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martes, 11 de diciembre de 2012

El poder detiene al poder... De Alguna Manera...


El poder detiene al poder...

SANATELLA Martín Sabbatella DIBUJO: PABLO TEMES.

Se concretó para el Gobierno la peor de sus pesadillas. Visiones oficiales distorsionadas y patológicas. El rol clave de la Justicia.

El 7D terminó siendo para el Gobierno la concreción de su peor pesadilla. Nada de lo que la Presidenta soñó para ese día en que, según la fantasía del “relato” oficial debía refundarse la República, se concretó; en cambio, todo lo que ella temió, sí. Ello fue producto de que el día antes la Justicia, no sólo dictaminó la extensión de la cautelar que, ante la ausencia de un fallo, impide la aplicación de los artículos 161 y 45 de la Ley de Medios con los que el Gobierno busca el desguace y destrucción del Grupo Clarín sino que, además, le asestó un duro golpe al intento del Poder Ejecutivo de lograr la suma de los poderes públicos, una grave amenaza para el concepto republicano que consagra la Constitución Nacional que Cristina Fernández de Kirchner prometió observar y hacer observar de cuanto ella dependiera.

La evolución de los hechos acaecidos en la semana terminó transformando la disputa legal entre el Gobierno y Clarín en una fenomenal confrontación entre el Gobierno y el Poder Judicial. Y eso es lo que estuvo en juego el jueves hasta que, en un hecho inédito en la historia de la democracia argentina, todas las organizaciones judiciales del país emitieron el durísimo comunicado que puso freno a las acciones de avasallamiento que el Poder Ejecutivo intentó concretar en esas horas llenas de dramatismo. 

Las cosas que, respecto del Poder Judicial, se dijeron desde el oficialismo fueron terribles e incompatibles con el concepto de la división de poderes sobre el que descansa la estructura institucional del país. En ese marco lo que consagra la Constitución es una relación de una interdependencia de los tres poderes. A cada uno de ellos le corresponde una tarea: en lo concerniente al Poder Judicial, lo que le está asignado es no sólo velar por el cumplimiento de las leyes sino también ejercer el control de constitucionalidad de las normas legales que aprueba el Congreso. 

Esta última función que le compete a la Justicia de ninguna manera significa menoscabar al Poder Legislativo. Lo que sucede es que en ocasiones, presionado por razones políticas que se ejercen desde el Poder Ejecutivo, sanciona leyes que violan el espíritu de la Constitución. Un solo ejemplo basta para ilustrar la importancia de esta potestad que tiene el Poder Judicial. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida fueron dos leyes horribles aprobadas por el Congreso de la Nación. Eran dos normas que contrariaban claramente el espíritu de la Constitución Nacional ya que consagraban la impunidad, al impedirle acceder a la Justicia a familiares de la víctimas del terrorismo de Estado impuesto durante la última dictadura militar y buena parte del Gobierno de María Estela Martínez de Perón. 

En el año 2002, el entonces juez federal Gabriel Cavallo dictaminó la inconstitucionalidad de esas leyes, fallo que fue fundamental para que luego, en el Gobierno de Néstor Kirchner, el Congreso aprobara la derogación de esas dos normas. A nadie se le ocurrió en esos días decir que, al declarar inconstitucional una ley votada por el Congreso, el juez Cavallo se estaba alzando contra la institucionalidad del país o que, por fallar contra el Estado debería haber sido sometido a juicio político.

Es ese tema –el de la constitucionalidad o no de los artículos 161 y 45 de la Ley de Medios– sobre el que gira el reclamo hecho por Clarín y que ha dado origen a esta controversia que el Gobierno vive como si se tratara de la guerra del fin del mundo. Sólo esa visión distorsionada y patológica de la realidad ha llevado a darle a esa disputa la dimensión que hoy tiene y según la cual, la extensión de la cautelar, equivale, al estar de las disparatadas expresiones del ministro de Justicia Julio Alak, a un alzamiento contra el Gobierno. 

A esas expresiones hay que sumarles las pronunciadas por el senador ultra K por Corrientes Marcelo Fuentes –quien señaló que los jueces que fallaran en contra del Estado podrían ser sometidos a juicio político– y las del titular de la Anses, Diego Bossio, –que al referirse al fallo de la Corte Suprema que ordena el pago de los reajustes correspondientes a diez mil jubilados dijo que, a pesar del fallo, “vamos a seguir actuando igual”– encendieron las luces rojas en la Justicia. En el Poder Judicial todos –aun aquellos que tienen una legítima afinidad con el kirchnerismo– fueron conscientes de que, si tales expresiones se dejaban pasar, el sistema republicano que rige en el país entraba en zona de riesgo. 

De ahí al durísimo documento que al mediodía del jueves produjo la Comisión de Protección de la Independencia del Poder Judicial y al que apoyaron todas las organizaciones de jueces del país, hubo sólo un paso. Hasta ese momento, hay que decirlo, el Gobierno venía siendo exitoso en su tarea sistemática orientada a intervenir el quehacer de la Justicia a través de recusaciones, de denuncias mal fundamentadas y de meter miedo a los magistrados que, por su independencia, pusieran en riesgo los intentos de dominación –el vamos por todo y por todos– que despliega el Gobierno en forma permanente.

Si alguien esperaba que la Presidenta tomara nota de la real significación de este pronunciamiento, se equivocó. Por el contrario, ordenó a sus funcionarios no sólo criticar el fallo de la Cámara Civil y Comercial que extendió la cautelar hasta que no haya una “sentencia definitiva” –la crítica de un fallo es algo absolutamente legítimo que hace a la definición de cualquier contienda judicial; el que pierde siempre está disconforme– sino también usar la parafernalia de medios oficiales y paraoficiales con el objetivo de descalificar y degradar a los jueces que firmaron el veredicto. Ya le había pasado algo similar a la jueza María José Sarmiento cuando en marzo de 2010 había impedido, a través de una cautelar, que por medio de un Decreto de Necesidad y Urgencia se usaran reservas del Banco Central para hacer frente a los pagos de la deuda externa.

Una célebre frase de Montesquieu dice que “Para que no se pueda abusar del poder, es necesario que el poder detenga al poder”. Eso es lo que, para bien de la República, la Justicia argentina ha hecho realidad en estas horas.

Producción periodística: Guido Baistrocchi

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 8 de Diciembre de 2012.


sábado, 1 de diciembre de 2012

Clarín se fue a la banquina... De Alguna Manera...


Clarín se fue a la banquina...


La denuncia de Clarín sobre periodistas de 6,7,8 es absolutamente improcedente e impropia de un medio de comunicación. Más allá de la guerra absurda que lleva adelante el gobierno contra el Grupo y de los embates de éste sobre el gobierno, la actitud de denunciar penalmente a un grupo de periodistas por el solo hecho de opinar en cámara, aún cuando su opinión sea altamente cuestionable para los aludidos, pone un marco de intolerancia y descalificación a la actividad de quienes están en todo su derecho de pensar lo que se les ocurra y decir cuando deseen, en el marco de su profesión de comunicadores.

Es raro que un medio de comunicación, desconozca que coexiste con el periodista la reserva de sus fuentes, razón esta que hace extraño el requerimiento de que los panelistas vayan a los Tribunales a explicar “qué base tienen para decir lo que dicen”, que es más o menos lo mismo a decir “digan de dónde sacaron lo que están diciendo”.

Independientemente de que nos guste o no la línea editorial del medio, que miremos o no al periodista que habla, informa y opina, en sentido pluralista de la comunicación, implica también el disenso. Si acaso cualquier persona se siente aludida e injuriada, tiene el derecho a réplica como forma de ejercer su derecho constitucional o reclamar por supuestas injurias. Sin embargo, la denuncia penal interpuesta a los colegas del oficialismo, está en contramano de las bases que Clarín dice defender, cuando con argumentos similares, ataca al gobierno para contragolpear en esta guerra de poder.

© Publicado por la Agencia OPI de la Ciudad de Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz el martes 27 de Noviembre de2012.



domingo, 18 de noviembre de 2012

Clarín miente... ¿Clarín miente o...? De Alguna Manera...


Nuevos spots del Grupo Clarín sobre la colonización oficial de los medios...
 
Muestran cómo el Gobierno distribuye discrecionalmente la publicidad en la televisión abierta y los canales de cable. Y cómo coloniza el aparato mediático.

El Grupo Clarín dio a conocer una nueva serie de spots, en los que muestra cómo el Gobierno distribuye discrecionalmente la publicidad oficial en medios adictos, con la intención de colonizar el espectro audiovisual y limitar la aparición de voces independientes.

La serie, compuesta por tres videos, se denomina "Pakman de los medios". El primer spot da cuenta del desigual reparto de la publicidad oficial en los canales de aire metropolitanos: cuatro de las cinco señales abiertas recibieron el 99% de la pauta asignada por el Gobierno para ese rubro. Y cierra con un interrogante: ¿Quién es el discriminado?

 En 2012, cuatro de los cinco canales de aire metropolitanos recibieron el 99% de la publicidad oficial que el Gobierno destinó a la televisión abierta. ¿Adiviná quién es el discriminado?

El segundo video hace referencia a la asignación de publicidad gubernamental en los canales de noticias por cable. Allí, seis de las siete señales existentes acapararon el 99% de la pauta. Una vez más, ¿quién es el discriminado?

 En 2012, 6 de los 7 canales de noticias que hay en la Argentina recibieron el 99% de la publicidad oficial. ¿Adiviná quién es el discriminado?

El tercer aviso, en cambio, alerta sobre la progresiva colonización de medios por parte del Gobierno, mediante un sostén económico que privilegia a las señales adictas y busca ahogar las voces independientes.

 
 A 3 años de la ley de medios, el Gobierno subsidia a más del 80% de los medios audiovisuales de la Argentina.

© Publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 2 de Noviembre de 2012. 



domingo, 4 de noviembre de 2012

Cortinas de humo… De Alguna Manera...


Cortinas de humo…
Menemización Kirchnerista. Néstor Kirchner. Dibujo: Pablo Temas.
 
Menemizacion y relato… El planeta K demoniza a Menem pero lo imita. Falsas épicas y problemas cada vez más graves.

En medio de la fenomenal regresión al pasado a la que se ha lanzado el Gobierno, se asiste desde lo institucional a un singular proceso de “menemización”, a través del cual el oficialismo pretende dos cosas: la primera, la obtención de la suma del poder público; la segunda; su permanencia en el poder por un tiempo indefinido sintetizado en el slogan “Cristina eterna”. Los hechos a través de los cuales se verifica el citado proceso de “menemización” son los siguientes:

El per saltum. Ese mecanismo fue instaurado por el menemismo con el objetivo de evitar que algún juez independiente pusiera freno a cualquiera de las medidas que pretendía imponer el gobierno de Carlos Menem. Se utilizó en el caso de la escandalosa y desastrosa privatización de Aerolíneas Argentinas y en la concesión de los Aeropuertos. Más allá de la injerencia en el Poder Judicial que significa esa medida, lo más criticable de esta iniciativa es que el único propósito es el de lograr la destrucción del Grupo Clarín. De ahí el apuro con el que el Congreso sancionara la norma. El per saltum es un mecanismo claramente anticonstitucional ya que anula el derecho del recurso que está consagrado en el Pacto de San José de Costa Rica al cual adhiere la Constitución Nacional.

El voto a partir de los 16 años. Esta fue otra iniciativa que pretendió concretar el ex presidente Carlos Menem. Lo hizo en aquellos años en los que buscaba nuevos instrumentos destinados a posibilitar su perpetuación en el poder. Lo mismo sucede hoy. La forma como el kirchnerismo obtuvo la sanción de esa norma en Diputados habla a las claras de que lo que se busca es cooptar a un grupo etario de votantes que le dé la cantidad de sufragios necesarios para conseguir los dos tercios de ambas Cámaras del Congreso que haga posible la reforma de la Constitución y, consecuentemente, habilite la re-reelección.

Las presiones sobre jueces y fiscales que molesten al poder. En el gobierno de Carlos Menem, fue moneda corriente en cada caso en el que un fiscal o un juez, a través de sus investigaciones o sus decisiones, puso en aprietos al entonces presidente o a algunos de sus funcionarios. Uno de los casos más conspicuos fue el del fiscal Carlos Stornelli que, con su investigación en el caso del contrabando de armas, enfureció al doctor Menem que hizo todo lo posible por apartarlo de la causa. Eso mismo es lo que hace el actual gobierno. Hace unos meses sucedió con el fiscal Esteban Righi, que fue prácticamente forzado a renunciar a su cargo, y con el juez federal Daniel Rafecas y con el fiscal Carlos Rívolo, que fueron desplazados de la escandalosa causa que complica –y mucho– al vicepresidente Amado Boudou. Ahora eso se repite con la reagudización de la guerra contra Clarín en la que el Gobierno ha forzado la renuncia del juez Raúl Tettamanti, e intenta el desplazamiento del doctor Ricardo Recondo de su cargo en el Consejo de la Magistratura y del doctor Francisco de las Carreras de la Cámara Federal en lo Civil y Comercial.

Lo que está haciendo la Presidenta en su desenfrenado enfrentamiento contra Clarín es de una profunda gravedad institucional presente y futura. La colonización judicial que está produciendo el kirchnerismo es brutal y peligrosa. Están siendo nombrados jueces de dudosas cualidades éticas y que, en muchos casos, exhiben un muy pobre conocimiento del Derecho. Jueces como éstos son fácilmente manipulables, lo que es ideal para cualquier gobierno. En ese tren, el ministro de Justicia Julio Alak –quien, como abogado, algún día recapacitará sobre los disparates que dice y hace– ha señalado que la Corte debería votar a favor del Gobierno en la controversia por los artículos 161 y 45 de la Ley de Medios, porque de no hacerlo así habría un conflicto de poderes porque un poder sanciona una ley y otro impide su aplicación. Lo primero que hay que señalar es que lo que está en discusión no es una ley, sino sólo dos artículos de una ley. Lo segundo que hay que decir –cosa que cualquier abogado por más pobre que sea su nivel técnico sabe– es que es tarea de los jueces es hacer el control de constitucionalidad de una ley. Vaya un ejemplo: en el año 2001, el entonces juez federal Gabriel Cavallo declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Esas leyes, como tales, habían sido aprobadas por el Congreso. Más allá de las naturales controversias que un fallo puede generar, a nadie se le ocurrió decir que el juez estaba cometiendo ninguna atrocidad institucional. Ese fallo, además, fue la piedra angular sobre la que después cabalgó toda la política de derechos humanos instrumentada por Néstor Kirchner.

El 7D le sirve al Gobierno como cortina de humo perfecta. Lo ubica dentro del marco de la épica, que es donde más cómodo se encuentra. Al fin y al cabo es más cómodo enmarcar la realidad dentro de esa épica que enfrentar sus problemas. Algo de ello están experimentando los representantes sindicales de la CGT Balcarce, donde algunos ya han comenzado a darse cuenta de que, lejos de traerles alegrías, las cercanías del poder pueden arrojarlos al mundo de las tempestades. Ellos saben que el problema de la inflación no se arregla con la sucesión de los Aló Presidenta por la Cadena Nacional de Radio y Televisión. “Qué fácil se la están haciendo a Moyano”, se sinceró un dirigente sindical que tiempo atrás se enfrentó al líder de los camioneros y que se va decepcionando todos los días un poco más con el Gobierno. Es que el grave problema de la inflación no es un título de Clarín; el déficit energético no es un título de La Nación; el cepo cambiario no es un título de PERFIL. Estos y otros títulos son datos de la realidad, de una realidad a la que mucha gente conoce no por haberla leído en los diarios, escuchado en la radio o visto en la televisión, sino por padecerla en su vida de todos los días.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 3 de Noviembre de 2012.