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miércoles, 14 de junio de 2017

Murió Ernestina Herrera de Noble… @dealgunamanera…

Clarín y el kirchnerismo: de aliados a enemigos…

Ernestina Herrera de Noble y Cristina Kirchner. Foto: Cedco

Durante la gestión de Néstor tuvieron una muy buena relación. Quedaron enfrentados en el primer mandato de Cristina, tras el conflicto agropecuario. La causa por los hijos Felipe y Marcela.

© Publicado el miércoles 14/06/2017 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Comenzaron como aliados y terminaron como enemigos. La relación del Grupo Clarín con el kirchnerismo fue de mayor a menor y terminó de la peor manera con acusaciones cruzadas por los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, Felipe y Marcela.

Cuando asumió Néstor Kirchner en 2003 la buena sintonía llegó a tal punto que no había primicia política que no pasara por el matutino.

El presidente mantenía una buena relación y contactos frecuentes (desmentidos por ambas partes una vez comenzado el conflicto) con el CEO del Grupo, Héctor Magnetto. Días antes de entregar la presidencia en manos de su esposa Cristina Fernández, firmó el decreto que permitió la fusión de Multicanal y Cablevisión. 

La expresidenta se despegaría del tema años después: "La firma de Kirchner solo, no. Está la firma del Jefe de Gabinete también (por entonces, Alberto Fernández). Yo estaba en contra. Fui muy crítica (de esa fusión). Él la impulsó", señaló.

"Kirchner llega como la mayoría de los dirigentes políticos, con esa idea: estar con buenos términos con Clarín. Entonces arma esa suerte de apoyo en (Hugo) Moyano, las organizaciones de derechos humanos, Clarín y el peronismo, como una mesa en la que apoyarse.

Clarín era definitivamente muy importante. Por eso también el acceso periodístico, el buen trato y la cosa de 'amigotes'. Creo que es aparte, el estilo de Kirchner y que Magnetto fue muy receptivo y muchos empleados de su empresa también", señaló Martín Sivak, uno de los periodistas que más investigó la historia del Grupo, en una entrevista con La Izquierda Diario.

La relación comenzó a cambiar con el conflicto agropecuario por la famosa 125 en el año 2008. A partir de ese momento, el gobierno tensó el trato con el Grupo, que a su vez cambió su línea editorial. No hubo marcha atrás: en plena campaña electoral (marzo de 2009) Néstor Kirchner ya con el traje de candidato apuntó contra el multimedio en un acto en Tres de Febrero: "¿Qué te pasa Clarín? Habla con la verdad". 

Ese mismo año se aprobó en el Congreso la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que comenzó un nuevo enfrentamiento entre el Estado y la empresa para lograr la adecuación de la misma a las nuevas reglas. Sin embargo, al no producirse la adecuación por cuenta propia, se inició una adecuación forzada. La tensión fue tal que hasta se produjo un conflicto gremial y el diario no pudo salir a la calle el 27 de marzo de 2011, con un bloqueo en sus plantas impresoras. 

Luego, se llegó al famoso "7D" impulsado por el entonces titular del AFSCA, Martín Sabbatella para que el 7 de diciembre de 2012 el Grupo presente los papeles como marcaba la ley. En 2013, tras el fallo de la Corte Suprema al respecto, el propio Sabbatella se presentó en las oficinas del Grupo para notificar sobre la adecuación de oficio. En abril de ese mismo año, Guillermo Moreno participó de una asamblea de accionistas del medio y provocó un vergonzoso show mediático frente a las autoridades de la empresa. 

En paralelo a la situación del medio, dos causas muy importantes avanzaron tras años de estancamiento. En primer lugar la de la adopción de los hijos de Ernestina, Marcela y Felipe. En 2010 la casa de San Isidro fue allanada por la Justicia. "Nos hicieron sacar la ropa adelante de siete personas", declaró anoche Marcela Noble Herrera a las cámaras de "El 13" tras el operativo. "A mí me sacaron la bombacha, las medias, el pantalón y la remera. Y a él (por Felipe) también le quitaron todo", relató la mujer.

Sin embargo, en 2015,
 la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, sobreseyó a la dueña de Clarín en la causa iniciada por la denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo luego de considerar que no había ninguna evidencia sobre la apropiación tras cruzarse el ADN de los hijos de Herrera de Noble con datos del banco genético de familiares de desaparecidos.

"Nunca, jamás van a pedir perdón. Dicha palabra no esta en sus diccionarios”, escribió entonces Felipe Noble en Twitter, para luego agregar: “Hace tiempo que quedó demostrado, con los ADNs negativos primero, y ahora con el sobreseimiento, que el "relatito" K fue una mentira”.

En cuanto a la causa por la supuesta apropiación ilegal de Papel Prensa, en diciembre de 2016 el juez federal Julián Ercolini sobreseyó a los directivos de los diarios Clarín y La Nación en la causa que había promovido el kirchnerismo y que investigaba la adquisición de la papelera hace 40 años. 

A lo largo de 138 páginas, el fallo recorre las pruebas reunidas en el expediente (testimonios, contratos y documentos de la época, pericias contables y económicas) y concluye refutando todas las acusaciones y declarando la inexistencia del delito: “corresponde dar por cerrado este proceso en razón de que los hechos imputados sostenidos por el Ministerio Público Fiscal y por las querellas no se han cometido”.








lunes, 18 de enero de 2016

Nelson Castro sobre Víctor Hugo Morales... @dealgunamanera...

Nelson Castro se solidarizó con Víctor Hugo Morales...

Nelson se solidarizó con Víctor Hugo Morales...

Nelson Castro cuestionó el despido de Víctor Hugo: "Es una mancha negra para la democracia". El periodista, que compartía emisora con el uruguayo, lamentó su abrupta salida.

© Publicado el martes 12/01/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El periodista Nelson Castro se solidarizó con su colega de Radio Continental, Víctor Hugo Morales tras el despido que hizo la emisora del relator uruguayo.

"Con Víctor Hugo Morales no compartimos nada en temas de visión política, nos separa un abismo de diferencia. Pero esto es lo importante porque la fuerza de la democracia es la pluralidad y la presencia de distintas voces", señaló el columnista de Perfil.

"Su ausencia representa una mancha negra para la democracia argentina, como la puede representar la de cualquier otro que piense diferente", afirmó el autor de Enfermos de Poder.

Además, Castro advirtió que le causa "dolor" ver que hay gente que se alegra con el hecho. "Me produce un impacto y una profunda pena que Víctor Hugo no esté más en Continental", remarcó en su programa de esa emisora.

"Me ha producido mucha pena ver que hay gente contenta con la salida de Víctor Hugo del micrófono de Continental. Me da pena porque está marcando lo que ocurre en Argentina que es la dificultad para aceptar el pensamiento del otro", agregó el conductor.

Pasó en Del Plata. En 2009, la radio de Electroingenería no le renovó el contrato a Nelson Castro y ni siquiera lo dejaron despedirse de los oyentes. En ese entonces, Víctor Hugo se solidarizó con su colega: "Creo que para Nelson debe ser también un alivio no tener que trabajar para una radio comprada por gente del gobierno”.

Yo vivo rezando para que esto no siga avanzando, porque sé que esta gente va por todo y sobre todo por los medios", dijo por ese entonces. "Es una desgracia, hasta yo me siento amenazado. Estoy muy triste con el negocio que se está haciendo con el mundo de los medios de comunicación", remarcó.

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viernes, 25 de diciembre de 2015

AFSCA… Por qué Sabbatella debería darse un "baño de humildad"… @dealgunamanera...

AFSCA… Por qué Sabbatella debería darse un "baño de humildad"…

Sabbatella llegó al cargo como representante el Ejecutivo. Al cambiar el oficialismo, su rol carece de sentido. Foto: Cedoc

El líder de Nuevo Encuentro es el principal responsable de que la Ley de Medios pierda carácter constitucional. Las irregularidades que lo condenan.

© Escrito por Patricio Caruso el miércoles 23/12/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Caído en desgracia política, aferrado a la única caja que le queda, el titular de la intervenida AFSCA Martín Sabbatella repite una y otra vez que se quedará en el cargo "porque hay que cumplir la ley". Sin embargo, no son pocos los casos judicializados por incumplimiento de la normativa, que es lo único que hoy lo mantiene en el cargo.

Cuando el gobierno kirchnerista se interesó en obtener los medios de Daniel Hadad, el magnate K Cristóbal López no tuvo problemas para comprar la flota de broadcasting encabezados por C5N y Radio 10. Poco le importó, entonces, a Sabbatella hacer cumplir la misma ley en la que hoy se escuda: el artículo Nº 41 establece que las licencias son intransferibles.

La Ley de Medios tenía unos valores: los de la pluralidad de voces y desconcentración de medios. Pero si para la conveniencia kirchnerista no eran los mejores, Sabbatella podía ofrecer algunos otros. Eso fue lo que hizo el 20 de diciembre de 2014 cuando la frecuencia 92.1, en la que emitía FM Identidad, cerró de una forma irregular. 

La radio crítica del gobierno K fue comprada por el empresario kirchnerista Sergio Szpolski que, lejos de abrir una nueva emisora que emplee al personal como dicta la ley, decidió ampliar la llegada de Vorterix y lanzar despidos automáticos. Mismas voces, más radiofrecuencia, menos pluralidad.

La posición de Sabbatella no sorprendió ni siquiera al opositor en AFSCA Gerardo Milman, que llevó ambos temas al directorio en distintas oportunidades y que sólo encontró el silencio del líder de Nuevo Encuentro. Después de todo el dirigente no está ahí por profesionalista, Sabbatella ocupa el máximo sillón del organismo, donde hoy se atrincheró, por su condición de militante.

Y el dirigente está orgulloso de esa pertenencia política, que nadie sería capaz de reprochar. Lo que sí es reprochable, hasta en los estrados judiciales, es la "solidaridad gremial" que se le pidió al 50% del personal contratado en AFSCA para que aporte a Nuevo Encuentro.

Se trata de un porcentaje del sueldo de cada uno de los ingresantes, que le sirvió al exintendente de Morón para hacer caja partidaria y fortalecer la estructura nacional de su espacio, que dejó de ser bonaerense para conseguir legisladores y dirigentes en distintas provincias.

Perfil.com reveló en junio cómo era el reparto de matrículas de locutor local, que llevaba a dirigentes de AFSCA promocionando “el proyecto nacional y popular” a cambio de la licencia habilitante. Más tarde, esos funcionarios se postulaban como candidatos de Nuevo Encuentro.

Ninguno de los casos citados anteriormente tienen que ver con el Grupo Clarín y el CEO Héctor Magnetto, el blanco ideal para Sabbatella. Por si había dudas de que desmembrar al multimedios era su principal objetivo, el directorio se ocupó de que todos se dieran cuenta.

Mientras AFSCA se demoraban a tratar el caso Telefónica, avanzaban a paso veloz con el caso Clarín; mientras adecuaban de oficio su propuesta, le extendían las prórrogas al Grupo Nemesio; mientras permitían las ventas a empresarios amigos, cada vez que alguien ofertaba canales de Clarín, repetían que las licencias eran intransferibles.

De todas maneras, si el "objetivo militante" de Sabbatella era desmembrar Clarín, se puede decir que tampoco fue un buen militante. El premio que tenía era ser ungido como candidato K a la gobernación de Buenos Aires. Si bien Sabbatella recibió las felicitaciones de la mandataria cuando la Corte declaró la constitucionalidad de la norma, se tuvo que conformar con la candidatura a vice bonaerense, de un candidato con una alta imagen negativa.

Para esa instancia, lo que la ley diga tenía cada vez menos sentido: cuando Editorial Perfil presentó dos pliegos para obtener licencias de TV Digital, en mayo de este año, pocos eran los que creían que el directorio kirchnerista haría caso a la norma y le extendiera las licencias a un grupo que había sido discriminado por la pauta oficial.

Las sospechas se confirmaron el 24 de septiembre, cuando en la orden del día informaron que las dos licencias quedarían desiertas: las áreas técnicas no se animaron a firmar los pliegos de los grupos Szpolski y López, que acumulaban distintas irregularidades. 

El kirchnerismo no tuvo la voluntad política de poner en práctica la pluralidad de voces, que promociona, y prefirió no dar a ninguno los canales con excusas rápidamente refutadas por el grupo periodístico.

Sabbatella podría convertir a la Ley de Medios en uno de sus epitafios: su situación es crítica. En el peronismo duro es visto como un “oportunista”, su municipio está en manos del marido de la gobernadora y es rechazado rotundamente por el electorado moderado, por su gran exposición en la “madre de todas las batallas”.

El dirigente quedó expulsado virtualmente de la política por el electorado, que le dio la espalda en Morón y en la Provincia de Buenos Aires. Su único escudo es esta norma que podría perder validez constitucional si prospera alguna de la media decena de casos judicializados que enfrenta.

Es que la Corte Suprema de Justicia fue clara al afirmar en su fallo de constitucionalidad que toda la norma "sólo tenía sentido" si el organismo regulador demostraba "imparcialidad del Poder Ejecutivo". Sólo uno de estos casos podría hacer que la norma pierda efecto.

Antes de la asunción de Mauricio Macri en la Casa Rosada, se dio un caso emblemático: Milman renunció a su cargo como director de AFSCA. "Yo estoy como representante de la oposición, no tenía sentido que me quedara cuando ahora soy oficialista", explicó.

Ante la resistencia del dirigente, el macrismo tomó la misma decisión que Néstor Kirchner con otros entes autárquicos como Enargas (Ente Nacional Regulador del Gas), ETOS (Ente Tripartito de Obras Sanitarias) y ENRE (Ente Nacional Regulador de Electricidad): la intervención por 180 días.

A la conducción de Sabbatella en la AFSCA nunca debieron haberla intervenido: el líder de Nuevo Encuentro debió haber seguído el ejemplo de su adversario diario: si Milman no podía seguir representando a la oposición siendo oficialista, Sabbatella debió aceptar que no podía seguir militando un oficialismo que se va del poder desde el mismo lugar que lo transitó: una trinchera.


  

sábado, 27 de junio de 2015

Hubris de Romay… @dealgunamanera...

Hubris de Romay…

El look Ted Turner caracterizó su ciclo final 1984-1997 en Canal 9. Foto: Cedoc

El "Zar de la Tv" hubiera entendido a Cristina Kirchner mejor que nadie. Romay hubiera entendido a Cristina Kirchner mejor que nadie. Él era otro monarca y su estilo de conducción, muy parecido. Por lo menos en su último ciclo televisivo, cuando recuperó Canal 9 con la llegada de Alfonsín hasta que lo vendió al final de la presidencia de Menem, entre 1984 y 1997.

Es que esa manera de conducir no sólo resulta de una forma de ser sino, además, de una relación de poder muy favorable para quien la ejerce. Entre 1984 y 1990, Romay tuvo prácticamente el monopolio de toda la televisión argentina porque al llegar la democracia se cancelaron los llamados a licitación para reprivatizar los canales que había estatizado el peronismo en la década anterior, pero la de Canal 9 se alcanzó a realizar antes de que asumiera Alfonsín, y no la anuló en parte porque ya se había producido y también porque Romay era filorradical. Quedó así Canal 9 como el único canal de televisión nacional privado en una época en que la televisión por cable era casi marginal, tampoco había internet, las incipientes radios FM sólo pasaban música y muchas de las radios AM eran del Estado. O sea, cuatro horas por día de la vida de la mayoría de los argentinos –el promedio que se dedica al consumo de medios audiovisuales– eran programadas por Alejandro Romay.
No tuvo la vocación política de Magnetto ni la empresarial de Telefónica, pero los superó en influencia

Supongo que ahí contrajo el síndrome de Hubris, porque yo lo había visto antes de recuperar su Canal 9, en su carácter de dueño de una imprenta donde se imprimían algunas revistas de entonces de Editorial Perfil, y no me pareció que tuviera la misma autosuficiencia.
Hasta su apariencia física cambió al reasumir en Canal 9, como si los vestuaristas y maquilladores teatrales de Alta comedia lo hubieran producido para ser un actor más de su ciclo de clásicos popularizados. Pasó de una profunda calvicie al look Ted Turner, adecuadísimo a fines de los 80 y comienzos de los 90 para el papel que desempeñaría como magnate de la televisión. Romay diría que son necesidades del oficio, porque para ser un buen monarca también contribuye ser un buen actor, como Cristina Kirchner lo demuestra día a día.
Era mucho poder para un solo hombre. En términos de producción de contenidos era Magnetto más Telefónica más Twitter. Pero nunca tuvo la vocación política de Magnetto ni la empresarial de Telefónica; a Romay le gustaba ser famoso, como se dice en la jerga: “pintarse la cara”, por el maquillaje de quienes aparecen frente a cámara. Fue representante de una época superada donde los dueños de los medios, como Hearst, Pulitzer, Disney o Turner como último eslabón de esa cadena, eran más celebridades que sus figuras. A diferencia de su contemporáneo Ted Turner, Romay mantuvo su estilo familiar tradicional, pero al creador de la CNN –más la televisión por satélite continua y la televisión por cable– casarse con Jane Fonda en 1991, hacer una vida más moderna y tener 12 años menos que Romay tampoco le alcanzó para salvarse de su obsolescencia. Hace pocos años entrevisté a Ted Turner, quien me dijo que “ya no entiendo los medios de hoy porque hasta los 90 las cosas cambiaban cada cuatro años, y ahora cambian cada cuatro semanas”.
Romay, probablemente bien aconsejado por su hijo Omar, que estudió Comunicación en Estados Unidos, conocía las tendencias de la industria y hoy es dueño de un canal de televisión local en Miami, vendió su Canal 9 a fines de los 90 cuando los ya privatizados Canal 13 y Telefe lo habían superado en audiencia, y hasta la televisión por cable le enviaba una señal que supo decodificar: “Ni siquiera puedo ver mi canal en el 9 del dial, me lo ponen en el 8”.
Tanto poder previo afectó el sentido de la realidad de Romay, demostrando que el síndrome de Hubris no ataca sólo a los presidentes de países que perduran sino también a los conductores de organizaciones que dominan su área de actuación hasta chocar.
En lo personal, mi relación con Romay no se diferencia de los comentarios que tras su muerte recogieron los medios de quienes tuvieron relación con él, que a pesar de reconocerlo como un patriarca terminaron distanciados. Creo que en gran parte era producto de su síndrome de Hubris.
Lo exasperaban las columnas críticas que escribía Pablo Sirvén en la sección Televisión de la revista Noticias durante los años 90. Y no podía entender que nada de lo que ofrecía pudiera modificarlas. Esto comienza el día que Romay recupera su Canal 9 con la llegada de la democracia, en 1984, y durante la transmisión de su programa Feliz domingo muere el padre de un alumno. La revista predecesora de Noticias (La Semana) hace su tapa sobre la fallida reinauguración de la televisión privada y Romay ofrece un convenio por varios miles de segundos mensuales de publicidad en TV para la revista a cambio de que no se diera el tema en tapa. Ante el rechazo, durante años cada vez que me veía burlonamente me preguntaba: “¿Y, seguís siendo periodista o ya te recibiste de empresario?”.
Monarca y actor como Cristina, el exceso de poder perturbó su sentido de la realidad

En 1991, en un largo reportaje que le hice (de los que por entonces se publicaban en la revista Noticias), Romay, como siempre sin filtro, dijo: “No quise darle un porcentaje a Nosiglia” de un negocio y “Neustadt es un mercenario”. Neustadt le ganó 50.000 dólares en un juicio por calumnias a Romay. Y Alfonsín, en defensa de su ex ministro, salió a decir que Romay estaba loco.
En ese reportaje terminaba preguntándole a Romay qué le hubiera gustado que constara en su epitafio, y hace 23 años contestó: “Acá descansa un señor que pasó toda su vida haciendo lo que quería”.
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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 27/06/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


domingo, 22 de febrero de 2015

El error K... De Alguna Manera...


El error K…

La marcha por Nisman del miércoles pasado fue gigantesca y hubiera sido aún más concurrida sin la lluvia. El kirchnerismo, con su beligerancia, contribuyó a agrandarla. Foto: AP

En el discurso de Cristina Kirchner en Atucha II, el día de la marcha por Nisman, está la clave para entender el núcleo del error K. En el discurso de Cristina Kirchner en Atucha II, el día de la marcha por Nisman, está la clave para entender el núcleo del error K, fuente de la mayoría de sus desaciertos y de los de su marido, a quien sólo la muerte le impidió sufrir las mismas consecuencias.

Cristina contó que en 2001 un empresario, quejándose, le gritó a Fernando de la Rúa mientras golpeaba la mesa del comedor de la Casa Rosada durante un almuerzo al que el presidente lo había invitado como integrante de una delegación de la UIA. Y que a ella ni a su marido nadie se hubiera animado a gritarles.

Agregó Cristina que la historia se la contó el actual vicepresidente de ADIMRA y ex presidente de la UIA, el filokirchnerista Juan Carlos Lascurain, y que ese empresario habría sido el dueño de Techint, Paolo Rocca. Historia que puede ser cierta porque en aquellos meses de terremoto económico, durante una reunión de De la Rúa con otra delegación de empresarios, en este caso dueños de grandes empresas no industriales, fue Héctor Magnetto quien le dijo a De la Rúa que su gobierno estaba agotado.

Cristina –como Néstor Kirchner– cree que la crisis de 2001 fue por la debilidad presidencial. Que personas como Rocca o Magnetto (“antes gobernaban otros que no eran los que la gente votaba”, dijo Cristina en ese mismo discurso) fueron los causantes de la crisis y no que, espantados por el terremoto que veían venir, trataban de torcer el rumbo de sus consecuencias en la dirección menos perjudicial para sus intereses.

Si a los ojos de los Kirchner la hecatombe de 2001 se produjo por flaqueza del presidente, es lógico que crean que la solución a cualquier crisis, y su profilaxis, sea un presidente muy fuerte, que nunca se deje “marcar la cancha” y que, aun cuando estuviera equivocado, siempre sería mejor que se mantuviera firme en el error y no que, al corregirlo, corriera el riesgo de mostrar debilidad. Redoblar siempre la apuesta es hijo de ese razonamiento equivocado.

Por eso, ante cada divergencia, Cristina –o Néstor Kirchner en su tiempo– ve una amenaza a su autoridad. No considera la posibilidad de  que se discrepe con determinadas acciones del Gobierno, sino que se convence de que atacan la propia autoridad presidencial. Ver golpes institucionales detrás de cada conflicto es resultado de esa matriz de pensamiento paranoico. Que termina, no pocas veces, logrando el resultado inverso al buscado, agigantando conflictos, aumentando su presión, en lugar de descomprimirlos.

Esa irracional forma de ser y actuar, en un país al que paralelamente le iba muy bien económicamente hasta 2008, requirió una explicación más elevada que la perturbación psicológica, e inspiró a muchos intelectuales K a utilizar conceptos como amigo-enemigo de Laclau o el Estado total de Carl Schmitt para justificar lo que simplemente eran equivocaciones generadas por una mala lectura de la realidad, errores que eran disimulados por un enorme ingreso de recursos, producido por el aumento de los precios de las commodities.

Con estos precios (aun los achicados a lo largo de 2014), De la Rúa no hubiera necesitado llamar a Rocca o Magnetto para, infructuosamente, pedirles cooperación ante la crisis que se avecinaba. Otro ejemplo de la importancia que tuvo el aumento del precio de las commodities es que el atraso cambiario llegó este año al mismo punto de tasa de cambio combinada que había en 2001, con vencimientos de deuda externa en dólares para 2015 en montos menores, comparables con 2002 y, sin embargo, no se produce un colapso como el de aquel año.

Cristina Kirchner creerá que es gracias a que a ella no le grita nadie, sin comprender que aquel diagnóstico originario sobre la debilidad presidencial de De la Rúa fue sólo una parte del problema de 2001. Y paga el enorme costo político de ni quisiera enviar las mínimas condolencias a la viuda y las hijas de Nisman, en un gesto casi patético de inconmovilidad. Encerrada en su desvarío, se enoja y termina imaginando que la viuda y la huérfana es ella misma, dado que la muerte de Nisman la perjudicó más que a sus familiares directos.

Néstor Kirchner, ante el asesinato del militante del Partido Obrero, dijo que había sido un tiro a su propio corazón. Y en el discurso de Cristina previo a la marcha por Nisman se quejó de “lo que tenía que aguantar”.

El próximo presidente debe cuidarse de caer en otro error de diagnóstico originario y de creer que el problema del kirchnerismo fue su intransigencia, y que todo se solucionará siendo flexible y dialoguista.

© Escrito por Jorge Fontevechia el sábado 21/02/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.