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domingo, 4 de noviembre de 2018

Los ciclos dirigidos desde Estados Unidos de Norte América de la política latinoamericana… @dealgunamanera...

Los ciclos dirigidos desde Estados Unidos de Norte América de la política latinoamericana… 


Hay una ilusión bastante recurrente entre los latinoamericanos acerca de su autodeterminación política. ¿Realmente creen que sus políticas estatales son independientes de la influencia de la gran potencia global del norte, EEUU, que es capaz de ejercer presión sobre gigantes económicos como China o Alemania o sancionar a una potencia nuclear como Rusia? Si lo creen así están totalmente engañados y seguramente ese engaño sirve a los propósitos estratégicos de EEUU.

© Escrito por Héctor Casavieja Píriz y publicado el sábado 03/11/2018 por Red Filosófica del Uruguay de la Ciudad de Montevideo, República Oriental del Uruguay.

Pero antes de considerar nuestra situación veamos lo que ocurrió con África. Todos sabemos que los gobiernos africanos fueron levantados y depuestos según antojos de las potencias occidentales desde siempre, por lo menos hasta el ciclo de las “independencias” programadas en todo el continente que ocurrieron casi simultáneamente en los años 60. Es decir, es indudable en el caso africano que la política de casi todos sus estados es manipulada desde el exterior, incluyendo la política de los estados del norte de África cuyos gobiernos están siendo utilizados hoy día como un arma contra los propios africanos en su intento de migrar a Europa.

Y ahora regresemos al caso latinoamericano. ¿Acaso podemos pensar que la historia de América Latina no se encuentra tan manipulada por las potencias occidentales como la de África? Sería imposible sostener que la destrucción sistemática de los gobiernos nacionalistas latinoamericanos de los años 50 y 60 fue simultánea por otro motivo que no sea que el destructor de todos ellos fue, sin duda, EEUU.


También sería imposible sostener que todas las dictaduras militares que se dieron en la región en los años 70, fueron simultáneas por pura casualidad porque bien sabemos que EEUU, a través de esquemas en los que la CIA fue una fundamental herramienta, usó a los ejércitos de los propios países latinoamericanos en su campaña contra la influencia del comunismo soviético y cualquier cosa que se le pareciera, mediante la práctica del terrorismo de estado, mediante la cual se exterminaron decenas de miles de personas por mecanismos tan feroces como la desaparición forzada.

Y fue el retroceso de esa política estadounidense, justamente, lo que permitió que de ese proceso de instalación de autoritarismo militar digitado se pasara en primer lugar a democracias con un sesgo neoliberal totalmente agradable a los ojos de nuestro gran hermano, también simultáneamente en todo el continente. Pero luego, y bien sabemos esto, EEUU concentró sus esfuerzos militares, políticos, económicos y de inteligencia en una campaña en el mundo árabe que duró hasta hoy día, una costosa y larga campaña iniciada allá por el año 2000, aproximadamente, y que tenía como principal objetivo desestabilizar la región sobre todo en países que fueron en el pasado aliados de la Unión Soviética como Libia, Siria, Irán, Irak, Afganistán.


Probablemente esta maniobra fuera al mismo tiempo el producto de la creencia en las alturas del poder estadounidense de que ya no había ningún obstáculo para políticas agresivas de cualquier tipo a partir de la caída de la URSS, algo que sin duda también se reflejó en la intervención de EEUU para desmembrar a Yugoslavia, en el avance de la OTAN hacia el este de Europa, y la introducción de un gobierno pro-occidental en Ucrania, así como en Georgia.

Pero esa zona de avance geopolítico de EEUU se ha enfriado últimamente a causa de la reconstrucción de las capacidades militares y económicas rusas, demostradas en su contención de la desintegración del gobierno pro ruso de Assad, en su creciente influencia sobre Turquía, en su apoyo tácito a Irán, en el aumento de los lazos geoestratégicos entre Rusia y Alemania y la alianza de tremenda profundidad y dimensión Rusia-China.

Lo que ocurrió mientras EEUU se distraía con sus grandes avances geopolíticos en Medio Oriente y el Este de Europa, es que bajo cuerda en América Latina se fueron creando algunos gobiernos claramente anti-estadounidenses como el de Venezuela, Ecuador, Nicaragua o Bolivia, y otros moderadamente nacionalistas o progresistas en sus políticas, como el de Brasil con Lula da Silva o el del Frente Amplio en Uruguay. Si miramos el mapa veremos que ese proceso nació básicamente hacia el año 2000, justo un poco antes de que EEUU iniciara su feroz campaña en el Medio Oriente y cuando todavía estaba más que ocupado en hacer avanzar a la OTAN hacia las fronteras de Rusia. 

Pero EEUU ya no está tan distraído en aquellas actividades por el simple hecho de que su avance se encuentra estancado por el contraataque geopolítico de Rusia y China en toda Eurasia e incluso en África. Y lo peor es que China, que todavía sigue siendo una potencia comunista que solo enfrió estratégicamente su conflicto con EEUU por un período corto de tiempo, ha hecho grandes avances para enlazar a África y a Latinoamérica a su poder económico de crecimiento imparable, lo cual tiene que resultar absolutamente preocupante para EEUU.

Y este es el momento en que debemos sacar las apropiadas conclusiones sobre el paso de un mapa naranja a un mapa azul: EEUU ha decidido no distraer más sus intereses en América Latina, y está interviniendo fuertemente para que se produzca este cambio de color en el mapa latinoamericano, de nuevo en simultáneo, como reflejo de su acción geopolítica total sobre este pobre continente que por el momento es incapaz tanto de unificarse, como de autodeterminarse frente al intervencionismo del hermano norteño.


Es EEUU el que está digitando en este momento con fuerza demoledora el avance del poder conservador favorable a sus políticas regionales en toda Latinoamérica, no solo poniendo bajo presión económica feroz a Nicaragua y Venezuela y manteniendo, por supuesto, la que ya tiene 50 años de historia sobre Cuba, sino usando los sistemas judiciales manipulables, la nostalgia de los militares por el pasado dictatorial, la cooperación de partidos políticos locales, su control corporativo sobre los medios de comunicación y sobre las redes sociales que usan los latinoamericanos, etc. 

Latinoamérica, como desde hace décadas, vuelve a ser encarrilada según los mandatos de su hermano intervencionista con engendros como Macri y Bolsonaro como piezas fundamentales de su ajedrez regional. Y es muy difícil que algo lo impida excepto una toma de conciencia sobre el intervencionismo estadounidense que parece muy lejos de concretarse dada la escasa criticidad y la perpetua distracción en asuntos locales que caracteriza el pensamiento político de los latinoamericanos.

Breve nota final:


Resta decir que en el cambio de color del mapa latinoamericano son Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Uruguay los que aparentemente aún no han sufrido el proceso. Pero son casos muy distintos, sin duda. Venezuela es un enclave fuerte de los intereses de China y Rusia, que la están apoyando militar y económicamente desde la época de Chávez. Nicaragua tiene una vieja tradición antiestadounidense debida al sandinismo y también tiene cierto apoyo de China y Rusia, lo que la hace un hueso duro de roer para EEUU a pesar de su pequeñez.

En ambos casos la intervención militar directa escandalosa ha sido sustituida por la intervención indirecta mediante el agenciamiento de fuerzas internas poderosas y bien financiadas y por el bloqueo y el sabotaje económico. Con respecto a Bolivia, el gobierno boliviano ha tenido la temprana idea de expulsar todas las organizaciones no gubernamentales relacionadas con EEUU impidiendo la infiltración de inteligencia y se apoya, además, en una identidad indígena muy fuerte, muy nacionalista y que puesta a prueba, puede llegar a ser muy resistente.

Y finalmente nos queda considerar el caso de Uruguay, un caso muy especial, porque sin duda Uruguay, dada su total debilidad geopolítica, ha optado por mantener relaciones lo más amistosas posibles con EEUU (recordemos la recepción de prisioneros de Guantánamo en tiempos de Mujica, o las relaciones muy amistosas entre este y la embajadora de aquel país) al tiempo que liga cada vez más su economía a China, que constituye hoy día su principal comprador. La fortuna de Uruguay consiste, quizás, en que no tiene prácticamente importancia para EEUU y el discurso oficial uruguayo es sumamente apacible y silencioso cuando se trata de criticar las políticas estadounidenses en Latinoamérica o en el mundo.

La izquierda gobernante en Uruguay ha optado, por lo que se ve, por un pragmatismo de sobrevivencia frente a un poder que podría borrarla de un plumazo al primer pronunciamiento equivocado. Sin embargo, no es una izquierda como la de Bachelet en Chile, que de izquierda solo ha tenido el nombre ya que ha aplicado políticas neoliberales siempre y además, ha mantenido el eje Chile-E.E.U.U. sin cambio alguno.



sábado, 26 de noviembre de 2016

Murió Fidel Castro. Q.E.P.D. @dealgunamanera...

Murió Fidel Castro, histórico líder de la revolución cubana…

El expresidente cubano, Fidel Castro. Foto: Cedoc

Lo reportaron medios oficiales cubanos. En 1959 encabezó el levantamiento que derrocó a Fulgencio Batista y llevó al comunismo al poder en la isla. En 2008 le cedió su lugar a su hermano Raúl.

Fidel Castro, histórico líder de la revolución que impuso el comunismo en Cuba en 1959, falleció en la noche del viernes a sus 90 años, según informaron medios de comunicación oficiales cubanos.

Nacido el 13 de agosto de 1926, Castro y su hermano Raúl, junto a Ernesto "Che" Guevara de la Serna, encabezaron el movimiento guerrillero y revolucionario, junto al Che Guevara, que el 1 de enero de 1959 logró derrocar al dictador Fulgencio Batista como presidente de la isla caribeña.

En la década del '60, Fidel entabló relaciones con la entonces Unión Soviética e impuso un regimen comunista en Cuba que entró en tensión con el gobierno de Estados Unidos que por entonces encabezaba John F. Kennedy. Dichas tensiones alcanzaron momentos críticos durante la invasión a Bahía de Cochinos y la llamada crisis de los misiles.

El 19 de febrero de 2008, a raíz de sus problemas de salud, Castro anunció su dimisión a la presidencia de Cuba en una carta al periódico oficialista Granma. Desde entonces fue reemplazado por su hermano Raúl.

Link:


 

domingo, 17 de julio de 2016

No es cómo, es el qué… @dealgunamanera...

No es cómo, es el qué…

Cacerolazo: primera protesta contra Macri, déjà vu de 2002. Foto: Obregón.

En cada una de las medidas, se intenta salvar a Macri poniendo como responsables a sus asesores o ministros.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 17/07/2016 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cada vez que recrudecen las críticas al gobierno de Macri –el pico anterior fue previo a la balsámica aparición de los bolsos de López en el monasterio–, se escuchan reproches a la comunicación o a la instrumentación de las medidas. Muchos opinan que se debió comunicar de forma diferente para lograr adhesiones y convencimiento. Mientras que otros consideran que el problema lo generó una mala instrumentación de las medidas porque se debería haber hecho en dosis más espaciadas o con distintos procedimientos.

Consciente o inconscientemente, ambas críticas comparten una consecuencia común: salvar a Macri de la responsabilidad de las medidas utilizando de pararrayos a los ministros o asesores. Aranguren, con su frontalidad, es un gran pararrayos pero es obvio que la decisión no fue de él. Esa elaboración emocional, mayoritaria en la parte de la sociedad que votó a Macri, es comprensible: nadie que haya invertido en la compra de una casa, un auto o cualquier bien costoso aceptaría a los siete meses haber hecho la peor inversión o haberse equivocado, y elegir a un presidente disruptivo con el orden precedente es una enorme inversión para todos aquellos cuya calidad de vida cotidiana depende de lo que haga ese presidente.

Hay hipocresía en atribuir el problema del aumento de las tarifas a que no hubo audiencias públicas

Pero desde esa perspectiva algo negadora y algo más confortable, el problema nunca estaría en el “qué” de las medidas sino en el “cómo” de su pasaje a la práctica. Cuando en realidad el verdadero problema está en las cuestiones muy de fondo, aunque difíciles de digerir, como que la mayor parte de la población padecerá una reducción en sus ingresos reales porque la economía argentina se encaminaba a un ajuste debido a que su déficit fiscal venía aumentando año tras año. En alguna medida, “es un 2002 en cuotas”, como había anticipado Lavagna cuando el kirchnerismo quiso corregir el retraso de las tarifas y el dólar –la “sintonía fina” de 2012– y, al ver la reacción contraria de la población, decidió entregarse al facilismo de posponer el problema, asumiendo también ese día que no iba a continuar en el poder después de diciembre de 2015.

El cacerolazo del jueves a la noche, aunque incomparable en términos cuantitativos, tuvo un déjà vu de 2002: fue por cuestiones económicas y fue heterogéneo políticamente. Y al igual que en 2002, las protestas de las personas generan efectos políticos como acortar la vida política de determinados funcionarios y/o de un gobierno, pero no podrán torcer el rumbo de lo inevitable, en este caso una reducción de la capacidad de consumo. En 2002, la caída de esa capacidad vino por una inflación cercana a la actual (41%) pero sin paritarias. En 2016, las paritarias fueron en promedio un 15% menores que la inflación (30% contra 45%) pero las tarifas de los servicios públicos, que en 2002 prácticamente no se pudieron aumentar, en 2016 vinieron a agregar una pérdida del salario real.

El poder de compra del salario no se constituye directamente por el valor en dinero de éste, sino por el subsidio o no que tengan los productos que se consuman. En la ex Unión Soviética, donde el salario de las personas con estudios universitarios no alcanzaba los 100 dólares mensuales, no había pobreza, porque el transporte y todos los servicios públicos eran proveídos sin costo por el Estado agregándole al salario mucho más de lo que se recibía en dinero. Sumado a subsidios en todo tipo de productos que, al venderse a precios infinitesimales, había cupos de compra limitados y colas interminables para adquirirlos. Así como “altitud corrige latitud”, en las temperaturas acercándose al ecuador, “precio corrige cantidad” porque si el precio es inferior al costo, escasea el producto.

Se podría simplificar diciendo que si la Argentina arrancó 2016 con un déficit de alrededor del 8% del producto bruto y un déficit sustentable sería del 3%, los argentinos deberemos consumir el 5% menos.

¿Pero quién ganaría las elecciones prometiendo bajar el consumo un 5%? O ya en el gobierno, ¿quién no perdería apoyo más rápidamente si le dijera a la población que no hay más salida que apretarse el cinturón? Por eso, el problema del Gobierno no es de comunicación, hay temas que no se pueden comunicar.

En el macrismo aplican una frase de Macri cuando era presidente de Boca: en ciertas circunstancias hay que “hacerse el boludo”. Y cuando dicen “estamos aprendiendo”, en realidad es “vamos probando y cuando el paciente grita mucho, paramos y comenzamos el ajuste por otro lado, donde se sienta menos el dolor”, pero finalmente los sueldos reales bajarán.

Y el ajuste es mayor a ese 5% del déficit fiscal a reducir, porque desde hace varios años se había estancado el empleo privado a partir de que los salarios argentinos en dólares habían alcanzado un nivel superior a los de nuestros vecinos y países con similar competitividad, haciendo que no fuera rentable invertir para la mayoría de las empresas. La cantidad de trabajo también corrige por su costo.

Un ejemplo es Rosario con la prohibición a los supermercados de abrir los domingos, el día de mayor consumo. El sindicato cree que las horas extras que perderán serán compensadas con otras mejoras en futuras negociaciones que conseguirán aun trabajando un día menos, como los continuos feriados. Ventajas que se extinguen porque, a mediano plazo, si una sociedad no produce mejor que otra, no podrá sostener un consumo mayor, aunque se trate de un discurso muy antipático y antipopular.

Aranguren es apenas el pararrayos de todo el e económico y de la política del propio Presidente

Hay cierta hipocresía en atribuir a la falta de audiencias públicas el problema del aumento de tarifas. Sería más justo reconocer que el Gobierno cosechó ahora las críticas acumuladas por un aumento significativo de la inflación y por paritarias con aumentos de sueldos por debajo de esa inflación, y que este nuevo aumento de tarifas fue la gota que colmó el vaso.




domingo, 1 de mayo de 2016

Macro no Macri... @dealgunamanera...


Macro no Macri...

Sindicatos de Argentina y Brasil, más allá de sus diferencias, marchan contra los temores que les generan el fin del populismo y la falta de un proyecto entusiasmador. Foto: Cuarterolo

Argentina y Brasil, con la misma matriz de resistencia al cambio.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 30/04/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El problema argentino es macro y no Macri. La falta de un relato de Cambiemos que indique un “hacia dónde” se cambia no es un déficit sólo del pospopulismo argentino. Lo mismo sucede en Brasil, ya con Dilma afuera, y por eso compartimos la grieta que divide a cada sociedad. El numeroso acto de ayer de gremios contra el veto de Macri a una ley que prohíba despidos por seis meses y las marchas del Partido de los Trabajadores, que esta semana volvieron a cortar rutas en Brasil en contra de un ajuste fiscal cuando asuma el gobierno del vicepresidente Temer, tienen la misma matriz de resistencia al cambio.

En Argentina va a ser muy difícil bajar la inflación futura con paritarias que aumenten por la inflación pasada. Y en Brasil, como el déficit fiscal se financió con deuda en lugar de emisión, lo difícil será bajar la deuda. Pero en ambos países el problema de fondo es el mismo: bajar el déficit.

En los 80 fue el fin de las dictaduras; en los 90, de la inflación; la década pasada, de la pobreza. ¿Y ahora?

La persistencia de la grieta indica que aún no se inició una nueva era. Sin una idea compartida por la mayoría de la sociedad que la unifique  –manteniendo sus diferencias– en un proyecto común, no habrá cambio de ciclo.

En los años 80, esa idea aglutinante fue la democracia, el fin de las dictaduras que azotaron a la mayoría de Sudamérica. En los años 90, la cohesión social se forjó pensando que el fin de la hiperinflación y las privatizaciones nos llevarían al progreso.

Y a comienzos del siglo XXI, la nueva fuente de consenso fue que la redistribución del aumento de los precios de las materias primas elevaría a los pobres a la clase media. En cada etapa, casi toda la sociedad compartió una esperanza creyendo que mejoraría la vida de todos.

El agotamiento de cada ciclo (con la democracia no se comía, el Primer Mundo quedaba más lejos y el ascenso de las clases bajas se esfumó al bajar el precio de las materias primas) crea las condiciones necesarias para que germine una nueva esperanza compartida. Pero no es condición suficiente; hace falta algo macro, que trasciende a un país, incluso a una región, y que al darse simultáneamente en varios países revela que son eventos más universales. En los 80 fue el cambio de doctrina de Estados Unidos sobre los derechos humanos en Latinoamérica, también como herramienta de combate moral contra la ex Unión Soviética. En los 90 fue la caída del Muro de Berlín y el fin del comunismo. Y en la década pasada fueron las consecuencias de la llegada del capitalismo a China como potenciador del consumo mundial.

Hoy hay algunos cambios globales: el surgimiento de las redes sociales y la mayor cantidad de triunfos en elecciones de outsiders de la política, que van desde Macri hasta Marina Silva en Brasil, la líder ecologista que hoy sería electa presidenta si se adelantaran las elecciones a pesar de su casi nula capacidad de gobierno. El riesgo de que ningún partido tradicional pudiera ganarle hoy a un outsider de la política es el mayor freno a la autorización del Congreso de Brasil para que las elecciones municipales de octubre próximo sirvan también para elegir nuevo presidente.

Argentina y Brasil precisan otro relato que venga a llenar el vacío que genera el pospopulismo.

Que cada vez más outsiders de la política ganen elecciones, desde un cómico hasta Trump en Estados Unidos, es un voto de protesta contra los políticos y una muestra de insatisfacción ante la falta de rumbo de los partidos. Pero los outsiders de la política son otro síntoma de la falta y no de la solución del problema.

Bicentenario. Macri proyecta terminar la tarea de reordenar la economía para cuando se celebren los 200 años de la Independencia, el próximo 9 de julio. Probablemente en el tercer trimestre comiencen también a aparecer los primeros signos de reactivación. Incluso en el devastado Brasil se habla de que se estaría llegando al fin del pozo, y los más optimistas esperan que después de las Olimpíadas se haya superado lo peor. Pero Argentina y Brasil demandan algo más que venga a llenar el vacío metafísico que genera el pospopulismo.

El puente al futuro que quiere construir Macri precisará más materiales que el cemento y el acero del plan de obra pública con el que comenzará a reactivar la economía.