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martes, 11 de febrero de 2025

Oposición a la deriva... @dealgunamanera...

Oposición a la deriva…


El kirchnerismo, el radicalismo y el PRO, fragmentados, enfrentan crisis internas que solo fortalecen al mileísmo.

© Escrito por el Doctor Nelson Castro el sábado 08/02/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) fueron creadas por el matrimonio Kirchner luego de la resonante derrota que le infligió en las elecciones legislativas de 2009 a la lista integrada por Néstor Kirchner y las candidaturas testimoniales de Daniel Scioli y Sergio Massa el trío integrado por Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires. En aquel apogeo del kirchnerismo, el trámite legislativo fue vertiginoso: el 18 de noviembre se aprobó en la Cámara de Diputados y el 2 de diciembre se aprobó en la Cámara de Senadores.

El argumento con el que se intentó darle a este proyecto aires de vocación democrática fue que se buscaba el fortalecimiento de los partidos políticos. La verdad, como siempre ocurre con el kirchnerismo, en donde todo es una mentira, era otra: el objetivo de la barrocamente llamada Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral era impedir que se repitiera un fenómeno como el que protagonizó en aquellas elecciones Francisco de Narváez que, a través de una costosísima campaña publicitaria, había podido instalar su figura, hecho que fue clave para arribar a su impactante victoria. El futuro de ese trío no tuvo final feliz por los aires de grandeza y los egos de cada uno de sus miembros, pero eso es ya otra historia.

El devenir demostró que fueron muy pocas las veces en que las PASO representaron una verdadera interna. La más recordada e importante fue sin duda la de 2015, que dio origen a Cambiemos: allí compitieron Mauricio Macri por el PRO, Elisa Carrió por la Coalición Cívica y Ernesto Sanz por la Unión Cívica Radical.

En ese año también hubo competencia interna en Una Nueva Alternativa, donde el binomio Sergio Massa-Gustavo Sáez se impuso al de José Manuel de la Sota-Claudia Rucci, y en la izquierda, donde compitieron Nicolás del Caño-Miriam Bregman contra Jorge Altamira-Juan Carlos Giordano.

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En la mayoría de los casos –y sobre todo en el peronismo, dominado por el kirchnerismo– lo que sucedió fue que las listas se cerraban a dedo, con lo cual las PASO se convirtieron en una especie de primera vuelta electoral ya que no había necesidad de competir para definir quiénes llegarían a la contienda electoral.

Eso lo padeció en carne propia Mauricio Macri durante su presidencia ya que, el 11 de agosto de 2019, día en que fue vencido en las PASO por la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, en los hechos su poder se esfumó y su gobierno quedó reducido a una formalidad, absolutamente desahuciado. Fue la crónica de una muerte anunciada. Con esta experiencia en mente, el kirchnerismo intentó anular las PASO de 2021, en plena pandemia, porque presagiaba una derrota que, en los hechos, se concretó.

Las PASO han tenido a lo largo de estos años detractores y defensores cambiantes según sus necesidades y conveniencias políticas. Una verdadera vergüenza marcada por el desprecio a las reglas y la institucionalidad.

Fueron muy pocas las veces en que las PASO representaron una verdadera elección interna.

Es lo que ocurrió el jueves en la Cámara de Diputados, en la que se le dio media sanción al proyecto de suspensión. De hecho, ni siquiera se eliminaron. El final definitivo hubiera sido más coherente ya que la suspensión habla de algo temporal, enfocado en estas elecciones, y luego la vuelta a la misma discusión estéril para las próximas presidenciales.

El hecho más resonante políticamente hablando estuvo marcado por el declive irrefrenable del poder de CFK. Se vive en el peronismo un verdadero “cuesta abajo en la rodada” del poder de la expresidenta. El bloque de Unión por la Patria (UP) quedó fragmentado en tantas opciones como fue posible.

Dentro de esa bancada se exhibieron votos a favor de la suspensión –como pretendía el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof– otros en contra de la misma –como mandó CFK– y hasta algunas abstenciones, como la del presidente de la bancada, Germán Martínez, que tuvo que hacer equilibrio para evitar un quiebre definitivo de su bloque. Cristina necesita del sostenimiento de las elecciones primarias para poder utilizarlas para contener el desafío de Axel Kicillof. CFK está convencida de que, compitiendo como cabeza de lista, las posibilidades de vencer en una posible contienda a Kicillof son mayores.

La señora sabe que aún conserva el voto duro del kirchnerismo más rancio pero el desafío de su otrora predilecto hijo político no deja de crecer de la mano de varios intendentes que no quieren volver a la hegemonía camporista. Además, para el gobernador sería más fácil desdoblar las elecciones sin la interferencia de las primarias.

Lo que parece una pelea que atrasa al menos unos quince años, cuando la hegemonía kirchnerista era sostenida, es en realidad una crisis que arrastra a todo el peronismo. Sin una figura capaz de alinear el partido, todos seguirán a la deriva respondiendo de forma reactiva a la agenda que impone el Gobierno.

Se trata de una crisis que se repite en el PRO y en un radicalismo fragmentado. Quizá las horas más dramáticas se viven en el partido amarillo. En primer lugar, porque nadie sabe a ciencia cierta si el libro de pases hacia el mileísmo está cerrado. El Gobierno insiste, y lo seguirá haciendo, con su plan de desgaste y seducción sobre la fuerza de Mauricio Macri. El desaire de Diego Santilli al primo Jorge, que decidió no trabajar en la mesa chica de su campaña, es una muestra de ello.

En segundo lugar, porque dentro de PRO no convence la figura del ex intendente de Vicente López. “La gestión en la Ciudad no está siendo buena, como tampoco lo es el manejo político de lo que ocurre en la Legislatura. Si hay cierto encolumnamiento detrás de Jorge es para no generar más internas en la Ciudad que facilitarían el avance de los libertarios”, aseguró un antiguo miembro del PRO que prefirió mantener en reserva su nombre.

El presidente Javier Milei respira tranquilo. Sabe perfectamente que nadie le hace sombra. Pero no debería olvidar que el tremendo ajuste llevado a cabo para ordenar las cuentas del Estado debería comenzar a dar sus frutos más temprano que tarde de la mano de la reactivación económica. Hay señales de incipiente recuperación, pero los ciudadanos necesitan mayor celeridad con un ritmo de crecimiento sostenido que les permita dejar atrás sus sacrificios y sus penurias.



domingo, 31 de marzo de 2019

Diez años sin Alfonsín… @dealgunamanera...

Diez años sin Alfonsín…

Raúl Alfonsí y Eduardo Duhalde. Fotografía: Cedoc/Perfil

¿Qué haría hoy Alfonsín con el partido radical si no hubiera muerto el 31 de marzo de 2009?

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 31/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La pregunta ya se la formularon los radicales hace cuatro años, cuando tuvieron que votar aliarse o no al PRO en la agitada Convención Nacional de la UCR en Gualeguaychú, el 12 de marzo (día del cumpleaños de Alfonsín) de 2015. Tan agitada que aún resuena el ruido de las sillas que volaron por el aire expresando diferencias, y ese recuerdo hace que se venga posponiendo la Convención Nacional de 2019 del partido por miedo a que la mayoría vote romper, ya no sillas sino directamente Cambiemos.


¿Habría aceptado Alfonsín aliarse con Macri en 2015 para derrotar al kirchnerismo? ¿Volvería a aceptarlo ahora, en 2019, a la luz de la política económica experimentada? ¿Cuándo se opuso a Cavallo en la Alianza, fue por conflictos generacionales con De la Rúa o porque ese tipo de políticas económicas llevan al infierno, como Lavagna cree ahora de la de Macri?

¿Podrá ser Macri Hoy el Remes Lenicov de Lavagna y Duhalde aquel Alfonsín que vio a Lavagna presidente?

Quien mejor representa el espíritu ecléctico de la política centrista del siglo XX es su mayor aliado de toda la vida, quizá no paradójicamente un peronista, Eduardo Duhalde, quien primero como intendente del conurbano bonaerense, cuando Alfonsín era presidente, luego durante ocho años como gobernador de la provincia de Buenos Aires, y finalmente cuando asumió como presidente en un acuerdo de peronistas y radicales a comienzos de 2002, siempre buscó su aprobación y apoyo. Por eso Duhalde afirma que fueron, los suyos, casi cogobiernos. Probablemente Duhalde sea su mayor discípulo y por eso, un año antes que los propios radicales, observó que el candidato que mejor representa ese legado no es Macri sino Lavagna. Alfonsín ya había elegido a Lavagna como candidato presidencial de la UCR contra Cristina Kirchner en las elecciones de 2007.

Pero además de esa elección, otro legado actual del Alfonsín tardío (el que ya no era presidente y sufría el desafecto de parte de la sociedad) fue haber hecho a Macri presidente en 2015 porque, de no haber existido la reforma constitucional de 1994 con la inclusión del ballottage, Daniel Scioli sería hoy el presidente.

Ernesto Sanz es otro de los dirigentes políticos que representan la esencia de Alfonsín. Se peleó con muchos de sus correligionarios en la Convención Nacional de Gualeguaychú en 2015 para sostener la alianza con el PRO, única posibilidad para desalojar al kirchnerismo del poder. Una vez conseguido el triunfo, no quiso “cobrar” el premio del gobierno y rechazó ser ministro de Justicia de Macri en diciembre de 2015 y ministro del Interior en 2018. Prefirió el ostracismo de su San Rafael natal, en el interior de Mendoza, a las luces del poder y eligió no integrar un gobierno en el que no se sentía representado. Macri cumplió el papel de sacar a Cristina y eso se lo valorarán siempre, pero les genera rechazo su desprecio por la política. Claramente, Macri para los radicales es de otro palo, pero mantienen su lealtad por haber sido necesario para ganarle al kirchnerismo y devolverles una cantidad de gobernaciones cuando en su peor momento tenían solo intendentes.

En su último reportaje largo en Perfil, en 2007, Alfonsín dijo: “Lavagna es el candidato que el país precisa para presidente de la nación. Lavagna es peronista: padre radical y madre peronista, espero que haya influido más la madre”. Sobre Cristina Kirchner afirmó: “Tiene un déficit muy grande, que es su iracundia”. Y del populismo, agregó: “Es una plaga en cualquier parte, es algo sin doctrina, puja de poder, no respeta, crea su propia institucionalidad”. De la economía profetizó: “Vamos a tener problemas con la inflación, vamos a tener problemas energéticos. Va a haber problemas también cuando se empiecen a modificar los criterios de las tarifas privatizadas, para que en el caso del petróleo exploren e inviertan, va a haber problemas con los subsidios que hoy se cobran por miles de millones...”. Esto fue hace 12 años y sigue teniendo la misma actualidad. Vale la pena leerlo completo un día como hoy en: http://bit.ly/raul-alfonsin-fontevecchia-reportaje.

El reportaje largo de esta edición de Perfil es a Eduardo Duhalde. Varias veces retirado, vuelve a escena cuando ya nadie lo esperaba. Alejado después de perder con De la Rúa en 1999, entró por la ventana a la presidencia en la crisis de 2002. Hizo presidente a Néstor Kirchner en 2003, pero en 2005 pasó a retiro forzoso cuando el kirchnerismo lo desalojó de su provincia de Buenos Aires, porque el Frente para la Victoria duplicó los votos del Frente Justicialista en las primeras elecciones legislativas.

Ahora, 15 años después, increíblemente vuelve a ser protagonista: es quien primero lanzó la idea de Lavagna presidente el año pasado, y ahora intenta ser el nexo de Cristina Kirchner con el peronismo. Su misión: que Cristina Kirchner baje su candidatura y haya un candidato único de la oposición.

Su historia con Editorial Perfil está atravesada por el asesinato del fotógrafo de la revista Noticias José Luis Cabezas en 1997, en Pinamar, cuando Duhalde era gobernador y Alfredo Yabrán –responsable del crimen–, el protegido del presidente Menem. En un contexto donde Menem quería modificar nuevamente la Constitución para lograr su re-reelección y precisaba sacarse a Duhalde del medio.

Las intimidades que cuenta en el reportaje son dignas de una novela de realismo mágico. Dice que cuando era presidente, durante la mayor crisis de la Argentina, el estrés lo afectó tanto que comenzó a ver en la quinta de Olivos un río con peces que saltaban. Cree que esa presión también puede estar afectando de alguna forma el entendimiento de Macri.

¿Como si la historia se empeñara en repetirse para cerrar sus ciclos, hoy Duhalde busca el deseo de Alfonsín?

Duhalde también cuenta que el propio Néstor Kirchner, en 2007, le dijo que Cristina era bipolar y que desde entonces nunca más habló con ella. Recuperó su relación el año pasado, cuando la ex presidenta lo llamó a su casa, sabiendo que estaba enfermo, para desearle mejoría. Pero tuvo que hacerlo dos veces porque la primera vez quien atendió le cortó, creyendo que se trataba de una broma. Ahora Duhalde le aconseja no ser candidata.

El ex presidente también le recomienda a Macri no ser candidato. Hace un año ya había dicho de él que no estaba preparado para ser presidente, además de decir que los de este gobierno “se ahogan en una palangana”. También su mujer los calificó con dureza: “Desastre con mayúsculas”. Duhalde rescata a la gobernadora Vidal, pero su preferido es Horacio Rodríguez Larreta, que pasó por el peronismo. Y quiere que el partido radical oficialmente deje Cambiemos y que su alianza sea con Lavagna.

Como si la historia se obstinara en repetirse para cerrar sus ciclos.





sábado, 23 de febrero de 2019

Espejos invertidos de Macri… @dealgunamanera...

Espejos invertidos de Macri…

Vidal y Larreta, distintos al Presidente. Fotogafía: Cedoc Perfil

La decisión de no desdoblar las elecciones en la provincia de Buenos Aires explica por qué María Eugenia Vidal tiene mayor aprobación que Macri. Es una cuestión de valores más que de políticas o ideologías.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 23/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A diferencia de su jefe, la gobernadora está dispuesta a conceder y a comprender las necesidades del otro, capacidad empática imprescindible en la política para poder llegar a acuerdos sin los cuales no se puede gobernar con eficacia ni mucho menos pretender cambios.

A pesar del prejuicio social hacia “los chetos”, Vidal no es diferente solo porque nació en un hogar de clase media. Horacio Rodríguez Larreta nació en uno de clase alta y sin embargo tiene la misma capacidad de Vidal para establecer vínculos con propios y ajenos, y es reconocido por opositores y adversarios como alguien confiable y con quien se pueden alcanzar acuerdos.

El gradualismo fue la única opción porque el Gobierno no quiso acordar reformas con el PJ no kirchnerista.

En el caso de Larreta, la evidente falta de carisma lo obligó a sobrecompensar  desarrollando otras formas de contacto emocional con  aquellos a quienes tenía que seducir. Lo que los economistas llaman “ventaja de la adversidad” en países como Japón, que al no tener recursos naturales convirtió carencia en motivación para desarrollar otras ventajas competitivas, o la de los países fríos, generalmente más desarrollados que los cálidos por la necesidad que impone la propia inclemencia climática.

Cuentan que Macri le dijo a Larreta hace unos años, sin la menor diplomacia, que nunca iba a llegar a ser electo en un cargo por su falta de carisma, pero que podía lograrlo si era su ladero. Ese abuso de  “sinceridad” mortal de Macri tiene otras anécdotas, como cuando tuvo la primera reunión con Monzó, a quien trataban de “contratar” para el PRO, y al terminar de “examinarlo” le dijo “podés retirarte” como si fuera una entrevista laboral poco amigable.

Macri no considera a ningún argentino par (ni al Papa, ni en su momento a su padre), ese es su mayor talón de Aquiles. Su gobierno fracasó económicamente por ese conflicto que tiene con la autoridad. El gradualismo con el que se desmoronó no era la única alternativa sino la única posible si no se quería acordar con la oposición, tratando a los demás políticos como pares.

El gradualismo no es la estrategia fundante de una política sino la consecuencia de la verdadera causa primigenia: no querer negociar con la oposición, sin la cual es inviable cualquier reforma porque en los tiempos actuales es casi imposible que un solo partido tenga mayoría en ambas cámaras del Congreso sin pasar por una alianza poselectoral.

Y no solo con la oposición. Que una persona con las credenciales de Ernesto Sanz, artífice del acuerdo con el radicalismo que permitió a Macri ser presidente y luego contar con más legisladores, tras haber sido casi el padre de Cambiemos se retirara de la escena política apenas se ganaran las elecciones de 2015 muestra las dificultades que Macri tiene con sus propios aliados, los radicales, que se sienten maltratados.

En el PRO explican el gradualismo como la herramienta necesaria para haber llegado a 2019 y romper con el maleficio sobre todo gobierno no peronista de no poder terminar su mandato y menos aún ser reelecto. Y también explican que el Macri que surgiría el 10 de diciembre de 2019, si fuera reelecto, sería diferente porque, al no tener la posibilidad de otra reelección podrá ser más generoso con la oposición sin temor a crear sus propios competidores electorales.

De ser así, no hizo los cambios prometidos desde el comienzo de su primer mandato el 10 de diciembre de 2015 para poder llegar al 10 de diciembre de 2019 y recién allí hacer los acuerdos necesarios con la oposición para instrumentar la reforma laboral, tributaria y previsional que hace Bolsonaro e hizo Temer en Brasil al comenzar cuando contaban con toda la fuerza.

Resulta paradójico que el país deba perder cuatro años para que el Presidente sea reelecto y recién allí gobierne bien sus últimos cuatro años desnaturalizando el sentido de la relección como continuación de lo exitoso. Obviamente, si los cambios que hubiera que hacer hubieran sido exitosos, sería reelecto por mayor diferencia, y si no lo fueran, tampoco querrá hacer esos cambios en su segundo mandato porque a nadie le gustaría irse vapuleado después de ocho años.

En el fútbol ganar es un fin en sí mismo, al ser una actividad lúdica no es teleológica y no tiene un para qué. Si para el futbolero Macri ganar las elecciones es un trofeo, podría ser que un segundo período suyo en gran parte se agotara con consumar el segundo triunfo electoral a presidente.

El círculo rojo queda pasmado cuando se le pregunta al director general de la Anses si Macri, de ser reelecto, piensa el próximo 10 de diciembre llamar a extraordinarias en el Congreso y presentar una reforma previsional, y el economista de 38 años Emilio Basavilbaso responde que la reforma previsional ya se hizo y fue la de diciembre de 2017. No se entiende al director de la Anses porque en 2018 después de esa reforma hubo una devaluación del 130% por temor al déficit fiscal en gran medida producido por el gasto previsional que continúa representando el 60% del total del gasto público.

O cuando le preguntan lo mismo sobre la reforma laboral al ministro de Producción a cargo de Trabajo, Dante Sica, responde que no habrá reforma laboral en un próximo mandato de Macri, lo que permite que los sindicalistas de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, que había invitado a comer al ministro, anuncien con alegría que el Gobierno “garantizó que no habrá Ley de Reforma Laboral”.

Se podría suponer que Sica dice eso para calmar las aguas en año electoral y que el director de la Anses no tiene el panorama completo del Gobierno, pero no habría que descartar que digan la verdad y un segundo gobierno de Macri no tenga como objetivo producir una reforma económica que constituya un plan económico y continúe también con gradualismo.

Macri y los anti K prefieren 8 años del Plan Perdurar a hacer las reformas y que pueda volver el peronismo.

Esa es otra diferencia entre María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta con el presidente Macri, que los convierte en espejos invertidos: además de estar inclinados a llegar a acuerdos políticos con la oposición y construir alianzas poselectorales, también están más predispuestos a correr riesgos y ser más ejecutivos.

Pero es probable que la parte de la sociedad que, antes que nada, no quiere a Cristina tenga los intereses alineados con Macri y prefiera ocho años de una economía estancada a hacer las reformas económicas y que, de salir mal, se corra el riesgo del regreso del peronismo.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 3 de febrero de 2019

Candidatos en danza… @dealgunamanera...

Candidatos en danza…

 

Carga con ese peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes

 

Sin desdoblamiento, vienen otras decisiones. Quién acompaña a Macri y Vidal. ¿CFK va con Kicillof?


María Eugenia Vidal quemó las naves. Es lo que hizo al decirle “No” al desdoblamiento de las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires y atar su suerte a la de Mauricio Macri. Fue una decisión que Vidal tomó contra su voluntad. Ella quería discutirlo con el argumento que le dan los números. Ella mide más que Macri. No hubo posibilidad. El Presidente y Marcos Peña –y Jaime Duran Barba también– se oponían firmemente a considerar esta opción.

Esa es la verdad. Por eso el argumento del ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, de decir que el motivo para bajar la idea del desdoblamiento de la elección a gobernador había sido el “costo” es falaz. Desde el vamos se sabía que una iniciativa como ésa conlleva una erogación importante por parte de quien la organiza. El motivo real lo reflejó el título de esta columna del domingo pasado: “No hay Macri sin Vidal”. Es obvio que la gobernadora no quedó feliz ni con las formas ni con la resolución de esta delicada cuestión. Y no lo está porque, como tema de fondo, esto complica sus chances electorales. Y no lo está, además, por lo que significan las formas que, muchas veces, son tan importantes como el fondo.

La gobernadora ha experimentado lo desagradable que es –aún para los oficialistas– tener que “discutir” con Marcos Peña. Vidal tiene un contacto con la realidad del que carece Peña y, por consecuencia, dista de compartir un optimismo proselitista nacido al calor de encuestas de las que muchos oficialistas descreen. La realidad es que el jefe de Gabinete ha recuperado la centralidad del poder. No ha sido por mérito propio –su gestión es de escaso mérito– sino producto de las circunstancias. Como ya se ha dicho aquí, el fuerte suyo no es la gestión sino la elección.

Terminado ya el debate del desdoblamiento, lo que viene ahora es la definición de los candidatos. Por las dudas –y para que nadie se confunda–el candidato a la Presidencia será Macri. Cuando hablamos de candidaturas nos estamos refiriendo a los que acompañarán en la fórmula al Presidente y a la gobernadora. Ahí el panorama es variopinto.

Barajando. El ticket Macri-Michetti todavía tiene aire aún porque, a decir verdad, nadie va a modificar su voto a causa del postulante a la vicepresidencia. Se votará a favor de Macri o en contra de Macri y no de Michetti, Stanley o quien fuere.


La situación es diferente en la provincia de Buenos Aires. Ahí la discusión es tensa e intensa. Veamos: en 2015, Vidal había elegido a Cristian Ritondo para que la acompañara en la fórmula como candidato a vicegobernador. Eso significaba que los cuatro cargos más importantes a los que aspiraba Cambiemos –Presidencia y vicepresidencia de la Nación y gobernación y vicegobernación bonaerense– eran del PRO y de la Capital Federal. 

Ahí fue que Ernesto Sanz –¿dónde estará?– hizo oír su voz de queja, por lo que, en menos de 48 horas se lo bajó a Ritondo y lo pusieron a Daniel Salvador. No está clara la causa por la que Vidal no lo quiere más como compañero de fórmula a su actual vice, que ha sido un hombre leal y con muñeca política para manejar los avatares de la compleja Legislatura provincial. Lo que sí está claro, es que no lo quiere. De ahí la danza de nombres que gira alrededor de ese lugar, hecho que lo ha puesto nuevamente en órbita a Ritondo.

Sin embargo, en esta retahíla de noes, síes y peros, apareció un pero. Sucede que Emilio Monzó ya ha dicho que no competirá por su reelección como diputado. Por lo tanto la presidencia de la Cámara Baja habrá de quedar vacante. El Gobierno –es decir, Macri– quiere que el reemplazante de Monzó sea Diego Santilli o, en su defecto, Ritondo. Quiere que los dos vayan al Congreso. Hay que recordar que, mientras gobernaba Macri en la Ciudad, la Legislatura porteña era manejada por Ritondo y Santilli. Por lo tanto el Presidente aspira a tener a ese dúo –Santilli por la Ciudad y Ritondo por la Provincia– en el Congreso. “Macri quiere a gente con linaje peronista”, afirma un profundo conocedor de la “rosca” interna de Cambiemos. 

Conclusión: Vidal se quedó sin su predilecto para la candidatura a vice.


Pero, a fin de hacer la cosa más maquiavélica y para que Salvador no sienta que el puesto es suyo, ha surgido el nombre de Carolina Stanley. Y si finalmente no fuera la actual ministra de Desarrollo Social, la idea es testear el nombre de alguna persona del riñón vidalista como vice. Si después de tanto vaivén la candidatura recayera otra vez en Salvador, será un logro del radicalismo que seguramente tendrá un costo: la pérdida de legisladores.

Zona K. Del otro lado, está la muy activa Cristina Fernández de Kirchner quien, en uno de sus diálogos con un icónico intendente K de la segunda sección electoral, dijo: “Si yo soy presidenta tengo dos problemas: primero los vencimientos de la deuda externa, que son monstruosos para el 2020 y a mí nadie me va a prestar plata; segundo, es que a principios del último año de mi mandato voy a cumplir 70 años, por lo que lo voy a pensar varias veces antes de ser candidata; tercero, no tengo el equipo que tenía en su momento: el que no está preso, está jubilado.” (N. de la R: a eso llama la ex presidenta un gran equipo). Las tres cosas son ciertas. Sin embargo, al leer bien la entrelínea hay algo que surge en forma nítida: lo que CFK no dijo es que haya tomado la decisión de no ser candidata.

Las encuestas muestran que la ex presidenta mide muy bien en el Conurbano y, que con la diferencia que saca en ese bastión del peronismo, hoy podría ganar la provincia de Buenos Aires. En el resto del país, sin embargo, su imagen cae.

En el GBA despunta otra disputa interna del PJ: la de los intendentes contra Axel Kicillof.

Ninguno de esos alcaldes profesa la menor simpatía por el ex ministro de Economía, a quien CFK sigue tratando con el mimo de los preferidos. En realidad, en el peronismo nadie lo quiere. El problema que tienen es que Kicillof mide bien en las encuestas. Su discurso tiene el mismo sesgo del de la ex presidenta: habla como si no hubiera gobernado nunca; como si no hubiera dejado un 25% de inflación anual que, además, ocultaba; como si no hubiera dejado más de un 25% de pobreza, de la cual no hablaba porque era “estigmatizante”; como si no hubiera tenido nada que ver con el cepo cambiario que contribuyó al aislamiento del país y como si no hubiera tenido nada que ver con la pesada herencia de los “holdouts”.

La vigencia de Fernández de Kirchner y Kicillof da la exacta medida de la dramática dimensión de los groseros errores del gobierno de Macri.

Es una ecuación política tan clara como el agua clara.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


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domingo, 11 de marzo de 2018

Unión Industrial. Astilla del mismo palo… @dealgunamanera...

Astilla del mismo palo…
Una Roca en el zapato (Oficial). Paolo Rocca. Dibujo: hablo Temes.

El Presidente se queja de las bajas inversiones de sus ex colegas. Insatisfacciones mutuas y pipa de la paz.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 11/03/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todo comenzó un 18 de abril de 2016. Era la primera reunión del entonces flamante presidente Mauricio Macri en la quinta de Olivos con los empresarios más influyentes del país. Cristiano Rattazzi (Fiat), Eduardo Elsztain (IRSA), Paolo Rocca (Techint), eran algunos de los nombres de la selecta lista de invitados. “Lo que la Argentina necesita de ustedes es que inviertan”, les decía un Macri que estaba como pez en el agua. Es que, en verdad, el Presidente se sentía un primus inter pares. Después de 12 años de kirchnerismo, de una Argentina aislada del mundo y de la “pistola” de Moreno, la era de los guantes de boxeo parecía finalizar para darle paso a otra de caricias. Esta vez, “uno de ellos” tomaba el mando. Dos años después, el escenario es otro.

Ruidos.

Luego de hacer un balance crudo del presente, la junta directiva de la UIA –Unión Industrial Argentina– expuso fuertes críticas al Gobierno. “Nos preocupan los costos energéticos, la fuerte caída del consumo y el crecimiento de las importaciones”, señala el manifiesto. En un contexto social agitado, donde, a pesar de sus esfuerzos, al Gobierno le está costando muchísimo llegar a su anhelado objetivo de paritarias del 15% sin cláusula gatillo, estas críticas no cayeron para nada bien en la Casa Rosada. Ya bastante áspera es la negociación con los gremios, en donde el oficialismo despliega toda su creatividad para que le compren el ansiado número, como para recibir por parte de los empresarios –sus amigos– una bofetada en vez de una caricia. Pero, al igual que las inversiones que les pidió en aquella “noche de bodas” de abril de 2016, ese mimo nunca llegó. Con los tapones de punta, y con el aval del Presidente, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, salió al cruce de la directiva de la UIA: “Que se dejen de llorar y se pongan a invertir”.

Hay algunos datos que sirven para poner en perspectiva la discusión: según cifras del Ministerio de Producción de la Nación, en la Argentina existen 605.626 empresas, de las cuales el 99,8% son pymes. Solo el 0,2% restante son grandes compañías. Ese menos del 1%, que sabe a poco –muy poco–, es el que aglomera los grandes nombres que son claves para el país. En este universo están, entre otros, los nombrados Arcor y Techint, es decir, grandes influenciadores de precios. Vamos a un ejemplo: una de las quejas de la UIA se refirió al aumento de importaciones de tomates frescos, que ascienden a 44 mil toneladas, y de tomates en conserva, que se incrementó en un 1.077% entre mayo de 2016 y mayo de 2017. Ante la queja del sector, el ministro Cabrera respondió: “El costo lo tienen en la lata y no en el tomate. Compren latas más baratas o bajen el precio”. ¿Por qué el ministro menciona las latas en este reclamo?

A la lata, al latero. Porque Siderar, que pertenece a Techint, produce toda la chapa que hace la Argentina. Es decir, produce la chapa con la que se hacen las latas, las heladeras y los autos. Si Siderar decidiese aumentar los precios, por ejemplo, en un 20%, este aumento se vería transferido a las grandes empresas, que fabrican y enlatan, por ejemplo, leche en polvo. Las grandes empresas trasladarían el aumento a los comerciantes –que incluye a grandes supermercados– que vuelven a remarcar los precios. Por lo tanto, las decisiones que toma ese menos del 1% del empresariado –grandes productores, grandes fabricantes y grandes puntos de distribución– repercuten en toda la cadena de valor del producto. Las pymes, sin el mismo peso, siguen estos precios, de otro modo, se quedan afuera.

Hay un componente estructural de la economía argentina que condiciona muchos de estos fenómenos. Una sola empresa de panificados tiene el 80% de lo que se ve en las góndolas; las dos cervezas líderes el 70%; las dos leches el 80%. La Ley del Mercado que aplica el Gobierno, que lleva a que los precios se regulen solos por efecto de la competencia, serviría si tuviésemos cuarenta empresas lácteas, cada una con el 2% del mercado. Cuando hay solo dos, es casi imposible que esa mecánica funcione porque la tendencia es que acuerden un precio entre ambas con el consiguiente perjuicio para el consumidor.

Macri desreguló todo y pretendía que esos empresarios fueran responsables en un sentido social”, sostiene una fuente que supo ser partícipe de las negociaciones entre el Gobierno y el sector industrial, que agrega: “Los empresarios son empresarios, no van a dejar de optimizar sus ganancias siempre que puedan hacerlo, si no hay sanción, hay mucho premio por no cumplir el compromiso”.

Lo que estaría en las antípodas del pensamiento económico del PRO terminó resonando fuerte ante este conflictivo escenario. Un año atrás el dirigente radical Ernesto Sanz decía: “Algunos empresarios argentinos se merecen un Moreno”. La decepción de Macri con los empresarios la resumió con tono embravecido en esta línea que le dirigió a Cabrera: “Me encantó lo que dijiste; Guillermo Moreno les rompió la cabeza a muchos de estos tipos”.  

Razones. 

¿Por qué la cúpula empresarial, que le reclamaba cambios sustanciales respecto de las prácticas “morenistas” al nuevo gobierno y –en su mayoría– fueron concedidos, salió a criticar las políticas económicas de Macri? “Los sectores productivos más pequeños le venían exigiendo a Miguel Acevedo –presidente de la UIA– que salgan a hablar. La capacidad industrial ocupada es del 61%; las altas tasas de interés dificultan los créditos; la caída de consumo es brutal, las importaciones nos están matando y con los aumentos en los servicios no nos cierran los números”, manifestó un referente de las pymes. “El consumo no está pasando un buen momento, ese es el telón de fondo, más allá de los problemas personales. Hay una confusión que tiene Macri que es inexplicable. Las inversiones vienen cuando las ventas se sostienen”, señala un experimentado economista.

La reunión de mañana entre el Gobierno y la UIA será una puesta en escena que probablemente no aportará soluciones de fondo. Es la Argentina del mañana mejor, que nunca llega.

Producción periodística: Lucía Lopreiato.