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sábado, 27 de junio de 2020

No pienso escribir tu obituario, Hermes... @dealgunamanera...

No pienso escribir tu obituario, Hermes... 

Hermes Binner. Crédito: Pablo Aguirre

No es cierto, Hermes. Ya te dije que no voy a escribir tu obituario. Hace frío afuera. Hace diez minutos que no paran de llegar mensajes en el teléfono.

© Escrito por Osvaldo Coni Cherep el viernes 26/06/2020 y publicado por el Diario El Litoral de la Ciudad de Santa Fe de la Veracruz, Provincia de Santa Fe, República de los Argentinos.

Todos me cuentan lo mismo y yo no paro de llorar. Por momentos no sé qué hacer. El alma duele, no sé cómo explicarlo. No sé si sentarme o no a escribir, porque no puedo creer que te hayas muerto. Lo esperábamos, si, estábamos esperando que dejaras de sufrir, pero nadie se puso a pensar en serio sobre este asunto de tu muerte. Hay que explicarles a muchos que no entienden, que no, que no estás muerto, y que somos miles los que no vamos a dejar que te mueras. 

Salgo a la cocina y mi hija más chica me ve con los ojos hinchados. Y le dije: Murió Binner. ¿Y sabés qué hizo? Corrió a darme un abrazo. Y cuando vió que yo le sonreía con lágrimas, te recordó en el patio de la madera. Fuiste, dice ella, el que mejor la trató de todos los que la saludaban. Tiene 13, Hermes. Y eso pasó cuando tenía seis. Ella se acuerda de vos. Y tuvo La Redonda, la Fábrica, la Esquina encendida. Ella me habla de la Plaza de la Casa, ¿Te acordás?

¿Cómo hacemos para acomodarnos a tu ausencia definitiva? Vos sos el que nos juntó a todos. El que nos enseñó la dimensión de los sueños, el valor de la palabra empeñada, la demostración de que era posible. Ahí están las obras, Hermes. Hace un rato pasé por el CEMAFE. ¿Cómo querés que te dejemos morir, justo a vos? Yo no puedo escribir tu obituario. Me niego a aceptar que estás muerto. Porque los tipos como vos no se pueden morir, no se mueren nunca, sencillamente porque son vida pura.

Siguen llegando mensajes. Todos lloramos, Hermes. Andrea no puede hablar, Roderick tampoco. Mis compañeros de laburo me dicen que están devastados. Me llaman amigos desde Paraná, Buenos Aires, Córdoba. Todos estamos quebrados. Porque nunca creímos del todo en esta broma de tu salud. Nunca nos acostumbramos, ni lo haremos, a la idea de que no vas a volver con tus pasos largos y tus manos torpes, a darnos ese abrazo apretado. 

De tu militancia que hablen tus compañeros. El 5 de junio te aplaudimos todos. Ahí aprovecharon para recordarnos tu historia de médico de barrio, fundador de Centros de Salud, cuando nadie fundaba nada. Y tus sueños de Salud Pública. Y tu compromiso con los que menos tenían. A Rubén Galassi que la va de duro, se le llenaron los ojos de lágrimas cuando te recordaba caminando por los barrios con ellos. 

¿Qué puedo contar yo que no sepan mucho mejor muchos otros? Ahí andan Juan Carlos Zabalza, Antonio Bonfatti, La Chiqui, Miguel Lifschitz, y un montón de radicales llamándose entre ellos. Gente de todos los partidos y de todos los pueblos y las ciudades de la Provincia, resistiendo a los agujeros en las almas, que sí, que están rotas. Partidas en pedazos. Se cayeron todas las armaduras. Lloran, cuando hablan. 

¿Qué quieren que escriba, Hermes? 

Sólo puedo dar fe de tu obra. De tu decencia. De tus proyectos. De las maquetas que se convirtieron en Salud Pública. De tu decisión de no separar nunca más a la gente de la Casa Gris. Y cumpliste, Hermes. Cumpliste. En un mundo donde casi nadie cumple con la palabra, vos lo hiciste.

Y cuando «El Ángel de la Bicicleta» sonaba en tus actos, todos nos imaginábamos una sociedad mejor de la que era. Y fue mejor. Al menos los policías ya no mataban a los ciudadanos indefensos. Y nunca más se levantaron en armas contra una movilización popular. 

León Gieco y la Banda Sinfónica de Ciegos: El ángel de la bicicleta | La Ballena Azul

Y entonces proyectaste para curar más. Y hoy somos una provincia que se siente orgullosa de tus hospitales, de tus centros de salud. De todos los espacios culturales que fuiste sembrando en Rosario, como intendente. Y después en el resto de la provincia, con la Chiqui de la mano, siendo gobernador.

¿Cómo pensás que te podés morir así nomás? 

No, Hermes, no. Vos no te vas a morir nunca. Porque te van a recordar siempre los docentes. Porque les devolviste la dignidad, el derecho a discutir los salarios, les devolviste los concursos, las titularizaciones. El respeto que le habían quitado durante años. 

¿Cómo podés creer que te podés morir? Al revés. Cada minuto que pasa, cada llanto que escucho, cada mensaje que me llega, da cuenta de tu vida, no de tu muerte.

Yo fui testigo de tu obra, de tu capacidad para unir lo que nunca se unía. Y espero que no dejes de hacerlo. Que sigas siendo esa prenda de unidad que los junta a los integrantes del Frente para seguir peleando por la provincia que nos prometiste. 

Que va, Hermes, que va. Si te encargaste de devolvernos la fe en la política a centenares de miles de santafesinos que comprobamos que era posible gestionar con decencia. Que era posible echar a los empresarios corruptos de la obra pública. ¿Te acordás cuando lo echaste a los de Odebrecht? ¿Te acordás que nadie los conocía y vos te plantaste, y dijiste que no? Que acá no. Que en Santa Fe se acababan los negocios. Y así fue, Hermes. 

Y te fuiste del gobierno sin una sola denuncia por corrupción. Y además, llamaste a todos los ex gobernadores, a todos, y les pediste que te acompañen a la Corte para reclamar lo que la Nación nos debía. Y lo conseguiste, Hermes. Lo conseguiste. Y aunque hoy nos deban esa plata, y los que están en tu lugar se hagan los distraídos, todos sabemos que fue gracias a vos. Porque vos sí, defendiste a los santafesinos. Sin cacarear. Yendo a la justicia y reclamando lo que nos correspondía. Y ganaste. Y ganamos. 

Hermes hace frío. El sol empezó a aparecer raramente entre las nubes. Los mensajes no paran de llegar. Todos nos consolamos y nos mandamos abrazos. ¿Cómo se muere alguien que genera tanto afecto, tanta complicidad, tanta comunión entre seres distintos, que hasta vos, eran desconocidos? 

No, Hermes, no. Yo no pienso escribir tu obituario. No voy a andar repitiendo esta fake news de tu muerte. 

Vos te quedás acá, adentro del corazón y las cabezas de todos nosotros. Y vas a seguir enseñándonos con tus anécdotas, tus discursos, tus apelaciones al sentido común, tu formación permanente y constante. Y vas a obligarlos a todos a juntarse para volver a ocuparse de lo que realmente importa: los que vienen. Los hijos de nuestros hijos. 

Qué se yo, Hermes. Te juro que no paro de llorar. Que tengo una sensación oscura en el pecho. Unas ganas de soltar patadas contra la pared. De gritar de furia. Pero prefiero dejarlo acá. Maldita sea la enfermedad que te alejó, maldita sea la vida humana que tiene límites y detiene corazones.

Es probable que hayas muerto, lo confirman los diarios de todo el país, sí. Pero no te vas a morir nunca, Hermes. Es imposible que eso ocurra. No lo vamos a permitir nunca. Nunca te vamos a olvidar. Nunca vamos a dejar de recordarte. Nunca vamos a permitir que lo intenten. 

Ahí está mi hija más grande lagrimeando, todos nuestros hijos con mueca de tristeza. Ellos tampoco van a permitir que esto se termine. Tu vida es un regalo ejemplar. Sabremos recordarte para que ellos enseñen a hacerlo con los que vengan detrás. 

Abrazo eterno amigo y maestro, Hermes. GRACIAS POR TU VIDA.




jueves, 22 de diciembre de 2011

El Ángel de la Bicicleta... De Alguna Manera...


Seguir pedaleando por la justicia...
 

Es un doloroso pero necesario ejercicio recordar los días trágicos del 19 y 20 de diciembre de 2001. En ese entonces, yo era intendente de la ciudad de Rosario y, como tantos otros ciudadanos, veíamos el crecimiento del deterioro social y económico que hundía a miles de argentinos en la pobreza, la desocupación, y el abandono.

Es un doloroso pero necesario ejercicio recordar los días trágicos del 19 y 20 de diciembre de 2001. En ese entonces, yo era intendente de la ciudad de Rosario y, como tantos otros ciudadanos, veíamos el crecimiento del deterioro social y económico que hundía a miles de argentinos en la pobreza, la desocupación, y el abandono.

El gobierno nacional de aquel tiempo consideraba, a nuestro juicio equivocadamente, que sería posible mantener la gobernabilidad sin establecer modificación alguna de las políticas socio económicas neoliberales, caracterizadas por los recortes, las privatizaciones, y el ajuste a aquellos sectores de la sociedad argentina que menos posibilidades tenían de afrontarlos. El resultado de aquel rumbo sería una ciudadanía lacerada, con sus ahorros confiscados pero, sobre todo, con su dignidad herida. La protesta social, el reclamo justo de amplios sectores dela Argentina, sería la forma de expresión del descontento. Ante esos reclamos el gobierno nacional tomaría la alternativa más ominosa: la de la represión, que tendría como saldo la pérdida de la vida de ciudadanos y ciudadanas que, aún hoy y para siempre, guardamos en nuestra memoria.

En aquellas jornadas del 19 y el 20 de diciembre de 2001 sería asesinado por una Itaka de las fuerzas policiales un ciudadano de ilimitada bondad que dedicaba sus horas a colaborar con quienes menos posibilidades de desarrollo tenían: nuestro querido Pocho Lepratti. Así, en el comedor en el que ayudaba y acompañaba a chicos y chicas, y tras gritar ala Policía–que hacía oídos sordos– que no disparasen, el Pocho nos dejaba pero para quedarse en nuestra memoria. Nuestro querido León Gieco lo inmortalizaría en su canción El Ángel de la bicicleta en la que repetiría el grito de Lepratti: “¡¡Bajen las armas!! Que aquí sólo hay pibes comiendo”. Una sociedad donde los pibes puedan comer era el sueño que lo movilizaba y el que también a nosotros nos moviliza.La Justiciase quedó a mitad de camino. Identificó al asesino, lo encarceló, pero no se avanzó sobre el autor ideológico, sobre aquél que ordenó los disparos con balas de plomo, sobre aquéllos que decidieron reprimir las protestas sociales.La Justicia todavía está, entonces, en deuda con la sociedad.


En los días posteriores, como  intendente de Rosario, luego como gobernador de Santa Fe, y cuando el Frente Amplio Progresista me confió la tarea de ser candidato a presidente dela Nación, recordé siempre aquellos episodios, la tremenda fragmentación social de nuestro país, las víctimas de la represión y al Pocho Lepratti. Ese recuerdo me motivó a tomar la decisión de quitar las vallas dela Casade Gobierno de Santa Fe. Aquellas vallas separaban al pueblo de sus representantes porque habían funcionado como mecanismo de segregación y alejamiento. Si nuestra intención era hacer un gobierno cercano a los ciudadanos y las ciudadanas de nuestra provincia la primera medida que debíamos adoptar era eliminar el vallado que impedía concretar ese espíritu de cercanía. La construcción de consensos y el diálogo, el debate y la invitación a la reunión, ha sido mi bandera y la de todos aquellos que nos acompañan. La lección de la historia ha sido ésa: que cuando los gobiernos carecen del espíritu de participación se enfrentan a quienes les han dado el mandato de representarlos.

Diez años después de aquellos trágicos sucesos tenemos una realidad diferente, pero continuamos retrasados en la construcción de una sociedad de valores, única forma de evitar la repetición de sucesos del pasado. Esos valores, que con tanto ahínco defendemos, son los de la solidaridad, la participación y la transparencia. Son los valores que permiten constituir y desarrollar un Estado democrático e inclusivo y, por sobre todas las cosas, un Estado que deje atrás todo viso autoritario y toda pretensión de hegemonía.

Debemos apostar a la buena política para resolver situaciones complejas, debemos apostar al diálogo y a la creación de consensos. Esto es lo que, humildemente, hemos hecho y hacemos en Rosario y Santa Fe. El conflicto existe pero también existe la actitud de diálogo que permite generar acuerdos entre los distintos sectores de la sociedad.

Tenemos que trabajar todos los días para lograr una mejor redistribución de los beneficios de la sociedad. Es la única manera para que realmente podamos aprovechar las ventajas dela Argentina: un país con alta producción de alimentos, con una gran elaboración de productos manufacturados de excelente calidad, con la posibilidad de incorporar a las universidades al conocimiento y aceptar el desafío de que se puede forjar un camino de florecimiento económico en base a una justicia que actúe, un Ejecutivo que sea amplio y un Legislativo que sea transparente. Son los valores y las formas para conseguir una Argentina mejor. Estamos en condiciones de hacerla. Depende de nosotros, del impulso que le demos a las ideas, a la ética y al trabajo.

Sostenemos la memoria para que no se reaparezcan los errores de nuestra historia. Ante estas fechas sólo podemos apelar a ella, porque es terreno fértil para evitar la repetición de acontecimientos trágicos y mecanismo necesario para augurar un futuro mejor para todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.

© Escrito por  Hermes Binner (*) y publicado por Diario El Ciudadano de la Ciudad de Santa Fe de la Veracruz el miércoles 21 de Diciembre de 2011..

(*) Intendente de Rosario 1995-2003. Gobernador de Santa Fe 2007-2011. Candidato a presidente por el FAP 2011.