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viernes, 21 de enero de 2022

José Luis Cabezas. A 25 años de su asesinato... @dealgunamenraok...

 A 25 años del asesinato de Cabezas, 25 periodistas mantienen su recuerdo presente… 

José Luis Cabezas (1961-1997) Fotografía: CEDOC

En el 25° aniversario de su crimen, el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) invitó a 25 periodistas para que lo recuerden con anécdotas vividas junto a él y reflexiones sobre lo que su muerte representa para el periodismo argentino.

 

Publicado el jueves 20/01/2022 por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


 

1) Gabriel Michi, amigo y compañero de cobertura.

25 años de aquel 25. Un cuarto de siglo de ese siniestro día de enero de 1997 en que nuestra historia cambió para siempre. La de mi compañero y amigo José Luis Cabezas, mi cómplice en tantas "aventuras" periodísticas. La de su familia desgarrada. La de sus compañeros devastados. La de todo el periodismo shockeado. La de una sociedad conmovida. La de un país golpeado.

25 años en que en la Argentina ocurría el peor ataque a la Libertad de Expresión desde que regresó la democracia. Un ataque que pretendió silencio, pero que obtuvo todo lo contrario. Se transformó en un grito ensordecedor contra la barbarie, contra la injusticia, contra la corrupción, contra las mafias.

Esas mafias que buscaron seguir construyendo poder desde la impunidad. Pero no pudieron. Porque José Luis, el mismo al que pretendieron ausentar, estuvo más presente que nunca. En cada uno de sus colegas comprometidos, en cada ciudadano de bien, en la mirada dolorosa y demandante de justicia de su familia. Todos fuimos, somos y seremos José Luis Cabezas. Porque nos duele hasta el desgarro su ausencia. Pero a ellos, sus asesinos, les pesa su presencia. ¡Cabezas, presente! ¡Ahora y siempre! 

2) Alejandra Daiha, directora de la revista Noticias

Fue extraño para quienes compartimos redacción con él, aceptar que aquel José Luis divertido, cabrón, padrazo y empeñado en ser un gran fotógrafo, se convirtiera en una pancarta. Ese retrato suyo en blanco y negro que dio vueltas al mundo no debió ser más que una foto carnet, pero se hizo bandera y lo congeló en el tiempo. A los demás, que pudimos envejecer, su crimen nos plantó la tristeza de saber que  también en democracia el periodismo se puede pagar con la vida. Cabezas no era un kamikaze. Debió haber cumplido hace unos meses los 60. Me lo imagino igual. Subiéndose a mesas, sillas y escaleras para lograr esas fotos desde arriba que fueron su sello. No te olvidamos, “chabón”. 

3) Pablo Sirvén, actual secretario de redacción del diario La Nación; por entonces, editor general de la revista Noticia.

Bolsa de carbón encima de cajón de fruta vacío. Así me enseñó a hacer asados José Luis Cabezas en uno de los dos veranos que compartimos temporada en Pinamar haciendo notas para la revista Noticias. Cantaba fuerte «Dame un limón», de Divididos, que hacía sonar todo el tiempo en el auto en el que nos movíamos entre bosques y mares.

Divertido, protestón, hiperprofesional, buscaba la mejor luz en el primer y último sol del día para lograr sus fotos increíbles. Tenía conciencia de los peligros a los que se exponía, pero su dedo haciendo clic siempre pudo más. 

4) Jorge Fontevecchia, presidente y CEO del Grupo Perfil

En el resto de América Latina el asesinato de periodistas es una práctica aún no desterrada. La reacción de la sociedad argentina ante la muerte de José Luis Cabezas, enseñó a los bárbaros que asesinar a un periodista terminaba teniendo consecuencias peores para ellos mismos. La impunidad que en otros crímenes aún se mantiene, se convirtió en imposible en el asesinato a un periodista por la enorme visibilidad que el hecho tendría. José Luis Cabezas con su vida salvo la de muchos periodistas durante el último cuarto de siglo. Y lo seguirá haciendo. 

5) Paula Moreno Román, presidenta de FOPEA

A un año de la muerte de José Luis Cabezas, la ciudad de Esquel inauguró una de las primeras esculturas que tuvo el país homenajeando a nuestro querido colega y reclamando por la búsqueda de la verdad y la justicia.

Gabriel Michi, María Cristina Robledo y Daniel Das Neves (UTPBA) compartieron un conmovedor momento de unión alrededor de aquel monumento ubicado frente al edificio de los Tribunales de Esquel con los ojos de José Luis tallados en la piedra y la mirada profunda clavada en el símbolo de la justicia.

Cabezas no es, fue ni será “un caso”. Es la lucha constante contra el olvido y la impunidad que ha logrado unir a la comunidad periodística de la Argentina. Desde este rincón del país cada 25 de enero se vuelve a gritar “Cabezas, Presente”. 

6) Edi Zunino, condujo el equipo de la revista Noticias que investigó su homicidio

Siempre me resistí a convertir a José Luis Cabezas en bandera, primero porque fue una persona común y corriente; segundo, porque había sido un compañero de trabajo con el que valía la pena compartir horas y horas de creatividad (mis viajes laborales al exterior más inolvidables fueron "en pareja" con él); y tercero, tal vez, por suponer que pasarlo al terreno de lo simbólico le quitaria sustancia a mi propia vida. Claro que 25 años después de haber tenido 30 y pico, uno ha vivido el tiempo suficiente para ir tomando dimensión de la época histórica que le tocó vivir. La mía es la de la guerra de Malvinas, la recuperación democrática y el homicidio de Cabezas. No sé muy bien aún qué querrá decir todo eso junto, pero de tales materiales también estoy hecho y eso, en gran medida, soy. Cabezas está en mi modo de entender la Argentina y el periodismo. Todos los días. Sin falta. Es una marca de supervivencia. El efecto flash de un faro. Un tatuaje moral. 

7) Guillermo Cantón, amigo y compañero de trabajo

Querido José Luis: Parece que hay mucha gente que quiere saber de vos, te diría que todos me preguntan. Sé que no te va a molestar, porque nos tenemos confianza y, seamos sinceros, te encanta. Hoy, para que te sientas orgulloso, todos hablan de vos. Les digo que eras bueno con tus hijos, malo con los malos, irremplazable con Cristina, ingenuo con los ojos, franco con la risa, incansable con la cámara, transparente de corazón, curioso de oficio, amplísimo de amigo y fraternal conmigo. Para los desmemoriados llevamos una cinta negra en tu memoria. Yo no llevo un luto. Llevo prendida una carcajada tuya de repuesto. Gracias por todo y hasta la próxima. 

8) Norma Morandini, periodista y escritora. En la época era la corresponsal de la revista española Cambio 16 y el diario O'Globo de Brasil

El día que asesinaron a Jose Luis Cabezas, una amiga brasileña, Claudia Merian, casada con el entonces Agregado cultural de la Embajada de Francia, que fue quien introdujo a José Luis como fotógrafo de la embajada, me llamó para decirme que la fotografía en la que se nos ve juntas, la había tomado Cabezas. Fui a buscar la fotografía, y me impresioné porque el vidrio del portaretrato estaba partido a la mitad. Así la dejé. Tengo la foto en un lugar visible y cada vez que la miro, recuerdo a José Luis. 

9) Santo Biasatti, periodista de NET Tv

No se olvide de José Luis Cabezas. Contra la impunidad siempre. El mejor homenaje que podemos hacerle es mantener con firmeza el principio de exigir justicia. No olvidamos a sus asesinos. Algunos conviven con nosotros. No olvidamos a los que callaron ni tampoco a los que renunciaron a brindarle todo su apoyo a la familia. Recordar no es un delito. Ocultarlo fue y es de miserables. 

10) Ítalo Pisani, editor general del Diario Río Negro

Los anticuerpos que nos dejó a todos la contundente reacción social por el crimen brutal de José Luis Cabezas 25 años atrás, no pueden -no deben- tener caducidad. Esta tragedia dio un giro en nuestra historia: desenmascaró a las mafias del poder, a la deleznable policía, a la impunidad. También cerró grietas entre trabajadores de prensa y puso en valor al periodismo profesional que busca la verdad cueste lo que costare. Jamás arriemos la bandera inspirada en el clamor de los papás de José Luis: “No se olviden de Cabezas”. 

11) Fanny Mandelbaum, periodista de Radio Conexión Abierta

Era enero de 1997. Yo estaba veraneando en Punta del Este y me entero del asesinato de Jose Luis. Me llaman del canal para avisarme que me mandaban una cámara porque venía el por entonces presidente Carlos Menem a presentar un libro de Emilio Perina y dar una conferencia de prensa. En el ínterin, Osvaldo Menendez, un colega de Radio Mitre que estaba cubriendo la temporada, me comenta que sería bueno que todos los periodistas fuéramos con una cinta negra para expresar nuestro dolor. Le dije que era una idea maravillosa. Compramos cinta, alfileres. Las corté y armé los lazos negros.

Uno de los jefes de noticias de Telefe me dijo que no hiciera preguntas inconvenientes. Yo le contesté que no había preguntas inconvenientes. Si no podía preguntar lo que yo quería, no iba a preguntar nada y así fue. Les conté esto a mis colegas, les dije que preguntaran ellos. Sólo puse el micrófono, pero fuimos todos con la cinta negra. 

12) Fernando J. Ruiz. Profesor de Periodismo y Democracia de la Universidad Austral. Expresidente de FOPEA (2019 - 2021)

Los ojos de Cabezas interpelan al periodismo, y no se sostiene la mirada. Los periodistas que en 1997 marcharon juntos, están desunidos. La discusión sobre dónde está el poder al cual hay que enfrentar y dónde está la verdad, confundió las brújulas. Aquel bloque profesional uniforme es hoy una comunidad quebrada y débil, casi sin referentes. No es distinto a lo que ha pasado otras veces en la historia y en muchos otros países, pero este ciclo de ruptura se alargó demasiado. José Luis y Gabriel Michi hacían periodismo, no política partidaria. A eso hay que volver. Sabemos los riesgos, pero la democracia lo exige. 

13) Diego Pietrafesa, Telefe Noticias, Secretario de Derechos Humanos del Sindicato de Prensa de Buenos Aires, SIPREBA

Mirar y contar.

Vos, con tus ojos en ofrenda.

Vos, contra lo conveniente y lo cómodo.

Vos, contra los dueños de todo.

Vos, con la más humana de las épicas: hacer lo que se pueda, cómo y dónde se pueda, pero nunca menos.

Vos, a golpes de cámara contra el falso glamour y otras vanidades de oropel.

Vos, oficio de lo cotidiano, relámpago de dignidad en la precariedad profesional, salarial, laboral y moral.

Vos, compañero.

Los trabajadores de prensa caminamos por tus huellas.

¡José Luis Cabezas, Presente! 

14) Lorena Maciel, periodista de Todo Noticias

El crimen de Jose Luis Cabezas marcó un antes y un después en mi vida y, sin duda, en mi carrera profesional. Apenas había pasado los 20 años y Radio Mitre confíó en mí a la hora de ponerme al frente de la cobertura del caso. Yo me ofrecí, obvio, no quería perderme nada.

No me entraba en mi cabeza semejante crimen, no paraban de aparecer en mi mente la carita de Candela de 6 meses, de su mujer Cristina, sus otros dos hijos también chicos. El auto blanco, Gabriel Michi desconsolado, la fiesta en lo de Andreani, la cava, la bota quemada, la tapa de Noticias, y Yabrán, si claro, Yabrán caminando en traje de baño e inmortalizado por una foto de Cabezas.

No fue un año, fueron más de 3 años donde mi vida estuvo íntimamente ligada a la investigación. Pedí en la radio especializarme en judiciales y estar yo a cargo del caso.

Gracias a la insistencia del periodismo y de la sociedad en general se llegó a la verdad o casi toda la verdad, estoy convencida que hay muchas cosas que nunca llegaremos a saber. Cabezas fue y es un emblema de hasta dónde puede llegar el periodismo independiente. Ese que no responde a ningún otro interés que el de informar con pruebas. 

15) Oscar E. Balmaceda, periodista y escritor

Estuve en Dolores y aledaños 21 meses - desde febrero de 1997 hasta noviembre de 1998 - cubriendo para La Nación la investigación por el asesinato de José Luis Cabezas. Durante ese lapso, conocí hasta el último de los personajes del capítulo que cerró la saga criminal que incluye los homicidios de María Soledad Morales, en 1990, y del soldado Omar Carrasco, en 1994.

Y lo que sigue repicando en mi memoria son algunas de sus sentencias: “Yo soy delincuente, pero yo no maté a este muchacho” (Margarita Di Tullio, alias “Pepita la Pistolera); “Me tiraron un muerto” (Eduardo Duhalde, gobernador de Buenos Aires); “A Cabezas lo mataron por el trabajo que estaba haciendo” (José Luis Macchi, juez de la causa). 

16) Fabio Ariel Ladetto, periodista de La Gaceta de Tucumán. Expresidente de FOPEA (2011 - 2015)

¿Dónde hubiese estado el 21 de diciembre de 2001, qué mirada hubiese captado de los nueve presidentes que ocuparon la Casa Rosada en este siglo, desde qué ángulo hubiera inmortalizado la pandemia?.

Una ausencia se puede medir por los vacíos que deja, los momentos que no se comparten, las preguntas sin respuestas...

Por eso, cada vez que se dice "José Luis Cabezas, presente" se trata de desafiar su muerte, de repudiar su crimen y de eludir el olvido. 

17) Gabriela Carchak, periodista de C5N

No fue un asesinato. Fue el intento de amordazar a un periodista, a un medio, a un pueblo, a un país. Pero los argentinos gritaron y gritaron fuerte. Tanto, que ese fotógrafo asesinado por hacer su trabajo se convirtió en un símbolo de la libertad de expresión y la lucha colectiva por mantenerla. El crimen de José Luis Cabezas marcó un antes y un después no sólo en la toma de conciencia de lo que el periodismo significa, sino también, en la confianza en el  castigo, que aunque tarde, llega a quienes  se creen impunes y dueños de la vida de los demás. 

18) Emilia Delfino, periodista de CNN en Español y elDiarioAR

La fotografía que José Luis Cabezas tomó al empresario Alfredo Yabrán en febrero de 1996, un año antes de ser asesinado, la imagen por la que fue asesinado, fue y es una acción perfecta de periodismo de investigación: la exposición del poder real, del poderoso oculto, retratado, iluminado por el ojo de un fotoreportero, en base a un trabajo de investigación previo que Cabezas realizó con el equipo que integraba. Como su acción, Cabezas estará siempre presente, como el reclamo de justicia de su familia y amigos. 

19) Gustavo Carabajal, periodista de La Nación

Nada fue igual en mi vida después del asesinato de José Luis Cabezas. Durante más de un año realicé la cobertura informativa del caso para el diario La Nación y recuerdo una imagen de su hija menor, Candela. Tenía poco más de un año y escuchaba por la televisión el grito de "Cabezas, presente" que retumbaba en una de las marchas. Ella en su inocencia miraba y escuchaba atónita, cómo desde la pantalla surgía con energía, el reclamo de Justicia por su padre. 

20) Liliana Caruso, periodista de Policiales y Judiciales en América Noticias y A24

El asesinato de José Luis sacudió sin distinciones. Fue la muerte brutal de un laburante, fotógrafo sencillo que desenmascaró el poder. Y el caso movilizó a una sociedad que se enteraba de la manera más brutal de las operatorias de las bandas mixtas formada por delincuentes comunes y policías. Su muerte sigue doliendo porque queda la sensación de que los asesinos la sacaron barata. Una justicia a medias. Pero por suerte queda la memoria: como en una plaza de V. Domínico que lleva su nombre y sus ojos eternos, esos que tienen la capacidad de hablar. 

21) Hipólito Sanzone, cubrió el caso para EL DIA de La Plata

El martirio de José Luis Cabezas trascendió su propio horror, por todo lo que le permitió a la sociedad ver que no había visto o no quería ver. Antes de ese final hubo una trama de aprietes, condicionamientos y mensajes pesados a otros periodistas de otros medios y en diferentes circunstancias y no siempre a cargo de los mismos actores. La muerte de Cabezas permitió ver que no todo en esa Argentina era la "alegría" de la pizza y el champagne.

Personalmente, me involucré por la cobertura que me asignó el diario El Día de La Plata en un trabajo de largos meses, en el que me quedó la impresión de que todavía no se llegó a la verdad revelada. Que hay personajes todavía impunes y circunstancias nunca debidamente aclaradas. Puede pensarse que todo eso poco importa ante el recuerdo de la única víctima y su sufrimiento, pero también es posible que su memoria merezca esa verdad revelada que, en lo personal, sigo considerando esquiva.
 

22) Liliana Franco, periodista en Ámbito Financiero

El asesinato de José Luis Cabezas fue un antes y un después para el periodismo local. Fue tomar conciencia de que investigar, denunciar, podía costar la vida. Una foto, la prueba del buen trabajo periodístico, fue la causa de que hoy tengamos que recordar a José Luis.

Creo que la mejor manera para que la muerte de José Luis no haya sido en vano, es que, nosotros los periodistas, apoyemos los trabajos de investigación de nuestros colegas, que reaccionemos colectivamente cuando desde el poder se intente menoscabarlos o ningunearlos. Que recordemos que José Luis fue mandado a matar por sacar una foto, es decir cumplir con su trabajo. 

23)  César Sánchez Bonifato, periodista

El asesinato de José Luis Cabezas ocurrió cuando Carlos Menem era Presidente y nuestro país fue vendido a espúreos intereses internacionales. Se liquidaron YPF, Fabricaciones Militares, cerraron puertos, paralizaron los ferrocarriles, se mantuvieron "relaciones carnales" con los EE.UU., barcos argentinos fueron enviados a participar de la invasión extranjera a Kuwait, se negoció con el libanés Kadhaffi, explotó la ciudad cordobesa Río Tercero dejando a muchos compatriotas muertos.

En dicho marco, hubo asimismo empresas argentinas involucradas en turbios acuerdos. Un consorcio manejado por el empresario entrerriano Alfredo Yabrán fue uno de los beneficiados. El colega Cabezas lo descubrió en la costa atlántica y su imagen se hizo pública. Al poco tiempo, fue asesinado.

Además, se informó que Yabrán "se suicidó", pero su cuerpo nunca fue mostrado.

El caudillo riojano Menem terminó aliándose a los Kirchner y mantuvo una banca en el Senado, hasta su muerte. "El Caso Cabezas" conmocionó al periodismo argentino. Se trató de un emblemático episodio, jamás aclarado completamente por la Justicia. 

24) Oscar Ángel Flores, periodista de Radio Universidad de San Luis

En San Luis, el suceso del asesinato de José Luis Cabezas generó conmoción entre el plantel periodístico general de la provincia. Aunque no conocí personalmente al compañero reportero gráfico, las publicaciones periodísticas originadas ese año me permitieron descubrir el perfil de José Luis. La figura más conocida de nuestro colega Gabriel Michi nos acercó a la historia completa de aquel suceso que conmovió al país y dejó al descubierto el entramado mafioso existente en el poder mismo de la Argentina.             

Así, los periodistas Puntanos se organizaron y dejaron instaurado en un pequeño monumento nuestro reconocimiento a José Luis Cabezas en pleno centro de la ciudad Capital. También se impulsaron actos cada año bajo la consigna "No nos olvidemos de Cabezas" para seguir procurando Justicia en contra de aquellos que persigan y pongan en peligro a las y los comunicadores que se exponen en la búsqueda de la verdad. 

25) Alicia Miller, periodista e integrante de la Comisión Directiva de FOPEA

“Un hachazo invisible y homicida”. Miguel Hernández describía así el estupor ante una muerte de gigante significado. Sentí igual el asesinato de José Luis Cabezas, que pudo ser uno de mis colegas cercanos o yo misma. Del peor modo, supe que el coraje no es opción sino obligación. Y que la protección constitucional al periodismo en resguardo de los derechos ciudadanos no servirá de nada sin una democracia basada en el respeto hacia quien piensa distinto, sin un consenso de especial tolerancia hacia aquello que nos contraría, contradice o señala.

Este texto colaborativo generado desde el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) está a disposición para su libre publicación con el correspondiente crédito.


lunes, 13 de julio de 2020

Espías y periodistas... @dealgunamanera...

Espías y periodistas


Se persigue la opinión con amenazas judiciales, ataques y descalificaciones personales que intimidan y son más graves cuanto mayor es la responsabilidad pública.

© Escrito por Norma Morandini (*) el jueves 09/07/2020 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Si el espionaje se define como el conjunto de prácticas para obtener la información oculta por el secreto o la confidencialidad, en todo buen periodista hay un espía. Él es el que se prepara profesionalmente para buscar lo que está oculto, desconocido. Nunca en beneficio propio sino de la ciudadanía. Sea el manejo de los dineros públicos, la gestión de los recursos, la conducta pública de los servidores del Estado o la irresponsabilidad de los ciudadanos.

Todo lo que tiene que ver con el interés común es materia periodística. Todo lo que los seres humanos hacemos en el espacio que compartimos, la vida pública, la política, lo que afecta a los otros, es de interés público. Pero a diferencia de la práctica habitual de los espías del Estado, los periodistas tienen prohibido el soborno y la extorsión. 

Quien paga por la información es una escriba a sueldo, un mercenario, nunca un periodista. En un país como el nuestro, dominado por el ocultamiento, el secreto y el autoritarismo que los ampara, no se termina de aceptar que en democracia la información es un derecho de la sociedad y la protección de las fuentes no es un privilegio del periodista sino la garantía por la función que cumple como mediador y gestor del valor simbólico de la libertad de expresión.

Ese desprecio a la prensa y la presión del poder tergiversaron el trabajo periodístico, no sólo por la dificultad para acceder a las fuentes sino porque propiciaron la actividad de esos mercaderes de la información, los desleales espías del estado que siguieron haciendo en democracia lo que aprendieron con la dictadura.

Los temidos servicios de inteligencia a los que ningún gobierno democrático subordinó a la ley que prohíbe el espionaje a los ciudadanos de a pie, sean periodistas o políticos. La distorsión viene de lejos, desde el inicio mismo de la democracia cuando las denuncias de la prensa se interpretaban como atentados a la democracia.

Desde entonces se naturalizaron expresiones odiosas como “carne podrida” para calificar la información de estos falsos espías reproducida por los falsos periodistas. En las últimas décadas, las de mayor desdén a la prensa, las llamadas “operaciones” son una confesión de esa distorsión por la divulgación de información interesada, ya sea la que paga la pauta oficial para silenciar o propaganda travestida de información.

Pero, ahora, ya no se discute la información, ahora se persigue la opinión con amenazas judiciales, ataques y descalificaciones personales que intimidan y son más graves cuanto mayor es la responsabilidad pública, como sucede con el Presidente, la máxima investidura del Estado, que sacrifica su obligación constitucional de proteger y respetar el derecho a la disidencia y la opinión para mantener un poder político sectario.

El mismo que en su versión primera sinceró su combate a la “prensa hegemónica”, puso los medios públicos al servicio del gobierno y hoy avanza un casillero más en la violación del derecho humano fundamental al decir sin persecución, con un Presidente que directamente refuta opiniones, pelea con los periodistas hombres y a las mujeres las manda a estudiar.

Pero si la década kirchnerista ideologizó las carreras de periodismo donde se confunde la comunicación con la información y los jóvenes aprenden a despreciar las empresas periodísticas en las que tendrán que aprender a trabajar, el daño mayor recae sobre una sociedad agobiada que tiene miedo de decir lo que piensa para no padecer los insultos del máximo poder y las maldiciones de los partidarios que se escudan en el anonimato o utilizan la tecnología para infectar la convivencia y manipular la opinión pública con mentiras organizadas, tal cual se denunciaron en países con los que Argentina no disimula identificación.

En el mismo momento en el que en Argentina se intenta criminalizar a la prensa, acusando a los periodistas críticos de ser espías, en Rusia, con la misma acusación de espionaje terminan de encarcelar a uno de los pocos periodistas que quedan en la cada vez más intimidada prensa de Moscú. Si el corazón de la democracia es la libertad de expresión ya no se trata de amenazas a la prensa sino del desmantelamiento de la democracia.

Se equivocan los que evitan la crítica para no ahondar la grieta. Por comodidad o cobardía los argentinos entregamos un lazo para que luego nos enlacen.

Quien no aprecia la libertad termina actuando como un esclavo. En estos tiempos en los que muchos se arrogan una superioridad moral para decirnos que leer y pensar, el desafío y coraje para defender nuestros derechos es no responder con agravios ni insultos no solo porque nos asisten los derechos constitucionales sino porque la verdadera superioridad moral es la que reconoce la igualdad y respeta la dignidad ajena, sobre todo, para defender una convivencia pacífica sin la contaminación del odio y la violencia que han impedido el progreso y la prosperidad de nuestro país.

(*) Norma Morandini es periodista y ex senadora nacional.






viernes, 18 de octubre de 2019

Los espías de la libertad… @dealgunamanera...

Los espías de la libertad…

Permanece la natural tensión que debe existir entre el periodismo y el poder. Ilustración: Horacio Cardo.

"Subversivos”, la palabra escrita en grandes letras, podía leerse desde lejos en la portada de la revista Cabildo, un pasquín de la ultraderecha que había apoyado a la dictadura militar. Con la mentalidad burocrática de los ficheros policiales, los nombres de una centena de periodistas llenaban las páginas de esa revista. En la lista figuraban casi todos los periodistas conocidos, o cuyos artículos habían sido analizados bajo la lupa de los espías del Estado a la caza de subversivos.

© Escrito por Norma Morandini, periodista, ex senadora nacional, el miércoles 16/10/2019 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

He contado más de una vez la anécdota porque nada revela mejor esa concepción autoritaria que equipara la prensa con un delito; dejó centenas de periodistas desaparecidos y al imponer el terror congeló la libertad individual, la más eficaz de las censuras. Importa volver a narrar ese episodio sucedido en el final de la dictadura, ahora, que bajo el sistema de la legalidad democrática se vuelve a penalizar la actividad de los periodistas. Una malversación, si no intencionada, al menos ignorante de esas funciones en democracia, la de los periodistas que cuando son valientes e independientes “espían”, en beneficio de la ciudadanía, lo que los poderes buscan ocultar; en cambio, los agentes de inteligencia cometen delito cuando se meten y hurgan en la vida privada de las personas.

Han pasado más de 30 años, la democratización fue liberando ese chaleco de fuerza del terror con leyes que protegen la actividad periodística y garantizan el derecho de la sociedad a ser informada. Sin embargo, hoy preocupa que persista la idea de delito nada menos que en la letra de un juez y la bendición de los que por indagar en las lacras del pasado ejercen una superioridad de comisarios morales.

Esa “pasión por la censura”, la expresión de otro Premio Nobel, de literatura, el sudafricano John Maxwell Coetzee que por haber vivido en una sociedad totalitaria, la de la supremacía blanca, escribió un ensayo “Contra la censura” para comprender qué se expresa detrás de esa manía de “silenciar y censurar”. Si en el fin de la dictadura, ironizar en una asamblea de periodistas, como hice, para que los que no figuraban en la lista de la revista pidieran ser incluidos, era toda una definición política ya que para las tiranías la que es subversiva es la prensa.

Hoy debiéramos pedirle a la Comisión de la Memoria de La Plata que preside el Premio Nobel de la Paz, Pérez Esquivel, reconstruya históricamente la censura de la dictadura, las persecuciones, las mordazas y la responsabilidad que tuvieron los agentes de inteligencia, los “temidos servicios” que se hacían pasar por periodistas para mentir sobre las acciones de la “guerra sucia”, enfrentamientos que en realidad eran fusilamientos, la propaganda “somos derechos y humanos” para contrarrestar las denuncias, los “desaparecidos están en el extranjero” y las mentiras de una humillante guerra perdida, la de las Malvinas, esa sí “acción psicológica”, una expresión bélica, incompatible con la legalidad democrática y el respeto a la capacidad de discernimiento de las personas.

Al final, el único propósito de la reconstrucción del pasado y de una auténtica Comisión de la Memoria es el “Nunca Más” para evitar que regrese la dictadura de la unanimidad y la mentira que contaminó la prensa con esos espías disfrazados de periodistas., o lobbista confundidos igualmente con empresarios de prensa.

No deja de ser paradójico, y a riesgo de ser mal comprendida por el sarcasmo, que en democracia los buenos periodistas son los que mejor “espían” en lo que se quiere ocultar, la corrupción de los funcionarios del Estado. En cambio, en democracia, los espías del Estado cometen delito cuando violan el derecho a la privacidad de los ciudadanos, sean sus cartas, sus teléfonos o sus alcobas.

Detrás de esa malversación, sólo puede haber una intención: desvirtuar las investigaciones de la prensa en la Causa de los Cuadernos y volver a imponer el miedo, la más eficaz de las censuras. Pero, también, revela nuestro fracaso democrático ya que culturalmente sobreviven las odiosas expresiones “operación de prensa” o “la carne podrida”, como se llama a la información mentirosa e intencionada.

No hay nada más difícil que argumentar sobre lo obvio. La prensa está protegida constitucionalmente para cumplir mejor su mediación entre la información del estado y la ciudadanía, una protección que se extiende también a las ideas que molestan porque son la condición del pluralismo democrático. Sin la protección de la fuente es muy difícil actuar de manera independiente y ganarse la credibilidad de la ciudadanía.

En Argentina, los periodistas debimos estrenar la libertad con los miedos, los fantasmas del pasado y el autoritarismo adherido como una ameba. Al igual que otras instituciones de la democracia, el periodismo camina con esa marca de origen, entre una prensa cortesana, de los despachos, a una prensa independiente, como expresión de la sociedad. Permanece la natural tensión que debe existir entre el periodismo y el poder. Y los argentinos ya hemos hecho un largo camino.

Muchas denuncias periodísticas desbarataron redes de corrupción y complicidad de los funcionarios del Estado, indicios sobre los que la Justicia no siempre investigó ni condenó; muchas han sido, también, las tentaciones del poder para domesticar a la prensa, ya sea con la distribución de la pauta oficial, “los sobres” para los propagandistas de los gobiernos o la distorsión del “periodismo militante”.

A la par, en la defensa de la libertad de expresión, los periodistas debemos ser humildes y debatir honestamente sobre cómo se ejerce el periodismo hoy, distorsionado por la espectacularidad, la dictadura del rating y el lenguaje del odio, a los que debemos contraponer la única limitación posible, la responsabilidad y la razonabilidad. Pero cuando las concepciones autoritarias atentan contra ese pilar de la democracia, los periodistas no podemos ser ni omisos, ni neutros porque lo que está en riesgo es precisamente el sistema que nos da fundamento: la democracia.