Cal y
arena…
Líderes:
Putin, Xi Jinping, May, Merkel, Macron y Trump. Dibujo: Pablo
Temes.
Macri sintió cómo el mundo mira expectante el
año electoral.
© Escrito por Nelson Castro
el domingo 02/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
Como nunca, a Mauricio Macri se lo
vio llorar al final del muy buen espectáculo que se ofreció en el Teatro
Colón para
agasajar a los líderes mundiales que participaron de la cumbre del G20.
Seguramente imaginó otra
realidad cuando hace unos años se eligió a la Argentina como sede de esta
fastuosa reunión. Venía de ganar las elecciones; la economía lucía estable; la
inflación parecía controlada y su reelección se daba ya casi como un hecho
inexorable. Hoy, en cambio, hay un gobierno mendicante, pidiendo
dólares al mundo y con encuestas que le auguran un futuro electoral que, cuando
menos, es incierto.
Desde el punto de vista de la organización, el
Presidente se anotó un triunfo. Era un triunfo que necesitaba, ante el
bochorno que representó la frustrada final entre River y Boca por la Copa
Libertadores de América. Como dijo un ex vicecanciller: “Esta semana tuvimos
dos G20. Uno –que perdimos– fue el River-Boca; el otro –que ganamos– fue la
cumbre de los jefes de Estado en Buenos Aires”.
Desde lo organizativo, la cumbre que
paralizó a media Ciudad fue un éxito. Desde lo político, en cambio, no
tanto. La personalidad disruptiva de Donald Trump es un factor complicante que
aleja la posibilidad de avanzar en acuerdos sólidos entre los países miembros.
Toda
la gestualidad del presidente de los Estados Unidos durante las 48 horas que
pasó en la Capital Federal nos hablaba de su malhumor. Fueron pocas las ocasiones en las que se lo vio
sonreír.
La Argentina quedó en un tironeo de
situaciones entre las propuestas chinas de ahondar y tener una presencia más
permanente en su relación bilateral con nuestro país versus la relación que el
Gobierno mantiene con los Estados Unidos.
Para Macri, la reunión fue una muestra del
apoyo que cosecha de parte de los gobiernos de las naciones más poderosos del
mundo. No es poca cosa después del negativo e inútil aislamiento al que el
kirchnerismo llevó al país. Ese apoyo se hizo significativo y concreto durante
los borrascosos meses a lo largo de los cuales hizo eclosión la crisis y
dinamitó la economía. Pero, a pesar de lo significativo de esos apoyos, los
problemas del G20 y de nuestro país están lejos de haberse solucionado.
Rosas y espinas.
Lo de Francia fue un
ejemplo. La reunión entre Macri y Emmanuel Macron tuvo buena química personal pero, en lo temático,
un curso sinuoso. El presidente de Francia apoyó el ingreso de la
Argentina al selecto grupo de la OCDE, pero puso peros en relación con las negociaciones y
acuerdos entre la Unión Europea y el Mercosur. Eso
tuvo una excusa para trabarse en las declaraciones del presidente electo de
Brasil, Jair
Bolsonaro,
quien dijo que no sabía cómo iba a ser la continuidad del Mercosur. Macron, que
responde más a los intereses de los productores agrícolas de Francia
interesados en que ese acuerdo con el Mercosur nunca llegue, se lo dijo a Macri
sin tapujos: "Una vez que sepamos qué va a hacer Bolsonaro en
Brasil en relación con el Mercosur, veremos cómo sigue la negociación".
De paso, aprovechó para dedicarse por algunos minutos a criticar a Donald Trump, con quien tiene una mala relación después de los
desplantes que el presidente de los Estados Unidos le hizo durante la
conmemoración del fin de la Primera Guerra Mundial que hubo en París hace unas
semanas.
Por el lado de las ofertas, la Argentina
quedó en un tironeo de situaciones entre las propuestas chinas de ahondar y
tener una presencia más permanente en su relación bilateral con nuestro país
versus la relación que el Gobierno mantiene con los Estados Unidos.
Esa circunstancia, que está
muy medida por el pulso a pulso de la amistad de larga data que tiene Macri con
Trump, le permitió a la Argentina acceder a créditos que de otra manera no
hubiera conseguido y sin los cuales hoy estaría en default. Trump, que salvó
del default a la Argentina, no puede hacer por la Argentina lo que la Argentina
no hace por sí misma, que es dar previsibilidad desde el punto de vista
político. Eso es lo que básicamente marcó la reunión del ministro de
Hacienda, Nicolás
Dujovne, con un grupo de
empresarios extranjeros que le hicieron saber que todos los proyectos están “en
el hall” hasta que la dirigencia política vernácula dé un marco de certeza
referida a la continuidad de estas políticas económicas. Es muy importante
que la Argentina el año que viene empiece a dar muestras concretas de un
proyecto neomacrista –sea Macri o sea Vidal– en cartera.
Las centrales nucleares, la terminación de
las represas por parte de los chinos y un fuerte programa de apoyo al
desarrollo energético estuvieron en el centro de las conversaciones con China.
China es el principal productor de equipos de generación de energía eólica y
solar. Lo mismo está ocurriendo con la producción de equipamiento para la
generación de energía nuclear. Por eso está muy insistente con la idea de
instalar una planta nuclear en Argentina. De esto van a hablar Macri
y Xi Jin-ping en el desayuno de Estado que tendrán en la mañana
de hoy domingo. Este es un tema que
produce mucho ruido en Washington. Hubo un acercamiento interesante con
España, pero está todo profundamente atravesado por ver si continúa o no el
macrismo. Ese es el sesgo de toda esta cumbre, que agarró a la Argentina
mal parada.
Pago chico.
Si bien el Banco Central bajó la tasa de interés, el mercado le
mostró que a determinada tasa prefiere comprar dólares. Por eso el
tema de cómo aliviar la recesión por la que atraviesa la economía argentina no
está terminado. Las palabras que faltan en nuestro presente son productividad,
producción, incremento, desarrollo, mejora de los productos. Noviembre
y diciembre son dos meses de tremenda caída de la actividad, rubros que caen
por encima del 10% - 15%.
El hecho de que Cristina Fernández de Kirchner esté bien en las encuestas no solo inquieta a
muchos de cara a un eventual gobierno suyo, sino que perjudica hoy el inicio de
2019, porque se empiezan a tomar decisiones defensivas anticipadas en los
primeros días del año próximo.
Nadie va a esperar a que la ex presidenta gane la elección para sacar sus
dólares. Lo van a hacer mucho antes, si es que sus posibilidades de ganar se
afianzan. Es algo que en el Gobierno todos saben.
Producción periodística: Lucía Di Carlo.
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