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martes, 20 de diciembre de 2016

La muerte de Pocho Lepratti: el principio del fin de la Alianza… @dealgunamanera...

La muerte de Pocho Lepratti: el principio del fin de la Alianza… 

Celeste. La vida de la hermana de la víctima tiene bastante en común con la de muchos familiares de desaparecidos en la dictadura. La lucha permanente por la justicia. Foto: Cedoc Perfil

En el fin del gobierno de De la Rúa, el crimen del militante de izquierda inició una escalada de violencia en todo el país. ¿Cómo siguió la vida de sus familiares y qué pasó con los victimarios?

© Escrito por Federico Frau Barros el domingo 18/12/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mañana, 19 de diciembre, se cumplen 15 años del crimen de Pocho Lepratti, militante popular asesinado por la policía rosarina en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001

“Cristiano revolucionario”, como él mismo se definía, Pocho cruzaba todos los días la ciudad de Rosario en bicicleta, desde el barrio Ludueña, donde vivía y sembraba amor a pibes en situación de vulnerabilidad, hacia Las Flores, el barrio en el que está la escuela donde trabajaba como ayudante de cocina. Fue justamente trabajando y sirviendo a los demás que lo mataron cuando, en uno de esos días revueltos y feroces que atravesaba nuestro país a fines de 2001, un patrullero llegó a la zona de la escuela donde él trabajaba con la decisión de reprimir. El subió al techo de la institución junto con un profesor de matemáticas y dos compañeras del comedor y les pidió a los policías que no dispararan, que adentro no había más que pibes comiendo. Fue en ese momento, entre gritos y puteadas, que recibió un disparo y una bala de plomo le perforó la tráquea dejándolo sin vida.

Intentaron callarlo, creyeron que llenándole la garganta de plomo su grito ya no se escucharía por las calles de Rosario. Pensaron que matándolo quizá su figura ya no tendría el efecto transformador en la realidad de los barrios de la ciudad. Pero se equivocaron, ese día, sin quererlo, crearon un mártir, y su espíritu noble y su compromiso de lucha se esparcieron por toda la ciudad como una epidemia de hormigas.

Santa Fe fue la provincia con el número más alto de víctimas fatales en relación con la cantidad de habitantes en la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001. Fueron nueve muertos en la provincia, siete de ellos asesinados por la policía. Sólo hubo dos policías condenados, uno de ellos Esteban Velázquez, el hombre que disparó la bala que terminó con la vida de Pocho. 

Fue condenado a 14 años de prisión, pena que no cumplió en la cárcel de manera completa. Hoy tiene un puesto de hamburguesas en Arroyo Seco, en las afueras de Rosario. Es militante del Pro en Arroyo Seco, trabajó en la última campaña electoral y fue fiscal del Pro en las elecciones pasadas.

El caso de Lepratti fue el único de todos los crímenes sucedidos en esas trágicas jornadas de diciembre en el que se abrió una causa para investigar el encubrimiento policial. Por más que se investigó a menos policías de los involucrados, se logró condenar a cinco de once: Roberto de la Torre, Rubén Darío Pérez, Marcelo Fabián Arrúa, Carlos Alberto de Souza y Daniel Horacio Braza (fallecido en 2011). Sin embargo, unos años después, la Cámara Penal los sobreseyó entendiendo que no había pruebas suficientes.

En 2015, la Corte Suprema de la provincia revocó el fallo de la Cámara Penal y ratificó el del juez Julio César García, dejando firmes las condenas de estos policías, que finalmente no las cumplieron en prisión. Una vez más, los de más arriba no sufrieron consecuencias; el comisario José Manuel Maldonado, por entonces titular de la División Judiciales, señalado como el principal responsable del encubrimiento, no fue ni siquiera llamado a declarar. El fue el que firmó la documentación adulterada sobre la causa que luego se elevó a la Justicia.

Familiares

La semana pasada, durante los días 9 y 10 de diciembre, se realizó en Rosario el tercer encuentro nacional de familiares de víctimas y heridos en diciembre de 2001 de distintos lugares del país, donde acordaron ir en búsqueda de la elevación de las causas a un fuero internacional para que se juzgue a quienes consideran los responsables políticos, con Carlos Reutemann, gobernador de Santa Fe en 2001, y Fernando de la Rúa, presidente de la Nación, a la cabeza. Allí estuvo la madre de Pocho, Dalis Bel.

“Pasaron 15 años y el dolor es siempre igual. Desde que pasó hasta que yo deje de existir va a ser igual, nada va a cambiar. Igual es lindo encontrarse, escuchar cómo viven y qué sienten otros familiares, eso ayuda. A veces me despierto de noche y me parece que no pasó nada, creo que es un sueño. Todos los días me acuerdo de él. Tiene once sobrinos y no pudo conocer a ninguno”, dijo con la voz quebrada al ser entrevistada por radio La Hormiga, que funciona en la Biblioteca Popular Pocho Lepratti en Rosario.

“Más allá de que entendemos que no habría condenas para los responsables políticos en un fuero internacional, sí marcaría un precedente y puede haber una sanción para los gobiernos”, explica Celeste Lepratti, hermana de Pocho. A Celeste también se le agrieta la voz cuando recuerda a su hermano. “A veces las preguntas más simples son las más difíciles de responder”, dice Celeste cuando las preguntas van más por el lado de la relación con su hermano y no por el de la causa, las exigencias o los homenajes.

Huellas.

Celeste se fue a vivir a Rosario en 2005, al año siguiente de que su padre, Orlando Lepratti, falleciera luego de un paro cardíaco horas después de haber regresado de Rosario del acto por el tercer aniversario de la muerte de su hijo. En un principio fue Orlando quien tomó las banderas de justicia por Pocho, pero una vez que murió, Celeste se hizo cargo de un reclamo que sigue en pie hasta el día de hoy. Actualmente Celeste, además de docente en escuelas secundarias, es concejala de Rosario por el Frente Social y Popular y presidenta de la comisión de derechos humanos del Concejo Municipal de Rosario.

“El asesinato de Pocho nos cambió la vida a muchos. A partir de ese momento fuimos tomando decisiones. Algunas tuvieron que ver con involucrarnos, sumarnos al camino de justicia, memoria y búsqueda de la verdad. Pocho nos dejó una invitación”, explica Celeste.

El día del asesinato de Pocho, sonó el teléfono en la casa de la familia Lepratti en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Llamaban de la escuela donde trabajaba Pocho para darles la peor noticia.

Unos minutos más tarde, prendieron la televisión y Jorge Lanata contaba en su programa quién era Pocho Lepratti, uno de los muertos en Rosario.

Quién era.

Claudio “Pocho” Lepratti fue asesinado en la Escuela Nº 756 José M. Serrano, en el Barrio Las Flores, donde trabajaba como ayudante de cocina. Nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, el 27 de febrero de 1966. Era el mayor de seis hermanos. Hizo la primaria en la Escuela Nº 30 de Concepción del Uruguay y la secundaria en el Colegio Santa Teresita, perteneciente a la orden salesiana. Con los años siguió vinculado con los salesianos, y una vez que abandonó la carrera de Derecho que estudiaba en la Universidad Nacional del Litoral, entró al Seminario Ceferino Namuncurá de Funes, Santa Fe.

Fue cuando abandonó el seminario que llegó a Rosario. Allí se asentó en el barrio de Ludueña para dar clases de Teología en la escuela del padre Edgardo Montaldo y coordinar talleres para niños. “Pocho consagró su vida a chicos que corrían el peligro de perder sus sueños”, dijo el padre Edgardo Montaldo en Sueños alados, un documental sobre la obra de Pocho Lepratti en el barrio Ludueña.

En Ludueña, Pocho realizaba distintas actividades por y con los pibes del barrio. Armó la revista El ángel de lata y formó varios grupos de jóvenes como La Vagancia, el primero de todos y el más recordado. “La Vagancia era un grupo de jóvenes que nos juntábamos para hacer cosas porque no había actividades ni propuestas para los adolescentes y los jóvenes en la villa. Entonces nos empezamos a juntar, primero para ir a algún campamento, para ir a La Florida los domingos, hacer tortas fritas, tomar mate y charlar”, explicó Pocho en un documental sobre el colectivo que él mismo encargó y, hace unos pocos años, sus realizadores lo digitalizaron y lo subieron a internet.

Nosotros.

“El ‘nosotros’ de Pocho era un nosotros mucho pero mucho más grande que el que podamos pensar y recorrer en auto o en tren. Era un nosotros como de doscientos idiomas, mil religiones, y millones de fiestas de cumpleaños y pesebres”, escribió Gustavo Martínez, amigo y compañero de militancia en ATE , en el prólogo del libro ¡Pocho Vive!

“Hay que pasar el invierno, el invierno eterno no existe. Si despertamos, se va. Podemos y debemos construir la primavera”, solía gritar Pocho desde su bicicleta. Le dispararon en la garganta para intentar callarlo, pero no pudieron borrar el camino que dejó marcado con sus huellas por las calles de Rosario. No hay dudas de que el invierno eterno no existe, la primavera llegará y ojalá venga acompañada de justicia por Pocho y todos los asesinados y asesinadas en diciembre de 2001.




domingo, 10 de mayo de 2015

Viejismo 2… @dealgunamanera...

Viejismo 2…

Descorbatados (en lugar de descamisados) es hoy un significante. Foto: Cedoc

Análisis con perspectiva política y cultural en el marco de la embestida contra el ministro de la Corte Carlos Fayt.

A partir de la embestida contra Fayt, en la contratapa de ayer se analizó el viejismo con el enfoque de la psicología social. En esta continuación se lo profundiza con una perspectiva política y cultural.

Ayer concluyó diciendo que el mensaje de rebeldía de Fayt contra el viejismo y sus prejuicios no tiene como destinatario sólo al kirchnerismo y a La Cámpora, sino también al macrismo, que es especialmente viejista.

La antropóloga Margaret Mead –en su libro Cultura y compromiso– explicó el funcionamiento de las sociedades a partir de la relación intergeneracional y las categorías resultantes como causa y consecuencia de la política:

Posfigurativas: el saber y el poder se les asignan a los modelos de conocimiento estipulados por los predecesores. Gran valoración de lo producido en el pasado. Los más viejos enseñan a los más jóvenes.

Cofigurativas: el saber y el poder se les asignan a los modelos de conocimiento producidos en el presente. Los padres y los hijos aprenden entre sí y buscan guías en pares de su misma edad.

Prefigurativas: tras una crisis social se produce una pérdida de referentes; el saber y el poder se colocan en lo que vendrá, con una inversión de roles, los jóvenes cumplen el papel de guía que antes se les asignaba a los ancianos.

Hoy el proselitismo del PRO es anti PJ, pero su estética festiva y hedonista es muy peronista.

Nietos, padres, abuelos y, en algunos casos, bisabuelos comparten un período de tiempo en promedio de ochenta años, que en el caso de Argentina coincide con la seguidilla de crisis que, arrancando en 1930 (independientemente de períodos de crecimiento), nos llevaron de ser la 7ª economía del planeta a la 24ª.

Las continuas devaluaciones de nuestra economía también devaluaron el valor de la memoria y del pasado. Y, en la lucha política por la significación, por imponer saberes y consolidar estereotipos de poder, los “partidos políticos de la onda”, aquellos para quienes lo primero es ganar las elecciones, hicieron del viejismo una herramienta electoral.

El recambio de poder requiere un recambio de saberes. Y no es casual que tanto desde La Cámpora con Kicillof, el más fotografiado de sus referentes, como desde el PRO con Macri, el look de traje sin corbata se transforme en un mensaje no sólo de renovación generacional (al igual que Scioli, Macri se convertiría en sexagenario en la presidencia si fuera electo en 2015), sino de renovación de ideas: La Cámpora frente al pejotismo, los tecnócratas cipayos y los garcas; y en el PRO, contra la vieja política. Edípicamente, uno se distancia así de la ortodoxia de la política; y el otro, de la ortodoxia económica. 

Descorbatados se convirtió, como en los años 40 lo fue descamisados, en un significante de otros significados.

Pero lo nuevo y lo viejo no pasa por la estética, que apenas maquilla renovación, sino por tener realmente ideas nuevas. Exacerbando el vestido como lenguaje, en la televisión primero les sacaron las corbatas a los periodistas y luego les pusieron camisas a cuadros fuera del pantalón (parados para que se vea) para al menos disimular si no hay ideas nuevas. Pero no hay que echarles la culpa a los medios porque siempre son reforzadores y propaladores de tendencias sociales, pero casi nunca son la causa de ellas.

Las edades son una construcción social; hace un siglo no existía prácticamente la adolescencia porque a los 13 años, terminado el colegio primario, la enorme mayoría de los habitantes del planeta iba directamente a trabajar, y hace tres siglos casi tampoco existía la niñez porque se comenzaba a trabajar a la edad de la educación primaria. Cada época transforma el significado del tiempo y en la nuestra lo que llamamos “el presente” tiene cada vez menos duración porque lo actual ya no son los temas que duran semanas o días, sino apenas horas.

El peronismo, que siempre ha tenido una vocación de poder mayor que el radicalismo, y ahora el PRO, por la relación deportiva de Macri con el éxito, detectan y responden a esa tendencia para satisfacer a los clientes/votantes. A una sociedad viejista le dan signos de juventud (no hay que olvidar que las representaciones no necesariamente tienen que coincidir con la realidad para poder ser efectivas).

Y a pesar de que el discurso electoral actual del PRO es antiperonista, en la Ciudad el candidato a vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, y un dirigente clave como Cristian Ritondo provienen del peronismo, y la estética de fiesta, globo, baile y hasta alguna cumbia remite a la cultura peronista, que siempre ha sido consumidora de futuro en el presente y su lema podría sintetizarse en “después vemos”.

Los partidos ponen a los jóvenes delante para que no se note la acumulación de fracasos pasados.

Corrido por el tiempo, el viejismo tiene una doble faceta, desvaloriza el pasado pero también el futuro, como no podría ser de otra manera si para vivir más intensamente el presente hay que olvidarse de que este presente será el pasado en el futuro. “El futuro es ahora”, propio del natural y lógico hedonismo juvenil, contagia a los adultos.

En política esto se percibe en lo que podría sintetizarse como “pongamos a los jóvenes para que no se note nuestro fracaso”. Y se muestra a los jóvenes en primer plano para no tener que hablar del pasado, controvertido para muchos.

La misma categorización que se utiliza en semiótica sobre medios de comunicación para diferenciar Género (algo permanente: serie, noticiero, talk show, etc.) de Estilo (lo que se adapta a los códigos discursivos del lugar y el momento) vale para la política. El PRO y La Cámpora comparten el estilo “moderno”, y el PRO y el PJ practican el estilo hedonista, con Del Sel como la más acabada reencarnación. No sólo Fayt es viejo, también lo son Reutemann y hasta Pinedo.

Después de tantas crisis, los nuevos enunciadores de fundamentos corren el riesgo de confundir edad con ideas.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 09/05/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



martes, 31 de marzo de 2015

Reportaje al Dr. Santiago Kovadloff... De Alguna Manera...

“Quien ofende a un muerto es porque advierte lo vivo que está”…

Derechos humanos. “El triunfo de la dictadura (de la que se cumplió un aniversario) fue lograr que la civilidad no pueda reconstruirse (como era necesario) tras del terrorismo de Estado”. Foto: Sergio Piemonte

Opina que al fiscal lo asesinaron. Asegura que los feriados en torno al 24 de marzo buscan “promover el olvido” y critica al Gobierno por manipular el pasado reciente. 

Mientras transcurre este largo feriado puente acudimos a la lúcida y filosófica mirada del Dr. Santiago Kovadloff para comprender un momento (como éste) en el cual en nuestro país se ofende a un muerto (el fiscal Nisman) que no puede defenderse y, al mismo tiempo, se lo utiliza políticamente.
—Me daría la impresión, –explica Kovadloff– que quien ofende a un muerto es porque advierte lo vivo que está… Es decir, el peso que tiene su figura en el sentimiento colectivo. Ofendiéndolo se aspira a descalificarlo, a minimizar ese sentimiento colectivo tratando de homologar su figura con alguien que no merece consideración. Y si lo hacen, insisto, es porque han advertido la estima que recibe de parte de la gente. Creo que esto es tan profundamente cierto en el caso de Nisman porque su muerte representa la indefinición de una sociedad ante un Estado que es incapaz de protegerlo frente al delito. En consecuencia, esa orfandad cívica, encuentra en la muerte de Nisman su expresión más desesperante porque se trata de un fiscal.

—¿Usted usaría la palabra “asesinado”?
—Yo, sí –contesta Kovadloff con firmeza–. Creo que él ha sido asesinado desde un punto de vista fundamental: el Gobierno lo trató con desprecio y ese desprecio es una prueba de la intrascendencia de su vida para quienes (justamente por su investidura) deberían haberlo respetado. Nisman fue anonadado y convertido en insignificante. Esta es una manera de quitarle valor a su vida, más allá de lo cual me parece que su muerte está demasiado unida a la actividad que iba a desplegar al día siguiente frente al Congreso como para no pensar que, en un país como el nuestro, una muerte como ésta sólo puede estar ocasionada por un Estado para el cual la vida de los ciudadanos no significa nada.

—Daría la sensación de que, en nuestra sociedad, no se admite el conocimiento o el contacto con la verdad.
—Ese es un punto fundamental: el miércoles pasado, frente a Tribunales, yo decía (en un acto que realizamos con Sergio Bergman y Nelson Castro) que deberíamos impedir que la Verdad se convierta en un Desaparecido más porque justamente la Verdad es una materia de intercambio profano, corrupto. Es un recurso del que se vale el Poder para tratar de afirmarse a sí mismo con independencia de la Ley. Me parece que esta situación pone en claro hasta qué punto la Argentina es un país institucionalmente inconsistente. Y se lo digo porque es esa inconsistencia la que está en la base de la trágica desaparición de Nisman.

—Junto a la palabra “inconsistencia” que usted emplea me atrevería a agregar la de “frivolidad”: en el día de hoy (24 de marzo), en vez de hablar de los miles de desaparecidos durante la dictadura más sangrienta de nuestra Historia estamos hablando en un día feriado cuando realmente ¡no hay nada que festejar!
—Tal vez la finalidad de estos feriados sea promover el olvido… Acaso el Estado (mediante esta Feria de distracciones) aspire a lograr que el sentimiento cívico se diluya en la pereza, en un descanso innecesario en vez de promover, justamente, una valoración del trabajo y de todo aquello que genere “comunidad” a través del esfuerzo. Nos están invitando a la dispersión del descanso.

—Y si hablamos como padres o abuelos podemos comprobar que los chicos, aun los adolescentes, no saben la tragedia que ocurrió en el país. Por eso estos feriados son un atentado a la Memoria y a nuestra Historia…
—Sí. Yo creo que el gran triunfo de  la dictadura militar (de la cual se cumple un aniversario más) ha sido lograr que la civilidad no pueda reconstruirse (como era necesario) después del terrorismo de Estado. Y de esto no sólo es responsable el Gobierno actual: son responsables los sucesivos gobiernos que no han logrado completar la transición del autoritarismo a la democracia republicana. De un modo u otro, todos ellos han retrasado esa transición o, con su ineficiencia, han contribuido a que no se pueda cumplir. Me parece que lo que ha hecho el kirchnerismo es capitalizar a su favor el descrédito de la democracia tal como ese descrédito fue sembrado (lamentablemente a partir de 1987) por el final del gobierno de Alfonsín y por los gobiernos posteriores. Como le decía, a partir de 1987, el sistema democrático pierde la capacidad de representar los ideales con los que Alfonsín llegó al Gobierno.

—Volviendo al presente no sólo nos encontramos con un magnicidio, sino también con un clima de inquietud social.
—Lo que advierto es que este gobierno llega al final de su gestión habiendo radicalizado hasta tal punto la intrascendencia de las instituciones de la República en el sentimiento mayoritario que la muerte de Nisman no hace más que coronar esa indefensión. Entonces: hay un reclamo que está básicamente dirigido a la oposición, pero yo no sé si la oposición lo ha recogido como es debido. Desde el punto de vista legal el tema del esclarecimiento de la muerte de Nisman está en el centro de la campaña y no en la periferia acallada de los problemas que tendrá que afrontar el nuevo gobierno. Me parece fundamental que se le brinde a la sociedad una respuesta de esta naturaleza. No basta con referirse a las deudas que este gobierno le dejará al próximo. Hay que referirse al problema moral que, fundamentalmente, este gobierno deja pendiente. Me refiero al tema AMIA, al de Nisman, de Cabezas, de Yabrán…en fin, todos aquellos que este gobierno no ha contribuido a esclarecer, sino a entorpecer aún más como lo ha hecho mediante el acuerdo con Irán que hoy es motivo de rechazo por una gran parte de la sociedad. También hay que entender que hay un núcleo duro de la sociedad argentina (y uso el término “duro” porque es insensible) al que poco le importa lo ocurrido
con Nisman.

—¿En cuánto estima a ese “núcleo duro”?
—Diría que constituye un 30% del electorado argentino del cual no creo que deba esperarse ninguna reacción en el sentido de un fortalecimiento de la Ley. Le digo más: ese 30% aspira a una conducción política fuertemente autoritaria que sea capaz de cubrir sus demandas de supervivencia y no, en cambio, recursos de desarrollo cívico. Desgraciadamente ese empobrecimiento de la percepción de la propia identidad que caracteriza a gente que apoya a este gobierno forma parte, para mí, de un núcleo que está siendo brutalmente explotado por este gobierno. Creo entonces que es un deber para los candidatos a la Presidencia hacer referencia a esas formas de explotación social que hoy padece buena parte de la población que teme perder lo poco que tiene y a la que el futuro gobierno debe asegurar que no va a perder sus bienes, pero que tampoco debe resignarse a ser lo que es.

—¿Usted no cree que, por ejemplo, algún tipo de alianza Macri-Reutemann significaría para la oposición la aceptación de que es importante lograr formas de convivencia con un numeroso país peronista?
—Creo que esa aceptación tiene, por lo menos, dos configuraciones. Una, de profunda resignación (hablamos de aquellos que dicen “sin el peronismo, este país no puede ser gobernado”) pero, por otra parte, me parece que el peronismo a través de la figura de Reutemann estaría más bien llamado a aceptar la necesidad de un cambio en la orientación de la política argentina. Es decir, su propia modernización. Yo no creo tanto que Macri esté buscando incorporar al peronismo existente, sino que el peronismo aprenda a transformarse para seguir teniendo alguna significación. No sé si lo va a lograr o no, pero no creo que Macri aspire a incorporar a sus fuerzas algo que, de alguna manera, siempre representó para él un enorme obstáculo de desarrollo.

—De todas maneras tenemos que convenir que somos una sociedad a la cual le cuesta mucho unirse, ¿no le parece?
—Sí, yo creo que la fragmentación es un rasgo estructural de la identidad nacional. Es una característica que, desgraciadamente, no parece haberse disuelto a lo largo del tiempo. Pero, a la vez, pienso que algo hemos aprendido: me parece a mí que los esfuerzos que se han hecho en estos últimos dos años para superar la fragmentación extrema de las elecciones del año 2011 hoy evidencian algunos frutos importantes. Por ejemplo: el radicalismo y el PRO han comprendido que significan mucho más en interdependencia que aisladamente. Aún el PRO (que tiene más posibilidades, tal vez, que el radicalismo de presentar a un candidato victorioso en las elecciones) comprende que no tiene territorialidad suficiente como para representar a un gobierno nacional. Y los radicales (que sí tienen esa territorialidad) han comprendido la intrascendencia a que los condenó el partido en los últimos años (digamos desde el año 2005) y han buscado esta interdependencia que puede contribuir “¡a que nadie lo sea TODO”! Y esto lo digo, fundamentalmente, basado en lo siguiente: la Presidenta de la Nación sigue presentándose como el resultado de una totalidad autosuficiente. Me parece que, en la oposición, esa vivencia de totalización absoluta no está viva y no tiene mayor fuerza porque la demanda del electorado opositor es que se busque una unión entre las partes fragmentadas mientras que, desde el oficialismo, impera el criterio de serlo TODO y en forma autosuficiente. El drama que tiene el oficialismo es que, al presentarse como una totalidad cerrada y autosuficiente no tiene capacidad de interlocución con ninguna entidad o agrupación diferente a ella misma. Esto es muy grave…

—Para un hombre de pensamiento como usted, ¿cuánto juega la ambición en todo esto?
—Bueno, yo creo que la ambición personal puso de manifiesto su rasgo más patético en las elecciones del año 2011 porque en ese año la “estelaridad” de los candidatos, su aspiración al estrellato, alcanzó un nivel supremo cuyo escenario fue básicamente la televisión. Algo muy ridículo porque el resultado de esas elecciones probó que la fragmentación no llevaba a ningún lado a los adversarios del Gobierno. La estelaridad, en cambio, funcionó muy bien en el oficialismo porque el oficialismo venía de una gestión suficientemente satisfactoria para ella misma y para buena parte de la población en el orden económico. También para la clase media que redujo su expectativa y su demanda al nivel de lo económico como para que el oficialismo pudiera sentirse capaz de autoabastecer la demanda electoral. Pero, en este momento, a mí me parece que el
Gobierno está encerrado en un “yo-ísmo” insuficiente y la oposición discretamente abierta a una alteridad al prójimo un poco más sensata que la que tuvo en el pasado.

—Pero, también hoy, nos enfrentamos con un fenómeno aterrador como es el narcotráfico… Cuando el papa Francisco habla de “mejicanización” no podemos dejar de asustarnos (recordemos horrores como decapitaciones, migrantes, etc.). Parecería que Francisco usó esa palabra con toda la intención de prevenirnos.
—Sí. Y me parece que la responsabilidad fundamental de los candidatos es hablar de todo aquello que compromete el porvenir institucional y social de la Argentina.
Entre ellos, el narcotráfico, el juego… Hablaría también de la incidencia extraordinaria que el tráfico de dinero ilegal sirve en Argentina para construir poder. Todo esto me parece que no puede ser obviado por los candidatos a menos que aspiren a alcanzar el poder sin comprometerlo con la Ley.

—No podemos ignorar el poder inmenso que otorga el juego.
—Por eso es importante recordar que, uno de los caminos para consolidar el Poder, es el delito. Otro camino, es la Ley, pero donde el Poder queda consolidado sometiéndose a la Ley las investiduras importan más que los individuos. Cuando el Poder prescinde de la Ley importan los individuos porque son los encargados de concentrar en sus figuras la significación del Poder. Y esto me parece gravísimo y creo que, a diferencia de otros torneos electorales del pasado, hoy el deber de la oposición es hablar de la gravedad de la situación en la que se encuentra un país que está al borde de la intrascendencia institucional. Es decir, que no tenga auténticas instituciones, sino instituciones espectrales donde las investiduras no representen nada.

—¿Cómo ubica a la Justicia en este cuadro?
—Creo que, en estos momentos, la Justicia está evidenciando una lucha estremecedora entre el Deber y la Conveniencia. Y que esa lucha estremecedora muestra hasta qué punto no ha sido autónoma, sino que ha estado enhebrada con el poder político de una manera que es casi inimaginable para la mayor parte de la población. Le explico: cuando Kirchner llega al Poder le devuelve al Ejecutivo un protagonismo que no había tenido De la Rúa quien no había logrado infundirle a su Presidencia el valor que la Constitución permite adjudicarle.
Kirchner le devuelve protagonismo al Ejecutivo, pero ese protagonismo empieza a crecer patológicamente y termina por devorar a los otros Poderes, devorar la autonomía del Legislativo y del Judicial y llegamos entonces a la gestión de la presidenta Cristina Fernández que ha reducido el Ejecutivo a la palabra ¡“yo”! Entonces, este personalismo extremo, desenfrenado, no es necesariamente un destino irremisible para la Argentina, pero tenemos que entender muy claramente qué significaría revertirlo… Revertirlo significaría devolverle a la Ley un papel protagónico independiente en el país. Si no empezamos por la Justicia, el país va a terminar siendo un espectro.

—Sin embargo, para el ciudadano medio tenemos una Suprema Corte que resiste el embate.
—Sí, sí… daría la impresión que la Corte está dispuesta a no dejarle la última palabra sobre su caracterización en boca de la Presidenta de la Nación. Yo pienso que esto es saludable y es de esperar que se sostenga por lo menos hasta el final de esta gestión. A mí me parece que lo que la gente espera de la Corte Suprema de Justicia es que lo sea.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú el domingo 29/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

lunes, 23 de marzo de 2015

Extasis macrista... De Alguna Manera...

Extasis macrista...

Están a sólo meses de la revancha, del contraataque. La ilusión de terminar con todo se saboreaba con una burrata con jamón crudo y espárragos de entrada y una lata de té de regalo. Además, los asistentes estaban allí porque creen en algo, nada de pancho y gaseosa, como los brutos incultos que suben a los micros y que los llevan a los actos esos de porquería. Macri, además, dice que quiere que “nuestros hijos tengan más oportunidades que nosotros”, algo que cuesta imaginar. ¿Cómo es un hijo de Macri con más oportunidades que él mismo?

La acumulación de éxitos parece imparable y el éxtasis es pleno. Los radicales viajando hacia su interna, Carrió defendiendo el espacio de forma victoriosa, Reutemann sumado como sorpresa y hasta Posse incluido también en las filas de la patria a poblar del PRO. Ya casi ganan, ya imaginan los puestos para cada uno porque la Argentina está cambiando, ya no es igual que antes, ya no. La imaginación es un motor fantástico para el accionar, hace parecer que las cosas algunas veces son como las imaginamos.

La cena de recaudación de fondos del PRO es la continuación del Coloquio de IDEA por otros medios. Aunque parezca lo contrario, estos episodios juegan con fuego.

La sociedad argentina sigue manifestando que prefiere un país con mayor cantidad de empresas del Estado que privadas. Nuestra serie histórica de encuestas muestra que esto se ha mantenido constante desde fines de De la Rúa hasta nuestros días. Excepto las empresas de consumo masivo, servicios públicos como luz, gas y transporte o incluso las petroleras, deberían ser del Estado y no privadas. Una de las medidas más valoradas por la sociedad fue la estatización de las AFJP, y Anses se ha mostrado siempre como uno de los organismos mejor evaluados por la gente. Tampoco confían en los empresarios y consideran que el Estado debe controlarlas fuertemente, controlar a todos los que van a la cena del PRO.

Luego del impacto por la muerte de Nisman, Cristina Kirchner ha recuperado aprobación de gestión de manera muy veloz. En febrero estaba en 42% para, al mes siguiente, subir a 53%. La evaluación de la economía vuelve a subir luego de más de un año. En noviembre pasado estaba evaluada como positiva por el 19% de los argentinos, en febrero había subido a 29% y en este mes se encuentra ya en 36%.

Macri logró un crecimiento muy impresionante en intención de voto durante 2014, consiguiendo diluir su histórico límite de 15%. Sin embargo, su crecimiento coincidió con el año de peor evaluación de la economía del kirchnerismo, en especial por temas inflacionarios. Según nuestros números, su máximo fue 25% de intención de voto junto con la crisis de Nisman. Un candidato que represente una oposición plena a lo que Cristina Kirchner representa necesita un país en mal estado desde el punto de vista de la opinión pública. Los que asisten al Coloquio de IDEA o a la cena del PRO siempre piensan que el país está muy mal; los que no van al Coloquio de IDEA y no pueden pagar el cubierto de la cena piensan que el país vuelve a mejorar. Oposiciones clásicas argentinas. Sostenerlas y no lograr pasar a otra etapa es jugar con fuego.

La política argentina ha tenido episodios de esperanzas electorales luego deprimidas. Yo tengo una preferida. Al año del primer golpe de Estado, el entonces presidente de facto, Uriburu, consideró que el pueblo ya había aprendido cómo votar y llamó a elecciones a gobernador en Buenos Aires con la ilusión de que el radicalismo no ganara de nuevo. El radicalismo volvió a ganar y tuvieron que encontrar un modo de anular esas elecciones.
La cantidad de gente que se identifica con el peronismo ronda el 32%; con el radicalismo, el 5%. Es un número que puede hacer llegar a una segunda vuelta, pero con escenarios de derrota en cualquier ballottage. Esto debería sopesar el impacto de la convención radical, una gran noticia pero sin seguridad de reflejo en los votos.

La excitación por una supuesta victoria electoral está dejando de lado una mirada estructural sobre las preferencias de la sociedad. Analizan los votos como reflejos de momentos y no los comprenden como el resultado de mecanismos más profundos. Es lógico, en la calentura se pierde la cabeza, para después lamentarlo.

© Escrito por Luis Costa, Sociólogo y Director de Ipsos Mora y Araujo, el domingo 22/03/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 7 de abril de 2013

Yo, yo, yo… De Alguna Manera...


Yo, yo, yo…

MACRI, SCIOLI Y CRISTINA ante la inundación: su primera reacción fue ponerse ellos mismos en víctima.

Una metáfora muy usada en economía es que cuando la marea baja (hay recesión) se ve quién no tenía traje de baño (estaba desnudo de recursos y quiebra). Las inundaciones en las ciudades de Buenos Aires y La Plata dejaron desnudos frente a la sociedad a Macri y a Scioli, nada menos que los hasta ahora dos principales candidatos a presidir el país en 2015, con consecuencias en su imagen pública, aún impredecibles, que van desde “no pasa nada y dentro de un mes todos se olvidaron” hasta “les pasará lo mismo que a Reutemann con la inundación en Santa Fe”, el comienzo de la decadencia política de ambos.

Cualquier pronóstico sobre qué quedará en la memoria social podría ser drásticamente modificado por otro cambio de humor social, pero, aun en el mejor de los casos, tanto para Macri como para Scioli, en el inconsciente colectivo de los votantes quedará algo que podría ser reactivado ante cualquier otra nueva decepción.

Lo que dejaron las inundaciones en Buenos Aires y La Plata, y en esto ya se incluye a Cristina Kirchner además de a Macri y a Scioli, es cierta forma de solipsismo, característico de los líderes políticos, que se podría adecuar de su traducción más o menos literal “solamente yo existo” (ego solus ipse en latín) a “sólo yo importo”.

En las primeras reflexiones públicas frente a las inundaciones, tanto Macri como Scioli y Cristina Kirchner, coincidieron en colocarse ellos mismos en víctimas. Macri, de la Presidenta, que no le aprueba los créditos para las obras; Scioli, de sectores del Gobierno nacional (nunca la Presidenta) que no entienden su mensaje gandhiano y lo castigan retaceando fondos a su provincia; y la Presidenta, contando que ella también había sufrido inundaciones tan graves cuando, de joven, era vecina de la misma zona.

Ser víctima es el papel preferido de todos los políticos argentinos: si no se puede ser víctima de otro político local que tenga más poder, se es víctima de las corporaciones y los poderes económicos internacionales, y si no, el caso más repetido de todos quienes acceden a la presidencia: víctima de los que gobernaron en el pasado y dejaron una pesada herencia.

Hay ego también en el sufrimiento: “Mi sufrimiento es el mayor de todos”. Scioli declaró días antes de la inundación: “Mientras algunos me atacan, la gente me dice ‘aguantá, Daniel’”.

No podría haber político exitoso sin una dosis muy importante de ego, pero el solipsismo es sólo ego, una carencia de otros recursos a los que apelar en los momentos difíciles. Es una gran desnudez de empatía, recurso fundamental para conquistar la aprobación de los otros.

En situaciones normales, los políticos sobreactúan la empatía y esconden su egocentrismo. La inundación los arrancó de su zona de confort haciendo caer su armadura y dejándolos emocionalmente expuestos.

“Yo”, “yo” y “yo” vinieron a decir la primera vez que hablaron Macri, Scioli y la Presidenta. Yo, sólo yo.

Pero no sólo de ellos tres: la inundación también dejó al desnudo el solipsismo de Alicia Kirchner, quien hasta la semana pasada era la principal candidata del kirchnerismo para las elecciones de octubre próximo, siendo cabeza de lista del principal distrito electoral del país. Alicia atribuyó los insultos que recibió al llegar a un centro de recepción de donaciones en La Plata a la acción de “agitadores y violentos que no quieren que se los ayude”. La víctima era ella.

Aunque la votación de octubre de 2013 está mucho más cerca que la de 2015, también es prematuro hacer pronósticos sobre las consecuencias electorales que la inundación tendrá de aquí a poco más de seis meses. Pero en algo afectará a Alicia Kirchner, la carta electoral más importante que tenía el Gobierno. En la provincia de Buenos Aires se concentra no mucho menos de la mitad de todos los votos del país, y la inundación hirió a la principal candidata de ese distrito.

Se atribuyó la desacostumbrada actitud de la Presidenta de ir a poner la cara y el cuerpo frente a los inundados y bancarse sus críticas a cuestiones emocionales porque en la zona afectada vive su madre, Ofelia. Pero no deben ser menores las causas electorales, ya que el futuro de su gobierno depende de los votos que el kirchnerismo consiga justo en la provincia inundada.

“Terca”, le dijo Mujica a la Presidenta, además de “vieja”. La obstinación es una de las posibles consecuencias del solipsismo. Profecía: aunque no fuera por una inundación, Narciso también murió ahogado.

© Escrito por Jorge Fontevechia el viernes 05/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.