Hechos frente a
mentiras…
Friedrich Nietzsche y las pelotas. Dibujo:
Pablo Temes
Cubierto por el obsceno uso de la muerte de Diego Maradona, el Gobierno impulsó sus turbias iniciativas en el Congreso.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 29/11/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Peronismo y el uso político del deporte y de sus ídolos. El jueves 8 de noviembre de 1952, Juan Manuel Fangio retornó al país después de haber ganado por primera vez el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 tras haber triunfado en el Gran Premio de Barcelona. No bien aterrizó en Ezeiza, se dirigió al policlínico donde Eva Perón se recuperaba de la operación a la que debió someterse el martes 6 por el cáncer de cuello uterino que padecía. Luego de dejarle su saludo, Fangio se dirigió a la Casa Rosada, desde cuyos balcones les habló a los miles reunidos en la Plaza de Mayo que lo vitoreaban. Dijo entonces el astro del automovilismo: “Para mí, no hay nada más grande que Perón y Evita”.
El peronismo ha hecho, desde siempre, un uso político abierto y obsceno del deporte y de sus ídolos. Diego Armando Maradona fue, tanto en vida como muerto, parte de esa metodología, como lo demostró su velatorio.
Fue imprudente la
decisión del Dr. Alberto Fernández de disponer su realización en medio de la
pandemia y del Dispo (distanciamiento social preventivo y obligatorio) de una
ceremonia que se sabía convocaría a una multitud incontrolable. Su aparición al
lado del féretro con la camiseta de Argentinos Juniors y compartiendo selfies
con quienes allí estaban fue impúdica.
Fue riesgoso el
descontrol que se vivió en la Casa Rosada cuando ante la exigencia de Cristina
Fernández de Kirchner, se cerraron las puertas al público para que ella pudiera
tener su momento de exclusividad para posar junto al féretro, algo bien propio
de su narcisismo y egocentrismo.
El velatorio y las internas del oficialismo. En el
Gobierno las aguas están divididas. Hay quienes, aun con el diario del lunes,
sostienen la teoría del “mal menor” esgrimida por el Presidente de manera
pública cuando declaró: “Si no organizábamos el velorio, todo hubiese sido
peor”. Sin embargo, hay funcionarios de primera y segunda línea con despacho en
la Casa Rosada que reconocen, en absoluta reserva, que “se compraron un
problema al meterse de lleno en la logística y la organización del velatorio de
Maradona”. Uno de ellos señaló: “En los últimos meses fallamos sistemáticamente
en nuestras iniciativas. En la época de Macri se hablaba de ‘errores no
forzados’; aquí más bien, se trata de errores forzados por la propia
heterogeneidad del Frente de Todos”. El funcionario, con voz de preocupación,
cerró con una advertencia a manera de ruego:
“Hay que cuidar
al Presidente”.
Otro miembro del
Gobierno con llegada directa a Alberto Fernández opinó en el mismo sentido: “No
fue una idea acertada hacer un velorio de esas características.
Afortunadamente
no hubo un millón de personas como se preveía porque si no, todo habría
terminado en tragedia”.
El otro punto de
inflexión quedó delimitado por la presencia de Cristina Fernández de Kirchner y
el tuit que el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, lanzó contra la
Ciudad de Buenos Aires a las 16 horas y 21 minutos del jueves.
La vicepresidenta
se hizo presente en el salón poco antes del desmadre y las puertas se cerraron.
Luego de saludar a la familia Maradona permaneció unos minutos en la capilla
ardiente junto a AF. La frialdad entre la ex presidenta en funciones y el
Presidente fue el dato relevante de ese momento. No hubo hostilidad; tampoco
afecto. Prueba de ello es que CFK subió al despacho de De Pedro –y no del
Presidente–, con quien compartió un ligero refrigerio y desde donde, media hora
después, se lanzó el dardo con destino a Horacio Rodríguez Larreta y Diego
Santilli culpándolos por la represión policial a causa de los disturbios
ocurridos en la avenida 9 de Julio.
¿Fue ese mensaje
una jugada consensuada con CFK?
Una fuente
calificada del Gobierno lo puso en estos términos: “No sé si Cristina tuvo algo
que ver con el mensaje de De Pedro, pero si hubo una decisión conjunta hubiera
sido mejor funcionar como un equipo de manera seria y coordinada y no mediante
un tuit por redes sociales”.
No hubo el más
mínimo gesto de acercamiento entre los integrantes del Ejecutivo y eso no pasó
desapercibido para nadie. “No creo que el ingreso de CFK a puertas cerradas
haya despertado rechazo en la gente. Sí creo que, una vez más, marca una
diferencia que hace daño puertas adentro. AF se manejó sin restricciones; ella
sin embargo hizo su juego”, señalaron cerca del primer mandatario.
Desde el
Instituto Patria fueron más viscerales y simplificaron de manera burda pero
realista la situación: “Maradona es el pueblo y Cristina tenía que estar junto
al pueblo”. Muestra más clara y bochornosa del intento de uso político de la
muerte de Maradona, imposible.
Movimientos en las sombras. Mientras la
atención de la opinión pública se posaba sobre el caso Maradona, el Gobierno se
movió rápidamente para concretar algunas de sus maniobras de insondable
turbiedad que exhiben su permanente accionar de avasallamiento institucional.
Hubo dos entre el jueves y el viernes.
El jueves, el
Poder Ejecutivo envió al Senado el pliego del juez federal de Dolores, Alejo
Ramos Padilla, para ocupar el Juzgado Federal 1 de La Plata, con competencia
electoral en toda la provincia de Buenos Aires, surgido de una terna aprobada
por el Consejo de la Magistratura en abril del año pasado. Ramos Padilla ha
sido un adalid del kirchnerismo en su intento por derribar la causa de los
cuadernos de Centeno.
El viernes, fue
la media sanción en el Senado del proyecto de ley para flexibilizar las normas
de designación del procurador general de la Nación a los fines de nombrar
alguien útil a la necesidad de impunidad que persigue CFK.
Estos son los hechos. Todo lo demás son mentiras. Y, entre los que mienten, lamentablemente está el Dr. Alberto Fernández, cuya palabra se desvaloriza día tras día.
“Lo que me preocupa no es que hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”. (Friedrich Nietzsche)