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sábado, 26 de julio de 2025

Guiños externos, calamidades locales… @dealgunamanera...

Guiños externos, calamidades locales…

El BID y Moody’s sumaron su respaldo al modelo libertario, a la espera de nuevas reformas promercado, mientras crece el número de afectados por el plan económico. Análisis y opinión en la nota de la semana de Revista Acción.

© Escrito por Carlos Heller el Jueves 24/07/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

 

La pobreza en la Argentina sigue siendo elevada y afecta a un 38,1% de la población, en un contexto en que los salarios reales ‒formales e informales‒ están rezagados. Así lo consignó esta semana el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

El organismo financiero multilateral con sede en Washington aludió, por otra parte, aunque indirectamente, a la paralización de la obra pública que llevó a cabo el Gobierno. A modo de ejemplo, ilustró el banco, «el 75% de los corredores principales de la Red Vial Nacional se encuentra en estado deteriorado, lo que incrementa los costos logísticos por mayor consumo de combustible, desgaste vehicular y tiempos de viaje más prolongados».

Los señalamientos del BID fueron formulados en ocasión del anuncio de créditos por cerca de 10.000 millones de dólares para el cuatrienio 2025-2028Lo cual sería un respaldo importante, si no fuera porque en ese mismo período hay que pagarle a la entidad amortizaciones de capital por unos 4.600 millones de dólares e intereses por unos 2.900 millones.

En todo caso, según el Banco Interamericano, 7.000 millones de dólares de los recursos prometidos serán para «respaldar iniciativas del sector público» (un concepto más que amplio) y el resto se canalizará para «fortalecer la inversión privada». El desembolso para lo que queda de 2025, de 3.000 millones de dólares, permitirá fortalecer las reservas monetarias internacionales.

La comunicación del BID se completó con elogios al ajuste fiscal practicado por la gestión libertaria mediante recortes en los subsidios económicos, las transferencias a provincias y gastos de capital, entre otros rubros. La entidad advirtió, sin embargo, que «los tiempos de reformas clave pueden extenderse por falta de mayoría en el Congreso y la potencial fatiga social ante medidas de ajuste».

Sobre este tema considero relevante que no se desconozca el necesario tratamiento parlamentario de las reformas estructurales planteadas en los tiempos que requiera cada cuestión. Las instituciones de la democracia no deberían ser percibidas como un obstáculo, ya que ellas actúan en representación del interés del conjunto de la ciudadanía. 

 

Riesgos.

 

Otra novedad de los últimos días, presentada con optimismo por el Gobierno, fue la mejora relativa de la calificación de la deuda argentina por parte de la calificadora de riesgo Moody’s, aunque solo se haya alcanzado el mejor nivel de los bonos que son considerados de «mala calidad».

Tras destacar que el programa con el Fondo Monetario Internacional habilita la «disponibilidad de liquidez en divisas y alivia la presión sobre las finanzas externas», Moody’s señaló su expectativa de «una transición gradual hacia una cuenta de capital más abierta». Lo cual, sostuvo, sería «un primer paso hacia la sostenibilidad de los pagos externos».

En realidad, ese contexto bien podría generar el efecto contrario, ya que incentivaría la salida de divisas del sistema y con ello agudizaría la problemática externa. Fue esta debilidad, en parte, la que advirtió hace unas semanas J.P. Morgan.

Las señales presuntamente favorables provenientes del exterior coincidieron con la verificación de que se profundiza un proceso de apertura importadora, particularmente de bienes de consumo, con efecto inmediato sobre el trabajo nacional. El desempleo ascendió en enero-marzo a 7,9% de la población activa, el valor más alto desde la postpandemia.

Las compras al exterior en la primera mitad del año registraron una suba interanual del 34,5%, frente a un aumento de las ventas de apenas el 4%. De este modo, el ingreso de dólares disminuyó en 7.920 millones de dólares frente a enero-junio de 2024.

El deterioro en cuanto al ingreso genuino de divisas y otros indicadores macroeconómicos coincide con el empeoramiento de la situación que experimentan franjas cada vez más amplias de la población, más allá de los análisis y diagnósticos favorables de calificadoras y bancos de inversión.

Estos últimos esperan que el Gobierno logre un buen resultado en las elecciones de octubre y luego avance con las reformas que los mercados y organismos como el FMI están pidiendo, y que recortarían derechos ciudadanos en materia laboral, impositiva y previsional. Se profundizaría así un modelo de acumulación y distribución de la riqueza que va en contra de las mayorías.

En dirección contraria a ese modelo regresivo va fortaleciéndose el accionar coordinado de distintos sectores, dentro y fuera del Parlamento, con miras a apuntalar una iniciativa política capaz de sostener propuestas alternativas.

Alcanzar una economía sostenible, que genere los recursos para afrontar el balance externo y al mismo tiempo promueva el empleo y el consumo es el círculo virtuoso que nuestro país necesita para salir adelante.

Se trata de mejorar la matriz productiva, diversificarla, aprovechar la potencialidad de los recursos naturales, por ejemplo, continuar invirtiendo en los yacimientos de Vaca Muerta y fortalecer la industria, en especial a las pymes manufactureras.

Todo eso, con el complemento de un Estado presente que fije, entre otras prioridades, una mejor calidad de vida para la mayoría de los argentinos y argentinas, con salarios que recuperen poder adquisitivo, menor informalidad laboral, aumento de los haberes jubilatorios, optimización de los sistemas de salud y educación y redistribución del ingreso hacia quienes más lo necesitan, entre otros objetivos, hoy en las antípodas de lo que propone la gestión libertaria.



sábado, 12 de noviembre de 2022

COP 27: llegó la hora de la acción... 

Las sequías ya afectan a la mayor parte de la superficie argentina. 

El tiempo se agota, las decisiones no llegan. Retacesos al financiamiento para la mitigación. Pocos cambios sobre las emisiones. La Argentina está entre los principales contaminadores, pero faltan las medidas.

© 
Escrito por Leonardo Stanley el jueves 10/11/2022 y publicado por La Vanguardia Digital de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Desde el 6 de noviembre se desarrolla en Egipto la 27 Conferencia de las Partes (COP), con la esperanza de la humanidad puesta en modificar posturas y comportamientos, actitud que los líderes mundiales se esfuerzan por contrarrestar.

Uno de los principales temas en discusión pasa por la creación del “
fondo de pérdidas y daños”, el cual surgiría del aporte de las principales economías para beneficio de los países más afectados. Un grupo de economías desarrolladas ha decidido dar el paso, desafortunadamente los actores más relevantes siguen negando su aporte al fondo solidario.

También en la COP se negocian medidas de financiamiento y mayor protección para bosques y selvas tropicales, con una porción de los fondos yendo directamente a los pueblos indígenas -reconociendo así el rol de estas comunidades en la protección de la naturaleza.

Aun cuando varios los países de la región apoyan la iniciativa lanzada en Glasgow 2021, otros se muestran remisos por las obligaciones que le impondría la membresía. Sea la quema de combustibles fósiles o bien la deforestación, ambas acciones aceleran la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Tal como expreso el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, ante el plenario de la COP, la lucha por el cambio climático se halla indisolublemente asociada a la preservación de la biodiversidad.

CON EL AGUA AL CUELLO.

Entre las diversas propuestas hasta aquí surgidas, destaca el realizado por Tuvalu, una de las tantas islas vulnerables al avance en el nivel de los mares. Kausea Natano, el Primer Ministro de esta pequeña isla del Pacífico, clamó por avanzar hacia un tratado de no proliferación petrolera.

Cabe mencionar que este llamado resulta lógico, la comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.


La comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.

Un último aspecto a destacar de las negociaciones que se desarrollan en Sharm El-Sheik, Egipto, es el documento emitido por Naciones Unidas (“Integrity Matters: Net Zero Commitments by Businesses, Financial Institutions, Cities and Regions” UN 2022), el cual destaca el alto nivel de lavado verde (greenwashing) que realizan empresarios, entidades financieras, y gobiernos. 

La Argentina se presenta como parte del Sur Global, se declama como afectada al tiempo que reclama resarcimiento. Obviamente, lejos estamos de los niveles de emisión de EE.UU. o China, pero si consideramos lo acumulado desde los albores de la revolución industrial hasta aquí, observamos que nuestro país no resulta exento de culpa: Argentina califica entre los veinte mayores contaminantes. Puesto en perspectiva, Mia Mottley, Primera Ministro de Barbados, nos diría que su país merece los fondos con urgencia. Y la razón, ciertamente, le asiste. 

ARGENTINA: POCO INTERÉS POR LOS RENOVABLES.


Cambiemos de perspectiva, miremos a futuro: las emisiones que podrían evitarse. Al evaluar la transición energética, lamentablemente, observamos un escaso interés por los renovables (salvo que consideremos al gas natural como un combustible “limpio”). 

«Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador», advirtió el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.


En lugar de apostar por las tecnologías del futuro se avanza con Vaca Muerta, se licitan permisos de exploración en la plataforma submarina bonaerense. Tampoco se habla del riesgo financiero que impone tal decisión, aún cuando diversos informes destacan la pérdida de valor que enfrentarán los activos del sector en pocos años. Se deja la transición en manos del sector petrolero, no importa quién esté en el gobierno.  


Al considerar el rumbo adoptado en materia productiva, vemos un respaldo unánime al ahondamiento del extractivismo por gran parte de la dirigencia argentina. Tal como aconteció en Glasgow, el gobierno y las principales entidades del campo acordaron un documento de cara al encuentro en Sharm El-Sheik, el cual destaca las bondades (socio y medioambientales) del modelo de agro-negocios imperante en la Argentina.

BLOQUEOS A LA LEY DE HUMEDALES.


Muchos aducirían la necesidad de desarrollo, para así responder a las urgencias sociales. De un lado de la grieta, que debemos dejar actuar al mercado. Los precios vendrían a señalar el momento del cambio. Solo el Estado puede resolver el problema, el mensaje que surge del otro lado de la grieta. Las medidas que adopta el gobierno van en la dirección correcta, las críticas surgen de un grupo de “ambientalistas radicalizados”. Mientras tanto, numerosos habitantes de nuestro país se ven condenados a respirar humo. Gobierno y oposición, ambos bloquean la Ley de Humedales. 

Entre 2020 y 2021, en el contexto de la prolongada bajante extraordinaria del Paraná y el agravamiento de la sequía, se quemaron más de 700.000 hectáreas del Delta e islas del Paraná. En 2022, hasta el 21 de agosto ya se quemaron 196.073 hectáreas de ese territorio.

La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo.

Pero no sólo los incendios están matando la biodiversidad, la Argentina corre el riesgo de perder su mayor bosque nativo: el Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal de Sudamérica. Si se considera el área donde se asienta este ecosistema (Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa), Greenpeace estima que en un año (2021), se desmontaron más de 113.000 hectáreas.

Unos y otros, en definitiva, se han convertido en fervientes defensores de la teoría del derrame, aunque al final poco se derrama. La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo, especie de canje de naturaleza por desarrollo económico que beneficia a los menos.

Podemos decir que la postura del gobierno refleja inconsistencia, aunque la misma resulta atribuible a gran parte de la dirigencia del país. La Argentina califica como país de ingresos medios, se percibe como emergente, al tiempo que intenta perfilarse como un actor global relevante -basta mencionar que forma parte del G20.

LLEGÓ LA HORA DE REVELARSE.

Sin embargo, en las negociaciones ambientales nos percibimos como perjudicados. Planteamos financiar nuestra lucha contra el cambio climático a partir del esquema de canje
 de deuda soberana, al tiempo que avanzamos con la explotación petrolera (industria, cuyo accionar acelera el problema climático). Un razonamiento, por cierto, difícil de explicar para quien habita en Tuvalú.

 

Debemos reconsiderar nuestra perspectiva, que tipo de desarrollo ambicionamos. El futuro puede que sea hermoso, también que resulte a escala humana. Ello sólo será factible si evitamos que la temperatura promedio del planeta siga aumentando, si logramos revertir la pérdida de biodiversidad. Estamos cerca de perder toda esperanza, no podemos dejar librado nuestro futuro ni el de nuestros hijos a los líderes del planeta.


En el año 1989 la Internacional Socialista planteaba lo frágil del equilibrio ecológico, la amenaza de la sobreexplotación. Frente al peligro que encierra el cambio climático, destacaba el documento los socialistas levantan los valores de la solidaridad y la democracia. Todos los seres humanos tienen el mismo valor. Es necesario configurar una nueva era de crecimiento económico diferente, que dé prioridad a la calidad del desarrollo”. Al tiempo que se producía dicha declaración el dióxido de carbono acumulado en la atmósfera alcanzaba las 352,57 partículas por millón (ppm), la última medición observada es de 417.9 ppm. Es tiempo de actuar, tal como lo sostiene el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, llegó la hora de rebelarse.

 

Leonardo Stanley

Investigador Asociado del Centro de Estudios de Estado y Sociedad – CEDES (Buenos Aires). Autor de “Latin America Global Insertion, Energy Transition, and Sustainable Development”, Cambridge University Press, 2020.



   

domingo, 8 de noviembre de 2020

¡Volveremos!... @dealgunamanera...

 ¡Volveremos! 

Francisco de Narváez. Fotografía: CEDOC Perfil 

Casi paralelamente a que el Partido Demócrata desalojaba a los republicanos de la Casa Blanca en una disputada elección, casi un signo de los cuatro años trumpistas, el estandarte del estilo norteamericano de los negocios tradicionales, Wal-Mart, ejecutaba su retirada estratégica de Argentina. Y el comprador resultaba un viejo conocido del rubro, Francisco De Narváez, que ya había vendido la cadena familiar Casa Tía en 1999, cuando todavía gobernaba Bill Clinton en los Estados Unidos.


© Escrito por Tristán Rodríguez Loredo y publicado el sábado 08/11/2020 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 


Durante buena parte de la crisis económica y tensión cambiaria que comenzara en 2018 y se agudizara durante esta larga cuarentena, más de un empresario votó con los pies y se afincó fiscalmente en otro país. No sólo los casos de las celebridades y CEOs que preferían eludir el largo brazo de la AFIP ante la eventualidad de cualquier nuevo impuesto que la creatividad y la necesidad del Tesoro pueda generar bajo distintas modalidades.

Siempre en nombre de la solidaridad, la emergencia y ahora, la pandemia. Emigrar, para los que quieren y pueden parecería ser una marca registrada de esta larga crisis argentina,  que como reflexiona con genial agudeza el historiador económico Pablo Gerchunoff en la última edición de la revista Noticiasni es original ni es nueva: arrastra al menos cuatro décadas y viene acompañada por la fragilidad institucional de no poder acordar una hoja de ruta para volver a una senda de desarrollo que ofrezca un horizonte a la población. 

Justamente, los que están en la cúspide de esa pirámide social, globalizados y con intereses no necesariamente atados al país, son los que ahora, como en el caso de la operación de Wal-Mart, pueden ser los beneficiarios de la retirada ordenada de las casas matrices que bajaron el pulgar a sus inversiones en una economía inestable e impredecible. 

A veces, como en este caso, ese repliegue de varios países de la región viene alentado por la dura batalla comercial que tiene que librar en su propio territorio. En la última década, el gigante norteamericano viene siendo acosado por el comercio online y nuevas modalidades de consumo. En 2015, Amazon ya pasó en capitalización de mercado a la firma y en la actualidad, si bien no perdió valoración absoluta (US$ 413 mil millones) representa sólo la octava parte de la capitalización bursátil de Amazon (US$ 3,3 billones). 

¿Representa esta operación el inicio de una reargentinización de las empresas que habían sido vendidas en cifras millonarias durante los 90? 

En 2008, cuando Repsol cedió parte de su paquete accionario de YPF al grupo Eskenazi, atribuyó al comprador su carácter de “experto en mercados regulados”. Más que un elogio, una pintura de época. 

La economía argentina precisa con urgencia subirse a un proceso de inversiones que primero frenen el deterioro de la infraestructura y luego den el basamento para un crecimiento módico, al menos el promedio de la región. Cerrados los caminos de acceso al crédito internacional hasta terminar de cerrar un nuevo acuerdo con los organismos internacionales en las negociaciones encabezadas por el FMI, las alternativas son pocas: o un nuevo flujo de inversión extranjera directa o un aumento del ahorro interno. 

El primer caso no parecería ser inmediato cuando la inestabilidad hizo reconfigurar a muchas filiales su permanencia al menos que haya cápsulas de atracción a la inversión, como fue pensada Vaca Muerta en su momento o hace más tiempo con la industria automotriz, que requiere algo más que seguridades del tipo de cambio. La otra alternativa es un aumento sustancial del crédito interno, fomentando el ahorro… de los que generan ahorro. 

Justamente, los que hoy dudan sobre su futuro en esta tierra. Un operativo de seducción que tampoco se agota en una declamación, sino que abarca una batería de medidas, actitudes y normativas que puedan revertir la fuga de capitales, cerebros y voluntades. Recién entonces los fondos habrán visto que hay terreno fértil para sus negocios.





jueves, 29 de octubre de 2020

Cristina invita al acuerdo pero el que tiene que pagar es Alberto… @dealgunamanera...

 Cristina invita al acuerdo pero el que tiene que pagar es Alberto…

Alberto Fernández y Cristina Fernández
 

Entre el 9 de Julio y el 27 de octubre, algo pasó. En vísperas del aniversario de la muerte de Néstor Kirchner, Cristina Fernández decidió jugar una carta que no estaba en sus planes hace unos meses y convocar a un acuerdo con todos los sectores para resolver el grave problema de la economía bimonetaria. Así desandó el camino que había insinuado cuando llamó a no confundirse y recomendó la nota de Alfredo Zaiat que apuntaba contra la derecha empresaria de Clarín y Techint, dos días después de aquel acto de Alberto Fernández en Olivos.

 

© Escrito por Diego Genoud el miércoles 28/10/2020 y publicado en la Plataforma Digital de Actualidad y Noticias El Canciller de la Ciudad Autónona de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Cristina ya había invitado a la confección de un contrato social en la presentación de “Sinceramente”, en campaña y hace más de un año. Pero esta carta no puede ser leída como un regreso a esos postulados porque lo que cambia es el lugar de enunciación: la vicepresidenta ya no habla como alternativa a un macrismo decadente sino desde la debilidad de la propia crisis que atraviesa a su gobierno. Aunque pueda argumentar que, buenas o malas, las decisiones las toma Fernández, el proyecto del Frente de Todos es el que empieza a ver comprometidas sus chances de prolongarse en el tiempo y tiene por delante meses de alta incertidumbre. Por eso, CFK dice que el problema que no pudo saldar durante su gestión y Mauricio Macri agravó con un endeudamiento suicida y la eliminación de todo tipo de controles no es ideológico, ni de izquierda ni de derecha. Ahora es el peronismo el que lo sufre. 

Difícil de ejecutar en una Argentina desigual que tiene un océano de perdedores y pocos actores dispuestos a ceder algo, el gran acuerdo que Cristina propuso en público puso a todo el país político a girar una vez en torno a su palabra y a su figura. Pero llega unos días después de otro movimiento, más discreto, que cerca de Fernández se encargan de destacar. El almuerzo que el Presidente mantuvo en la residencia de Olivos con Paolo Rocca y Luis Betnaza, escoltado por Martín Guzmán y Eduardo De Pedro. La presencia del ministro del Interior en el encuentro que pareció iniciar un acercamiento con el establishment es exhibida en Casa Rosada como prueba de que Cristina avala el entendimiento con los miserables de ayer, según la definición que el propio Alberto prefiere desligar ahora de los atributos del dueño de Techint. Sin embargo, Rocca no fue a plantear consensos trascendentales para eludir el precipicio sino a reclamar por la deuda que Macri no le pagó desde el Estado después de beneficiarlo como a nadie en Vaca Muerta, con la resolución 46. 

Abierta a interpretaciones de todo tipo, la convocatoria de la expresidenta parte del reconocimiento de una situación en la que el oficialismo no puede resolver la crisis y los optimistas de ayer ahora dicen que la corrida se estaba llevando puesto al gobierno. 

Se piense como se piense, algo parece evidente: CFK no está nada conforme con el balance ejecutivo de su criatura electoral y busca evitar que la fragilidad se acentúe junto con la brecha. Quiere preservar el poder que le costó recuperar y no le sirve ver como la presión devaluatoria y la evaporación del peso erosionan cada día la legitimidad del gobierno. Su suerte política y personal también está en juego. 

La carta del 27 de octubre llega en un momento en el que la inestabilidad persiste, los peores pronósticos se propagan y se discute -dentro y fuera del peronismo- hacia dónde y con quién intentará el pancristinismo salir de la postura defensiva. Los disconformes con el funcionamiento del gobierno se quejan de que el loteo de cargos estratégicos entre distintas facciones agrava la debilidad porque no son pocos los que “están pensando en su baldosa y en cómo quedar bien con el del frente”. 

Con intervenciones y la licitación de un bono atado al dólar, Martín Guzmán empieza a desplegar su juego y a lograr resultados de corto plazo no exentos de riesgo, camino a un sendero de menos emisión y más ajuste fiscal. El ministro precisa de un rebote fuerte en una economía que la pandemia hundió en su tercer año de recesión, pero la eliminación del IFE y la reducción del alcance del ATP se inserta en un mapa donde la caída de ingresos se conjuga con el aumento de la desocupación y la pobreza. Mientras tanto, en el sindicalismo que ayer avaló el reformismo permanente de Macri hoy resurgen propuestas de crear empleo flexible al estilo de la UOCRA como única vía para recuperar puestos de trabajo. Pura austeridad, ese repertorio debería discutirse en un acuerdo social a mediano plazo si no fuera porque la urgencia sigue mandando y la mayoría ya no tiene margen para ceder. No es el mejor ambiente para llegar a diciembre. 

La oposición se juega a un escenario de mayor volatilidad y dice que el gobierno ya perdió las riendas de una situación delicada. Afirman que los anuncios no tienen impacto duradero y no alcanzan para moldear las conductas de nadie porque está en cuestión la capacidad oficial para enfrentar la corrida. Sólo en ese punto se unen los diagnósticos de Cristina con la de sus detractores más rabiosos, que no quieren ningún acuerdo. A los dos lados de la polarización, convergen en que la falla está en el vértice del Poder Ejecutivo. “Alberto le dice a todos los que quieren escuchar y para gobernar la Argentina hay que decirle al 75% de la gente lo que no quiere escuchar”. Raro eslabón perdido entre el kirchnerismo y el peronismo, Fernández lidera un gabinete que parece en las antípodas del cristinismo que se llevaba todo por delante y, aún equivocado, insistía hasta el final. Ahora las señales confunden a casi todos y la camiseta pesa como nunca. 

Empoderado para un acuerdo sin garantía de éxito, el Presidente debe entenderse con factores de poder que creyeron en Macri, lo sostuvieron hasta el final y lo abandonaron sólo por la ineficacia probada para lograr sus objetivos. El establishment le va pedir a Fernández que pague el costo político del pacto que su socia acaba de estimular, con un giro más concreto que el del género epistolar. 

“Tiene que poner la seña, dejar algo para que le crean”, dicen. A Guzmán le quedan dos semanas largas por delante hasta que, el 10 de noviembre, aterrice la nueva misión del Fondo y comience a borronearse el primer acuerdo de todos, a firmarse con los soldados de Kristalina. Mientras algunos se juegan a que el organismo de crédito se ofrezca como salvoconducto del peronismo para llegar a marzo, otros recuerdan que Macri lo tuvo todo y le duró nada, frente a una corrida que le arruinó su futuro. En el gobierno afirman que es posible firmar un nuevo programa en diciembre y acordar un cronograma de desembolsos que le de aire al Presidente. 

Pero los patriotas del mercado dicen que el FMI no tiene margen para prestar mucho, salvo que el pancristinismo se decida avanzar por el camino de una ortodoxia sin culpa. La encrucijada sigue sobre la mesa: sólo que ahora Cristina le puso su firma, en busca de evitar otro desenlace traumático.




 

domingo, 5 de enero de 2020

Idas y Vueltas. Todo para solucionar la deuda… @dealgunamanera...

Idas y Vueltas. Todo para solucionar la deuda…

En concierto, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

El primer objetivo del Gobierno es resolver el momento del pago de las obligaciones contraídas. En el camino, surgen diferencias y papelones.

© Escrito por Nelson castro el domingo 05/01/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


El Gobierno avanza con parches buscando atisbos que le permitan vislumbrar algún esbozo de la tan ansiada y necesaria recuperación económica. Como ya se ha dicho, no habrá plan económico mientras no haya una solución al problema de la deuda. El pago de los intereses –cuánto, cómo y cuándo– condiciona absolutamente a la economía del país. El único objetivo claro que Alberto Fernández tiene por ahora es poner más dinero en el bolsillo de las clases más bajas. A esto se le suma el congelamiento de las tarifas. Algo similar hizo Mauricio Macri tras las PASO.

Cortocircuito. El tema de las tarifas originó el primer cortocircuito importante dentro de la flamante administración. Ocurrió entre el Presidente y Guillermo Nielsen. El presidente de YPF dispuso un aumento de los combustibles del 5%. Era algo que había hablado con el doctor Fernández quien, en principio, había estado de acuerdo con la medida. Pero después terciaron el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el de Producción, Matías Kulfas, quienes objetaron este aumento e hicieron conocer su oposición. Se ve que fueron suficientemente elocuentes.

Claro que, cuando esto ocurrió, era tarde: la noticia ya había sido anunciada. Las colas de vehículos en las estaciones de servicio de las empresas competidoras de YPF dio idea de cuánto había impactado.

El hecho dejó mal parado a Guillermo Nielsen, a quien evidentemente le faltó peso político. Fue una desprolijidad que inquietó a varios de los posibles empresarios a los que Nielsen está tratando de convencer para que vengan a invertir a Vaca Muerta. El precio de los combustibles en el contexto inflacionario que vive la Argentina es un asunto de difícil solución que exige un manejo muy fino y coordinado. Una de las quejas más vehementes que supo hacer Alfonso Prat-Gay durante su breve gestión de un año al frente del Ministerio de Hacienda tuvo que ver con los aumentos exorbitantes que fogoneaba el entonces ministro de Energía, Juan José Aranguren. Prat-Gay sostenía –con razón– que no podía llevar adelante ningún plan antiinflacionario exitoso si los precios de los combustibles subían de la manera como lo disponía Aranguren. Macri cortó esta disputa de cuajo. Por si alguien lo olvidó, apoyó a Aranguren y a Prat-Gay lo echó.   
     
Nielsen está preocupado. YPF financia sus inversiones a partir de lo que recauda en los surtidores. Sus precios son los más baratos de la región, por lo que la extensión del congelamiento por un período de 120 días complica a la empresa. El presidente de YPF es consciente de que esta medida conlleva el riesgo de alejar a muchos potenciales inversores interesados en Vaca Muerta.

La renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional tendrá condimentos políticos que la pueden complicar seriamente. Esos componentes políticos tienen nombre y apellido: Donald Trump.

Fue él quien tuvo la última palabra para que el Fondo le abriera sus arcas al desvaído gobierno de su amigo Mauricio Macri. La contraprestación del ex presidente también tiene nombre: Venezuela.

Ese alineamiento hoy está roto. A eso se le ha agregado en estas últimas semanas el caso de Bolivia. El alto perfil con el cual Evo Morales está llevando adelante su exilio argentino complica al Gobierno. Es cierto que en Bolivia hubo un golpe de Estado con fachada de golpe institucional y que la gestión de Alberto Fernández, en su condición de presidente electo, fue decisiva para salvarle la vida a Morales. Pero también es cierto que el ex presidente había violado la Constitución boliviana cuando ignoró el plebiscito realizado en 2017.

El doctor Fernández debería tener una mirada más ecuánime sobre este episodio. Lula la tuvo: criticó el golpe de Estado que derrocó a Morales y también a Evo.
Porrazo. El porrazo político que se dio Axel Kicillof la semana pasada cuando, en base a la prepotencia, quiso sacar el impuestazo en la provincia de Buenos Aires parece que lo ayudó a reflexionar. “Todo lo que se hizo fue un error: la conferencia de prensa en sí como las acusaciones del jefe de Gabinete, Carlos Bianco, tratando a los legisladores de la oposición como a unos a vagos”, reconoce un senador bonaerense del Frente de Todos.

El jueves, en la reunión con los intendentes de la oposición, el clima cambió. “Fue en la residencia a la que nos hizo acceder a través de la entrada principal, cosa que Vidal nunca hizo”, señaló un intendente de Juntos por el Cambio. Lo que viene ahora es la negociación. A la hora de escribir esta columna, se vislumbra un acuerdo.

La intentona fallida de Kicillof de sacar la ley de prepo en la madrugada del sábado 28 de diciembre lo dejó mal parado. Esa bravuconada contó con el apoyo de Máximo Kirchner y de su madre. Nada que sorprenda.

Cambia, Alberto cambia. El documental El fiscal, la presidenta y el espía reflotaron el caso Nisman, de cuya muerte se cumplirán cinco años el próximo domingo 19. Uno de los puntos que más polvareda ha levantado es el cambio de opinión que, sobre el caso, ha experimentado Alberto Fernández. Esto  tendría un valor meramente anecdótico si no fuera que Fernández es hoy el presidente.

Es ese valor el que inviste a su persona de credibilidad, un atributo esencial para el ejercicio del poder. De la credibilidad emana la autoridad. Si hoy dice una cosa y mañana otra, toda esa construcción se resquebraja.

Las explicaciones que dio en estas horas sobre su cambio de parecer en el caso Nisman han sido malas. Ha sido aclarar para oscurecer. Es evidente que su intención fue excluir a CFK de cualquier tipo de sospecha. La decisión de alentar la revisión del peritaje de la Gendarmería Nacional es una injerencia clara en la Justicia, se lo disfrace de lo que se lo disfrace.

El tema esencial de la causa no es excluir o incluir sospechosos, sino esclarecer el caso. Y eso le corresponde a la Justicia y no a una ministra o al Presidente. Alberto Fernández, como abogado y profesor de Derecho, lo sabe mejor que nadie.