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domingo, 6 de septiembre de 2020

Reforma Judicial. Fernández y Fernández… @dealgunamanera...

Reforma Judicial. Fernández y Fernández…

‘Siempre listo’ Sergio Berni. Dibujo: Pablo Temes

La vicepresidenta recibió a un histórico operador en Comodoro Py. Avanza en construir una justicia a medida.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/09/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Los efectos adversos que el poder genera en las personas son complejos. El sentimiento de omnipotencia se despliega en toda su dimensión, aparecen comportamientos extravagantes, sorprendentes y, a veces, contradictorios e inexplicables. ¿Cómo explicar que un presidente que amenazó con someter a un proceso penal a los que durante esta larga cuarentena se reunieran en un domicilio invite a Olivos a Hugo Moyano y parte de su familia a compartir un almuerzo que incluyó una foto sin barbijo y sin distanciamiento social?  

En la dinámica psicológica del ejercicio del poder se distinguen tres rasgos esenciales: el absolutismo, la hegemonía y la intolerancia.

Salvo excepciones, quien ocupa una posición de poder busca siempre el absolutismo, la totalidad del poder. Para eso necesita la implantación del pensamiento hegemónico. Es ese afán de hegemonía el que hace que el poderoso sea un ser intolerante frente al pensamiento distinto.

La democracia como concepción política y la república como sistema representan las barreras que las sociedades crearon para poner freno a esos desvaríos que llenan páginas de la historia.  

Alberto Fernández llegó a la presidencia de la Nación con una promesa que hizo pública a lo largo de toda su campaña: terminar con la división política profunda que, como una nube tóxica, se ha venido extendiendo a lo largo y a lo ancho del país desde hace años. Dividió Néstor Kirchner; dividió y divide Cristina Fernández de Kirchnerdividió y divide Mauricio Macri.

"No solo debemos tolerar al que piensa distinto. Con eso no alcanza. Debemos respetarlo", dijo decenas de veces el hoy presidente durante el tiempo electoral. Por eso causó estupor –y alarma– cuando, en la reunión del peronismo que hubo en la semana que pasó, expresó: “No veo la hora de que esta pandemia se termine, porque estoy seguro de que ese día vamos a salir a la calle y ese día sí va a haber un banderazo, un banderazo de los argentinos de bien".

Nadie sabe aún si el Dr. Fernández se ha dado cuenta de la barrabasada que representa su infeliz frase. Cuando a la diversidad de ideas –es decir, el pluralismo– se la encuadra dentro de la categoría del bien y del mal, no hay posibilidad de convivencia posible. Si el que piensa diferente representa el mal no hay posibilidad de diálogo. Con el mal no se dialoga.
  
El mal es intolerable.

El pensamiento diferente enriquece ya por el mismo proceso intelectual de analizarlo ya sea para coincidir o para rebatirlo. Al mal se lo combate. Al pensamiento diferente, en cambio, se lo debate.

El concepto de identificar al otro con el mal nos conduce directamente a la categoría de amigo-enemigo de tan nefasta y lamentable raigambre en la historia de la Argentina.

Cuando en la noche del sábado 18 de noviembre de 1972 el general Juan Domingo Perón se abrazó en su casa de la calle Gaspar Campos con el Dr. Ricardo Balbín, le dijo: “El pueblo todo quiere que usted y yo nos unamos. Nos hemos peleado inútilmente durante 25 años”. Lo triste fue que, cuando se dieron cuenta de lo estéril de esas disputas feroces, ya se les había ido la vida.

Ahora, las tomas de Tierra. Las tomas, actos ilegales, nunca son producto del azar. Hay detrás una maquinaria política, legal y económica que se monta sobre la acuciante necesidad de miles de personas por no tener una vivienda digna. Hace unas pocas semanas, más allá de sus habituales comentarios provocadores, Juan Grabois aludió a las tomas, lo que fue una advertencia sobre algo inminente.

Al hacerlo, puso al oficialismo en un brete en el que aún está. Las contradicciones y disputas que se produjeron entre el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni; la ministra de Seguridad de Nación, Sabina Frederic, los dirigentes del Movimiento Evita y el gobernador Axel Kicillof hablan de la confusión en ámbitos del oficialismo.

Mientras tanto, Daniel Arroyo trabaja para quitar poder a los movimientos sociales a través de la tarjeta alimentaria. La transferencia a los comedores saca intermediarios. “Del 100% del presupuesto del Ministerio, los movimientos sociales se llevaban el 25%; ese porcentaje se ha reducido al 10%”, afirman en su cercanía.

Avatares de la reforma judicial K. Tras la bochornosa sesión en Diputados del miércoles, un hecho ilustra el superlativo interés de la vicepresidenta por la reforma judicial: el encuentro previo al debate que tuvo con el auditor Javier Fernández, el histórico operador judicial del kirchnerismo en Comodoro Py.

Fernández, quien tiene mandato en la Auditoría General de la Nación hasta 2022, había caído en desgracia a fines del kirchnerato por sus contactos con Jaime Stiusso. Como tantos otros, limó asperezas con CFK, por lo que los encuentros con ella, Máximo y el representante de La Cámpora en la AGN, Juan Ignacio Forlón, son habituales.

La reforma judicial obtuvo media sanción horas después de ese encuentro, con modificaciones que incluían la eliminación de la insostenible cláusula mordaza para la prensa propuesta por el amanuense de la vice, el senador Oscar Parrilli.

Vale la pena recordar lo que opinaba Fernández sobre la reforma judicial de 2013 –una de las dos que se presentaron en los últimos veinte años según CFK– y que luego fue frenada por la Corte Suprema. “Le dije a la presidenta que iba a ser inconstitucional. Ella me dijo que no.

Pero lo que hizo fue unir a todos en la corporación judicial. Estuvo mal asesorada... No hay que meterse en los poderes. Tenés que dialogar”, aconsejó Fernández en una nota a la revista Crisis, en septiembre de 2019. Por lo que se ve, CFK sigue haciendo caso omiso de los consejos del auditor Fernández. El diálogo es una práctica ausente en su conducta política.  


Los que conocen los detalles de ese diálogo aseguran que, para cumplir el rol de operador judicial que supo tener, Javier Fernández pide ser designado en el Consejo de la Magistratura. Por si alguien lo olvidó, CFK quiere un Poder Judicial sometido al Gobierno.




domingo, 31 de mayo de 2020

Pandemia y deuda… “Anche se” Persecuciones… @dealgunamanera...

Persecuciones…

Agente 00000007, Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

Cuando vuelva la "normalidad", la confianza en el país será la gran incógnita de cara al futuro.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 30/05/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


El fiscal federal Jorge Di Lello impulsó la investigación de la denuncia contra el ex presidente Mauricio Macri y funcionarios de su gestión, por supuesto espionaje ilegal, presentada esta semana por la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño.

Sobre esta grave denuncia que debe ser investigada a fondo, el Presidente dijo: “Nos acusaban a nosotros de hacer esas cosas, porque ellos las hacían. Asimismo como piensan que nosotros tenemos una mesa judicial”. En tanto aseguró: “Nosotros no lo hacemos porque fuimos víctimas de eso durante años. Los que somos peronistas y pasamos la dictadura, sabemos de qué se trata”.

En 2012, en ocasión de la denuncia hecha al descubrirse el llamado “Proyecto X”, que consistía en la infiltración de agentes de la gendarmería nacional en los movimientos sociales que protestaban contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández, expresó: “La verdad es que me asombra que alguien lo avale ahora. No puedo creer que pase algo así en la gendarmería argentina.

Tengo la impresión de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no toma conciencia de la gravedad que estas cosas suponen. Que después de las cosas que nos tocó pasar. Que después de haber sido el proyecto político que reformuló la vigencia de los derechos humanos en la Argentina, alguien vea que, graciosamente, la Gendarmería vaya y espíe en los movimientos sociales”.

Y en un reportaje que le realizaron el 4 de junio de 2018 para el libro Lobby: cómo se construye el verdadero poder en la Argentina, de los periodistas Julián Maradeo e Ignacio Damiani, Alberto Fernández manifestó: “¿Cómo me entero yo de la existencia de ello? (se refiere a las operaciones judiciales) Me pide una reunión un concursante en lo Penal y Económico. Le habían dicho que si quería conseguir su designación, tenía que ir a una reunión a un estudio. Lo citaron en el estudio Richarte, en donde estaban Javier Fernández, (Horacio) Stiuso y (Darío) Richarte. Los tres le hicieron saber que ellos tenían la llave de su designación. Son un gran mal y creo que por este tipo de estructuras la Justicia argentina tiene una crisis terminal, sobre todo en el fuero federal, donde hay que barajar y dar de vuelta… La aparición de ese estudio surgió sobre el final del gobierno de Néstor y yo puse el grito en el cielo. Luego se afianzaron con Cristina”.

¿Cómo es que no denunció en su momento ese grave hecho? Recuérdese que, por haberlo denunciado a Stiuso, Beliz fue echado del gobierno y perseguido a lo largo de todo el kirchnerato. Javier Fernández fue un operador judicial clave durante esos años.

¿De dónde sacó el Presidente que el peronismo no persigue a opositores y críticos?

¿Olvidó acaso cuando denunció que CFK lo perseguía? ¿Olvidó acaso cuando desde los medios K lo descalificaban?

El peronismo persiguió y fue perseguido; espió y fue espiado; censuró y fue censurado. AF fue una de las víctimas de la persecución y el descrédito al que el kirchnerato sometió a opositores y críticos. Parece que olvidó cómo se lo vituperaba desde 6, 7, 8 y otros medios del oficialismo K. Parece que al Presidente lo está atacando la amnesia del poder. Lo mismo le pasó –y le pasa– a CFK. En ese tren de doble conducta, se deben incluir algunas otras manifestaciones de Fernández.

Su viaje a Formosa fue uno de ellos. “Gildo siempre que pide, pide para Formosa; siempre que trabaja, trabaja para Formosa”. Se ve que pide poco o trabaja poco para su provincia a la que gobierna como un señor feudal. Parece también que el Presidente se olvidó la escandalosa consultoría –que nunca existió– sobre la reestructuración de la deuda con la Nación por la que la provincia pagó 7,6 millones de dólares a la firma The Old Fund, que estaba al servicio de Amado Boudou. 

Pero, además de esas expresiones, hubo una flagrante violación de las normas del aislamiento social preventivo. El Presidente y el gobernador sin barbijo y a los abrazos. ¿Olvidaron que las normas son de cumplimiento obligatorio para todos?

Por el minotauro de la economía.

La renegociación de la deuda con los representantes de los fondos de inversión avanza. “Se está a 5 dólares de distancia de un posible acuerdo”, señala un analista que conoce al dedillo la marcha del proceso. En la reunión del ministro de Economía, Martín Guzmán, con los empresarios, hubo un denominador común: los participantes instaron al ministro a hacer todos los esfuerzos necesarios para lograr un acuerdo con los acreedores privados y evitar el default. “Mire que muchos de estos fondos son inversores de nuestras empresas”, le recordaron al ministro.

En medio de esto, sin embargo, el clima dentro del Gobierno es complejo. Desde el núcleo duro del kirchnerismo no ven la hora de sacárselo de encima al presidente del Banco Central, Miguel Pesce. “No lo aguantamos más”, se sinceró un dirigente de neto cuño K.

No es que Pesce sea el sumun de nada pero quien le suceda es posible que sea peor. Además, Pesce fue puesto ahí por AF, detalle no menor. La situación de las pequeñas y medianas empresas es angustiante.

Es lo que se viene diciendo desde hace semanas. Las ayudas del Gobierno llegan mal. Más del 40% de las firmas que las han solicitado no han encontrado ni ayuda ni respuesta a sus pedidos de algún tipo de flexibilización. Lo significativo de todo esto son las consecuencias.

Cuando la pandemia termine –porque un día se va a terminar– y cuando el tema de la deuda se solucione –porque un día se va a solucionar–, la confianza en el país será siendo la gran incógnita de cara al futuro. “No me molesta que me hayas mentido, me molesta que a partir de ahora no pueda creerte” (Friedrich Nietzsche).