Fotos vs. Discursos
First Worker! Joe Biden. Dibujo: Pablo Temes
Las imágenes de unidad contradicen las salvajes internas de un gobierno que avanza sin dirección.
© Escrito por Nelson
Castro el sábado 08/05/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Los actos a los que acude el Presidente de la
Nación y su comitiva tienen por lógica y por seguridad una minuciosa puesta en
escena que se debe respetar a raja tabla. “Democracia o partido judicial”,
rezaban los carteles dispuestos a lo largo del camino que
el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de
Kirchner recorrieron antes de posar para la foto
final del acto del jueves pasado en Ensenada. Era el comienzo de un nuevo
ataque contra la Justicia, cuidadosamente diseñado. Nada fue casual en la
disposición de cada uno de los presentes.
Una anécdota
describe a la perfección cómo se arman estas puestas en escena: corría el año
2012 y en una visita que CFK hizo al Parque Industrial de Pilar para la
inauguración de planta de la empresa Fada Pharma, el personal de la custodia
presidencial discutía los aspectos relativos a la seguridad con los
funcionarios de la casa militar que estaban a cargo del operativo. Un gran mapa
del terreno cubría la mesa principal. Todo estaba dispuesto estratégicamente
para que la Presidenta no corriera riesgos ni sobresaltos.
Establecidas las
precauciones del caso, justo antes de finalizar la reunión reservada a unas
pocas personas, una voz irrumpió en escena: “¿Dónde está el lugar reservado
para los pibes? -se escuchó preguntar a un joven que parecía ajeno a la
discusión. El personal de la Casa Militar lo fulminó con la mirada. Con una
mezcla de inconsciencia e impertinencia el joven volvió a preguntar y advirtió:
“Somos 100 militantes, decime a donde nos ubicamos porque sino va a haber
quilombo. Siempre acompañamos a la jefa” -concluyó. El militar, experto en estrategias de custodia y
tácticas defensivas, supo -en ese momento- que su pericia y su experiencia en
el terreno importaban poco. No hubo peros, repreguntas ni reparos. En 5
minutos el operativo se modificó y “los pibes para la liberación” lograron un
espacio privilegiado en la escena con sus consignas y pancartas.
La Argentina es
presa del pasado que siempre vuelve.
“Saquen esta foto,
es la foto de la unidad” dijo exaltado el presidente Alberto Fernández. El
encuentro que se completó con la presencia de Axel Kicillof, CFK, Máximo
Kirchner y Sergio Massa ocurrió en un predio de Ensenada en las casas que
presentó el ministro de Hábitat y Vivienda, Jorge Ferraresi, tierra del
kirchnerista Mario Secco.
“No fue una actitud que le sume como Presidente, lo dejó
como rehén de la interna con el ala extrema de la coalición, una vez más. Si
bien lo que dijo es cierto, estas cosas lo debilitan. No importa el tono con
que las diga. La coalición no se va a romper ni habrá grandes cambios al menos
hasta las elecciones pero la cosa está muy tirante”, reconocieron en el entorno
del primer mandatario.
Movido.
Fue una semana de turbulencias dentro del Frente Contra
Todos.
Que el Presidente haya tenido que salir a los gritos a
pedir una foto como prueba de unidad, no hace más que confirmar los
desencuentros que anidan en el oficialismo. Y no se trata de un hecho aislado.
La confirmación de que el vapuleado ministro de Economía Martín Guzmán estará
en el viaje presidencial a Europa opera en el mismo sentido. Por
la envergadura de la gira, su ausencia habría sido la crónica de una
muerte anunciada. Algo muy similar le ocurre al canciller Felipe Solá, que goza
de cierta tranquilidad solamente porque en los últimos días no fue protagonista
de ninguna situación incómoda. “A Guzmán le tacharon la doble hace rato.
El problema es que su falta de cintura política lo llevó
a Alberto a forzar un respaldo que tuvo patas cortas”, se quejan en la Rosada
masticando bronca. El enojo no es con el joven ministro sino con la crudeza de
CFK y su entorno. Un ministro de Economía que no puede disponer de un
subsecretario de Energía al que considera incapaz, un Presidente que sale a
respaldar a su ministro y una vicepresidenta que los desautoriza a ambos.
El resultado es increíble y tira por la borda todos los
manuales de educación cívica, estrategia política y hasta los libros de
autoayuda: Guzmán sigue en el cargo, Federico Basualdo también y AF se mantiene
descolocado y a merced de CFK y Axel Kicillof, que impusieron sus deseos y
embarraron la cancha por enésima vez.
La arremetida
contra Guzmán no terminó ahí. Su rango de independencia para tomar decisiones
se sigue achicando. El tope al aumento de las tarifas que decidió Cristina -y
que fue el eje de la disputa con Basualdo- pegó en la línea de
flotación del plan macroeconómico del ministro. Pero pasada la mitad de la
semana, el tiro de gracia llegó desde el Senado, espacio de poder que controla
la vicepresidenta.
Hace 3 semanas informamos en esta columna que el ministro
de Economía gozaba de cierto aire respecto a los vencimientos de deuda porque
llegaban en su auxilio los fondos que le corresponden a la Argentina -y a otros
países- por la emisión de los Derechos Especiales de Giro del FMI. Sin embargo,
el bloque oficialista del Senado apretó el gatillo. Sin acompañamiento de
Juntos por el Cambio le dio dictamen favorable al proyecto de declaración de
Oscar Parrilli, que pide que el desembolso de 4350 millones de dólares del FMI
sea usado para “paliar la pandemia” y no para pagar “deuda o intereses”. Como
ya todos saben, Parrilli es Cristina.
El viaje de
Alberto Fernández a Europa tiene como uno de sus objetivos principales pedir
ayuda en la negociación con el FMI en un momento muy particular, dado por la
iniciativa de un grupo de setenta legisladores estadounidenses del Partido
Demócrata, que presentaron un proyecto de resolución pidiéndole al presidente
Joseph Biden que solicite al FMI la suspensión de todos los servicios de la
deuda que los países -la Argentina, entre ellos- tienen con el organismo en
septiembre y diciembre.
Sin embargo,
ninguna de estos avatares ayudará si el Gobierno ata su accionar a los
objetivos de CFK y sus secuaces. Gobernar creando conflictos y generando
enemigos no lleva a ningún lado y hace perder oportunidades. Ya lo decía
Séneca, cuando no se sabe a dónde ir, el viento a favor no lleva a ninguna
parte.