La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Duran Barba analizó el llanto de Macri:
"Es un modelo de dirigente que disgusta al círculo rojo"...
Jaime
Duran Barba estuvo con los alumnos de la Escuela de Educación Perfil.
Fotografía: CEDOC
El asesor oficialista analizó la emotividad
del Presidente durante la gala del G20, y el significado que esto representa
para la sociedad y el círculo rojo.
Se le consultó al profesor universitario y
consultor: "Usted estaba en el teatro Colón cuando Macri
comenzó a llorar. ¿Qué
pensó de ese momento?", y Duran Barba respondió que "en parte es
un alivio de estrés y en parte tiene que ver con el modelo de
dirigente que es Mauricio y que al círculo rojo normalmente le
disgusta". Y se explayó: "La gente antes elegía estatuas y ahora
quiere elegir seres humanos".
Sobre la personalidad del primer mandatario
detalló: "El Presidente siempre ha sido un tipo que expresa lo que siente,
que incluso mete la pata y se equivoca. Pero la gente quiere que los políticos sean
seres humanos y que se equivoquen también, como todos".
"Esa idea del Presidente ideal que estaba
momificado no tiene salida", remarcó Duran Barba.
Asimismo, se le consultó por su evaluación
general del G20, al margen del emotivo episodio en la gala, y concluyó:
"Salió extraordinariamente bien. A veces no nos damos cuenta de que existe
un mundo afuera: según datos del Banco Mundial, por ejemplo, está
desapareciendo el trabajo tal como lo conocemos, y probablemente dentro de unos
40 años el humano pueda controlar la inmortalidad. Todo eso no se remedia
cerrando a la Argentina para que no lleguen los avances. Hay que repensar todo
esto a fondo".
(Fuente:www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra
propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir
nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o
directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a:perfilcom@perfil.com
Macri, Messi y
Darin: tres cuestionados de la última semana. Fotografía: CEDOC / PERFIL
Sentimos primero que Darín es bueno o malo, Messi es o no patriota, y Macri
es o no competente o bien intencionado, y luego construimos conceptos que
sostengan nuestra creencia.
La diferencia entre el éxito
colectivo y el individual ya quedó presentada en esta columna el domingo
pasado. Mientras en Argentina Macri tiene cada vez más en riesgo su reelección,
incluso si le tocara ir a un ballottage con Cristina Kirchner (el escenario
ideal para Jaime Duran Barba), porque la ex presidenta mejora en las encuestas
en proporción a lo que empeora la economía, en Estados Unidos todos los
presidentes del último cuarto de siglo fueron reelectos, incluso George Bush, y
ahora se cree que lo sería hasta Trump. Que sea más fácil tener éxito como
presidente –y en cualquier función– en un país poderoso como Estados Unidos que
en otros más débiles como Argentina promueve muchas reflexiones
La relación con el éxito como con el
fracaso está condicionada por la memoria. ¿Cuántas veces nuestra sociedad se
ilusionó con la llegada de un nuevo presidente y revivió la esperanza de “ahora
sí, la Argentina despega”? No es la misma relación con el éxito de los
norteamericanos, ni con los exitosos, sea Trump o su más famoso deportista y
artista, como en Argentina es con Macri, Messi y Darín, las tres mayores
celebridades de la política, el deporte y los artistas, quienes simultáneamente
fueron cuestionados esta semana: donde el éxito no abunda, se es menos
tolerante con los exitosos.
Que MSCI nos pase de mercado fronterizo a emergente fue vivido igual que el
triunfo de Nigeria ante Islandia.
Estoy subinformado sobre fútbol pero
me resultó paradójico ver cómo los analistas deportivos el día antes del
partido con Croacia hablaban con mucho optimismo y explicaban por qué eran
lógicos los pronósticos positivos y al terminar el partido en derrota,
explicaban lo contrario. De la misma forma que hicieron los economistas en
diciembre con las proyecciones sobre inflación, precio del dólar y crecimiento
del producto bruto, y lo opuesto en mayo/junio. El método de juicio emocional
era el mismo, solo cambiaba el objeto de análisis. Se podría decir algo
parecido sobre las consecuencias posteriores al debate sobre el aborto en el
Congreso y cómo sus efectos en las cuestiones de género pueden hacer pasar el
simbólico falo del hombre a la mujer con la misma fuerza del sunami que aumentó
el dólar o cambió el humor sobre la selección de fútbol.
Hay un texto, viralizado en las
redes, en defensa de Darín, cuyos argumentos son tan plausibles como los que se
usan en su contra, y demuestra el grado de emocionalidad exaltada que nos
caracteriza. Su autor es Coni Cherep, quien se define como “periodista en
licencia” y “opinador serial”, calificación esta última que representa a tantos
argentinos (ver: No, con Darín no).
Idéntica subjetividad hiperbólica
pasa del espectáculo a la política y al deporte, tres actividades unidas por la
misma matriz de la fama. Cuando Morgan Stanley Capital International subió la
calificación de los mercados de acciones de Argentina de fronterizo a emergente
después de la megadevaluación, fue sentido como el triunfo de Nigeria ante
Islandia tras la derrota de nuestra selección de fútbol con Croacia. “Ahora sí,
nuevamente, podemos”.
Un párrafo aparte merecen las
calificadoras de riesgo y Morgan Stanley Capital International (MSCI), cuya
arbitrariedad no es una excepción, al igual que los consultores económicos
argentinos. En junio del año pasado, la economía argentina y la popularidad de
Macri estaban mejor que hoy; sin embargo, el año pasado MSCI no aprobó la
mejora de calificación porque “había que esperar a ver que las reformas que
había producido Macri no fueran reversibles”, o sea: que no volviera el
populismo, riesgo que hoy no es menor. Son calificaciones tan discutibles como
que ya éramos país emergente mientras estábamos en default antes de 2009,
cuando nos bajaron de categoría. En todos los casos por cuestiones políticas.
“Lo verdadero es solo conveniente
respecto de nuestro pensamiento, exactamente como lo correcto es solo
conveniente a nuestra conducta”, escribió William James en Pragmatismo y El
significado de la verdad. O como lo hizo Hilary Putnam en Realism with a Human
Face: “Lo que llamamos realidad es el proyecto de vernos a nosotros mismos como
cartógrafos de algo”.
Paradojas tan viejas como la
humanidad, como la vieja lucha por reducir sensaciones a conceptos, o la
reducción inversa que intentó el empirismo. Opinadores de todo lo que sentimos,
somos malos alumnos de Aristóteles, quien sostuvo que el “conocimiento de” era
anterior al “conocimiento de que”; y de Kant, para quien “las intuiciones sin
conceptos son ciegas”. Sentimos primero que Darín es bueno o malo, Messi es o
no patriota, y Macri es o no competente o bien intencionado, y luego
construimos conceptos que sostengan nuestra creencia. Viendo el comportamiento
de los mercados y las opiniones de los economistas, habría que disculpar al
público y a los opinadores mediáticos por una carencia que también afecta a las
“mentes más elevadas”.
Nada nuevo: Richard Rorty, en La
filosofía y el espejo de la naturaleza, explica cómo los problemas son los
mismos, solo que se renuevan modificando las palabras, porque no cambian las
creencias sino el vocabulario ya que no existe una relación permanente entre lo
correcto e incorrecto, como entre los electrones y los protones. No pocas veces
los problemas parecen nuevos solo por desprendernos de una terminología
obsoleta: lo que hay son mitos antiguos para prejuicios modernos. Siempre se
refuerzan las maniobras intelectuales que permitan la conservación del mito,
tan difícil de erradicar (también para bien) como las enseñanzas de nuestros
padres.
Sentimos primero que Darín es bueno o malo, Messi patriota o no, y Macri
bien intencionado, y luego argumentamos.
Jaime Duran Barba, simbólico
presidente del club de fans latinoamericanos de Yuval Noah Harari, es él mismo
tan especialista en mitos como su admirado historiador israelí, autor de best
seller mundial Sapiens: de animales a dioses. La política, el deporte y el
espectáculo, que comparten el mismo sistema conceptual mitológico, son ideales
para los traficantes de paradojas, que mantienen en vilo a la audiencia para
que crea que suceden situaciones diferentes.
(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra
propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir
nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o
directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com
Presidentes del
BCRA: Sturzenegger y Caputo. Fotografía: CEDOC/ PERFIL
Las hipótesis a priori deben ser susceptibles de verificación en la
realidad, por lo menos tendencialmente. Tantos pronósticos incumplidos ponen en
duda la credibilidad de todos los economistas del Gobierno.
Milton Friedman, en The Methodology
of Positive Economics, escribió: “Los supuestos de una teoría deben juzgarse en
función de su idoneidad para suministrar predicciones suficientemente
ajustadas”. No hay ciencia sin algún tipo de posibilidad predictiva. Las
hipótesis a priori se deben confirmar en el testeo posterior, ser susceptibles
de verificación en la realidad, por lo menos tendencialmente.
Obtener resultados predichos,
esencia del apriorismo, es el fin del conocimiento. En una columna de la semana
pasada, escrita con el mismo clima de escepticismo que hoy, poniendo en duda
que muchos economistas argentinos cumplieran con ese estándar, recibí a pocas
horas de ser publicada dos reclamos de dos economistas celosos de su profesión
que por su extremadamente opuesta adscripción ideológica pintan la singularidad
del Gobierno.
Un pronóstico tras otro se revela equivocado en un clima generalizado de
escepticismo.
Ambos coincidían en que hubo
injusticia en la generalización porque ellos habían pronosticado en diciembre
lo que viene sucediendo, no como la calificadora de riesgo Fitch, que suelta de
cuerpo esta semana bajó de un día para el otro (no escalonadamente) su
pronóstico de crecimiento del producto bruto argentino en 2018 a la mitad de lo
que había previsto en diciembre.
Con razón, Carlos Melconian me
recordó la cantidad de advertencias públicas que hizo sobre cómo se subestimaba
la herencia, se erraba en el diagnóstico y se cometía mala praxis. Desde la
perspectiva opuesta, Axel Kicillof, a quien no conozco, en su argumentación me
envió su discurso de diciembre pasado, cuando se aprobó el Presupuesto y, otro
anterior donde dice expresamente: “Esto termina en el Fondo Monetario
Internacional”.
Que Kicillof, que tiene aversión a Macri, y Melconian,
que tiene justificados motivos para sentirse maltratado por el Gobierno, fueran
de los pocos notables, junto a alguna otra excepción, que advirtieran en
diciembre un futuro económico tan distinto al que preveía el Presupuesto
aprobado en el Congreso no quita la importancia de que la mayoría de los
pronosticadores no lo haya advertido. Ni las consultoras de economistas
argentinos, ni las calificadoras de riesgo como Ficht, ni tampoco el Fondo
Monetario Internacional, previeron una megadevaluación.
Una respuesta posible es porque los pronósticos siempre
están guiados por intenciones, conscientes o inconscientes, lícitas o ilícitas.
El Gobierno y los legisladores de Cambiemos impulsaron un Presupuesto optimista
(dólar a 19 pesos en diciembre de 2018 e inflación anual entre 10% y 12%)
porque deseaban que así fuera, y con su deseo quisieron contagiar las
expectativas de la sociedad para que contribuyera a la realización del
pronóstico: la vieja idea de que el oráculo cumple una función performativa, no
adivina qué va a pasar sino que dice lo que tiene que pasar. El mismo argumento
se podría utilizar para los pronósticos de Kicillof y, de forma muy diferente,
de Melconian: que con su sola formulación contribuyeron a que sucediera lo que
pronosticaron.
En el caso de los estudios de economistas locales, la
explicación puede ser esta: venden sus pronósticos a las empresas cuyos CEO les
piden que por favor sean optimistas con sus proyecciones para que los
accionistas no reduzcan las inversiones y no tener menos presupuesto para todo,
incluso para seguir contratando los informes de los economistas.
En el caso de las calificadoras de riesgo puede deberse a
que no cuentan con más recursos de análisis que el periodismo especializado,
incluso algunas surgieron de editoriales de publicaciones económicas, y siguen
en sus vaticinios lo que dice la mayoría, sin pensamiento propio.
Finalmente, respecto del Fondo Monetario Internacional,
salvo que se trate de un país en beligerancia con las principales potencias que
integran su directorio, sus informes tienen en cuenta el ámbito político y
entonces tratan de no generar la profecía autocumplida.
En un contexto
donde hay crisis de representación, porque las instituciones políticas
perdieron autoridad y legitimidad, el descrédito también afecta a la economía,
que genera una sensación de vacío en los ciudadanos. A Macri se le reclama que
tenga éxito en la economía o que se vaya en 2019, pero en cualquier caso la
sociedad precisará volver a creer en los que saben de economía y creer
que ellos la guiarán hacia el progreso. Sin credibilidad no hay economía ni
política que resistan.
Si lo que se dice que va a pasar reiteradamente no se
cumple, la pregunta a formularse es: ¿“es la economía, estúpido”, como se le
dijo a George Bush padre cuando competía contra Clinton por la presidencia de
los Estados Unidos y perdió, o “es la política, estúpido”? Puesto en otros
términos, ¿el problema era Sturzenegger o en su momento Prat-Gay y hasta el
mismo Melconian promoviendo autocrítica desde dentro del Gobierno, o el
problema es que el propio Presidente perdió credibilidad?
La pérdida de
credibilidad no es solo de Sturzenegger sino del equipo del Gobierno
Otra forma de escaparle al tema de fondo es criticar la comunicación, el
clásico “matar al mensajero”. El error de usar para el día a día del Gobierno
las mismas técnicas con las que Jaime Duran Barba hace ganar las elecciones no
es una explicación válida. No es lo mismo que el Gobierno recién asumido no
haya explicado por cadena nacional la pesada herencia recibida que más tarde
haya anunciado que lloverían dólares, que en el segundo semestre se despegaría
o que ya habían aparecido los “brotes verdes”. Esto no habla de comunicación
sino de una percepción distorsionada de la realidad, probablemente potenciada
por los economistas argentinos y extranjeros que le pronosticaron a Macri un
futuro mejor para poder venderle deuda y servicios de consultoría. En síntesis,
no es ni la economía ni la política, “estúpidos”; es el deseo.
(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra
propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir
nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o
directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a:perfilcom@perfil.com
No hay dudas: fue una de las semanas más difíciles que debió enfrentarMauricio Macrien
los casi dos años y medio que lleva de gestión. Si se analizan las causas,
nadie debería sorprenderse: el Gobierno está pagando el costo de
una inadecuada lectura de la dinámica de la realidad. Lo
que no deja de sorprender es que esa lectura errónea se haga sobre inflación y
tarifas, dos ítems sobre los cuales se supone este gobierno tiene abundancia de
especialistas. En el centro del poder se pensó que el aumento de las tarifas no
generaría tanta resistencia como la que se está viendo en distintos sectores de
la población. Los muestreos de opinión pública revelan que la gente es
consciente de que los valores que se pagaban durante el kirchnerato eran
irreales. Lo único que pide es poder pagarlos.
Efectos.
El malestar social trajo aparejada no solo una caída de la imagen del Presidente
y de su gobierno al nivel más bajo en lo que va de su gestión, sino también
cortocircuitos políticos dentro de Cambiemos. El descontento inicial lo
manifestó Elisa Carrió, y al de ella le siguió el del radicalismo. Cuando en el peronismo
observaron ese cuadro de situación comprendieron que debían pasar a la acción.
Eso fue lo que se vio en el Congreso en estas dos semanas. La sesión de la
Cámara de Diputados del miércoles pasado puso al Gobierno en alerta. Desde el
punto de vista reglamentario, en dos semanas la oposición estará en condiciones
de aprobar alguno de los proyectos que buscan modificar el cuadro tarifario que
motiva este complicado presente político. Esto ha alertado al Gobierno sobre la
necesidad de recurrir a un eventual veto
presidencial para frenar la promulgación de una ley que
alteraría seriamente los planes presupuestarios del oficialismo. Por eso se ha
puesto en marcha una serie de conversaciones con los gobernadores afines a la
Casa Rosada para ver cómo, desde ahí, se frena a una veintena de diputados a
fin de tornar inviable la aprobación de los proyectos opositores. ¿Le será
posible al oficialismo lograrlo?
En la Argentina pendular hemos pasado de un gobierno que
creía que la gobernabilidad pasaba por la comunicación –de ahí los insufribles
Aló Presidenta por la cadena nacional de radio y televisión con los que agobió Cristina Fernández Kirchner– a
este otro que, hasta aquí, ha mostrado desprecio por esta tarea. Las
conferencias de prensa se han espaciado y los funcionarios hablan, en general,
en ámbitos de confort. Esto
puede estar en revisión en estas horas. En la reunión que
hubo el viernes en la Casa Rosada encabezada por el Presidente, de la que
participaron –entre otros– Jaime Duran Barba, su socio Santiago Nieto, el publicitario Joaquín Molla y el sociólogo
español Roberto Zapata, se habló de esto. Zapata trajo información desde las
provincias referidas a la imagen de Macri. Nadie adelantó ninguna cifra aun
cuando algunos de los asistentes confirmó una caída de ese guarismo. Es lo que
la totalidad de las encuestas corroboran.
Sobrevolaron en esa reunión las duras críticas que
recibió desde distintos ámbitos del macrismo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien muy suelto de
cuerpo dijo en el reportaje que concedió en la mañana del viernes a Radio Mitre
que no había que ponerse nerviosos por la suba del dólar. Hizo acordar a la
tristemente célebre frase de Lorenzo Sigaut –“el que apuesta al dólar pierde”–.
Con esa declaración, el ministro demostró tener un desconocimiento sorprendente
de lo que significa el dólar en la cultura económica de los argentinos. Pero no
solo eso, porque además de los muchos que temen que el aumento de la divisa
estadounidense se traslade a precios y/o a cuotas de créditos hipotecarios,
también hay nerviosismo dentro del Gobierno por el impacto político que produce
una corrida cambiaria como la que se vivió en estos días.
Alguna vez Macri explicará qué lo llevó a la designación
en un cargo de tamaña relevancia a un funcionario de tan poca entidad política
que, al final del día, le trae más problemas que soluciones. Tanta es la
preocupación del jefe de Estado por la volatilidad del precio del dólar que el
viernes ocurrió un hecho que tuvo consecuencias importantes: la conversación
que tuvo con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Durante esa comunicación, se bajó una orden taxativa: poner freno a la
corrida cambiaria que vino ocurriendo desde el comienzo de la semana. En
términos concretos, se tradujo en dos medidas: se vendieron en el día US$ 1.382,1
millones y se aumentó la tasa de interés al 30,25% anual. Pero
además, el hecho representó una reivindicación para Sturzenegger, cuya
autoridad había quedado esmerilada luego de aquella conferencia de prensa del
28 de diciembre pasado en la que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, junto al
ministro de Finanzas, Luis Caputo, y a Dujovne, hizo añicos la tan mentada
independencia del Banco Central que meneaba el Gobierno. Macri reconoció que
ese fue un error.
Endógenos.
La corrida cambiaria es además una enseñanza para el Gobierno. Hubo
sorpresas en la Casa Rosada por este hecho inesperado para muchos. “Dónde
quedó la confianza de los mercados”, se preguntaba una voz que
suele hablar con el Presidente. Hay una respuesta técnica para la corrida de
estos días: el alza de la tasa de interés en Estados Unidos y la aplicación del
impuesto a la renta financiera a partir del 1º de mayo. Pero, más allá de esto,
aparecen en el Gobierno las conductas propias de la enfermedad de poder.
En el reportaje que les concedió a Eduardo van der Kooy y a Julio Blanck,
Macri dijo “escuchamos mucho pero tampoco podemos escuchar todo”. La pregunta
que surge a continuación es: ¿con quiénes lo analizaron? ¿Lo hicieron con
especialistas de otros partidos? ¿Evaluaron algunos de los proyectos que están
analizándose en el Congreso? No hay constancia de que así haya sido. Desde el
radicalismo, por ejemplo, hubo quejas por no habérselos consultado. Sobrevuela
en algunos funcionarios del Gobierno un cierto aire de infalibilidad. La
infalibilidad y la soberbia van de la mano. Y la soberbia, ya se sabe, es uno de
los siete pecados capitales.
Impunidad y poder de dirigentes gremiales
que contaron con protección política y judicial.
Comienzan a desplegarse los lineamientos de lo que será la esencia de la
campaña electoral que desembocará en los comicios del 22 de octubre. En el
oficialismo reina el optimismo. Los números de la incipiente y sostenida
recuperación de la economía no podrían haber llegado en mejor momento. La caída
de la pobreza y la reactivación de algunos sectores claves de la economía se
aúnan para generar un ambiente de esperanza en aquellos sectores que decididamente
no quieren la vuelta del kirchnerismo.
Esta combinación de factores ha generado una situación
que motiva una paradójica preocupación dentro del oficialismo: que la dirigencia y la militancia se relajen,
circunstancia que sería fatal a tres semanas de una elección que de ninguna
manera está aún definida. “Nos dicen que estamos un punto y medio arriba de CFK
pero las cifras verdaderas son más holgadas y están guardadas bajo siete
llaves”, reconoce una fuente de Cambiemos. Desde la mesa chica del oficialismo bonaerense,
compuesta por María Eugenia Vidal, Federico Salvai, Jaime Duran Barbay su socio Santiago Nieto, se baja la orden de que se debe trabajar
como si estuvieran un punto abajo. La tarea pues es levantar a los candidatos
todos los días para ir a hacer campaña a los lugares más recónditos y adversos
del conurbano bonaerense con toda la energía. El objetivo no es sólo electoral:
se busca un cambio de la cultura política en esos bastiones cuasi inexpugnables
del peronismo.
Las dos últimas
semanas están guardadas para el Presidente. Volverán
los escenarios en 360 grados y los encuentros cuidadosamente estudiados. Su
presencia en el Gran Buenos Aires será preponderante en los lugares más ásperos
en donde, de a poco, Cambiemos va haciendo pie.
Por su parte, Cristina Fernández de
Kirchnerconcedió dos entrevistas como parte de su
campaña. Tanto en la que realizó Carlos Cué para
El País como en la de Chiche Gelblung para Crónica dijo cosas que indignaron y
que lograron un efecto claro: no sumar un solo voto más. ¿Quién la asesora?
En las filas del randazzismo reina la
calma. Allí la apuesta es a mediano plazo y comenzará a
perfilarse mejor luego de la elección. La convicción es que, si no hay
sorpresas, Cristina Fernández de Kirchner pasará a formar parte del pasado y a
partir de allí comenzará una etapa de verdadera renovación dentro de las filas
del peronismo.
En el massismo, por su parte, la decisión es dejar de hablar de CFK.
“Cada vez que volvemos sobre la corrupción, las denuncias y los discursos
gastados de Cristina, le hacemos el juego al Gobierno”, señala una voz cercana
a Sergio Massa.
La detención de Juan Pablo “Pata” Medina, el poderoso e
intocable secretario general de la seccional La Plata de la Uocra, tiene un
valor fáctico y otro simbólico.
El fáctico a los hechos de corrupción y de comportamiento
mafioso sobre los que armó su emporio este nefasto personaje al que aguarda una
larga estadía –años– en alguno de los presidios del país. Está claro que todo
el entramado que armó para lograr el fenomenal poder del que hizo gala
durante los veinte años que duró su despótico reinado, contó con una
escandalosa protección política y judicial. Ahí están los videos en los que se
lo ve al ex gobernador Daniel Scioliagradecer
a la Uocra La Plata.
Tanta impunidad fue posible también por la complicidad de
jueces que dieron vergüenza. Son muchos los que recuerdan aquel cumpleaños del
hoy destituido juez César Melazo, al que Medina
fue invitado y en el que se codeó con el ex ministro de Justicia Ricardo Casal,
y el entonces jefe de la Policía Bonaerense, comisario Juan Carlos Paggi.
El Pata Medina no sólo se enriquecía vilmente, sino que, con sus formas, tenía
atemorizado a todo el vecindario de la sede de la Uocra La Plata que padeció durante
años la prepotencia y el patoterismo que impuso en ese lugar.
Claro que el hecho se proyecta más allá del dirigente sindical hoy preso. Es
útil conocer cómo fue el proceso a través del cual Medina sumó poder y acuñó
riqueza. La metodología la aprendió de sus mayores, y aquí mayores significa la
conducción central de la Uocra. Las obras se cotizaban y después se arreglaban los sobreprecios con los
empresarios. La Cámara de la Construcción –que sistemáticamente
niega estos hechos– ha sido copartícipe de todo este engranaje de corrupción.
Tampoco hay que
olvidar el caso de Omar “Caballo” Suárez,
secretario general del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) y hombre de
cercanía de CFK. Las sospechas sobre otros dirigentes gremiales a veces quedan
transformadas en evidencias a partir de circunstancias impensadas. He ahí
el caso de Gerónimo Venegas, el histórico secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores
Rurales y Estibadores (Uatre), de quien ahora se confirma un patrimonio enorme
que se encuentra en disputa entre sus hijos. ¿Cuántos más hay en la misma
situación?
¿Qué esperan jueces y fiscales para investigar y avanzar
en causas que duermen hace mucho tiempo en cajones y archivos?
Las razones que se esgrimen desde algunos ámbitos
tribunalicios para explicar semejante molicie es que este despertar se debe a
que ahora están dadas las
condiciones políticas para avanzar en las causas e investigar.
El argumento es ominoso.
Si hay algo que no puede resignar la Justicia, es su
independencia. Si ese concepto no se modifica, la Argentina se queda sin un
instrumento clave para combatir el grave delito de la corrupción. Y esto es
peligrosísimo no sólo desde el punto de vista político e institucional, sino
también social y personal, porque la corrupción mata. La tragedia de Once nos
lo recuerda todos los días.
Los votos de hoy
pueden ser reveladores de cuál será el futuro político de Macri, Vidal y
Cristina.
Las
primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) tienen dos consecuencias:
definen a través del voto los candidatos de cada de uno de los partidos para la
elección de octubre venidero y se transforman en una verdadera encuesta abierta
de alcance nacional que, a la manera de una foto, le permite a cada agrupación
política conocer cuál es la verdad de su presente electoral. De esas dos
consecuencias, la de mayor significación es la segunda ya que –salvo en algunos
casos– en nuestro país la primera se torna abstracta debido a la falta de
competencia interna que exhiben las alianzas partidarias. Por eso, los tres
interrogantes que se plantean en la jornada cívica de hoy – ¿Ganará Cristina Fernández de
Kirchner o ganará Esteban Bullrich? En caso de que CFK ganara, ¿con qué guarismos y con qué diferencia sobre
Bullrich? ¿Cómo le irá al oficialismo a nivel nacional?– van más allá de la
interna partidaria. Es algo que Mauricio Macri siempre supo y que, increíblemente,
algunos conspicuos miembros de Cambiemos, no. En ese marco, la batalla
electoral por la senaduría de la provincia de Buenos Aires es su desvelo.
La
campaña electoral, que ha sido en general mala, ha dejado sin embargo mucho
para el análisis. Ante la escasez de propuestas, las formas han sido casi todo.
Lo que se vio. Hemos asistido a una campaña que pareció
hecha a partir de las sugerencias e ideas de Jaime Duran Barba: actos en los que candidatos aparecen en
medio de un escenario rodeados por la gente; candidatos que pronuncian
discursos cortos que apelan a lo emotivo; spots publicitarios en los que habla
la gente. Donde más se notó el cambio fue en CFK. Nada
hubo de las largas peroratas de sus Aló presidenta. “Hemos decidido que había
que escuchar a la gente” –parece que antes no–, dijo la ex presidenta en su
discurso de cierre en La Matanza. Habló poco y se mostró poco. Su objetivo fue
mantener el caudal de sus votantes, ese núcleo duro del kirchnerismo que le es
absolutamente fiel y que, según exhiben la mayoría de las encuestas, le augura
buenas posibilidades.
El
precandidato a senador Esteban Bullrich representó, hasta aquí, un verdadero dolor de cabeza para el oficialismo. Su nominación fue producto del dedo del Presidente y, hasta aquí, en sus
cercanías muchos consideran que cometió un error. “Perdimos
un muy buen ministro que como candidato resultó malo”, se confesaba
en la mañana del jueves último un operador del Gobierno que, aun cuando se
esperanzaba con los guarismos de alguna encuesta de último momento, no paraba
de lamentarse por la mala performance que tuvo Bullrich durante toda la
campaña. La verdad es que un triunfo suyo sería un batacazo.
“De
no haber sido por sus disputas de protagonismo con María Eugenia, la candidata
debió haber sido Lilita”, reconoció otro funcionario de cercanía con el
Presidente. Por todas estas circunstancias, tanto la gobernadora como la
diputada debieron ponerse la campaña sobre sus espaldas. La fuerte imagen
positiva de Vidal –incluso superior a la del Presidente– llevó a Macri a
dejarle el rol central en la parte final. De hecho, si hoy se diera el
resultado positivo que sólo una o dos encuestas le dan al oficialismo, deberán
levantarles un monumento de gratitud tanto a la gobernadora como a Carrió.
Más allá de Buenos Aires.
El panorama luce
diferente para el Gobierno en el resto del país. Ahí, los pronósticos hablan de
buenos resultados que buscará capitalizar mostrando un crecimiento que lo
consolida como primera fuerza a nivel nacional. En ese marco, la aspiración es,
además, ganar alguna provincia más. En la mira están Santa Cruz, San Luis y
Santa Fe. Sergio Massaestá lejos de la disputa central, y Florencio Randazzo, lejísimos.
Cada
elección plantea un escenario propio y, por lo tanto, hacer comparaciones con
las anteriores es casi siempre un error. Vale esto para los que intentan hacer
algún paralelismo entre esta elección y las de 2013 y 2015. En 2013, el triunfo
de Massa estuvo apuntalado por la decisión del macrismo de apoyarlo en aquella
cruzada que tenía como objetivo impedir la reforma de la Constitución Nacional
que buscaba darle vuelo al proyecto de reelección indefinida con el que soñaba
CFK. En 2015 se trató de una elección presidencial, cuya dinámica es distinta a
la de una legislativa.
Las
encuestas muestran que el tema central de las preocupaciones de la mayoría de
la gente pasa por la situación económica.
A
la hora de votar, la inseguridad pesa menos y la corrupción, mucho menos. En el
vasto territorio de la provincia de Buenos Aires, esto no solamente emerge como
dato en las zonas más carecientes del Conurbano profundo sino también en
ciudades de su interior como, por ejemplo, La Plata, Mar del Plata y Bahía
Blanca. En 2015, María Eugenia Vidal tuvo en esas tres ciudades un caudal de
votos notable, lo que le permitió compensar los que no tuvo en La Matanza. Fue
una performance extraordinaria que incluso superó a la de Macri.
Hoy
eso parece difícil de repetir. El impacto de la inflación y el ajuste de las
tarifas de los servicios públicos ha llevado a muchas pymes a bajar sus
persianas o a reducir su personal.
En
ese universo anidan muchos de los desencantados a los que apeló en sus últimos
discursos Vidal. Veremos si con eso alcanza para mantenerlos en el redil.
Más
allá de las encuestas, la volatilidad del dólar le ha mostrado en estas semanas
al Gobierno lo que la calle presiente: que
CFK gana. Por eso, no alcanzó con los millones de dólares que el
Banco Central lanzó al mercado para frenarlo. Es un adelanto de lo que pasará
si el Gobierno no hace una buena elección. Nada que sorprenda. Al Presidente se
lo han dicho en la cara muchos potenciales inversores extranjeros: no vendrá un
dólar a la Argentina mientras exista la posibilidad de que el proyecto
presidencial de CFK se mantenga vivo. Esto es lo que está en juego en estas
elecciones que se definirán en octubre y de las que en la noche de hoy
tendremos un adelanto.