¿Se evita el colapso?. "El último esfuerzo”
Sin título. Dibujo: Pablo Temes
Se llega al retroceso
en materia de aislamiento luego de una larga cadena de errores de cálculo.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 28/06/2020 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los
Argentinos.
No pudo haber
peor forma de presentación de la nueva fase –restrictiva– que la elegida por el
Presidente. La postergación del jueves para el viernes, las demoras horarias
ocurridas el mismo viernes y la decisión de hacerlo a través de un mensaje
grabado y no de una conferencia de prensa fue producto de una situación muy
clara: los desacuerdos entre Alberto Fernández y Axel Kicillof con Horacio
Rodríguez Larreta, y la necesidad de evitar eventuales preguntas incómodas que
seguramente no hubieran tenido respuestas satisfactorias. “Si seguimos así,
colapsa el sistema en unas semanas”; esa frase resume la única coincidencia
plena que hubo y hay entre los tres. Después, lo que abunda es el recelo y la
chicana. Hay que decir con todas las letras que quien mucho hizo para eso fue
Axel Kicillof.
“Hemos
decretado una cuarentena prematura para preparar al sistema de salud (…)
Creemos tener dominado al virus. Lo estamos controlando”, le dijo
el Presidente al famoso cantautor puertorriqueño René Pérez durante un
reportaje el 30 de marzo pasado. Hoy sabemos que, lamentablemente, eso no es
así.
Las Unidades de
Terapia Intensiva del sistema público corren el riesgo de colapsar en el ámbito
del AMBA. Se podría pensar que ello es resultado de una avalancha de casos.
Afortunadamente no es así. Con 472 casos, el sistema en el AMBA está ocupado en
más de un 50%. ¿Esa fue la preparación?
La cantidad de
casos no sorprende. Están dentro de los parámetros esperados. Se suponía que
esto se tendría en cuenta para armar la infraestructura de equipamiento y
personal para enfrentar esta demanda que incluye a los pacientes que, por la
gravedad de su cuadro, requieren ser derivados a terapia intensiva.
Ahora sabemos
que, más allá de lo que se dijo en las diferentes conferencias de prensa
referido al aumento del número de estas unidades, lo hecho fue
sorprendentemente insuficiente. Ahora nos enteramos también de que lo de
Tecnópolis, exhibido como una evidencia de previsión, ha tenido errores de
cálculo que tornan todo eso en inservible.
¿Y entonces? Es
evidente que el Gobierno cayó en un triunfalismo vacuo sostenido por encuestas
que, hace un mes y medio, le daban a Alberto Fernández altísimos niveles de
aprobación.
Esta semana se
generó un nuevo conflicto entre el gobierno de la provincia de Buenos Aires y
los intendentes del interior, a causa de un convenio para el traslado de
pacientes Covid-19 positivos desde el AMBA hacia el resto de los distritos que
adhieran a ese convenio. Se acordaba el pago de 2 mil pesos diarios por
paciente.
El punto de
conflicto se dio por la falta de información de Provincia y la ambigüedad del
convenio. Finalmente todo terminó mal, que es como acaban siempre estas
iniciativas manejadas con impericia. Por lo tanto, el jefe de Gabinete, Carlos
Bianco, afirmó que no va a haber traslado de pacientes del AMBA al interior.
Este convenio fue
pedido por intendentes de la Primera y Tercera sección.
Estuvo mal hecho
el convenio, con una redacción y un contenido para nada amigable y sin
consulta previa. Los intendentes del interior que adhirieron lo hicieron por
obediencia. Eso les generó, a su vez, muchos problemas en sus localidades
porque, en términos de salud, la gente no distingue peronismo de radicalismo;
la lectura es que van a mandar gente infectada del Conurbano.
Y eso, sin
información y preparación adecuada, es literalmente explosivo.
Las grandes
ausentes en estas jornadas han sido las provincias. Muchos gobernadores están
molestos porque están queriendo realizar más testeos y se encuentran con que el
Gobierno no les envía suficiente cantidad de kits. Es un tema del que no se
habla pero que preocupa.
Estas son
falencias garrafales que complican el manejo de la situación a futuro. Es
indiscutible que, ante la precariedad de la infraestructura del AMBA, la única
decisión posible es la restricción. El problema es cómo lograrla cuando a la
gente se le viene pidiendo un “último esfuerzo” desde hace meses. Se hace
necesario un gran trabajo de contención y una gran capacidad de convencimiento
para que la gente cumpla. El enojo y la adjudicación de culpas no sirven.
Discutir “runners” sí “runners” no ha sido una pérdida de tiempo.
Y la República.
Cristina Fernández de Kirchner está ausente de este debate. No ha habido de su
parte prácticamente ninguna alusión a la pandemia, la prolongada cuarentena y
sus consecuencias nocivas o los fallecidos. Su interés pasa por otro lado. El
enorme impacto de esta catástrofe la ayuda en la consecución de su proyecto de
acaparar espacios dentro del gobierno en pos de sus objetivos: impunidad y
permanencia. El objetivo de esta semana fue Vicentin. Bloqueado –por el
momento– por la jueza Lorenzini el tema de la eventual intervención, esta
semana se produjo la creación de la comisión bicameral para investigar los
préstamos que, por parte del Banco Nación, le fueron otorgados a la empresa
durante el gobierno de Mauricio Macri.
Más allá de esa
máxima del general Perón –“si quieren que algo no se investigue, creen una
comisión”– que CFK parece haber olvidado –o nunca aprendido–, la vicepresidenta
cometió una violación severa de las normas que, supuestamente, debe respetar.
Como bien lo expresaron constitucionalistas de prestigio, la creación de una
comisión debe ser aprobada por los dos tercios de la Cámara de Senadores. Para
así lograrlo necesitaba 48 votos a favor. Tuvo 41.
Pero no terminó
todo ahí. Las cámaras registraron en detalle el momento en que CFK le cortó el
micrófono al senador Luis Naidenoff cuando este intentaba presentar una
moción de queja por esa irregularidad. Nada que sorprenda en la vicepresidenta.
Su autoritarismo lo sufren no solo los opositores, sino también muchos dentro
del oficialismo.
Y hay más. Esto
le ha generado un enorme problema a Sergio Massa, que la semana que viene
deberá salir a reunir 130 diputados para que aprueben un proyecto que no
comparte.
La lectura de los
mensajes que la vicepresidenta emite en las redes son prueba de lo incorregible
de su conducta patológica, de sus obsesiones, de su tergiversada visión de
muchos aspectos de la realidad, de su necesidad de crear enemigos por doquier
todo el tiempo y de su resentimiento. “Nada en la Tierra consume a una persona
más rápidamente que la pasión del resentimiento”. Friedrich Nietzsche.