Videla: "Los
políticos incitaban al golpe, los empresarios también"…
Análisis sobre la
relación del empresariado y la dictadura durante el último golpe de Estado. El último golpe de Estado fue
el más organizado de todos los que ocurrieron en nuestro país. Las primeras
conversaciones ocurrieron, de manera informal, nueve meses antes, cuando el
general Jorge Rafael Videla fue nombrado jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas,
durante el gobierno
constitucional de la presidenta Isabel Perón.
En una de las entrevistas para mi
libro Disposición Final, Videla sostuvo que “la
planificación del golpe en forma orgánica comienza luego, cuando me convierto
en comandante en jefe del Ejército”, el 28 de agosto de 1975, cuando, durante una
crisis militar y política, el Ejército impuso a la Presidenta la
designación de Videla.
“En ese momento, empiezo a
recibir visitas de gente interesada en verme”, agregó.
A esa altura, el gobierno peronista estaba muy debilitado: un drástico programa de ajuste económico, bautizado el “Rodrigazo” por el apellido del ministro de Economía, Celestino Rodrigo, había derivado en la primera huelga general contra un gobierno peronista y en la salida del hombre fuerte del gobierno, José López Rega.
A esa altura, el gobierno peronista estaba muy debilitado: un drástico programa de ajuste económico, bautizado el “Rodrigazo” por el apellido del ministro de Economía, Celestino Rodrigo, había derivado en la primera huelga general contra un gobierno peronista y en la salida del hombre fuerte del gobierno, José López Rega.
Todo eso en medio de una densa
violencia política, con distintos grupos armados, de izquierda y de derecha,
que en 1975 cometieron 1.065 asesinatos por razones políticas. En las vísperas
del golpe, cada cinco horas ocurría un atentado y cada tres
estallaba una bomba, según el diario La Opinión, de Jacobo Timerman.
Fue el golpe más
preparado y comentado de la historia nacional; tanto fue así que los últimos
tres meses y medio del gobierno peronista fueron utilizados por los militares
para elaborar las listas de personas que serían detenidas luego del 24
de marzo de 1976 a lo largo y ancho del país.“No era una situación que
nosotros pudiéramos aguantar mucho: los políticos incitaban, los empresarios
también; los diarios predecían el golpe. La Presidente no estaba en condiciones
de gobernar. El gobierno estaba muerto”, dijo Videla.
Los principales actores políticos
y económicos jugaban al golpe, incluidos los grupos guerrilleros, que pensaban
que el retorno de los militares al poder los favorecería porque, de esa manera,
la mayoría de los argentinos comprenderían quiénes defendían, de
verdad, sus genuinos intereses.
Basta recordar el comunicado del
Ejército Revolucionario del Pueblo, uno de los principales grupos armados, hace
hoy 39 años: “Es el comienzo de un proceso de guerra civil abierta que
significa un salto cualitativo en el desarrollo de nuestra lucha
revolucionaria”.
Esas listas de detenidos
derivaron en miles de asesinados y desaparecidos.
Según Videla, los militares
protagonizaron el golpe de 1976 con un consenso básico: “Había que eliminar a
un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la justicia ni
tampoco fusiladas. El dilema era cómo hacerlo para que la sociedad le pasara
desapercibido. Por eso, para no provocar protestas dentro y fuera del país, se
llegó a la decisión de que esa gente desapareciera”.
Antes de morir, en 2013, Videla
asumió en Disposición Final la responsabilidad de esa “decisión”, y
sostuvo que, si bien tenía “un peso en el alma, no estoy arrepentido de
nada ni ese peso me saca el sueño. Duermo muy tranquilo todas las noches”.
© Escrito por Ceferino Reato, editor ejecutivo de la revista Fortuna, el martes 24/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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