Ellos son la Patria…
El Cámpora. Dibujo: Pablo Temes.
El componente fascista del kirchnerismo sigue en su camino hacia el sueño
alocado del poder total.
© Escrito por Nelson Castro y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Si alguien se enoja, vamos a elecciones y es la sociedad la que define” dijo
Máximo Kirchner el viernes pasado en medio de la marcha del operativo clamor
que, con la excusa de una nueva conmemoración del “Día de la Memoria por la
Verdad y la Justicia” organizó La Cámpora, a la que nada le importó el reclamo
de Estela de Carlotto que no se utilizara el 24 con una finalidad
electoralista. Nada, absolutamente nada le importó a la agrupación que ahora
lidera Lucía Cámpora, sobrina nieta del expresidente Héctor J. Cámpora.
Esta afirmación del
diputado Kirchner representa una claudicación respecto de la exigencia de la
expresidenta en funciones de desplazar a Alberto Fernández y evitar una
interna.
Los voceros de esta campaña son no sólo el hijo de la vicepresidenta,
sino también Andrés “Cuervo” Larroque, quien una vez por semana concede reportajes
en los medios K y los medios públicos transformados en algo más parecido a una
topadora, para demoler la figura del primer mandatario.
De persistir en su
actitud, el Presidente le habrá asestado un duro golpe a Cristina Fernández de
Kirchner, quien está ejerciendo toda la presión que le es posible para que
Alberto Fernández decline su postulación a la Presidencia. Su criatura política
lo disfruta en silencio y se ilusiona con dejar sin opciones a su mentora. El
enfrentamiento es total.
Todo lo que viene
haciendo el Gobierno en materia económica es fallido. “Si tengo que devaluar,
renuncio”, se supo que dijo el ministro de Economía en medio de las presiones
para que así lo hiciera. Lo curioso es que hay devaluaciones todos los días. Y
son devaluaciones que ocurren no solo del dólar blue sino también del dólar
oficial. Forma parte del humo que vende Massa en su presumido papel de
“salvador” del Gobierno. La realidad lo viene castigando duro.
La medida adoptada esta
semana de obligar a los organismos públicos a pesificar sus bonos en dólares es
un manotazo de ahogado. Se sabe que el ministro de Economía consultó la medida
con CFK quien, obviamente, dio su visto bueno. Es una demostración que a la
vicepresidenta –una jubilada vip que con su doble pensión de privilegio se
lleva más de $ 9 millones– mide las cosas con doble vara. Nada que sorprenda.
Si esta medida hubiera
sido tomada por la oposición, la jubilada vip hubiera castigado a ese eventual
gobierno en palabras y acciones.
El país estaría incendiado. Para la colección
personal de los vaivenes del ministro de Economía quedan sus declaraciones
públicas de archivo: “Soy el único que puede ir a un centro de jubilados y
mirarlos a los ojos”. Habría que avisarle que esto ya no sería así.
Haga lo que haga el
Gobierno en materia económica dispone de un horizonte que no va más allá del
corto plazo. Cortísimo. La palabra clave es confianza. La polémica medida
fogoneada por Massa que incluyó la venta de títulos en dólares del Fondo de
Garantía de Sustentabilidad de la Anses –nadie escuchó a Fernanda Raverta
quejarse al respecto– es un ejemplo claro de que importa más el “quién” que el
“qué” o el “cómo”.
Un economista que conoce
al dedillo cómo piensan en el mercado lo describe así: “Técnicamente la medida
no fue incorrecta si lo que se busca es estabilizar los dólares financieros. El
problema es que nadie confía en los actores de este gobierno y todo lo que se
haga genera falta de confianza. En este contexto los efectos positivos resultan
efímeros. Con suerte se puede ganar un mes de tiempo” –sentenció.
Nada más se puede
esperar de un gobierno quebrado desde su génesis y que hoy ya no oculta el
descontrol de su mala praxis empujada por el todos contra todos. De arriba
hacia abajo y viceversa. No hay gestión. El plan se resume drásticamente a
aguantar.
Alberto Fernández está
decidido a perturbar a CFK con su candidatura. Ésta vive azuzándolo y
tratándolo de “pelotudo” en privado. Aníbal Fernández envió fuerzas federales a
la Provincia y le mojó la oreja a su par de Seguridad Sergio Berni y al propio
gobernador Axel Kicillof, quien teme que Nación descubra el descalabro y los
negocios que pululan entre las fuerzas bonaerenses.
La ministra de Trabajo
Kelly Olmos le asestó un duro golpe a Wado de Pedro luego de la discusión por
el otorgamiento de una suma fija a los trabajadores. Le dijo a su par de
Interior que mejor ponga la mirada sobre los sueldos que cobran los municipales
de la Provincia de Buenos Aires: “Es el sector salarial más retrasado”.
Teléfono para Kicillof.
Para aportar un nuevo
disparate a este verdadero todos contra todos, la vocera presidencial Gabriela
Cerruti, habló de “depurar” al periodismo y a la Justicia luego de los hechos
sucedidos durante la dictadura militar. Entre los sinónimos más comunes de ese
vocablo se encuentran: purificar, limpiar, eliminar. La portavoz con sus
comentarios y deseos de “depuración” no hace más que confirmar el enorme
componente fascista que anida en el corazón del kirchnerismo.
Son ellos o el enemigo.
Ellos son los mejores. Ellos son la Patria. El resto, somos objetos
prescindibles en el camino al sueño alocado del poder total. Una idea y una
fijación inaceptables para todo país que pretenda vivir en libertad y en
democracia.