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sábado, 30 de octubre de 2021

Nelson Castro visitó a Francisco y presentó la versión en italiano de su libro "La Salud de los Papas"… @dealgunamaneraok...

Nelson Castro visitó a Francisco y presentó la versión en italiano de su libro "La Salud de los Papas"…


 Nelson Castro, hablando en Roma de su libro La salud de los papas. Fotografía: Vatican News.

El periodista habló de su obra en el Colegio Agustiniano. Los detalles que contó de su nuevo encuentro con el Papa, esta vez de manera oficial y durante 40 minutos, en el Vaticano. 

© Publicado el sábado 30/10/2021por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.



Para Nelson Castro los compromisos internacionales son parte de su rutina profesional, pero este viernes 29 de octubre fue muy especial para el reconocido periodista, porque visitó por la mañana al papa Francisco en el Vaticano, y luego presentó la versión en italiano de su exitoso libro "La Salud de los Papas", un trabajo como se sabe que va desde las dolencias que aquejaron a los pontífices desde León XIII (1878-1903) hasta esta actualidad, con la Iglesia regida por Francisco.


 

Entrevistado por Vatican News en Roma, Castro recalcó que "damos a conocer en el libro muchos de los secretos de los papas de los siglos XIX y XX, analizando los impactos políticos de esas enfermedades y, fundamentalmente, como mensaje para entender que los papas, como hombres de poder, también la salud es un tema de enorme trascendencia política".

 

En cuanto al encuentro con el Papa Francisco, Castro publicó en su cuenta de Instagram una foto de ese encuentro, en el que abundaron las sonrisas y que duró 40 minutos, un lapso bastante más prolongado que las entrevistas que concede el pontífice en su apretada agenda. "Lo vi en forma magnífica, joven, jovial, en perfecto estado", señaló Castro sobre ese encuentro, destacando además que Francisco estaba "de muy buen humor y fue quien condujo la conversación" junto a otros colaboradores de Castro en el libro sobre la salud de quienes condujeron a la Iglesia:

 




domingo, 24 de febrero de 2019

Doble desafío papal… @dealgunamanera

Doble desafío papal…

A solas. Francisco recibió esta semana a Nelson Castro, en medio de la cumbre anti pederastía. Fotografía: Gentileza Santa Sede

Puso la tolerancia cero y abuso cero como objetivos, pero tiene internas en el Vaticano. Jornadas históricas.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 24/02/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Roma eterna; bella Roma; Roma intensa; apasionante. Ciudad de confluencia de lo antiguo y lo moderno. Ciudad de encuentro. Ciudad de vértigo. Sucia en muchas partes. Viva y pujante en todas partes.

En el medio de ese mundo representativo de lo que podríamos llamar lo “italiano” –con todo su fragor– se levanta la Ciudad del Vaticano

Caminar por sus  jardines –imponentes,majestuosos, feéricos– es entrar en un tiempo ido. Reina allí un silencio estrepitoso. Son jardines de un verde intenso que están impecablemente cuidados. Hay un aire de medievo que se percibe a cada paso. La historia sale el encuentro del visitante en cada rincón.

La historia del papado no es solo la historia del catolicismo, sino también la historia de la humanidad. Es el reflejo de la Iglesia “inmaculata ex maculata” (santa e integrada por pecadores) de la que habló Benedicto XVI en una homilía devenida célebre. En el Vaticano conviven la santidad y el pecado. Hay santidad en las miles de historias de fieles servidores de la Iglesia del orden religioso y del orden laico que son ejemplos de vida cristiana: humildes, serviciales, solidarios, generosos y misericordiosos.

Hay pecado en otras muchas historias de quienes, debiendo ser servidores de la Iglesia, se sirven de ella en la búsqueda de poder y riqueza. Los males del poder son la causa de las intrigas vaticanas. Son novelescas las de los papas de la Antigüedad. Cómo no recordar las de Alejandro VI (Rodrigo Borgia), Julio II (Giuliano della Rovere), o Inocencio III (Lotario di Segni). Son también novelescas las intrigas de los papados de la modernidad. Las sufrió Benedicto XVI. Tanto las sufrió que decidió abdicar. Y las sufre también Francisco.

En ese contexto se han venido realizando las jornadas del encuentro sobre “La protección de los menores en la Iglesia”, que han atraído la atención del mundo por la dimensión de la convocatoria y porque es la primera vez que un papa propicia una reunión de este tenor para tratar el doloroso, duro, traumático y dramático tema del abuso sexual en sus diversas formas por parte de sacerdotes y religiosos en sus distintas jerarquías.

La amplia participación –los presidentes de 114 conferencias episcopales, madres superioras de diez instituciones religiosas femeninas y 190 relatores– le ha dado al encuentro un marco de alto impacto. Es la amplitud de esa participación la que ha servido para contrarrestar las voces de los sectores ultraconservadores de la Iglesia que son los enemigos declarados de Francisco y que intentaron boicotear esta iniciativa. Sus voceros fueron en estos días el cardenal Raymond Leo Burke, que fue prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, y del cardenal Walter Brandmüller, presidente emérito del Comité Pontificio de Ciencias Históricas. Ambos vienen criticando fuertemente al Papa y negando la existencia de estos delitos. Los dos están identificados claramente con el clericalismo,  que es una corriente de pensamiento que sostiene que el clero debe inmiscuirse en los asuntos de la política a la manera de una casta superior e intocable.


Histórico. Las circunstancias han querido que este encuentro histórico coincidiera con la fecha de la entrevista que me concedió el Sumo Pontífice para mi próximo libro La salud de los papas, de León XIII a Francisco. “Tenemos un gran desafío con este encuentro: escuchar a las víctimas y comenzar a trabajar seriamente en la prevención.” Y está claro que Francisco ha estado trabajando sobre el tema con intensidad. De ahí que en la primera jornada haya presentado un protocolo de 21 puntos con la idea de que esa sea la hoja de ruta concreta sobre la que se orienten las conclusiones de estas jornadas y su posterior implementación.

He ahí un verdadero desafío. Un desafío que reconoce la existencia de un camino lleno de dificultades. Dificultades que nacen de la compleja realidad interna de la Iglesia. Uno de los temas de mayor discusión ha sido la necesidad de uniformar el accionar de los distintos episcopados. Esto será posible si hay por parte de cada uno de ellos una convicción verdadera de avanzar sin fisuras en la dirección que les impone el Papa. Y ahí aparecen las primeras dudas tanto dentro como fuera de la Iglesia. Marco Politti, coautor junto con Carl Bernstein del libro Su Santidad, en el que revela los manejos políticos del Vaticano durante el papado de Juan Pablo II y su rol en la caída del comunismo y un profundo conocedor de la curia, nos señalaba las dudas que genera la real voluntad que tengan los obispos y cardenales de cada país de poner en práctica estas medidas. El arzobispo de Malta, monseñor Charles Jude Scicluna, un obispo clave en las investigaciones de los casos de abuso que terminaron por desenmascarar las conductas perversas del sacerdote chileno Fernando Karadima y la protección que le brindó el obispo de Osorno Juan de la Cruz Barros Madrid, fue claro al respecto: “Deberemos trabajar intensamente para lograr que esto se lleve a la práctica”.

Francisco también sufre las intrigas del papado, como las sufrió Benedicto XVI

Pero junto con las resistencias que pudieran aparecer en los distintos episcopados, están las resistencias internas de la curia romana. Esta es una preocupación no solo de Francisco, sino también de su predecesor, Benedicto XVI. El cardenal Sean Patrich O’Malley, arzobispo de Boston nombrado por el Papa a fin de encabezar una comisión que trata el tema de los abusos a chicos, fue muy claro: “Este es uno de los puntos más importantes de esta reunión y sobre esto tendrán que trabajar mucho”. La presencia de O’Malley como uno de los expositores en la conferencia de prensa tuvo, además, un fuerte contenido político desde el punto de vista de la interna vaticana. O’Malley, que fue uno de los papables en el cónclave de 2013, es un hombre que tiene posturas muy firmes respecto de la necesidad de ser absolutamente inflexibles con los curas abusadores. Fue él quien hizo sentir su voz acerca de la necesidad de escuchar el reclamo y los testimonios de las víctimas que denunciaban a Barros durante el viaje conflictivo de Francisco a Chile en enero de 2018.  

Esa alerta dio pie a ríos de rumores que hablaban del distanciamiento entre Francisco y O’Malley. La presencia del arzobispo de Boston en condición de integrante del panel de expositores fue una desmentida rotunda a tales rumores.

“Concretezza e efficacia” (concreción y eficacia) es lo que está requiriendo el Papa de este encuentro, conceptos que pronunció con énfasis en su discurso de apertura de la jornada inicial. Lo dijo sabiendo lo que todos los participantes iban a escuchar como primer testimonio de una de las muchas víctimas que se han hecho presentes en Roma. Ese testimonio fue el de Juan Carlos Cruz: “Ustedes son los doctores de las almas, y sin embargo, con excepciones, se han convertido, en algunos casos, en los asesinos de la fe”.  

Caso clave. Cruz es un protagonista clave de todo el proceso que culminó con esta reunión inédita en la historia de la Iglesia. Fue –es– una de las víctimas del sacerdote chileno Juan Carlos Karadima. El caso Karadima, que complicó seriamente al obispo de Osorno, Juan Barros Madrid, tuvo repercusión mundial durante la visita de Francisco a Chile. Karadima era un sacerdote de alta llegada a las clases media alta y alta de la sociedad en Santiago de Chile, y las denuncias en su contra tuvieron alto impacto. El hoy sancionado obispo Barros era entonces un sacerdote que había sido discípulo del cura abusador. Cuando las víctimas denunciaron a Karadima hicieron saber que, teniendo conocimiento de lo que estaba pasando, Barros nunca lo denunció. En ocasión de su viaje a Chile, el Papa fue informado del caso y, en busca de su confirmación, habló con el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, primado de la Iglesia chilena. “Le pregunté en cuatro ocasiones si lo del encubrimiento de monseñor Barros era verdad y las cuatro veces me lo negó”, se le escuchó decir al Papa como respuesta ante quienes lo alertaron de lo equivocado que era defender al entonces obispo de Osorno. Por eso Francisco contestó destempladamente a los periodistas chilenos que lo consultaron sobre ese tema en aquel viaje  realizado sobre fines de enero del año pasado.

Afortunadamente, las evidencias de la inconducta de Barros le llegaron al Papa en el tramo de la gira que lo llevó a Perú.

Advertido de su error, el Sumo Pontífice pidió perdón en la conferencia de prensa a bordo del avión que lo llevaba de regreso a Roma. Una vez allí convocó a Juan Carlos Cruz y a otras víctimas del padre Karadima ante las que se disculpó y a las que escuchó con toda atención para luego llamar al Vaticano a todos los obispos chilenos. Allí los reprendió por su actitud de ocultamiento del caso, lo que derivó en la renuncia de varios de ellos, empezando por el cardenal Errázuriz.

La presencia del arzobispo de Boston desmintió rumores de distancia con el Papa.

Como bien escribió Ignacio Cloppet en la edición de ayer de PERFIL, el Papa ha decidido ponerse la Iglesia sobre sus hombros. La frase expresa a la perfección el valor de estas jornadas. Y es así de cierto porque ha sido el empeño personal de Francisco el que ha movilizado todas las estructuras de la Iglesia para que esto fuera posible. Movilizar estas estructuras significa vencer resistencias. Resistencias que se han manifestado durante los tres días de discusión. Cuando esta edición esté en la calle, ya habra culminado la misa de cierre.

Los dos desafíos –una de las palabras claves durante todo el encuentro– que quedan planteados son: tolerancia cero y abuso cero. Tolerancia cero refiere al castigo a quienes cometen estos hechos aberrantes. Prevención cero habla de la necesidad de extremar las alertas y trabajar intensamente en mejorar la formación de los sacerdotes para evitar la comisión de estos delitos. Una de las herramientas fundamentales será la evaluación psicológica de todos y cada uno de los aspirantes al sacerdocio. En este marco apareció el tema de la homosexualidad. Monseñor Scicluna fue muy claro: “De ninguna manera podemos asociar a la homosexualidad con el delito de abuso sexual” –dijo ante una pregunta sobre este punto.

"Ustedes son los doctores de almas, pero en algunos casos, fueron asesinos de la fe"

Entre las víctimas hay posiciones diferentes. Es algo absolutamente entendible. Cada una de ellas procesa sus terribles experiencias como puede. Hay quienes, como Cruz, valoran la decisión del Papa y comprenden  las dificultades que tendrá para imponer su deseo de tolerancia cero y abuso cero. Y hay quienes, como Miguel Hurtado, un catalán de 32 años abusado por el abad de Monserrat, Andreu Soler, que se siente desencantado porque cree que hay un riesgo muy alto de que el Papa diga una cosa y los obispos terminen haciendo otra. Y en el medio hay un tema no menor: el dinero. Hay víctimas que demandan un resarcimiento económico. Y esto también es una alerta que preocupa a los obispos.

En Boston, luego de haberse denunciado los muchos casos que allí hubo, llegaron demandas civiles que obligaron a la Iglesia a pagar altas indemnizaciones –80 millones de dólares– que complicaron –y complican– aún hoy fuertemente sus finanzas.

Obispos en alerta: hay víctimas que demandan un resarcimiento económico.
El abuso sexual de niños y jóvenes se debe, en gran medida, al abuso de poder en el ámbito de la administración.En este sentido, la administración no ha ayudado a cumplir la misión de la Iglesia, sino que, por el contrario, la ha oscurecido, la ha desacreditado y la ha hecho imposible”, expresa uno de los párrafos más significativos de la declaración de los obispos de ayer.

Este párrafo refleja contundentemente las intrigas y las complicidades de poderosos sectores internos de la Iglesia que han impedido investigar y castigar a los autores del aberrante delito del abuso sexual. Acabar con este mal genera luchas intestinas intensas, feroces. Hoy la Iglesia “inmaculata ex maculata” de la que hablaba Benedicto XVI asiste a una verdadera cruzada en pos de acabar con ese entramado de complicidades que encubrió a tantos curas delincuentes y perversos. De cual sea el resultado de esta cruzada depende no el papado de Francisco, sino, como lo dijo con todas las letras el cardenal de Chicago Blase Cupich, el futuro de la Iglesia católica.


(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com

miércoles, 14 de marzo de 2018

5 Años del Papa Francisco… @dealgunamanera...

5 Años del Papa Francisco…

El primer Papa argentino retratado mientras tomaba mate. Foto: AP

Este martes 13, Jorge Mario Bergoglio celebra sus cinco años de pontificado al frente del Vaticano. Las imágenes en los 5 años del Papa Francisco.

© Publicado el miércoles 13/03/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El 13 de marzo de 2013, hace exactamente cinco años, el Papa Francisco asumió al frente del Vaticano. Por eso, este martes celebra su quinto año de pontificado.





martes, 25 de octubre de 2016

La Iglesia prohíbe esparcir o guardar cenizas de las cremaciones… @dealgunamanera...

La Iglesia prohíbe esparcir o guardar cenizas de las cremaciones…

El prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, Ludwig Müller, ofreció hoy una rueda de prensa en el Vaticano (EFE).

Vaticano. Un nuevo documento expresa que no se pueden conservar en casa, dividir entre familiares, ni dispersar en aire, tierra o agua.

© Publicado el martes 25/10/2016 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las cenizas de los católicos que desean ser cremados no pueden ser esparcidas, divididas ni conservadas en la casa sino que deben ser guardadas en un lugar aprobado por la Iglesia y consagrado, de acuerdo con nuevas normas emitidas hoy por el Vaticano. Las instrucciones fueron divulgadas antes del Día de Difuntos, que se celebra el 2 de noviembre, en el cual los fieles recuerdan a sus muertos y oran por ellos.


Según lo difundido por AP, durante la mayor parte de su historia bimilenaria, la Iglesia católica solo permitió el entierro con el argumento de que expresaba mejor la esperanza en la resurrección. Pero en 1963, el Vaticano autorizó explícitamente la cremación siempre que no implicara una negación de la fe en la resurrección.

El nuevo documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe insiste en que es preferible el entierro, pero expresa las normas para conservar las cenizas del número creciente de católicos que prefieren la cremación. Explica que lo hacía para contrarrestar "ideas nuevas contrarias a la fe de la Iglesia" que surgieron desde 1963, como las del New Age de que la muerte es una "fusión" con la Madre Naturaleza y el universo o una "liberación definitiva" de las ataduras del cuerpo.

El Vaticano expresó que las cenizas y fragmentos óseos no se pueden conservar en casa porque con ello se priva a la comunidad católica de recordar al difunto. Por eso, las autoridades eclesiásticas deben escoger un terreno consagrado, como un cementerio o iglesia, para recibirlas. En casos extraordinarios un obispo puede permitir que se conserven las cenizas en el hogar, dice el documento.


El informe agrega que las cenizas no se pueden repartir entre familiares, conservar en relicarios ni dispersar en el aire, la tierra o el agua porque ello crea la apariencia de "panteísmo, naturalismo o nihilismo", sostienen las normas. Reitera la doctrina de que a los católicos que optan por la cremación por razones contrarias a la fe cristiana se les debe negar la sepultura cristiana.

Las nuevas instrucciones están fechadas el 15 de agosto y dicen que el papa Francisco las aprobó el 18 de marzo. No estaba claro si eran retroactivas o qué deben hacer los católicos que eliminaron los restos de sus seres queridos en formas que ahora se consideran indebidas.


A continuación se publica el documento completo

CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

Instrucción Ad resurgendum cum Christo acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación

1. Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario «dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor» (2 Co 5, 8). Con la Instrucción Piam et constantem del 5 de julio de 1963, el entonces Santo Oficio, estableció que «la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos», pero agregó que la cremación no es «contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural» y que no se les negaran los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la «negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia». Este cambio de la disciplina eclesiástica ha sido incorporado en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales (1990).

Mientras tanto, la práctica de la cremación se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Después de haber debidamente escuchado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Consejo Pontificio para los Textos Legislativos y muchas Conferencias Episcopales y Sínodos de los Obispos de las Iglesias Orientales, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha considerado conveniente la publicación de una nueva Instrucción, con el fin de reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación.

2. La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: «Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce» (1 Co 15,3-5).

Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: «a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos… también nosotros vivamos una nueva vida» (Rm 6,4). Además, el Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura: «Cristo resucitó de entre los muertos, como primicia de los que durmieron… del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo» (1 Co 15, 20-22).


Si es verdad que Cristo nos resucitará en el último día, también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En el Bautismo, de hecho, hemos sido sumergidos en la muerte y resurrección de Cristo y asimilados sacramentalmente a él: «Sepultados con él en el bautismo, con él habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos» (Col 2, 12). Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Ef 2, 6).

Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo». Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: «La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella».

3. Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados.

En la memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio a la luz del cual se manifiesta el sentido cristiano de la muerte, la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal.

La Iglesia, como madre acompaña al cristiano durante su peregrinación terrena, ofrece al Padre, en Cristo, el hijo de su gracia, y entregará sus restos mortales a la tierra con la esperanza de que resucitará en la gloria.

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia. No puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la “prisión” del cuerpo.

Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo muchas obras buenas».

Tobías el justo es elogiado por los méritos adquiridos ante Dios por haber sepultado a los muertos, y la Iglesia considera la sepultura de los muertos como una obra de misericordia corporal.


Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos.

Mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.

4. Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo.

La Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos; sin embargo, la cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana».

En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales, teniendo un cuidado particular para evitar cualquier tipo de escándalo o indiferencia religiosa.

5. Si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente.

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia».

La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

6. Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar. Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Las cenizas, sin embargo, no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

7. Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.


8. En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho.

El Sumo Pontífice Francisco, en audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 18 de marzo de 2016, ha aprobado la presente Instrucción, decidida en la Sesión Ordinaria de esta Congregación el 2 de marzo de 2016, y ha ordenado su publicación.

Roma, de la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 15 de agosto de 2016, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.

GerhardCard. Müller Prefecto +Luis F. Ladaria, S.I.

Arzobispo titular de Thibica Secretario