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domingo, 24 de diciembre de 2017

Reforma Provisional. Dura enseñanza... @dealgunamanera...

Dura enseñanza...
Profesor Gabinete. Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes

El Gobierno cometió errores y la oposición los desaprovechó. Límites institucionales.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 24/12/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Fue una semana dramática en la que el Gobierno puso en juego su sustentabilidad. Eso fue lo que estuvo en danza a lo largo de las 17 horas que duró la maratónica sesión de la Cámara de Diputados que se inició a las dos de la tarde del lunes 18 y terminó a las 7 de la mañana del martes 19. Ni más ni menos. El oficialismo debe sacar enseñanzas de todo este episodio. La oposición –empezando por el kirchnerismo– también. Aunque pretender que el kirchnerismo aprenda de sus errores –que en algunos casos son horrores– es un imposible.

Tres frentes. 

Hubo tres escenarios sobre los que se desarrolló la densa trama de esa jornada. El primero fue el recinto de la Cámara de Diputados. El objetivo de los diputados K era que no hubiera sesión. Para ello armaron una estrategia simple y clara de obstrucción permanente que empezó con la larga retahíla de las cuestiones de privilegio –fueron todas iguales y en una cantidad nunca vista a lo largo de la historia parlamentaria argentina– y, cuando esto fracasó, apelaron a chicanas basadas en informaciones falsas sobre saqueos y muertes que nunca ocurrieron.

El segundo escenario fue la calle. 

Allí la violencia se desató en forma precisa y organizada. Fue tal su virulencia que la mayoría de los manifestantes que habían ido a la Plaza del Congreso para hacer sentir su legítima oposición a la ley de reforma previsional huyeron despavoridos. La magnitud de los incidentes obligó al Gobierno a dejar de lado sus internas en el área de seguridad y a movilizar a la Gendarmería Nacional y a la Policía Federal para reforzar así las escuálidas fuerzas de la Policía de la Ciudad que en un momento estuvieron a punto de ser superadas por los violentos. 

Y el tercer escenario fue el de las redes sociales –transformadas hoy en día en un ámbito de violencia desenfrenada e irracionalidad– a través de las que el kirchnerismo y la izquierda dura fogonearon a los violentos que destrozaron todo e intentaron avanzar sobre el Congreso.

El kirchnerismo tiene un solo objetivo para su existencia actual: destruir al Gobierno. Ese será su norte de aquí en más. El silencio de Cristina Fernández de Kirchner sobre los hechos de violencia no sorprende. La justificación que hizo el diputado Leopoldo Moreau del cobarde y brutal ataque que sufrió nuestro querido colega Julio Bazán –algunos tuits incitaban lisa y llanamente a matarlo– habla de un vale todo que expresa la impotencia de quienes no se resignan a haber perdido el ejercicio del poder.
      
Puertas adentro del Gobierno –y en voz muy baja– hay quienes reconocen los errores cometidos en el apuro por aprobar la reforma previsional. La comunicación de la ley fue decididamente mala. “Eso no fue una casualidad. El primer efecto de la ley es malo y si lo hubiéramos explicado demasiado, no habría habido ley”, reconoce una voz calificada de Cambiemos. Otra voz del oficialismo señala que no había opción, porque “las cosas se encadenaron de tal manera que si no se hubiese aprobado el proyecto, todo lo hecho hasta aquí y lo que debe venir habría estado en riesgo”.

Uno de los errores increíbles fue el no haber anunciado el bono compensador, que hubiese atemperado las objeciones que hicieron caer la sesión del jueves 14.

Otro de los errores cometidos por el Gobierno estuvo en el mal manejo de los acuerdos con los gobernadores. El apuro por aprobar la ley en la frustrada sesión del jueves 14 hizo evidente que había faltado un trabajo de mayor cercanía con los gobernadores y con los diputados que les responden. Eso permitió que el kirchnerismo presionase y les copara la parada. Todo esto le representó al oficialismo un alto costo político que reflejaron por estas horas las encuestas de imagen. En ellas, la caída de imagen positiva del Presidente varía entre 8 y 12 puntos. Esto debería servirle al oficialismo para entender que hay límites para su gestión. Que hayan vuelto los cacerolazos es una muestra de ello.

¿Por qué el apuro del Gobierno? Por una razón simple: necesita avanzar en la reducción del déficit fiscal, que es la principal causa de la inflación que castiga el bolsillo de la gente. Es verdad que en su informe, el FMI advierte sobre lo imprescindible de reducir ese déficit en unos cien mil millones de pesos. En realidad, no hacía falta que lo dijera el Fondo Monetario; es de Perogrullo saber que si el déficit fiscal no se corrige, la economía se resiente.

Secuelas. 

Las internas dentro del Gobierno estuvieron –están– a flor de piel. Marcos Peña está en el centro de todas ellas. Rogelio Frigerio fue el mediador entre tanta interna y el que, luego del fracaso de la primera sesión, trabajó arduamente para comprometer la participación más activa de los gobernadores peronistas que habían afirmado el acuerdo previo. En verdad, el Presidente debería cuidar y mucho a su ministro del Interior, persona con muñeca política, carácter y templanza. Esa deuda de gratitud debería extenderse a Emilio Monzó y a Elisa Carrió.

El delicado momento que se vivió en ese lunes triste y en el que, por milagro, no hubo muertos, deja una moraleja para el Gobierno y para toda la dirigencia política: la Argentina necesita imperiosamente ir a un proceso de pacificación interna sostenido y permanente. No hay lugar para el triunfalismo ni para el enojo. Con el correr de la gestión, Mauricio Macri, que ha hablado siempre de la necesidad de dialogar y ha demostrado voluntad de hacerlo, ha ido cayendo en la tentación de materializarlo con quienes le son afines. Es un error. Chile nos acaba de dar un ejemplo que, a la luz de lo que sucede en nuestro país, luce extraordinario: ver y escuchar a su actual presidenta, Michelle Bachelet, invitar a su casa a dialogar a su sucesor, Sebastián Piñera. Eso da una idea clara de la magnitud del retroceso que la dirigencia argentina ha experimentado, hoy tan alejada de aquel ejemplo extraordinario que dio Raúl Alfonsín, quien, no bien electo presidente, le ofreció a su adversario, Italo Luder, nada menos que la presidencia de la Corte Suprema de Justicia.     
 
Producción periodística: Santiago Serra.


miércoles, 20 de diciembre de 2017

Caso Maldonado… @dealgunamanera...

Caso Maldonado…

Santiago Maldonado. Fotografía: NA: Archivo

El "testigo E" contó cómo fueron los últimos minutos de Santiago Lucas Pilquiman declaró oficialmente por primera vez ante el magistrado Gustavo Lleral, quien tiene a cargo la investigación sobre la muerte del joven.

Lucas Pilquiman, el denominado "testigo E" de la causa que investiga la muerte de Santiago Maldonado, el joven artesano que estuvo desaparecido casi 78 días luego de participar de una protesta mapuche en Esquel, que fue reprimida por Gendarmería, y cuyo cuerpo fue encontrado en el río Chubut, aseguró que los efectivos de esa fuerza "no detuvieron" al tatuadorEl joven de 19 años, que hasta el martes era conocido como el “Testigo E”, había acusado en septiembre, bajo identidad reservada y ante la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) a los gendarmes de detener al artesano.

En esa ocasión, había manifestado que él trató de ayudar al artesano a cruzar el río porque éste no sabía nadar. Y completó en su relato que "los gendarmes les dispararon".  Asimismo agregó que Santiago volvió a la orilla del río y trató de ocultarse en un arbusto y él escuchó como los efectivos gritaron "acá tenemos uno" y acto seguido se oyó un escopetazo. Luego, lo subieron a una camioneta Unimog y esa fue la última vez que lo vio. 

Sin embargo, ahora en su declaración oficial, Pilquiman exculpó a Gendarmería. Según publica El Tribuno, el joven declaró: “Sé nadar, pero me hundía porque tenía un buzo y una campera. Me las saqué para no ahogarme. Y le grité a Santiago: ¡Vamos peñi, vamos!. Me di vuelta y vi que el agua le llega al pecho a Santiago, que me decía: No puedo Peñi, no puedo. Dejé que me llevara la corriente y llegué al otro lado. Ahí vi a Santiago agachado escondido entre los sauces. Pude ver gendarmes en la barranca tirando con escopetas de bala 9 milímetros y piedrazos, pero abajo en el agua estaba solo Santiago. Ahí ya no lo vi más”.

El caso. 

Maldonado murió el 1º de agosto por “asfixia por sumersión coadyuvado por hipotermia”, informó el juez tras la autopsia al cuerpo. El joven participó ese día del piquete de los mapuches en la Ruta Nacional 40 para reclamar la liberación de su líder Facundo Jones Huala. Gendarmería los reprimió, los corrió hacia el Pu Lof y los arrinconó en el río Chubut. Allí por última vez. Tras 78 días, luego de varios rastrillajes, apareció su cuerpo.

En la morgue judicial de Buenos Aires, Sergio Maldonado, hermano del tatuador, lo reconoció  por los tatuajes. Desde entonces, la familia insiste sobre las circunstancias que llevaron a Santiago a sumergirse en aguas heladas cuando ni siquiera sabía nadar.


lunes, 23 de octubre de 2017

No fueron los gendarmes, fue la sociedad… @dealgunamanera...

No fueron los gendarmes, fue la sociedad…


Los resultados electorales de las legislativas arrojan luz al gravísimo problema de disociación de la sociedad argentina respecto de los problemas que la atraviesan y los peligros que la acechan. La confirmación de que el cuerpo hallado sin vida en el Río Chubut era el de Santiago Maldonado no movió el tablero político, y lejos de afectar al Gobierno, el oficialismo obtuvo más votos que en las PASO.

© Publicado el lunes 23/10/2017 por https://la-nocion.blogspot.com.ar de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todavía en campaña, los medios de comunicación adulteraron la verdad hasta despojarla de toda realidad, protegiendo al Gobierno de cualquier coletazo por la desaparición de Santiago Maldonado. Inventaron avistamientos a lo largo y a lo ancho del país de jóvenes que a juzgar por estas usinas de desinformación se asemejaban al artesano.

Ante cada nuevo avistamiento, la sociedad, cómplice de la mentira, renovaba su confianza en la información que le era suministrada. Es decir, los medios no fueron perdiendo credibilidad con la multiplicación de los hallazgos de parecidos de Santiago. De este modo, se fue inflando una burbuja cuya finalidad no fue esperanzar a la sociedad de encontrar al artesano con vida, sino más bien, generar desconfianza y descrédito acerca de la desaparición del muchacho. Para esto, hubo que desempolvar el manual de tergiversación y distracción de los 70s.

Es completamente erróneo poner la lupa sólo en el “corporativismo” de Gendarmería como encubridora de uno o dos de sus hombres a los que se les podría haber “ido la mano”. El corporativismo de esta Fuerza de Seguridad fue posible gracias al corporativismo del Gobierno, de los medios y de buena parte de la Sociedad. Gendarmería se hermetizó, el Gobierno no exigió a esta Fuerza que se depurara, los medios distrajeron con pistas falsas, y la sociedad fue cómplice de la coartada.

¿Por qué esperar que algún gendarme “se rompa” si los medios de desinformación adoctrinaron a la sociedad para que ésta buscara a Santiagos Maldonados por doquier? No fue necesario sacrificar, o “tirar por la ventana”-como sugirió la ministra de Seguridad Patricia Bullrich- a ningún gendarme. Además, se agregó un condimento adicional: se instó a la gente para que odie a ese chico que no conocían, del que nada sabían.

El caso Maldonado entró en la grieta. Y una vez allí, fue disociado de su importancia, de su gravedad. Injustamente se acusó al kirchnerismo de utilizar políticamente la tragedia, pasando por alto que el chico desaparecido no era militante K, y su familia, en la búsqueda, jamás tomó partido a favor de uno u otro candidato.

Por 78 días, los medios de desinformación masiva condujeron a la sociedad a que desconfiara de la búsqueda y se trajeron al presente las miserias que creíamos olvidadas: decir que el desaparecido estaba viviendo la buena vida en el exterior. Ruines, cínicos y cuidadosamente orquestados, levantaron la bandera de la desconfianza que ellos mismos generaron, poniendo en la boca de la candidata oficialista por la Ciudad de Buenos Aires las palabras que sintetizaban el sentimiento sembrado. “Está en Chile”, aseguró lilita Carrió, y para agregar mayor certeza a su afirmación adelantó que le iban a “tener que pedir perdón cuando se conozca la verdad”.

Ingenuos, como de costumbre, creímos que se trataba de un grosero error, de un desafortunado comentario en la recta final de la campaña electoral. Nada de eso. Carrió se proclamó la candidata, y Cambiemos la fuerza, que embanderaba el sentimiento de odio y desconfianza que los medios previamente habían sembrado.

Una vez confirmada la identidad del cuerpo, la sociedad ratificó su desinterés hacia la causa. Los votos al Gobierno aumentaron respecto de los de dos meses atrás. La sociedad mató de nuevo a Santiago Maldonado, y se puso en riesgo a sí misma de cara al futuro. Del “Yo Soy Santiago”, pasamos al tangible “El próximo Santiago puedo ser yo”.

Ya vimos que pueden endeudarnos a 100 años. Nos pueden empobrecer. Se van a enriquecer en nuestras narices. Nos pueden desaparecer y luego hacer aparecer muertos con la misma facilidad, sin dar mayores explicaciones ni “tirando por la ventana” a ninguno de los suyos. Y aun así, siempre obtienen más votos.

Entonces sí, prepárense porque es la sociedad la que los dotó de semejante poder y autoritarismo. Vinieron por todo. Volvieron los que creímos olvidados.


sábado, 21 de octubre de 2017

Caso Maldonado. Seamos Humanos… @dealgunamanera...

Caso Maldonado. Seamos Humanos…


En la escena de Sergio Maldonado y su mujer custodiando durante siete horas el cuerpo hallado en el río porque no confían en nada se concentra la degradación del sistema de justicia. ¿Esa es la participación que tanto se les ha prometido a las víctimas en los procesos penales? Se le pide a la familia que sepa de peritajes, autopsias, rastrillajes. ¿Y los jueces? Además de ajustarse a protocolos y procedimientos, ¿se ponen alguna vez en el lugar de las víctimas? El caso Maldonado y la matriz deshumanizada del aparato de Justicia.


© Escrito por Irina Hauser el sábado 21/10/2017 y publicado por la Revista Anfibia de la Ciudad de San Martín, Provincia de Buenos Aires.

Sergio Maldonado y su esposa, Andrea, estuvieron más de siete horas esperando al lado del cuerpo sin vida que flotaba boca abajo en el Río Chubut sabiendo que podría ser Santiago. Decidieron quedarse ahí, como quien echa raíces en esa tierra, después de 78 días de búsqueda, porque no confían en nadie. Tienen miedo a todo. Descreen. Y con motivos. Esa imagen que trazaron de sí mismos, esperando junto a un cadáver entre el ramerío, el agua, el silencio y un grupo de agentes de Prefectura, desnuda el nivel de degradación al que ha llegado el sistema judicial, a punto tal que las víctimas deban garantizarse a sí mismas que nadie les mienta, manipule nada, ni les hagan trampa. ¿Esa es la participación que tanto se les ha prometido a las víctimas en los procesos penales? ¿Y la reparación? Está todo tan trastocado que tuvieron que recordar en voz alta que son seres humanos. Se lo dijeron a los periodistas, pero bien pudo estar dirigido a la “Justicia”.  

Es evidente que si un cuerpo aparece después de tres meses a menos de 300 metros del lugar donde la Gendarmería desató la cacería contra un pequeño grupo de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen, algo anda mal en los tribunales y las estructuras que los auxilian. El problema es que algo anda mal desde el día uno, empezando por la obstinación de los distintos órganos del Estado en negar que los gendarmes que corporizaron la persecución en medio de la que desapareció el joven tatuador hubieran tenido algo que ver. Es un absurdo querer borrar ese papel determinante de la Gendarmería, pero el marketing político hace milagros.

“La Justicia no está preparada para investigar casos como el de Santiago Maldonado o el de Alberto Nisman”, justificó el ministro de Justicia Germán Garavano. ¿Entonces quién debe hacerse cargo? ¿Las víctimas? 

El devenir del habeas corpus y del expediente sobre desaparición forzada mostraron decenas de incordios, como la demora de cinco días en hacer rastrillajes,  en levantar rastros de los vehículos usados por Gendarmería (algo que se hizo cuando habían sido ya lavados, según denunció el defensor Fernando Machado), la tardanza en explorar el río, en obtener la nónima completa de gendarmes que participaron del operativo desalojo e irrupción en la comunidad, el secuestro de los teléfonos, sin contar la falta de aceptación sobre la validez de las declaraciones de mapuches temerosos que no querían dar su identidad, y la negativa del juez Guido Otranto a entrecruzar y analizar los llamados de los funcionarios nacionales que estuvieron en el lugar, con el jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, a la cabeza. Y ahora, un cuerpo que aparece en un lugar ya rastrillado, frente al cual la gran pregunta es: ¿Cómo llegó ahí? ¿También tendrán que responderla los familiares de la víctima?


Los ciudadanos de a pie que por una u otra razón aterrizan en un juzgado, aprenden Derecho a la fuerza. De lo contrario, la realidad los devora. Devienen expertos involuntarios que distinguen figuras penales, agravantes, entienden de peritajes y autopsias. Llega un día en que hablan como verdaderos expertos. Pero debajo de toda esa jerga, son ellos mismos: seres en toda su dimensión humana.

Los jueces y fiscales, en cambio, rara vez se toman el trabajo de aprender esa dimensión, comprenderla y acceder a ella aunque más no sea por respeto. Se quedan en el cómodo lugar de que sean los otros, las víctimas, los que deban arreglárselas para entenderlos. Están los que sostienen un pensamiento basado en la aplicación estricta de los códigos penal y procesal. En el uso de la lógica, como si se tratara de un mecanismo neutral. Si el cuerpo estaba así o asá, lo mataron, pero si estaba de tal otra forma se cayó. Como si no hubiera matices, condicionantes ni contexto. Sus Señorías se “ajustan a Derecho”. Y se acabó.

Ante la desaparición de Santiago no se trata simplemente de que el aparato judicial haya actuado de manera deficiente por error o impericia. Desde sus entrañas, ha operado una amplia paleta de prejuicios que explican el destrato padecido por la familia (además de la falta de resultados): si Santiago es artesano y tatuador es hippie; si es hippie, es vago; si se instala a convivir con la comunidad Pu Lof en Resistencia, es porque no tiene nada que hacer en la vida; su familia debe ser como él; critican porque sí (no importa que buscan a un ser querido); los mapuches son peligrosos, no colaboran, mienten, ponen obstáculos, son violentos, sólo les importa defender el territorio (nada menos, propiedad originaria).

Una mirada despojada de prejuicios en tribunales hubiera llevado a tomarle declaración testimonial a la familia de Santiago en el primer momento para preguntarle lo básico: cómo es físicamente, sus rasgos de personalidad, conocer su historia. Eso sucedió después de más de dos meses, ya con el nuevo juez Gustavo Lleral. Pero antes, los familiares fueron tratados casi como unos sospechosos más, igual que los mapuches. Otra muestra de degradación judicial. Una investigación que toma ese punto de partida está lejos de ser íntegra y profunda. Si lo fuera, entendería, además, que acercarse a la comunidad originaria no es simplemente sentarse a tomar mate con ellos sino empezar por entender su historia y sus reacciones. Son los pobres de los pobres del país, los marginados al extremo. Es evidente que no va a ser fácil el diálogo. Pero las autoridades han preferido verlos como demonios, enemigos públicos.

En una época se discutía si los jueces debían tener en cuenta el contexto social, histórico y político a la hora de tomar sus decisiones. ¿No es una obviedad que debería ser así? También debería ser una obviedad el cuidado y respeto que merecen las víctimas en un país donde este año se aprobó una ley que les promete protección integral y una comprensión completa del lugar que les toca ante distintos tipos de delito.

¿Cómo confiar si el Gobierno se la pasó enviando funcionarios a meter ojos y manos en la causa? Y tuvieron las puertas abiertas: participaron de rastrillajes en los que la familia no pudo estar. Gonzalo Cané (secretario de la Corte en uso de licencia), cuya función en el ministerio de Patricia Bullrich es mantener relación con el Poder Judicial; Daniel Barberis, a cargo de asuntos de violencia institucional; Noceti, que daba instrucciones a las fuerzas de seguridad. La gran preocupación oficial siempre fue instalar que el Gobierno no tuvo nada que ver. El juzgado y la fiscalía, en el informe enviado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se hicieron eco.

¿Qué clase de jueces/as queremos?

Hace algunos años cuando los aspirantes a jueces iban a entrevistas públicas en el Consejo de la Magistratura, en la etapa final de sus concursos para llegar a la toga, se les hacían preguntas sobre derechos humanos. El respeto a la dimensión humana era mínimamente contemplado al pensar el perfil de un juez. Ahora eso ocurre a duras penas. Les preguntan si están de acuerdo con la ley de flagrancia (atrapar a alguien cometiendo un delito, hacer un juicio exprés y mostrar eficiencia), si les parece atinada la reforma procesal para generar un sistema acusatorio (que a la corporación judicial y al Gobierno no le gustan porque da poder a los fiscales), qué piensan de las cautelares que se dictan en distintos puntos del país, o qué opinión les merecen la validez de decretos del gobierno de Mauricio Macri que se han judicializado. En el Consejo de la Magistratura, Cambiemos tiene mayoría y las preguntas están destinadas a prever si los candidatos fallarían como ellos quieren. Una de las pocas preocupaciones, en especial planteadas por las consejeras mujeres, apunta a casos de violencia de género. No se han visto u oído otra clase de interés por las víctimas.


Es común que en las provincias los poderes judiciales locales y federales afincados en ellas convivan de manera muy íntima con las fuerzas de seguridad que los asisten. En Esquel, la Gendarmería es casi parte de la familia del juzgado. En otros lugares pasa lo mismo. Eso puede explicar cierta resistencia a avanzar hacia determinadas hipótesis. Pero no puede justificar los destratos y la exposición de las víctimas a la revictimización.

Detrás de la escena  que muestra a Sergio y Andrea parados junto al cadáver por horas hay cenizas, aún, de un sistema judicial que en dictadura, ante los habeas corpus, actuó como muralla pero también tuvo sus exponentes cómplices con el terrorismo estatal. A ese sistema en descomposición le sobran botones de muestra. Lo que sucede en Jujuy con Milagro Sala, por ejemplo. La justicia jujeña, buena parte, hace lo que el Gobernador Gerardo Morales pide. Es así se simple. Su primer acto de gobierno fue armarse una Corte a medida y nombrar como sus integrantes a dos de los diputados que habían votado su ampliación. Desde ahí, todo fue posible, hasta la vuelta violenta de Sala a la prisión de Alto Comedero la semana pasada. O lo que pasa en Comodoro Py, frente a cualquier expediente que tenga que ver con gestiones pasadas que puedan colaborar con minar carreras electorales o intervenir en internas partidarias.  Qué importa. Los jueces tienen una concentración extrema de poder que es la base de su perdurabilidad. Hacen lo que quieren, ya no importa qué es delito. Presionan, extorsionan. Sólo importa el efecto.

Esa es la matriz deshumanizada de nuestros tribunales, del aparato de Justicia. La que garantiza el incumplimiento de las obligaciones del Estado, entre las que está la reparación a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Lejos de eso, la revictimización es el aumento del daño, a manos del propio Estado. De eso hablan los familiares de Santiago Maldonado cuando piden que los miren como las personas que son, con derechos y sentimientos, debiendo lidiar con escenas macabras. A eso se refieren cuando dicen que no pueden confiar en nada.


sábado, 30 de septiembre de 2017

Allanaron el Café de los Angelitos... @dealgunamanera...

 Allanaron el Café de los Angelitos por una causa de narcotráfico y lavado…

El histórico Café de los Angelitos, en la esquina de Rivadavia y Rincón, en el barrio porteño de Balvanera. Fotografías: Semanario Región 

El operativo policial también incluyó a otros 10 restaurantes y cafeterías. La extensa historia ligada al crimen del reconocido bar porteño.

© Publicado el sábado 30/09/2017 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El célebre Café de los Angelitos del centro porteño y diez restaurantes fueron allanados esta tarde por la Gendarmería Nacional en el marco de una causa por supuesto lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

Las fuerzas de seguridad realizaron los operativos en procura de encontrar y secuestrar documentación de relevancia para la investigación judicial.

Además del Café de los Angelitos, ubicado en la esquina de avenida Rivadavia y calle Rincón, a dos calles del Congreso de la Nación, los uniformados y funcionarios judiciales realizaban allanamientos en otros diez restaurantes y cafeterías, según informaron fuentes de la gendarmería a DyN

La investigación a cargo del juez Penal y Económico de Morón Néstor Barral llevó a realizar dichos allanamientos que asombraron la atención de los vecinos del barrio Balvanera.

El organismo especializado en delitos de narcocriminalidad, la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR) también estuvo en el allanamiento para asistir técnicamente a la fiscalía.

Un bar con mucha historia. 

El Café de los Angelitos es un café de tango histórico de la Ciudad de Buenos Aires, ubicado en la esquina de la Avenida Rivadavia y Rincón, en el barrio de Balvanera. Era el lugar en el que Carlos Gardel estableció su "barra" a partir de 1912, cuando comenzó su carrera artística formando dúo con José Razzano. Este último, en 1944 compuso un célebre tango con letra de Cátulo Castillo, titulado precisamente "Café de los Angelitos".

El café fue inaugurado en 1890 con el nombre de Bar Rivadavia por el inmigrante italiano Bautisto Fazio, con instalaciones precarias y piso de tierra. En 1920, lo compró el español Carlos Salgueiro y lo rebautizó recordando la anécdota de un viejo comisario."Voy a ver a mis angelitos", decía cada vez que había un crimen en el barrio, porque los malandrines recalaban en el Rivadavia

Tras sucesivas crisis económicas, en enero de 1992, sus dueños decidieron cerrar el negocio luego de 100 años de existencia y la casa quedó abandonada, deteriorándose a tal punto que se ordenó su demolición. En 2006 fue reconstruido y reinaugurado al año siguiente.



sábado, 16 de septiembre de 2017

Desaparición de Maldonado, no fue un gendarme fue la Gendarmería. Video... @dealgunamanera...

Desaparición de Maldonado, no fue un gendarme fue la Gendarmería...


El siguiente video exclusivo echa por tierra las explicaciones del Gobierno y Gendarmería en torno la desaparición de Santiago Maldonado, y aporta pruebas de quien y como lo habría ultimado perteneciente a la Gendarmería. Y como su cuerpo fue sacado del Pu Lof Mapuche por la tranquera de ingreso con rumbo a Esquel, con los medios, la intervención institucional, y el encubrimiento por parte de la Gendarmería.


© Publicado el jueves 14/09/2017 por el equipo de Redacción e Investigación de Striptease del Poder

Sobre la desaparición de Santiago Maldonado hay dos versiones. La oficial que primero dijo que los gendarmes no habían llegado al rio, y nunca tuvieron contacto físico con nadie, y que no había filmaciones.  Que ahora se modificó diciendo que algunos gendarmes podrían haber golpeado a Maldonado y a este se lo habría llevado el rio.

Y la de la comunidad mapuche del Pu Lof, que dice que Santiago Maldonado huyó con su mochila, y los gendarmes lo capturaron en el rio, lo golpearon, lo subieron a un Unimog, y luego lo trasladaron como un bulto a una camioneta blanca que partió hacia Esquel.

El siguiente video exclusivo, elaborado en base a imágenes de Gendarmería y medios afines al Gobierno, canales de televisión, y a fotografías tomadas por los mapuches, demuestran la veracidad de la versión mapuche.  Y las falsedades de Gendarmería y el Gobierno en la desaparición de Santiago Maldonado.


No obstante el juez federal Guido Otranto en lugar de investigar el accionar de Gendarmería, conforme la caratula de la causa de “desaparición forzada”, ordenó rastrillar los  800 kilómetros del Rio Chubut. Suministrándole así una oportunidad a Gendarmería para que arroje el cuerpo de Santiago Maldonado en cualquier lugar del mismo.

Así con la aparición de sus restos sumamente deteriorados, la carátula de la causa pasará de “desaparición forzada”, a “averiguación de causales de su muerte”. O como máximo conforme las últimas versiones sostenidas por el Gobierno, a “lesiones seguidas de muerte”. Y al no poderse acreditar gran cosa, ella podrá durar indefinidamente, consagrándose la impunidad, como tantas otras veces sucedió en Argentina.

O cerrándola con una leve condena, que caiga sobre algún subordinado, como sucedió con la desaparición del soldado Omar Carrasco. Para poder salvar a la cadena de mandos, que en este caso puede llegar hasta la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, quién de entrada negó obstinadamente la responsabilidad de la Gendarmería. No obstante que su segundo en el ministerio, Pablo Noceti, ese día estaba en el lugar de los hechos, en su comienzo y en su trágico final.


Fuerza con la que la ministra Bullrich ha cultivado una estrecha e inusitada relación, inaceptable desde el punto de vista de su control. Y a la que se le ha confiado delicadísimas tareas, como la revisión de la pericias en la causa por la muerte de Nisman concretadas por los expertos de la Policía Federal, que dictaminaron que no existía evidencia alguna de la intervención de un tercero en ella.

Casualmente la entonces diputada Bullrich, fue la gran promotora de la denuncia del fiscal Nisman contra el anterior Gobierno, por encubrimiento del atentado de la AMIA. Y la gran sostenedora de la hipótesis de su asesinato, sin que existiera prueba alguna de ello.

Causas judiciales que tuvieron un gran peso en el resultado de las elecciones presidenciales de ese año. Por eso el interés directo de la ministra que se resuelvan conforme sus planteos, lo que explica su más que permisiva actitud en relación con la Gendarmería, que acaba de anticipar un resultado de sus pericias en el caso Nisman, conforme las aspiraciones de ella.




domingo, 20 de agosto de 2017

¿Quién es y dónde está Santiago Maldonado?... @dealgunamanera...

Quién es Santiago Maldonado, el joven cuya desaparición tiene en vilo a Argentina…

Santiago Maldonado es buscado desde el 1 de agosto pasado, cuando desapareció después de un desalojo de Gendarmería Nacional en el sur de Argentina.

¿Dónde está Santiago Maldonado?

© Escrito por Verónica Smink el martes 08/08/2017 y publicado por BBC Mundo, Argentina

Es la pregunta que tiene en vilo a muchos en Argentina. 

Lo buscan desde organismos de derechos humanos hasta la Organización de Naciones Unidas (ONU). Y desde la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner -ahora líder de la oposición- hasta el propio gobierno, que ofreció una recompensa de cerca de US$28.000 para hallarlo.

Todos buscan a Santiago.

¿Quién es? ¿Qué le ocurrió?

Se trata de un artesano de 28 años oriundo de la provincia de Buenos Aires que se mudó hace unos meses a la patagónica ciudad de El Bolsón, cerca de Bariloche, en la provincia de Río Negro.

El lugar fue famoso en el pasado por su comunidad hippie y hoy atrae a personas con estilos de vida alternativos.

Santiago Maldonado. Derechos de autor de la imagen FACEBOOK. Image caption

Santiago es artesano y se había mudado hace poco a la Patagonia.

Protesta mapuche.

Según sus conocidos, Santiago es amante de la naturaleza y se dedicaba a realizar tatuajes en una feria artesanal.

También se sabe que apoya el reclamo de los pueblos originarios por sus tierras ancestrales.

Por ello había viajado hasta la cercana localidad de Cushamen, en la vecina provincia de Chubut, donde desde 2015 la comunidad mapuche ocupa terrenos comprados por el empresario italiano Luciano Benetton pero que los mapuches reclaman como propios.

Sergio, hermano de Santiago, aseguró que "no es militante ni activista" sino que simplemente quiso solidarizarse con una protesta de la agrupación Resistencia Ancestral Mapuche que venía cortando intermitentemente la ruta que conecta a la provincia con Chile.

La acción se realizaba para exigir la liberación del líder de la agrupación, Facundo Jones Huala, quien fue detenido en junio pasado y cuya extradición es reclamada por la justicia chilena.

Pero el 1 de agosto, un día después de la llegada de Santiago, la Gendarmería Nacional desalojó la protesta por orden del juez federal Guido Otranto.

Fue la última vez que se vio a Santiago. 

Protesta de la comunidad mapuche. Derechos de autor de la imagen LA NACIÓN. Image caption

La comunidad mapuche ocupa terrenos que están en manos de la familia Benetton y venía cortando la ruta 40 en protesta por la detención de su líder.

¿Qué pasó?

Los testigos del desalojo aseguran que los efectivos de Gendarmería actuaron con violencia.

"Cuando empezó la represión con balas de plomo y balas de goma todos corrimos y cruzamos a nado el río Chubut", le dijo al sitio Infobae Soraya Maicoño, de la comunidad mapuche.

"Lo vimos (a Santiago) aferrado a un árbol, sin cruzar el río. Entonces se escuchó: ´Estás detenido´. Después se escuchó: ´Ya está, ya está´, pero no sabemos si eran palabras de Santiago o de los gendarmes", señaló Maicoño.

"Luego ya no lo vimos más".

Otros tres testigos citados por el diario La Nación confirmaron el uso de balas 9mm y antitumulto y aseguraron que Santiago había sido rodeado por gendarmes y golpeado.

Luego, habría sido subido a una camioneta.

Sin embargo Gendarmería Nacional niega haber detenido al joven. 

Santiago Maldonado. Derechos de autor de la imagen FACEBOOK. Image caption

La familia Maldonado acusa a Gendarmería Nacional de haber detenido al joven, pero la fuerza lo niega y las pericias realizadas no hallan indicios de la detención.

El juez Otranto, quien también está a cargo de la investigación por la desaparición de Santiago, asegura que "por ahora no hay elementos" para sostener que fue detenido por Gendarmería.

La ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, indicó que ni siquiera se puede confirmar que Santiago estaba en ese lugar "porque todas las personas estaban encapuchadas".

Politizado

La desaparición de Santiago ocurrió en un momento muy delicado para el país, que el próximo domingo celebrará elecciones legislativas primarias.

Son los primeros comicios que enfrenta el gobierno de Mauricio Macri, que se ha visto debilitado en los últimos dos años, desde que asumió el poder.

El caso de Santiago quedó en el centro de una tormenta política cuando la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), la principal rival del oficialismo en las elecciones, denunció su desaparición en su cuenta de Twitter.

Fernández responsabilizó directamente a Macri por los hechos. 

Tuit de Cristina Kirchner. Derechos de autor de la imagen TWITTER/CRISTINA KIRCHNER. Image caption

Uno de los tuits que publicó la exmandataria el domingo pasado, responsabilizando al gobierno.

"El gobierno nacional de quien depende Gendarmería, tiene la obligación de informar donde está Santiago y la responsabilidad de su aparición. Santiago debe aparecer. Y debe aparecer con vida", escribió el domingo.

Un día después, cuando se cumplía una semana de la desaparición, agrupaciones kirchneristas, organizaciones sociales y otros manifestantes se sumaron a una marcha frente al Congreso de la Nación que fue convocada por la familia Maldonado.

Durante la protesta hubo serios incidentes: algunos manifestantes lanzaron bombas molotov contra la policía, golpearon a un camarógrafo y atacaron una unidad móvil de televisión.

Argentina. Derechos de autor de la imagen GETTY IMAGES. Image caption

Una marcha por la aparición de Santiago terminó con escenas de violencia el lunes.

Búsqueda

El secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, aseguró que el gobierno nacional sigue con "preocupación y ocupación" la búsqueda de Santiago.

Dijo además que están habilitados "todos los sistemas de búsqueda para hallarlo".

Por su parte, el Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU pidió al Estado "una acción urgente" para localizar al joven artesano.

Según el juez Otranto, hasta ahora se realizaron inspecciones en la zona del desalojo con buzos de prefectura y con ayuda de un can entrenado en la búsqueda de personas, pero no se halló nada.

Otranto informó que las pericias fueron muy limitadas ya que la comunidad mapuche no permitió el ingreso de dos drones y de una lancha de goma para inspeccionar más minuciosamente el área.

Los peritajes realizados en las cuatro patrullas y el camión que participaron del operativo de Gendarmería, en busca del ADN de Santiago, también dieron negativo.

No obstante, su familia está segura de que Gendarmería es responsable.

Todos sospechosos

Andrea Antico, cuñada de Santiago, denunció que hubo "irregularidades en las pericias con las camionetas de Gendarmería, lavadas para no dejar rastro".

Santiago Maldonado. Derechos de autor de la imagen FACEBOOK. Image caption.

La familia Maldonado cree que Gendarmería golpeó a Santiago y ahora lo esconde. El gobierno asegura que investigará todos los escenarios.

En tanto, Germán Maldonado, hermano de Santiago, ratificó en una conferencia de prensa que "lo llevó Gendarmería".

"Nosotros creemos que la situación es muy clara", afirmó.

"A Santiago lo torturaron y lo descartaron o lo tienen encerrado y están esperando que las marcas de la violencia se pierdan para largarlo", dijo.

En tanto, el secretario de Seguridad Interior, Gerardo Milman, aseguró que investigarán todos los escenarios.

"Todas las hipótesis son posibles", dijo el funcionario, quien afirmó que el gobierno en este momento no confía "en nadie" e indagará a todos los posibles sospechosos.