De ómnibus a minibús…
Todo lo que
ocurrió en los tres días de sesiones en Diputados era previsible. Habrá que
seguir negociando.
“Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” pasó de ser un proyecto de ley ómnibus a ser un proyecto de ley minibus. La sanción en general, por parte de la Cámara de Diputados augura nuevos cambios y /o recortes en la votación en particular. Lo evidencia la decisión de postergar el tratamiento de cada uno de sus artículos hasta el próximo martes.
Hay errores conceptuales profundos en Javier Milei y el círculo áulico que lo rodea: uno es considerar que ser fuerte significa que a los que no piensan como ellos hay que agredirlos y tratarlos como enemigos y corruptos; el otro, creer que las únicas ideas buenas son las suyas. Sin embargo, nada de esto los preocupa. Están convencidos de que la magnitud del desprestigio de la dirigencia política es tal que, que es mejor estar lo más lejos posible de ellos.
El Gobierno ganó el primer tiempo de un partido largo y complejo que aún no está terminado. En gran medida se aprovechó de una oposición absolutamente dividida y fragmentada. Aún así, para lograrlo tuvo que ceder y negociar. Lo que cedió no fue poca cosa: ni más ni menos que el paquete fiscal, que es el corazón del programa económico que lleva adelante Luis Caputo. Al día de hoy, nadie sabe cuándo esto podrá ser tratado.
En las cercanías del ministro tienen la convicción de que, tarde o
temprano, serán los gobernadores los que pidan algunas de las medidas
propuestas en el capítulo impositivo eliminado de la ley. Por eso en el
Ministerio de Economía se trasunta un clima de optimismo. Hay dos datos
positivos que les dan aliento: el aumento de las reservas del Banco Central y
una caída del índice de inflación de enero que las consultoras están ubicando
alrededor del 20%. La contracara de esto es la recesión que no durará poco tiempo.
La caída en la actividad económica arrastra como consecuencia directa la falta
de generación de nuevos puestos de trabajo.
La gente está aguantando como puede. Sin embargo, en el Gobierno permanecen
inmutables. Aquellos a quienes les toca negociar, tienen algo más de
autocrítica. Lo dicen en voz baja porque temen la ira de sus pares de paladar
negro, dentro de la Libertad Avanza. Un empresario dio la alerta al describir
lo que percibe como contraproducente para la gestión: “Una cosa es mostrar firmeza
ejemplificadora y otra muy distinta es echar un ministro a los 60 días de
iniciado el Gobierno. Si continúa esa inestabilidad terminará generando dudas
respecto a la presencia de interlocutores válidos. Si hablás con alguien
pensando que su gestión puede durar lo que canta un gallo, entonces la
confianza se rompe”.
Argentina intenta ponerse de pie; pero deberá recorrer un largo camino a prueba
y error con un gobierno que transita los vaivenes del aprendizaje constante.