Hace un año, los argentinos
recibíamos con emoción la elección de nuestro compatriota Jorge Bergoglio como
nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Acompañamos la alegría de la
elección del primer latinoamericano en conducir los destinos del Estado
Vaticano: el papa Francisco.
Desde el comienzo de su
papado, ofreció gestos que marcaron un nuevo tiempo y devolvieron la esperanza
a muchos. La elección del nombre, por mencionar uno de ellos, es en sí misma
una declaración de principios: la sencillez, la fraternidad y el compromiso
cotidiano con los que menos tienen que expresa la figura de San Francisco de
Asís. No fue una sorpresa para nosotros, sabíamos hace tiempo de su trabajo por
una sociedad más justa e igualitaria.
Hoy el mundo, afectado por
un consumismo sin precedentes, abre cada vez más la brecha entre los que más
tienen y los más pobres. La desigualdad es un problema global, que se expresa
más fuertemente en Latinoamérica: no somos el continente más pobre, pero sí el
más desigual. Por eso, en tiempos en que los derechos fundamentales de los
ciudadanos del mundo se ven cada vez más vulnerados, creemos que la tarea de
Francisco justamente apunta a devolver la esperanza a un mundo que parecía
haberla perdido.
Los socialistas compartimos
con Francisco la idea de que en la juventud está el poder del cambio, y por eso
creemos que deben ser protagonistas, participando, haciendo escuchar su voz,
debatiendo, intercambiando experiencias, sintiéndose parte de la sociedad que
integramos. Austeridad, concordia, diálogo, respeto por el otro, son valores
que compartimos con el Papa argentino.
También creemos
indispensable la coherencia entre la palabra y los hechos, entre lo que se dice
y lo que se hace. La credibilidad y la coherencia de quienes conducen espacios
de gobierno o gestión devuelven la confianza a quienes son representados, en todas
las instituciones.
En momentos en que la
Argentina aparece fragmentada, donde los valores parecen tener cada vez menos
importancia, donde se debilita el respeto por el otro y donde pareciera que
valemos más por lo que tenemos que por lo que somos, es importante devolverle
la esperanza a la gente, y eso se logra cuando la convencemos de que el cambio
es posible.
Trabajemos por una sociedad
comprometida en la que la solidaridad, la participación y la transparencia nos
marquen el rumbo. Hay que creer para ver. Creamos juntos.