Los intransigentes de siempre…
La CGT, que se mantuvo callada durante los años de los Fernández, alza la voz ante el nuevo gobierno. Hipocresía.
Los intransigentes de siempre…
El destino cíclico
del país…
Tanto la dirigencia como el ciudadano de a pie, no logran escapar al círculo que aparece en cada elección.
El plan de Massa es llegar”, dijo Antonio Aracre a lo largo de la semana en el transcurso del raid mediático, en el que se dedicó a confirmar con todo detalle, tanto las inconsistencias de la gestión del ministro de Economía, como la situación de crisis interna que atraviesa al Gobierno. Es notable como día tras día van quedando expuestas las mentiras del kirchnerismo, circunstancia que en nada inmuta ni a Alberto Fernández ni a Cristina Fernández de Kirchner y sus respectivos entornos cultores del “miente, miente, que algo quedará”.
La semana arrancó con las nuevas medidas que aumentaron las restricciones para acceder al dólar. Lo que logró este cepo recargado fue poco. Le siguió el vergonzoso viaje a Brasilia de una numerosa comitiva encabezada por el Presidente saliente para –según se anunció oficialmente a tambor batiente– firmar un acuerdo con Lula para facilitar las importaciones de insumos producidos por empresas brasileñas. Lo cierto fue que, como dijo el primer mandatario del Brasil, AF se volvió más aliviado, pero sin dinero. A falta de dinero se asistió, en cambio, a una reyerta de peluquería entre alguna de las integrantes de la comitiva presidencial, tal cual lo describió en su imperdible artículo Roberto García. Si no hay pan que por lo menos no falte el circo. Vergonzoso.
Al mismo tiempo que el Tango 04 volaba hacia Brasilia, se desarrollaba en el estadio de Defensores de Belgrano el acto de la CGT para conmemorar el “Día del Trabajador”. Lo más relevante fue la escasez de la concurrencia y el faltazo de sindicalistas aliados a CFK. Sinuoso –tal cual es su estilo– Massa mandó un mensaje que a nadie le importó. Como parte de la estrategia acomodaticia de la dirigencia gremial, lo que se les escucha decir es que el objetivo es evitar la hiperinflación (sic). Si en lugar de un gobierno peronista hubiera uno de la oposición, la CGT estaría decretando paros y movilizaciones a diestra y siniestra, empujándolo a su caída. Sin embargo, este gobierno kirchnerista, tuvo mucha más suerte.
Producto de la desesperación del kirchnerismo, el Indec anunció el miércoles que, en vez del viernes 12, el índice de inflación de abril se daría a conocer el lunes 15. La inverosímil y descarada excusa que se dio es que, como el domingo 14 son las elecciones a gobernador en varias provincias, la difusión de esa información podría influir en la decisión del electorado (sic). El bochorno generado por el anuncio y su carencia de fundamentos –increíblemente sostenidos por el titular del Instituto Nacional de Estadística y Censos, Marco Lavagna– hicieron que la medida se revirtiera a las pocas horas. Lavagna hijo, parece haber olvidado el tiempo en el que supo ser frontalmente crítico de las maniobras de manipulación, destinadas a alterar los datos de la inflación.
Nada muy sorprendente: lo mismo hicieron Alberto Fernández, Sergio Massa, el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, el secretario de Industria, José Ignacio De Mendiguren, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, por nombrar algunos funcionarios de memoria débil. Por otra parte, el ocultamiento y la distorsión de las estadísticas, es un capítulo viejo que tuvo final trágico en los tiempos de Guillermo Moreno.
El plan “llegar” de Massa necesita los dólares como el oxígeno. Por eso se asiste al derrotero de un gobierno mendicante. Se le pide a quien: Brasil, China y el FMI. De ellos, el único que ofrece una cantidad significativa es el vilipendiado Fondo. Lo que para CFK es una herejía, para Massa es como el maná caído del cielo. Cuenta el Gobierno con la ayuda del gobierno de los Estados Unidos. En Washington se ha tomado la decisión de evitar que la Argentina caiga en default. Es una decisión que es producto del aprendizaje: el default argentino de 2002 le ocasionó daños severos a la mayoría de las empresas norteamericanas.
En materia electoral a “la jefa” tampoco le gustan las opciones que tiene sobre la mesa. A Daniel Scioli lo atormentó durante años, maltrató y destrató. Por eso insiste con Sergio Massa. No es una inclinación que le simpatice, pero, a sabiendas de una posible derrota, no quiere que el Superministro de Economía salga ileso. CFK es vengativa y no da puntada sin hilo.
No tan Juntos por el Cambio merece un párrafo aparte. María Eugenia Vidal, desangelada y sola, publicó un tuit ambiguo dando a entender que no sería precandidata presidencial para las PASO. “Esperaba un apoyo interno que nunca llegó, y todo hace pensar que tampoco tendrá su operativo clamor si decidiera ir por el Gobierno de la Ciudad. Nadie se baja si los números lo acompañan. No sería el caso”, –argumentó una fuente que recorre el moderno edificio de Uspallata.
El verbo “ceder” no aparece en el manual de las negociaciones aplicado por estos días. Lo peor es que los trapitos amarillos, se han vuelto a lavar al sol y la gente ha comenzado a tomar nota de ello. El hastío generalizado que manifiesta el votante con la clase política es palpable en todos lados. El único que sale beneficiado de esta situación es Javier Milei quien no deja de subir en las encuestas. Es justo decir que a medida que se acerca el calendario electoral el votante se vuelve más conservador, pero en este proceso hay ingredientes que se combinan para desembocar en un voto castigo.
Miley está tan seguro de sí mismo que no tiene ningún apuro en definir los nombres que lo acompañarán en la provincia de Buenos Aires, por citar un ejemplo. Ya hay varios intendentes y concejales que buscan un lugar bajo su melena. Para el Libertario, la lista sábana no es un problema y el tiempo y sus adversarios le juegan a favor. Por eso CFK lo eligió para subirlo al ring. Si el gobierno del iracundo economista terminara en un fracaso, el kirchnerismo volvería a la vida inmediatamente.
Argentina y un destino cíclico que tanto la dirigencia como el ciudadano de a pie, no logran esquivar.
La rana y el escorpión…
Quien fue designado para salvar la situación, ahora puede ser sacrificado a mitad del río.
© Escrito por Nelson
Castro el sábado 11/02/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.
Nada,
absolutamente nada de lo prometido por Sergio Massa a Cristina Fernández de Kirchner viene
cumpliéndose. Lo salva del vapuleo de la vicepresidenta una sola circunstancia:
el kirchnerismo no tiene ninguna otra alternativa. No hay figuras de peso.
Muchos menos economistas de carácter técnico, dispuestos a inmolarse y perder
su prestigio como lo hizo el actual viceministro Gabriel Rubinstein. Cuando la vice ató su suerte
a la del ex intendente de Tigre quemó las naves. La indomable inflación horada
no sólo los bolsillos de todos los argentinos sino también las esperanzas
electorales del oficialismo. No está claro cuán consciente de ello es Alberto Fernández.
La ex presidenta en funciones, en cambio, lo tiene claro. Sabe que, si hoy se
votara, el Frente de Todos contra Todos pierde. Por eso viene agitando el bluff
de su proscripción. Es una excusa que le viene como anillo al dedo para
rechazar su candidatura presidencial. No puede correr ese riesgo. Claro que en
el kirchnerismo nada es definitivo, pero, hasta el momento, CFK se mantiene firme en su negativa. Una muestra de
esa firmeza podrían serlo los afiches que voces calificadas del kirchnerismo
dicen haber visto con la candidatura presidencial de Eduardo “Wado” de Pedro,
el ministro del Interior con quien el Presidente no se habla.
Esos afiches, llevarían también la postulación de Axel Kicillof a la reelección
a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. En el ideario actual de CFK,
su objetivo principal es retener el territorio bonaerense, para mantener una
cuota de poder que le permitiría no sólo complicar la gestión de un eventual
gobierno de No tan Juntos por el Cambio sino, además, tener dominio sobre el
peronismo.
Mientras tanto, la gestión de Alberto
Fernández sigue siendo la representación de un grotesco interminable. En la
entrevista que le concedió en su programa de Radio Urbana a María O’Donnell,
dijo cosas desopilantes. Una de las que hará historia es el reconocer que con
el ministro De Pedro –nada menos que de la cartera de Interior– no habla y que
gobierna con los ministros que puede. En cualquier gobierno con parámetros de
funcionamiento basados en la lógica y el sentido común, si un ministro no
respeta la autoridad del Presidente que lo designó tiene como único destino la
renuncia.
Está claro, pues, que la única persona que puede echarlo del Gobierno es la
propia CFK. Ante tamaña exhibición de falta de autoridad, la única alternativa
que encuentran los gobernadores peronistas es el sálvese quién pueda. Por eso
varios de ellos decidieron vaciarle la convocatoria a la mesa política a la que
AF convocó al peronismo para el próximo jueves 16. Es curioso que varios de los
que le exigieron que aceptara esta iniciativa de CFK son los mismos que se la
están boicoteando, empezando por la mismísima expresidenta en funciones y su
hijo Máximo.
Ante esta
realidad, el Presidente se empecina en mostrar su desastrosa gestión en un
dechado de errores que “no hicieron daño a la gente”(sic) y aciertos. Parece
que se olvidó de miles de muertos que hubo durante la pandemia por su
caprichosa decisión de no autorizar la compra de las vacunas de Pfizer. También
podríamos mencionar que una de sus primeras decisiones luego de sentarse en el
sillón de Rivadavia fue borrar de un plumazo, la fórmula de movilidad
jubilatoria implementada en tiempos de Cambiemos y la instauración de un nuevo
sistema que terminó haciéndole perder plata a los jubilados. “Los errores
fueron honestamente cometidos” –sostuvo. Entonces –al menos–, debería pedirle
la renuncia a todos los funcionarios que terminaron por hacerle la vida más
difícil a los adultos mayores. El daño es directo y mensurable.
The show must go on.
El juicio político a los miembros de la Corte Suprema sigue su curso con la admisión de los cargos
presentados. Pero ahora hay un dato clave que está mucho más claro. Cristina no
puede permitir que el proceso llegue a su fin y culmine en el recinto, porque
sabe que sería un nuevo fracaso para su colección personal. La señora
quiere que la investigación quede abierta para sostener en el tiempo el manto
de sospecha sobre el Máximo Tribunal. En su cabeza y en la de toda el ala dura
del oficialismo, una Corte enjuiciada tiene como efecto directo desacreditar
los fallos que la condenan.
En el centro de prensa montado en la sala contigua a la que alberga el proceso,
el propio diputado ultra K Rodolfo Tailhade se encargó de gritarlo a los cuatro
vientos ante los micrófonos de los medios oficialistas: “Nadie nos va a venir a
marcar los plazos ni las definiciones, tenemos tres años para decidir y hacer las
presentaciones correspondientes”. La jugada está consumada. El tema
difícilmente llegue al recinto.
Entre tanto despropósito
institucional –que también condiciona la economía– una nueva espada de Damocles
se ciñe sobre los planes del ministro Sergio Massa. Es un secreto a voces que
la inflación de enero podría superar el 6%. Un número que lo obligaría a
recalibrar el GPS, justo cuando la embestida del kirchnerismo contra su figura
vuelve a recrudecer.
Es como el cuento de la rana y
el escorpión. Quien fue designado como un posible salvoconducto, podría ser
sacrificado en la mitad del río, antes de llegar a la orilla. Más aún cuando el
superministro se sostiene en un frágil equilibrio cimentado sobre la ya
mencionada falta de candidatos.
Esta historia continuará...
Inflación. Medidas retrógradas…
La oposición se comporta como si ya hubiese ganado las
elecciones, algo que los manuales elementales de política desaconsejan. Con el
eslogan “La gente ya cambió” creen que será suficiente para lograr los cambios
profundos que harán falta para reganar el sendero del crecimiento genuino.
Tamaña sobresimplificación de la realidad no deja de sorprender.
Sobre las PASO. Modificar las reglas…
Patricia Darth Vader. Dibujo: Pablo Temes.
Cuando el kirchnerismo no
puede ganar en la cancha, quiere cambiar el árbitro.
© Escrito por
Nelson Castro el sábado 05/11/2022 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
“Yo siempre haré
lo que diga el pueblo”, le dijo María Eva Duarte de Perón a la multitud que le pedía
que aceptara la candidatura a la vicepresidencia de la Nación para acompañar a
su esposo, el general Juan Domingo Perón, en lo que se denominó “la fórmula de
la patria”. En su afán de protagonismo infinito, Cristina Fernández de Kirchner
apeló a una frase con reminiscencia de aquella pronunciada por Evita el 22 de
agosto de 1951: “Voy a hacer lo que tenga que hacer para que nuestro pueblo pueda
realizarse y recuperar la alegría”, dijo el viernes en el acto
de la Unión Obrera Metalúrgica.
La interpretación
de este párrafo deja abierta claramente la puerta a su candidatura
presidencial. La incógnita es algo de lo cual los políticos en general y la ex
– presidenta en funciones se valen para crear expectativas en torno de sí. ¿Fue
este el primer paso del operativo clamor? De ser así, no parece haber sido muy
auspicioso.
Su alocución fue
desordenada, contradictoria y, por momentos, delirante. La acepción segunda del
significado de la palabra delirio que da la Real Academia Española de la Lengua
lo define como disparate o despropósito. Eso es lo que representa la
adjudicación hecha por CFK al macrismo de estar tras el intento fallido de asesinarla
por parte de los integrantes de la así llamada “banda de los copitos”.
A la oratoria de la expresidenta en funciones le faltó el
punch de otras ocasiones. La actitud del auditorio –bullicioso y poco generoso
en el aplauso– fue un buen termómetro de ello. En verdad, aplaudieron más al secretario general de la UOM, Abel
Furlán, cuyo discurso pareció durar una eternidad. Salvo el
cantito alusivo a la candidatura de CFK para 2023, la concurrencia demostró no
haberse conmovido por su discurso, que fue más corto que lo esperado, una
confirmación más de que su perorata distaba de otras que supieron ser más
explosivas y, por ende, de mayor impacto.
Les pasó facturas a la CGT, al Presidente y a
los movimientos sociales junto con el consabido “¡ah, pero Macri!” cada vez más
obvio y, por consecuencia, cada vez menos efectivo. También fue obvia la
defensa que hizo de Sergio Massa. De todos
modos, hay un detalle interesante para señalar: no pudo hablar de ningún logro
puntual de la gestión del ministro de Economía. Solo dijo que Massa “está
haciendo un enorme esfuerzo”. Está claro que el ministro es la única opción que
tiene el oficialismo para evitar la debacle económica.
Esto explica el silencio del kirchnerismo ante las
expresiones del viceministro, Gabriel Rubinstein,
quien dijo ante la Comisión de Hacienda del Senado que hay que bajar el déficit
fiscal y alertó sobre el riesgo de sufrir un proceso hiperinflacionario.
En otras circunstancias, CFK hubiese estallado de ira y
exigido su renuncia. “En este momento Massa y Cristina son los únicos que
pueden respetar un acuerdo de convivencia”, dijo una fuente del instituto
Patria. De todas maneras, se sintió el reclamo que le hizo al Gobierno para que
les otorgue a los trabajadores una suma fija por fuera de las paritarias,
aunque nada dijo acerca de la suspensión de las Primarias
Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Es una muestra
evidente de la contradicción que para ella significa proponer esa medida, que
es propulsada por lo más rancio del kirchnerismo.
Habló, en cambio, de algo que supo mencionar el ministro
del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro: el proyecto de eliminar las elecciones
intermedias. Esto es consecuencia de las derrotas que el kirchnerismo sufrió en
las elecciones de medio mandato en 2009, 2013, 2017 y 2021. A sus “cualidades”
de contradictoria, delirante, confusa y poco apegada a la verdad, la
expresidenta en funciones debe agregarles otra: la de obvia.
Cada vez que el kirchnerismo no puede ganar en la cancha,
intenta cambiar de árbitro o modificar las reglas del juego. En vísperas de un
año electoral, esta actitud reviste mayor gravedad.
También resulta obvio el intento de despegarse de su
propio gobierno. CFK detesta a su criatura política y reconoció que las
decisiones “hay que evaluarlas en el momento en que fueron tomadas”. Más claro,
agua.
Despegarse del Gobierno para culpar de todo a Alberto
Férnandez es el plan evidente que se ha puesto en marcha.
En la oposición hacen todo lo posible para darle vida
futura al proyecto kirchnerista. Peleas, exabruptos, personalismos y traiciones
están a la orden del día. “Con el cabaret opositor y emprolijando un poco los
números de la economía tenemos todas las chances para 2023. Ni hablar si la
jefa decide postularse”, dijo un reconocido kirchnerista del ala dura.
Efectivamente lo que está ocurriendo puertas adentro de
Juntos por el Cambio es algo que solo se explica por el afán de poder y
protagonismo. Hace muy poco tiempo desde el PRO criticaban a los miembros de la
Unión Cívica Radical por sacar los trapitos al sol cada vez que embestían
contra sus “compañeros” de coalición. Pero el equipo amarillo colapsó
internamente y le dio aire al oficialismo.
Una oposición desmembrada que no discute ideas ni
propuestas no es garantía de cambio y debería ser consciente de que, sin
concordia y sin racionalidad, las chances electorales del kirchnerismo crecen.
Si no generan acuerdos sostenidos y muestran madurez política, una parte
importante de la sociedad no se lo perdonará jamás.