Candidatos en danza…
Carga con
ese peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes
Sin desdoblamiento, vienen otras decisiones. Quién acompaña a Macri y Vidal. ¿CFK va con Kicillof?
María Eugenia Vidal quemó las naves. Es lo que hizo al decirle “No” al desdoblamiento de
las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires y atar su suerte a
la de Mauricio Macri. Fue
una decisión que Vidal tomó contra su voluntad. Ella quería discutirlo con el
argumento que le dan los números. Ella mide más que Macri. No hubo posibilidad.
El Presidente y Marcos Peña –y Jaime Duran Barba también– se oponían firmemente a considerar esta opción.
Esa es la verdad. Por eso el argumento del ministro de
Gobierno bonaerense, Federico Salvai, de
decir que el motivo para bajar la idea del desdoblamiento de la elección a
gobernador había sido el “costo” es falaz. Desde el vamos se sabía que una
iniciativa como ésa conlleva una erogación importante por parte de quien la
organiza. El motivo real lo reflejó el título de esta columna del domingo
pasado: “No hay Macri sin Vidal”. Es obvio que la gobernadora
no quedó feliz ni con las formas ni con la resolución de esta delicada cuestión.
Y no lo está porque, como tema de fondo, esto complica sus chances electorales.
Y no lo está, además, por lo que significan las formas que, muchas veces, son
tan importantes como el fondo.
La gobernadora ha experimentado lo desagradable que es –aún para
los oficialistas– tener que “discutir” con Marcos Peña. Vidal
tiene un contacto con la realidad del que carece Peña y, por consecuencia,
dista de compartir un optimismo proselitista nacido al calor de encuestas de
las que muchos oficialistas descreen. La realidad es que el jefe de Gabinete ha
recuperado la centralidad del poder. No ha sido por mérito propio –su gestión
es de escaso mérito– sino producto de las circunstancias. Como ya se ha dicho
aquí, el fuerte suyo no es la gestión sino la elección.
Terminado ya el debate del desdoblamiento, lo que viene
ahora es la definición de los candidatos. Por las dudas –y para que nadie se
confunda–el
candidato a la Presidencia será Macri. Cuando hablamos de
candidaturas nos estamos refiriendo a los que acompañarán en la fórmula al
Presidente y a la gobernadora. Ahí el panorama es variopinto.
Barajando. El
ticket Macri-Michetti todavía
tiene aire aún porque, a decir verdad, nadie va a modificar su voto a causa del
postulante a la vicepresidencia. Se
votará a favor de Macri o en contra de Macri y no de Michetti, Stanley o quien fuere.
La situación es diferente en la provincia de Buenos
Aires. Ahí la discusión es tensa e intensa. Veamos: en 2015, Vidal había
elegido a Cristian Ritondo para
que la acompañara en la fórmula como candidato a vicegobernador. Eso
significaba que los cuatro cargos más importantes a los que aspiraba Cambiemos –Presidencia
y vicepresidencia de la Nación y gobernación y vicegobernación bonaerense– eran
del PRO y de la Capital Federal.
Ahí fue que Ernesto Sanz –¿dónde estará?– hizo oír su voz de queja, por lo que, en menos de 48 horas se lo bajó a Ritondo y lo pusieron a Daniel Salvador. No está clara la causa por la que Vidal no lo quiere más como compañero de fórmula a su actual vice, que ha sido un hombre leal y con muñeca política para manejar los avatares de la compleja Legislatura provincial. Lo que sí está claro, es que no lo quiere. De ahí la danza de nombres que gira alrededor de ese lugar, hecho que lo ha puesto nuevamente en órbita a Ritondo.
Ahí fue que Ernesto Sanz –¿dónde estará?– hizo oír su voz de queja, por lo que, en menos de 48 horas se lo bajó a Ritondo y lo pusieron a Daniel Salvador. No está clara la causa por la que Vidal no lo quiere más como compañero de fórmula a su actual vice, que ha sido un hombre leal y con muñeca política para manejar los avatares de la compleja Legislatura provincial. Lo que sí está claro, es que no lo quiere. De ahí la danza de nombres que gira alrededor de ese lugar, hecho que lo ha puesto nuevamente en órbita a Ritondo.
Sin embargo, en esta retahíla de noes, síes y peros,
apareció un pero. Sucede que Emilio Monzó ya ha dicho que no competirá por su
reelección como diputado. Por lo tanto la presidencia de la
Cámara Baja habrá de quedar vacante. El Gobierno –es decir, Macri– quiere que
el reemplazante de Monzó sea Diego Santilli o,
en su defecto, Ritondo. Quiere que los dos vayan al Congreso. Hay que recordar
que, mientras gobernaba Macri en la Ciudad, la Legislatura porteña era manejada
por Ritondo y Santilli. Por lo tanto el Presidente aspira a tener a ese dúo
–Santilli por la Ciudad y Ritondo por la Provincia– en el Congreso. “Macri quiere a gente con linaje
peronista”, afirma un profundo conocedor de la “rosca” interna
de Cambiemos.
Conclusión: Vidal se quedó sin su predilecto para la candidatura a vice.
Conclusión: Vidal se quedó sin su predilecto para la candidatura a vice.
Pero, a fin de hacer la cosa más maquiavélica y para que
Salvador no sienta que el puesto es suyo, ha surgido el nombre de Carolina
Stanley. Y si finalmente no fuera la actual ministra de Desarrollo Social, la
idea es testear el nombre de alguna persona del riñón vidalista como vice. Si
después de tanto vaivén la candidatura recayera otra vez en Salvador, será un
logro del radicalismo que seguramente tendrá un costo: la pérdida de
legisladores.
Zona K. Del otro lado, está la
muy activa Cristina Fernández de Kirchner quien, en uno de sus diálogos con un icónico intendente K de la
segunda sección electoral, dijo: “Si yo soy presidenta tengo dos problemas:
primero los
vencimientos de la deuda externa, que son monstruosos para el 2020 y a mí nadie
me va a prestar plata; segundo, es que a principios del último año de mi
mandato voy a cumplir 70 años, por lo que lo voy a pensar
varias veces antes de ser candidata; tercero, no tengo el equipo que tenía en
su momento: el que no está preso, está jubilado.” (N. de la R: a eso llama la
ex presidenta un gran equipo). Las tres cosas son ciertas. Sin embargo, al leer
bien la entrelínea hay algo que surge en forma nítida: lo que CFK no dijo es que haya tomado
la decisión de no ser candidata.
Las encuestas muestran que la ex presidenta mide muy bien en el Conurbano y,
que con la diferencia que saca en ese bastión del peronismo, hoy podría ganar
la provincia de Buenos Aires. En
el resto del país, sin embargo, su imagen cae.
En el GBA despunta otra disputa interna del PJ: la de los
intendentes contra Axel Kicillof.
Ninguno de esos alcaldes profesa la menor simpatía por el
ex ministro de Economía, a quien CFK sigue tratando con el mimo de los
preferidos. En realidad, en el peronismo nadie lo quiere. El problema que tienen es que Kicillof
mide bien en las encuestas. Su discurso tiene el mismo sesgo
del de la ex presidenta: habla como si no hubiera gobernado nunca; como si no
hubiera dejado un 25% de inflación anual que, además, ocultaba; como si no
hubiera dejado más de un 25% de pobreza, de la cual no hablaba porque era
“estigmatizante”; como si no hubiera tenido nada que ver con el cepo cambiario
que contribuyó al aislamiento del país y como si no hubiera tenido nada que ver
con la pesada herencia de los “holdouts”.
La vigencia de Fernández de Kirchner y Kicillof da la
exacta medida de la dramática dimensión de los groseros errores del gobierno de
Macri.
Es una ecuación política tan clara como el agua clara.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.
(Fuente:
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