Mostrando las entradas con la etiqueta Esteban Righi. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Esteban Righi. Mostrar todas las entradas

sábado, 5 de diciembre de 2020

Se dice de mí... @dealgunamanera...

Qué decía Alberto Fernández sobre Amado Boudou en 2014… 

Alberto Fernández fue crítico de Boudou cuando tuvo que declarar en 2014 Foto: Noticias Argentinas

El actual mandatario enumeró las “mentiras” con las que “pretendió defenderse” el exvicepresidente de Cristina Kirchner en una columna publicada en La Nación.

© Publicado el viernes 04/12/2020 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


 

En el 2014, Alberto Fernández ya llevaba un tiempo alejado del kirchnerismo y del mundo de la política. Tras renunciar a ser jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner en 2008, el actual presidente se había vuelto muy crítico de la viuda de Néstor Kirchner, de su gestión al frente de la Casa Rosada y de varios de sus funcionarios. Uno de los miembros del gabinete cristinista más cuestionados para ese entonces era el vicepresidente Amado Boudou, investigado por presunta conducta incompatible con la función pública y enriquecimiento ilícito en la causa Ciccone. En mayo del 2014, el juez Ariel Lijo lo citó a declaración indagatoria para el 15 de julio de ese año.

 

Ese pedido de indagatoria tuvo una fuerte repercusión, tanto dentro como fuera del país. Los medios extranjeros hicieron eco de la noticia, que supuso un escándalo internacional. En Argentina, las críticas también proliferaron. Ese mismo 30 de mayo, Alberto Fernández publicó una columna en el diario La Nación en la que acusó a Boudou de mentir.

 

Ciccone: un fallo que trae otra vez a Rafecas y ensancha la grieta entre Alberto y Cristina

 

“Todas las excusas dadas por él hasta aquí se han ido desvaneciendo con la misma velocidad con la que el agua se escapa entre los dedos. Boudou ya no tiene coartadas. Los argentinos saben cuánto ha mentido en su alocada carrera por escapar de los hechos que se le atribuyen”, arrancó el actual mandatario bajo el título Boudou: game over.

 

Fernández sostuvo en su nota que no era cierto que Boudou hubiese sido presionado por Esteban Righi y Adelmo Gabbi. Asimismo, el peronista enumeró varias de las mentiras que habría dicho el vice, por ejemplo que sí conocía a Alejandro Vandenbroele porque era quien pagaba los servicios de su departamento en Puerto Madero así como tenía vínculos con The Old Fund porque pagó viajes de placer a parientes suyos. 

 

En el texto también destaca que el titular de la AFIP dio a conocer una misiva firmada por Boudou en su condición de ministro de Economía en la que solicitaba flexibilidad en el cobro de una deuda impositiva para la empresa Ciccone. “Tan solo el sinnúmero de mentiras con las que pretendió defenderse, bastaría para poner en crisis la honorabilidad del vicepresidente”, aseveró Fernández.

 

Boudou ya no tiene coartadas. Los argentinos saben cuánto ha mentido en su alocada carrera por escapar de los hechos que se le atribuyen

 

Para el profesor universitario, era “sorprendente” que miembros del oficialismo avalaron sus dichos y lo exculparon de las acusaciones que pesaban contra él. “Tan fuerte fue la defensa organizada desde el poder, que hasta una ley de la Nación impulsada por la mismísima Presidenta acabó por expropiar la empresa Ciccone para hacer más compleja la investigación de la maniobra”, destacó.

 

Una actitud muy similar que tomar ahora varios referentes kirchneristas como el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, o el ministro de Desarrollo de la Comunidad de la provincia de Buenos Aires, Andrés ‘Cuervo’ Larroque tras que trascendiera que la Corte Suprema de Justicia confirmó ayer jueves 3 de diciembre la condena de cinco años y diez meses de prisión contra Boudou en el caso Ciccone, por lo que el ex vicepresidente quedó cerca de volver a la cárcel. 

Las críticas a Cristina 

Una de las partes más sensibles de la columna es en el momento en el que Fernández apuntó contra la entonces presidenta, que ahora actúa como número dos dentro de su propio gobierno. “Hubo además un silencio presidencial que avaló esos alegatos defensivos. Cristina siempre supo que Boudou ocupa la vicepresidencia de la Nación solo por su decisión personal. Hasta aquí, le ha costado mucho admitir el error que ha cometido. Tanto le ha costado, que ha preferido resguardarlo antes que aceptar que se equivocó. Tratando de preservarlo, Cristina no dudó en involucrar al Parlamento argentino en el más grave encubrimiento que se recuerda: la expropiación de Ciccone”, manifestó.

 

Organizaciones sociales y políticas organizaron un "abrazo solidario" a Boudou

 

El jefe de Estado opinó que era perjudicial que con tantos los indicios en su contra hubiera un apoyo por parte del Gobierno. Además, calificó que era “imposible” que la culpabilidad de Boudou se debería únicamente a los medios porque eran “demasiados los fallos judiciales que le restan razón a los argumentos con los que ha pretendido protegerse y son muchas las mentiras que se le han verificado”.

 

“Tal vez sea hora de que el oficialismo entienda que no se puede seguir resguardando institucionalmente la inconducta de un funcionario, aun cuando ello implique dejar sin amparo la decisión presidencial de preservarlo. Porque en el mejor de los casos, Cristina se equivocó con Boudou. Pero el mayor costo de un error es persistir en el mismo”, cerró.

 

B.D.N./FeL






domingo, 17 de septiembre de 2017

CFK... Falsa verdades... @dealgunamanera...

Los “olvidos” de CFK…

Mentiras verdaderas. Cristina Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

Lo que la ex presidenta argumentó en el reportaje sobre su gestión no fue la realidad.

© Escrito el domingo 17/09/2017 por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A lo largo de las dos horas que duró la entrevista que le realizó Luis Novaresio a Cristina Fernández de Kirchner quedaron expuestas sus actitudes manipuladoras, la selectividad de sus recuerdos y de su apreciación de la realidad, su carencia de autocrítica, sus contradicciones y sus falacias. Su Hubris no ha cambiado en lo más mínimo. Cuando, hace unos años, quien esto escribe le preguntó a uno de los médicos de nota que atendieron a la ex presidenta de qué hablaba en la conversación cotidiana, su respuesta fue categórica: “Cristina habla sólo de ella y de su percepción de la realidad; la de los demás no importa”. Es lo que se vio y se escuchó en la tarde del jueves último. De las muchas cosas que dijo, nos detendremos aquí sólo en tres.

Perlitas. 

La primera fue cuando señaló que si ella fuera un factor de división del peronismo se autoexcluiría de la candidatura presidencial en 2019. En verdad, esa afirmación dejó en claro dos cosas: una, que su real voluntad es volver a la presidencia, objetivo para cuya concreción el triunfo en la elección de octubre es clave; la otra, su apreciación distorsionada de la realidad; ¿quién, si no ella, es la principal responsable de que no haya hoy la unidad en el peronismo bonaerense por la que ahora clama y que necesita? “Las encuestas nos dicen que ganamos con el 50% de los votos” fue la respuesta que, a manera de negativa, obtuvo Florencio Randazzo cuando le pidió a CFK ir a una interna, según declaró el senador Juan Manuel Abal Medina en una entrevista por Radio Continental.

La segunda respuesta sobre la que nos detendremos fue cuando, al ser interrogada por el caso Venezuela, dijo que en la Argentina no hay Estado de derecho y tomó como uno de los casos para dar fundamento a su inexacta afirmación el referido a las intenciones del gobierno de Mauricio Macri de desplazar a la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. Olvidó –como olvidó a las 51 personas fallecidas en la Tragedia de Once, y como olvidó también decir que la patota que asesinó a Mariano Ferreyra respondía a José Pedraza, hombre de cercanía con su gobierno, en una zona liberada por la Policía Federal– mencionar el caso del desplazamiento del ex procurador Esteban Righi. Vale la pena recordar el hecho que nos retrotrae al caso Ciccone, que en poco tiempo más tendrá en el banquillo de los acusados a Amado Boudou.


#enelmientrastanto... ¿Dónde está Santiago Maldonado...?

Todo comenzó el 4 de abril de 2012 con un allanamiento ordenado por el fiscal federal Carlos Rívolo en un departamento del piso 25 del edifico ubicado en Juana Manso 740, en las torres River View, propiedad del entonces vicepresidente, que le alquilaba Alejandro Vandenbroele, uno de los acusados en este escándalo por haber estado a cargo de la planificación de la maniobra que buscó sacar de la quiebra a Ciccone. En el procedimiento se encontraron evidencias documentales –pagos de expensas– que pusieron al descubierto las relaciones entre ambos. Recuérdese que Boudou negaba conocer a Vandenbroele. El día en que se realizó el allanamiento, el vicepresidente se encontraba en San Carlos de Bariloche con CFK.

Furioso ante este hecho, el 5 de abril de 2012 –Jueves Santo–, en una sonada conferencia de prensa que dio en el Congreso, el entonces vicepresidente acusó a Righi de estar relacionado con el hecho del allanamiento como represalia por no haber contratado a su estudio en ocasión de una oferta que dijo le habían hecho durante su desempeño en la Anses y como ministro de Economía, para “aceitar” a jueces federales.

Righi, que había sido designado como procurador general de la Nación por el ex presidente Néstor Kirchner el 23 junio de 2004, negó que esto hubiera sido así. La reunión existió y, según narran sus allegados, se hizo a pedido expreso de Boudou. El entonces procurador reaccionó con indignación y, conocedor de la trastienda política y de los personajes del momento, comprendió rápidamente que Boudou jamás podría haber dicho lo que dijo sin el apoyo de la ex presidenta. Por lo tanto, renunció.

No se recuerda que CFK haya hecho algo para apoyarlo ni dicho que semejante reacción de su vice era ultrajante para el Estado de derecho. Era claro que él hubiera pretendido que el procurador frenase la investigación del fiscal.

Por otra parte, si hay algo que ha protegido a Gils Carbó de ser removida de su cargo más allá de los deseos del Gobierno, es la plena existencia de un Estado de derecho.

CFK tampoco se acordó de mencionar la brutal embestida contra el fallecido ministro de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Fayt, a quien, como a tanta otra gente que no se le sometía, detestaba. A Fayt, un magistrado a quien mucho le debe la República, se lo intentó remover a través de un juicio por insania.

Cuando habló de la libertad en su gobierno –en verdad es un todo que abarca al de su difunto esposo–, olvidó también mencionar hechos que la desmienten absolutamente. Al siempre recordado Pepe Eliaschev se lo echó de Radio Nacional por orden expresa de Néstor Kirchner. Luis Juez fue testigo presencial de esa orden.

A PERFIL, el ex presidente buscó ahogarlo económicamente para lograr su cierre. Lo hizo a través no sólo de la supresión de la publicidad oficial sino también de la presión sobre las empresas privadas para que no anunciaran en el diario.

La Ley de Medios tuvo como único objetivo la destrucción de Clarín y, específicamente, de TN. A Daniel Hadad lo forzaron a vender su grupo de radios y el canal C5N a Cristóbal López, quien no bien concretó la compra dispuso el despido de Marcelo Longobardi, el líder de la primera mañana radial, por expreso pedido de CFK. También se utilizó la AFIP para perseguir a los periodistas a los que la ex presidenta detesta –entre los que estamos–.

Todas éstas son muestras de lo que fue un gobierno intolerante y autoritario.

Ante tantos “olvidos”, me permito un humilde consejo a quien va a ser nuevamente senadora de la Nación con aspiraciones presidenciales: tal vez no le vendría mal una consulta con el doctor Facundo Manes, especialista en temas de memoria de renombre internacional, que supo ser uno de sus muy buenos médicos.

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 4 de noviembre de 2012

Cortinas de humo… De Alguna Manera...


Cortinas de humo…
Menemización Kirchnerista. Néstor Kirchner. Dibujo: Pablo Temas.
 
Menemizacion y relato… El planeta K demoniza a Menem pero lo imita. Falsas épicas y problemas cada vez más graves.

En medio de la fenomenal regresión al pasado a la que se ha lanzado el Gobierno, se asiste desde lo institucional a un singular proceso de “menemización”, a través del cual el oficialismo pretende dos cosas: la primera, la obtención de la suma del poder público; la segunda; su permanencia en el poder por un tiempo indefinido sintetizado en el slogan “Cristina eterna”. Los hechos a través de los cuales se verifica el citado proceso de “menemización” son los siguientes:

El per saltum. Ese mecanismo fue instaurado por el menemismo con el objetivo de evitar que algún juez independiente pusiera freno a cualquiera de las medidas que pretendía imponer el gobierno de Carlos Menem. Se utilizó en el caso de la escandalosa y desastrosa privatización de Aerolíneas Argentinas y en la concesión de los Aeropuertos. Más allá de la injerencia en el Poder Judicial que significa esa medida, lo más criticable de esta iniciativa es que el único propósito es el de lograr la destrucción del Grupo Clarín. De ahí el apuro con el que el Congreso sancionara la norma. El per saltum es un mecanismo claramente anticonstitucional ya que anula el derecho del recurso que está consagrado en el Pacto de San José de Costa Rica al cual adhiere la Constitución Nacional.

El voto a partir de los 16 años. Esta fue otra iniciativa que pretendió concretar el ex presidente Carlos Menem. Lo hizo en aquellos años en los que buscaba nuevos instrumentos destinados a posibilitar su perpetuación en el poder. Lo mismo sucede hoy. La forma como el kirchnerismo obtuvo la sanción de esa norma en Diputados habla a las claras de que lo que se busca es cooptar a un grupo etario de votantes que le dé la cantidad de sufragios necesarios para conseguir los dos tercios de ambas Cámaras del Congreso que haga posible la reforma de la Constitución y, consecuentemente, habilite la re-reelección.

Las presiones sobre jueces y fiscales que molesten al poder. En el gobierno de Carlos Menem, fue moneda corriente en cada caso en el que un fiscal o un juez, a través de sus investigaciones o sus decisiones, puso en aprietos al entonces presidente o a algunos de sus funcionarios. Uno de los casos más conspicuos fue el del fiscal Carlos Stornelli que, con su investigación en el caso del contrabando de armas, enfureció al doctor Menem que hizo todo lo posible por apartarlo de la causa. Eso mismo es lo que hace el actual gobierno. Hace unos meses sucedió con el fiscal Esteban Righi, que fue prácticamente forzado a renunciar a su cargo, y con el juez federal Daniel Rafecas y con el fiscal Carlos Rívolo, que fueron desplazados de la escandalosa causa que complica –y mucho– al vicepresidente Amado Boudou. Ahora eso se repite con la reagudización de la guerra contra Clarín en la que el Gobierno ha forzado la renuncia del juez Raúl Tettamanti, e intenta el desplazamiento del doctor Ricardo Recondo de su cargo en el Consejo de la Magistratura y del doctor Francisco de las Carreras de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial.

Lo que está haciendo la Presidenta en su desenfrenado enfrentamiento contra Clarín es de una profunda gravedad institucional presente y futura. La colonización judicial que está produciendo el kirchnerismo es brutal y peligrosa. Están siendo nombrados jueces de dudosas cualidades éticas y que, en muchos casos, exhiben un muy pobre conocimiento del Derecho. Jueces como éstos son fácilmente manipulables, lo que es ideal para cualquier gobierno. En ese tren, el ministro de Justicia Julio Alak –quien, como abogado, algún día recapacitará sobre los disparates que dice y hace– ha señalado que la Corte debería votar a favor del Gobierno en la controversia por los artículos 161 y 45 de la Ley de Medios, porque de no hacerlo así habría un conflicto de poderes porque un poder sanciona una ley y otro impide su aplicación. Lo primero que hay que señalar es que lo que está en discusión no es una ley, sino sólo dos artículos de una ley. Lo segundo que hay que decir –cosa que cualquier abogado por más pobre que sea su nivel técnico sabe– es que es tarea de los jueces es hacer el control de constitucionalidad de una ley. Vaya un ejemplo: en el año 2001, el entonces juez federal Gabriel Cavallo declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Esas leyes, como tales, habían sido aprobadas por el Congreso. Más allá de las naturales controversias que un fallo puede generar, a nadie se le ocurrió decir que el juez estaba cometiendo ninguna atrocidad institucional. Ese fallo, además, fue la piedra angular sobre la que después cabalgó toda la política de derechos humanos instrumentada por Néstor Kirchner.

El 7D le sirve al Gobierno como cortina de humo perfecta. Lo ubica dentro del marco de la épica, que es donde más cómodo se encuentra. Al fin y al cabo es más cómodo enmarcar la realidad dentro de esa épica que enfrentar sus problemas. Algo de ello están experimentando los representantes sindicales de la CGT Balcarce, donde algunos ya han comenzado a darse cuenta de que, lejos de traerles alegrías, las cercanías del poder pueden arrojarlos al mundo de las tempestades. Ellos saben que el problema de la inflación no se arregla con la sucesión de los Aló Presidenta por la Cadena Nacional de Radio y Televisión. “Qué fácil se la están haciendo a Moyano”, se sinceró un dirigente sindical que tiempo atrás se enfrentó al líder de los camioneros y que se va decepcionando todos los días un poco más con el Gobierno. Es que el grave problema de la inflación no es un título de Clarín; el déficit energético no es un título de La Nación; el cepo cambiario no es un título de PERFIL. Estos y otros títulos son datos de la realidad, de una realidad a la que mucha gente conoce no por haberla leído en los diarios, escuchado en la radio o visto en la televisión, sino por padecerla en su vida de todos los días.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Noviembre de 2012.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Estandarte intolerante... De Alguna Manera...


Estandarte intolerante...
 Heavy Metal II. Dibujo: Pablo Temes

Ante las protestas, más de lo mismo. Otra vez, la incapacidad de reconocer errores y la concepción absolutista del poder como una marca del kirchnerismo.

Los cacerolazos han puesto muy nervioso al Gobierno. La dura respuesta dada a los manifestantes por el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, reflejó el nivel de perturbación que la presencia en las calles de miles de personas les ha producido a la Presidenta y a su entorno, a los que envuelve un nivel de fanatismo que parece no tener límites. Repasemos algunas de las frases que se dijeron desde el oficialismo y sus afines: “Era toda gente bien vestida” –¿acaso no hay gente bien vestida entre quienes apoyan al Gobierno?–; “esa gente sólo piensa en Miami” –¿acaso no hay gente que viaja a Miami y a otros lugares del mundo entre quienes apoyan al Gobierno?–; “era gente de clase media alta” –¿acaso no hay gente de clase media alta entre quienes apoyan al Gobierno?–; “en Belgrano, Barrio Norte y Recoleta mucho no la votaron a la Presidenta” –¿acaso alguien olvidó que en esos barrios Cristina Fernández de Kirchner hizo una muy buena elección y fue sólo superada por el Frente Amplio Progresista y que, además, hizo una elección aun mejor en Puerto Madero?–.

Todas estas frases conllevan una indiscutible decisión de descalificar a la heterogénea población que, de a miles, expresó sus reclamos no sólo al Gobierno sino también a los opositores, a los que sienten en deuda por no encontrar en esa dirigencia la capacidad de constituir una oposición dispuesta a dar vida a un proyecto que genere la expectativa de una alternativa política viable y con posibilidad de gestión.

Desde ese punto de vista, lo del jueves se pareció mucho a aquellos otros cacerolazos de 2001-2002 movidos por una monumental hecatombe económica y una fenomenal crisis política. Hoy la economía está lejísimos de esa situación, lo cual torna aun más evidentes los groseros errores que significan las medidas implementadas, lo que ha terminado de generar una crisis a través de la que el oficialismo viene desplegando su impericia. He ahí uno de los problemas clave de esta gestión: la incapacidad de reconocer errores. El antecedente más inmediato de ello es la 125.

La reacción del Gobierno frente a la marcha del jueves desnuda su concepción absolutista del poder, algo profundamente antidemocrático. La no aceptación del pensamiento diferente es, sin duda, el mal mayor que domina a Fernández de Kirchner y su círculo áulico. Hay una aureola de infalibilidad que se trasunta en toda su gestión. No hay lugar para las voces críticas en ese universo donde la soberbia y la omnipotencia reinan. Por eso es que muchos funcionarios, genuinamente consubstanciados con los postulados del Gobierno, quisieran dejar sus cargos al verse sobrepasados por esa impronta a la que acompaña una buena dosis de fanatismo. “Con la Presidenta no se habla; a la Presidenta se la escucha”, es una frase que circula por los pasillos del poder.

En un Gobierno que ve conspiraciones por todos lados –el último ejemplo es la desopilante fábula del espionaje sobre la Presidenta de la policía de Santa Cruz–, ha reaparecido la idea de lo destituyente. Quienes protestan representan el mal. Con una concepción así, no hay diálogo posible. ¿Quién querría hablar con la encarnación del mal? Con una concepción así, tampoco hay posibilidad de discutir propuestas. ¿Quién aceptaría intercambiar ideas con los voceros del mal? Es claro, además, que con esta concepción la lista de enemigos aumentará. En esa lista, además de toda la oposición, se encuentran muchos ex oficialistas (Alberto Fernández, Esteban Righi, Roberto Lavagna, Hugo Moyano) y otros que aún están dentro del espacio como Daniel Scioli, contra quien hay enojo por su pecado mortal de expresar su respeto por los que participaron de la marcha. ¿Seguirá Scioli pensando que lo peor para él ya pasó, tal como señaló antes del jueves a sus funcionarios? La última incorporación que la Presidenta ha hecho a su nómina de enemigos es la del gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta.

Como no podía ser de otra manera, y a modo de descalificación de la marcha, el Gobierno no pudo privarse de echarle la culpa a Clarín y a TN por el éxito de la manifestación. La verdad es que el gran protagonismo comunicacional de esta marcha lo tuvieron las redes sociales. La Presidenta, su entorno y muchos de los que la apoyan creen que si el 7 de diciembre logran destruir TN, nada de lo que sucedió el jueves volverá a ocurrir. Es un grueso error. Hoy las redes sociales e internet representan alternativas de un creciente peso político. El minuto a minuto de los canales que responden al oficialismo mostró que sus audiencias bajaron durante el tiempo en que pretendieron minimizar la marcha. El pico de audiencia del programa de Marcelo Tinelli no se produjo durante algunas de las habituales peleas llenas de mal gusto entre sus panelistas, sino en el momento en que Marcelo se dedicó a hablar de la marcha.

Habitual en el kirchnerismo, la Presidenta ha dado la orden de redoblar la apuesta. Por eso la contramarcha que ha comenzado a organizar La Cámpora. Algunos protestaron por el cepo al dólar, pero muchos lo hicieron por la inseguridad, la inflación y por su rechazo a vivir bajo el imperio del miedo. Con una simpleza de pensamiento que no sorprende, en el Gobierno piensan que con el correr del tiempo y la falta de liderazgo político la marcha del jueves se irá diluyendo. En la Babel de Olivos no han comprendido que la protesta ha puesto a los opositores a la búsqueda de construir oposición como medio de representación para ese sector de la sociedad de la que forman parte muchos que votaron por Fernández de Kirchner.

Para el Gobierno sólo valen las marchas de sus partidarios. Todas las demás son manifestaciones antipopulares y antidemocráticas. Cristina ha hecho de la intolerancia un estandarte que ha inculcado fuertemente en su albacea político, La Cámpora. La oposición debe esmerarse en no caer en actitudes similares y, por lo tanto, igualmente reprochables. Qué aporte al desarrollo de una sociedad plural y tolerante y cuán beneficioso sería para su gobierno y el país que la Presidenta pusiera en práctica la famosa frase de Winston Churchill que dice: “La democracia es la necesidad de inclinarse de vez en cuando a las opiniones de los demás”.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 16 de Septiembre de 2012.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Disidentes y enemigos... De Alguna Manera...


Disidentes y enemigos…

Repegar.com Ricardo Echegaray. Dibujo: Pablo Temes.

Discurso único. Con soberbia setentista pero con otras armas, el poder oficial cada vez castiga más a quienes se atreven a no coincidir.

La soberbia armada es el título de un libro sobre la guerrilla montonera, del periodista Pablo Giussani. Se equivocó: lo de Firmenich –dirigente máximo de aquella guerrilla y hoy autopropuesto candidato a presidente de la Nación– ha sido y sigue siendo soberbia política. La sangre de miles de jóvenes y no tan jóvenes que entraron en la muerte, movidos por el ideal de una Argentina mejor, no ha desmontado a Firmenich de esa soberbia”. El 5 de agosto de 2001, desde la contratapa de Página/12, el gran poeta Juan Gelman utilizaba su mejor arma, la palabra, para separar la paja del trigo. ¿Quién puede acusar a Gelman de derechista o gorila? Autodefinido como “teniente del llamado ejército montonero y miembro de ese mascaron de popa que se llamó Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero”, se preguntó: “¿Nada tuvo que ver con la política suicida y suicidante que él encabezó antes y después del golpe del 24 de marzo de 1976?”.

Integré aquella generación de los que luchamos por el socialismo. Pero como lo hacíamos por la vía pacífica de las urnas, como nuestros admirados Salvador Allende o Agustín Tosco, éramos descalificados en cada asamblea como “reformistas burgueses funcionales al imperialismo norteamericano”. Nos levantaban el dedito para darnos cátedra de Foquismo I, mientras construían ese infierno que tan bien describe Gelman porque lo conoció desde adentro. Los mismos infantilismos irresponsables del extremismo pragmático hoy nos siguen enseñando con la misma altanería blindada. Hoy la materia es Emancipación I y los que queremos una sociedad más igualitaria y libre somos “defensores de las corporaciones monopólicas”.

Algunos actores, son los mismos de aquella época. Dinosaurios reciclados que se agazaparon, detrás de las instituciones republicanas que hoy dinamitan. La soberbia desarmada actual también atropella lo que antes denominaban la partidocracia o la democracia formal y burguesa. No se acatan las decisiones de la Corte Suprema de la Nación en varios casos. Se apela a los aprietes como una manera de eliminar al enemigo, aunque esta vez utilizan los “fierros” del Estado como la AFIP, los servicios de inteligencia y la maquinaria propagandística. Se castiga a los disidentes propios mucho más que a los enemigos externos. Y si no que lo digan Miguel Bonasso o Esteban Righi. Y a los compañeros de ruta que se abren, como Roberto Lavagna, Alberto Fernández, la familia Eskenazi o Daniel Peralta, por nombrar sólo a algunos de una gran diversidad ideológica. Todos cayeron en desgracia. En los 70 se los condenaba a muerte. Ahora, a la muerte política. Los juicios sumarios los hacen quienes antes eran, y ahora son, dueños de la verdad absoluta y de la patria. Por eso no hay rivales ni adversarios. Hay enemigos que deben ser exterminados. Sin tiros, aunque semejante nivel de clima vengativo sea plataforma de lanzamiento de algunos gurkas de izquierda como los que asesinaron a Luis Condorí en Humahuaca. La prueba de parafina confirmó que los detenidos utilizaron pistolas y las fotos de hace diez días muestran al jefe de ellos con Milagro Sala, comandante de la Tupac Amaru. El Perro Santillán, otro al que nadie puede vincular con la derecha, lo atribuyó a “la impunidad de los que van a las movilizaciones en Mercedes-Benz”. 

En una semana cargada de desmesuras que hablan más de sí mismos que de los que critican, Eduardo Fellner, el gobernador de Jujuy, le quitó responsabilidad al intendente local porque aseguró que se trató “de una pelea entre privados”. Esa ideología Skanska debería llenar de indignación y rebeldía a los que defienden sobre todas las cosas la vida y los derechos humanos. La frase privatizadora del crimen compite con lo que dijo el ministro Julio de Vido contra Paolo Rocca. El responsable de los fracasos energéticos y del transporte de la era K, explicó que el capo de Techint  “defiende a las patronales y nosotros a los obreros”. Ese clasismo declarativo debería ser contrastado con las opiniones de Hugo Moyano, Pablo Micheli, Víctor De Gennaro, Jorge Ceballos o Néstor Pitrola. Sobre todo este último, cuya agrupación padeció en carne propia otro asesinato de otro joven, Mariano Ferreyra por parte de la patota de José Pedraza, alineado en aquel momento con Carlos Tomada y ahora con Antonio Caló en la interna cegetista. Pero hubo más definiciones inquietantes. Axel Kicillof le perdonó la vida a Techint. Fue magnánimo en decir que podrían fundir a Rocca pero que “no lo van a hacer, pese a que habla mal del Gobierno”. 

Paolo Rocca, que hasta hace poco fuera caracterizado como ejemplo de la burguesía nacional y orgullo de los argentinos por Cristina, sinceró su pensamiento y pasó a ser “un monopólico que se hizo millonario gracias a la política antidumping y los subsidios de los Kirchner”. Podrían declarar de interés público y sujetas a expropiación todas las empresas y provincias cuyos líderes no elogien a Cristina. Fueron tragicómicas declaraciones en línea con la cercanía a Dios de la Presidenta a la hora de fomentar el miedo entre los mortales. Cristina todavía no escribió ningún libro, aunque virtualmente ya existe una suerte de “Manual de la Destitución de Estado K”. A Peralta se lo aplicaron a rajatabla. Santa Cruz tuvo tres gobernadores en seis años y está a punto de tener cuatro. Todos los pusieron y los derrocaron los Kirchner. Golpes de Estado provinciales que explican por qué le cuesta a Cristina encontrar un heredero político, un jefe de la CGT Balcarce o un gobernador santacruceño que esté a su altura. Nadie da la talla. Peralta probó de su propia medicina. Cometió el pecado de pelearse con la casa matriz de La Cámpora, atendida por su propio dueño: Máximo. Scioli, Macri, De la Sota, Cariglino, entre otros, se pueden mirar en el espejo de Peralta. Asfixia económica, cacería mediática de los paraperiodistas, fogoneo de causas judiciales en su contra; obras y dinero para intendentes conspiradores, son los capítulos principales del manual.

Pablo Giussani, en su libro en 1984, concluye: “Los montoneros, afortunadamente, han quedado atrás en la historia argentina, en la conciencia de los argentinos, y acaso parezca superfluo o anacrónico a esta altura un intento de estimular aversiones contra ellos. Condenar a los montoneros ya es en el país moneda corriente, casi una moda, por cierto más saludable que la moda precedente de ensalzarlos”. Termino con otra cita de Juan Gelman de aquel turbulento 2001: “La soberbia frecuenta impertérrita los territorios del oportunismo”. El capitalismo de amigos y enemigos es así.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 8 de Septiembre de 2012.