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domingo, 7 de marzo de 2021

A 20 Años de la derogación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final… @dealgunamaneraok...

El 6 de marzo de 2001 la Justicia argentina declaró inconstitucionales las leyes de "Obediencia Debida" y "Punto Final"…


Lo determinó el juez federal Gabriel Cavallo a partir de un recurso presentado por una agrupación defensora de los Derechos Humanos.

© Publicado el sábado 06/03/2021 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

 

Previamente, en 1986, el senado aprobó, por 25 votos contra 10, la llamada Ley de “Punto Final” que establecía la prescripción de los delitos cometidos por militares, policías y funcionarios carcelarios durante la última dictadura. 

Al año siguiente, la cámara de Diputados aprobó, por 125 votos contra 54 más una abstención, la ley que reglamentó la “Obediencia Debida” en las Fuerzas Armadas. 

La norma autorizó la eximición del proceso judicial a oficiales que, por su ubicación en la cadena de mandos, obedecieron órdenes de sus superiores, lo que significó la libertad de la mayoría de los acusados que permanecían en prisión preventiva. 

A estas dos leyes se le sumaron los indultos firmados por el entonces presidente Carlos Menem en 1989 y 1990. 

El primero de ellos,  estableció la liberación de 280 personas, mientras que el segundo, benefició a los mandos de las Juntas Militares que encabezaron el golpe de Estado, Jorge Rafael Videla y Roberto Viola y Emilio Massera. 

Once años después, el juez federal Gabriel Cavallo declaró inconstitucionales las leyes de “Obediencia Debida” y “Punto Final” a partir de un recurso presentado por el Centro de Estudios Legales y Sociales. 

La resolución de Cavallo, a la que él mismo consideró “la más importante de su carrera”, se dio justo cuando frente al Ministerio de Defensa se encontraba Horacio Jaunarena, que ocupó el mismo puesto cuando las mismas leyes fueron elaboradas. 

Link de video alusivo © Radio Perfil:

A 20 Años...






jueves, 8 de marzo de 2018

Murio Reynaldo Bignone: el último de los dictadores jamás confesó sus pecados… @dealgunamanera...

Reynaldo Bignone: el último de los dictadores jamás confesó sus pecados…

Reynaldo Bignone (1928-2018) Foto: AP/DPA/NA

Represor “apacible”, defendió hasta la muerte las atrocidades de la última Dictadura militar y amnistió a sus camaradas. Su historia.

Reynaldo Benito Bignone fue el último dictador de la historia argentina y el heredero de una saga militar responsable de asesinatos, torturas y desapariciones de unos 30.000 argentinos desaparecidos. El exgeneral del Ejército gobernó el país durante al final de la dictadura, tras la Guerra de Malvinas, y fue declarado culpable del secuestro de bebés y el asesinato de docenas de opositores. Pero jamás confesó sus crímenes.

© Publicado el miércoles 07/03/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Nacido en Morón en 1928, Bignone murió este 7 de marzo en el Hospital Militar de Buenos Aires a los 89 años. Al momento de su muerte, cumplía múltiples cadenas perpetuas por abusos contra los derechos humanos derivados de su participación en la "guerra sucia" de 1973 a 1983. Falleció días después de otro general retirado, Luciano Benjamín Menéndez, quien recibió 14 penas de prisión y 12 cadenas perpetuas, más que cualquier otro líder militar de la dictadura.

En marzo de 1976, tras varios años de agitación económica y violencia por parte de grupos izquierdistas, la Junta militar se presentó como un gobierno que se encargaría de pacificar y “reorganizar” el país. Los líderes militares prometieron acabar con los subversivos, que desde principios de los ‘70 orquestaron cientos de secuestros y asesinatos de líderes empresariales y funcionarios del gobierno, y devolver la normalidad al país.

Pero la Junta Militar, dirigida por Jorge Rafael Videla, no tardó mucho en convertirse en el último “reinado del terror” de la Argentina. Los centros clandestinos de secuestro, tortura y ejecución se convirtieron en horrores comunes, y las mujeres que daban a luz en esas circunstancias a menudo eran asesinadas. Según los informes, cientos de sus hijos fueron robados y, bajo documentos falsos, entregados a familias de militares sin hijos. 

“Actos de servicio”

Reynaldo Bignone (1928-2018) Foto: AP/DPA/NA

Videla presidió gran parte de la dictadura hasta su renuncia en marzo de 1981. Bignone, retirado del Ejército, se instaló como líder de facto en 1 de julio de 1982 y su ascenso tuvo como principales oponentes a la Marina y la Fuerza Aérea. El nuevo dictador se presentó como un liberal defensor de la economía de libre mercado y los medios de comunicación, secuestrados por la Junta Militar, lo definieron como un hombre apacible”.

"Bignone viene a reparar los platos rotos después de las Malvinas", dijo hoy Carlos Osorio, director del Proyecto de Documentación del Cono Sur para el Archivo de Seguridad Nacional, un centro de investigación independiente en la Universidad George Washington (EE.UU.). "En este momento, la represión ha disminuido sustancialmente, pero la confianza en la sociedad se ha hecho añicos y tuvo que hacer la transición a un gobierno civil".

A Bignone le correspondió la tarea de dirigir un gobierno agonizante, después de la humillante derrota de la Guerra contra Gran Bretaña. A partir de entonces, la política se le fue de las manos: la inflación y la deuda externa, además de los crecientes reclamos de libertad de expresión por parte de organismos de derechos humanos y gobiernos extranjeros, llevaron a dudar de su capacidad como gobernante de facto. Además, por primera vez desde 1976, comenzaron a verse grandes manifestaciones públicas callejeras y huelgas masivas.

Durante sus últimos meses en el poder, Bignone se dedicó a preparar el retorno a la democracia, pero no sin antes firmar un decreto por el cual había que hacer desaparecer millares de documentos que podrían implicar a la Junta Militar en atrocidades y declarar una amnistía general para los oficiales que habían participado. Además, impulsó un acta por la cual se declaraba muertos a los desaparecidos y refería como "actos de servicio" los crímenes cometidos por la dictadura.

En el denominado "Documento Final sobre la Lucha contra la Subversión y el Terrorismo", Bignone negó que hubiera personas desaparecidas en lugares secretos de detención por lo que "debe quedar definitivamente claro que quienes figuran en nóminas de desaparecidos y que no se encuentran exiliados o en la clandestinidad, a los efectos jurídicos y administrativos se consideran muertos".

En su libro "El último de facto", el exgeneral justifica la destrucción de la documentación diciendo que "hubiera sido un error trágico publicar una lista de muertos. Después vendrían los interrogantes: ¿quién lo mató, dónde está el cadáver, por qué lo mataron?". Posteriormente, en los muchos juicios celebrados en su contra, defendería la actuación de las Fuerzas Armadas.

La última guerra.

Reynaldo Bignone (1928-2018) Foto: AP/DPA/NA

En 1983, el último dictador acordó con los partidos políticos el llamado a elecciones libres y democráticas para el 30 de octubre de 1983 y llevó adelante la transición. "Espero ser el último presidente de facto", había dicho Bignone poco antes de entregar la banda presidencial a Raúl Alfonsín. Terminado el acto en el Salón Blanco, Bignone se retiró pero la historia no se olvidó de él.

En 1990, Carlos Menem emitió una amnistía general que protegía a la mayoría de los líderes militares y exterroristas de la guerra sucia del enjuiciamiento por violaciones de los derechos humanos. La Corte Suprema anuló ese decreto en 2005, ya que Néstor Kirchner buscó un juicio sobre los casos de derechos humanos en la dictadura. Dos años después, Bignone fue juzgado.

El anciano fue puesto bajo arresto domiciliario y, en 2010, fue declarado culpable de violaciones de derechos humanos. Fue condenado a 25 años de prisión por su complicidad en el secuestro y asesinato de 56 detenidos en la base militar Campo de Mayo, donde fue el segundo al mando desde 1976 hasta 1978.

En los años siguientes, el general recibió sentencias de prisión más largas: por la supervisión de un centro secreto de tortura dentro de un hospital; por el secuestro y la tortura de más de 30 trabajadores de fábricas, muchos de ellos activistas sindicales; y por su papel en la incautación de 34 bebés de los que el régimen encarceló (y en la mayoría de los casos, ejecutó) como subversivos.

Bignone recibió su última condena en 2016, cuando un juez lo sentenció a 20 años de cárcel por su participación en el “Plan Cóndor”, con el que las dictaduras de América del Sur coordinaron su sistema represivo, y por participar en el plan sistemático de apropiación ilegal de niños, entre otras causas.

Hasta el final de su vida, Bignone defendió sus acciones como “necesarias” en una "batalla contra el terrorismo". En su defensa, dijo que el número de asesinatos de la Junta estaba muy por debajo lo que los grupos de derechos humanos reclamaron –reconoció solo 8.000- y que los tiempos extremos exigían medidas extremas. "En tiempos de paz, la desaparición de una sola persona significa una cosa", dijo, "y en tiempos de guerra significa algo más".



martes, 18 de abril de 2017

Murió Carlos Slepoy Defensor de los Derechos Humanos... @dealgunamanera...

Murió Carlos Slepoy, el abogado que quiso juzgar los crímenes del franquismo…

Carlos Slepoy falleció a los 68 años. Foto: Diario El País de Madrid, España.

Fue reconocido en el mundo entero por su labor relacionada a la defensa de víctimas de las dictaduras en Argentina, Chile, Guatemala y España.

© Publicado el lunes 17/04/2017 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Carlos Slepoy, abogado que dedicó su vida a la defensa de las víctimas de las dictaduras argentina, chilena, guatemalteca y española, falleció hoy a los 68 años. El deceso se produjo en parte por las secuelas sufridas luego de que un policía le disparara un tiro por la espalda en 1982 en una plaza de Madrid, donde se había acercado a defender a unos chicos, según consigna el diario El País de España.  

Slepoy fue reconocido en el mundo entero por su labor relacionada a la defensa de los derechos humanos. En 2007 participó en la acusación contra el dictador Jorge Rafael Videla y otros militares argentinos. También asistió a familiares de víctimas de los vuelos de la muerte y niños robados en la última dictadura. Poco después fue parte de la causa contra Augusto Pinochet en Chile.

Desde 2010 impulsó la querella argentina para juzgar a los crímenes del franquismo, haciendo un llamado a los familiares de más de 113.000 desparecidos para que denunciaran. 

Nacido en Buenos Aires, cruzó el océano en 1979. Antes de abandonar el régimen de facto de Videla y exiliarse en España, había perdido varios compañeros y había sido detenido, torturado y encarcelado.



sábado, 14 de mayo de 2016

"La bella lección que nos viene del Sur".… @dealgunamanera...

La lección del Sur…


En la Argentina reducida a las cifras de la economía y las finanzas se nos invita a mirar los cien días del presidente Mauricio Macri, lo que equivale al 2% de los 4.579 días que gobernó el kirchnerismo, de los cuales, yo misma durante 3.650 días ocupé una banca en el Congreso de la Nación. De modo que, por más esfuerzo que haga para elaborar un análisis desapasionado, objetivo, sobre todo honesto, no puedo eludir el peso de esas cifras. 

© Escrito por Norma Morandini el sábado 19/03/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Aclaro: es una ironía, esa prima hermana del cinismo, ya que los números sirven para todo menos para contar las lágrimas si quisiéramos medir el pesar de todo ese tiempo en el que fui testigo de lo que no se cuantifica, la degradación democrática, corroída y corrompida por un poder personalista y una concepción totalitaria que buscó domesticar a la Justicia y canceló la deliberación legislativa.

Porque estoy entre los argentinos que temimos por la continuidad democrática, amenazada por lo que la niega, la obediencia del cuartel, el culto a la personalidad, el ocultamiento y la mentira, prefiero la coincidencia de los cien días con la rotura en Santa Cruz del glaciar Perito Moreno: en lugar de la oscuridad y la soledad de la última vez, ahora rompió a plena luz del día, entre aplausos de testigos. Un sinceramiento que como bella metáfora se puede aplicar a todo lo que vivimos en estos últimos cien días.

El rugido de una caída inevitable de lo que se veía como sólido, fuerte, y la conmoción ante un espectáculo compartido. El glaciar volverá a reconstituirse, lo que llevará un tiempo equivalente al mandato presidencial, cuatro años. Todavía estamos bajo el impacto de su rotura, la palabra correcta para nombrar la caída ya que se trata de un cuerpo sólido.

En cambio, las rupturas se dan cuando se destruyen los vínculos humanos, más difíciles de reconstruir cuando la ofensa, el insulto y la descalificación personal sustituyen la convivencia democrática. De modo que estos primeros cien días inevitablemente caen bajo la espuma y el rugido de la caída del kirchnerismo. No así sus prácticas. La impostación del relato que sirvió para sostener al gobierno de Cristina Kirchner se usa ahora para demonizar el de Mauricio Macri.

Años de confrontación cancelaron la deliberación democrática y los residuos del “relato” siguen tiñendo los análisis políticos. ¿Debe o no debe hablar de la herencia? Un debate equivocado. Si se trata de restituir la institucionalidad democrática y se respeta la capacidad de discernimiento de la ciudadanía, siempre es obligación de los gobernantes transparentar la información, lo que a la larga redundará en una sociedad madura que no se dejará engañar.

Los derechos humanos politizados para propagandizar el gobierno kirchnerista en estos tres meses se están utilizando para calificar al gobierno de Mauricio Macri de dictador. Medir el compromiso con los derechos humanos con la visita a la ESMA equivale a creer que alcanza con descolgar un cuadro de Videla. Otra banalización: la gestión de los gestos. Allí no están los muertos desaparecidos sino los fantasmas de lo que les hicieron.


Nadie conoce mejor los organismos internacionales de derechos humanos que aquellos que debimos acudir en busca de ayuda cuando imperaba el terror. Pero no se debe utilizar a los amigos extranjeros para mentir sobre un gobierno legitimado en las urnas. Es muy saludable que existan organizaciones humanitarias que velen por la dignidad y la libertad de los activistas sociales y humanitarios. Todos, no algunos.

Años de confrontación cancelaron la deliberación democrática y ofuscaron la misma idea de la democracia. Todavía entre nosotros confundimos negociación con trueque, el estadio más primitivo de la política y el consenso con la unanimidad: la gritería con debate, todos opinan sobre la opinión ajena, lo que desnuda la escasa conciencia cívica del respeto al otro y la pereza ideológica de reducir la realidad al slogan. Sin correr el riesgo de innovar en las soluciones.


Vivo estos cien días con el mismo espíritu de colaboración con el que estrené mi banca en el inicio del gobierno de Néstor Kirchner. A poco andar, descubrí la concepción de poder autoritaria. Fui una honesta opositora. No me alegra no haberme equivocado, De modo que no necesito sobreactuar mis críticas al nuevo gobierno, al que reconozco honestidad de intenciones y enormes dificultades.

Sigo creyendo que vivimos un tiempo crucial para definitivamente consolidar una cultura de convivencia y legalidad democrática, sin las urgencias de las emergencias y con la alternancia de ese bello glaciar que cada cuatro años disuelve sus témpanos en el lago Argentino para volver a empezar.


"La bella lección que nos viene del Sur".





lunes, 6 de julio de 2015

Argentina ganó algo más valioso que un título… @dealgunamanera...

Argentina ganó algo más valioso que un título…

Así sufrieron los penales los jugadores argentinos. Foto: AFP

Pese a la final perdida en Chile y la mezcla del fútbol con la política, el seleccionado de Martino se trajo algo duradero: una identidad.

Vea, vea, vea, Señor Presidente, tenemos el mejor equipo del continente”, le gritaba el público enfervorizado del Buenos Aires Lawn Tennis Club a un sonriente Videla mientras Guillermo Vilas era paseado en andas por delante del Palco Oficial. Era marzo de 1977 y la Argentina acababa de derrotar por primera vez en la historia a los Estados Unidos en la Final Americana de la Copa Davis.

“El que no salta es un holandés, el que no salta es un holandés”, fue el grito de batalla de la final del Mundial 1978. Decenas de miles de fanáticos saltaban y cantaban en las tribunas del Monumental aquel histórico 25 de junio. Los miembros de la junta militar ni cantaron ni saltaron. Hubiese sido un desliz imperdonable para gente enjuta que tampoco se permite tener sexo con la luz prendida. Pero sonreían manejando una batuta imaginaria, cual Barenboim de la tortura y el terror.

Millones replicaron el ritual, que se mantuvo indeleble hasta el presente con sus matices: reemplácese “holandés” por “inglés”, “militar”, “bostero”, “gallina” o lo que corresponda. Y muchos miles dedicaron idéntico cantito un año después, cuando una multitud se reunió en la Plaza de Mayo a pedirle a Videla que saliera al balcón de la Rosada para festejar el título mundial juvenil de Maradona y amigos.

1977. 1978. En la Argentina gobernaba Videla. En Chile gobernaba Pinochet. Dos personajes siniestros y repugnantes. Lo suficiente como para que comprendamos que ellos tenían demasiado más en común que lo que intentaron instalarnos a través de amenazas de guerra y traiciones regionales.

Los últimos días han tenido una cuota casi idéntica de ilusión por el gran fútbol y patetismo por la provocación de ida y de vuelta de la mano de argumentos que no tienen que ver ni con una pelota, ni con la realidad.

Lo de la pelota es obvio. Respecto de la realidad me gustaría recordar que, un rato antes de que un puñado de militares chilenos decidiera apoyar a los ingleses en la Guerra de Malvinas –33 años después supimos que ese apoyo se debió al eventual conflicto por el Beagle–, otro puñado de militares, pero argentinos, pretendió perpetuarse en el poder provocando uno de los más grandes crímenes de lesa humanidad que recuerda nuestra tierra: mandar al muere a chicos de mi generación –clase 63, número de sorteo 282, ausente de Malvinas por no haber tenido instrucción ya que fui número bajo para la colimba–, muchos de los cuales no conocían ni las armas que no pudieron usar, ni el mar cerca del cual murieron.

Me da una profunda tristeza que desde las redes sociales o los mensajes que se dejan en los programas de radio, de un lado y del otro de la cordillera mezclemos tanto las cuestiones hoy, momento en el que lo que nos enfrentó fue tener los dos mejores equipos de fútbol de la región. Seguro, los más ambiciosos.

También, desde algunos medios. Parece mentira que gente de prensa que vive a diario un fútbol miserable, vacío de visitantes y repleto de ladrones, instale cuestiones vinculadas con el miedo de unos o la arrogancia de los otros. Serán los mismos que, prontamente, hablarían de vergüenza, barbarie y descontrol si eso que siembran se convirtiese en violencia de tribuna. Saben perfectamente que se dirigen a un público que, en algunos casos, no está en condiciones de manejar adecuadamente las provocaciones. Ponemos en mano de un orangután una granada sin espoleta. Y no nos importa.

Doy fe de que la cuestión de la distorsión no fue sólo asunto nuestro. Tuve el honor de ser invitado a participar en un par de programas de radio chilenas y, en ambos casos, hubo que atravesar tanto el asunto de la violencia instalada por una rivalidad que, en el fútbol, no es tal, como el de la receta que tendría Sampaoli para frenar a Messi o si Martino mandaría a Di María a tapar a Isla.

Y mientras de un lado circulaba por cadena de WhatsApp una torpe versión adaptada del “Brasil, decime qué se siente”, del otro se despidió al equipo de su concentración santiaguina con carteles indignos de bien paridos. ¿Por qué habría idiotas de un solo lado de la cordillera?

Puedo entender a regañadientes que ante un momento de fútbol pobre alguno busque la alternativa de llamar la atención apelando a la mugre. Pero por la pretensión constante del seleccionado chileno, equipo que juega como cuadro grande desde el último Mundial para acá, y por la consolidación de una idea fantástica que insinuó la Argentina en el estreno, que afianzó ante Colombia y expresó brutalmente ante Paraguay, la de ayer era una final cuya previa ameritaba más que nunca hablar de fútbol. Y no atizar tristemente un fuego que, curiosamente, estaba apagado desde hace décadas. Porque una cosa es lo que usted piense de “los chilenos” –confieso que he tenido muchísima suerte con mis amigos trasandinos, pese a haber sido corrido a monedazos una vuelta en la Davis de 2000– y otra cosa es que ambos países vivamos en un conflicto permanente, que en realidad no existe.

¿Qué es lo que hace que tantos millones de personas pretendamos resolver alrededor de un partido de fútbol cuestiones que, de ser ciertas, nada tiene que ver con el deporte? ¿Qué pretendemos que hagan Mascherano, Messi, Medel y Vidal que no somos capaces de pretender de Cristina y de Michelle?

En un día de mucha gente yendo a las urnas, los argentinos deberíamos saber dónde y a quién se le reclaman las cosas de valor. Y que un éxito futbolero nos cambia el estado de ánimo durante un rato pero no revive a los muertos en una entradera del Conurbano, ni alimenta al pibe desnutrido, ni le da una mejor vida al jubilado. Ni mete en cana al funcionario corrupto.

Luego, el partido. Un partido decepcionante porque ninguno de los dos equipos se destacó en el aspecto del juego para el que demuestran tener más oficio, mayor vocación. Lo más sencillo sería entrar por el camino de los miedos. Sería faltar a la verdad. Lo que en realidad sucedió fue que los dos invirtieron brutalmente la ecuación éxito-fracaso que exhibieron en el resto del torneo. Tanto Martino como Sampaoli muestran, de modos diferentes, claro está, muchísima más vocación por construir y agredir que por desplegar defensas graníticas.

La Argentina afianzó la dupla Mascherano-Biglia que nació en el Mundial de Brasil como una herramienta clave para soltar casi permanentemente a Zabaleta y a Rojo. El Tata aprovechó aquella ocurrencia de Sabella pero ya no como un recurso para solidificar la estructura defensiva sino para permitirse sumar más gente en ataque, más un hombre con las características de Pastore.

Chile va potenciando un juego de posesión que a veces se contrapone con la característica frenética de sus dos hombres de punta, que ayer aparecieron demasiado frecuentemente por detrás de otros jugadores con menos oficio de área que ellos mismos. Sin embargo, la presencia de Bosejour como uno de los “cinco” del fondo –es mucho más hombre de medio juego exterior y de ataque que de defensa– y el enorme oficio de Isla para atacar por la banda derecha son parte de esa impronta de equipo protagonista que Chile viene buscando desde la llegada de Bielsa, con un correlato nítido de su heredero.

A esos equipos nadie debería ponerle en duda la ambición. Ni criticar la falta de ajuste que esa ambición les provoca en defensa.

Anoche fue diferente. Tanto como para encontrar de los dos lados a las principales figuras de la mitad de la cancha hacia atrás.

Chile tuvo su rato de superioridad cuando, al comienzo, dejó en claro que tenía más jugadores para desdoblarse en la recuperación y el avance que su adversario. Después, en un partido parejo, finalmente impreciso y que empezó con piernas ásperas y terminó con piernas tiesas, la Argentina dejó una leve sensación de superioridad. Fundamentalmente en el par de ocasiones nítidas más que dispuso respecto de su rival.

Los penales sacaron del maleficio histórico a los chilenos y, durante muchas de las horas que se vienen, llenarán el aire de reclamos de éxito por parte de la prensa y la opinión pública argentina.

Por lo pronto, fue una final en la que el entorno tuvo, previsiblemente, cero influencia. Se jugó como se jugó por las características, los momentos y las decisiones de los jugadores. Con más errores que aciertos, con el infortunio de la pronta salida de Di María, de enorme influencia en el resto del juego y el coraje descomunal de Mascherano, cuyas piernas aún se estarán preguntando cómo es que su cerebro y su corazón las siguieron haciendo correr. Pero nada de esto fue consecuencia de las bravuconadas, las provocaciones, Pinochet, las Malvinas y Chito Faro, ese de “Cuando pa’ Chile me voy”.

Sin ignorar la impericia que hubo para ser claramente superior al adversario en la final –aun jugando mal, como contra Jamaica, o peleándola, como contra Uruguay, Argentina siempre lo había sido hasta entonces– y de la perplejidad que provoca ver a un tremendo campeón como Messi sin poder levantar la copa una vez más en competencias oficiales de mayores con la celeste y blanca, sigo convencido que el seleccionado de Martino se trajo de Chile algo más valioso y duradero que un título: una identidad.

© Escrito por Gonzalo Bonadeo el domingo 05/07/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 24 de marzo de 2015

Los Golpes de Estado políticos y empresariales... De Alguna Manera...

Videla: "Los políticos incitaban al golpe, los empresarios también"…

Análisis sobre la relación del empresariado y la dictadura durante el último golpe de Estado. El último golpe de Estado fue el más organizado de todos los que ocurrieron en nuestro país. Las primeras conversaciones ocurrieron, de manera informal, nueve meses antes, cuando el general Jorge Rafael Videla fue nombrado jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, durante el gobierno constitucional de la presidenta Isabel Perón.

En una de las entrevistas para mi libro Disposición Final, Videla sostuvo que “la planificación del golpe en forma orgánica comienza luego, cuando me convierto en comandante en jefe del Ejército”, el 28 de agosto de 1975, cuando, durante una crisis militar y política, el Ejército impuso a la Presidenta la designación de Videla.

“En ese momento, empiezo a recibir visitas de gente interesada en verme”, agregó.

 A esa altura, el gobierno peronista estaba muy debilitado: un drástico programa de ajuste económico, bautizado el “Rodrigazo” por el apellido del ministro de Economía, Celestino Rodrigo, había derivado en la primera huelga general contra un gobierno peronista y en la salida del hombre fuerte del gobierno, José López Rega.

Todo eso en medio de una densa violencia política, con distintos grupos armados, de izquierda y de derecha, que en 1975 cometieron 1.065 asesinatos por razones políticas. En las vísperas del golpe, cada cinco horas ocurría un atentado y cada tres estallaba una bomba, según el diario La Opinión, de Jacobo Timerman.

Fue el golpe más preparado y comentado de la historia nacional; tanto fue así que los últimos tres meses y medio del gobierno peronista fueron utilizados por los militares para elaborar las listas de personas que serían detenidas luego del 24 de marzo de 1976 a lo largo y ancho del país.“No era una situación que nosotros pudiéramos aguantar mucho: los políticos incitaban, los empresarios también; los diarios predecían el golpe. La Presidente no estaba en condiciones de gobernar. El gobierno estaba muerto”, dijo Videla.


Los principales actores políticos y económicos jugaban al golpe, incluidos los grupos guerrilleros, que pensaban que el retorno de los militares al poder los favorecería porque, de esa manera, la mayoría de los argentinos comprenderían quiénes defendían, de verdad, sus genuinos intereses.

Basta recordar el comunicado del Ejército Revolucionario del Pueblo, uno de los principales grupos armados, hace hoy 39 años: “Es el comienzo de un proceso de guerra civil abierta que significa un salto cualitativo en el desarrollo de nuestra lucha revolucionaria”.


Esas listas de detenidos derivaron en miles de asesinados y desaparecidos.

Según Videla, los militares protagonizaron el golpe de 1976 con un consenso básico: “Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni tampoco fusiladas. El dilema era cómo hacerlo para que la sociedad le pasara desapercibido. Por eso, para no provocar protestas dentro y fuera del país, se llegó a la decisión de que esa gente desapareciera”.

Antes de morir, en 2013, Videla asumió en Disposición Final la responsabilidad de esa “decisión”, y sostuvo que, si bien tenía “un peso en el alma, no estoy arrepentido de nada ni ese peso me saca el sueño. Duermo muy tranquilo todas las noches”.

© Escrito por Ceferino Reato, editor ejecutivo de la revista Fortuna, el martes 24/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 18 de noviembre de 2014

Pepe Eliaschev... Q.E.P.D. Pepe Querido... De Alguna Manera...

Murió el periodista Pepe Eliaschev...


Falleció tras un cáncer de páncreas esta madrugada en Buenos Aires, según confirmó la Agencia Judía de Noticias.

Pepe Eliaschev venía luchando contra un cáncer de páncreas hace varios meses, según pudo confirmar la Agencia Judía de Noticias. Hace diez días empeoró su estado de salud por lo que tuvo que ser internado. Falleció en la madrugada de hoy en Buenos Aires a los 69 años.

José Ricardo Eliaschev nació en Buenos Aires el 31 de mayo de 1945, nieto de inmigrantes judíos que llegaron a la Argentina a comienzos del siglo XX, y estuvo muy vinculado a la comunidad judía.

Debutó en el mundo del periodismo en el año 1964, en la revista Todo y siguió en medios gráficos como Gente, Confirmado y Análisis, entre otros. Dio el salto a la radio en 1967, con ¿Y vos quién sos?, por Radio Municipal. En  noviembre de 1974, cuando trabajaba como redactor de la revista El Descamisado, fue amenazado por la organización peronista Alianza Anticomunista Argentina, por lo que partió al exilio en Caracas.

Durante su exilio vivió en Venezuela, Estados Unidos y México. A su regreso a Buenos Aires, tras la recuperación de la democracia, fue columnista y conductor de programas en Radio Continental. Además participó en el ciclo televisivo Badía & Cía., por Canal 13.

Entre los años 1985 y 1986 condujo por ATC su programa Cable a Tierra y entre 1993 y 2008 realizó su ciclo televisivo semanal Pepe Eliaschev por las señales de cable CVN, Plus Satelital y América 24.

Su programa insignia radial Esto que Pasa se mantuvo veinte años al aire sin interrupción hasta su levantamiento en 2005, año en el que Eliaschev recibió el premio Martín Fierro por Mejor Programa Periodístico en Radio. El columnista regresó con el mismo ciclo en marzo de 2012 a Radio Mitre.

A lo largo de su carrera periodística entrevistó a personalidades como Cassius Clay, Ted Kennedy, Jorge Rafael Videla, Raúl Alfonsín, José Mujica, Eduardo Frei, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato y Augusto Roa Bastos.


© Publicado el martes 18/11/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.