del bono centenario es apenas un ejemplo, pero tal vez el más elocuente, de una táctica legal que el gobierno de Macri perfeccionó para conseguir sus objetivos financieros ahorrándose las molestias del debate parlamentario y el escrutinio público. Consistió en circunscribir al máximo y diluir en ambigüedades las disposiciones generales incluidas en la ley formal y reservar para la reglamentación posterior, mediante decreto del presidente o mera resolución de alguno de sus subordinados, la facultad decisiva de precisar los detalles verdaderamente relevantes de la legislación.

La secuencia legislativa utilizada para aprobar y disponer la emisión del bono centenario ilustra el método: El artículo 60 de la ley 24.156 de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público Nacional establece que las operaciones de crédito público del gobierno nacional deben ser autorizadas por la ley de presupuesto o por una ley específica que debe indicar, “como mínimo”, ciertas características de las operaciones, entre las que se incluye “el plazo mínimo de amortización”, pero no dice nada sobre el plazo máximo.

Acatando formalmente ese requisito, el artículo 34 de la ley 27.341 del Presupuesto 2017 y su planilla anexa, sancionados a instancias del Poder Ejecutivo, habilitaron al gobierno nacional a realizar operaciones de crédito público con plazos mínimos de entre noventa días y cuatro años, pero obviaron señalar sus plazos máximos. El decreto 29/2017 del presidente Macri implementó dicha autorización facultando al Ministerio de Finanzas a emitir títulos públicos por hasta U$S20.000 millones y determinar las “épocas, plazos, métodos y procedimientos” de su emisión. Fue en ejercicio de dicha facultad que el entonces ministro Caputo dictó la Resolución 97-E/2017 y dispuso la emisión del bono de cien años de duración.

Una lectura superficialmente literal de ese encadenamiento de normas justificaría la decisión de Caputo con el argumento de que la Ley de Administración Financiera no requería que la Ley de Presupuesto señalara un plazo máximo, los legisladores omitieron indicar uno y el presidente le delegó al ministro la potestad de fijarlo. Sin embargo, esa interpretación soslaya los requisitos de proporcionalidad y razonabilidad que deben satisfacer los actos administrativos, en especial cuando se ejecutan en ejercicio de facultades discrecionales.

Es a la luz de esos principios que debe interpretarse la expresión “como mínimo” que precede la lista de características de las operaciones de crédito público que, conforme el artículo 60 de la Ley de Administración Financiera, debía precisar la Ley de Presupuesto del ejercicio 2017. Tal vez hubiera sido razonable y proporcional que el ministro Caputo aprovechara la laguna normativa de la Ley de Administración Financiera y la omisión de un plazo máximo en la Ley de Presupuesto para resolver la emisión de un bono con treinta años de plazo, un período equivalente al de otros títulos públicos que ya estaban en circulación.

Pero la misma lógica no se aplica a la emisión de un bono centenario inédito, cuyas características extraordinarias no fueron anticipadas en el mensaje del Poder Ejecutivo que prologó el proyecto de ley de presupuesto enviado al Congreso, contempladas por las Cámaras en el debate que precedió a su sanción, o mencionadas por el Presidente en los considerandos del decreto que le delegó a Caputo la facultad de endeudar a sus compatriotas por un siglo.

Un año más tarde, el gobierno volvió a utilizar el método de endeudamiento “a sola firma” cuando en junio de 2018 le pidió al FMI una línea de crédito stand-by de U$S50.000 millones (incrementada a U$S57.000 millones en septiembre), de la cual ya retiró U$S44.679 millones y pugna por obtener otros U$S5.400 millones antes del final del mandato de Macri.

No hay ley del Congreso, decreto del Presidente o resolución ministerial que haya dispuesto específicamente endeudarnos de esa manera y por semejante monto con el FMI. La única evidencia de la voluntad del Estado argentino son las firmas de Nicolás Dujovne y Federico Sturzenegger, que por entonces ocupaban los cargos de ministro de Hacienda y presidente del Banco Central, al pie de la carta de intención, de fecha 12 de junio de 2018, enviada a la directora gerente del Fondo Christine Lagarde, “solicitando formalmente un acuerdo stand-by del FMI”.

El gobierno volvió a recurrir a una interpretación literal del texto del artículo 60 de la Ley de Administración Financiera para justificar que fueran suficientes las firmas de Dujovne y Sturzenegger para pedirle miles de millones de dólares prestados al FMI como antes adujo que le alcanzaba con la de Caputo para endeudarnos por cien años.

En el caso del stand-by se aferra al último párrafo del artículo, que “exceptúa” del requisito de autorizar las operaciones de crédito público mediante la ley de presupuesto o una ley específica si se trata de “operaciones de crédito público que formalice el Poder Ejecutivo nacional con los organismos financieros internacionales de los que la Nación forma parte”. Sería un argumento atendible si se tratara de uno de los préstamos considerados “normales” por los reglamentos del FMI, cuyos desembolsos anuales no pueden superar el 145% de la cuota del país miembro en cada uno de los tres años de duración del acuerdo.

Pero el préstamo stand-by solicitado por Dujovne y Sturzenegger es un acuerdo de “acceso excepcional” cuyo monto equivale aproximadamente al 1.270% de la cuota que paga nuestra nación para “formar parte” del FMI y representa el crédito más grande en toda la historia del organismo.

¿Cuál sería el límite de la duración de un bono o de la magnitud de un crédito del FMI implementados sin autorización legal si prevaleciera esta interpretación literal de las disposiciones del artículo 60 de la Ley de Administración Financiera? Los antecedentes mencionados sugieren que no los habría. Según esa lógica, quien pidió cincuenta mil millones, podría pedir cien mil millones, y quien nos endeudó hasta el año 2117, también podría colocar un bono “perpetuo”, como los que antaño emitieron el Reino Unido y los Estados Unidos.

El Congreso sancionó la Ley de Administración Financiera en 1992 y el texto de las dos disposiciones mencionadas de su artículo 60 –la omisión del plazo máximo en la lista de características del endeudamiento que deben ser autorizadas por ley y la excepción para los créditos de los organismos internacionales– permanece inalterado desde entonces.

Tal vez haya llegado el momento de enmendarlo para, por ejemplo, exigir autorización específica mediante ley para cualquier operación de crédito público cuyo plazo supere los diez años y para cualquier financiación de un organismo internacional que exceda determinado monto o no consista en la renovación de un acuerdo vigente en condiciones más favorables.


1Salvo cuando se indica lo contrario, los datos sobre la deuda pública del gobierno nacional provienen de la información oficial difundida en la página de la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Hacienda, que se puede consultar en: 

https://www.argentina.gob.ar/hacienda/finanzas/deudapublica/informes-trimestrales-de-la-deuda
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* Abogado de la Universidad Nacional de Rosario y Máster en Derecho de la Universidad de Harvard. Miembro del Consejo Administrativo de FIDE.