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miércoles, 10 de diciembre de 2025

Día 730: Dos años de Milei y cómo los argentinos eligieron querer y creer… @dealgunamanera...

Día 730: Dos años de Milei y cómo los argentinos eligieron querer y creer…
 

Día 730: Dos años de Milei y cómo los argentinos eligieron querer y creer. Dibujo: CEDOC.

Si tuviéramos que reconocerle algo positivo a Javier Milei es que trajo la discusión del orden fiscal por fuera de los tabúes que había impuesto el kirchnerismo. Si tuviésemos que hacer una sola crítica, deberíamos decir que es el Gobierno que más allá llevó el concepto del adversario político.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el miércoles 10/12/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República.

Hace dos años, el presidente Javier Milei asumía con 36 diputados, sin ningún gobernador ni intendente. Tenía un partido en formación, minúsculo, con algunos armadores con experiencias fallidas venidos de otras fuerzas y un puñado de seguidores sin ninguna trayectoria política. Hoy tiene un crecimiento de diputados cercanos al 300% si contamos a los del PRO que deciden acompañarlo en todas las votaciones, algunos gobernadores e intendentes ya se pintaron de violeta y La Libertad Avanza es considerado el único proyecto político nacional. Esto solo en dos años. Y no fueron las fuerzas del cielo sino la de los argentinos que eligieron querer y creer, porque en cualquier otra situación similar hubiera sido inviable la gobernabilidad.

En el libro 
“Lo bueno, lo malo y lo feo, dos años de Milei”, el sociólogo Marcos Novaro reflexiona sobre este período diciendo que muchos argentinos lo tomaron como “el remedio amargo y desagradable que hay que soportar para curar una enfermedad que se arrastra desde hace demasiado tiempo, un costo que pagar”. Usa el ejemplo de “un clavo que saca otro clavo” refiriéndose al kirchnerismo sobre el que concluye no saber si los argentinos se merecen a Milei “pero sin duda el kirchnerismo se lo merece, ha hecho hasta lo inimaginable para convocarlo y hacerlo posible”.

Y sin “obnubilarse con el embalaje que muestra tanto como oculta”, estar atentos a “cómo lo feo puede convertirse en malo”. Porque “hay algo pero que una estrategia equivocada: una estrategia equivocada por malas razones porque si la estrategia falla, se corrige, pero si las razones son equivocadas, no se percibe el fallo”.

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Pero todo comenzó otro 10 de diciembre, hace cuatro años, cuando Milei asumió su banca junto a Victoria Villarruel, única compañera de bloque. Es decir, en cuatro años el bloque de LLA en el Congreso pasó de dos diputados a 95. Pasó de ser uno de los bloques más pequeños a ser la primera minoría en el Congreso.

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Al mismo tiempo, en estos dos años de Milei, según informes del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), cerraron 30 empresas por día y se perdieron 276 mil puestos de trabajo, es decir, 430 por día. Estamos hablando de empleos registrados que son más fáciles de registrar. No hay registros de la pérdida de empleos informales.

A la vez, que la inflación pasó de un promedio 65% anual en los cuatro años del gobierno de Alberto Fernández a la mitad, pero es justo decir que el último año fue 180% y descontado el propio generado en el mes de diciembre por el gobierno entrante fue alrededor del 150% a un quinto de eso, razón por la cual hay índices de pobreza que a pesar de la pérdida de empleos han demostrado mejoras.

A estos números, el experto en pobreza, el sociólogo Agustín Salvia planteó que la baja de la pobreza que muestra el Gobierno no refleja una mejora real, sino un efecto estadístico por la estabilización inflacionaria y ciertos aumentos puntuales de ingresos. Advierte que los salarios siguen por debajo de 2017, que la recuperación es “muy parcial” y que la pobreza estructural permanece igual o peor, porque justamente no hay creación de empleo ni reactivación económica.

A pesar de todo esto, Milei es por lejos el político más popular en el país medido por todas las encuestas. Evidentemente, hay algo en las placas tectónicas de la sociedad que se movió. Hay un relato, un conjunto de ideas que entraron y que, a pesar de la situación objetiva, de las penurias que pasa la mayoría social, la mayoría de los argentinos decidieron acompañar a este presidente, eligieron querer.

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En voluntad de transformación legislativa, el gobierno de Milei no tiene igual. Desde su comienzo ha avanzado con dos grandes iniciativas legales que se concretaron entre fines de 2023 y 2024 y generaron importantes cambios en la estructura económica y política argentina. El DNU 70/2023, que originalmente contenía 366 artículos, sigue vigente en su mayor parte, a pesar de haber sido rechazado parcialmente por el Congreso en sus títulos.

La principal excepción es el título IV de la reforma laboral, cuyos artículos fueron suspendidos por vía judicial a principios de 2024 tras la acción de la CGT. Por su parte, la Ley Bases tuvo un primer intento de aprobación que fue la Ley Ómnibus de 644 artículos y terminó en una iniciativa recortada, de igual manera muy ambiciosa, con 238 artículos. Esto cambió disposiciones clave como la derogación de la Ley de Alquileres, la modificación del Código Civil y Comercial (particularmente en libertad de contratación y obligaciones en moneda extranjera), y la desregulación de leyes económicas como la de abastecimiento.

La posterior Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos (Ley 27.742), sancionada en julio de 2024, consolidó y reemplazó parcialmente el DNU, introduciendo cambios propios y decisivos que ya están aprobados. Estos incluyen la declaración de emergencia pública en varias materias (económica, financiera, energética y administrativa) por un año, delegando amplias facultades en el Poder Ejecutivo para actuar en esos campos.

En materia laboral, la Ley de Bases aprobó la modernización laboral (reduciendo el período de prueba a seis meses, ampliable, y eliminando multas por empleo no registrado), lo cual es un cambio ya reglamentado. En el ámbito de las empresas estatales, la ley aprobó la enajenación (privatización total, parcial o concesión) de varias compañías públicas como ENARSA, Corredores Viales e Intercargo. Si bien la aprobación está, el proceso de venta es lo que queda por hacerse mediante la ejecución del Poder Ejecutivo.

Finalmente, el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones), que otorga grandes beneficios fiscales y aduaneros a proyectos de inversión, fue aprobado en la Ley de Bases, pero su impacto en la economía real está pendiente de la puesta en marcha de los grandes emprendimientos que se adhieran.

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Estas iniciativas del Gobierno fueron fuertemente resistidas por la oposición, el sindicalismo, los movimientos sociales y gran parte de la población que se movilizó de manera independiente. La llamada oposición dialoguista dirigida por figuras como Miguel Ángel Pichetto consiguió que se hicieran varias reformas y se quitaran artículos polémicos que restringían el derecho a la reunión o la manifestación, entre otros. Esto generó que gran parte de la Ley Bases generara empate en el Senado y la vicepresidenta Villarruel, ahora enfrentada con Milei, haya tenido que desempatar en un momento dramático de la política argentina.

Pero no solo hubo debate en torno a lo económico en estos dos años de Milei. El Gobierno impulsó lo que denominó la batalla cultural, una cruzada ideológico-discursiva contra todos los valores progresistas transversales de la democracia argentina y occidental. El respeto por la diversidad en la identidad de género y la orientación sexual, el respaldo a los derechos de igualdad de las mujeres y los hombres que sostiene el feminismo, la condena a los crímenes de la última dictadura militar en nuestro país y el concepto mismo de justicia social, impulsado por la doctrina social de la iglesia en el siglo XIX, fueron combatidos por Milei, el resto del Gobierno y un ejército de trolls oficialistas que, algunos pagos y otros militantes, inundaron las redes con mensajes de odio y propaganda ideológica de extrema derecha.

Si bien hubo varios momentos álgidos en esta disputa, entre los cuáles se encuentras videos oficiales prácticamente negacionistas de los crímenes de lesa humanidad generados por el gobierno militar entre 1976 y 1983 en nuestro país, el discurso de Milei en Davos, en los que planteó que “la ideología de género en sus facetas más extremas llevaba a la pedofilia”, fue la gota que rebalsó el vaso para buena parte de la sociedad argentina. Esto provocó una movilización antifascista contra Milei en febrero de 2025 de cientos de miles de personas en la Ciudad de Buenos Aires y probablemente más de un millón a nivel nacional. Junto con las movilizaciones en defensa del presupuesto de las universidades fueron las más importantes durante este Gobierno.

Con respecto a sus palabras en el Foro de Davos, Milei dijo que se había editado el video y con respecto al presupuesto universitario, si bien hubo recortes, se mostró dispuesto a revisar algunas partidas que dejaban a las universidades prácticamente al borde del cierre. Los docentes universitarios siguen en reclamo. Hoy un ayudante de trabajos prácticos gana cerca de 600 mil pesos mensuales y son los que sostienen la mayor cantidad de las clases.

Durante este año, el Gobierno vivió una verdadera montaña rusa política y económica. Por momentos parecía que se volvía totalmente hegemónico y que se quedaría más de un mandato y por otros, realmente corrió riesgos de caer y las palabras asamblea legislativa volvían a escucharse como nunca desde el 2001.

Entre marzo y octubre, Milei recibió una seguidilla de palizas legislativas que dejaron a su gobierno en completa minoría. La oposición encontró un conjunto de causas transversales como fueron los haberes jubilatorios, el presupuesto universitario, la protección a las personas con Discapacidad y el respaldo a los profesionales del Hospital Garrahan y además de impulsar amplias movilizaciones callejeras, se reflejó en fuertes mayorías en el Congreso. En dos ocasiones se consiguieron dos tercios en ambas cámaras para anular los vetos presidenciales sobre leyes opositoras que justamente cuidaban el presupuesto universitario y a las personas con discapacidad.

Milei, frente a estas enormes mayorías parlamentarias obtenidas por la oposición, decidió no cumplir estas leyes. Este quizás sea uno de los elementos más peligrosos del Gobierno: el hecho de que el poder Ejecutivo haya pasado por encima del Legislativo muestra una violación flagrante de la división de poderes y un paso por fuera de la democracia. Si esta tendencia continuara, ya estaríamos hablando de otro tipo de gobierno. Por ahora no lo ha hecho, pero es cierto que tampoco tuvo la necesidad porque las necesidades políticas fueron obtenidas por votaciones parlamentarias en buena ley. Sin embargo, llamamos la atención sobre este aspecto que no se discute lo suficiente en los medios de comunicación y no está lo suficientemente presente en el debate público.

Las continuas derrotas de Milei en el Congreso hicieron que los mercados, que estaban teniendo ganancias fenomenales gracias a las elevadas tasas de interés, empezaran a pensar que tal vez el Gobierno no podía garantizar la continuidad de este tipo de políticas debido a su debilidad institucional y hubo crisis macroeconómica. El dólar rompió la banda de 1500 pesos y se empezaron a vaciar las reservas.

Esta combinación de factores generó una estruendosa derrota en las elecciones bonaerenses del siete de septiembre. Milei perdió por trece puntos con el peronismo ordenado detrás del gobernador Axel Kicillof y la crisis continuó espiralándose. Esto parecía ubicar a Milei prácticamente fuera del Gobierno. Pero, como ya es conocido, una semana antes de las elecciones legislativas nacionales, el 21 de octubre de este año, el titular del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, publicó el siguiente tuit.

Solo con este tuit y otro de Donald Trump en el que planteó que el respaldo económico a la Argentina estaba condicionado a que Milei gane las elecciones, se produjo un sismo electoral y finalmente el Gobierno ganó en todo el país, inclusive en la Provincia de Buenos Aires.

Desde ese momento, Milei pasó a la ofensiva y ahora está impulsando la aprobación del presupuesto 2026 en el que continúa con el ajuste fiscal, la reforma laboral y la reforma tributaria. Con matices y discusiones, parece que todo saldrá a favor. Pero es Argentina, un país que siempre da sorpresas y nadie se puede confiar.

Es difícil hacer una columna objetiva sobre los dos años de este Gobierno. El presidente tiene un encono particular con el periodismo independiente y en particular contra Perfil. Sin embargo, tratamos de no tomarnos esto personal y entenderlo otro elemento de análisis de un Gobierno totalmente atípico en sus grados, aunque categóricamente populista como otras expresiones en el pasado.

Si tuviéramos que reconocerle algo positivo a Milei es que trajo la discusión de la necesidad del orden fiscal y la discusión macroeconómica por fuera de los tabúes que había impuesto el kirchnerismo. Si tuviésemos que hacer una sola crítica, deberíamos decir que es el Gobierno que más allá llevó el concepto del adversario político, del que piensa diferente como enemigo.

Esperemos que su tendencia antidemocrática sea disuadida por los dirigentes cercanos al gobierno más sensatos y democráticos y que la reciente moderación de los insultos sea la antesala a una convivencia democrática más resuelta. En lo que respecta a lo económico, es probable que un plan sostenido en base al endeudamiento y solo pensando en la exportación de minerales, productos agropecuarios y energía mientras se abren las importaciones, no genere un país para la mayoría de los argentinos.

Pero como siempre decimos, esperamos estar equivocados, le deseamos a Milei el mejor de los éxitos y, muy especialmente, que todos los argentinos que eligieron querer no sean defraudados.

Dos años de Milei, "el Loco", como el mismo admitió que lo llamaban en reiterados momentos de su vida. El loco, en las cartas de Tarot es el personaje que comienza una aventura de orígenes inciertos. Esperemos que esa aventura nos acerque a la solución de las muchas taras que tenemos como país.

Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi

TV/ff




jueves, 7 de agosto de 2014

Riesgo Kicillof, detrás de los buitres… De Alguna Manera...


Riesgo Kicillof, detrás de los buitres…

Buscando precios, Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes

El ministro apuesta a liderar la malvinización del conflicto con los holdouts. Deseos políticos.

Hay varias versiones sobre por qué no hubo acuerdo con los holdouts y caímos en default, y todas apuntan a Kicillof.

La primera explicación señala que él boicoteó el acuerdo entre privados, impulsado apenas disimuladamente por Fábrega y Capitanich, por la disputa de poder que mantiene con ellos. Cuando en la conferencia de prensa del miércoles 30 a la tarde, momento en que parecía que los banqueros de ADEBA iban a poner las garantías de pago que les venían exigiendo sin éxito los demandantes, el ministro de Economía sacó a relucir que la ley que en 2010 levantó el cerrojo en verdad lo había hecho a medias y el Estado no reconocería ni entonces ni nunca más de 35% del valor de los bonos que Brito y sus pares estaban comprometiéndose a pagar al 100%, éstos se mandaron a guardar y todo voló por los aires. Así, Kicillof habría logrado imponer su condición de única voz oficial en la materia y hombre fuerte del Gobierno.

La segunda versión llama la atención sobre una inclinación ideológica y política más general del ministro, y su preferencia por una buena pelea antes que un mal acuerdo (categoría en la que ubica a casi cualquier arreglo posible). Hace tiempo que Kicillof se convenció, y luego convenció a Cristina, de que pagar la sentencia no sólo implicaba riesgo material, por la RUFO, sino sobre todo un gran riesgo simbólico, quedar humillados ante un tribunal extranjero y los peores personeros del capitalismo financiero, con la previsible consecuencia de perder apoyo tanto en el núcleo duro que reclama coherencia doctrinaria como de votantes del común que quieren un gobierno fuerte que dé seguridades.

Se convencieron también de que la recesión, aun en caso de cerrar el litigio y conseguir algo de financiamiento, seguiría al menos por el resto del año, así que mantener abierto el conflicto ofrecía la oportunidad de echar la culpa por la mala situación doméstica a los demandantes y a Griesa. Para Kicillof resultó conveniente entonces asumir una tesitura de máxima, inflexible, apostando a que, hubiera o no acuerdo, él resultara beneficiado: si los demandantes cedían y esperaban para cobrar él habría ganado la pulseada emulando, al menos a ojos de su jefa y de las bases, al Néstor de la reestructuración de 2005; si también aquéllos se mantenían en sus trece y había default, el ministro estaría llamado a liderar la politización y malvinización del conflicto.

Probablemente lo que sucedió fue una mezcla de ambas cosas, internismo y radicalización, y también puso su granito de arena un tercer factor, la torpeza e improvisación. Si en el Ejecutivo se hubiera valorado a tiempo y en serio la oferta de los bancos locales y extranjeros se habría podido evitar la chapuza de los últimos días. El optimismo con que el propio Kicillof salió del último encuentro con Pollack, su sorpresa cuando éste afirmó que las negociaciones habían fracasado y la todavía esperanzada alusión a un acuerdo entre privados con que cerró su conferencia de prensa, para una vez consumado el default dedicarse a denostar a Brito como si hubiera entorpecido un plan maestro del Gobierno, revelan que su promesa de “tener todo estudiado profundamente” quedó en eso. 

Volviendo al rol de Kicillof, su intervención debió ser decisiva también por otro factor, que tiene relación tanto con la interna oficial como con el proceso de radicalización y “salvación simbólica del modelo”, pero los supera con creces a ambos: la propia carrera política del ministro.

Seguramente Kicillof percibió en estos días el riesgo que estuvo corriendo su cabeza. Pero como buen aventurero que es, debió estar particularmente atento a las oportunidades que la situación ofrecía para proyectarse como líder hacia el futuro. Oportunidades cuyo aprovechamiento dependía no sólo, e incluso no necesariamente, de salvar el ethos oficial, sino de salvar en particular su protagonismo.

Todos los que conocen al ministro desde sus tiempos de líder estudiantil acuerdan en algo: que siempre ha sido leal a una sola cosa y una sola idea, él mismo y el rol providencial que cree le tiene reservado el destino. De allí que jamás se incorporara a ninguna estructura u organización (ni siquiera es miembro de La Cámpora) y siempre dedicara sus mayores esfuerzos a rodearse de un séquito de obnubilados acólitos.

De allí también que se resistiera siempre a pagar cualquier costo político, incluso para defender las políticas oficiales: su renuencia a avalar las cifras del Indec hasta el momento en que asumió como viceministro, a fines de 2011, más que como homenaje a la verdad científica o muestra de espíritu crítico dentro del campo oficial, vista desde hoy (después de comprobar cómo el “nuevo INDEC” a su cargo sigue mintiendo, y en algunos casos, como el de la pobreza, lo hace más que antes, y el monolitismo doctrinario se fortaleció en vez de suavizarse desde que él y su gente lograran reemplazar a Moreno y los boudouístas) puede considerarse un indicio elocuente de ese afán de autonomía y excepcionalidad.

Para un político con estos rasgos e inclinaciones, el estallido de la crisis con los holdouts, que puso el foco de atención de todo el mundo en él, junto a la decisión presidencial de mantener abierta la lista de posibles candidatos para 2015 y con ella la búsqueda de un sucesor a la medida para el proyecto oficial, mientras en el propio frente económico se le acumulaban problemas mucho más difíciles de hacer funcionar como trampolín a la gloria, actuó como un estímulo imposible de resistir para hacer progresar su carrera tomando altos riesgos. Kicillof los corrió y por ahora se puede decir que su juego le está dando frutos, aunque los costos para el país sean considerables y puedan terminar siendo incluso catastróficos.

En estos días varias organizaciones kirchneristas anunciaron, como para completar la semana de la desmesura, un homenaje a Boudou, según ellos para resarcirlo por la “condena mediática” que habría sufrido. Aun en su delirio, es seguro que los promotores del encuentro saben muy bien que el vicepresidente es irrecuperable como figura pública. Por eso varios aprovecharon para adelantar que su candidato preferido ya no es Urribarri, ni será tampoco Randazzo, porque quieren entronizar a Kicillof. 

La deriva que experimenta el proyecto oficial tal vez sea una buena ocasión, aunque por cierto tan costosa como penosa, para plantearse una pregunta difícil de responder, y que puede ser vital para nuestro aprendizaje político: ¿quién es más dañino: un oportunista, incluso un ladrón que dice cualquier cosa para justificarse, o un fanático que en serio se la cree y actúa en consecuencia?

© Escrito por Marcos Novaro el Domingo 03/08/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires.


lunes, 21 de julio de 2014

El Abuelo Quique, más pornografía que fútbol... De Alguna Manera...


Más pornografía que fútbol…

Vuvuzela Cósmica... Néstor Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

La publicidad (propaganda para mi gusto) del abuelo como metáfora de la actitud oficial. Los progresos de la Selección y el retroceso del Gobierno.

Ya antes de que se conociera el verdadero oficio del “abuelo Quique”, protagonista de uno de los más irritantes spots de la propaganda oficial que vienen bombardeando al público mundialista y que adquiriera sus dotes actorales en producciones triple X de La Plata, era posible advertir que esa campaña tenía un sesgo pornográfico.

Quique, el actor porno. Foto: Captura TV

En el sobreactuado entusiasmo, en la burda explicitación de los fines perseguidos, todo en esas publicidades en que se mezcla deporte y política remite al sexo explícito. Desde un principio, mostraban a un Gobierno decidido a renunciar a las sutilezas, tal vez porque asumió que, ya que nadie le va a creer si actúa lo que no es ni nunca fue, y no va a poder seducir con moderación y lenguajes civilizados, la que le queda es ir directo y de cabeza a los bifes. Y lo más interesante del caso es que, al hacerlo y bombardearnos con los supuestos “golazos” de la gestión, del proyecto y de sus líderes, expuso a éstos en un rasgo que los caracteriza, no de ahora sino desde siempre: querer mostrarse en perpetua erección, saliéndose siempre con la suya y realizando a voluntad sus deseos.

Muchos han señalado ya la marcada diferencia que existe (más allá de las simpatías políticas expresadas por el propio DT) entre el estilo de la selección de Sabella y el “estilo K” puesto de manifiesto en este aprovechamiento político del fútbol, y más en general en todo lo que hace el gobierno nacional. Mientras los jugadores y el DT se esforzaron estas semanas por mostrarse prudentes y profesionales, sin sobreofertar a pesar de que, yendo de menor a mayor, su rendimiento y eficacia han sido crecientes, el Gobierno apuntó a convertirse en jefe de la hinchada, abrazarse al entusiasmo mundialista sin ningún empacho en identificar la camiseta con la patria, la patria con la unidad entre pueblo y Gobierno, y los supuestos logros oficiales con verdades reveladas, objetos de fe que sólo un apátrida podría cuestionar. Y más grave todavía; dado que al mismo tiempo que la Selección iba progresando en Brasil fueron saliendo cada vez peor los asuntos que en verdad tendrían que haberse dedicado a resolver nuestros gobernantes: la declinante evolución de la economía, el conflicto con los holdouts, los escándalos de corrupción, más desesperados estuvieron ellos por convertir la alegría en escapismo y hacer olvidar todo eso, en un giro ya manifiestamente abusivo, de nuevo pornográfico, de la pasión futbolera.

La prensa oficialista lo planteó en diversas variantes, y todas con el común denominador del exceso y las burdas analogías. Tal vez la más escandalosa fue una nota de la Agencia Paco Urondo, titulada “Superioridad física e ideológica de un Pueblo” y escrita por un tal José Cornejo, que si la hubiera hecho en joda tampoco daba gracia: la idea de Cornejo es que a la selección nacional le fue mal en los mundiales a partir de 1990 por culpa del neoliberalismo, por la enfermedad física y mental que él le inoculó al pueblo argentino; y que estos efectos habían calado tan hondo que se tardó de 2001 a 2014 en empezar a revertirlos, pero ahora nadie para a nuestros muchachos porque, desde la polis griega a nuestros días, no hubo nada tan potente para desarrollar el alma y el cuerpo de un pueblo como el kirchnerismo. Si cambiamos pueblo argentino por pueblo alemán, neoliberalismo por judíos, y Kirchner por ya sabemos quién, podríamos ubicar este texto en el contexto de las Olimpíadas de Berlín de 1936 y rezar por que no tengamos que explicarnos mañana cómo pudo ser que una decadente plutocracia neoliberal como la de la Alemania de Merkel logró hacernos lo que Jesse Owens les hizo a los muy arios corredores del Führer casi ochenta años atrás.

Por suerte, la sociedad argentina sí parece haber aprendido algo de esos ochenta años de uso y abuso político del deporte, o al menos las circunstancias favorecen que así lo haga entender, y está dándoles muy poca pelota a los discursos y propagandas oficiales. Con lo cual, muestra algo que ya era perceptible hace un tiempo: el país recupera el buen humor, la capacidad de experimentar alegrías colectivas, y no precisamente de la mano del proyecto kirchnerista, sino al contrario: a medida que lo va dejando atrás. Y no sólo porque la gran mayoría está ya harta de este gobierno, su estilo, sus errores y sus camelos, sino porque el propio oficialismo se condenó, a medida que se abrazó más y más a ellos, a ser parte del pasado. No hay nada más melancólico que un discurso que se esmera en mostrar todo lo que logró, sin poder balbucear una sola idea sobre lo que imagina para el futuro.

Que el kirchnerismo esté terminando así, tan desconectado de los humores del pueblo, que creía haber cultivado mejor que nadie, y con cuya finalidad ciertamente viene gastando enormes cantidades de dinero y lo sigue haciendo todavía hoy, pero con una falta de criterio que ni en el peor burdel, sin poder sacar mayor provecho de la alegría colectiva cuando ella finalmente encuentra ocasión para manifestarse, no es para nada casual. En la primitiva economía del deseo con que siempre se movió el kirchnerismo, no puede haber ninguna demora ni obstáculo para la realización de la voluntad. Todo tiene que ser rápido, directo y explícito; en suma, pornográfico. Pero ni la política ni el fútbol funcionan así. Requieren táctica, estrategia y una fina atención en el manejo de los tiempos y los ritmos del juego. Sólo con estos instrumentos las voluntades que intervienen en la partida pueden usar adecuadamente los recursos que tienen a la mano y lograr, sino el mejor de los resultados, al menos un buen desempeño y rendimiento. De eso, ni ahora ni nunca el kirchnerismo entendió demasiado.

© Escrito por Marcos Novaro el Sábado 12/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Link de relacionado: El Abuelo Quique...



domingo, 13 de mayo de 2012

Binner y Alfonsín... De Alguna Manera...

Binner y Alfonsín en el laberinto progresista…


Quienes obtuvieron el segundo y tercer lugar en las últimas elecciones presidenciales han justificado en los últimos días su apoyo enfático (aunque “en general”) a la confiscación de YPF como un homenaje a los principios y las tradiciones históricas de sus respectivos partidos. Los argumentos utilizados fueron muy similares, y puede que convergentes : adhieren al proyecto oficial, dicen, para dejar en claro que son los auténticos heraldos del estatismo y el nacionalismo económico, y porque será a la luz de su testimonio iluminador en la defensa consecuente de esas ideas que tarde o temprano la sociedad habrá de reconocer que el kirchnerismo no es más que una simulación oportunista, una versión degradada de dichos ideales que debe ser “superada” y reemplazada por la que ofrecen alguno de ellos, o los dos juntos.

Aunque ni Binner ni Alfonsín se han referido a ellas, es oportuno llamar la atención sobre otras razones menos históricas y más inmediatas que los inclinaron a apoyar la “recuperación de YPF” y que, pese a no ser tan coincidentes como las anteriores, pueden también alentar la convergencia entre ellos: para los socialistas, y para el FAP en general, dar su apoyo a esta ley era la conclusión obligada de una estrategia que se viene desplegando desde hace tiempo, y de la que no cabría dudar pues sería la causa de los logros cosechados recientemente; en tanto para Alfonsín, igual que para otros radicales progresistas, votar la ley se presentó como lo contrario, la oportunidad para cambiar una estrategia equivocada que estaría en el origen de los últimos fracasos y desilusiones. Veamos.

Los socialistas entienden que los votos recibidos en octubre pasado, y que convirtieron a Binner en una figura nacional y al FAP en la “principal alternativa al kirchnerismo” cabe atribuirlos a su pretensión de encarnar el “progresismo verdadero” y a las consecuencias prácticas de dicha apuesta: la toma de distancia respecto a la “oposición de derecha” (el resto de la oposición política, los medios independientes, los empresarios, etc.) y el voto a favor de proyectos oficiales de tinte “progresista” como la ley de medios, la estatización de los fondos de pensión y otros por el estilo. 

Según esta interpretación, además, el FAP no debería preocuparse mayormente por las consecuencias que ha arrojado la aplicación de esas leyes por parte del kirchnerismo: al señalamiento de los efectos indeseados u objetables que varias de ellas han tenido tanto para los directamente afectados, los jubilados, los periodistas, etc., como para la economía y la democracia en general, los líderes socialistas replican que ellos no tienen por qué rendir cuentas de esos resultados porque votaron “de acuerdo a sus convicciones”, de cuyo carácter virtuoso no cabría dudar, y la buena o mala aplicación es exclusiva responsabilidad del Ejecutivo. 

En esta curiosa inflexión principista se evita cualquier consideración más pragmática y matizada sobre las razones del voto ciudadano: se ignora el hecho de que muchos de quienes escogieron las listas del FAP el año pasado lo hicieron a pesar de que sus legisladores habían adherido a esos proyectos oficiales y no debido a que lo habían hecho, y se desconoce la considerable distancia que existe entre las creencias de los militantes y las de la mayoría de los votantes, así como el hecho harto evidente de que a la enorme mayoría de la sociedad la coherencia doctrinaria le importa bien poco y tiende a valorar más que objetar eso que el FAP tanto le critica al gobierno, el hecho de que detrás de la declamada inflexibilidad y la supuesta gravitación de las convicciones progresistas en la gestión se esconde el muy flexible pragmatismo peronista.

En cuanto a los radicales de izquierda, la coyuntura también los está empujando a sobrevalorar algunas de sus creencias compartidas con socialistas y kirchneristas, aunque por las razones opuestas: estiman haberse corrido demasiado “a la derecha” cuando se aliaron con De Narváez y haber sido castigados en las urnas debido a ello, así que buscan corregirse alejándose lo más posible de esas influencias, que se expresan hoy, por caso, en el republicanismo de los medios, en las propuestas de alianza del macrismo o en los pronósticos de crisis de los economistas.  

 El sueño de “recuperar el voto radical recuperando la identidad histórica y la unidad de la UCR” aparece así como la guía práctica adecuada para devolver el rol de segunda fuerza al partido y el equilibrio a un sistema de partidos cada vez más inclinado hacia la hegemonía peronista. Como si la salida de su laberinto fuera sólo posible para el centenario partido retrocediendo en el tiempo hasta el momento en que, se cree, perdió el rumbo.

Puede que algo consigan Binner y Alfonsín con sus apuestas, pero difícilmente se acerque a lo que están buscando. Tal vez sería distinto si el peronismo no fuera capaz de generar su propia oposición, si no hubiera ya dispuestas en la arena otras ofertas competitivas, y si el constante y creciente abuso de poder por parte del oficialismo no despertara una también creciente expectativa de que alguien corra el riesgo de cargarse al hombro la defensa del estado de derecho y del liberalismo político. Valores que están presentes por cierto en los genes de radicales y socialistas, pero cuya defensa hoy no pareciera ser para ellos una urgente prioridad.

© Escrito por Marcos Navarro y ublicado por http://www.tn.com.ar el lunes 30 de Abril de 2012.